sábado, 23 de febrero de 2013

Viviendo en 1984


Ana Porgras / B. Sohwall ©

Inspirado por George Orwell

Cada vez que Bérenice pasaba enfrente del buffet de comida china en la avenida Gardel, una sensación de hambre insaciable le invadía y se introducía en el local junto con los Rostova, mismos que recibían generosos descuentos por parte del señor Feng por hacerlo famoso. Inclusive, Matt abandonaba su talante estricto y no ocultaba su preferencia por un guiso de calamar con brócoli al que inundaba con salsa siracha.

A Bérenice sin embargo, no le interesaba tanto el sabor de la comida, sino la abundancia. Le llamaba la atención que en la Tell no Tales del Gobierno Mundial hubiera prosperidad y que la gente pudiera determinar su dieta, en contraste con la Tell no Tales del espejo en la que aún había secuelas de guerra y todo lucía muy triste.

-"¿Por qué los dejan ser fuertes y felices? ¿Por qué a nosotros nos negaban todo?" - pensaba a menudo mientras se detonaban un montón de recuerdos deprimentes. Por ejemplo, sus padres:

Bérenice era hija de Micaela y Roland Mukhin, que eran nada menos que los Gabriela y Ricardo del espejo, sólo que vivían en un apartamento diminuto y sin comodidades, tenían empleos previamente asignados por una cosa llamada "Pacto" y normalmente su salario era bajo y recibían cupones canjeables por pasta de dientes inconseguible, jabón tan duro como la roca y atuendos que más bien parecían uniformes. Micaela en especial portaba vestidos de franela gris, que a menudo remendaba antes de colocárselos e irse a trabajar en una oscura fábrica de cajas. Su padre siempre vestía de azul, cosa que indicaba que laboraba en un criadero destazando pescado, pero por alguna razón, nunca había tal alimento en la casa de una familia común. También recordaba que su hermano mayor, un diablillo llamado Andreas, portaba una camisa verde de tono horrible y un pantalón visiblemente más amplio que el resto de los niños. Su madre a menudo comentaba que el chico iría a la Fuerza Aérea y por eso el Pacto les "honraba" con prendas un poco más resistentes. Entre los vecinos, un niño con uniforme verde infundaba respeto y su familia dejaba de ser vista con conmiseración entre los obreros.
Bérenice sólo los escuchaba decir que Andreas había sido escogido para ser un héroe, lo que significaba que los Mukhin eran mejores ciudadanos que el resto.

-"Lástima por el pobre Kuragin" - musitó una mujer obesa a la que nadie, salvo la niña Mukhin, escuchó.

Kuragin era otro recuerdo, pero más difuso. En alguna época, Bérenice había tenido un hermano menor, pero el Pacto se lo había llevado un junio. En casa, nadie parecía acordarse del niño, salvo Micaela que colocaba una silla extra a la hora de la cena. No se sabía que había sucedido con él.

Inmediatamente después, Bérenice retornaba a sus pensamientos sobre la ropa. Durante su primer año escolar, ella había portado un uniforme de pantaloncillos cortos y playera caqui, sombrero y una pañoleta roja. Indudablemente, eso volvía a generar la envidia social porque el atuendo indicaba que podía ser una gran científica. Pero aquél futuro acabó poco después, cuando los Mukhin recibieron una carta del Ministerio de Deportes que contenía cupones para adquirir gratuitamente la indumentaria de entrenamientos. Bérenice había sido seleccionada para ser gimnasta.

-"Excepcionales noticias: el Ministerio de Deportes y el Pacto Unificado del Gobierno Mundial te han considerado para ser parte del equipo nacional de Tell no Tales. Eso significa que defenderás la bandera con los más altos estándares de disciplina y serás el ejemplo a seguir de muchos ciudadanos. Nuestra misión concreta es convertirte en la próxima Liudmila Tourisheva".

-¡Tourisheva! ¡No es cualquier cosa! - exclamó Micaela - ¡A las pocas niñas que reciben el sobre les dicen que serán la nueva Nelli Kim! ¡A Bérenice le darán algo mejor!

El comentario no era tan trivial. Como Nadia Comaneci no existía en la Tell no Tales del espejo, la referencia máxima de perfección era Liudmila Tourisheva, ganadora de un medallero infinito y heroína del país. Tourisheva había sido formada bajo una disciplina extremadamente dura y era la imagen del régimen, a tal grado que la ahora mujer aparecía en los discursos, celebraciones y campañas promoviendo algo llamado "disciplina progresista", que por supuesto, no existía para los obreros.

Dentro de los cambios en la vida de Bérenice a partir de la carta estaba la alimentación. La niña cambiaría el guiso de habas que le correspondía por una dotación diaria de frutos secos y semillas, cinco cartones individuales de leche de vaca o de cabra, verduras cocidas de vez en cuando, pan negro y tripas de gato*. Aquél menú despertó la envidia de Andreas, que a diario ingería un plato pequeño de sopa de lentejas con espinacas crudas y una ración de pollo una vez por semana, además de fruta los domingos y un botecito con yogurth aguado; pero más tristeza daba la comida que le tocaba a Micaela y Roland ya que al ser simples trabajadores sólo tenían derecho a harina de maíz con agua y una porción semanal de zanahoria o calabaza crudas.

