miércoles, 16 de octubre de 2019

El Trofeo Bompard (Quinta parte)



Viernes, 15 de noviembre de 2002. Palais Omnisports de Bércy, París, Francia.

-¿Cómo te llamas?
-Katrina, cariño.
-No, dime en serio.
-Avi.
-¿Avi qué?
-Lovecraft. Avi Lovecraft.
-Estás mintiendo.
-Mira mi identificación, corazón.
-¿Cómo...? No importa. No te muevas de aquí, traeré tu gafete.
-¡Y una soda, por favor!

Maragaglio se reía mientras iba con los organizadores del Trofeo Bompard a conseguir una acreditación para su amiga Katrina. Como era un respetado funcionario del Gobierno Mundial, sólo tenía que decir que ella era una agente encubierta, aunque llamara la atención ataviada con lentejuelas doradas y una diadema de orejas de conejo, además de sus gritos de que tenía sed. Ella nunca había estado en un lugar como ese, rodeada de familias con niños pequeños o matrimonios de ancianos que tienen el tiempo para pasar cerca de ocho horas viendo a los jóvenes patinar.

-Te dije que soy rápido - sonreía Maragaglio mientras le entregaba un gafete.
-Me alegra que no lo seas en la cama.
-Aquí no hables de eso, Katrina.
-Ay, perdón cariño... ¿Y mi bebida?
-La olvidé.
-Bueno, iremos por una.
-¿Por qué te pusiste ese vestido?
-No tengo otro.
-¿Ese es mi saco?
-¿Se me ve bien, verdad? Aunque está muy grande ¿Te han dicho que eres grande?
-¡Katri...! Jajaja.
-¿Te gusta cómo se me ve?
-Mucho.
-Entonces me lo quedo.
-Te llevo a las gradas.
-Oye ¿mi refresco?
-Te compraré una limonada gigante, mujer.
-Te tomas el tamaño muy en serio, corazón.
-Por Dios.
-¡Te pusiste rojo!

Katrina se estaba divirtiendo mucho y le encantaba que Maragaglio mostrara su lado pudoroso en público. Ella era un poco descarada pero sabía que parte de los asistentes se daban cuenta de su oficio con verle el atuendo y sólo él podía evitar que la echaran. En la cafetería, Katrina creía reconocer a una que otra persona que solía pasar por Les Halles de noche.

-¿Después de la bebida vas a estar contenta?
-¿Tienes que ir con Carlota Liukin, cariño?
-Es mi trabajo.
-¿Dónde estarás?
-Tras bambalinas ¿Necesitas algo más?
-¿Dónde me siento?
-Ven conmigo.

Maragaglio llevó a Katrina al asiento vacío de una fila concurrida, frente a una contención desde la que colgaban mantas de apoyo y se observaba muy bien. La chica estaría junto a Judy Becaud, misma que no supo como reaccionar al respecto y se limitaba a escuchar a la multitud con sus primeras arengas, aunque aquella dijera "corazón" o "cariño" y fuera evidente que se trataba de una amiga especial, por no decir amante de ocasión. Maragaglio se la pasaba repitiéndole a la desconocida que no se retirara el gafete por nada y que procurara aplaudir cuando todos lo hicieran, además de no hacer ruido al sorber su limonada. Ella le prometía ser obediente.

-Katrina, te veo cuando esto acabe. Seguro habrá una conferencia de prensa pero no te muevas hasta que venga por ti.
-Lo que tú digas, cariño.
-Te estaré vigilando.
-Qué rudo.
-Jaja, adiós.
-Adiós, Maragaglio.

A este último le encantó que Katrina pronunciara ese apodo pero eligió volver a su puesto y de paso, enterarse de los chismes de la competencia, que eran bastantes. Se habían entregado varias medallas y la prueba de parejas en especial tenía defraudado al público. Shanetta James y Morgan Loussier, líderes del programa corto, fallaron en su rutina libre, acabando fuera del podio y enfureciendo a Maurizio Leoncavallo, a los federativos y a sus fans. Inexplicablemente, Morgan había boicoteado su actuación omitiendo una secuencia conjunta de saltos y negándose a realizar un elevado que había estado practicando en los últimos días, admitiéndolo en el kiss 'n' cry. Su desfachatez posterior frente a los reporteros le valía un bochornoso episodio a su compañera, quien no hallaba cómo ofrecer disculpas a diestra y siniestra.

Sin embargo, otro enojo aguardaba por Maragaglio. Carlota Liukin se cruzó de brazos y lo recibió con la boca chueca en la zona técnica. Como él no se había aparecido por la mañana, ella no había podido salir de la Rue de Poinsettia hasta pasadas las dos de la tarde, arribando apenas a la práctica oficial y quedándose sin cumplir su compromiso de desayunar con el tenista Fabrice Santoro, quien se hallaba disgustado desde su platea en Bércy.

-¿Dónde estabas? - lo recibió ella.
-Arreglaba unos problemas - siguió Maragaglio con la actitud de no hallarle importancia a nada. Si hubiera dependido de él, se habría burlado de todos y cada uno de los participantes, de su primo Maurizio, del auditorio entero que entraba en frenesí y claro, de la joven Liukin con sus aires de diva destronada.

-¡Le quedé mal a un amigo de Marat! - reprochó ella.
-Qué tragedia.
-Era un evento oficial ¡me van a castigar!
-Ay, por favor.
-¡Maragaglio, no te rías! ¿Dónde te metiste?
-¿Tú me regañas?
-¡No haces tu trabajo!
-¿De verdad reclamas, Carlota?
-¡Quita esa cara!
-Agradece que no quiera desquitarme porque la reacción de tu padre si le digo lo que pasó con Marat sería impagable.
-¡También te iría mal!
-Puedo salir bien librado.
-No veo cómo.
-Mejor no hagas preguntas y péinate bien porque en ese vestido te ves linda.
-¡No cambies el tema!
-Mejor ríete que te gustan los halagos.

Maragaglio se apartó un poco para preguntar por el informe preliminar de seguridad y de paso, ver como su primo se aproximaba a Carlota con la sonrisa forzada. La prensa alrededor estaba encantada de antemano.

