martes, 31 de mayo de 2011

Matar a los gigantes



A Edwin Van der Saar

Edwin esperó a Carmen en la estación de tren. Junto con ella venía su representante, Paolo Contesti para darle noticias. Al parecer, nadie en el Manchester City deseaba su permanencia.

Los días paradójicamente habían sido relajados para él. Encontrarse en su casa, contemplar el mar desde la campiña, beber café en Dobrev, escuchar a Radiohead sin soportar quejas y ver Naranja Mecánica completa una y otra vez mientras su lesión cedía, le mejoró el humor. Su esposa al descender lo encontró radiante.

-Te repusiste.
-Me faltaban las vacaciones aunque sean forzadas.
-Tomaste sol, te ves lindo.
-Gracias; tu eres bellísima.
-Debo consentirte.
-Y mucho pero en privado... Contesti ¿Qué nuevas me has traído?
-Algunas cosas no te van a gustar.
-Ninguna transferencia se realiza con pleno acuerdo.

Carmen miró cada rincón y al arribar a Blanchard notó una diferencia importante.

-Cuántos edificios, no he visto casas.
-No las hay; salvo la mía.

En la sala, Paolo fue al grano.

-Me llamó la directiva para darme tu carta. Te liberaron sin esfuerzos. Argumentaron que no rendiste lo esperado.
-Fueron pocos meses dándoles todo mi tiempo.
-El entrenador me aclaró que por calidad no fue; lo que te sucedió en los hombros los motivó a decidir. Intenté colocarte en España pero no era opción.
-Me habría conformado.
-El Valencia quiso tus servicios pero dije no.
-No puedo creerlo.
-No te exaltes, pesqué una mejor oferta. Los bianconeri pagan 1.000 000€ al mes y en el contrato va incluida una residencia. El City no te daba ni la mitad.
-¿Juventus? Ellos tienen arquero, yo no duraría una temporada
-En lo que ganamos tiempo. Tienes el cartel del 98, Holanda podría ser un gran destino.
-Y mientras dejo que mi carrera se hunda más.
-Tu mujer está embarazada, no te conviene hacer olas.
-¿Oí bien?
-Creí que Carmen te lo había dicho.
-Yo esperaba un buen momento, tengo ocho semanas.
-¿Cuándo hay que firmar?
-Tenemos unos días, no hay prisa.
-Me siento feliz.. Es increíble..
-Mis papás ya se enteraron Edwin, espero visitarlos pronto.
-Es lo primero que haremos una vez arreglado lo del equipo.

Él besó a su esposa. La emoción provocó que Contesti se sintiera fuera de sitio pero Carmen le pidió ser el padrino.

-Entonces invitaré un brindis ¿Un lugar que recomiendes?
-Vodianova es excelente.
-Perfecto, vamos.

Afuera, algunos solicitaban una foto, un saludo o un abrazo a la pareja. El guardameta era muy querido en la ciudad. Andreas que se dirigía al almacén dónde Victoria laboraba, al verlos no pudo contener las ganas de conocer a la modelo. Incluso obtuvo una firma en su chaqueta.

Dentro del restaurante, el bullicio estaba en pleno. Los comensales reían y compartían brindis. Todo, harto animado, se asemejaba a un festejo. 

-¡Carlota! 

Carmen al escucharlo, giró su vista. El chef le daba un abrazo a una jovencita que pintaba para ser bonita. Ella traía un par de patines en la mano y su padre le pasaba una bolsa de papel.

-Ensalada sin aderezo y una cantimplora de agua de frutas sin azúcar. 
-Qué rico, gracias.
-Le puse ajonjolí a la comida ¿Importa?
-No, al contrario.

La esposa de Edwin se sintió algo apenada. Evocó aquella absurda discusión por celos. Él tuvo razón, no era nada; o tal vez no se trataba de la Carlota que disgustos le había dado, aún así al mirarla marcharse, se percató de que su marido atendía los detalles de su nuevo convenio y no supo de la presencia de la chica. De todas formas, quiso conocerla, conversar unos minutos y descubrir los motivos del aprecio que compartía con el hombre a su lado en caso de ser la persona buscada.

Antes de que terminara el día, la niña caminó cerca de Blanchard y se encontró a Edwin. Una plática breve fue suficiente. Carmen contempló la escena desde la puerta de la casa. Actuaría en consecuencia.

-Consígueme un momento con ella Contesti.
-¿No le parece precipitado?
-Lo mejor es que se aleje.
-¿Qué ganaría usted?
-Tranquilidad
-Insisto, no es pertinente.
-No te pagamos para que digas no y necesitas los ingresos.
-Le llamaré al encontrar la ocasión.
-Veo que entiendes rápido.

La oportunidad se presentó veinticuatro horas después. Tamara se despidió de Carlota al término de su práctica y ésta tomó Republique por ser el camino más directo a su departamento. A la altura de Le Jours tristes, tocaron su espalda. Asustada e inmóvil, soltó su bolsa. Carmen se presentó.

-Gusto saber quién eres ¿Podemos hablar?
-No tengo tiempo.
-Yo tampoco.
-Discúlpeme, prometí no llegar tarde.
-¿Cuántos años tienes?

La joven Liukin intentó en vano retirarse ya que la mujer le impedía el paso.

-Te quise conocer.
-Déjeme en paz.
-Vine a pedirte un favor.
-Olvídelo.
-¿Le negarás a una mujer encinta algo que necesita? 

La niña no afirmó.

-Edwin te menciona mucho.
-Somos amigos.
-No hay amistad entre una pequeña y un adulto.
-¿Qué quiere?
-¿Puedes ser franca?
-No me siento bien.
-¿Cuál es el interés que mi esposo tiene contigo?
-Ya le dije que somos amigos, me cae bien.
-¿Cuándo se conocieron?
-Dos años.
-¿Y cómo fue?
-No recuerdo, de pronto le hablaba. Voy a casa.
-Aguarda.
-¡Váyase!
-De ningún modo.
-Apártese.
-Si te acercas a Edwin prometo que te haré imposible la existencia. Ya me cansé de ti. Al principio dije "Bueno, las fans son apasionadas, ella es una niña" Hasta que noté lo que sientes por él con tus obsequios ¿Te gusta mucho? Porque de vez en cuando parece que tú a él sí ¿Es una enfermedad eso, lo sabes?
-¡No se qué desea pero yo me voy!

