A un año de distancia, todavía les gusta, lo sé.
A todas las fans de Niko Kovac.
Cuando en París las cosas se tornaban convulsas, en Tell no Tales la vibra era relajada y el sofocante sol no desalentaba los ánimos para las incontables fiestas, los chicos lanzándose en trineo y los mercados improvisados en el barrio ruso. Los periódicos hablaban de la falta de dureza de la policía mientras que al pasar las páginas, clamaban por hacer una celebración en honor a Kovac, un hombre que había triunfado en Europa.
-Maddie, no hagas eso - decía Lleyton Eckhart al esperar en la estación de tren.
-¿Qué?
-Cierra la blusa.
-Hace calor.
-¿No tiene nada que ver con que te voy a presentar a Kovac?
-¿Tú crees que se va a fijar en eso?
-Es mi amigo, sería incómodo si ... Por favor.
-¿Por qué no nos hemos acercado al tren?
-Porque no.
-¿Es por los reporteros?
-No sé cómo vaya a recibir a un amigo que no he visto en años.
-¿Algún plan?
-Ir a casa.
-De acuerdo.
-Ahí viene, Maddie no te vuelvas loca.
-Es Kovac ¿dime quién no se queda muda?
Lleyton respondió que él no era mujer para saber al respecto y de todas formas no deseaba imaginarlo. Cerca de ambos, un hombre con camisa blanca y pantalón gris contestaba preguntas y caminaba de lo más sonriente, se tomaba fotos y permitía alguna indiscreción para hacer felices a sus admiradoras.
-¡Bienvenido Kovac! - gritaban y Lleyton sólo esperaba estrecharle la mano a pesar de esa multitud que entorpecía las cosas.
-¡Hermano! - dijo Kovac, abrazando al otro.
-¿Cómo estás?
-Entero, ¿tú?
-Agotado.
-Vamos a casa.
-Antes te presento a Maddie, una amiga.
-Un gusto, señorita, luce muy bien .... ¿Lleyton, no te quedas a contestar nada?
-Paso, la fiscalía trabaja y ¿qué les digo?
-Huyamos, gracias por venir.
-De nada, es por acá.
A donde fuera, Kovac levantaba expectativas y arrancaba suspiros. Tal vez su elegancia tan "deportiva" o una tan profunda mirada era lo que despertaba emociones inmensas. Más de una chica había suspirado por él y sólo Sergei Trankov podía competirle en carisma.
-¿Nos podemos tomar una foto? - le pedían mientras caminaba y él accedía sin pretextos. No faltaba la que lo llenaba de besos.
-¿Verdad que es lindo? - decía Maddie
-Voy con retraso, tengo mucho trabajo - añadió Lleyton.
-Es tu amigo súper modelo, ¿qué querías?
-Un poco más de rapidez.
Kovac parecía entender el malestar de su amigo y tomando su maleta con firmeza empezó a disculparse.
-Lo siento, es la costumbre.
-Tienes que descansar, Kovac.
-¿Seguro que tú no eres el que debería hacerlo?
-La justicia no descansa.
-¿La ciudad cambió mucho?
-Varias cosas te van a sorprender.
-¿Cómo cuales?
-Querrás descubrirlas tú mismo.
-Cuestión de sentir la curiosidad ¿Vas a querer ir a tomar algo por los buenos tiempos?
-Kovac, sabes que te acompañaría con mucho gusto pero Maddie y yo tenemos que hacer, tal vez en otro momento o el fin de semana.
-De acuerdo amigo, supongo que no es mala idea que vaya a mi apartamento y me quede quieto.
-Sólo por hoy.
-Es una lástima que tu amiga y tú regresen a trabajar.
-Mi auto es el blanco del fondo - anunció Lleyton para romper con ese incómodo instante.
-¿Cuándo compraste uno?
-Cuando quiso impresionar a una chica - intervino Maddie.
-¿Es bonita?
-Es de Blanchard, imagínate cómo se ve.
-¡Lleyton! No sabía que ahora te gustaban las mujeres más salvajes de esta ciudad.
-¡Ella no es una salvaje! - contestó Lleyton.
-¿Cómo se llama?
-Déjalo en paz, está enojado porque no le hace caso - remató la propia Maddie.
-En serio ¿quién es ella?
-Maddie, Kovac, basta, suban al auto y no vuelvan a molestarme.
-Como quieras pero cualquier chica cae si le sonríes mientras la miras a los ojos.
-¡Kovac!
-Inténtalo Lleyton, nunca te falló antes.