-Arréglate el cabello - ordenó Maurizio.
-¿Estás bien? - preguntó la joven Liukin al mismo tiempo que sacaba su cepillo.
-Me cansé ¿Te sientes lista?
-El traje me pica.
-Te ves muy bien.

Carlota sonrió y entonces se dio tiempo de verse en un espejo. Su vestido era el más lindo del lugar y parecía que traía un llamativo collar con una gran piedra negra muy valiosa. Perlas brillantes plateadas de fantasía estaban bordadas por doquier para disimular las transparencias de su falda y cintura, tenía unos guantes que aun no se colocaba y un lindo broche en forma de flor para su futura trenza recogida. La tarjeta del taller Bassani, no obstante, le avisaba que tal atuendo no era el definitivo y que su coach tenía potencial como diseñador de modas.

-El primer grupo inicia en unos minutos ¿por qué no te arreglas en el vestidor? También quiero que hagas tu calentamiento - dijo Maurizio Leoncavallo y ella accedió enseguida, sin voltear a ver a nadie. Irina Astrovskaya estaba por ahí, viéndola atenta al mismo tiempo que los reporteros. A diferencia del día anterior, Carlota se hallaba sola, sin su amiga Amy siendo su sombra, ni Haguenauer inquieto antes de ir a las gradas. En la zona de calentamiento podía sentirse observada por sus rivales, por parte de las supervisoras de ISU y por las flower girls que no dejaban de gritarle que era la mejor patinadora de todas.

Esa nueva experiencia era abrumadora para Carlota Liukin, acostumbrada siempre a la compañía y las palabras bonitas. Luego de peinarse, oyó por el altavoz el anuncio del comienzo de la competencia y los nombres de las participantes del primer grupo, dándose cuenta de que tenía que estirar y trotar para estar lista. El auditorio había reaccionado con arengas y al igual que el día anterior, en Bércy no cabía un alma más. La cámara de televisión instalada en aquel espacio no inhibía a nadie y de vez en cuando, se enlazaba a la transmisión en vivo. El público internacional contempló un par de veces a la joven Liukin repasando sus movimientos de brazos y respirando hondo con los ojos cerrados, como si le devolvieran el aliento. De repente aparecía alguna toma al exterior, con Marat Safin junto a Judy Becaud o la bandera que proclamaba "Carlota est la plus belle du monde" mientras se presentaba la primera patinadora de la noche. El resto de las participantes contemplaban de vez en vez un gran monitor en donde aparecían, además de las actuaciones del resto, las calificaciones, órdenes de salida y tablas de posiciones.

-¡Buena suerte! - deseó Alisa Drei a sus compañeras y varias le correspondieron directamente aunque Carlota aprovechara para preguntarle algo.

-Dime, pequeña.
-¿Helsinki es frío?
-Te sugiero llevar ropa más abrigadora y calentadores en tus pantorrillas para los entrenamientos.
-Oí que oscurece temprano.
-Es verdad pero no te preocupes, es bonito.
-Necesito un favor.
-¿Cuál?
-Sé que Jiry Cassavettes ganó un torneo allá y le harán un homenaje la próxima semana ¿Le dirías a todos que apoyen a Maurizio? Es que la ha pasado mal.
-¿Qué tienes en mente, Carlota?
-Que no lo dejen solo.
-Cuenta conmigo.
-Te debo una, gracias.
-¿Esto es por la ceremonia?
-¿Cuál?
-La federación finlandesa llevará flores y quieren que las chicas de la prueba femenil hagan un número especial en honor a Jiry.
-Supongo que participaré.
-También sus amigos.
-Katarina se siente muy mal ¿Podrías convencer a alguien de mandarle un mensaje o un regalo?
-Nadie lo haría por ella.
-¿Por qué? ¿Ha sido tan mala?
-Ni siquiera Jiry la quería.

Carlota sentía que había recibido demasiada información pero nada aclarador. Más allá de la curiosidad, la joven intuía que debía enterarse de algo que su coach nunca le diría y que le evitaría cualquier error en Helsinki. A partir de ese momento, ella recordaría que había tenido el sueño recurrente de que Katarina le escondía sus pertenencias y se dedicaba a acuchillarla ante la vista de un complacido Maurizio que limpiaba la sangre. No comprendía el motivo de estar segura de no ser la única en despertarse como si se le saliera el corazón.

Luego de cavilar por varios minutos sin llegar a ninguna conclusión, Carlota Liukin intensificó sus ejercicios. Uno de sus pies le molestaba pero no le preocupaba porque tendría tiempo de sumergirlo en hielo más tarde. Irina Astrovskaya también parecía estar incómoda con su rodilla, con la diferencia de que su entrenadora se acercaba a asistirla y nadie ponía objeciones. Por alguna razón, ese día se había prohibido que integrantes del personal y entrenadores del sexo masculino entraran al área de warm up así que Maurizio Leoncavallo se concretaba a mirar a cierta distancia, sin ocultar su nerviosismo al arquear las cejas y morderse los labios. Carlota sonrió por eso aunque reparara después en que ambos permanecían serios la mayor parte del tiempo. A veces, ella comenzaba a sentir algo tan familiar, un agrado prácticamente instintivo por su coach y no se percataba de que las demás personas habían notado tal aprecio y los veían como hermanos separados al nacer. Al menos, aquello aun no llegaba a oídos de la celosa Katarina Leoncavallo.

-¿Cómo van las posiciones? - preguntó Carlota poco después a una mujer del staff.
-Yukari Nakano va primera. Deberías ponerte tus patines de una vez porque en este grupo falta una chica.
-Claro ¡muchas gracias!

Carlota se dio cuenta de que se le había ido el tiempo y se apresuró a tomar sus botines con gran prisa, así como a guardar sus tenis azules. Mientras manipulaba sus agujetas, se enfocó de nuevo en su rutina y en repasar mentalmente las instrucciones de Maurizio para controlar los nervios como dar tres pelmadas mientras cerraba los ojos o mover la cabeza de un lado para otro mientras se acordaba de algo bonito o inventaba una cancioncilla. Así se aproximó de nuevo a él, quien igualmente improvisaba alguna melodía.