Al darse cuenta de lo descompuesta que lucía Carlota frente a Carmen, Judy que ya había sido de alta decidió tomar parte.

-Que te quede impregnada cada palabra que pronuncié porque te arrepentirás si me contradices.
-¿De qué se arrepentirá? 
-¿Usted es?
-Judy Becaud, conozco a la niña. Cualquier cosa que le suceda sabré que es culpa suya. Supongo que el camino de regreso es demasiado largo para usted.

La modelo finalmente partió, fúrica. 

-Te quedaste sin color, santo cielo. Ya pasó ¿A quién podemos decirle que venga por ti?
-Mi papá.
-Lo llamaremos.

Ricardo recogió a su hija. La señora Becaud le relataba la escena.

-Hizo bien.
-La trató horrible y cuando Carlota me contó lo que le dijo, me impresioné. No he sabido de una mujer que intente pelear con una chiquita porque siente celos del marido.
-El mundo aún posee sorpresas. 
-¿Emprenderá acciones?
-Por supuesto. Serán personales.
-Considero que primero debe ir con la policía.
-No será necesario. Yo mismo pondré el alto. Gracias por todo.
-Es lo menos que pude hacer.
-Buena suerte.
-Igualmente.

Ricardo llamó a Edwin después de enterar a Gabriela de la incómoda situación pero no hubo tiempo de concertar una charla urgente. Carmen tuvo que ser llevada al área de Perinatología. El estrés por su encuentro con la niña Liukin le causó un intento de aborto.

Por ironía, fue precisamente Carlota quién la visitó de forma breve y la perdonó pese a la resistencia de sus padres.

En la sala de espera, ya de salida Edwin determinó colocar el punto final al problema. 

-Fortuna con el bebé.
-Eres muy linda. Aprecio tu gesto.
-Avísame cuando nazca.
-Jovencita, no continuaremos así... Por respeto a mi esposa y desde luego a ti, lo prudente es que nos distanciemos.
-No hablarnos un tiempo me parece bien.
-Ah.. No me gustaría lastimarte pero se trata de algo definitivo. En serio me agradas pero te perjudica la relación que tenemos.  
-No es justo.
-No debemos ser amigos. Nuevamente lo siento.
-Edwin..
-Alguna vez te aconsejé disfrutar tu edad, hazlo. Enójate conmigo, ódiame si lo anhelas pero estarás mejor sin mí.. Y no te despidas, no lo merezco.

Carmen sonrió pero no por mucho. Edwin la miraba enfadado. Seguía siendo cortés pero frío. 

-Mandé a Contesti con los papeles suscritos.
-Vida nueva, bienvenida sea.
-Desde luego; podrás ocuparte de reunirte con tus conocidos y presumir en revistas.
-No seré culpable.
-Esa frase tuya aparece al mentir.
-¿Te molestaste conmigo?
-Ricardo Liukin, el padre de la niña que vino a verte me comunicó ayer que tuviste la gran idea de amenazarla.
-No empieces.
-¿No? ¿Al menos le ofreciste una excusa?
-No pude, qué pena,
-¿Cómo fuiste capaz?
-No me equivoqué ¡Te atrae esa chiquilla!
-Esa discusión ya la tuvimos y reitero que quiero a Carlota pero no de la forma perversa que tu mente limitada considera y en todo caso, ella me ha demostrado más lealtad, no creas que ignoro tu aventura con Owen; a solicitud de su mujer me echaron del City. Mi ex-técnico por cierto, dirigió a la Juve en la época de tu lío con drogas, obviamente eso no me interesa pero es toda una casualidad que allí juegue Leandro Castaldi, el tipo con el que te acuestas cuando no estoy en casa ¿Cómo supe todo? Contesti no es discreto. Si la criatura que traes en el vientre fue engendrada por mí o no, carece de relevancia también, yo le educaré y daré un hogar, no me pesa hacerlo pero ten la decencia de no mentirme más.
-¿Te has preguntado porqué me abstuve del divorcio? ¡Por ti! ¡Por no ser un imbécil! ¡Eres el único hombre en mi vida que vale la pena! 
-Nunca me amaste pero qué tarde es para dar paso atrás. 

Así el finiquito. El viejo del muelle encontró a un ángel afligido y dañado, que lamentaba encontrarse a merced de las disposiciones ajenas. 

-De todo se aprende. Superaste la prueba. 
-¿Quién cuidará de Carlota?
-Otros ya se encargan. 
-Se acabó.
-¿Alivio?
-Curioso experimentarlo.
-El chaval es tuyo pero ya lo discernías.
-Lleva parte de mí.

En Turín días después, Edwin fue presentado como refuerzo de Juventus. En el vestidor, Leandro Castaldi lo retó a arrebatarle la titularidad en el arco sin saber que su nuevo colega estaría a la altura del desafío.



viernes, 20 de mayo de 2011

El encuentro


Judy Becaud decidió retomar sus estudios y aprovechando que su marido no estaba, fue a la Universidad de Humanidades a revalidar unas materias. El trámite era bastante sencillo y no demoró en recibir su forma de inscripción. Llevaba días sin hablar con alguien y el silencio se estaba convirtiendo en su mejor compañía. La calle dónde vivía, Republique, se apagó cuando ella dejó de sonreír. Aún se presentaba en el callejón y dejaba el dinero de sus ahorros a David. En Le jours tristes, aún más vacío que antes, el tiempo pasaba de forma tan lenta que el aburrimiento se volvió la única distracción posible.

Judy se perdió en el campus universitario al tomar camino por la Facultad de Música. La energía del regreso a clases no había aparecido. Una extensión de la campiña la atrapó entre los pastos altos y las margaritas. Continuó hasta llegar a la laguna extraviándose definitivamente. Se preguntó porqué, desde su llegada sólo se la pasó en la cafetería sin conocer nada. Algunas sonrisitas de jóvenes fugados se escuchaban por ahí, temiendo interrumpir algo, bajó al lado de una pequeña cascada y terminó su recorrido entre las primeras hierbas secas que anunciaban un otoño encantador. 

La famosa brisa tellnotelliana humedeció un poco su ropa y dejándose acariciar por el sol, vió el atardecer. Debía regresar y no sabía cómo. Intentando volver sobre sus pasos, se adentró aún más.
Ya era muy tarde y era bien sabido que la campiña era demasiado fría. Esperando a que cayera la noche, caminó y un hombre estaba allí.

