domingo, 17 de agosto de 2014

El corazón de Sofía


Para Sofía, quien hoy merece grandísimas bendiciones.

Carlota permanecía en desvelo y Romain Haguenauer acordó con Ricardo Liukin llevarla al hospital inmediatamente. La joven aprovechó para despedirse del teniente Maizuradze.

-Buen viaje.
-Gracias, señorita. Le enviaré un regalo muy pronto.
-No es necesario.
-Usted no conoce el mundo, no conoce la ciudad a la que voy, no se imagina lo especial que es. Le daré una sorpresa.
-¿Por qué me habla de usted?
-A veces se me escapa, Carlota.
-Bueno, le deseo mucha suerte.
-Igualmente, verás que te recuperas pronto.
-Cuídese mucho.

La chica abrazó al teniente Maizuradze y le colgó un osito bordado por ella misma como si fuera un prendedor.

-Es un lindo detalle, ¿cómo supiste que me gustan los osos?
-Anton me llamó antier, él me dijo.
-¿Te contó algo más?
-Que lo extraña, señor.
-Telefonearé a casa ahora, ¡gracias Carlota!

La chica recibió un segundo abrazo y se despidió con la mano; poco después salió y cerró la puerta tras de sí.

-¿Estás lista para que te internen todo el día? - le preguntó Haguenauer cuando ella se aproximó al taxi que le esperaba.
-Supongo que sí.
-Volveremos pronto a descansar y recibiremos buenas noticias, andando.

Ricardo Liukin sujetó del brazo a su hija y abordaron el auto sin prisa. Haguenauer viajaba en la parte delantera.

-¿A dónde vamos? - inquirió el chofer.
-Al Hospital General de París, a urgencias para ser precisos.
-Hubo problemas en la Plaza de la República, no creo que los atiendan rápido.
-¿A dónde sugiere ir?
-Hay uno privado en la calle Amelot y otro público hasta el Boulevard Bércy.
-A Bércy por favor.
-Cruzen los dedos para que la policía no nos pare por una inspección.

Con todo aquello, Carlota Liukin figuraba que en París las cosas no iniciaban de forma adecuada y que su familia en apariencia no le sería de gran ayuda para adaptarse. Su padre en pocos días había continuado con sus costumbres tellnotellianas, circunstancia que la irritaba y la hacía sentir estúpida cuando intentaba mezclarse con los parisinos. Inclusive, ella había desechado su playera deportiva blanca una vez acabado el mundial de fútbol.

-¿Sabe que ocasionó el alboroto? - preguntó Haguenauer al taxista.
-Raluca de Mónaco se peleó con un paparazzi y golpeó a un oficial de policía que quiso cuidarla, su tutora aceptó ir a prisión una noche pero la niña aprovechó para ofender a los negros y los musulmanes y como varios oficiales fueron a protegerla de la multitud, se desataron los disturbios.

Ricardo Liukin abrió un poco más los ojos ante tal noticia y miró a su hija como si la hubiera educado para no ser una celebridad.

-¿Qué tan famosa se puede volver una chica aquí? - añadió Ricardo.
-Depende del dinero, señor.
-Que bueno que no tengo mucho.

Carlota miró a su padre con desagrado por lo que decía, abotonando su abrigo al mismo tiempo y ajustando sus guantes. Haguenauer creía estar presenciando un berrinche silencioso.

-Urgencias del Hospital Bércy, aquí. - señaló el conductor varios minutos después, casi veinte. Carlota sólo lo miró por el retrovisor pero no lo despidió como lo hicieron su padre y su entrenador.

-¿Cuál es la emergencia? - les preguntó una residente.
-Vértigo - respondió una imperativa Carlota.
-¿Desde cuándo?
-Traje papeles, asígname una habitación y que nadie me moleste.

Carlota siguió de largo hasta la entrada y ella misma se anunció en recepción, esperando que se le tratara con especial consideración.

-Te llamaremos si hay una cama - replicó una enfermera - Toma turno.

La chica abrió la boca y de mala gana agarró la forma que tenía que llenar.

-"¿Qué se creyó?" - murmuraban alrededor suyo y la veían buscando inútilmente un asiento. Carlota se cruzó de brazos.

-Dénme una camilla junto a los pequeñines - pidió la residente - Una con todo el ruido y proyectiles de papel, le voy a hacer una tomografía y una prueba auditiva mucho más tarde, a ver si se le baja lo engreída.
-No va a poder comer.
-Ni protestar, llévenla.

