domingo, 23 de diciembre de 2018

Esto es Skate America (New York City, girl!)


Nueva York, 8 de noviembre de 2002. 23:00 pm.

-Miguel ¿te desperté?... Estás trabajando muy temprano ¿Me viste?... Gracias, es que patiné... ¿Te gustó? Me salió mal... ¿En serio te parezco un cisne? Eres muy lindo.

Katarina Leoncavallo salía del Madison Square Garden en medio de aquella conversación y pronto intuyó que había despertado la curiosidad de sus colegas. En el circuito se rumoraba que la relación con su hermano Maurizio atravesaba una crisis y el hecho de que no viajara con ella era una confirmación tan sólida como haber llamado primero al presunto novio del que muchos aun dudaban de su existencia.

-Creo que si llegaré a la exhibición de los buzos en San Marco... Me reuniré con Maurizio en París y cuando acabe Bompard, volveremos a Venecia ¡Quiero verte, Miguel!... ¿Me extrañas mucho? - A las demás chicas, verla derramar miel les era indigesto.

-¿Katarina no sabe que Carlota Liukin fue designada para el Grand Prix de Helsinki? - preguntó Sasha Cohen a sus colegas y recibió por respuesta otros chismes de parte de María Sotskova.

-Dicen que su hermano le pone videos de las prácticas de Carlota.
-Debe ser humillante - contestó Sasha.
-Me contaron que Maurizio le oculta cosas - prosiguió María.
-¿A Katarina?
-La va a dejar cuando acabe la temporada.
-¿Dónde oíste eso?
-Los Leoncavallo tienen un topo.
-¿Quién crees que sea, María?
-Yo digo que Jussiville Partanen porque alucina a Katarina.
-¿Quién no la odia?
-¿Crees que sea cierto?
-Maurizio ha de estar cansado de ser como su chicle.
-¿Será mentira lo del chico que sale con Katy?
-Estoy segura de que es inventado. Hay una forma de saberlo pero no le va a gustar a nadie.
-¿Qué vas a hacer?
-María ¿quieres llevar a una invitada extra a nuestra fiesta?

Aunque comenzaba a sentir remordimientos, María Sotskova pensó que era sencillo enredar a Katarina Leoncavallo. Había visto desde hacía un par de temporadas como aquella joven pasaba los banquetes de clausura, las premiaciones y las conferencias de prensa revisando el teléfono por llamadas que nunca llegaban, esperando por su hermano que siempre bailaba con su prometida y se divertía con sus amigos; sin invitaciones para salir y prácticamente sin fans porque todos la dejaban para irse con otras patinadoras y no le daban obsequios ni halagos.

-¡Hey, Katy! Espera - exclamó María al verla guardar su celular.
-¿Qué pasa?
-Oye ¿vienes?
-¿A dónde?
-Sasha y Michelle invitan la primera ronda.
-¿De qué?
-Todas vamos a ir a un club de Tribeca a tomar unos cosmos.
-¿Ahora? ¿No es tarde?
-La práctica de la gala es el domingo, nos podemos desvelar.
-Le dije a Karin que iría al hotel.
-Aposté un cóctel de nueve dólares a que no te portarías como una niñita.
-¿Una niñita?
-Creíamos que nos acompañarías pero si tienes órdenes que seguir...
-¡No!
-Ve con tu cuñada porque supongo que tu hermano te pidió no dejarla sola.
-No he hablado con Maurizio.
-¿Estás mintiendo?
-Hoy no le he marcado.
-Entonces puedes estar con nosotras porque no se va a enterar.
-¿De los cosmos?
-¡De la fiesta que vamos a hacer!
-Pero quedé en...
-Tu cuñada se puede cuidar sola
-¿Y si le dice a Mauri que no llegué?
-Él no puede reclamarte luego de que vomitó en tu bolso una vez.

Katarina no pudo evitar su risa y María lo interpretó como si aceptara la invitación, jalándola por la mano hacia un grupo con seis chicas más entre las que se hallaba Michelle Kwan mirándola con cara de pocos amigos y Elena Sokolova, que buscaba cobrarse su pelea en Salt Lake de algún modo. Ellas llevaban atuendo de celebración.

