sábado, 31 de marzo de 2018

El inicio de la estación


"Leah Hendrickx from Belgium have scored for Technical Merit: 4.9, 4.8, 4.6, 4.8, 4.8, 4.9, 4.7, 4.6, 4.7. The Presentation marks: 4.8, 4.8, 4.8, 4.8, 5.0, 5.0, 5.1, 5.0, 5.0... Judgement Placement: 1, 1, 1, 1, 1, 1, 1, 1, 1. Leah Hendrickx from Belgium is in first place, thank you"

Eso anunciaba el sonido local cuando Carlota daba sus primeras vueltas en la pista, aguardando su participación. En el borde se hallaba Maurizio Leoncavallo y la llamó apenas la niña Hendrickx terminó de oír sus notas. Carlota fue tan rápida que casi tropezaba.

-Cuidado.
-Lo siento, es que me van a presentar.
-El jurado trae notas mixtas, procura concretarte, no tenemos referencia, andamos entre 4.8 ¿un 5.1? A lo tuyo, no vamos esperar una calificación específica.
-Sí, Maurizio.
-Te diviertes.
-Sí.
-Sólo hazlo.
-Más sí.

Carlota y Maurizio se tomaron las manos brevemente y ella giró para al fin escuchar que podía seguir. El silencio previo nunca es cómodo.

-"Next skater, 2002 European Junior Champion and representing France, please welcome... Carlota Liukin".

El profesor Scarpa aplaudía desde su lugar en las gradas y el niño Adrien decía "ya cáete" mientras el tranquilo público aun se debatía entre la timidez o sólo pasar el rato. Al inicio, se había reportado la baja de una patinadora irlandesa, dejando quince competidoras y obligando a reducir los grupos a tres con cinco participantes cada uno. Había cuatro chicas italianas contendiendo y sin excepción, le habían repetido a Carlota las advertencias sobre Katarina Leoncavallo en la zona de warm up.

-"La bellissima Carlota in gara" - pronunciaba el presentador de televisión y la joven Liukin tomó posición. Por fortuna, no se daba cuenta del énfasis que la cámara ponía en su rostro.

-"La signorina Liukin tiene catorce años, veremos que le depara este programa corto, la música suena ya.... Qué velocidad lleva en estos pocos segundos, prepara combo... sí.. Triple toe ¡con triple toe! Qué fuerte inicio, vemos su camel spin ligado con donut..... Esto no es común, la coreografía generalmente se ejecuta como penúltimo elemento, qué bonito movimiento de brazos.... Una transición, tampoco es usual, doble axel, muy bien... ¡Triple flip! y ya vemos un layback precioso ¡que liga a un biellman extraordinario! Ha mantenido la pierna elevada totalmente recta y el spin del final, una combinación de camel con sit pancake y posición en y... Apunta hacia arriba ¡ma che bello performance! ¡Bravissima Carlota! ¡L'emozione di nostro Maurizio Leoncavallo, gioia di reazione! Haguenauer también se muestra satisfecho... ¿Qué calificación le pondrán los jueces? El público está encantado... Nuestra niña gondolier, nostra ragazzina Carlota ¡bellissima sul giacchio! L'eleganza sul patini, bellissimo lavoro el que hace con nostro Maurizio ¡bella, bella Carlota!

La joven Liukin ayudaba a las niñas que recogían regalos a levantar algunos peluches y luego fue deprisa con Maurizio Leoncavallo, que la recibía con el ramo de violetas que alguien había lanzado y exclamando como si susurrara "¡Carlota, Carlota!". Se notaba que aun no existía la confianza para darse un abrazo.

-"Aplaude nuestra campionessa Katarina Leoncavallo y Kaori Miyamoto que es la siguiente pattinatrice in pista, que gran rutina de Carlota, davvero"

-¡Bien! ¿triple - triple? ¿qué fue eso?
-Me pediste que lo hiciera, Maurizio.
-No creí que supieras cómo.
-Fue lo primero que Tamara me enseñó.
-¡Me emocioné!

Sonrientes, Carlota y Maurizio se unieron a Haguenauer en el kiss 'n' cry mientras se proyectaba la repetición con los mejores momentos.

-Ven acá, Liukin.
-¡Romain!
-Déjame abrazarte ¡te salió como debe!
-No es la primera vez.
-Muy bien.
-Gracias.

Luego de apretar a Carlota, Romain estrechó la mano de Maurizio y tocó su hombro para demostrar que estaba feliz.

-¿Qué hicieron esta semana?
-Saltos y saltos, las piruetas le salen de manual.
-Parece que estoy dejando a Carlota Liukin en buenas manos.
-Aun me siento aterrado.
-¿Estamos mejor que Katarina?
-Cerca, todavía hay muchos detalles.
-Fue un lindo trabajo.

Maurizio tomó lugar al lado de Carlota con una gran sonrisa y se dirigió a ella.

-Se me erizó la piel, patinaste mejor de lo que esperaba.
-¿No es verdad?
-Mira.
-A mí también me pasó ¡ya quería patinar otra vez!
-Hay que agradecerle a Haguenauer que teníamos secuencia de pasos.
-Gracias, Romain.
-Ahora nos vamos a quedar solos.
-¡Jajajaja, no lo había pensado!
-Presentaremos algo.
-Grazie di cuore por aceptarme en tu grupo.
-¡Bienvenida al "Team Leoncavallo"!
-¿No era Team Leoncavallo?
-No lo habías dicho.