-Siento el estómago al revés - admitió ella.
-¿Qué haces para no demostrarlo?
-"La la la la la"
-Yo pensaba en Nirvana.
-¿En qué?
-¿No conoces a Kurt Cobain?
-No.
-Rayos, soy viejo.
-¡No es cierto, Maurizio!
-En estos momentos sempre tengo en la mente la música que escucha Maragaglio y la canto.
-¿De verdad? Yo tarareo las canciones que le gustan a Andreas.
-¿Cómo cuáles?
-No sé ni cómo se llaman pero son de unos tal Slayer.
-¿Conoces a Slayer pero no a Nirvana?
-¿Por qué hablamos de eso?
-Es mejor que preocuparnos.
-Tienes razón.
-Carlota, cuida ese flip.
-Saldrá bien.
-A Haguenauer no le va a agradar que hayamos desechado su programa.
-Le gustará el nuestro.
-Más nos vale.

Ambos se tomaron de las manos y ella, con gran entusiasmo, exclamó:

-Grazie di cuore, Maurizio! Grazie per questi bellissimi giorni!
-Prego, ragazza! Mi piace tantissimo lavorare con te!

El abrazo entre Carlota Liukin y Maurizio Leoncavallo era tan sincero, que más de una persona se impresionó cuando ella llamó a Maragaglio y lo apretó con bastante más fuerza y afecto. Ambos hombres dejaron de lado su mutua reserva y tomaron de la mano a la joven para tranquilizarla más. El público comenzaba a centrarse en ella y las banderas francesas poco a poco iban acaparando las gradas. Los comentaristas de televisión destacaban ese genuino apoyo mientras una contendiente de nombre Jennifer Kirk se colocaba en segunda posición y la puerta de la pista se abría para recibir a las últimas cinco contendientes. De acuerdo al orden de salida, Joannie Rochette se jugaría la medalla primero, seguida por Sarah Meier. Irina Astrovskaya había recibido el tercer turno, Alisa Drei intentaría subir al podio después y Carlota Liukin cerraría el evento. A varias personas les preocupaba que ese orden de salida no fuera el mejor para su patinadora favorita pero el sonido local los invitaba a apoyarla al comienzo del último warm up y el ruido era ensordecedor.

-¡Ahí está Carlota! - exclamó Anton Maizuradze, llevándose la sorpresa de que ella no volteaba a ver a nadie e ignoraba el alboroto mientras miraba al hielo y se cercioraba de no chocar con alguna rival mientras marcaba sus movimientos. Se suponía que Romain Haguenauer sería el único en enfadarse con el team Leoncavallo por desechar su trabajo del verano y se le veía desconcertado por el cambio de vestuario de la joven Liukin pero la risa escandalosa de la chica junto a Judy Becaud lo había puesto tenso. Los demás lo veían sin saber qué decirle hasta que Alissa Drei se cayó después de un salto. Katrina no pudo contener una carcajada y él le contestó amargamente que era irrespetuosa y guardara silencio. Ante ello, Carlota volteó a las gradas enseguida y distinguió a su amigo Anton hablando con esa desconocida que ahora gritaba que nunca había estado en un evento de patinaje y que la disculparan, al mismo tiempo que Haguenauer se llevaba un regaño por ser descortés. El resto de la multitud se enfocaba en sus muestras de apoyo y una manta enorme deseándole suerte a Carlota Liukin fue desplegada en la zona más grande de Bércy, llevándose la atención de los camarógrafos.

-"Last minute of warm up" - avisó el sonido local y el ambiente se ponía cada vez más festivo. El público iba preparando los obsequios que se lanzarían a la pista y Maurizio llamó a la joven Liukin para que continuara su preparación en el área técnica y de paso, hacerla colocarse sus guantes antes de que los olvidara. Ella sentía que le faltaba el aire y de reojo se dedicó a ver a Joannie Rochette adoptando su posición para iniciar su actuación y a Alisa Drei intentando decirle a su entrenadora que no se sentía bien con sus patines. A partir del segundo aquél, tanto Maurizio como Maragaglio notarían que Carlota evitaba a toda costa acercarse a Ryan Oppegard, coach de Jennifer Kirk y quien parecía ansioso de saludarla.

-Carlota, no seas grosera - aconsejó Maurizio.
-No quiero ver a ese tipo.
-A veces pasará.
-No me pidas ser amable.
-¿Por qué?
-Por mi mamá.

Carlota comenzó a mover los brazos al sentir que se le adormecían y de paso, ver el desempeño de Rochette, que fallaba una pirueta y le transmitía el desconcierto al auditorio por aquella rareza. Maragaglio observaba vigilante y su rostro severo ocasionaba nuevamente que mucha gente pensara que era el sobreprotector padre de la chica Liukin.

-No te alejes - ordenó poco después y Carlota obedeció enseguida mientras bailaba con la música ambiental. A Joannie Rochette no le iba a ir bien con los jueces así que era un alivio que el kiss and cry estuviera lejano.

-Házme un favor.
-Dime, niña.
-Maragaglio ¿podrías hacer que corran a alguien?
-Qué petición tan extraña.
-Es el cretino de Ryan Oppegard. No lo soporto y es un papanatas.
-Eso no es un motivo.
-Me molesta desde que supe que mi mamá engañaba a mi papá con ese pedazo de tarado.
-¿Es en serio?
-¿No sabías?
-¿Tenía qué?
-¡Siempre te enteras de todo, Maragaglio!
-Carlota, no me molestes.
-¿Abrí la bocaza?
-Ricardo no sabrá.
-¿Puedes evitar que ese mal chiste se me acerque?
-Incluso provocar que llore.
-¡Rómpele los nudillos!

Maragaglio aguardó a que Carlota le diera la espalda para reírse de ella aunque le advirtió discretamente al tal Oppegard que se alejara para evitar perder los dedos. Maurizio Leoncavallo veía todo sin pronunciar alguna opinión y mejor suspiraba con crecientes nervios.