-Hola ¿Podría ayudarme?
-Dígame.
-Necesito llegar a mi casa.. No sé por dónde irme.
-Soy la persona menos indicada, estoy perdido.
-No, no.. 
-No se preocupe, me han dicho que hay que ir por la izquierda para encontrar la playa. 
-¿Seguro?
-Los montañeses no mienten.

Con él, emprendió marcha. Judy revisó la escena: ella, un desconocido, el campo... Pensó en lo patética que se veía confiando en alguien. Nunca vieron la playa y harta, descansó en un tronco.

-No es buena idea. Las hormigas le causaran picaduras.. y no son negras.

Judy estaba llena de ellas en pocos segundos. Sacudiéndose, él tuvo que auxiliarla aventándola a una pequeña toma natural de agua dulce.

-Se desprendieron ya. Nunca se siente en un pantano.
-Me arden las pantorrillas.
-Hay que revisar.
-No me quitaré el pantalón.
-Levántelo un poco.

Como el desconocido insistiera, ella accedió. Sangraba. Tomando más agua, él limpió las heridas con su playera. Judy luchaba por no mirarlo, estaba tensa. 

-No se infectará. Cuando salgamos de aquí buscaremos un doctor. No es grave. Los insectos aquí son ligeramente venenosos. No se irritará mucho.

Pero él no la soltó y se inclinó sobre ella. La joven se resistía pero el hombre sujetó su rostro. Judy comprendió que no tenía escapatoria. El miedo por acabar en un desliz ahora la tenía a merced de un caballero fuerte y rubio. Al primer contacto con la boca de él, se dejó arrastrar por esa repentina excitación que le hizo acariciarlo con sus cabellos. 

Él la miraba mordiéndose los labios y sin decirle nada le ayudó a vestirse. También el hombre encontró el sendero de regreso. 

Judy llegó al café cuándo oscurecía. Estaba confundida y emocionada ¿Quién era él? ¿Porqué perder el control de esa forma? ¿Alguien se daría cuenta?  Después de la ducha, cerró el local. Jean tardó mucho en volver; hasta madrugada.

Sin poder concentrarse en nada por la mañana, Judy intentó leer el periódico inútilmente. Temblaba. 
Al despedirse su esposo, ella fue a buscar al campirano pero no estaba en alguna parte. 

En la calle, Edwin se topó con ella. La joven Becaud estaba demasiado inconsciente como para andar sin causar un pequeño incidente. 

-¿Qué le ha pasado? ¿Señorita? ¿Señorita? ¿Puede escucharme? ¿Se siente bien?

Tratando de hacerla volver en sí, el ángel la llevó con Franz.

Judy parecía hipnotizada, buscaba incesante la voz del desconocido; Edwin, que la tenía muy parecida, tuvo que hacer despliegue de paciencia. De Patie incluso creyó que estaba drogada pero Audrey Phaneuf se percató de una marca en la muñeca de Judy, una media luna.

-Entonces esto es peor de lo que imaginamos.
-¿Qué ocurre Franz?
-Qué le han seducido.. Fue el espíritu de la campiña.
-Nunca oí algo semejante... Esta mujer no me deja en paz.
-Es muy ilógico padre.
-Phaneuf, tú conoces mejor los mitos que yo. Has visto hechos realidad cantidad de ellos gracias a Los Patriarcas. La cicatriz, la insistencia de abrazar a Edwin.. Podría ser.
-Coincidencias.
-Haz la prueba de la copa.
-Sólo la realicé una vez, sí es lo que está pensando De Patie, ella se aferrará a cualquiera que le remita a ese hombre.
-Y si me equivoco la llevaremos a desintoxicación.

Audrey, sacó una copa de la cocina y la quebró; inmediatamente, Judy se arrojó a los brazos de Edwin quién no pudo soltarse.

-¡Alguien explíqueme lo del fantasma ése, el viejo del muelle no me lo mencionó! - Gritó.
-¡No hables o te matará!
-¡En la campiña cuentan que un hombre asesinó a su novia. Quedó tan impactado que se suicidó y después su fantasma comenzó a buscar chicas parecidas a ella. Ésta aparición seduce mujeres muy jóvenes. Primero les engaña y hace que se pierdan, después se les aparece y para lo demás no hace falta ser gráfica.. Ellas quedan en trance y en cuánto hallan a un chico de voz similar lo sofocan hasta que muera, así se liberan de ese estado!
-¿Y qué vamos a hacer?
-¡No abras la boca Edwin!
-La otra solución es llevarla al mar y forzarla a entrar. Ella no querrá, al espíritu le aterra el agua salada.

Sin poder sostenerla bien, los tres consiguieron arribar a los acantilados. Con vértigo, Edwin se arrojó con Judy. Pelearon mientras caían pero la violenta sensación del impacto terminó con el problema. La mujer de Jean Becaud preguntó que había sucedido. Siguiendo estrictamente las advertencias de la leyenda, Audrey mintió.

-Usted iba a ahogarse.
-¿Cómo llegue aquí?
-Tuvo un accidente. Nada grave. Iremos al hospital ¿Le parece? ¿Cómo se llama? ¿Lo sabe?
-Judy... Avisen a mi esposo por favor.
-Desde luego.
-Es Jean Becaud.
-Lo localizaremos 

De contarle la verdad, Audrey se arriesgaba a que la mujer se quitara la vida al conocer de su encuentro furtivo con un muchacho. El espíritu de la campiña no sólo elegía a doncellas parecidas a su antigua prometida; eran mujeres cuya fidelidad era inquebrantable y no podrían soportar el remordimiento de haber incurrido en falta. 

En el nosocomio, después de un par de tomografías, el médico asignó cama. Jean se quedó a cuidar a su esposa mientras un enfermero sospechoso los rondaba: Era el espíritu, que frustrado por no lograr llevarse un alma más, quedó prendado de Judy Becaud.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Un secreto del corazón


El calendario marcaba diecisiete de agosto. Judy Becaud averiguó sobre esa fecha. Con esmero preparó algo especial; pero con mala suerte, al colocar frente a la puerta roja el pastel, su marido la vió. Ella tocó y se escondió detrás de una pila de cajas esperando que David abriera pero quién levantó el obsequio fue Anton que había ido por la bicicleta para la persecución del bote. Su amigo no estaba en casa.