Ambos saludaron a la cámara y ella notó que Maurizio giraba la mano mientras inclinaba un poco su cabeza.

-¿Por qué haces eso?
-Es un saludo secreto a mi familia.
-Entonces no es secreto.
-Ellos saben quienes son.
-Oh, entiendo ¡Papá, Andreas y Miguel, los quiero!
-¿Y Tennant?
-¿Hola?
-¡Saludos, Tennant!

Carlota agitó su dedos antes de volver a reír y tomar la mano de Haguenauer, además de recargarse en su hombro.

-Me da miedo que te quedes con Leoncavallo.
-No hay otro.
-No y mira que busqué.
-¿A quien llamaste, Romain?
-Mezzadri, De Bernardis, Gentelet, Krier; Morozov, le dije a Tarasova pero te recibe el próximo año.
-Maurizio no patina bien.
-Eso no importa, Katarina está bien entrenada.
-Si no funciona, nos morimos todos o ella me asesina primero.
-También me preocupa esa mujercita.
-Se me ocurrirá algo.
-Me siento hipócrita, Liukin.
-Tengo remordimientos en la noche.
-No te preocupes, no creo que él sienta que estaremos bien.

Cuando Carlota volteó, descubrió que Maurizio la miraba con una sincera sonrisa y seguía aplaudiéndola a momentos por el inesperado buen nivel de su rutina.

-"Scores for Carlota Liukin from France: Technical Merit 5.8, 5.8, 5.8, 5.7, 5.8, 5.8, 5.8, 5.8, 5.8"

-¡Es altísimo! - exclamó Haguenauer y Carlota llevó sus manos a la boca por incredulidad.

"For Presentation: 5.8, 5.9, 5.9, 5.8, 5.8, 5.9, 5.9, 5.8, 5.9; Judgement Placements: 1, 1, 1, 1, 1, 1, 1, 1, 1. Carlota Liukin from France is in first place".

Carlota y Maurizio gritaron emocionados ante las segundas notas y los dos estrecharon a Haguenauer ante aquellas noticias como si clasificaran en un relevo. Poco después, abandonaron el kiss 'n' cry y en lugar de ir tras bambalinas, se detuvieron en las gradas en donde Yuko apretó a Carlota contra sí.

-¡Felicidades!
-Te lo agradezco
-Tu padre estará muy sonriente.
-¿Te puedo pedir un favor?
-Claro, lo que digas.
-¿Me prestarías tu celular para llamarlo? Maurizio se quedó con el mío.
-Te lo perestaría, seguro.
-¿Qué haría sin ti, Yuko?

Al mismo tiempo, Karin Lorenz le daba un breve beso a Maurizio y le daba la mano a Romain Haguenauer, pensando que era un alivio que salieran bien librados en su primer reto. El niño Adrien parecía ausente y nadie intervino por no provocarlo; sin embargo lo que atraía la atención de las competidoras y de Haguenauer, era que Katarina Leoncavallo permaneciera a cierta distancia y luego de un momento, apartara a Maurizio para charlar con él sin ese talante agresivo de siempre.

-¡Estoy tan contenta, Maurizio!
-Me alegra mucho.
-Hiciste un programa tan lindo...
-La coreografía es de Haguenauer, ya estaba todo planeado.
-Sin ti no lo habrían hecho.
-Sólo ordené un par de cosas.
-Carlota hizo todo tan tierno y bonito que parece que hubieras conseguido una lotería.
-Felicítala en vez de a mí.
-No te quites mérito ¿cuánto habré avanzado en mi primera semana contigo?
-¿Ganaste bronce?
-Igual que tú.

Katarina volvió a estrechar a su hermano cariñosamente y besar su mejilla sin importarle más, dejándolo ir con Carlota detrás de una cortina verde que apartaba la acción en warm up de lo que el público solía ver. Haguenauer siguió a los dos justo cuando Maurizio recibía una copia de los protocolos y la chica algunas palabras amables de sus rivales. Los colegas entrenadores no podían disimular sus gestos de interés por lo que ocurría y Ryan Oppegard comentó que "Leoncavallo es de cuidado".

-Aprende sarcasmo.
-Leoncavallo no durará.
-Nos vemos en París, Oppegard.
-¿Liukin va a ir? ¿Su padre no está escondiéndola?
-Nadie se escondió.
-Dile que si quiere aprender de Camille Maier, me llame, Haguenauer.
-¿En serio? ¿Crees que Liukin tiene estómago para ti?

La chica miró a Oppegard con notorio enojo y optó por ir al vestidor a cambiarse. Maurizio Leoncavallo no tenía la menor idea de que se había dicho y su inocencia al respecto le hizo creer a los demás que la federación francesa se burlaba de él.

-¿Oppegard nos felicitó?
-Algo así pero no importa, Maurizio.
-¿Te dio una tarjeta, Haguenauer?
-¿Por qué nos ofrecería su contacto?
-Carlota recibió el de Nicks.
-¿John Nicks? Cuando le pregunté, dijo que su prioridad era Sasha Cohen.
-Qué casualidad que ahora se lanzan como si fuéramos carroña.