El público despedía a Sarah Maier con un caluroso aplauso y Alissa Drei aprovechó para saludar fugazmente al propio Maurizio. A Carlota le desconcertó pero creyó que era parte de una hipocresía vieja y que su entrenador lo sabía, aunque le costara sentir un escalofrío por entender a Katarina Leoncavallo por un minuto ¿Qué estaba ocurriendo? Daban ganas de nunca conocer razones.

-"Sarah Maier from Switzerland is in second place" - oyó la chica al percatarse de que perdía la concentración y era Irina Astrovskaya quien se colocaba a mitad de la pista con su vestido negro y su cabello suelto. Aunque Carlota retomara sus ejercicios, ver a su rival era igual de importante porque era probable encontrarse sin oportunidad de ganar antes de hacer su rutina.

-¡Triple lutz... doble toe! Creí que saltaría triple con triple - respiró Carlota más tranquila aunque no por ello dejara de sentir violentas mariposas en el estómago. Maragaglio se dio cuenta y le dio la mano otra vez.

-Estarás bien - dijo él.
-No tengo idea de nada.
-Niña, no has patinado.

Carlota lo estrechó fuertemente y volvió a fijar su mirada en Irina Astrovskaya, que no conseguía aterrizar adecuadamente un salto y caía al hielo.

-Le falta rotación a ese loop - añadió Maurizio Leoncavallo e Irina tuvo que apoyarse en su pierna izquierda para evitar caer una segunda ocasión.

-"Me parece que Astrovskaya ha dejado la puerta abierta. Una caída, el step out del loop y aquí en repetición es claro el two foot landing en el triple flip. Veamos calificaciones" - declaraba un comentarista desde su palco al finalizar aquel segmento de la competencia. Irina demostraba estar muy cansada y comentaba con su coach los problemas durante su actuación.

-Irina Astrovskaya from Tell no Tales has marked, for technical merit: 5.6, 5.6, 5.5, 5.6, 5.6, 5.6, 5.5, 5.5, 5.5, 5.6.
Presentation score: 5.6, 5.6, 5.7, 5.7, 5.6, 5.7, 5.7, 5.7, 5.7. Ordinals: 1, 1, 1, 1, 1, 1, 1, 1, 1, 1. Irina Astrovskaya from Tell no Tales is in first place" - se le anunciaba al publico y una risa escandalosa llamó momentáneamente la atención.

Katrina parecía bromear con Anton Maizuradze y Maragaglio no pudo contener su propia carcajada. Aquella mujer era muy divertida y pronto, Carlota y Maurizio compartieron la alegría.

-¿Haces amigas de competencia? - curioseó él.
-No ¿por qué lo dices, Maurizio?
-Porque desde ayer te querías acercar a Alisa Drei.
-¡Ah, por eso! Fue para decirle que ojalá nos veamos en Helsinki.
-¿Qué?
-Cosas de chicas.
-¿De qué no me estoy enterando?
-Te diré luego.
-¿Por qué no ahora?
-Porque voy a patinar.

Maurizio Leoncavallo no añadió más y se concretó a ver como Carlota terminaba de estirar mientras Alisa Drei presentaba un ejercicio sin errores y a pesar de su menor dificultad, rebasaría a Joannie Rochette, misma que suspiraba de molestia rumbo al vestidor.

-Alisa en el podio, las cosas que hay que ver - suspiró Maurizio y Carlota recibió su entrada al hielo en medio de la admiración del público. Mientras en televisión se apreciaba la repetición con los mejores movimientos de Alisa Drei, la joven Liukin recorría la pista identificando surcos que podrían ser problemáticos y volvía al borde izquierdo a recibir unas cuantas instrucciones.

-Recuerda marcar tu cintura cuando hagas los giros de vals.
-Sí, Maurizio.
-Haz tu combinación de triple flip con triple toe de inicio.
-¿Estás seguro?
-¿Quieres ganar esto, Carlota?
-Sí.
-Cuida el filo en el lutz y recuerda que te enfrentas a un tren ¿de acuerdo?
-Entendido.
-Bonne chance, mademoiselle!
-Merci, monsieur Leoncavallo!
-¿Qué dijimos?
-Merci, Maurizio!

Mientras Alisa Drei reaccionaba incrédula por desplazar a Joannie Rochette en la tabla de posiciones, el sonido local se preparaba para la última presentación de la noche. La joven Liukin se separó del borde para ir a su lugar.

-Ladies and gentleman, this is the last skater. Représentant la France.... Notre patineuse, Carlota Liukin!

El público recibió a su estrella de pie, con un grito desafiante, con las banderas agitándose rabiosamente, cascabeles sonando, pelucas estrafalarias y entusiasmo desbordado de niños que portaban peluches de todos tamaños. En esos segundos, Maragaglio se situó junto a Maurizio al mismo tiempo que exclamaba "allez! allez!".

-¿Me dejas preguntarte?
-Depende, Mauri.
-¿Qué pasó anoche?
-Llevé a Carlota a cenar.
-¿Cómo te heriste la mano?
-Un accidente estúpido, cosas de coches.
-¿Dónde pasaste la noche?
-En France Securité, revisando el plan para hoy.
-Oye Maragaglio, es más fácil decir que volviste a engañar a tu mujer.
-¿Te consta?
-Tienes el descaro de traer a tu nueva amiga aquí.
-¿Quién?
-¿Todavía la niegas?
-Se llama Katrina.
-¿De dónde la sacaste?
-Métete con ella y te rompo la espalda.

Cuando Maragaglio sonaba amenazante, Maurizio prefería tomarlo en serio.

Carlota Liukin respiraba hondo mientras cruzaba un poco sus brazos y pensó de rebote en que Romain Haguenauer se enfadaría al instante siguiente. Cuando se hizo el silencio, la pista musical inició como un bullicio y como ella pareciera realizar una reverencia, el auditorio reaccionó como si recibiera un saludo.