Aún así, la niña Mukhin sólo manifestaba preferencia por los arándanos y las almendras. La leche era agria, el pan era rígido y además, su hermano siempre le arrebataba sus verduras; pero la peor parte eran las tripas de gato. Bérenice las odiaba porque estaban hervidas y se servían junto con el caldo resultante, pero el olor era espantoso y aunque no llevaba sal o condimentos, el sabor resultaba repugnante. Andreas le golpeaba las piernas antes de quitarle el plato y sus padres no intervenían, ya que el muchacho ante el régimen tenía preferencia y podía tomar lo que gustara con tal de volverse fuerte. La niña siempre quedaba con hambre y se le formaba un hueco que no podía llenar cuando comprobaba que Andreas también hurtaba su almuerzo para el receso. Lo malo era que una gimnasta tenía prohibido llorar o quejarse y Bérenice la pasaba mal con su entrenador, mismo que la trataba con crueldad y acostumbraba darle palizas desde el primer encuentro; todo fuera por obtener el éxito. Por eso, a Bérenice se le quedó grabada la ocasión en que una pequeña cayó de las barras asimétricas durante un entrenamiento grupal y se rompió la rodilla izquierda. Los profesores no la auxiliaron y comentaban fríamente que esa alumna no pasaría de ser una Yelena Naimushina cualquiera, es decir, una simple miembro del equipo si corría con suerte y cuando mucho ganaría una o dos medallas de plata o bronce en toda su carrera. Mientras las compañeritas continuaban practicando con normalidad, Bérenice detuvo su tanda en la viga de equilibrio y se aproximó a ayudar a la pobre desafortunada, que comenzaba a gimotear de dolor. No imaginaba porqué, pero a la chica Mukhin le parecía que su madre habría hecho lo mismo y con el mayor cuidado posible, levantó a la herida y la llevó a la enfermería. Ese gesto provocó dos cosas: la primera fue una mirada agradecida de parte de la desconocida chiquilla, que en la espera por el médico le había dicho que se llamaba Émilie Dufournet (esta última era la Amy del espejo) y la segunda fue que su maestro notificó el hecho a la fuerza pública porque en Tell no Tales nadie ayudaba a los caídos. Dentro de la filosofía del Pacto, un error equivalía a debilidad y un ciudadano debía arreglar todo solo. Hacer lo contrario era característico de los traidores. Esa misma tarde, los Mukhin recibieron la visita del Comité de Vigilancia y un montón de cámaras captaban lo que sucedía en su apartamento. Curiosamente, la mirada de Micaela se tornó satisfecha.

En aquél instante, Bérenice captó que su madre era una mujer muy original, lejana de las otras señoras que sólo seguían los lineamientos de Pacto y criaban hijos de agresividad mostruosa. Lo comprobó cuando Andreas le lanzó un proyectil de papel con su resortera. La mujer tomó el juguete y golpeó al chico en la mano, el cuello y la cara con tres balines, además de decirle:

-Con los demás puedes hacer lo que gustes. En tu casa no tienes derecho a arrojar cosas, menos a tu madre.

"Menos a tu madre" ... Esa frase era revolucionaria. La niña tenía la certeza de que en el mundo nadie había dicho algo parecido y los vigilantes que los filmaban tampoco.

¿Qué significaba "madre"? ¿Por qué el vocablo parecía inspirar un límite y a la vez una especie de respeto? Lo que quedaba claro, era que el nuevo concepto era poderoso. Andreas había bajado la cabeza, como aceptando su culpa y a partir de entonces, sus maldades se vieron reducidas a fastidiar a su hermanita en secreto. Al jovencillo le daba vergüenza portarse mal en la mesa o contestarle groseramente a Roland, que una vez descubierto el punto débil de su hijo había acuñado un término: "padre". Aunque Bérenice continuaba quedándose hambrienta, se contentaba con saber que su apartamento era un lugar mucho más tranquilo y que su madre había comenzado a frotarle los moretones con agua fría, como si intuyera que así se desinflamarían un poco. Esa misma noche, Micaela descubrió que los zapatos de Andreas estaban rotos y en un acto insólito, arrancó las suelas de su propio calzado y las surció al del chico, como si prefiriera andar descalza en lugar de él.

Los Mukhin eran más risueños en comparación con lo demás y como no podían describirlo, al cabo de unas semanas, apareció una nueva palabra: felicidad y más tarde otra: ingenio. Ésta última asustaba un poco ya que se refería a hacer algo diferente. Micaela había forrado una caja con papel encerado y papel aluminio obtenidos del depósito de pescado. Acto seguido, revolvió el harina de maíz con menos agua de la acostumbrada y formó una especie de masa a la que dividió en esferas y aplanó antes de introducirlas en la caja, asimismo abrió la ventana y sacó todo a la intemperie. Cuando Andreas y Bérenice arribaron del colegio, descubrieron que su madre servía una especie de panecillo al lado de las verduras cocidas y las lentejas. Como el harina rendía más, la mujer le compartió el descubrimiento a las vecinas, que comenzaron a imitarla.

Fue ahí cuando la policía decidió pedir asesoría. Con la certeza de que el compartimiento de los Mukhin era una anomalía, se citaron a los mejores psiquiatras de Tell no Tales, pero eran incapaces de dar un diagnóstico sin utilizar el término "pensamiento equivoco", así que debían recurrir a la observación de algún "disidente del Pacto", descripción de los elementos que unían países al Gobierno Mundial después de derrocar a los escasos gobiernos independientes que quedaban. Los disidentes del Pacto eran personas muy conocidas y ocasionaban reuniones en plazas públicas, donde eran vitoreados. El más importante era un tal Elijah Maizuradze, que aseguraba conocer el mundo entero y que solía arrestar a disidentes verdaderos. Para encubrir la misión, se publicó en el periódico que el tipo haría una visita oficial a Tell no Tales la semana siguiente.

Curiosamente, Bérenice no evocaba esos días, pero sí la noche anterior a la congregación de la plaza, cuando su madre le anunció a la familia que no asistirían a aquél evento. La niña se sentía más vigilada que de costumbre y pronto tuvo la impresión de que alguien respiraba cerca de su cabeza.

-Las visitas inesperadas nunca son gratas - pronunció una voz que provocó que Bérenice se levantara aterrada de la mesa y su madre la apretara contra sí.

-Sepárenlas - ordenó la voz. Acto seguido, varios polícias y el Inspector rodearon el comedor.

-Los abrazos son malos, causan una cosa llamada "afecto". Eso es inconveniente.
-¿Por qué? - inquirió un agente novato.
-El afecto hace que los civiles se ocupen de otros. El Pacto no puede funcionar si los ciudadanos no se preocupan solamente de sus labores individuales.

El hombre que señalaba tales cuestiones era ídolo de Andreas, que se apresuró a decir que colaboraría con lo que fuera necesario.