Desilusionada, Judy volvió a Le jours tristes dónde le aguardaba un mal momento. 

-¿Porqué dejas limosnas en la calle? 
-¿Qué dices?
-¿Te repito la pregunta?
-A nadie le doy limosna, sólo a la iglesia.
-¿Entonces en dónde estabas? Yo creí que irías al mercado porque no tenemos queso.. Se acabó el que sobró esta mañana por un pedido que nunca se hizo.
-Fui a pasear.
-Ah claro y yo soy idiota.. ¡¿Porqué fuiste a darle migajas?! ¡Te dije que no quiero nada con ese niño!
-¡Es tu hijo Jean!
-¡¿Qué rayos te importa?! Es la última vez que te lo recuerdo: Ese crío es nada, es nadie.. Tampoco es la primera que haces, me lo han contado los meseros.. Más te vale no seguir con caridades.. Si quieres que nadie pase hambre esfuérzate por atraer clientes a este café ¡Olvídate de tu estúpida lástima! ¡Que él se las arregle cómo pueda y si quiere pasteles que los compre, nunca le regales nada!
-¡Es su cumpleaños!
-¿A mi qué? Mejor vístete adecuadamente que hoy tengo coctel en la editorial y no quiero pasar vergüenza.
-Jean..
-¡Cállate!.. Mejor voy al mercado por lo que falta, si te lo encargo eres capaz de gastar el dinero para hacerle fiesta a ese ..

Jean azotó la puerta. Los empleados murmuraban entre sí. Judy se retiró a su habitación y buscó entre su guardarropa el vestido que tenía reservado para esa noche. Su esposo recibiría un importante premio.

Anton llegó a Olenska y al ver a David lo felicitó. Carlota y Amy deseaban llevarlo al Panorámico pero lo que traía el chico Maizuradze era más importante.

-Te pusieron la torta a la entrada.
-¿Traía nota?
-Nada ¿Nos lo comemos?
-En tu casa.
-¿Pero es seguro?
-Siempre me dejan comida Amy.
-¿Quién?
-No sé... Siempre lleva un recado pero creo que hoy se le pasó.
-Eso es muy sospechoso.
-Comida es comida y no voy a desperdiciar.

Los cuatro niños degustaron el postre por la tarde con la familia Maizuradze, el diseño estaba tan bonito que daba pena partirlo.

Le jours tristes cerró temprano. La cajera le hizo saber a Judy que su maquillista canceló la cita. Sin más, la señora Becaud debió buscar un salón de belleza y al pasar cerca de Raisa, alcanzó a ver a David obsequiando la última rebanada de pastel a Olga Titorenko

 -"Al menos lo ha disfrutado"- pensó, alegrándose un poco.

Por la noche, Jean la llevó a su fiesta. Ella lucía elegante y se lo hizo saber. Durante el camino no dejaba de halagarla y ante otros escritores, agentes y promotores culturales la presentaba sin dudarlo. Entre los invitados estaban Gabriela, Ricardo, Gwendal, Isabelle y Susana Holtz. Jeunet y Boitano presidían y después del discurso de bienvenida y un momento de conversación entre los presentes, se anunció la entrega del galardón.

Jean Becaud quiso subir al templete acompañado por su mujer. Judy sonreía pensando en todo el trabajo que le había costado a él escribir la novela que tantas buenas ventas y reconocimientos le habían merecido; imaginaba el éxito que vendría también con la compilación de las pintas de los niños de la ciudad.. Él entonces decidió improvisar su agradecimiento. Miró a su esposa.

-En vez de decir que me siento honrado por la bonita figurilla de cristal que llaman distinción, haré hincapié en la necesidad del escritor por inspirarse en una bella dama...
Un buen escritor piensa en mujeres pero no las toca, para él son musas, hadas, diosas.. Un escritor sin dama no puede concebir historias. Todo gira alrededor del mundo femenino. ¿Sabían que a una mujer no le interesa cuán cultos sean? Ella siempre sabrá más que ustedes ya que su carácter e inteligencia es mucho más intrincado.. Por eso nos quitan el sueño, nos crean esos traumas para toda la vida.. Algo que no entiendo es porque, conociendo todas estas circunstancias, contraje matrimonio.. Los casados se terminan odiando.. Obsérvenla bien: -señalando a Judy- ¿Les parece atractiva? Por supuesto, ustedes lo han dicho ¿Qué provocó que un día cometiera el disparate de ir con un juez y sacarla de París dónde ella era feliz para que volviera miserable su vida conmigo? Muy fácil: Me clavó las uñas como un gato; ella no fue muy lista.

Los invitados se desconcertaron.

-No sé cómo reaccionaría si alguien me hace eso - Expresó Isabelle en voz muy baja

Y prosiguió:

-Admiro cada rastro de feminidad, es irresistiblemente seductor.. Pero las ninfas pierden su valor cuando se les domestica; comienzan a ser bien intencionadas, complacientes. Extravían la esencia que hizo vibrar los sentidos.. Creen que se convirtieron en la mejor fémina sólo porque se levantan temprano, trabajan y mantienen al hombre tranquilo con el desayuno listo.. Pero son peores las que jamás han sido salvajes, siempre bien portadas, bondadosas con los mendigos, incapaces de tener una aventura con otro hombre porque piensan que son de uno solo.. Son tan sumisas.. Y cómo ellas es la que se dice mi mujer.. Su único acto de maldad fue creer en un pobre diablo.. Pero hay algo bueno Judy: No hay nada simultáneamente más placentero y más repugnante que tenerte siempre sometida, de rodillas ante mí.

A Gwendal le pareció suficiente e hizo guardar silencio a Becaud. Una Judy pisoteada en público se retiró llena de dolor. Corriendo por el parque que rodeaba al recinto fue a dar a Steuer y sentándose al pie de un árbol, se quedó llorando.

Anton la encontró cuándo regresaba de casa de Carlota con quién había cenado. Verla tan triste hizo que tomara lugar junto a ella.

-No le he dicho nada a David.
-¿De qué?
-Usted le lleva comida y le limpia el apartamento. Ha de quererlo mucho.
-Guarda el secreto por favor.
-Pero tendrá que decírselo un día.
-Ahora no. Mañana debo hornear bizcochos ¿Tienes un papel y un lápiz?
-No, lo siento.
-¿Le darías un mensaje?
-Venga.
-Le dejé unos panquecitos en la alacena, he notado que le gustan mucho, se los puse ahí para que no se maltraten.
-¿Algo más?
-Nada. Eres muy amable, voy a dormir.