-Eso no es lo que coreografié - comentó Romain Haguenauer en las gradas.
-Creí que Carlota había trabajado mucho contigo - replicó Judy Becaud.
-¿Por qué no me avisaron?
-No te enojes, Romain.

Carlota en la pista preparaba su primer salto y Maurizio Leoncavallo parecía inclinarse para observar si lo hacía correctamente.

-"Liukin realiza triple flip ¡con triple toe! ¡Qué manera de iniciar! - narraba alguien para la televisión rusa.

-"Tano triple flip and triple toe! Great start by Liukin - se decía en Eurosport y otros resaltaban que en Carlota usaba un brazo sobre su cabeza en aquel elemento.

-Venga ¡vamos por el lutz! - gritaba Maurizio en su lugar y su estudiante recorría bellamente la pista hasta su segundo salto, mismo que aplaudió la multitud escandalosamente.

-Vaya, Carlota ha mejorado - opinaba Maragaglio al notar cómo ella iba realizando una transición sin olvidar su ritmo de vals y actuando como si tuviera una fiesta elegante. La hermosa pirueta que siguió era digna de una aclamación aparte.

-"What a beautiful combo spin... sit position, camel, sit again and y position. Captivating" - se describía en la transmisión del canal NBC mientras que en Televisión Española resaltaban la secuencia de pasos, en la que Carlota intercalaba movimientos en un solo pie con otras posiciones en donde usaba ambos para simular que tenía una pareja de baile. Luego, ella tomó más velocidad para marcar que esa parte había terminado y realizó el segundo triple flip.

-¡Filo correcto! - suspiró Maurizio Leoncavallo con alivio y la música continuó veloz hasta que ella realizó un triple loop y el primer sonido de un tren se percibió en Bércy.

-Wow - se impresionó Haguenauer y Carlota cambió el tono de su interpretación, pasando de la joven que reinaba en su fiesta a una que de golpe parecía perderlo todo. Su rostro sonriente ahora reflejaba angustia.

-"Mira Susana: Carlota levanta un brazo al hacer su doble axel y lo combina con doble toe y otro doble toe". De nuevo usa la mano derecha para decorar".
-"Sin olvidar su línea de vals, Paloma. Qué bonito" - expresaban las analistas de Televisión Española sin perder de vista los aplausos de Maurizio y su nueva costumbre de cargar la chaqueta y la bolsa de su alumna mientras se inclinaba como si quisiera meterse a la pista.

-¿Carlota toca el hielo con su rodilla? - preguntó Maragaglio luego de que la chica simulara hacerlo unos segundos.
-¿Tú quieres que se lo cuenten como caída? - bromeó su primo y observó una figura llamada "eagle" que servía como entrada del siguiente salto.

-¡Le salió el salchow! - celebraba Maurizio.
-¿Le añadió un triple toe?
-La reté a hacerlo, Maragaglio.
-¿Te dijo que podía?
-Fue lo contrario.
-¿Cómo aprendió?
-Se me ocurrió decir "brazos arriba".

Las expresiones de tristeza de Carlota Liukin eran pegajosas y parecía padecer de frío mientras realizaba una transición en la que se estrechaba a sí misma. El sonido del violín era cada vez más sombrío cuando ella se impulsó para su segundo axel.

-¡No! - se lamentaron enseguida Maragaglio y Maurizio mientras Carlota se reía por su inesperada caída antes de volver a su personaje, hacer un spiral en posición ye, una pirueta de camel con donut y un bielmann que provocaba suspiros. La pose final simulaba la caminata en una vía y la pista musical marcaba el momento de la fatal llegada del tren.

-¡El programa es muy bonito! - aplaudió Maragaglio mientras el público caía rendido ante Carlota Liukin y desde las gradas se lanzaban innumerables rosas, peluches y cajitas con pulseras o aretes. Las banderas francesas se hallaban por todo lo alto y aquella que sentenciaba "Carlota est la plus belle du monde" ondeaba sin cesar. Los amigos de Carlota, Judy Becaud, el decepcionado Haguenauer y la desconocida Katrina acompañaban la ovación a la que se unían varios presentadores de los canales deportivos y millones de telespectadores franceses que sucumbiendo a la publicidad, seguían el torneo.

-Carlota Liukin! - enunciaba entusiasmado el encargado del sonido local y ella agradecía las muestras de cariño con el dilema de quedarse a ayudar a las flower girls a levantar todo mientras sentía pena por haberse resbalado en el último axel y a la distancia, le hacía saber a su coach que se disculpaba por todo.

-Buen trabajo - reconoció Maragaglio sin ironía.
-Creí quedarme sordo ayer - contestó Maurizio cuando empezó a distinguirse una arenga que completó la jubilosa escena. Los aficionados rusos gritaban "molodyets!, molodyets!" para Carlota Liukin, causando asombro y una gran alegría para ella, que reaccionaba aceptándoles una bandera y un gorro ushanka antes de reunirse con Maurizio y recibir un caluroso abrazo y un beso en la mejilla.

-Very nice! - halagó él.
-¡Estaba nerviosísima!
-Se notó.
-¡Los rusos están locos! ¡Me están felicitando!
-Es la primera vez que los oigo con un "molodyets" para alguien que no es de su país.
-¡La rutina les encanta, Mauri!

La chica apretó nuevamente a su entrenador y se dirigieron al kiss and cry, lugar en donde Maragaglio los esperaba con una gran sonrisa.

-Te salió increíble, Carlota - pronunció éste último.
-¡Muchas gracias!
-Felicidades, Mauri. Te lo mereces.

La joven apretó a Maragaglio largamente y lo besó dos veces, confirmándole a todos que él era la persona presente que más quería, después de Marat Safin.

-"El papá no se le ha separado para nada, Susana" - afirmaba Paloma del Río y veía a los Leoncavallo tomar asiento con Carlota enmedio. Maragaglio revisaba un celular color amarillo y Carlota curioseó enseguida.

-¿Qué pasa?
-Es tu amiga, Amy. Dice que pasó otro filtro en las pruebas del ballet. Vuelve a audicionar a las 11:30.
-¿Qué hora es?
-Las diez.
-No voy a llegar.
-Tranquila, ordené que la conferencia de prensa dure poco.
-¿Hay tráfico?
-Niña, vas a estar con ella. Lo prometo.
-Grazie, Maragaglio.