Maurizio esperó a Carlota recargado en una columna y por alguna razón, comenzó a revisar las calificaciones de los jueces. El de Japón había dibujado una flor en su reporte y la jurado de Canadá había escrito "Maurizio, che bel programma!" junto a un garabato que parecía un corazón.

-Corregiré el flip de Carlota, lo prometo - le expresó a Haguenauer al mismo tiempo que se ponía más feliz.

-¿Nos escribieron algo?
-Nadie lo notó.
-No vi ningún problema.
-Faltó un poco de rotación, me sorprendió porque Carlota lo realizó bien en práctica.
-¿Algo más?
-La pondré a saltar con Katarina de vez en cuando.
-¡No hagas eso!
-¿Qué? Esta competencia ha sido muy extraña ¿qué sucede con mi hermana?
-Con nosotros nada.
-¿Crees que no sé que toda esta gente habla mal de ella?

Maurizio observó fijamente a Haguenauer y este juzgó que revelar el incidente con el espejo sería contraproducente.

-Yo te hablo de la parte técnica, Carlota es mejor que Katarina.
-Aun no se han pulido ciertas cosas.
-¿Por qué quieres compararlas, Maurizio?
-Porque soy el entrenador.

Lo que más temía la federación francesa era que Leoncavallo se tomara en serio su papel y a Romain le quedó claro que aquello estaba pasando.

-Me pregunto como te irá con el señor Liukin cuando volvamos a Venecia - comentó para irse por la tangente.
-Me matará si algo sale mal.
-A nosotros no nos hizo nada.
-Con ustedes es diferente, Romain, los conoce bien.
-¿Por qué accediste a tener a Carlota contigo?
-Cambié de opinión.
-¿Alguna razón en especial?
-Una petición de Ricardo.

Haguenauer no se lamentaba ahí mismo porque no podía. Durante esos días había creído que Maurizio Leoncavallo se tentaba por la oferta económica y quizás por motivos sentimentales como su boda pero nunca por un factor ajeno fuerte.

-Es un padre muy entregado, no quiero defraudarlo - remató Maurizio y continuó leyendo los protocolos hasta que no contuvo su sonrisa. Carlota salía con un lindo vestido de dos piezas, con la parte de arriba morada y su falda degradada también en morado.

-¡Carlota!
-Maurizio.
-¿Por qué tan elegante?
-¿Qué?
-Nada... Salieron tus protocolos, mira lo que te escribieron.
-Les encantó ¿me puedo quedar con el dibujo de florecita?
-Adelante.
-Pensé que iba a sacar 5.2.
-Te dije que no esperaras nada.
-El 5.7 me lo puso el juez de Estados Unidos.
-Tamara me dijo que te dan las notas más bajas.
-No sé por qué.
-Tenemos trabajo, es raro que alguien obtenga estas calificaciones si no está en el grupo final.
-¿Qué sigue?
-A las seis y media sale Julie Sebastyen y tengo interés por Cohen.
-Su programa corto es "Malagueña".
-¿Cómo supiste?
-Está tarareando en el vestidor.
-¿No sabes nada de Sokolova?
-Es más discreta.

La jovencita continuó leyendo las calificaciones y poco después, regresó con Yuko, no sin antes recibir un abrazo de Katarina Leoncavallo.

-¡Lo hiciste muy bien!
-¿Te digo que gracias?
-¡Para Maurizio es tan importante! Ya quiero ver tu programa libre.
-Iré a mi lugar.
-Claro ¡qué linda, Carlota!

La cara del profesor Scarpa parecía manifestar que no creía en el repentino gesto cordial de la señorita Leoncavallo y a juzgar por el enfado de la joven Liukin y de Haguenauer, prefirió escuchar sus quejas. Yuko en cambio, se colocó junto a Karin Lorenz al notar la amargura de esta cuando Maurizio comenzó a escribir sus conclusiones preliminares o más bien, su discurso para no equivocarse cuando Carlota preguntara por su desempeño al tiempo que Katarina lo dejaba trabajar sin interrupciones y prestaba atención a lo que sucedía en la pista, por sorpresivo que fuese.

-¿Todo bien?
-Yuko ¿usted quiere a Carlota?
-La aperecio mucho.
-Es que me brinca que no se haya enfadado con Katarina.
-Estoy enojada.
-¿Entonces?
-Me siento extraña con ella.
-¿Por qué?
-No lo comentaré aquí, Maurizio podría enterarse.
-Katarina ha ahuyentado a varias niñas que querían trabajar con él.
-¿Te da miedo?
-Es un disparate, imagino cosas.
-Carlota terminó frente a un espejo, no estás imaginando.
-Nunca lo he dicho pero siento que hay más que celos.
-Cuando veníamos para acá, Katarina lo abrazó de una manera que me hizo sentir que estorbé.
-¿Cómo fue?
-Se pegó en su espalda pero Maurizio también se quejó de que lo lastimaba cuando estábamos con Carlota en la escuela.
-¿Seriamente o como juego?
-No lo tomó mal.
-Eso no está bien.
-Habla con él, insiste.
-Lo he hecho varias veces, no hace caso.
-¿Necesita que Katarina te haga algo?
-Si ella me toca, me voy.
-¿Se lo advertiste a Maurizio?
-Se lo recuerdo diario.
-Pónle un ultimátum.

