Hammersmith:
Viktoriya se instaló frente a la tienda de muñecas al tiempo que Trankov se separaba de ella para darle paso al teniente Maizuradze. La joven no apartaba su vista del brillo del aparador.
-Tenemos que hablar - dijo su padre.
-Comienza, por favor.
-No seas tan directa, Vika.
-Es que te irás, papá.
-¿No quieres pasar este tiempo conmigo?
-Ni siquiera lo niegas.
-Sabes que debo volver a casa.
-¿Rusia? Ay, papá.
-Es cierto que iré pero junto a ti.
-¿Cuántos días? Porque tendré una escala en Francia para descansar y tu boleto es directo a Moscú.
-Vika ¿por qué no me dijiste?
-Porque supe que te enviaron al frente.
-¿Quién te contó?
-Tu uniforme, las cosas que llevas en la maleta y el pasaporte.
-Iba a contarte.
-¿Antes del vuelo?
-Visitando a tu madre.
Ella suavizó su faz y tomó de la mano a su padre.
-No puedo prometer que saldré ileso.
-¿Mis hermanos lo saben?
-Lo tomaron mejor de lo que esperaba.
-¿Cuándo volvería a verte?
-Solo a ti te prometo regresar vivo.
Vika abrazó a su padre pero no lloró como él lo había creído durante su viaje. La joven estaba tranquila.
-¿Por qué te llamaron si te habías jubilado?
-El presidente alegó que me necesita al frente y no en la última reserva.
-Es el segundo que no te deja ir.
-Pero sabe lo que hace.
-¿Sabes que en el ejército rumoran que haces migas con Putin?
-Sería ministro y no teniente.
-Todos dicen que te encargas de una misión especial.
-Hay cuestiones que tratar y la zona de combate es cambiante, por mera mala suerte la conozco perfectamente.
-¿De qué te ríes?
-De que nadie pueda sustituirme por ahora. Le mandaré saludos a Putin de tu parte.
-¿Es cierto que te citó a una audiencia privada?
-La información corre rápido.
-Dile que es la última vez que vas.
-Hija, no puedo hacer eso.
-¿Por qué?
-Mi trabajo es de seguridad nacional. En cuanto encuentre a mi relevo, te aviso de inmediato.
-No sé si bromeas o tienes tanto miedo que mejor carcajeas.
El teniente Maizuradze rió tontamente, quizás comprendiendo que su hija se abstenía de mostrar su tristeza. Era momento de guardar silencio y pensar en muñecas.
-Iba a obsequiarte una.
-Con la mía tengo suficiente.
-Fui un padre al que le faltó tiempo para ti.
-Eres el mejor.
Vika y su padre pudieron echarse a llorar y despedirse largamente, pero Sergei Trankov estaba cerca, cuidando cada movimiento y alertando.
-Alejémonos, señor.
-¿Qué arma traes?
-Révolver.
-Ay, Trankov, un cuchillo es más práctico.
-Si estuviéramos solos le creería.
-Tienes razón.
El teniente Maizuradze le dijo a Vika que se alejara y esta caminó rápidamente hasta unirse al grupo de la sala de espera nuevamente. En cambio, Trankov se iba con sigilo por los pasillos y aguzaba el oído mientras preparaba su arma y se lo comía la curiosidad de saber quienes provocarían tales molestias.
-Trankov, descuidas mucho la diestra.
-Y usted la siniestra, señor.
-¿Hacemos equipo?
-¿Piensa defenderme con una navaja?
-Salvarlo de sí mismo que es diferente.
-Me halaga.
-Debería darle grima, novato.
Ambos se deslizaban entre los aparadores con admirable destreza y pronto dieron con un corredor estrecho.
-Trankov, ¿te doy un ligero golpe en la nuca?
-No esperaba esto.
-Ves peligro donde no hay, así tendrás la consciencia.
-Así tendré los nervios.
-Así estará nuestra vista ¿son los Liukin?
-Todos y cada uno.
-¿Cómo habrán venido?
-¡Yo los traje! - gritó una mujer de repente. La familia forcejeaba con sus maletas y el teniente Maizuradze resolvió ayudarlos.
-No te quedes mirando, Trankov - decía el buen hombre cuando Bérenice Mukhin salió a escena y eufórica, rodeaba al guerrillero con sus brazos y llenaba su rostro de besos.
-¡No puedo creer que esté frente a Sergei Trankov! ¡Mi héroe! ¿Me daría su autógrafo?
-¿Quién eres?
-Bérenice, admiradora y próxima novia ¡te amo!
-¿Quedamos en que eres fan, no?
-¡Me encantas!
Y acto seguido, Bérenice se colgaba del cuello de Trankov.
-Traje a los Liukin de muy lejos - presumía la joven - Si me hubieran dicho que lo conocería no me habría tardado en eso.
-¿Qué dices?... Eh, ayudaré allá.
-¡Bravo mi héroe! ¡Siempre amable! ¡Tan lindo!
Pero el desconcertado Trankov se dispuso a desenredar cintas de las maletas y sacaba del pasillo a quien pudiera, ya que todos se estorbaban entre sí.
-¿Cómo llegaron? - preguntó.
-Caminando - contestó Ricardo Liukin.
-¿Desde Tell no Tales?
-Más o menos.
-Pero es imposible.
-No con esa chica.
Ambos miraron a Bérenice.
-Ella es increíble - añadió Ricardo.