Él quiso prolongar esa conversación pero no tenía ingenio para ello y en cambio, volteó hacia su primo para darle su rápida opinión sobre la rutina de Carlota. Ella entonces tomó la mano de ambos cuando se daban a conocer las calificaciones.

-Scores for Carlota Liukin from France... Technical Merit: 5.7, 5.7, 5.7, 5.7, 5.7, 5.7, 5.7, 5.7, 5.7, 5.7.
Presentation:...."

La chica suspiró como si tuviera terror y sostuvo con mayor fuerza los dedos de Maurizio Leoncavallo.

-5.8, 5.8, 5.8, 5.8, 5.8, 5.8, 5.8, 5.8, 5.8, 5.8.

Carlota Liukin gritó victoriosa y el público estalló en una fiesta que hacía temblar las cámaras. Incluso Marat Safin alzaba los brazos en señal de felicidad.

-Ordinals: 1, 1, 1, 1, 1, 1, 1, 1, 1, 1. Carlota Liukin from France is in first place!

Ella se levantó con el puño en alto antes de volver a tocarse la cara y mirar como su nombre desplazaba al de Irina Astrovskaya en el tablero.

-Maurizio, abbiamo vinto! ¡Le gané a Irina! ¡No puede ser! - asimiló Carlota y abrazó a su entrenador sin saber por qué unas pequeñas lágrimas le brotaban.

-Tengo los diamantes, puedes voltear - murmuró él y la jovencita saludó a los presentes mientras iniciaba una nueva lluvia de obsequios, los "molodyets!", los "vive la France!" y las fotos que luego servirían de portada para los periódicos del día siguiente.

-Mesdames et monsieurs: Carlota Liukin! - se escuchó y ella miró a Maragaglio sin saber qué seguía.

-Es tu momento, sonríe - sugirió él mientras la aplaudía.
-Gracias por estar aquí.

Ambos chocaron manos y junto a Maurizio, se despidieron de la multitud para ir al túnel junto al vestidor, en donde otra ronda de aclamaciones no se hizo esperar. Técnicos, voluntarios, flower girls y miembros de la policía aprovechaban para pedir autógrafos, fotografías o algún agradecimiento. Otras contendientes la felicitaban.

Sin embargo, era Romain Haguenauer quien, en medio del alboroto, decidió dejar su lugar y colarse tras bambalinas.

-¡Tranquilo, Romain! - reiteró Judy Becaud yendo tras él junto a Marat Safin y Anton Maizuradze le aconsejaba a Katrina ir con el grupo.

-Ay, Maragaglio me pidió quedarme aquí.
-Nosotros nos vamos.
-Pero él...
-Sirve que te enteras del chisme.

La mujer abandonó su asiento sin entender nada y con su acreditación, accedió al área técnica, preguntándose otra vez qué era lo que hacía ahí. Katrina se topó de frente a Maragaglio cuando este recibía una llamada.

-Te pedí que no te movieras.
-El niño me jaló.
-¿Cuál?
-¡Antoncito! Quiere que sepa de todo.
-No te separes de mí.
-Bueno, cariño.
-¿Te gustó el evento?
-¡El patinaje es muy bonito, Maragaglio!
-Es verdad.
-Pero no sabía que la gente no se reía cuando hay caídas.
-¡Ay, Katy...! Katrina.. No pasa nada.
-Katarina es muy afortunada porque a cada segundo piensas en ella.

Maragaglio quedó en silencio y volteó hacia la izquierda, percatándose de que Romain Haguenauer se acercaba a Carlota y Maurizio con voz autoritaria y brazos cruzados. Todos prestaron atención aunque Judy Becaud era quien aun pedía calma.

-¡Ustedes dos! ¡Par de mentirosos, traidores... irrespetuosos! - saludó Haguenauer.
-Lamento no avisar antes.
-¡Cállate,  Leoncavallo! ¿Cómo se atrevieron a desechar lo que trabajé en el verano? ¿Por qué no me tuvieron consideración? ¿Algo qué decir, jovencita? ¿Maurizio?
-Ah... Yo creí, Carlota tiene potencial y yo... Haguenauer, en serio, lo siento pero la rutina que le diste es muy simple y pensé que si complicaba las cosas, ella respondería.
-¿Te pareció que yo lo hago mal?
-¡No! Es sólo que se me ocurrió que mi idea era mejor que la tuya y no me voy a retractar.
-Ni las disculpas voy a aceptarte. Lo que hicieron fue... ¡Trop belle! ¡Es un gran programa, félicitátions et merci beacoup!

Haguenauer apretó a Carlota y Maurizio con todas sus fuerzas, feliz por la exhibición que había presenciado y dejando a los demás con ganas de una discusión fuerte.

-¡Sabiamos que te gustaría! - expresó la jovencita y enseguida se soltó para ir donde Marat. Los camarógrafos habían anhelado esa escena por horas.

-Dije que no iba a tolerar otro chico - recordó Haguenauer.
-Yo no sabía - respondió Maurizio.
-¿Marat no da problemas?
-Él no es Trankov.

Ambos se limitaron a contemplar como el muchacho felicitaba a Carlota.

-¡Gracias por estar aquí! - exclamaba ella.
-Patinaste muy bien, ganaste.
-¡No lo puedo creer todavía! ¡Es oro, Marat!
-Lo mereces, eres muy buena.
-¡Me gusta que te guste!
-Estuvo bonito.

Carlota se echó a los brazos del joven Safin y luego de un mutuo beso en la mejilla, él le murmuró al oído que Irina Astrovskaya y Alisa Drei le aguardaban para la ceremonia de premiación. Los organizadores habían colocado una gran alfombra roja y un podio plateado que reflejaba una luz dorada en el puesto más alto.

-Entregaremos primero el bronce, el oro al final - avisó un voluntario y Carlota no pudo contener la emoción de compartir honores con Irina Astrovskaya.