-Con esta joven ni eso funcionó, vámonos.
Kovac abordó en la parte delantera después de colocar su maleta en la cajuela y notó que su amigo no tenía intenciones de abrir la boca. Era preferible mirar a la ventanilla y hasta conversar con Maddie mientras se contaban novedades como el embellecimiento del barrio Poitiers, los festivales rusos o la remodelación de Blanchard, así como la apertura del barrio Láncry al norte.
-¿Y la política?
-El Presidente no sabe donde meter la cabeza con semejantes hijos.
-Aunque Sandra no salió mal, eso leí.
-Creo que tampoco debemos tocar ese tema.
-¿Por qué?
-Lleyton está bajo mucha presión.
-¿Por qué no lo llevamos a divertirse?
Ambos miraron a Lleyton con cierta lástima.
-Maddie, Kovac, debo trabajar ¿cuánto más lo voy a repetir?
-Un trago no te caería mal.
-Precisamente es lo que menos falta me hace ahora.
-Sólo era para relajarte.
-Kovac, cállate.
Lleyton respiró profundamente y continuó manejando sin recordar bien en qué calle de Poitiers se hallaba el edificio donde Kovac solía vivir antes de irse.
-Es en Dubreil.
-Gracias.
-Si necesitas algo, cuentas conmigo.
-Bienvenido a casa, amigo.
-Al fin puedo volver, luego iremos a buscar acción.
-La zona de bares es horrible ahora.
-¿Qué tal los clubes de otros lugares?
-No lo sé, pero luego averiguamos.
Lleyton apenas encontró un lugar para estacionarse y con un mejor humor, ayudó a Kovac con sus pertenencias.
-Aun tengo las llaves ¿quieren pasar a mi apartamento?
-Maddie y yo tenemos poco tiempo, es mejor volver a la oficina.
-Qué pena, supongo que más tarde te llamo o coincidimos.
-Estaré disponible, hasta luego, Kovac.
Ambos se estrecharon brevemente y Maddie se despidió con un beso en la mejilla. Kovac los vio alejarse poco después y con cierto desgano, abrió la puerta, solo para constatar que nadie le había preparado una fiesta sorpresa. El hombre de vigilancia le decía "hola" como si lo viera diario y le decía que los vecinos se habían ido a cubrir sus labores.
-Tenga buen día, señor.
-Igualmente.
-Espere, ayer vino su personal, ¿quiere que avise que ya llegó?
-Que se presenten mañana.
-¿Tendrá invitados?
-No creo, tal vez salga por la noche.
-Adelante, señor Kovac.
-Gracias, si hay un anuncio o algo más, dígame.
El hombre miró al suelo y con cierta decepción, tomó el ascensor, quizás pensando que imaginaba más emoción por parte de la gente que lo conocía. Mientras ascendía, se daba cuenta de que en realidad las cosas eran diferentes y finalmente, al lograr entrar a su apartamento, lo confirmó: El lugar estaba frío y oscuro.
-Debí conseguir una mascota - pensó y se precipitó en tomar una ducha, como si necesitara que el agua lo tocara. Al menos destensaba sus hombros antes de reírse de Lleyton sin ninguna razón. Consciente de que después de todo quería ver la ciudad, fue a vestirse sin expectativas y de nuevo anunció que se iba.
-Adelantaré mi salida ¿algo que recomiende hacer? - preguntó al vigilante al toparlo de nuevo.
-Hay nuevos restaurantes aquí en Poitiers.
-Hablo de algo más divertido.
-Hay una zona nueva en la ciudad, Láncry al norte, no sé que pueda encontrar.
-Busco un buen trago.
-En el Panorámico hay mucha gente, como las vacaciones van a terminar pues muchos quieren aprovechar y las tabernas están mejor que antes.
-¿Alguna en particular?
-La novedad es beber salkau ¿puede creerlo?
-¿En serio? ¿No es sucio?
-Dicen que no.
-¿Usted ha ido?
-La verdad no pero está de moda, pregunte.
-Supongo que está bien.
-¿Quiere que llame un taxi?
-El Panorámico queda cerca, iré caminando.
-Pásela bien, señor Kovac.
-Si alguien me necesita o pregunta por mí, dígales que fui a ... Qué rayos, tomaré salkau, hasta luego.
Kovac salió con prisa y riéndose: ¿En serio la gente bebía salkau? ¿Qué había de la cerveza o del vodka? pero a juzgar por lo que veía en la calle, era cierto. Había jovencitas con vasos de unicel tomándolo como limonada, compartiéndolo y planeando el regreso por más mientras se sentían rebeldes. Intrigado, él se aproximó donde ellas con una enorme risa.