Acto seguido, otra enfermera fue por Carlota, pero en lugar de ser hostil o vengativa, la abordó amablemente porque la había visto en la portada de Paris Match.

-Tu cama está por acá, ¿me permites cargar tu bolso?
-Sin duda.
-Te pondré en esta sala para que te hagan tus estudios más rápido, los niños que están aquí no te darán problemas.
-¿Por qué?
-Están muy enfermos. Te pondré junto a Sofía, no le hagas mucho ruido, ayer tuvo un día muy pesado y apenas se durmió. Cámbiate de ropa, me las arreglaré para que tus análisis sean a las cinco de la mañana.
-Menos mal.
-Siéntete como en casa Carlota, ¿quieres agua? Debes estar bien hidratada para tu tomografía.
-¿Cómo supo mi nombre?
-Por Paris Match, te tomaron unas fotografías preciosas.
-¿Podría prestarme la revista?
-Te la regalaré, no te muevas de aquí.

Carlota se cambió su vestido y su abrigo por una bata de enferma así como sus botines por unas pantuflas con la cara de Homero Simpson.

-¡Olvidé decir que ...! tengo gripe - exclamó la joven y se sentó en la cama, dándole la espalda a su vecina para "no contagiarla".

-Qué bueno que ya te cambiaste, traje el agua y un espejo para que te veas bien en todo momento.
-Gracias, pero tengo que avisarle que tengo un pequeño problema.
-¿Cuál?
-Me contagié de gripe.
-Entonces no te pueden hacer los análisis.
-¿Y tampoco es bueno quedarme aquí?
-Sofía está muy delicada y otros niños tienen cáncer.
-Qué mal.
-Tendré que apartar un espacio en la otra sala infantil.
-¿Por qué no en un ala normal?
-No tienes quince... Con la otra habitación te vas a infartar, ningún chiquillo se duerme y meten dulces de contrabando.
-¿En serio? Me encantarían unas mentas.
-¿De qué color quieres tu cobija?
 
Carlota observó a la enfermera y se dio cuenta de que podía pedirle lo que quisiera sin oposición alguna.

-¿Una cobija de algodón verde? Y almohadas pachonas ¡Quiero cortinas y un radio!
-Los tendrás, le diré al conserje.
-¿Se podría un teléfono?
-Siempre hay para los famosos.
-Genial y té de jazmín con miel.
-Te conseguiré pañuelos para tu gripe.
-Esperaré aquí.
-¿Me firmarías un autógrafo antes de que te dé todo?
-¿Tiene bolígrafo? 
-Dedícaselo a Billie Cissè.
-¿Es usted?
-Es mi hija, ella es tu fan.
-Listo.
-¿Luego me das una foto? Es para que me crea.
-Hasta con Joubert.
-¡El chico que aparece contigo! 
-¿Verdad que él está bonito?
-Como tú, en un momento vengo.

La enfermera se retiró y Carlota se volcó a hojear Paris Match con premura, comprobando que el artículo era por demás favorable y hablaban de ella como si fuera un miembro de la realeza.

-¿Eres una mandona, te habían dicho? - dijo la niña de al lado, que fingía estar dormida y que ahora veía a Carlota con una enorme sonrisa.

-Te vi en esa revista, luces muy bonita.
-Gracias.
-¡Y Joubert parece un príncipe de los cuentos!
-Él es bastante apuesto.
-Pero se nota que no lo quieres - añadió la chiquilla con pesimismo.
-Sí lo quiero, es mi novio.
-He visto muchas revistas de famosos y por tu cara supe que Joubert ni siquiera te gusta. 

Carlota soltó lo que traía en las manos, quedándose de pie, mirando a la niña.

-Pero patinas hermoso ¡como una reina!
-Ah, no sabía... por Dios es evidente.
-Estás enojada.
-Claro que no.
-¿A qué te trajeron?
-A revisarme la cabeza.
-¿Qué tienes?
-Me mareo a veces.
-Suena raro.
-Es muy serio, si no se me quita el vértigo no vuelvo a dar de vueltas en la vida o hasta que me operen o algo así leí en un papel.
-A mí me encantaría hacer lo mismo ¡me vería maravillosamente hermosa!
-Cuando te recuperes lo intentas.
-¿Tú crees que mi nuevo corazón resista?
-¿Qué?
-Es que me van a poner un corazón pero mi donante aun no aparece.