Anton pasó a casa de David y le dió el recado. Al día siguiente, los chicos fueron a Miterrand dónde Carlota y Amy tomaron un taller de repostería. Cuándo las niñas le presentaron lo hecho en clase, él se quedó helado: la crema rosa de sus panecitos y la decoración de flores de azúcar, le recordaron la misteriosa canasta que recibió la primera vez, su sorpresa aumentó cuándo supo que la maestra era Judy, quién arreglaba un relieve de pan en forma de corazón.




lunes, 16 de mayo de 2011

Un día de fiesta


Algo paralizó a los habitantes de la ciudad: El fútbol. Era ocasión de ver el juego entre los Bears de la Universidad de Ciencias y los Blackhawks de Humanidades al mediodía. Los boletos se sabían agotados con bastante anticipación e Isabelle Shepard hacía gala de su presencia en el estadio, a ella le encantaba asistir a cada partido del equipo de su institución y cambiaba su acostumbrada elegancia por la playera auriazul y un peinado descuidado; en lugar de palco prefería tribuna y gritaba, lloraba, insultaba al árbitro.. Por eso era la favorita de los aficionados.
Los que no tenían la oportunidad de comprar entrada abarrotaban los restaurantes, las cafeterías y las cantinas.

Judy Becaud sentía disgusto por el fútbol. No le gustaba el apasionamiento que generaba y de hecho, creía que era una actividad demasiado sencilla para despertar tamaños entusiasmos. Ella determinó disfrutar la ciudad que quedaba vacía durante dos horas. Al cerrar la puerta de "Le jours tristes" comenzó un paseo a pie mientras observaba los gestos de la gente; ese era su pasatiempo favorito. Pasó por las plazas, se detuvo en las panaderías y al final llegó hasta el Panorámico dónde algo llamó su atención:

Evan trabajaba a toda prisa mientras intentaba ver de reojo el juego. El chico traía puesta la bufanda que lo delataba como seguidor blackhawk y hasta una bandera yacía colgada en la barra. El chico corría sin cesar sirviendo canapés o tragos además de limpiar lo que los parroquianos tiraban. Sin un momento de descanso, se contuvo de celebrar el primer tanto de su equipo porque sostenía tres cervezas y un ron. Terminado el primer tiempo, tuvo que levantar platos y conformarse con medio oír las repeticiones.

Las dos escuadras jugaban ofensivamente, abriendo la cancha, desequilibrando. Era el estilo que le encantaba a los tellnotelianos y la emoción subía de tono. Para la segunda mitad, los tiros a gol y las llegadas a contragolpe mantenían el interés de los espectadores que contaban cada minuto. Los partidarios de los Bears reclamaban cada jugada sospechosa y sus delanteros se cansaban de fallar ante un portero Blackhawk que lucía más tímido con cada ocasión de peligro generada por la siempre efectiva  labor de la media cancha contraria.. Entre corners y faltas que regalaban tiros indirectos además de tentativas de engañar al silbante para marcar penalti justo o injusto, la defensa blackhawk encontró el antídoto generando labor de contención y apostando por la desconcentración del rival hasta que llegó la recompensa. Media ciudad gritó gol ante la incredulidad de los Bears quiénes terminaron contemplando a una ofensiva Blackhawk que no les hizo más daño porque sus hombres en el campo no quisieron.

Los presentes en el Estadio Universitario Nacional en Humanidades habían armado la fiesta en lo que agonizaba el partido y en la calle ya sonaban las primeras cornetas por haber ganado el primer clásico del torneo. El rector Jean Michel Jeunet aplaudía de pie a los jugadores y cuando se dió por concluido el compromiso de los equipos, las calles se inundaron de personas festejando el triunfo Blackhawk.

Buen partido de inicio de temporada, todos se habían divertido menos Evan, quién continuaba ordenando todo, mientras se perdía por enjabonar tarros, los resúmenes finales.



sábado, 14 de mayo de 2011

Los cerezos



Agosto 2001

En Tell no Tales,  las vacaciones transcurrían demasiado rápido y cuando todos se dieron cuenta, era dos de agosto. Era el cumpleaños de Carlota y también su primer competencia. La Federación de Patinaje debía evaluar su nivel si quería obtener una acreditación y aspirar a las nacionales de diciembre; pero todo lo malo que pudo pasar, sucedió. 

Ricardo y Gwendal desde las gradas vieron como después de dos caídas, la niña quedaba fuera de posibilidades ese año. Una vez terminado el espectáculo que le costó a Carlota escuchar las risas de sus rivales y parte del público, Tamara Didier se retiró. Desorientada la niña se sentó a esperar sus calificaciones. El técnico de la pista, al ver a la chica sola decidió acompañarla. Al saber que quedaría séptima, ella tomó su maleta y escapó. Su padre enseguida fue a buscarla.

Gwendal, al ver a Tamara enfadada, la enfrentó.

-¿Qué demonios fue eso? ¡La dejaste sola!
-Se lo advertí. Si ella fallaba adiós. Tuvo un summer camp* demasiado malo en el que no pudo aterrizar nada correctamente, de milagro aprendió las extensiones y las piruetas, no le daré más clases, tiene un mal oído y pésima técnica.
-Si tu ya sabías que ella aún no es buena ¿Porqué la expusiste?
-Yo no la expuse, ella se exhibió. Se acabó, no la entrenaré más.
-¿Cuánto tiempo llevas con ella?
-Tres meses.
-¿No crees que es muy poco?
-Lo menos que tiene Carlota es un largo plazo, te lo expliqué.
-¿Vas a abandonar el barco así?
-Tu sobrina es la peor saltadora que verás en la vida y mira que yo también lo hacía mal. No tiene más tiempo; no para las ambiciones que decía tener, todavía puede dedicarse a otra cosa.

Gwendal se quedó de una pieza, pero también Anton.

-Si quiere, hablo con Tarasova.
-¿Y tú quién eres?
-Anton, amigo de Carlota.
-Ah.. ya te recordé. ¿Crees que eso sirva?
-Ella puede hacer que esa señora siga con Carlota.
-Yo pensé que te referías a que la entrenaría.
-No.
-¿Todos aquí quieren estrellas?
-Sí.. Pero confíe en mí.
-¿Estás seguro?
-Abrirá tamaños ojotes.