-Dejen ir al chico - ordenó el hombre - Es un ciudadano ejemplar aunque es ... sensible. Se le quitará en la Fuerza Aérea.
-¿Ahora cómo coopero?
-Este crío es estúpido. Lárgate.

Andreas se marchó enseguida, gustoso de salir librado del delito de "disidencia" del cual, los otros tres seguramente eran culpables.

-Arresten al ciudadano Roland Mukhin por desafiar a la autoridad y a Micaela .... ¿Cuántas veces se salió del molde esta mujer? Hacerse llamar madre es manifestar que el Gobierno Mundial no tiene autoridad sobre usted, felicidad es decir que su papel en el régimen no le interesa y el ingenio ... El ingenio es el peor de los delitos ¿Hornos de cartón? ¿Bizcochos de harina para que no supliques por más comida cada mes? ¿Reemplazo de suelas? ¿Curaciones? ... El peor de los delitos no es la traición. El ingenio es el verdadero enemigo.
-¿Es tan peligroso? - preguntó el policía novato.
-¡El ingenio se pega, idiota! Si la masa comienza a pensar en variantes, el régimen, nuestros empleos y el mundo se colapsarían. El ingenio obliga a largo plazo a exigir más y destruye la dinámica social porque la masa descubre que puede eliminarnos cuando quiera. El Pacto no admite a criminales ingeniosos, ni solidarios.... Esta mujer es la traidora más peligrosa de todas las que hemos visto. Mátenla.

Bérenice no comprendía que era matar, pero por el rostro de Micaela, intuyó que se trataba de dejar de existir. Con Kuragin habían señalado algo similar y con tal de liberar a su madre (liberar también era algo nuevo en la cabeza de la niña) se le ocurrió golpear a un oficial en la cara. El hombre que daba las instrucciones respondió con un empellón y entonces se le ocurrió algo:

-Mejor dejen a la mujer viva para que vea lo que su rebeldía provoca. Arresten a la niña y ejecútenla públicamente. De todas formas, sólo sirve para comer tripas de gato.
-¡Esperen! ¡No le hagan daño! ¡Les doy lo que gusten pero déjenla sola!
-¡Callen a su madre, por favor!
-¡Haga lo que guste conmigo, pero déjela ir!

Bérenice entonces vió como su madre posaba su rodillas en el suelo y escurría agua por sus ojos. La pobre Micaela prácticamente se arrastraba cada vez que el desconocido daba un paso.

-Lo que suceda con esta criminal es culpa tuya, niña tonta - Resolvió el desconocido mirando a la pequeña - Podría despedazar a tu madre si así lo deseara y obligarte a ayudarme. Tal vez así aprenderías a nunca hacerle caso a gente como ella... Lo peor es que no serviría de nada porque Micaela es muy molesta, es de esas que siempre tienen algo que decir.
-¡Déjela marcharse! - gritó la madre.
-¿Tú vida o la de ella, Micaela Mukhin?
-¿Qué cree?
-No serías capaz.
-Si Bérenice muere ¿Quién será la nueva Liudmila Tourisheva?
-No está haciendo un buen intercambio.
-Qué equivocado se encuentra.
-Ya oíste, chiquilla. Es tu día de suerte. Fusilen a la madre cuando llegue a la estación.

Bérenice figuró que cualquier respuesta que saliera de Micaela de todas formas llevaría a la muerte de esta y por eso optaba por la brevedad del trámite; así que contempló como la policía la levantaba para llevársela. Llena de un sentimiento cuyo nombre desconocía, la delicada niña se abalanzó sobre el desconocido ante el gesto aterrado de la madre. El tipo entonces jaló el cabello de la chiquilla y la lanzó al suelo.

-Yo me encargo de ella. Retírense con la criminal.

El escuadrón salió en silencio para no alterar el orden y el desconocido puso el cerrojo.

-¿Sabes quién soy, estúpida?
-El que matará a mi mamá.
-Hasta usas contracciones, qué mal.

En las escaleras, Micaela pareció reaccionar y se alcanzó a escuchar como suplicaba que no abandonaran a Bérenice con el hombre de las instrucciones.

-Ah, los gritos ¡Son una música fantástica! ¡Tu madre sabe cómo debe cantar!
-Ella no canta.
-Idiota ¿No entiendes el sarcasmo? ... No, no sabes de que te hablo, los civiles son limitados, tu familia muestra trazos de inteligencia pero ...
-¿Pero qué?
-¿Alguien te pidió que abrieras la boca? Eres más tarada que tu madre.
-¡Cállate!

La niña recibió una cachetada y el sujeto volvió a tomarla del cabello.

-¿Cómo te atreves a gritarle a un héroe?
-Usted no es un héroe.
-Al parecer la educación del Pacto se deteriora ¿Quién demonios soy? ¿Sabes mi nombre? ¿Mis triunfos? ¿Eh? Tu cabeza - presionándola fuertemente - no funciona para darte el dato.
-¡Si sé como se llama! Lo sé.

El sujeto la sentó en una esquina y la niña se cubrió la cara.

-Usted es Elijah Maizuradze, un perdedor.
-¿Qué has dicho?
-¡Eres un papanatas!
-¿Crees que no tengo poder?
-¡Creo que es un cobarde!

Pero el terror hizo presa de Bérenice inmediatamente. El hombre procedió a azotarla contra la pared y la pateó en el estómago.

-¿Cuántos años tienes? ¿Doce o trece? Qué rayos importa, vas a conocer a un hombre poderoso.

Él le propinó más puntapiés al debilitarla, la tomó como si fuera una marioneta y se encerró con ella en la habitación que le pertenecía a esta, arrancándole la ropa antes de morder su boca. La chica no paraba de sentir la humedad de sus ojos y experimentó una humillación tal, que deseó estar muerta. Elijah la violó repetidamente y la echó desnuda a la calle en la madrugada.