Carlota enmudeció, la niña en cambio se reía.

-¿Me dedicarías un autógrafo en mi playera? 
-Desde luego, oh... Con plumón ¿importa?
-No.
-¿Cómo te llamas?
-Sofía.
-"Con cariño para Sofía, Carlota Liukin"
-Al menos no pusiste "te quiere tal".
-No me pasó por la mente.
-¿Nunca sonríes?
-Lo mismo como todo mundo.
-Es que pareces muy seria.
-No lo hago muy a menudo estos días.
-Yo no paro de reír, tengo muchas amigas aquí.

Sofía corrió su cortina y descubrió al resto de las pequeñas que la acompañaban, que jugaban a tener una pijamada.

-Miren ¡Carlota Liukin vino a vernos! - gritó la niña, las demás giraron su cabeza y agarraron libretas, plumas, revistas y todo lo que tenían cerca para su encuentro.

-¡Todas te amamos! - afirmó una - ¿Nos firmas nuestros cuadernos? 
-Ah, chicas...
-Tiene gripe - reveló Sofía para salvar a Carlota que no atinaba a adivinar como portarse.
-Eso se arregla, tenemos gel antibacterial y tiene que ponérselo en las manos y la cara.
-No creo que debamos hacerlo - añadió Carlota.
-¿Por qué no?
-¿Me dan un segundo?

Carlota salió rumbo al pasillo, en medio de una confusión muy simple. Las chiquillas la miraban en suspenso desde la puerta.

-Pásenme el gel y formen una fila, les pondré caritas felices en sus fotos - determinó la chica y volvió a su sitio.

-¿Quién quiere carita con dedicatoria?
-¡Yo!
-Bueno, todas hagan fila.
-¿Y si queremos foto?
-¿Tienen cámara?
-¡Sí! ¡Nos tomamos fotos siempre!
-Entonces será una con todas.

Carlota intentaba ser lo más amable posible e ignorar que sentía lástima cuando plasmaba su firma en lo que le daban o le preguntaban cualquier cosa.

-¿Los patines son cómodos?
-No, pero te vas acostumbrando.
-¿Las mallas pican?
-Dejarían de ser medias si no lo hicieran.
-¿Es cierto que debajo del vestido no usan ropa interior?
-Jajaja, yo sí uso.
-¿Por qué no se te nota?
-Es ropa sin costuras.
-¿Conoces a Kiira Meier?
-Bastante ... Es odiosa, una bruja, falsa, mentirosa y quiere a sus admiradores.
-Tu cara es chistosa cuando te quejas - mencionó Sofía - ¿Es cierto que una vez le ganaste a Kiira? Nadie le gana.
-Dos veces, el europeo junior...
-¡Cierto! Se me estaba olvidando.
-Patiné "Swan Lake", todo mundo conoce la rutina.
-Pero ¿la venciste antes?
-En un torneo que se llama "Masters classic" en Tell no Tales.
-¿Y por qué se odian?
-Ella es una envidiosa, yo le gano en la pista.
-Es curioso: no te has reído una sola vez.
-¿Qué dices?
-Nunca sonríes, no sé por qué.
-Si lo hago.
-En Paris Match y en televisión pero no cuando compites y aquí tampoco.

Carlota dejó de escribir en ese momento, las niñas la observaban fijamente.

-Me cuesta trabajo, casi nada me sale bien y se murió mi mamá. Disculpen un poco.

Carlota se recargó una pared y bajó ligeramente la cabeza.

-Mis papás trabajan mucho para pagar mi transplante y si no lo recibo me puedo morir - pronunció Sofía, tomando la mano de Carlota - Y ayer nuestra amiga Patti no aguantó la quimioterapia, ayudamos a sus hermanos a recoger sus cosas. Así es la vida.

Carlota se soltó a llorar en ese instante, contemplando a los otros enfermos presentes, a las que tenía enfrente y a Sofía, que seguía mostrando su sonrisa grande.