-Hola, hola.
-¡Kovac!
-Shhhh...
-¿Nos das tu autógrafo?
-¿Qué toman?
-Salkau con fresas y con nutella.
-¿Me invitan?
-¿Qué te parece?
-Refrescante.
-¿Te gusta? ¿Nunca lo habías tomado?
-Sinceramente, no.
-¡No te creemos!
-Les propongo algo.
-¿Qué quieres? Te lo damos.
-Llévenme a donde compraron esto y les invito una ronda.
-A ver si es cierto.
-¿Saben cómo hacen esta bebida?
-Fermentan sémola, pero qué flojera hacerlo en casa.
-¿Sémola?
-Al principio pensamos que lo sacaban de una planta pero no.
-Hace tiempo decían que era de basura.
-Ahora sabes que no.
-Bueno, ¿qué esperamos?
-¿Te quedas con nosotras toda la tarde?
-No puedo cumplirlo.
-Pero si pagas lo que tomemos.
-Claro, caminemos.
Las chicas apenas creían que estaban junto a Kovac y andaban soberbiamente por la calle mientras trataban de conversar con él o apretarlo.
-¿Qué le hicieron a esta calle? - preguntó Kovac al ver a la multitud frente a los bares.
-Se volvió popular.
-¿Qué toman todos?
-Cerveza, pero ahora la pintan de azul.
-¿Qué?
-Mira, es por acá.
-¿Este lugar? ¿No lo cerró Sanidad?
-El fiscal es un idiota pero hasta a él le gusta venir.
-¿No se refieren a Lleyton Eckhart?
-Se la pasa pegado a la barra o espiando desde la puerta.
Arrugando un poco la comisura de los ojos, Kovac entró a la cantina de Don Weymouth, sorprendido de que estuviera llena de gente joven. La música era fuerte y las órdenes no paraban de llegar, haciendo que Evan Weymouth trabajara a velocidad impresionante y su padre se desviviera en atender a tanta gente como pudiera.
-Buenas tardes, es mi primera vez aquí, vine con amigas, queremos ordenar - pronunció el hombre ante un Evan que apenas lo escuchaba.
-¿Kovac?
-¿Es extraño que venga? Si gustas publicidad puedo llamar a un par de medios.
-Así estamos bien.
-De acuerdo, supongo que mejor pido algo... Eh, mis amigas quieren ¿salkau?
-Nutella, fresas y kiwi, el de coco se terminó.
-¿Cuál recomiendas?
-A ellas el de kiwi, a usted el natural para que realmente le guste.
-Perfecto, queremos eso.
-2€ por favor.
-Es barato.
-Tanto como la paga - respondió Evan con humor y sirvió de inmediato, expectante de la reacción de su nuevo cliente.
-Ahora entiendo la mala fama - mencionó Kovac.
-¿Le agrada?
-Casi no se siente que queme la garganta, es muy dulce.
-Depende quien lo tome, pregúntele al buen fiscal.
-¿Lleyton Eckhart?
-No lo soportó.
-Ja ja ja, no me extraña, siempre fue muy tranquilo y el único que no probaba nada.
-Al menos ya no nos quiere cerrar.
-¿En serio?
-Quien sabe que pasó pero hasta él nos frecuenta aunque cree que nadie lo ve.
-Qué raro... Oye ¿por qué la música está tan alta?
-No es por nosotros, vea allá.
Evan señaló al fondo y Kovac giró su mirada hasta reconocer a una joven con shorts de mezclilla y blusa estampada con Pacman que giraba y cantaba mientras los parroquianos la rodeaban para aplaudirle.
-¿Por qué nadie baila con ella?
-Nadie ha tenido la ocurrencia.
-Yo sí.
-No lo haga.
-Impídelo.
Kovac sonrió y fue directo con la mujer que parecía querer iniciar una gran fiesta.
-¿Cómo te llamas?
-¿Me habla a mí?
-Sí, me gustaría saber tu nombre.
-¡Bérenice!
-Kovac, mucho gusto.
-Hola.
-¿Podemos compartir una pieza?
-¿Qué?
-¿Quieres bailar conmigo?
-Bien.
-Escoge una canción.
-¡Soy fan de Michel Teló, ponme "Balada sertaneja" por favor!
El hombre depositó unas monedas en la rocola y Bérenice se preguntaba por que deseaba estar con ella.