Pese a todo, el único que disfrutaba de aquel lío era Gwendal Mériguet. Tanto gusto le daba haber arribado al aeropuerto que había destrabado su equipaje y sin saludar, corrió a la sala de espera para apartarse un lugar próximo a la oficina de documentación de equipaje. Tan veloz fue, que ignoró a los presentes y luego volvió al oscuro pasillo a seguir sacando valijas.
-¿Qué sucede? - se cuestionó Vika - ¿Papá estará bien?
-Eso es seguro - murmuró Carlota Liukin - Ya aparecerá.
-No estaría tan tranquila. Si el Gobierno Mundial mandó gente, arrestarán a Trankov y mi papá se metería en problemas.
-Para nada, el que pasó es mi tío Gwendal.
-¿Por qué no lo saludaste?
-Porque fue grosero.
-Tú también lo estás siendo, por si no te habías dado cuenta.
-Ya vendrá.
-¿Si no?
-Nada le ocurrirá justo ahora.
-No lo des por hecho ¿qué tal si se cae y se mata?
-Qué dramática.
-Perdón, es que estoy sensible. Mi papá se va y con Trankov es lo mismo, podría ser la última vez que lo veamos.
Carlota abandonó el semblante tranquilo de golpe y se levantó con angustia, como si una fuerte verdad le cayera encima.
-¿Trankov te comentó algo?
-No, Carlota, pero él es un rebelde, antes di que no lo han herido.
Carlota soltó una lágrima, misma que al ser enjugada por Vika se transformó en un brillante. Esta última no pronunció palabra al respecto ya que la niña no lo había notado.
(Mini - episodio):
-Iré por más café ¿querrás algo?
-Unos pañuelos.
-Carlota ¿todo está en su lugar?
-Voy a menstruar.
-Sí, no hay duda.
-No te burles, Vika.
-¿Es que te sientes mal?
-No había pensado en que Trankov se marcha.
-¿Te cae bien? Hace rato pensé que no.
-¿Me traerías algo para limpiarme la cara? Él no debe verme así.
-Claro, dame un minuto.
Vika se separó de la niña y se dirigió al servi-bar, donde quiso permanecer un momento, pero fue sorprendida por Gwendal, que buscaba una bebida. Él le cedió el paso y ella, fijándose en lo atractivo que era, fingió que no encontraba lo que deseaba.
-Vi una lata por ahí, déjame ver.
-Gracias.
-Hasta atrás hay una, toma.
-Qué suerte.
-De nada.
Gwendal sonrió por hacer el favor pero algo mantuvo sus ojos en ella.
-¿Esos son audífonos de iPod?
-Son un poco viejos, venían con el que compré.
-Creí que era el único que usaba uno.
-¡Wow! ¿Lo traes?
-Mira.
-¡Es más reciente que el mío!
-¿Cuándo conseguiste el tuyo?
-El año pasado.
-Me encanta el reproductor de primera generación.
-Yo quería el que salió hace unos meses, me hubiera esperado.
-Si quieres, cambiamos.
-Tengo guardadas todas mis canciones y tal vez no tengas macbook para meter las tuyas.
-Si tengo.
-¿Eres millonario?
-Tú eres millonaria.
-Mi computadora ya no funciona como antes.
-¿Eres chica mac? ¿No mientes?
-No ¿tú lo haces?
-Con la tecnología nunca... Oye, antes de que esta charla siga ¿cuántos años tienes?
-Dieci.. nueve - mintió ella
-Entonces no hay problema.
-¿Qué hay contigo?-Curso la treintena. Treinta para ser exacto.
-Te ves muy bien.
-Se agradece, tu luces genial.
-¡No tomes de ese café!
-¿Es malo?
-Todo lo que sea Bucks lo es.
-No has probado café tellnotelliano.
-¿Tomaste esa porquería?
Ambos rieron.
-Durante un año cada mañana.
-Qué tortura.
-¿Has ido a Tell no Tales?
-No, pero una vez me llevaron una bolsita de café y no te cuento.
-La primera vez es inolvidable y luego va empeorando.
-Devuelve eso, en Hammersmith tienen la marca Malcade, es buena.
-Confiaré en ti.
-Pasando a otro tema y disculpa por ser muy drástica pero ¿tienes novia?
-¿Al grano? No, no, ninguna.
-¿Amigas?
-Menos.
-Extraño ¿eres gay?
-¿Averiguamos?
-A partir de este momento no tengo novio.
-¿Había alguien?
-Me perdió hace poco.
-Qué tonto.
-Es pasado ¿a qué te dedicas?
-Organizo eventos de X-games desde internet ¿y tú?
-¿No me reconoces?
-¿Eres rider?
-No.
-Mira, empecemos de nuevo. Me llamo Gwendal Mériguet.
-Viktoriya Maizuradze.
-Tu apellido me suena.
-No es usual.
-Bien dicho.
-Sólo una cosa.
-Dime.
-¿Qué vuelo tomarás?
-El de las once am. a París.
-Yo igual ¿compañía?
-Air France.
-¿Asiento?
-Clase turista, lugar 23.
-¡Yo soy 24!
-¿Bromeas?
-Es verdad, te muestro si quieres.
-No hace falta.
-¿Crees en el destino, Gwendal?
-¿Te parece si iniciamos de amigos?
-Siempre que me tomes de la mano...
-Y te abrace del hombro...
-Va, "amigo".
Vika y Gwendal dejaron el servibar en medio de una nueva conversación sobre las coincidencias y se sentaron juntos, sin importarles nada más.
Ella presintió que al lado de él estaría en casa.