-Es demasiado pronto ¿no crees, Liukin?
-¡Creí que me ganarías, Irina!
-Nos veremos en Helsinki.
-Va a ser más difícil.
-¿Estarás en el homenaje a Jiry Cassavettes?
-Alisa me contó que tal vez haremos algo.
-No creo que Maurizio quiera participar.
-No le he comentado.

Alisa Drei no intervino, motivando a Carlota a pensar otra vez en que había algo oculto.

-¿Todo bien? - curioseó Maragaglio.
-Nada, es que estoy muy feliz.
-Tu padre está llamando.
-¡Pásamelo!
-Por supuesto.

La chica tomó su celular.

-¡Papá! ¿Te encanta la rutina?.... Gracias ¡sabía que te pondrías contento! ¿Cómo están mis hermanos?.... Me darán la medalla en un momento ¡Gané, papá! Dile a Andreas que me debe un sushi... Le llevaré un regalo a Adrien y unas cosas a Miguel. Dale un abrazo a Yuko de mi parte y me saludas a Maeva... ¿Tennant? Hola para él, supongo.... ¡Te extraño, papá!... Te enseñaré mi medalla cuando regrese, te mando un beso.... Te amo, papá.

Carlota terminó la llamada y se percató de que Maragaglio no se había movido de su lado y le veía con bastante agrado. Ninguno de los dos entendía por qué les gustaba estar juntos pero ella sonrió y con la cara sonrosada recordó que iniciaba la entrega de medallas. Las luces se tornaron azules cuando Alisa Drei fue anunciada e Irina Astrovskaya tomó la mano de Maurizio Leoncavallo para reconocer que le encantaba su trabajo.

-Te lo agradezco, Irina.
-Carlota es genial.
-Ella tiene un don...
-Sin ti no lo haría bien. Cuídala mucho.
-¿Puedo preguntar?
-Mauri ¿platicamos en Helsinki?
-Claro, cuando sea posible.
-Dile a tus alumnos que no vuelvan a preguntar sobre Jiry.
-¿Por qué harían eso?
-Porque en Finlandia no tendrás oportunidad de explicar nada.

Maurizio no supo cómo tomarlo y calló por precaución, así que pensó que tenía sentido la conversación entre Carlota y Alisa. En el debate entre el desagrado y la confusión, ganó lo último y acomodó el broche del pelo de su estudiante.

-Es para que te veas bonita.
-Oh, bien.
-Niña Liukin ¿cómo te sientes?
-Estoy que tiemblo, Maurizio.
-Recibe a tus amigos.

La joven giró sobre sí y estrechó a Judy Becaud y Anton Maizuradze con gran energía.

-¡Estoy tan feliz por ti!
-Me vas a hacer llorar, Judy.
-Perdona, Carlota. No te arruinaré el maquillaje.
-¿De qué hablas?
-Creo que estoy más nerviosa que tú.
-Viniste a verme, te quiero mucho.
-Igual yo a ti.
-Irina acaba de ir por su premio... ¡Anton, te encargo muchas fotos!

Carlota no contuvo su creciente incredulidad y antes de salir al público, apretó a Maurizio Leoncavallo en gratitud.

-Es nuestra medalla de Bompard y te la debo - confesó la joven.
-¿Por qué? Tú patinaste.
-Alguien me dijo que siempre quisiste ganarla.
-¿Karin?
-Katarina te la quería regalar pero no pudo.
-Nunca se lo comenté, Carlota.
-¡Estoy tan ....!

La joven Liukin no completó la frase porque se escuchó una estruendosa ovación que por poco le causaba dolor en los oídos. El anunciador pronunciaba:

-Mesdames et monsieurs: Gold medal, médaille d'or et représentant la France.... Carlota Liukin!

Ella saltó a la pista sin saber si se conmovía o se carcajeaba y la alfombra le parecía muy suave aunque le preocupara que sus cuchillas se maltrataran. En la cortinilla televisiva, su nombre aparecía con letras doradas y ella saludaba al auditorio aunque se aproximó a Alisa Drei y a Irina Astrovskaya, cada una en su lugar, para decirles que se sentía feliz por ellas. La chica trató de reprimirlo pero al final saltó al podio con los brazos en alto y miró a los bordes porque la comitiva con los reconocimientos estaba lista. Pasquale Zazoui, presidente de la Federación Francesa de Deportes sobre Hielo estrechaba la mano de Maurizio Leoncavallo por el gran resultado de la prueba femenil y tres voluntarias, vestidas de blanco y azul, salían con arreglos florales y una caja de madera que al ser abierta, descubriría las preseas. Zazoui caminó detrás de ellas poco después.

-"Entregando los premios está el titular de la federación francesa. Seguramente se encuentra satisfecho por este torneo y sólo queda felicitar a Carlota Liukin por el trabajo que realiza, Paloma".
-"Maurizio está emocionadísimo".
-"Está realizando algo fantástico con Liukin a pesar del escasísimo tiempo juntos".

Carlota Liukin abrazó a Zazoui luego de que éste saludara a sus compañeras de podio y era notoria la alegría en ambos. Maurizio Leoncavallo sabía que habían complacido al jefe y cada entrada pagada al Trofeo Bompard había valido la pena.

En las pantallas gigantes aparecían los rostros de los invitados especiales como Laetitia Casta y Gérard Dépardieu, que al imitar a Carlota como Anna Karenina, despertó un colectivo ataque de risa.

-Supongo que lo hice bien - comentó ella.
-Precioso - respondió Zazoui.
-¿Por qué no nos han puesto las medallas?
-Hay alguien interesado en hacerlo.
-¿Quién?
-Una persona a la que sacaste de la oficina. Aquí viene.

Un sonido de trompetas hizo que ella girara hacia el sitio donde Maurizio Leoncavallo se hallaba y distinguió una gran silueta que cortésmente le dirigía la palabra luego de hacer lo propio con Judy Becaud y compañía. El auditorio se mantenía expectante y ella trataba de adivinar quien la visitaba.

-Mesdames et monsieurs: Le Président de la France, Jacques Chirac.