Yuko daba el consejo sin tener idea de nada y se quedó cavilando en ese abrazo que Katarina le había dado a Maurizio en el bote de Geronimo, queriendo convencerse de que había alucinado por un segundo que aquella joven se había contenido de besarlo en el cuello.

-"Marianella Allegri is in 4th place" - se dio a conocer y con ello, terminaban las actividades del primer grupo de patinadoras, dando paso al segundo. Maurizio continuaba revisando los aspectos técnicos de la rutina de Carlota y esta daba algunos autógrafos mientras Scarpa y Haguenauer aprovechaban para preguntarle a Katarina Leoncavallo qué le había pasado por la cabeza para agredir a su compañera, aprovechando los diez minutos disponibles para ir a refrescarse un poco fuera de la arena. Disimulando que pretendía comprar algún gelato, la chica los hizo caminar hasta una esquina en donde giró bruscamente. La reacción de Scarpa la divirtió bastante.

-¡Jajajaja! No quise asustarlo.
-Por supuesto que no.
-¿Es el profesor de historia? Maurizio habló de usted porque Carlota recordó una tarea que le dejó durante la práctica de ayer.
-Es lo malo de ser famoso.
-¿Y a ti que se te ofrece, Haguenauer? ¿Quieres ayudarme con mis coreografías?

Katarina parecía burlarse.

-No desperdicio mi tiempo - respondió Romain.
-Como si no fuera obvio que se lo haces perder a mi hermano.
-Nadie pierde nada.
-¿Liukin, en serio? Qué buena treta ¿es el favor que le debes a Shae-Lynn Bourne?
-Como si lo necesitara.
-En Salt Lake le dijiste que Maurizio era un cero y te vengarías por la medalla que ganó.
-¿A dónde vamos con esto?
-Sabes que mi hermano no tiene experiencia y que mejor manera de deshacerte de él que mandándole a la única patinadora que lo hará trizas.
-Y yo pensando que Maurizio tiene mérito por convertir a una arpía en campeona.
-Defendí su trabajo.
-Pero lo de Shae-Lynn fue una broma, ella perdió el bronce solita.
-Digamos que también tengo oídos por todos lados ¿Tarasova aceptó encantada para la siguiente temporada o me equivoco?
-Menos mal que Marina Anissina no fue Kati Winkler.
-Qué miedo ¿vas a golpearme la cara?
-¡Vuelves a tocar a Carlota y te mueres!
-¡Ella traiciona a mi hermano y la mato!

Scarpa detuvo a ambos.

-¡Basta! Nadie habla en serio... Señorita Leoncavallo, haga el favor de explicar por qué Carlota acabó pegada a un espejo y usted, Haguenauer, me va a decir que le hizo esta mujer a Kati Winkler.

Katarina se miró las uñas.

-Le hice saber a ese niñita que su lugar no es como prioridad de Maurizio, la estrella soy yo.
-¿Tengo cinco años? Del abrazo "sincero" por su programa mejor ni espero congruencia.
-Ah, ese fue verdad, si lo sentí, si Carlota no se cae, nadie se volverá a burlar de Maurizio, ni siquiera ustedes.
-No tiene sentido.
-Yo gano las medallas y Carlota es bonita ¿lo explico con dibujitos?
-Lo entenderé más tarde.... Haguenauer, tu parte.
-Kati Winkler parodió a Maurizio por un movimiento que le pareció ridículo en su debut en Salt Lake y según averigüé, Katarina la encerró luego de darle una paliza. Kati es claustrofóbica.
-Sólo hice lo de encerrarla, tampoco soy tan tonta, me habrían echado - intervino la señorita Leoncavallo - Nadie se ríe de Maurizio ¿es un crimen demostrarlo?
-¡Eres una araña desgraciada! - gritó Haguenauer.
-Tarasova puso como condición que Carlota pase el año con mi hermano y luego él se convierta en asistente técnico para no despedirlo sin aventarle un hueso ¿algo así? - siguió la chica - Ah, los franceses, tan predecibles ¿creyeron que usarían a mi hermano y se desharían de él sin un precio? Y no le quito la máscara a Carlotita porque Maurizio le está tomando cariño a los Liukin pero no voy a permitir que lo pisoteen.

Scarpa bajó la guardia y supo que Katarina no mentiría.

-Haguenauer ¿van a hacerle eso a Maurizio Leoncavallo?
-Adiós Romain - terminó Katarina y se marchó encantada de haber revertido la situación a su favor.

En la arena, sin embargo, la atmósfera distaba igualmente de ser tranquila. El niño Adrien insistía en conseguir un poco de pan y para que no fuera solo, Yuko debió acceder a acompañarlo mientras le preocupaba que iniciara una de sus crisis. Por su lado, Karin Lorenz no se sentía tranquila y luego de pensarlo mucho, decidió salir a fumar.

-¿Karin, dónde vas? - preguntó Maurizio.
-Un cigarrillo, vuelvo pronto.
-En la clínica nos dijeron que no debes fumar.
-Sólo es uno, no te preocupes.
-El tratamiento empieza en unas semanas.
-Eso puede esperar.
-Pero la cita...
-Todo seguirá según el plan, el ginecólogo nos explicó que nuestra perspectiva es buena, tranquilo. Iré a calmarme los nervios, regreso.