Carlota caminó por el bosque hasta llegar a los cerezos que deshojaban. Cansada se sentó entre ellos. Miró sus patines, su bolsa; no podía pensar en nada. Con un pañuelo, comenzó a retirar sus primeros restos de maquillaje.
Afortunadamente, la encontró Edwin.

-Hola.
-Hola Edwin ¿Cómo estás?
-No salgo de una.. ahora es el otro hombro.
-¿Qué haces aquí?
-Sólo paso. Lo mismo debería preguntarte... Supe lo que te ocurrió hoy.
-Mi técnica de piso es grandiosa.
-Todos cometemos errores.
-Siempre que salto mis cuchillas se atoran y no puedo detenerme.
-¿Que harás para arreglarlo?
-He tratado de no clavar tanto los pies.
-Parece buena idea.
-No podré competir este año y mi entrenadora está muy enojada conmigo.
-Se solucionará pronto, no te preocupes.
-Nunca había estado aquí.
-Los cerezos son bonitos aunque es raro verlos con flor en ésta época... No se me olvida que hoy cumples años.
-Aún soy chiquita.
-Tener trece años no es malo, mejor te llevo a casa. 
-¡A casa no! ¡Mi mamá no debe verme así! ¡Me regañaría! ¡Ella no sabe que estoy entrenando!
-¿No le has dicho? ¿Con quién vamos?
-Con mi tía.
-Bien. Cargaré tus cosas si me permites.
-¿No te va a doler?
-Hagamos un trato: Si comienzo a quejarme, iremos al hospital.
-Hecho.

Juntos caminaron hasta la entrada de la ciudad. Ricardo los encontró ahí, desconfiado, agradeció escuetamente y se llevó a Carlota.

-¿Dónde estabas?
-En los cerezos.
-Es muy peligroso ir a un sitio tan apartado.
-Perdón.
-¿Edwin te hizo algo?
-¿Qué? ¡No! ¡Ya lo conoces!
-Uno no puede estar tan seguro ni siquiera de la gente que conoce.
-Estoy sana y salva.
-¿Tienes hambre?
-Un poco.
-¿Pollo?
-Con aros de cebolla.

Al llegar con Ely, ésta le brindó a la niña palabras de aliento e incluso, le ayudó a peinarse de otra forma. Más tarde comió con ella y sus amigos, quiénes la felicitaban. Después de un momento muy agradable, comenzaron a jugar en la calle cuando Tamara se plantó enfrente.

-Disculpa Carlota. No debí dejarte sola, yo tenía que apoyarte y no lo hice.
-No hay problema.
-Claro que lo hay, creo que te falté al respeto.
-Pero usted me dió las condiciones y no las cumplí. Estamos a mano, creo.
-¿Estás conforme?
-No guardo rencor.
-¿Te parece volver a entrenamientos en una semana?
-Sí.
-Tienes muy buenos amigos.. Uno me hizo ver un par de cosas. Nos vemos.

Los chicos continuaron con su pelota hasta que alguien llamó a Carlota. Ella adoraba a esa voz pronunciando su nombre. Giró. De nuevo era Edwin. Él le regaló una pulsera. 

-Feliz día.
-Gracias.
-Tu entrenadora te quiere, a su manera. No quería que la vieras llorar pero no sabe como decírtelo.

Anton sentía que se estampaba en la nada ya que había convencido a Tarasova de charlar con Didier además de notar en Carlota una sonrisa involuntaria, nervios y brillo en la mirada ante ese hombre. Una sensación parecida a los celos, lo recorrió; pero ella, notando que su tía le había puesto una flor de cerezo en el cabello, se la quitó y la entregó a Anton.

-Por acordarte de mi cumpleaños.

Con la mano, la niña se despidió de Edwin. Era hora de dejar ir a su primer amor.

*Summer camp: Así se le denomina al entrenamiento realizado durante el verano por los atletas invernales, cuyo objetivo es ganar fuerza o precisión a través de la práctica de deportes como natación o ciclismo. En el caso de los patinadores, este consiste en la estructuración de nuevas rutinas, seis horas de pista diarias y hasta clases de teatro, ballet y yoga diseñados especialmente para ellos.

domingo, 8 de mayo de 2011

Segundo Paréntesis. (Foro abierto a las impresiones del lector)


La segunda parte de "No vivo aquí" culmina rápidamente; Carlota está creciendo y las decisiones que toma implican responsabilidades más profundas, pérdidas afectivas pero también ganancias generosas.

Ha sido una etapa marcada por el amor. Ha estado presente en cada uno de los trece capítulos: entre hermanos, amigos, comunidad y seres metafísicos. Es la fuerza que ha unido a los parientes lejanos, ha dado paso a lo nuevo y ha brindado lecciones de lealtad.

Hemos conocido a Gwendal Mériguet, el "pariente incómodo" de Lorenzo y Ricardo Liukin, a Tamara Didier, una mujer invidente que ha salido adelante, sabemos un poco más de Victoria la novia de Andreas y en dos episodios, Carlota la pasó mal por causa de chicos abusivos pero supo que siempre David, Amy, Anton, Andreas y Adrien estaría allí para apoyarla pese a la preocupación que le provoca a sus padres, Gabriela y Ricardo, la velocidad de su desarrollo.

Por otra parte, Lía y Matt tuvieron momentos complicados, siempre con las emociones en extremo: desde la angustia más intensa hasta el deseo más inesperado, pasando por la depresión, la enfermedad y la felicidad. Juntos han traspasado en más de una ocasión el sentido de la razón y su unión se ha visto marcada por una fuerte locura del uno por el otro... Lía experimentó la conexión erótica, cristalizó un anhelo inocente y Matt por primera vez pasó la noche con una mujer amada ..

Las conspiraciones siguen: HAARP está ahí, Edwin es el responsable y el anciano del muelle resultó ser Dios para desconcierto de Franz De Patie y desconocimiento general. Anton después de obtener el triunfo ha renunciado para siempre al patinaje y Evan de nuevo ha quedado como el segundo.