Bérenice no se acordaba de cuánto tiempo había pasado deambulando antes de hallar abrigo en un suéter azul derroído. Sólo tenía consciencia de que no había parado hasta que llegó a una avenida solitaria, llena de desperdicios en las banquetas. Tampoco se encontraba en su memoria el llamado de auxilio que le hizo a un joven que pasaba y que la sostuvo para evitarle una caída fuerte; pero sí tenía fijo en la mente que el nuevo desconocido llevaba puesta una bata blanca con el escudo de la Escuela de Medicina.

-¿Qué te ha pasado? Cuéntame para que pueda ayudarte.
-¡No me toque!
-Tienes golpes muy profundos, tengo que revisar.
-¡Aleje sus manos!
-¡Sólo voy a darte un diagnóstico!
-¡No!

Pero el médico logró observar parte del interior de los muslos, percatándose de una fuerte rozadura. En el rostro de la niña también se notaban marcas y algunos mechones del cabello estaban sueltos.

-¿Quién te trató así?
-Me duele.
-¿Qué te molesta?
-Abajo.
-¿Qué zona?

Bérenice no quería decirlo.

-No podré hacer nada por ti si no me indicas en dónde sientes dolor.
-En mi ... mi ...
-No tengas miedo, te sanaré.

La pequeña miró a los ojos al doctor, mismo que se sorprendió un poco por un instante.

-¿En qué lugar te duele?
-En mi ... mi ... Mi vagina.
-Tengo que verla.
-¡Se lo pido, no haga eso!
-No te lastimaré.
-¡Deme una pastilla para que se me pase!
-¡Si no te reviso, no sabré cómo proceder!
-¡No se atreva!
-No es lo único que hay que examinarte ¿Cómo perdiste cabello y cómo te heriste la cara?
-Me dieron una tunda en casa.
-¿Y por qué tienes molestias en la vagina? ¿Alguien te tocó?
-No.
-¿Entonces? ¿Huiste y en la calle te molestaron?
-No.
-Lo haré más fácil: Entre tus piernas hay mucha irritación y un poco de fluido. Dudo que te hayas causado eso y si el líquido es lo que yo creo que es, tendré que reportarlo con la policía.
-¡No me lleve con ellos o me van a hacer algo!
-¿El responsable trabaja en la fuerza pública?
-Lo conocen.
-Con mayor razón debes dejarme actuar rápido. Sólo usaré un espejo y una lámpara, traigo guantes y si me veo en la necesidad de palpar, te avisaré y tu decidirás si me permites o no ¿Estamos de acuerdo?
-Me estaba saliendo sangre hace unas horas.
-Entendido. Recuéstate y separa los muslos, trataré de no causarte más daño.

Bérenice lagrimeó aún más cuando siguió la indicación. El médico no tardó más que dos minutos y la contempló con asombro y pánico.

-¿Cómo estoy? - preguntó ella.
-Tienes un desgarre.
-¡Maldición!
-Hay que limpiar la zona y suturar.

El hombre se retiró la bata al notar que la chica tenía frío y la cubrió cuando ésta escondía la cara entre sus palmas.

-Alguien te agredió ¿verdad?

La chica sollozó fuertemente.

-¿Tienes a dónde ir?
-No.
-No te angusties ¿Te parece bien si te llevo al hospital? Te atenderán solamente mis compañeras y cuando te sientas mejor veremos qué hacer.

Ella asentó y con dificultad se puso de pie. El viento le hacía sentir frío en las pantorrillas pero era reconfortante en medio del horror, como si hubiera sobrevivido. Bérenice no tardó en leer el nombre del médico, minuciosamente bordado en la bata.

Ese era Matt.




*La expresión "tripas de gato" se refiere en el slang gimnástico a una frase dicha por un fanático del equipo estadounidense de gimnasia: 

"Las chicas americanas entrenan con todas las comodidades, en cambio, las rumanas comen tripas de gato y ganan"

Al principio se tomó como una ofensa del tipo económico, pero poco después los admiradores de las rumanas adoptaron el mote de "triperos" dándole la connotación de fuerza y éxito a una escuela de gimnasia conocida por operar con bajos recursos. De hecho, la imagen en la parte superior es el retrato de una atleta rumana.

En el cuento, tripas de gato se utiliza sólo para señalar fortaleza.

miércoles, 13 de febrero de 2013

La revolución en el cielo (Oda a los regalos, último episodio)


Franz De Patie paseaba por Tell no Tales cuando se encontró al viejo del muelle sentado en una banca del parque.

-¡Franz! Era hora de hablar contigo.
-Buen día.
-Supe que estabas buscando algo qué hacer.
-La investigación del barco se ha detenido y el semestre aún no inicia así que estoy desocupado.
-Supe que tuviste un debate muy fuerte esta mañana en un foro astronómico con un tal profesor Rotzank.
-Es lo que sucede cuando se plantea que la religión y la ciencia no pueden estar peleadas.
-Esos ateos piensan que creer en mí es una muestra de ignorancia.
-Rotzank me cae bien, es un hombre muy centrado. Creo que es el tipo más inteligente que conoceré en mi vida.
-Aunque tuviste razón en recordarle que aún no puede explicar el origen de la materia.
-Él tiene una teoría muy buena ¿Es verdad que este universo se formó a partir de otro que se contrajo y explotó?
-No voy a contestarlo.
-¿Por qué lo reserva?
-A los hombres se les olvida que pueden explicar los fenómenos, pero nunca llegarán a crear una realidad como esta aunque descifren los secretos, como la evolución.
-Somos imagen y semejanza.
-Imagen y semejanza no significa "iguales", no seas tonto.

Enfrente, pasaron algunos jóvenes que disfrutaban la licencia escolar y aprovechaban el tiempo libre haciendo carreras en patines o yendo al cine. Muchos portaban playeras parodiando a Cristo y sus milagros, como el del agua que se convirtió en vino. Aquella moda parecía aumentar en popularidad y las tiendas recibían nuevas prendas cada semana.