-Cuando patinas, no sueles pensar en nada; bueno sí, cuando te caes.
-¿Duele?
-De pronto no importa, te levantas y sigues.
-Wow - expresó Sofía - ¿Te has caído?
-¡Muchísimas veces! Cuando le gané a Kiira en el Masters, me caí en el primer salto y en el segundo me tropecé y toqué el hielo con las dos manos.
-¿Cómo le hiciste para quedar primera?
-No lo sé, yo estaba más preocupada por no actuar más feo.
-¿Qué fue lo más chistoso?
-No me dio alegría pero creo que ganar cuenta como dato gracioso.
-¡Jajaja! ¿Qué se siente tener novio?
-¿Joubert? - las pequeñas se rieron nerviosas - Él es súper lindo, me regala flores, me visita diario y comemos juntos; cuando voy a competir él siempre está cerca de Kiss and Cry y me lleva mi suéter.
-Eso es lo que hace, ¿pero que sientes?
-Que estoy contenta.
-¿De verdad?
-Él es una gran persona, cuando crezcan tendrán un novio como él y lo querrán mucho.
-¿Y tus amigos?
-¡Tengo los mejores! Me tomé está foto en un desfile en el que salí en el papel principal: la de la botarga es Amy, la extraño, David y el rubio es Anton.
-¡Anton Maizuradze! ¿Sabes por qué ya no patina?
-No le gusta.
-¡Cómo! Si es muy bello.
-Él se avienta en trineo y juega fútbol ahora.
-¿Conoces otros patinadores?
-Muy pocos, solo a los de mi equipo.
-¿A Michelle Kwan?
-De lejos.
-¡Ya sé! ¿Quieres jugar al té? Y así nos sigues contando.
-¿Tienen té?
-Jugo de manzana, pero lo hacemos pasar por té.
-Bueno, pero tomaré en vaso de papel para no contagiarlas con mi gripe alien.
-Jajaja, oye ¿y si mejor te maquillamos? ¡Hay que pintarte las uñas de rosa!
-Pero me van a hacer pruebas.
-No creo que enferma te las hagan.
-Tienes razón ¡y me tomo fotos con todas! 
-¡Sí! Hay que traer las pinturas.

Mientras las chiquillas se emocionaban y sacaban lo que podían de sus valijas, Carlota se quedó sosteniendo la mano de Sofía.

-Hallarás un corazón.
-¿Tú crees?
-Todos merecemos uno.
-¿Y si no llega?
-Ama.
-¿Qué?
-"Entre más amor le tengas a la vida, más amor recibirás de ella" Eso me dijo mi mamá una vez que se enojó porque llegué tarde a casa. No había entendido por qué me lo repitió ese día.
-¿Qué significa?
-Si deseas un corazón de verdad y te aferras a vivir porque amas vivir, va a llegar uno. La vida siempre devuelve el amor que le das.
-¿Crees en Dios?
-Ahora sí.

Carlota abrazó a Sofía y le prometió visitarla con frecuencia. La niña estaba entusiasmada.

-Carlota, vengo a llevarte a tu nueva cama - anunció Ricardo Liukin.
-¡Papá! Ven te presento a Sofía.
-Un placer, pequeña.
-Y ellas son mis nuevas amigas ¿me puedo quedar un rato?
-Más tarde, tenemos que hablar.

Por el tono de voz de su padre, Carlota supo que estaba furioso; orillándola a tomar sus pertenencias en silencio y agitar su mano en despedida.

En el corredor, a solas, la chica tragó saliva y Ricardo la miró a los ojos.

-La próxima vez, te alejas de los periodistas y vienes conmigo. Tienes prohibido dar entrevistas y aparecerte en televisión si no es patinando. Es peligroso que el mundo te vea, ¡hay gente que nada más está observando a las niñas para poder acosarlas! ¡Hay depredadores que le hacen daño a gente como tú!
-Ya no soy una niña.
-Si no lo eres y asumes las consecuencias, de antemano date por castigada. ¿Me quieres decir qué rayos haces en Paris Match?

Carlota miró al suelo y optó por no agregar más.

Estimada Sofía: Hace unas semanas el blog lanzó una convocatoria por Facebook y Twitter para ganar un cuento con dedicatoria. Una persona que prefiere permanecer anónima y que sabe de tu historia, respondió a la dinámica y me envió tu fotografía, pidiéndome este cuento en especial. 
Decidí acceder a la dedicatoria gracias a las bellas palabras que te quieren expresar y darte esperanza.
En lo personal, te envío un abrazo y te deseo un milagro maravilloso.