Maurizio se quedó con las palabras en la boca y vio a su novia alejarse tan a prisa que le resultó desconcertante, a tal punto que notó que no había ruido y que Carlota Liukin era la única que continuaba en las gradas.

-¿Estás haciendo tarea?
-Reviso si la terminé.
-¿Dónde fueron todos?
-Adrien y Yuko por comida, Katarina dijo que le dio más sed y el profesor Scarpa anda por ahí con Haguenauer.
-Te dejaron sola.
-Releí mi reporte para la clase de historia.
-Del que me contaste ayer.
-Me faltan los dibujos de geografía, que bueno que no son urgentes.
-Carlota, ven.

La chica Liukin se colocó junto a Maurizio sin percatarse de las atentas miradas de otros entrenadores. La gente retomaba sus lugares poco a poco.

-Mirando los protocolos, creo que me voy a poner de parte del juez de Estados Unidos.
-¿El del 5.7?
-Le faltó un poco de rotación a tu flip.
-¿De verdad? No me di cuenta.
-Nadie se enteró.
-¿Pero tú sí?
-Entrenando a Katarina aprendí cosas... Eh, fue muy ligero pero hay que repetir el salto una y otra vez ¿vas a sufrir, sabes?
-Eso no suena divertido.
-La altura de tu axel no fue la ideal.
-¿Muy bajo?
-¿Te diste cuenta?
-Estaba nerviosa.
-Pero no debe pasar.
-¿Repetir?
-Lo hiciste grandioso pero hay que reforzarlo. "Altura adecuada, mejor rotación", le pondremos énfasis a esa corrección la próxima semana.
-De acuerdo.
-La secuencia de pasos le encantó al jurado, la hiciste mejor que en los entrenamientos.
-Gracias.
-Pero los spins los enamoraron.
-¿En serio?
-Mira la valoración de cada uno.
-A Sasha Cohen le van a dar seis.
-No hace el biellman que tú si puedes.
-Tiene más técnica.
-Te lo concedo.
-¿Qué idea tienes para mañana?
-El triple-triple no es opcional, si la competencia nos da oportunidad querré ver tu lutz; salchow, de ese salto no te vas a librar.
-Lo sé.
-¿No te gusta o pienso mal?
-No me agrada ni como se ve.
-Pero el reglamento lo pide... Julie Sebastyen es la primera de su grupo y su contenido técnico es menor que el tuyo, no te confíes.
-No... ¿por qué sonríes tanto, Maurizio?
-Te había visto antes pero tienes mucho talento ¡estuviste casi perfecta!
-Soy perfecta.
-Tus saltos dicen que no.
-Los arreglaré y mi programa libre será hermoso.
-No presumas antes de tiempo.
-¡Entendido, Maurizio!
-¿Seguimos evaluando tus notas?
-Adelante.
-Excelente, dime que jueces te dieron los 5.9...

Carlota y Maurizio continuaron hablando de las impresiones del jurado en lo que se reanudaban las actividades y Katarina Leoncavallo volvía para escucharlos atentamente. El profesor Scarpa miraba desde su distancia sin ocultar su desaprobación a un Haguenauer que también volvía y se integraba a esa charla y aguardó por Yuko y Adrien mientras le llamaba la atención como Karin Lorenz parecía temblar en la puerta. La mujer quebrantaba su propósito de consumir sólo un cigarrillo porque la dominaba un sentimiento que no se podía describir todavía. Cuando Yuko pasó junto a ella, la retuvo de la muñeca y esta respondió enviando a Adrien dentro. Intrigado, Scarpa quiso aproximarse pero no pudo cuando el niño Liukin se plantó delante de él.

-¿Puedo molestar a Carlota?
-No.
-¿Por qué no?
-Adrien, se trata de tu hermana.
-Me gusta cuando se enoja, no es una llorona.
-Pero está compitiendo, no es tiempo.
-¿Puedo jugar con usted?
-Supongo que sí.
-Esto de los patines me aburre un poquito.

Scarpa finalmente se relajó y se unió al grupo en las gradas, así fuera para distraerse con el rubik y no poner su interés en planes que no lo involucraban, por criticables que fuesen. El torneo continuó enseguida y Carlota y Maurizio opinaban sobre la marcha, sin que este último ocultara que se hallaba emocionado por su nueva alumna.

viernes, 30 de marzo de 2018

La mujer del cine


Luego de la partida de Carlota a Murano, Ricardo y Tennant volvieron a la gelateria "Il dolce d'oro" y luego de pasar dos aburridas horas esperando clientela, vieron salir del edificio del frente a un montón de técnicos, camarógrafos y microfonistas en busca de algo fresco para lidiar con el calor. Un tipo, al que llamaban "director", les anunciaba que tenían un descanso de diez minutos y pronto, apareció una mujer bellísima, de gran melena castaña y ojos almendrados vestida con una bata roja con flores. Quejándose del calor, se aproximó al local y no tardó en pedirle al boquiabierto Tennant algún gelato o un refresco de dieta.

-Le sentará mejor un poco de sorbete de fresas - se adelantó Ricardo - ¿quiere una rodaja de limón?
-Muchas gracias - contestó la desconocida.
-Que lo disfrute.

Como el hombre se retirara educadamente y no la mirara más, la dama suspiró aliviada y terminó con su postre antes de regresar al set. Tennant por su lado, no dudó ni un momento en llamar a Andreas y cortarle de golpe la cita con Levina.