-Antes existía el temor a Dios, ahora se burlan de mi hijo con naturalidad.
-No estaría tan seguro.
-Sé que para ti estas cosas ayudan para propagar la buena nueva.
-Jesucristo tiene una imagen jovial, además de un humor todavía más raro.
-Algunas cosas se pegan de convivir con la creación, De Patie.
-¿Por eso usted ha vuelto?
-Siempre dije que soy un Dios celoso y exigente.
-Eso ha cambiado.
-Porque han comenzado a verme como un "amigo". Es más extraño el hombre que su creador.
-Edwin me dijo algo parecido.
-Ese torpe ángel de hijo que no se corrige ni con una reprimenda mía.
-¿Ahora qué hizo?
-Temo perder a ese cabeza hueca porque Bérenice lo ha cegado y ha cometido un par de pecados graves que me tienen disgustado.
-Algo me contó cuando conversamos hace dos días.
-No me gusta que mis ángeles se relacionen con mujeres porque inevitablemente se acaban enamorando de ellas y después no se resignan al rompimiento. Bérenice es la primera en saber que no lo ama.
-No tengo nada que opinar.
-Porque tú no tomaste a una chica llamada Casey cuando eras joven.
-Pude ser como el resto pero respondí a tu llamado.
-Te llamaste solo.
-No digo más.
-De todas formas no quiero conversar contigo sobre bobadas.

El anciano tomó el termo a su costado y sirvió café en un vaso desechable, mismo que extendió a Franz y este último no lo rechazó aunque no tenía ganas de probarlo.

-Qué amable.
-¿Te han llegado las noticias?
-Las del periódico y algunos rumores de la pandilla Rostova pero no hay novedades.
-Qué lástima que te enteres por mí y no por quiénes deberían informarte.
-¿Qué ha pasado?
-El titular de mañana vendrá del despacho de Roma en pocas horas. Ve haciendo tus maletas.
-¿Y eso?
-El Papa ha renunciado.

Franz De Patie miró atónito al viejo y después exhaló con cara de pocos amigos. En ese instante, él mismo comenzó a formularse varias preguntas, pero optó por no despejar las dudas.

-Conversé largamente con mi hijo sobre este asunto y no estoy de acuerdo; pero el muchacho tiene razón y es su iglesia. Admito que soy conservador y preferiría la experiencia en el sucesor pero él considera que es hora de un reformador... Tu entenderás mejor, no tienes cincuenta años siquiera.
-Cristo no designa a los papas.
-A este sí. El mundo ha cambiado mucho y la modernidad se ha convertido en exigencia.
-¿Qué ha pedido?
-Un hombre de mente abierta. Me ha dejado entrever que no aceptará a un cardenal. Afirma que la gente está harta de esos vejestorios prejuiciosos y se ha inclinado por elegir a un inexperto educador sin posesiones o reconocimiento.
-Es una buena idea.
-No lo será para ti.

De Patie continuaba incrédulo, pensando en que si existía una intervención divina, era porque algo grave había sucedido.

-¿Por qué ha dimitido León XIII? - preguntó bruscamente.
-Por no afrontar el reto de limpiar la iglesia. Un hombre como él no sirve de nada.
-¿Tu hijo se ha molestado tanto?
-Más me disgusta el sustituto. Hombre de poca fe y ambiciones nulas.
-¿Un escéptico?
-Tiende a ello.
-Suena mal.
-Pero le doy crédito en pensar que la iglesia debe volver a patrocinar las ciencias y el arte. Cuando la curia romana dejó de interesarse en el progreso, los enemigos de mi hijo comenzaron a propagar la idea de que el Vaticano sólo vivía de la ignorancia. El mundo se tragó la mentira y los curas no han hecho nada para revertirlo; al contrario, han encubierto delitos muy graves .... Yo mismo me he hartado de eso.
-¿Y el futuro Papa combatirá la corrupción?
-No hay agallas en ti, Franz. Deberé confiar.
- Ahora ser católico es un acto rebelde, es oponerse a las reglas.

El anciano dirigió sus ojos al cielo.

-¿En serio crees que este despistado dirigirá tu ministerio? - exclamó. A su lado, Franz miraba las nubes sin motivo.

-El cónclave iniciará hoy mismo pero no te preocupes, niño. Te abriré el camino.
-Gracias por facilitarme el viaje, no tengo dinero ahora.
-Eres un poco ... Mejor omito el comentario.
-¿Hay algo que no he comprendido?
-Nada has captado.
-Discúlpeme.
-Las indirectas no se hicieron para ti.
-A veces no las detecto y otras simplemente no sé ni de lo que me hablan; las claves funcionan mejor.
-¿Te reunirías con rabinos, ayatolas, eruditos y gente común?
-Mmh .. Sí, es muy ilustrativo.
-Si tuvieras el poder de mandar ¿Qué te atreverías a hacer?
-Nunca he pretendido ser importante y quizá por eso sólo soy un cura que no oficia misa. Sé muchas cosas pero no intervengo y cuando pretendo hacerlo me doy cuenta de que no vale la pena.
-Por una vez piensa como líder.
-Si me permite las suposiciones, yo ordenaría una auditoría urgente y contrataría personas ajenas al Vaticano para realizarla; expulsaría a los encubridores de pedófilos y encarcelaría a estos últimos sin dudarlo un poco. Hay cosas que sólo deben arreglarse con las autoridades civiles... Mi sueño es que los feligreses vieran sus diezmos invertidos en proyectos tangibles: bibliotecas, laboratorios, caminos, distribución de agua, buenos cultivos, misioneros con mejores recursos para ayudarlos ... ¿Es mucho pedir una iglesia más humana?
-Son utopías, Franz.
-El Papa debería ser un hombre moderno; yo me rodearía de científicos y de filósofos para estar al tanto de las nuevas tendencias, yo usaría un teléfono celular de ser necesario, no me opongo  la tecnología si esta acerca a la gente.
-¿Cómo conciliarías la posición respecto al aborto?
-No estoy de acuerdo en la práctica; pero prefiero que sea legal a que las mujeres mueran en clínicas clandestinas.. Si se pudiera brindar a todos una mejor orientación respecto a ese tema, sé que el número de procedimientos bajaría y la natalidad estaría mejor planificada; no sé. Llevarlo a la práctica sería complicado. Todo lo que sueño necesita la voluntad que no tengo.
-No apruebo esa postura pero ¿Si te vieras obligado a tomar esas decisiones?
-Me preocuparía ser cobarde.
-Te conozco, niño. El miedo ha sido el gran problema de tu vida.
-Si tuviera la fuerza...
-No la has utilizado.
-¿Me ayudaría?
-No.
-Lo imaginaba.
-Trabaja de una vez, tienes un viaje y como te prometo ahora, te abriré el camino. Si así lo ha decidido mi hijo, le ayudaré a cumplir con eso. Salúdame al cardenal Rosetti en cuánto llegues, él te cederá su lugar.
-¿En qué?
-Ya sabrás. Vete.
-Gracias por conversar conmigo.
-Cumple con tomar tu sitio, yo te apoyaré.

