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miércoles, 22 de octubre de 2025

Tamara y Carlota


Tamara Didier ajustaba los detalles de su nuevo plan de entrenamiento y en París, había conseguido tener un par de pruebas. Volver al hielo no era fácil y temía que sus rodillas recuperaran la debilidad que la había hecho cojear más de una vez. Su brazo, antes inmóvil, ahora se estiraba para marcar las figuras del calentamiento sin dificultad.

Rodeada de niñas de la edad de Carlota Liukin, la mujer se sentía estúpida y creía que, al menos, salir de Venecia antes de que el mundo se volteara, era la mejor idea posible.

-Mademoiselle Didier, marque un crossover - le indicaron al llegar su turno, pero no había llegado a la mitad, cuando fue interrumpida por un "Está fuera. Siguiente".

-Lo que faltaba - murmuró y abandonó la pista con el rostro serio. No quiso preguntarse qué había hecho mal, si su técnica estaba oxidada o su nivel era bajo. Respiró profundamente y tomó un poco de suero antes de consultar su horario y preparar su siguiente tanda de ejercicios para otro exámen en la tarde. En la pista de hielo de INSEP había una pantalla por la que se podían ver las competencias de distintos patinadores y el Grand Prix de Helsinki levantaba la expectativa de cara al campeonato nacional.

-Tengo suerte de que en los nacionales sólo haya siete patinadoras - murmuró Tamara con disgusto y se colocó de pie cerca de la puerta, pero sin dejar de ver la pantalla. A su alrededor, todos paraban sus actividades con tal de apreciar a Carlota Liukin ganando su torneo, mientras unas niñas presumían sus autógrafos y haberle regalado aretes.

-¡Ay, por Dios! ¿No les da asco? - comentó Tamara para sí misma, riéndose al mismo tiempo porque recordaba cuántos regalos recibía aquella joven cuando entrenaba bajo sus órdenes. No le deseaba mala suerte, pero tampoco se sentía lo feliz que quería por ella.

-Medaille d'or! Medaille d'or pour Carlota Liukin, notre belle patineuse! - Se aclamaba por televisión y los presentes, incluyendo un Guillaume Cizeron casi siempre distante, parecían ignorar las fallas de su chica admirada. 

-¡Se sigue cayendo en el programa libre, por favor! - se quejó Tamara, aunque sólo la escuchara Román Haguenauer entre risas.

-Lo que tienes es envidia - agregó él.
-Liukin es una niña mimada irritante.
-Lo sabemos... ¿Te va mal compitiendo contra niñas?
-Si te sigues riendo, te patearé.
-John Nicks decidió venir a París.
-¿La academia en California de Ingo Carroll lo va a dejar sin trabajo?
-Vino a entrenar contigo.

Tamara volteó a ver a su amigo con escepticismo.

-¿Con quién te venías a probar, mujer?
-Con Annick Dumont y con Tom Zajkrazek.
-Olvídalo, inicias mañana con Nicks. Te quiere aquí a las cinco de la mañana.
-¡Ni siquiera me va a dejar dormir!
-Pero le ganó el turno a tu viejo novio.
-No le hablo a nadie que no seas tú.
-¿Jean Christophe Simmond no te interesa más?
-¿Nicks le quitó el horario?
-Guillaume Cizeron volverá al campo y tú tendrás pista en solitario.
-¿Cómo lo consiguió?
-Soy tu amigo.

Tamara sonrió incrédula y salió del lugar, feliz de no tener que lidiar con Jean Christophe ni con Guillaume y de poder entrevistarse al día siguiente con John Nicks, un coach importante por haber llevado al éxito al equipo estadounidense de patinaje en un pasado no remoto. Desconocía si otros atletas compartirían el hielo con ella, pero sabía perfectamente que esa era la oportunidad que había estado anhelando.

En la calle y quizás sabiendo que no la vería nadie, Tamara quiso retornar al Bar's diner, el restaurante familiar chocante en el que el café no era una desgracia. Desde el episodio con Miguel y Adelina había sentido cierta tristeza y ahora buscaba comportarse, probar algo más de un bocado de filete y quizás, tomar una cerveza. El sitio estaba repleto y por la hora, se notaba que aún no llegaba la actividad más frenética. 

-Será otro día - dijo con desaliento y se alejó rumbo a otro lugar, uno donde no se sentía culpable por llenarse de lechuga morada y agua mineral.

La tarde parisina era templada, soleada, el atardecer no parecía ser del invierno anticipado de los días anteriores. La nieve continuaba acumulada en la calle, pero se había derretido cerca de Quai de Seine, donde Tamara buscaba entender qué tanto idealizaba Carlota Liukin de la ciudad de París y por qué le gustaba mirar al río si el paisaje era ocre y apestaba a ratas. No esperaba hallar a nadie, sólo quería que la tarde terminara.