-Estamos todas - sentenció Sasha Cohen - Oye, Katarina ¿vas a ir en tenis?
-No traigo otros zapatos.
-Pensaremos en algo mientras nos cuentas todo sobre tu novio.
-¿Mi novio?
-Supimos que tienes uno.
-Es que yo...
-¿Lo inventaste?

Katarina Leoncavallo se sonrojó.

-Se llama Miguel.
-¿Miguel qué? - prosiguió Sasha.
-Miguel Louvier y es buzo.
-Ya sabemos quien te va a rescatar si un día te caes a un canal de Venecia.
-Aun no. Él recoge desperdicios y pronto le enseñarán a sumergirse.

Aunque las chicas continaban incrédulas, el hecho de que Katarina no adornara a su novio les llamaba la atención y decididas también a satisfacer su curiosidad por la ausencia de Maurizio Leoncavallo, dos de ellas se engancharon en sus brazos.

-¿Qué hacen? - se asustó cuando le quitaron su bolso.
-Veamos que tienes aquí - dijo Sasha Cohen.
-¡Suelta mis cosas!
-Patines, pañuelos, tampones ¿estás menstruando?
-¡No te importa!
-Un termo vacío, cartera con algunos dólares...
-¡Oye!
-Una foto de tu hermano.
-¡No la toques!
-¿Y él quién es?
-Es mi primo, Maurizio.
-¿Qué?
-Mi hermano y mi primo se llaman igual.
-¿No te confundes?
-A mi hermano le digo "Mauri"; mi primo es "Maragaglio".
-Qué emoción. Creí que consumías drogas.

Katarina creyó que le devolverían sus pertenencias y estiró los brazos pero Sasha arrojó la bolsa a un charco mientras María Sotskova se arrepentía de haber ayudado. Las demás quedaban a la expectativa.

-Recójela pero yo me quedo con la foto de tu hermano - mencionó Sasha besando la imagen de Maurizio Leoncavallo. La reacción de la joven Katarina fue golpearla directo en el estómago, además de arrebatarle la imagen. Acto seguido, levantó sus cosas.

-No tenían que ser idiotas - remató Katarina y se alejó de ahí, advirtiendo que debía sacar sus pertenencias. El parque cercano se hallaba oscuro y el hotel aun quedaba a unas cuadras, así que miró a todos lados. Todavía escuchaba los gritos de Sasha cuando un letrero luminoso llamó su atención y se aproximó a la puerta de un local llamado "African soft"

-Oh, hi! Disculpe... ¿Podría entrar? Necesito arreglar mi bolso y no es seguro aquí en la calle - le señaló a un guardia de seguridad de casi dos metros.
-No.
-No tardaré, déjeme hacerlo aquí.
-¿Eres turista?
-Sí.
-Este barrio no es muy bueno ¿Vienes sola?
-Prometo beber algo pero necesito ver mis cosas.

La  joven extendió un billete de diez dólares y el hombre se cruzó de brazos.

-Fingiré que entraste temprano, niña. No tardes y no bebas el alcohol de aquí. Es una porquería.
-¡Gracias, señor!
-¡Hey! No le digas "señor" a nadie.
-De acuerdo.
-Desaparece antes de que me arrepienta.

Katarina se introdujo rápidamente y cerró los ojos. La luz rosa le lastimaba, las mesas estaban ocupadas y por su facha, pasó desapercibida para casi cualquiera, excepto para el bartender, que la vio depositar su bolsa en el lugar más apartado de la barra, junto a la puerta del baño de mujeres. La chica se apresuraba en vaciarla mientras la daba por perdida.

-¿Todo bien? - preguntó el desconocido.
-Sí... Sólo quiero un jugo - contestó Katarina mientras improvisaba con su suéter.
-Linda playera.
-Gracias. Es de Debbie Harry el estampado...
-¿Jugo de un dólar o jugo de tres dólares?
-¿Cuál es la diferencia?
-El de un dólar tiene agua.
-El de tres, por favor.
-¿Tienes veintiún años?
-No.
-¿Por qué te dejaron entrar?
-Termino con mis cosas y me voy.
-Traeré tu bebida.

El bartender parecía malhumorado y Katarina no acababa cuando vio un vaso mediano frente a sí.

-Tres dólares.
-Aquí está.
-¿Te ayudo?
-No es nada, gracias.
-Qué bien. Adiós.