El anciano observó a Franz y su sonrisa contagiosa antes de que éste se alejara. Los rayos del sol iluminaban de forma más intensa el parque.

-Hijo mío ¿Estás seguro de que esto es lo que deseas? ¿Realmente Franz es tu elegido?

El cielo se despejaba más y el parque se iba llenando de niños.

-Al menos evita que ese hombre se haga nombrar Benedicto, por favor.

El anciano sonrió antes de tomar un poco más de café. Era la primera vez en siglos que su hijo tomaba una decisión de esa naturaleza.


*El texto representa mi opinión.

martes, 5 de febrero de 2013

Un instante (Oda a los regalos)


París.

-Aquí está tu pasaporte nuevo, también el celular y un par de guantes para completar tu vestuario.
-¿Por qué los guantes?
-Hay que causar una buena impresión en tu nuevo trabajo.
-¿Qué me consiguieron?
-Se te colocó como niñera.
-Nunca me entrevistaron.
-¿Acaso necesitas contrato?
-No creo contar con experiencia para lidiar con niños.
-¿Estás jugando? Eres madre, ya sabes como se maneja eso.
-¿A quién debo cuidar?
-Buenas noticias. Nada más y nada menos que a Raluca de Mónaco, la niña que debe disimular que no tiene un céntimo y es conocida por ser insoportable.
-¿A quién se le ocurrió ponerme con la realeza?
-No te incumbe. Te esperan en la casa de la avenida George V en unos minutos. Debes llevar estos vestidos y estas cajas.
-¿Perdón?
-Tu primer encargo es conseguir las galas que lucirá la princesita en sus tertulias religiosas.
-Su familia es atea.
-Qué informada ... Pero supimos que Raluca ingresará en un colegio de monjas.
-¿Qué debo hacer?
-Te pidieron ropa de marca de la segunda mano, así que hicimos algo mejor. Re etiquetamos unos vestidos con el sello de los diseñadores que más le gustan a la familia. Apréndelos bien: traje de bautizo es Valentino, comunión de Armani y confirmación de Ungaro. En las cajas vienen las velas y coronas de flores sintéticas que aparentarán ser cortesía de Six Fifth Avenue. La bolsa contiene fresas cubiertas con chocolate que la tienda regala cuando manda cortesías.
-¿Cómo consiguieron todo?
-Tenemos personal en las firmas de moda. Aquí están los certificados de regalo para que no queden dudas. La ropa se te hará conocida.
-¿De dónde salió?
-De las cosas viejas de Carlota.
-¡¿Cómo se atreven?!
-Si Raluca necesita ropa reciclada, aprovecharemos la de tu hija para evitar que la agencia pague esta clase de cosas. Te hacemos un favor, que no se te olvide.
-Pero .. ¡Te pedí que no se metieran con Carlota!
-Con ella, no. Eso no incluye sus pertenencias.
-No pongas de pretexto ese tecnicismo.
-Si desobedeces, las consecuencias no serán amigables.
-Maldito - tomando el "encargo".
-Veo que entiendes rápido, ex amor.
-Vete al infierno de favor.
-Con gusto, sólo cumple tu parte. Lyosha* te llevará a tu destino. Adieu madame.
-Púdrete.
-No olvides tu credencial de la agencia de niñeras.

Gabriela se colgó un gafete negro con amarillo y abordó un auto oscuro. En cuanto emprendió marcha, leyó su igualmente renovado pasaporte y pasó el camino memorizando el nombre que le habían puesto, conteniendo el deseo de hacer una llamada.

-No se preocupe, le tocó un empleo ligero - dijo su chofer - En realidad, la niña no es tan mala.
-¿Qué niña?
-Raluca de Mónaco.
-Ah, cierto.
-¿Le gusta su nueva identidad?
-Me costará acostumbrarme. "Chloé Theroux" suena a un hada. Apresúrese.
-Claro.

La mujer cruzó las piernas y contempló la ciudad por la ventanilla, dándose cuenta de que nunca le parecería bella o grata.

-Llegaremos en dos minutos.
-Qué bueno que no perdemos el tiempo.
-Debería sonreír un poquito.

Gabriela se enojó con la respuesta del chofer, pero al verlo por el espejo del frente, descubrió que se trataba de un joven ingenuo que era igualmente nuevo en el trabajo.

-¿Cuándo te reclutaron?
-Hace un mes.
-Ahora trasladas a una encubierta en París.
-Quería ser un espía; me dijeron que por aquí tengo qué empezar.
-¿La KGB paga bien?
-Tengo servicio médico.

El cielo estaba nublado pero no llovía como en la mañana. Ella intuyó que la tarde sería soleada y el clima se tornaría cálido por las siguientes semanas.

-Ésta es la casa - anunció el hombrecillo al estacionarse frente a la puerta y descender abruptamente -A la agencia no le conviene una multa; disculpe que no le ayude a sostener las cosas, tengo que marcharme rápido.

Con molestia, Gabriela sujetó las bolsas y las cajas antes de ver cómo partía el jovencito. Frente a ella, había una casa cuya reja de entrada estaba abierta y la puerta principal se escondía entre unas enredaderas. Por la mirilla, un sujeto de unos ochenta años ya la observaba y ella pulsó el timbre una vez.

