lunes, 14 de febrero de 2011

El primer "Lo siento"


San Valentín. Era el cumpleaños de Edwin y si alguien lo tenía marcado como evento especial era Carlota. Ese día llegó a Manchester un paquete para él pero no lo recibió..
Por una lesión, el médico le prescribió descanso por dos semanas. Aprovechando el tiempo libre, viajó a Tell no Tales. Franz De Patie fue a su encuentro.

-Feliz San Valentín
-Juro que no encontré un vuelo para llegar después .. ni antes
-Jajajaja Lo sé.. sólo no jures. Es un mandamiento.
-Yo nunca lo hago en vano. No puedo.

La prensa, sin embargo, dió cuenta de la presencia de Edwin. Para evitar que su hermana se aferrara en ir a verlo, Andreas se aseguró de que no encendiera la televisión pero no sirvió. Tina llegó a avisarle a Carlota y ésta salió corriendo de inmediato apenas supo la noticia.

Conociendo a Edwin supuso que lo encontraría en plena calle, no sería difícil. Al hombre le gustaba caminar y un hombro inflamado y desgarrado no sería obstáculo. Fue a Blanchard, el barrio dónde él había crecido y conservaba la casa de sus padres, la única de la ciudad.

Pasó más de una hora y  ella cayó en cuenta de que no lo encontraría. Desanimada, prefirió visitar la calle Raisa. Seguramente, la madre de Anton le diría algo, lo que fuera. Estaba extrañando mucho a su amigo y ni David sabía algo concreto.
Gabriela al encontrarla en la calle Miterrand la llevó a la dulcería y después al departamento. Carlota se veía triste y no quiso hablar.

-Duerme un poco. Se quitará.
-No entiendes.
-Claro que sí. Eres tú la que no quieres decirme. ¿Es un muchacho?

La niña sólo se limitó a mirar a la nada.

-Cuando era chica, me moría de ganas de ser mayor y poder decirle a un vecino que estaba enamorada de él. Ahora quiero volver a tu edad para jugar con muñecas y no enojarme porque me la pasé ensuciándome con lodo.  Espera un poco y verás porque no debes apresurarte. Créeme, ese chico no será el único.

Después de llorar a solas y sin saber por qué, Carlota decidió hacer caso a la sugerencia. Tomando un plátano de felpa que le habían regalado salió para verse con Tina y jugar con su colección de frutas de peluche.
Gabriela presentía que pronto su hija dejaría de ser una niña y desde ya, había comenzado un duelo cuyo primer síntoma era una atracción fuerte hacia a alguien. No era una cuestión física. Esa ya comenzaba a ser ligeramente notoria desde hacía pocos días y era veloz. Lo preocupante era que las compañeras de escuela seguían sin cambiar y ni hablar de Tina que lucía mucho menor. Era de suponer que tendría problemas cuando todos la vieran en traje de baño en su clase de natación.

Afuera, De Patie divisó a la chica. Edwin que venía con él le pidió le concediera un momento. Tomando en cuenta que meses atrás, ella pudo perder la vida, parecía lógico que el hombre que la había salvado quisiera acercarse a saludarla.

-Hola
-¡Hola! ¡Te he extrañado mucho!

Carlota abrazó a Edwin con todas sus fuerzas. Él le sonrió y se sentaron en la banqueta. Pronto, él le mostró una pulsera que ella le había enviado en Año Nuevo. Ella confesó lo del regalo que esperaba el tuviera en sus manos justo ese día.

-¿Qué es?
-Las sorpresas no se delatan del todo. Lo hice yo misma.
-Entonces lo veré al volver.
-Te gustará.
-Siempre me agradará lo que me regales.
-Gracias.
-Me dijo De Patie que tienes un nuevo amigo.
-Anton Maizuradze. Patina y gana trofeos. Es muy divertido.
-Te entusiasma mencionarlo ¿Te gusta?
-No. Es mi amigo y ya.
-No me sorprendería saber dentro de poco que alguien entró en tu corazón.
-Pero no Anton.
-¿Porqué?
-Es sólo un niño.
-Tú eres una niña ... ¿Qué tiene de malo tu amigo?
-Es muy infantil.
-Como tu muñeco de felpa. Viéndolo bien creo que aún no es tiempo de que pienses en eso.
-¿En qué?
-Chicos. Crecerás.
-Mi madre también lo ha dicho.
-Las madres son sabias. Tiene razón. No te compliques con cosas.
-¿Y tú tienes novia?
-Jajajajaja ¿Para qué quieres saber eso?
-Me preguntaste por mi amigo ¿Cómo se llama?
-Carmen Irons
-¿La modelo?
-La misma.
-Andreas tiene pósters con ella.
-Tiene buen gusto.
-¿Qué?
-Ah .. Disculpa. Eres muy joven pero sé porqué tu hermano colecciona fotos de mi esposa.
-¿No es tu novia?
-Nos casamos hace poco pequeña.
-¿La quieres?
-La amo.

Edwin se percató que Carlota cambiaba su aspecto feliz a uno desencajado y reprimía su mirada hacia él. De pronto la niña estaba muy seria. Él entendió.

-¿Estarás bien?
-Creo que sí.
-Lamento no haberte dicho.
-No importa. Los adultos se casan.
-No te sientas mal.
-Soy muy chica para ti.
-Carlota ... No ... No es tu culpa. A veces esto pasa.
-Soy una niña.
-Así es
-Voy a crecer.
-No se trata de eso.
-¿Entonces?
-Aún si te conviertes en una mujer mañana, tus prioridades y las mías serán muy diferentes y distantes. Debes aprender y pasar por varias cosas antes de estar lista para compartir tu vida con alguien. Yo no puedo esperarte. No sería natural ni sano para ambos. No tienes algo malo y lo que sientes es comprensible. La vida nos juega bromas así.
-¿No dejaremos de ser amigos, verdad?
-No.
-¿Puedo seguir escribiéndote?
-Por supuesto.
-¿Puedo llorar?
-Mírame. No vale la pena. Eres muy especial y algún día serás mayor pero por ahora disfruta lo que tienes. Ríe sin razón, toma tu muñeco y juega como siempre lo haces... Sé feliz. Déjanos a los adultos enredarnos y olvidar que tuvimos tu edad.

Los ojos de Carlota reflejaban un amor puro que intuyó Edwin no vería jamás en ninguna otra parte.
Después de un momento de silencio él se despidió pero antes de irse, dudó un poco. Algo faltaba y sacando un poco de valor dijo:

-Lo siento.

Carlota se retiró primero. Tina la aguardaba en la siguiente acera. Al acercarse a Franz, Edwin no atinaba a decir cosa alguna.

-¿Qué pasó?
-Está comenzando a cambiar. La infancia está quedando atrás.
-¿Te preocupa?
-Me sorprende que no me haya dicho antes.
-¿Decirte qué?
-Lo mismo que Casey te confesó.
-¿Cómo?
-Es frustrante para mí. No debió ocurrir por ningún motivo.
-¿Dolió?
-A veces no quisiera ser su ángel de la guarda.

Por la noche, Carlota volvió a soñar con Edwin en su ventana; pero esta vez, en lugar de permitirle quedarse como siempre, lo rechazó.

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