Lo más extraño es el hecho de que Matt sueña con Carlota y viceversa... Mientras todo esto ocurre, Verner Tomos ha aparecido; el es parte de un proyecto homónimo que, al momento, sólo se limita a investigar las rutinas de la pequeña Liukin.

De nueva cuenta, apelo a la percepción del lector. Sus opiniones son la columna vertebral de este relato. ¿Para dónde va este blog? ¿Qué mejoras requiere? ¿Necesita un replanteamiento?

He aquí el espacio para expresar puntos de vista. Agradezco de antemano.

sábado, 7 de mayo de 2011

La medalla y la despedida (Segunda parte)


Tina llamó a Carlota y acordaron encontrarse en la fuente de sodas dónde solían tomar malteadas. Desde el cambio de escuela, ellas sólo se hablaban por teléfono; si invitaban a la niña Liukin a salir tenía que decir "tengo entrenamiento" y los fines de semana ni pensarlo ya que la familia de Tina acostumbraba visitar a sus amistades. Para evitar peleas, la policía no permitía pasar a nadie proveniente de la Escuela Cívica por Miterrand y las alumnas del Sagrado Corazón así como los del Colegio Ruso debían irse por Dubrova, así que las dos amigas no coincidían.

La decoración en el barrio ruso continuaría ahí la siguiente semana y Judy Becaud ayudaba a repartir las pulseras en apoyo a Anton que habían creado las monjas. En este contexto, Don Weymouth se sentía abrumado al pasar por su pan en la calle Morozov. Había pósters del chico Maizuradze en cada local, Evan ni remotamente podía soñar con tal entusiasmo, ni siquiera con al menos, un admirador o admiradora o una nota en el periódico de primera plana. Franz De Patie comentaba que estaba seguro de que algún día aquél joven llamaría la atención de alguien, que fuera paciente.

Esa mañana, Ricardo salió temprano. Gwendal le había contado lo de las clases de patinaje de Carlota y por ende, quiso conocer a Tamara Didier. Tal y como tenían acordado, ambos invertirían en todo lo que se necesitara; el único problema era evadir a Gabriela pero ya se les ocurriría algo. A Ricardo le disgustaba esconderle algo a su mujer; de hecho, era la primera vez que lo hacía pero entendía a su pequeña y decidió dejarla cumplir sus sueños. Esa tarde incluso, le dió permiso de ir a Pushkin.

Faltaban dos horas para el long program cuando Andreas se fue con Verner a recoger a Carlota. El joven Tomos mostraba mucho interés en las actividades que la hermana de su amigo llevaba a cabo. Secretamente, tomaba notas y dibujaba flechas en un diagrama.

-Te presento a Verner - Señaló Andreas por saludo.
-Hola niña.
-¿Qué hay?
-¿Esa pregunta es costumbre familiar?
-No, me la pegó mi hermano.
-Suena bien. ¿Nos vamos?
-Comeremos hamburguesas.
-Yo no puedo
-¿Qué?
-Lo tengo prohibido.. No pan, no comida frita, no dulces .. ni queso.
-¿Entonces cómo te alimentas niña?

Después de ir a Korpi, el restaurante de comida vegetariana, Andreas y Verner se dirigieron a la fuente de sodas aliviados porque aún tenían hambre, Carlota esperaba a Tina mientras tomaba jugo y no pasó mucho para que ésta apareciera pero no venía sola. La expresión de los viejos compañeros no era favorecedora. Todos llegaron: John, Paul, Bradley .. se sentaron con la actitud un poco distante y cuando   harían uso de la palabra, David llegó a romper el momento.

-¿Irás a ver a Anton?
-Sí, espérame un momento.
-Ya es en diez minutos.
-¡Si te vas Carlota.. !
-¡Perdón Tina! ¡Mi entrenadora me espera! ¿Me acompañan?
-No podemos.
-¿Porqué no? ¡Es divertido! ¡Andreas es hora!

Corrían a prisa. Pushkin estaba tan llena que apenas pudieron dar con Tamara.

-Llegaste muy justa.
-Perdón.
-Vienes con mucha gente.
-Mis amigos.
-Luego me dices sus nombres, tenemos trabajo.

En pantalla salían los protocolos de evaluación y el orden de salida. Anton iba a salir penúltimo, Evan cerraría.

Carlota no prestaba atención a nadie. Escuchaba cada anticipación a movimientos y señalaba a su instructora si el patinador en palestra caería. La mayoría de las veces fallaba.

-Ese oído no está educado... Seré insistente. Vamos a repasar los videos uno por uno y asistiremos a las prácticas de senior hasta que me indiques sin equivocarte los malos pasos. Te vendaré los ojos si es necesario y así te haré entrenar en pista. Te presionaré porque sé que puedes. 

Tina se preguntaba la razón por la cual Carlota no decía algo para manifestar desacuerdo, algo andaba mal con ella.

Cuando pasaron los primeros tres grupos se dió el intermedio. La gente buscaba hidratarse. Las pancartas gigantes aparecieron y una alegría comenzó a contagiarse. El cuarto bloque traía a Anton. Aquél sentido de comunidad se dejaba sentir con fuerza. No importaba que el chico Maizuradze no fuera hermano, hijo o nieto de todas las familias presentes; finalmente era uno de los suyos, un ruso y eso bastaba para reunirse. A todos fuera de esas calles les era inexplicable, había que estar allí para entender el significado.

-¿Cuándo le vamos a decir?
-No creo que ahora, Paul.
-Tenemos que saber si estará con nosotros.

Tamara reaccionó:

-Lo que sea díganselo a Carlota de una vez.

Desconcertados, Bradley (nadie más se atrevió) lanzó la prueba.

-Ya casi no te vemos y has cambiado mucho.
-He tenido cosas que hacer.
-Siempre dices eso. No nos hablas, mejor te la pasas con tus amigos, ya te pareces a ellos.
-¿Lo dices como insulto? - Intervino David - Explícate.
-No saluda como antes, se ríe de bobadas y se comporta como mi hermano de tres años.
-¿En serio?
-Ay Carlota, ya no te entendemos y nos estás dejando de agradar. 
-¿Pero qué hice?
-Nos dejaste..Primero te juntas con gente vulgar y después te pusiste a patinar. Hemos venido a decirte que no seremos más tus amigos a menos que decidas: Te quedas con ellos o nosotros nos retiramos.
-No tienes que hacerlo amiga- Dijo Amy 

Carlota vió a los niños alejarse pero Tina se negaba a dejarla. Al anunciarse la reanudación de la competencia, Tamara pidió a su alumna seguir con el ejercicio que le había puesto. Dudando, la chica prosiguió. 