Un poco más tarde, la filmación se hizo evidente. El productor quería algunas tomas en la calle y la mujer bella salió con un lindo abrigo beige y un jumper negro que la hacía ver muy elegante. Tennant no ocultaba su mirada fascinada y cuando Andreas arribó, este recuperó el aliento enseguida.

-¿Cuánto corriste?
-Todo Santa Croce ¿por qué no avisaste antes?
-No la vi hasta hace poco.
-¿Me juras que es Violet Fox?
-Deja que se quite los lentes.
-¿Sólo los lentes?

Como ambos se rieran, Ricardo se interesó y luego de aproximarse a la puerta, tuvo una pequeña curiosidad por la actriz, que retiraba sus gafas y mostraba una gran sonrisa ante la cámara.

-¿En qué películas ha salido? - preguntó el señor Liukin ingenuamente y Tennant, pudoroso, la recordó en un papel pequeño de una mala cinta francesa.

-Es la chica que entrega una carta a Raoul Bova.
-Ese actor le encanta a Carlota.
-Ahí la vi.
-¿Sólo en esa película?
-Y en un comercial de ropa interior de abuelas.
-No te escuché.
-Un comercial de ropa blanca para dormir.
-La habré olvidado ¿actúa bien?
-Siempre muestra su gran ... corazón.

Tal vez porque Ricardo no miraba jamás a una mujer con lujuria o con atracción instantáneas, creyó en Tennant porque era un admirador impresionable. La intérprete hablaba tan bajito que afortunadamente no se entendía de qué giro era el filme en el que la habían contratado.

-Sugiero que ambos vayan a casa, no quiero que la señorita se incomode - dijo el señor Liukin al cabo de un rato y los asombrados Andreas y Tennant se marcharon lentamente sin pronunciar palabra, quizás pensando que si desobedecían, no podrían pedir una foto siquiera.

-Filmaremos aquí mañana - les reveló un asistente de producción y Tennant obtuvo un trabajo como el chico de los recados para un día, cuando descansaba el empleado habitual.

Desde su lugar, Ricardo curioseaba poco y pronto, se preguntó de qué se trataba aquello. La actriz repetía una y otra vez un saludo a su coestrella mientras su director se impacientaba cada vez más, al punto de decirle que "si no fuera por el trasero, estarías en la calle".

-¡Oye, cretino! Oféndela de nuevo y te azoto contra el pavimento - intervino el señor Liukin y los demás quedaron en silencio.

-Otro admirador idiota... Atiéndelo, te veo en cinco minutos, Maeva - dijo el director y la mujer miró a Ricardo segura de que no quería lidiar mucho con él. Los peores hombres podían ser los que tenían hijos.

-No debería permitir que le hablen así - continuó él cuando ella se aproximó.
-Los directores son agresivos siempre.
-No me gustó su lenguaje.
-No es personal.
-De acuerdo, no insistiré y disculpe. Buenas tardes.

Como Ricardo se diera la media vuelta en vez de pedir un autógrafo, la mujer arrugó un poco sus ojos y lo observó volver a su lugar, sobretodo cuando un niño se le aproximó para preguntar por un sabor de gelato que había buscado por toda la ciudad.

-De todos los hombres, encontraste al decente - comentó Miguel al pasar y la desconocida se arrepintió por un momento de no permitir que la defendieran un poco más.

Cerca de las cinco, Ricardo terminó su turno en la gelateria y junto a Miguel, se fue a un bacaro cercano por un trago. Se sentía cansado y abrumado por el calor y al entrar al local, preguntó si podían buscar el canal que pasaría la competencia de su hija. Como al empleado de la barra le daba igual, accedió enseguida y el señor Liukin ordenó croquetas de atún y un par de aperol spritz en agradecimiento. Miguel en cambio, no se contuvo y pidió sopa de tomate para acompañar un sándwich de salami. Algunos hombres del servicio de vaporetti lo saludaban al verlo.

-¿Tienes hambre, Miguel?
-Nadar me deja cansado.
-¿Te metiste de salvavidas?
-Con los buzos; soy nuevo así que saco la basura de los canales.
-Es un buen comienzo.
-Me han dicho que no podré sumergirme en los primeros seis meses.
-Dime que te dieron un traje para estar ahí metido.
-Y me prohibieron meter la cabeza, cosa que agradezco.
-Amén.
-Los conductores del vaporetto se burlan de mí.
-Oí que un aspirante a buzo gana más que el conductor de un bote.
-No lo sabré antes de fin de mes.

Miguel comenzó a sonreír y a contar los minutos para ver a Carlota mientras le colocaban su comida y por primera vez anunciara que pagaría la cuenta. Por el respeto y la forma de hablar todos lo creían hijo de Ricardo y Miguel pensó que de ser humano, aquello le habría encantado. Ese mismo día había llamado "hermano" a Andreas.

-¿Leoncavallo te es grato, Miguel?
-Es una linda persona.
-No te había escuchado contestar tan rápido.
-Lo conozco bien, señor Liukin.
-Le he dado mi confianza muy rápido.
-Pero él lo valora mucho.
-Lo conocimos el lunes.
-Lo hemos hecho sentir parte de la familia.
-Es muy pronto para eso.
-Los Liukin reconocemos a los que nos querrán siempre.
-¿Los Liukin? ¿Cuándo te sumaste a esta familia?
-Creo que cuando me llamó por mi nombre.