-¿Sabes como se hace, Bérenice?
-¿Hacer qué?
-Cómo se lleva el ritmo.
-Yo sólo me muevo.
-He visto que las chicas mueven la cadera y no los pies.
-¿Así?
-Mira, qué rápida.
-¿Dónde aprendiste?
-En Río, tengo muchos conocidos por allá.
-¿Dónde está Río?
-En Brasil.
-¿Entonces entiendes las canciones de Teló?
-Claro que sí.
-¿Qué dice ésta?
-Bueno, trata de....
"¡Bérenice!" gritó Don Weymouth y ella se puso seria de inmediato.
-Disculpa chico, tengo trabajo.
-No te vayas.
La mujer sonrió y se acercó a la barra muy entusiasta.
-¿Qué necesita, jefe?
-Que le pares a tu fiesta y te me quedes quieta, hay gente que atender.
-Pensé que me tocaba estar con los clientes.
-Para eso pongo a Evan, mejor limpia aquí.
-A la orden, ¿algo más?
-¿Llevaste a tu bebé a la guardería?
-Luiz lo recoge a las nueve.
-Le hice unas papillas, no quiero que lo dejes con hambre como ayer.
-¡Es que nada me salió bien! El pobre no quiso comer lo que le preparé.
-Bueno, bueno, el caso es que te puedes ir temprano hoy.
-¡Gracias, jefe!
-A trabajar.
-Listo.
-Sigo preguntándome por que te contraté.
Don Weymouth miró hacia Kovac y suspiró cansado, creyendo que hacía bien en dejar a Bérenice en un solo lugar porque la conocía bien y podía alocarse con el distinguido visitante, mismo que se notaba algo sorprendido de ver a Bérenice como una simple empleada que torpemente rociaba un poco de jabón en una superficie de madera.
-¿Desde cuándo estás aquí? - preguntó Kovac a la mujer en un arranque.
-Como dos meses, poco más, soy muy mala para las fechas.
-¿Te agrada?
-¿Qué?
-El sitio, la gente, el olor ¿no te incomodan?
-Al contrario, me divierto mucho.
-Es que pensé que eras... Nada, sólo una impresión.
-Perdona chico, pero no te entiendo.
Bérenice guardó silencio y continuó aseando la barra mientras tarareaba otra de sus canciones desconocidas. Kovac se reía apenas, advirtiendo que ella no era muy lista pero sí muy alegre y con cierta iniciativa al llenar tarros de diversas bebidas antes de revolverse la cabeza haciendo cuentas.
-Repites mucho esa palabra "beijinhos" - le hizo notar para continuar la plática.
-La saqué de las canciones que me gustan.
-¿Quieres saber qué significa?
-Estaría bien.
-"Besitos" y beijos es "besos".
-¡Qué romántico!
-¿Lo imaginaste alguna vez?
-No, ni siquiera Teló me dijo.
-¿Eh?
-Fui a un concierto suyo ¡es todo!
-¿Es tu cantante favorito?
-Ahora sí.
-¿No era él?
-Se convirtió en mi preferido con esa voz tan bonita... Y me hace mover el bote, es la verdad.
-¿El bote?
-Bailar, eso quiero decir.
-Eres muy curiosa.
-¿Qué hice mal?
-En realidad nada, es que no tenemos nada en común y aun así deseo conversar contigo.
-Eso explica porque no lo comprendo ¿Le sirvo algo más?
-¿Tienes whisky?
-Hoy no, como casi todos toman salkau....
-Bien, dame otro tarro con esa cosa.
Sin embargo, Bérenice no se movió más y miró a Kovac a los ojos sin ningún motivo en especial, ocasionando que él le guiñara un ojo, haciéndola retroceder un poco. Ella siempre usaba aquel truco cuando anhelaba o necesitaba seducir a alguien y ver en el rostro de aquel hombre semejante gesto la confundió un poco.
-¿Qué sucede?
-Nada, señor. Su trago es este, yo iré a ver que hay por allí.
-De acuerdo, luego te veo.
-Gracias por la canción.
-Cuando gustes.
-Evan lo atenderá.
-Fue un placer conocerte, Bérenice.
-De nada.
La chica se colocó al otro extremo y con naturalidad se dedicó a animar a la concurrencia cantando lo que reproducía la rocola. Kovac a su distancia no paraba de divertirse con la energía de ella y se unía a los que la aclamaban al bailar, aunque no ignorara cierta tentación de aproximarse.