Anton por primera vez mostraba tensión en su faz. Lena Tarasova ya lo había perdonado por lo del día anterior y de vez en vez lo abrazaba. 

-Última noche. ¿Estás seguro?
-No quiero continuar.
-Tómate un año más.
-Si obtengo una medalla no será por mí. ¿Ya me toca?
-Faltan dos más. Ten paciencia.
-Haré lo que mejor me sale, tonterías.
-Hoy te lo paso.

Recuperando la alegría, el chico Maizuradze, saltó durante veinte minutos para calmar sus nervios.

En los vestidores, Evan platicaba con su entrenador que se mostraba confiado y le daba consejos. Ingo Carroll seguía quejándose de los gritos de Anton pero nada le quitaba lo contento. 

-Recuerda que vas de líder. Ganaremos muchacho.
-Por supuesto.
-Ese Maizuradze que no se calla.
-Hoy no está calmado.
-Nunca se tranquiliza.
-No aventó bolas de papel.
-Entonces tenemos ventaja.

Durante la transmisión comenzaron los aplausos, los vítores. Al anunciarse a Anton, Tina hizo el último intento de convencer a Carlota de irse con ella. La niña estuvo a punto de hacerlo pero Tamara no la dejó. 

-Tienes una responsabilidad contigo misma. Si te marchas sabré que tu esfuerzo no te interesa. Decide.

Más triste que confundida, la pequeña determinó permanecer en Pushkin. Su amiga no podía creerlo. Amy abrazó a la niña Liukin.

-Continuemos Carlota. Ya habrá tiempo de llorar más tarde. Tu amigo es el más difícil de analizar. Su última carta es la rutina que presentó en Grand Prix y en Nacionales... "Rhapsody in blue".. Prefiero su programa de Don Quixote pero le está apostando alto. Escucha y adelántate a la acción.

-Entonces ya está claro. Los prefieres a ellos. No me vuelvas a hablar.
-Espera Tina.

Pero la niña miró a David y Amy. Ellos la habían defendido, la escuchaban.. Y ella realmente los quería.

Una Megasport Arena repleta recibió a Anton Maizuradze. Se veía serio. Esta ocasión, el decidió ser diplomático. La gente le brindaba una gran ovación, pero pronto se disipó.

Desde los primeros acordes, el chico dió todo de sí y sus ambiciones quedaron plantadas al primer salto.

-¿¡Un quad*!? Nadie en junior los ha presentado.

Desde ahí, los vítores entre los rusos iban en aumento. La limpieza técnica de Anton tomó por sorpresa a Tamara Didier. Las expectativas del chico Maizuradze crecían y la locura se desató al concluir. Lena Tarasova lloraba emocionada. Poco antes de saber su calificación, él dedicó unas palabras a su público y finalizó:
Карлота поцелуй! **

Todos parecían contentos. El sonido local daba a conocer las notas: cinco punto nueve en la dificultad y lo mismo para la presentación, los ordinales marcaban primer sitio. Ahora todo dependía de Evan Weymouth...

-Evan no realiza cosas así. Esto será interesante.

Era cierto que el joven Weymouth tenía la habilidad de volver un placer verlo en acción pero Anton había encontrado su debilidad.
Durante los minutos que prosiguieron, Don Weymouth aunque a distancia, trataba de alentar a su hijo, le aplaudía y hasta gritaba. Los jueces no la tenían fácil, pero dos de ellos, tomando en cuenta los elementos presentados por el participante anterior fueron los decisivos. La mayoría de las notas eran cinco punto nueve .. pero en las calificaciones, un cinco punto seis, un cinco punto siete y dos cinco punto ocho, más un ordinal indicando segundo puesto desvanecieron la ilusión de Evan ... 

Anton ganó.

En Pushkin todo mundo se quedó atónito. La reacción del chico Maizuradze fue arrojarse al piso y correr por la pista al levantarse. Durante la ceremonia de preseas, él no dejaba de saltar...

Los rusos realizaron una gran fiesta en Tell no Tales. Los periódicos publicaron la noticia de última hora. El viejo del muelle estaba contento...

Pero después de obtener el oro, Anton rechazó asistir a la conferencia de prensa y la gala de despedida, tomó sus maletas y volvió a la ciudad no sin antes llamar a su padre para avisarle.

El domingo por la tarde, lo esperaban en la estación de tren un grupo de periodistas pero logró evadirlos. 
David y Amy en el andén coreaban su nombre y Carlota lo abrazó pero al notarla desanimada se abstuvo de darle un obsequio.

Los niños por fuerza debían pasar por Pushkin dónde los vecinos seguían viendo las pruebas restantes. Ese día era la presentación de Plushy pero al pasar Anton, éste recibió abrazos y daba autógrafos; otros iban colocando las mesas para la cena en honor del infante.

Ya en casa, Anton le contó a su padre del torneo y le hizo llegar los saludos de los antiguos camaradas universitarios pero algo faltaba y el chico Maizuradze se apartó con Carlota.

-¿Qué tienes?
-Nada.
-Me habrías felicitado.
-¿No lo he hecho?
-No.. Pero no importa.. Te da gusto por mí.
-Tuviste una gran actuación.
-No es nada, pero dime que pasó para que veas al suelo.
-Mis amigos ya no me hablan.
-¿Los de la Cívica?
-Ayer me dijeron que ustedes o ellos.

Anton enjugó las lágrimas de la niña y fue categórico:

-Entonces nunca fueron tus amigos.

Ella lo miró desconcertada.

-Si lo fueran jamás te habrían hecho escoger... Pero aquí estamos nosotros y siempre te vamos a querer aunque te vayas con un indigente loco.
-¿Un indigente?
-O un político o lo que sea.

Y sacando del bolsillo su medalla, el chico la colocó en el cuello de Carlota.

-Es tuya, la gané para ti.

Anton hubiera deseado en ese instante besarla de nuevo pero comprendió que no era momento. De todas formas junto con el galardón, le había entregado algo más importante: su corazón.

*Quad: Salto cuadrúple. En el patinaje artístico es el más difícil de ejecutar en cualquier variante técnica.
**Karlota potseluĭ // Un beso Carlota