La chica dio un pequeño sorbo y echó un vistazo a su celular mientras comprobaba que su plan apenas funcionaría. Afuera hacía frío y aunque podía lidiar con eso, tener que usar su cinta del cabello para anudar su bolso de emergencia la hacía sentir incómoda. Aunque su melena ahora llegaba hasta sus hombros, extrañaba la sensación de que le cubriera los brazos y nadie viera los discretos tatuajes con las letras "M" y "K" que se había hecho en las muñecas.

Luego de beber el jugo rápido para cumplir su promesa, Katarina se dio cuenta de que alguien la estaba mirando desde el sitio más lleno del club. Era un hombre, quizás en sus cuarentas, tal vez unos tardíos treintas, de piel tostada y unos ojos café tan profundos, que ella se tensó un instante. Después de pasar saliva y devolver el vaso, Katarina se precipitó a la salida y tocó el hombro del cadenero para despedirse sin voltear una vez que pisó la banqueta.

Contrario a lo que le habían dicho, en Nueva York se hallaba casi todo cerrado y muchas luces no funcionaban, ocasionando que caminara deprisa. De repente hallaba restaurantes de comida rápida que no daban servicio y empezó a sentir miedo de pasar por la salida de una estación del metro que en días anteriores le había indicado que su hotel estaba a unos pasos. Aun dudaba de cruzar la acera y lo único que la mantenía tranquila era ver un puesto de hot dogs a su izquierda, cerca de otra esquina con una calle que aparentaba estar más iluminada.

-Creo que iré hacia allá - se dijo al advertir que se acercaban dos hombres cuyo rostro no podía distinguir y el vendedor de hot dogs la observó aproximársele, sin esperar una compra. El viento sopló un poco y Katarina tiritaba cuando supo que se quedaría un rato sin moverse. Había una pelea afuera de un bar y para su desgracia, se desató otra entre los tipos que había esquivado segundos atrás. La gente comenzó a llenar la banqueta para resguardarse y la policía a acordonar la zona cuando ella sintió más frío del acostumbrado y sin atreverse a aproximarse a la parrilla para calentarse, debió soportar como la multitud le robaba espacio vital al tiempo que se apoyaba en una pared. Tenía la tentación de llamar al hotel con tal de que Karin no le reprochara la tardanza.

-¡Hey! Aquí estás. Te sugiero no volver a sacar un teléfono en esta zona de Nueva York - reía un desconocido. Katarina escondía parte de su rostro.

-Te encontré en el bar pero te fuiste rápido.
-No lo conozco, señor.
-Siempre busco chicas nuevas ¿sabes?
-¿De qué habla?
-Soy Tommy Gunn, representante, actor y productor de Las Vegas ¿Has oído de mí?
-Su tarjeta dice Thomas Schiavone.
-Siempre me presento con el nombre artístico. Soy italiano de Brooklyn, me confunden con los vecinos.

Katarina se rió enseguida.

-¿No me crees?
-Si usted es italiano, entonces yo soy americana de Washington.
-¿Qué quieres decir?
-Mi chiamo Katarina Leoncavallo, dà Milano, Italia e vivo a Venezia. Non posso mangiare italiano a l'America perché la pasta Alfredo mi fa male è la pizza mi causa convulsioni.

La cara de Tommy Gunn demostraba que no había entendido una sola palabra y la risueña Katarina posó su pelo detrás de la oreja para voltear y darse cuenta de que esos ojos profundos eran reales.

-Dije que la pasta Alfredo me enferma y la pizza me provoca convulsiones. Perdona.
-Al menos no tomo jugo en un bar.
-¡Lo siento!
-Estuve en Venecia hace poco. Tengo paralizado un rodaje porque se me cruzó con una convención... Creo que entiendo lo que te pasa por la comida y por los tontos americanos.
-Je je, no quise ofender.
-Te conozco ¿eres clienta de la gelateria que está enfrente?
-¡No es cierto! Así que la película es tuya.
-Parece que nos entendemos ¿no quieres ser una de mis chicas nuevas?
-¿Qué?
-Siempre busco y recluto ¿No te han dicho que eres muy bonita?

Katarina bajó la mirada y Tommy Gunn besó su oreja, haciéndole cosquillas.