-¿Qué quieres Thorm? - dijo sonriendo cuando él se acercó a saludar. Nadie más que Trankov, Trafalgar y ella lo conocían físicamente y con toda seguridad podía caminar sin sospechas, sin espías detrás. 

-Veía a Carlota Liukin en televisión y luego vine a respirar - dijo él.
-También estuve al pendiente.
-Le he dicho a Trankov que esa niña ya causó muchos problemas.
-A todos se los provoca.
-¿Por qué te ríes?
-Porque le enseñé lo que sabe.
-Tamara, el tema te parecerá inusual pero me gustaría que te enteraras primero y me contaras todo.
-¿De qué se trata? ¿Es del gobierno mundial?
-Katarina Leoncavallo.

Tamara se rió más fuerte ¿A Thorm le interesaba esa mujer? 

-La odio.
-Lo imaginé.
-Es que no es una buena persona, Thorm.
-Tú tampoco.
-No tengo una relación incestuosa con el hermano que mis padres no me dieron.
-Ella se casó.
-¿Y qué?
-¿Por qué la boicoteaste en Salt Lake?
-Sólo hablé con unos jueces.
-¿A quién ayudaste?
-A Irina Astrovskaya, a Michelle Kwan, a Sasha Cohen... Camille Maier fue un detalle y ya.
-También jugaste sucio en Nagano.
-¿Vamos a discutir sobre mis trampas?
-Es que quiero entenderte.
-No soy una persona ejemplar, Thorm.
-¿Le harías lo mismo a Carlota Liukin?
-Soy capaz.

Tamara llevó las manos a sus bolsillos y Thorm sonrió desenfadado.

-Tengo que cuidar a la niña, con Trankov no es opcional.
-No entiendo por qué trabajas para él, Thorm.
-Digamos que creo en su causa.
-¿Preparan un complot de patinaje?
-Averigüé que fastidiaste a Katarina en Nagano.
-Katarina es demasiado para todas.
-¿Fue en venganza por tu amiga Jyri?
-¿Sabes lo de la joyería?
-Hasta la fecha están encantados con la joven Leoncavallo.
-Es bonita.
-Los patrocinadores venden el doble.
-Hablar de ella es tonto.
-El lobby por un partinador parece más importante de lo que calculé.
-Estoy de vuelta, ¿sabías?
-¿Recuerdas que debo cuidar de Carlota?
-¿Me comporto como una idiota, verdad?
-¿La envidia es tu personalidad?
-No sé cómo ser diferente.

Thorm miró a Tamara con agrado. 

-A nadie le puedes envidiar que me tienes aquí.
-Mentiroso.
-Deberías ignorar a Carlota, no quieres estar en su posición.
-¿Quién no quiere ser mimada?
-Judy Becaud es su hermana y Katarina Leoncavallo es prima de Ricardo Liukin.
-¿Qué dijiste de Judy?
-Es hermana de Carlota Liukin.

Tamara no logró decir nada.

-Los Leoncavallo y los Liukin son familia directa; los que ya lo saben no lo tomaron bien.
-¿Cómo reaccionó Ricardo?
-Aún no le avisan.
-¿Quién sí se enteró?
-Judy, Maragaglio, Maurizio Leoncavallo, Carlota Liukin y sus amigos, Lorenzo Liukin... Maragaglio es hermano de Ricardo Liukin.
-¿Katarina y Carlota son...?
-Tía y sobrina.
-¿Cómo está Judy? 
-Confundida.
-¿Y Carlota?
-Siempre le preocupa alguien más, la conoces.
-Ella y Judy no pueden ser familia.
-Pero lo son.
-Debería visitarla, hace mucho que no le hablo.

Tamara tomó su celular en ese momento, leyendo un mensaje que Carlota le había dejado luego de ganar su competencia. Aquello le irritaba porque nada de ese éxito era suyo. Si tenía que reconocer algo, era que Maurizio Leoncavallo había demostrado más talento en menos tiempo para lidiar con berrinches, desacuerdos, discusiones... O más bien, había sido más ambicioso, más creativo, había comprometido a Carlota de forma efectiva.

-Thorm ¿Quieres que te diga que pasaba con Katarina? - externó al guardar su teléfono.
-¿Sabes que voy a usarlo en beneficio de la niña Liukin, verdad?
-¿Eso qué importa? Odié a Katarina desde la primera vez.
-¿Te ganó?
-El contrato de la joyería era importante para Jyri y yo me preparaba para ser su modelo, pero llegó el publicista y dijo que Katarina era más apropiada que nosotras y a la gente le gustó.
-El motivo no es banal.
-Jyri perdió el financiamiento y yo tuve que trabajar el doble. Encima, Katarina estaba ganando varias medallas y todas decidimos hacerle un frente en contra.
-¿Las movió el dinero?
-Al principio la molestábamos, le robábamos sus cosas y no le hablábamos. Luego Jyri y otras chicas se organizaron para presionar a los jurados y escaló. Si me preguntas, a veces me siento mal. 
-¿Tú? 
-Katarina era chiquita, pero era una amenaza con nuestros patrocinadores y por los torneos. Cuando Jyri se accidentó, todas decidimos desquitarnos.
-¿Un accidente?
-Jyri era novia del hermano de Katarina y se quemó con una vela.
-¿Qué pasó?
-Katarina se le escapó cuando la estaba cuidando y se tropezó en un sótano, creo. Jyri murió hace poco, pero le hicimos a Katarina cosas horribles por años.
Yo le rompía las agujetas y los vestidos, soy una mala persona.