Una ronda de aplausos y una espontánea solemnidad se apoderaron de la atmósfera al reaccionar Carlota Liukin con sorpresa tal, que había cubierto su abierta boca con la mano derecha.

-Cálmate, niña - decía Irina Astrovskaya con la voz atorada entre los dientes.
-Nunca pasa esto. Bueno, es la primera vez en un Grand Prix. - notó Alisa Drei.

Jacques Chirac caminaba hacia las ganadoras con aparente timidez, con un poco de lentitud. Parecía que tenía intenciones de intervenir en una conversación sin abandonar su autoridad aunque saludara amablemente a Pasquale Zazoui poco después y le reconociera "un buen trabajo" al frente de la Federación Francesa de Deportes sobre Hielo.

-Un placer conocerla, mademoiselle Liukin. Me han informado que usted mantiene al país pendiente de sus competencias y vine a constatar la razón. El talento que ha demostrado justifica el interés.
-Muchas gracias, señor presidente.
-He oído bastante estos días de que necesita el pasaporte y algunos documentos para asegurar su representación nacional. Instruí al Ministro del Interior al respecto y acabo de firmar su naturalización, mademoiselle Liukin.
-¿Es en serio? No he hecho un trámite...
-El agente Maurizio Maragaglio me recordó que le debía un favor.
-¿Él?
-No podía cometer una torpeza burocrática y permitirle al gobierno ruso hacer un ofrecimiento para usted.
-¿Rusia?
-Benvenue en France, compatriote admirée.

Carlota no se reponía de la impresión y deseó meterse en la cabeza de Maragaglio para encontrar qué clase de asuntos poseía, ocasionando que alguien importante como un presidente tuviera una deuda que pudiera pagarse con tales papeles, saltándose solicitudes, ventanillas o entrevistas con agentes de migración. Aun más llamativo el hecho de que Maragaglio le había realizado un segundo favor a ella así que alguna intención existía y tal vez no era la mejor... ¿O sí? Carlota comenzaba a comprender que la ayuda desinteresada era escasa y que a lo mejor estaba metida en un gran problema y no sabría salir.

-Mesdames et monsieurs: Les mèdailles! - prosiguió el sonido local y las jóvenes voluntarias se colocaron frente a las patinadoras con la caja de madera abierta.

-Troisième place, médaille de bronze et représentant la Finlande: Alisa Drei! - declaró un improvisado presentador cerca de un palco de transmisiones y los aplausos se antojaban contenidos, aunque no forzados. Alisa recibía un ramo de flores rojas de manos de Pasquale Zazoui y su presea le era colocada por Monsieur Chirac, mismo que le daba la mano sin pronunciar más que la palabra "félicitations".

-Deuxième place, médaille d'argent et représentant Tell no Tales: Irina Astrovskaya! - Carlota Liukin no pudo evitar juntar su cabeza con la de su compañera y abrazarla por la emoción de tenerla al lado, compartiendo un momento especial. Eran la heroína y la novata emocionando a la audiencia.

-Molodyets, molodyets! - repetían los admiradores rusos y los tellnotellianos presentes gritaban que amaban a Irina, que era la campeona en sus corazones.

La joven Liukin aplaudía durante el segundo previo a que el anunciador no fingiera su felicidad y en el graderío se presentara un nuevo estallido de júbilo, razón que la asustaría un poco y la obligaría a salir de su ensueño.

-Première place!... Médaille d'or!.... Et représentant la France!... Notre belle patineuse, Carlota Liukin!

La multitud reaccionaba con un estruendo furioso, como si se hubiera ganado una enorme batalla. Papelitos azules y rojos caían por todos lo sitios, los silbatos y cornetas no paraban la algarabía y Jacques Chirac la tomó de nuevo de las manos.

-Félicitations, mademoiselle Liukin!
-¡Muchas gracias, señor presidente!
-Le hago entrega de su medalla y le deseo mucha suerte en el equipo nacional. Ha hecho un buen trabajo hoy.

La joven inclinó su cabeza unos segundos más tarde y una pesada presea dorada comenzó a decorar su pecho con singular fulgor. El público levantaba sus arengas una vez más y ella recibía sus flores de parte de Pasquale Zazoui, quien le apretaba la mano derecha.

-Le voy a decir a Maurizio que trabajen más esos saltos, niña.
-¡Claro, jefe!
-Recuerda que Tatiana Tarasova te recibe el próximo año y no quiere estarte corrigiendo. Aplícate, por favor.
-¡Por supuesto, monsieur Zazoui!

La chica hizo una especie de saludo militar para acatar esa orden y lo vio hacerse a un lado junto a Jacques Chirac cuando volvió la calma. La ceremonia del himno comenzó y se entonaba la Marsellesa con devoción y respeto.

Mientras tres banderas se izaban frente a sus ojos, Carlota Liukin se llenó de un sentimiento de satisfacción que no recordaba de algún momento pasado. Le llenaba de orgullo ver los colores franceses, le agradaba que le nombraran compatriota en vez de originaria de otro lugar. Pero no era simple. Al mismo tiempo, el amor por su tierra le volvía imposible ignorar sus tardes en la campiña, sus días de playa, su barrio Centre, sus festivales, sus sueños de representar aquél país en África de donde provenía su familia y había conocido la felicidad. El ver los dos lábaros por lo alto aun era confuso así que le cantaba a ambos con idéntica intensidad.

Desde lo alto del podio, Carlota Liukin pudo ver un poco del mundo. Todo se había hecho un poco más pequeño, acogedor. Sus brazos se elevaban en victoria con una nueva lluvia de papelitos dorados y las luces azules convertían el panorama en algo más bello, aunque fuera por un breve instante.

A la distancia, Maurizio Leoncavallo se dedicaba a aplaudir mientras Maragaglio le pedía a los organizadores que no tardaran tanto con las fotos oficiales y el encuentro con la prensa. Amy audicionaría en el ballet en una hora exacta y ni en Tell no Tales o en Francia, Carlota Liukin se daría el lujo de faltar o de no apoyarla.