Ricardo le dio una palmada en la espalda al chico y tuvo la tentación de preguntarle "¿de dónde saliste?" pero optó por cambiarla a "¿por qué no te quedaste en Murano, Miguel?"

-Carlota no me necesita.
-Noto que estás mucho tiempo con ella.
-Le he tomado cariño, es como mi hermana.
-No te habría creído si lo hubieras dicho en París.
-A veces dos hermanos no bastan.
-Hacía falta uno que no detestara a mi niña, jajaja.
-Tal vez Maurizio quiera ser el nuevo adoptado.
-¿Por qué lo piensas?

Miguel dio un sorbo a su sopa y continuó.

-Con esa hermana que tiene, tal vez necesite un rescate.
-¿Te refieres a la señorita Katarina?
-Ella no entiende su límite.
-¿También lo notaste?
-¿Qué cosa?
-Los celos que le tiene a Leoncavallo.
-¿Le teme, señor Ricardo?
-Es curioso, cuando ella lo abrazó frente a mí, sentí que lo quería quebrar como a un cristal.
-Conmigo fue igual.
-Si no fueran hermanos, me pasaría por la mente que ella es la novia.
-Ojalá fuera imaginación nuestra - murmuró Miguel y mordió su emparedado para poder cambiar el tema de golpe sin oposición.

-Vi que están grabando una película frente a la gelateria, señor.
-No hacen ruido aun.
-Lo vi platicar con una actriz.
-Sólo le dije que no me parece bien como la tratan.
-¿Muy mal?
-No lo pude ignorar.
-Creo que ella tampoco a usted.
-No recuerdo su rostro.
-Digo que sí.
-¿Por qué?
-Porque la vio entrar aquí y respiró muy hondo.

Ricardo agitó la cabeza.

-¿Cuando hice eso, Miguel?
-Ella está igual de sorprendida que usted.
-¿Cómo sabes?
-Está esperando que la mire.
-No es cierto.
-Es una coincidencia que se haya dado cuenta de que hablamos de ella y se esté acercando.
-¿Por qué pasaría?
-Quizás por curiosidad.

La bella dama se colocó tímidamente en la barra y luego de ordenar vino blanco, aguardó a que Ricardo dijera algo al tiempo que Miguel se hacía a un lado y el hombre de la barra riera, creyendo en la suerte que no tenían otros hombres comunes.

-Ciao - saludó ella luego de entender que Ricardo no tomaría ninguna iniciativa. Aun creía que él no era una excepción.

-Buona sera, signorina.
-¿Puedo sentarme junto a ti? No me siento cómoda estando sola.
-Por supuesto, lamento no acompañarla con el vino.
-¿Qué bebes?
-Aperol spritz, un aperitivo.
-Te acompañaré con algún cicchetti ¿albóndigas, tal vez?
-Come carne, eso es bueno.
-Tiendo a la anemia.
-Las espinacas ayudan.
-No las como, son horribles.
-No las ha probado en croquetas.
-¿Cómo esas? - señalando el plato de él.
-Son de atún.
-¿Puedo?
-Claro que sí.
-Muchas gracias.

La mujer degustó una croqueta rápidamente y pronto, se dio cuenta de que Ricardo prestaba más atención a la pantalla que los demás, que observaban esperando una conquista o un ridículo.

-¿Patinaje?
-Me gusta.
-Nunca lo había escuchado en un hombre.
-Mi hija concursa en este torneo, es la tercera en salir.
-¿Una niña?
-Carlota Liukin.
-¿Por qué no fuiste a verla?
-Salí tarde del trabajo y no hay vaporetti hasta las siete.
-Lo siento.
-La veré el domingo.
-¿Es buena?
-No quiero presumir pero es campeona de Europa.
-Eso debe ser asombroso.
-Mi hija es talentosa.

La admiración que Ricardo prodigaba a Carlota no necesitaba comprobación. Con sólo mencionarla, él se llenaba de emoción. La mujer aun desconfiaba porque su experiencia con el sexo masculino no era positiva.

-No has preguntado mi nombre.
-Oh, me disculpo, señorita.
-Me conocen como Violet Fox.
-No le hace honor.
-Mi nombre es Maeva Nicholas.
-Su nombre artístico palidece con el real. Ricardo Liukin, un gusto.
-Nadie acostumbra darme la mano.
-Me alegra ser diferente.

Entonces, las palabras de Miguel regresaron a Maeva, "encontraste al decente".

-Mi hijo Tennant la vio en una película con Raoul Bova.
-Esa escena duró un minuto.
-Vemos muchas películas juntos; más bien, ellos.
-¿Cuántos hijos tienes?
-Tres naturales y dos adoptados.
-¿En serio?
-Andreas y Adrien me dan dolores de cabeza; Miguel y Tennant deben recibir reglas y Carlota es la única niña. A ella hay que cuidarla más.

Maeva miró fugazmente al televisor para conocer a la hija de Ricardo.