-Buenas tardes.
-Concédame un momento para anunciarla.
-Por supuesto.
-¿Me facilitaría su credencial un momento?
-Ah, bien.
-Entrégueme igualmente su encomienda; como entenderá, debo asegurarme de que no nos llevaremos una desagradable sorpresa.
-Me es comprensible.
-Revisaré.

El hombre cerró la puerta y caminó lentamente hacia una habitación, misma que estaba asegurada con llave. Gabriela permanecía de pie y se preguntaba por qué el anciano tardaría y quiénes estarían dentro.

Naturalmente, el viejo mayordomo realizó un par de llamadas y preparó un poco de té antes de ingresar a una sala en dónde la princesa Virginie realizaba la lectura de una novela. Por el ventanal, comenzaba a apreciarse como el cielo se despejaba.

-La institutriz se ha presentado.

Virginie cerró el libro de golpe.

-Bertrand, tome asiento.
-He traído una bebida para que este frío se pase pronto.
-Gracias.
-Hay algo que no me convence en absoluto con nuestra nueva ayudante.
-Cuénteme ¿Quién es?
-Chloé Theroux. He contactado a la directora de la agencia de cuidadoras para asegurarme de que no se trate de una impostora... Para mi pesar, es una auténtica niñera, egresada en Cuidados Maternos.
-Veremos su instrucción.
-También he visto su atuendo; seguramente consiguió un pantalón Dolce & Gabbana del mercado de pulgas y el bolso es una imitación china de Louis Vuitton que engañaría a muchos ojos expertos. Para guardar las apariencias, parece una mujer adecuada.
-¿Ha traído los vestidos?
-Es lo que más me preocupa, Virginie. Ni siquiera en eso ha fallado un poco. El mismo Emanuel Ungaro acaba de decirme que hizo el traje de confirmación de Raluca. Tenía mis dudas porque los cortes y las telas no son usuales de los modistos que preferimos, pero ha bastado con que madame Theroux se presentara a nombre de la familia para que inclusive el gerente de Six Fifth Avenue alterara su inventario y nos regalara los tocados para las ceremonias. Serviré las fresas en la cena.
-Le solicitamos a la niñera que recurriera a la segunda mano.
-Ha resultado hábil para presentarse en las boutiques de Cambon y conseguir las cortesías.
-Ungaro llevaba años pasándonos por alto.
-Por tratarse de tu hija, decidió hacer la excepción.
-De pronto me ha dado curiosidad esa mujer... ¿Qué edad le estimas?
-El carnet afirma que tiene treinta y nueve años. Yo creo lo mismo.
-¿Ha tenido experiencia en la tutela? ¿Qué averiguaste?
-No es su primer experiencia, pero no me dieron detalles. La directora argumentó que no podía revelarme los nombres de los clientes beneficiados anteriormente.
-Serán gente importante.
-Eso temo. Por el teléfono mencionaron "confidencial en rojo" tres veces.
-Entonces sus antecedentes siempre serán un misterio.
-Desconfíe, Virginie.
-Por favor, Bertrand, hágala pasar.
-Enseguida.

El mayordomo suspiró con pesimismo y se apresuró, lo mejor que pudo, a reencontrarse en la estancia con la nueva empleada.

-Su alteza solicita dejarla pasar.
-Gracias por al anuncio.
-Le recomiendo tomarse las cosas con calma. Ha corrido con asombrosa suerte esta vez. Virginie le aguarda en la terraza. Imagino que usted reconoce la puerta correcta.

Gabriela sonrió para disimular que el anciano le había desagradado y descubrió con curiosidad como en un pasillo con tapiz rojo el anciano había colocado los regalos sobre una mesa y el teléfono estaba descolgado.

-Es un lugar con muchas puertas - pensó. El mayordomo cerró el acceso del pasillo y ella continuó hasta otro portal que daba paso a la sala pequeña y contaba con un enorme ventanal.

-¿Es un día muy tranquilo, verdad? - preguntó la princesa Virginie por saludo - ¿Gusta compartir el té?
-Apetecería una taza.
-Siéntese, por favor.
-Desde luego.
-Disculpe que el mayordomo aún no se haya presentado con usted.
-No lo advertí.
-Se habrá acostumbrado al trato indiferente en alguna parte.
-Las institutrices no solemos ser bien recibidas por los integrantes de una casa.
-¿Ha sabido los motivos?
-Normalmente, las niñeras duramos poco.
-Comprendo.
-¿Podría cometer una indiscreción?
-Usted ha sido requerida por una emergencia ¿Era su pregunta?
-Quisiera conocer las reglas.
-¿Siempre ha sido usted tan rotunda?
-Es la costumbre que deja la inmediatez.
-Me ha comentado el mayordomo que se llama Chloé Theroux.
-Es cierto.
-Hábleme de usted.
-Mis aficiones son la pintura y la música pop.
-¿Pop?
-Para entender a los niños hay que actualizarse.
-Por supuesto, ¿algo más?
-Soy de pocas palabras.
-Noto que se retrae.
-Soy asidua víctima de una gran timidez.
-Tendré que conocerla por sus actos ¿No le incomoda?
-No.
-Mi nombre es Virginie Godrich Chassier Colville Wickham de Montblanc, princesa de Mónaco y  duquesa de Montecarlo.

Gabriela sonrió porque recordó fugazmente que Carlota poseía un nombre igual de largo que además, no le gustaba.

-Necesito una persona que pueda cuidar de Raluca mientras realizo mis actividades en Mónaco.
-Creí que estaría algún familiar con la niña.
-Sería lo ideal pero no es posible. El mayordomo inclusive ha de acompañarme. La familia debe cumplir sus deberes y permitirle a mi hija estudiar con la mínima presión periodística; aunque no le garantizo una tranquilidad plena, Chloé. Somos figuras públicas, procure a Raluca cuando salga y sea tan estricta como se requiera.
-¿He de enseñarle las responsabilidades de una casa?
-De preferencia porque no tendrán servidumbre. El colegio inicia en unas semanas y la matrícula está hecha. Contará con dinero cuando se necesite en caso de emergencias y una cantidad mensual para gastos corrientes. No puedo revelarle el monto ahora.
-Me parece bien.
-Usted es tan fría ...