-¡No hagas eso!
-¿Por qué no? ¿No te gusta?
-Tengo novio.
-Él no está, Katarina.
-Mi hermano se molestará si no llego a mi habitación.
-No sabrá si no le cuentas.
-¡Y mi primo! Prometí llamarlo y no le he contestado.
-¿Alguno de ellos ha venido contigo?
-No pero...
-¿No prefieres ir por un trago? Yo invito.
-Tengo que entrenar mañana.
-Está bien pero si te interesa, en mi tarjeta está mi número.
-¡No te vayas!

Katarina no sabía ni qué sentía pero la mirada de Gunn la había puesto nerviosa.

-Puedo tomar un cosmo.
-Katarina ¿tienes escalofríos?
-¿Qué me está pasando?
-¿Quieres divertirte conmigo?

Katarina Leoncavallo no se explicaba por qué tomaba a Tommy Gunn del cuello y permitía que la besara de una manera que la hacía desear recibir más. Todo sucedía tan rápido que ambos caminaron a una puerta roja próxima que conducía a un bar clandestino con go go's y strippers en donde no pedían identificaciones y la decoración era plateada.

-¿Dónde estamos? - inquirió Katarina.
-This is New York, girl.
-Qué conveniente. Un bar justo en donde nos encontramos.
-Hay muchos lugares como este en la ciudad.
-¿Cómo sabías que pasaría por esta calle?

Para Tommy Gunn era molesto que una mujer le preguntara sobre sus estrategias de conquista pero estaba reparando en que Katarina ignoraba a los hombres que danzaban desnudos mientras se quedaba embobada observándolo a él, como si aguardara por cualquier cosa. Ella seguía desconcertada de lo que hacía, de sentir que un par de ojos la dominaban. La mirada de Tommy parecía infinita.

-Entonces ¿me seguiste desde el bar? - prosiguió Katarina.
-Si descubro a alguien como tú, no la voy a ignorar. Te dije que me dedico al cine.
-¿Me persigues por negocios?
-Las Vegas puede ser tuyo.
-No me imagino viviendo ahí.

La joven recibió su cosmo y lo probó enseguida. Tommy Gunn le besó la mejilla un poco después.

-La pasaríamos excelente mientras filmamos escenas de todo tipo.
-Tommy, me haces muchas cosquillas.
-¿Sabes que haría con una mujer con tú?
-Tampoco me imagino frente a una cámara.
-Cumpliría todas tus fantasías.
-¿De qué hablas?

E inclinándose, él le diría al oído:

-Puedo hacerme pasar por tu hermano Maurizio cuando quieras.

Otra mujer no habría dudado en golpear a Tommy Gunn en la entrepierna antes de marcharse. A Katarina Leoncavallo se le ocurrió por un segundo.

-No digas su nombre - replicó con enfado.
-¿Problemas en el paraíso?
-Mauri prometió llamar - evadió ella.
-Deja ese teléfono.
-Me voy de aquí.
-No es una zona segura.
-¡Deja de meterte en lo que no te importa!
-Te tengo noticias: ¡A tu hermano tampoco le interesas! Y si atraviesas esa puerta, la oportunidad de volverte estrella de Las Vegas también se va.
-Mi primo va a romperte la cara.
-¿Tu hermanito no puede?

Katarina soltó un puñetazo y Tommy Gunn respondió dándole una cachetada, enfrentándose los dos a la vista de los asistentes. Ambos se arañaban, se arrancaban cabellos, ella no cesaba de atacarle el rostro, él la derribaba con tal de sujetarla y en un momento dado, le escupió en la boca. Katarina, fuera de sí, quiso golpearlo entre las piernas pero al sentir como se hallaba él, su gesto cambió.

-¿Te gusta lo que provocas? - dijo él.
-¿No me vas a dejar así?
-Me tocaste la cara.
-Hagámoslo aquí.
-¡Katarina, contrólate!
-Quiero ver tu pecho.
-¡Suelta mi camisa!
-Eres tan fuerte como mi primo Maurizio.
-Estás enferma.
-Si él nos viera, sabría que no soy una niñita...

Katarina se abalanzó sobre Gunn para llenarlo de besos y él, acostumbrado a exhibirse en convenciones y firmas de autógrafos, que había filmado escenas de alta carga sexual con público presente y materializaba las fantasías de miles de personas que compraban o descargaban sus películas, se sintió avergonzado, vulnerable y ridiculizado. Había perdido la pelea y ahora estaba a merced de una chica cuya blusa había desaparecido y sus pantalones también.