Tamara bajó la mirada brevemente.

-Lo peor de todo es que nos organizamos para que Katarina perdiera en Nagano; amenazamos con abandonar el torneo olímpico si la calificaban alto. Había una chica, Sarah Hughes, que había ganado en el '94 y le dañó las cuchillas a Katarina antes de la competencia. No sé cómo rayos pasó, pero el plan nos salió mal. La mayoría patinamos horrible y aún así, nos atrevimos a seguir el juego. Me sentí culpable de haber hecho llorar a Katarina. No he querido ver los videos Nagano porque no me gusta ver las maldades que hice.
-¿Por qué cooperaste en Salt Lake entonces?
-Pensaba que Irina Astrovskaya debía ganar. Además, Jyri era mi amiga, sentí que tenía que vengarme porque estaba en un hospital sufriendo.

Thorm cambió a un talante más intrigante, aunque no mencionó palabra alguna. Tamara le parecía inmadura, rencorosa, desagradable, traicionera y un tanto despreciable, pero no negaba que le encantaba mirarla.

-Katarina envió una solicitud para revisar los resultados de Nagano y de Salt Lake City hace unos meses. La aceptaron ayer - reveló el hombre.
-¿A quién le pidió la revisión?
-Al Tribunal de Arbitraje Deportivo.
-¿Crees que se enteró de la campaña en su contra?
-Tamara ¿Cuántas patinadoras participaron?
-Casi todas.
-¿Hay alguna que te interese salvar?
-Irina ¿Por qué?
-Adivina qué nombres borré de la demanda.

La mujer miró a Thorm sin sobresalto, sabía de antemano que era un hacker competente; lo que le intimidaba, era que él la conociera mejor de lo estaba dispuesto a aceptar.

-¿Cómo supo Katarina a quiénes acusar?
-Lo desconozco, pero elegí salvarte.
-¿Por qué lo haces Thorm?
-¿No has entendido cuál es mi trabajo?
-¿No fue por mí? Pensé que te caía bien.
-Proteger a Carlota Liukin también implica defender a su círculo más cercano de ser necesario. Esa niña te adora ¿Por qué no librarte de ti misma otra vez? 
-¿Qué importa? Supo que soy una rata.
-Formas parte de su vida.

Tamara se ruborizó un poco y decidió ir hacia el hotel donde se hospedaba, pero no tenía el talento de despedirse. Thorm había adivinado que ella no huía y volvió a dedicarle una sonrisa.

-¡No te fijes en mí, Thorm!
-Es tarde.
-Seguramente bebiste sidra antes de venir.
-¿Crees que conservo las botellas que me llevé de la granja Didier?
-Sé que sí.
-Me las bebí.
-Soy muy mala.
-¿No puedo tenerte fe?
-Ni siquiera hagas la apuesta.
-Te veré mañana.
-Sí, claro.
-Tamara, no voy a irme ¿Quieres visitar a Judy? Te llevo.
-Le enviaré un mensaje primero.
-Ella te importa.
-Creo que es la única amiga que he tenido.
-Te acompañaré.
-No tienes por qué hacerlo.

Tamara y Thorm se vieron seriamente.

-Judy y yo nos enamoramos del mismo hombre.
-Todo eso me es conocido.
-¡Thorm!
-El problema con nosotros es que sé quien eres.
-Vete con otra.
-Para nada.
-En la granja ni me volteabas a ver.
-¿Sigues con eso? 
-Me enoja ser tímida cuando estoy en casa de mis padres.
-¿Te digo algo? Me gustas más en la ciudad.
-Al menos tienes una parte cuerda.
-Caminemos.
-No.
-Está bien. Hasta mañana.
-Thorm ¿En verdad soy tan horrible?
-Me gustas.
-No funcionará.
-Prefiero tu desastre.
-No recojas los destrozos.
-Lo estoy haciendo, no puedes remediarlo.
-Sólo te falta seducirme para hacer el amor.
-No necesito hacer eso.
-¿Por qué?
-Acabas de pedírmelo.
-¿Y lo harás?
-Cuando estemos listos.

Thorm besó a Tamara y se despidió de ella. La mujer respiró hondo y luego de reírse finalmente, lo observó partir con expectativa cautelosa. A final de cuentas, había algo más importante qué concretar primero y Judy Becaud necesitaba un fuerte abrazo.

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