Gabriela levantó ligeramente la ceja, aunque no optó por hacer algo que revirtiera la impresión de inexpresividad que había dado a Virginie.

-¿Gusta conocer a Raluca y comenzar a familiarizarse con ella?
-Sería lo adecuado.
-Sígame, ella ha pasado algunas horas en el jardín jugando al té.

La princesa condujo a la aún desconocida a través de otra puerta oculta hasta una especie de patio decorado con enredaderas y varias macetas. Al centro, una niña acomodaba "una tropa" de peluches alrededor de una tetera de plástico y unas tazas rosas. Un poco más a la derecha, había un balón de fútbol y una cuerda.

-Raluca, vengo a presentarte a tu nueva tutora.

La pequeña colocó una servilleta en el regazo de un conejo de tela y se levantó inmediatamente.

-Le molesta ser interrumpida cuando juega - confió Virginie a Gabriela. Esta última se aproximó a la chiquilla.

-Me llamo Chloé, me da gusto conocerte.
-Raluca... Usted habla como si fuera mi mamá.
-Ah.. ¿Perdón?
-Me levanto a las nueve de la mañana, desayuno cereal de estrellitas media hora después y mi comida es a las cinco en el restaurante Ivorie.
-Memorizado... ¿El cereal es marca "Stars charms"?
-¿Cómo sabe?
-Es el favorito de muchas chiquitas.
-Cada semana compro tres cajas.
-¡Qué coincidencia! Yo hacía lo mismo cuando ... Iremos al supermercado pronto.
-Tambien me gusta jugar a las muñecas y cada domingo voy por un helado.
-Lo haremos.

Raluca se quedó de pie, dando a entender que le urgía estar sola. Virginie captó enseguida.

-Acompáñeme, Chloé. Le mostraré su habitación.
-Nos veremos, niña. Con tu permiso.

Gabriela caminaba como si sus pies fueran de plomo, intentando meterse en la cabeza que su nombre era otro. Aunque la casa era elegante, no le gustaba la atmósfera controladora de la misma y algo le hacía presentir que era urgente que Bertrand, el mayordomo, se marchara pronto.

-Me disculpo por tener esta casa tan poco práctica, pero ojalá usted entienda que es por seguridad.
-No lo había notado, princesa - mintió Gabriela.
-Preferiría que me llamara Virginie, así evitamos problemas.
-Ignoraré el protocolo como ha sugerido.

Ambas se dirigieron a la terraza y un poco después, Virginie abrió una puerta que yacía al lado izquierdo del ventanal.

-Su dormitorio está lejos de las habitaciones principales, pero Raluca ocupa el cuarto de al lado.
-Eso hará más fácil atenderla.
-Sólo abra la puerta roja para ir con ella. Tome en cuenta que es una niña muy sensible y podría ponerse a gritar o enfadarse mucho.
-No se preocupe, sabré cómo resolverlo. Un poco de lectura cada noche y arroparla de vez en cuando le harán bien.
-Si a usted le funciona, yo lo apruebo.
-Por favor, expréseme sus dudas.
-Escuche, Chloé: No meta a ningún hombre a la casa o amistades, de lo contrario, será despedida inmediatamente.
-Estoy de acuerdo, a mí tampoco me gustaría que mi hija estuviera rodeada de gente que no conoce.
-¿Usted es madre?
-No, pero si tuviera una familia, también pediría lo mismo.
-Supongo que más tarde conversaremos sobre otras reglas y la disciplina. Vendré a buscarla en la cena. Bertrand traerá su equipaje en unos minutos. Descanse.

Virginie abandonó la habitación y Gabriela permaneció frente a su propia ventana, observando como iniciaba una lluvia y a Raluca jugando en el pasto mientras el mayordomo trataba de convencerla de ingresar a la casa. Después miró su teléfono, mismo que poco después comenzó a sonar.

-Dime.
-¿Ya te instalaste?
-Sí ¿Ahora qué?
-Espera instrucciones. Nos vemos en Trocadero el domingo, adiós.

Gabriela colgó, pero leyó la hora en la pantalla de su celular y sabiendo que nadie rastreaba sus llamadas aún, aprovechó el momento y marcó impulsivamente el número nuevo de Carlota, mismo que había obtenido en respuesta a un mensaje que envió a Tamara, en el cual le pidió comprarle a la niña un teléfono.

-Contesta, por favor .... ¿Por qué tardas tanto?

Lógicamente, sólo quería asegurarse de que se hallaba bien.


Hammersmith.

Carlota y Joubert habían ido por un bote de palomitas en la cafetería del centro de convenciones y cuando aguardaban en la fila, ell sintió como su móvil vibraba. Con prisa porque no lo encontraba, terminó tirando sus pertenencias y levantando el aparato, suplicando que aún sirviera.

-¿Hola? ¿¡Hola!?  ... ¿Quién llama? ... ¿Es una broma? ... Bueno, al menos no es el mudo porque ya hubiera colgado ... A lo mejor se marcó sin querer ¿Me escucha? Me llamó por accidente, espero que no gaste todo su saldo.
-Disculpe - pronunció una graciosa voz aflautada - No volverá a ocurrir, gracias por avisarme.
-De nada.
-Es un celular nuevo, todavía no sé bien cómo usarlo, gracias otra vez.
-No fue nada
-Adiós.

La joven Liukin oprimió el botón para concluir la conversación.

-¿Quién era?
-No sé, pero marcó por error.
-Qué bueno que no fue un loco.
-¡Perdimos el turno!
-No importa. Nos formamos otra vez. Te ayudo con el bolso.
-Eres muy lindo, Joubert. Gracias.

Al otro lado del auricular, Gabriela suspiró aliviada. Al menos sabía cómo localizar a Carlota temporalmente, tomando en cuenta que la niña solía extraviar el móvil cada cuatro o cinco meses.

*Lyosha es el apelativo de Alexei en ruso.