Katarina Leoncavallo se hallaba tan excitada que incluso había olvidado el lugar y la situación concurrentes, se reía mientras su ropa interior rozaba la piel de Tommy Gunn y en un momento dado, le mordió los labios.

-¡Maldita! ¡Estoy sangrando! - reaccionó él, dispuesto a defenderse y con renovadas fuerzas la echó a un lado y se levantó para acomodar su camisa y marcharse.

-¡No puedes dejarme así! - gritó Katarina.
-¡Púdrete, maldita loca!
-¡Tú empezaste!
-Quería acostarme contigo ¡pero eres una enferma!
-Tommy ¡no te vayas!
-¿Por qué no le pides a tu hermano que te arranque la ropa?
-¡Cállate!
-¿O qué pensaría tu primo, el policía, si se entera de que a "la niña de la casa" no le importa tirarse a un tipo que no conoce en un bar lleno de gente?
-No le digas, por favor.
-Eres una maldita loca y una puta.
-¡No te atrevas a llamarme puta!
-En Las Vegas hay trabajo para zorras como tú.
-No sigas...
-Te estoy humillando y ni con eso dejas de mirarme la entrepierna. Te espero en Las Vegas o mejor en Venecia si quieres una carrera en lo que realmente sirves. Tal vez a tu hermano le guste verte gozar con otros.
-Mi primo te matará.
-Es curioso. Tu hermano puede defenderse pero en su lugar, lanzarías a tu primo a los leones.
-Maragaglio es un buen hombre.
-No te defenderá si se entera de esto.
-Él es muy fuerte.
-¿Tan segura estás?
-Maragaglio es valiente, cuida a toda la familia. Tú no puedes hacerle daño.

Tommy Gunn se echó a reír.

-Tu primo es un idiota que no te conoce, Katarina.

La joven Leoncavallo se levantó y derribó a Gunn de otro certero golpe.

-Métete con Maragaglio y te mueres - amenazó la joven y recogió sus prendas, sintiendo que se forzaba a controlarse. Llorosa, se colgó su suéter - bolsa al hombro y se alejó de ese club, aun desconcertada de pensar en Tommy Gunn con lujuria, con culpa de desearlo, creyendo que estaba faltando a su amor por Maurizio Leoncavallo y no podía respirar porque le apanicaba la idea de que Maragaglio supiera de su papelón y lo defraudara. Katarina caminaba por Nueva York en medio de un frío intenso y al llegar a su hotel, fue incapaz de decir qué había hecho o con quien había estado. Acaso podía sorprenderle que María, Sasha, Michelle y las demás se hallaran bebiendo convencionales tazas de café en el recibidor, como si les hubiera arruinado la noche.

-¡Estuvimos buscándote! - le gritó Sasha. Katarina tomó el elevador en respuesta y pronto, se halló sola al descender en el piso nueve. Todo parecía en orden y de mala gana, colocó su llave en el cerrojo. Comenzaba a girarla cuando oyó la voz débil de Karin Lorenz suplicándole que permaneciera en el pasillo. Katarina no le hizo caso y entró, dispuesta a ahogarse en sus lágrimas y diciéndole a la otra que no la molestara pero un rastro de sangre en el piso la condujo al baño, encontrando a Karin agotada luego de un enorme esfuerzo.

-¿Qué hay en esa caja? - preguntó Katarina.
-Nada que te importe.
-¿Por qué hay manchas por todos lados?
-¡Déjame en paz!
-Karin, dime qué tienes ahí.
-¡No es tu asunto!
-Hay que llamar a...
-¡A nadie! Si tienes un poco de lástima, Katarina, te vas a quedar callada y luego enterraremos la caja debajo de un árbol.
-¿Qué pasó?
-Ni una sola palabra a tu hermano, por favor... Le rompería el corazón, es el segundo que pierdo.
-Tiene que verte un doctor.
-Katarina, por favor. Sólo ayúdame a sepultarlo.

Katarina retiró la tapa tímidamente y llevó las manos a su rostro, pensando de inmediato en la reacción de su hermano Maurizio si llegaba a contárselo. Sabía que recibir tal noticia sería devastador y aun teniendo a Karin a su merced, optó por colocar un moño en la caja.

-Diremos que murió nuestro gato - sentenció Katarina y decidió limpiar para quitar la sangre, impresionada de esforzarse por esconderlo todo.