-¿Actúa en muchas películas, Maeva?
-Sí, creo.
-¿Algún papel interesante?
-Hago pequeñas apariciones de vez en cuando.
-Los directores deberían pelear por usted.
-¡Lo hacen! Todo el tiempo recibo llamadas.
-Jacques Audiard la haría una gran protagonista.
-¡Jajajaja! Él no me quiso.
-¿Por qué?
-No le gusta lo que hago.
-Aquí en Italia podría irle mejor.
-Depende, en las audiciones aun no me va bien.
-Tal vez necesita que la cinta que está rodando sea un éxito.

Maeva no sabía como tomar el comentario.

-¿De qué trata su proyecto?
-¿Cuál?
-La película.
-Ah... Una mujer que arregla muchos negocios.
-Suena interesante, me gustaría verla.
-Eso es seguro.
-¿Cómo lo sabe?
-No hay nadie a quien no le gusten.
-Tal vez busque alguna para estar con mis hijos.
-Eso sería muy raro.
-¿Son para adultos?
-Sí.
-En ese caso, iré al cine solo.

Maeva se quedó aun más desconcertada y se preguntó si el tipo era un repulsivo cretino o sólo un idiota con suerte al que le estaba hablando por no creerle la careta de bueno.

-Es más fácil que vaya directo a video.
-Estoy seguro de que pronto le tocará una marquesina.
-Dicen que en internet está el futuro de mi industria.
-Lo es de casi todo, excepto la comida.
-¿Por qué?
-A diferencia del cine, es más fácil encontrar el mejor sabor uno mismo.

La mujer estaba confundida y Ricardo lo notó enseguida.

-Disculpe si así cambio el tema, no quise molestarla.
-¿Era eso?
-Creí que la ofendería y eso no está bien.
-Rara vez me hablan de cine.
-Usted es actriz.
-¿Nunca me has visto?
-No ¿por qué cierra un poco los ojos?
-Me conoce hasta tu hijo - señalando a Miguel.
-¿No es reconfortante?
-¿Cuál sería la razón?
-Que no tengo un prejuicio de la crítica. Somos dos personas conversando.

Maeva no sonrió y bebió un poco de su copa mirando al frente. Por la forma de mover su cabello, el señor Liukin entendió su nerviosismo.

-¿Por qué vendes gelato?
-Fue lo que conseguí, Maeva.
-No te queda.
-Lo sé.
-¿Qué haces ahí?
-Mantener a mis hijos, sólo somos ellos y yo.

Ricardo parecía contento y comió una croqueta de forma tan delicada que Miguel lo imitó en el acto. Un hombre así no podía ser malo.

-¿De que trabajabas antes?
-Soy cocinero, señorita. Alguna vez fui el principal.
-No se adivina tanto.
-Dejar el plato central en manos de otra persona nunca me gustó y el fuego de la cocina siempre fue prendido por mí. No lo extraño, aun preparo cosas para mis hijos... Divago, perdone ¿a qué se dedicaba usted antes de la actuación?
-Freía papas en un restaurante de Córcega.
-También se ve, esa forma de tomar el cuchillo delata mucho oficio.
-Juntaba dinero para la aventura de volverme famosa.
-Lo conseguirá.
-El cine no es piadoso.
-Es como vender gelato: al principio no es suficiente y en el camino se aprende a hacerlo.
-El sorbete del mediodía es tuyo ¿cierto?
-Pasé dos semanas de prueba y error, ser maestro me tomará mucho tiempo.
-¿Te apasiona?
-Tengo una nueva meta.
-¿Cuál?
-Volver a ser yo.

Maeva se sonrojó sin comprender por qué. La mirada de Ricardo se había tornado tan profunda, su voz tan intensa, que no le tenía más reservas y se sentó finalmente a su lado. En el local se escuchaba:

-"Ecco qui, il ritorno di Carlota Liukin alle competizioni dopo il grandissimo Europeo junior di gennaio. Aveva lasciato Tamara Didier da pochi mesi e il nuovo coach è nostro carissimo Maurizio Leoncavallo, medaglia di bronzo a Salt Lake in danza sul giacchio e campeone del mundo 2001, allena sua sorella Katarina e con medaglia alle Olimpiadi anche lei. Con musica "Megapolis", la bellissima Carlota in gara"

-Es el turno de mi hija.
-Suerte.
-Le encantará,  Maeva.
-Se ve bonita con su vestido de rayas, como marinerita.
-Como veneciana.

Maeva sonrió nuevamente y prestó atención a Ricardo en todo momento, queriendo saber más de él.

sábado, 17 de marzo de 2018

Sólo es Katarina


Haguenauer llegó a tiempo con Carlota Liukin y Maurizio Leoncavallo a la Fondamenta Serenella y luego de preguntar si tenían calor, tomó la maleta de la chica y el grupo comenzó a caminar rumbo al puente que llevaba al centro de Murano, ocasionando que la tentación de tomar fotografías tuviera que ser reprimida por los Liukin y Miguel sujetara a Adrien para que no fuera tras un pez, aun a costa de salpicar a Katarina Leoncavallo con el agua de un canal que olía a hierba podrida.

-¡Disculpa! - gritó el niño y la abrazó por la cintura mientras Maurizio giraba para preguntarle si todo estaba bien. La joven fingió que no había sido importante y continuó su camino preguntándose qué tanto hablaba él con Carlota para no darle más atención al hecho de que la habían empapado deliberadamente. Su enojo iba en aumento cuando, para irritación suya, se apareció Karin Lorenz al final del puente.

-Amore mio! - exclamó Maurizio y así Carlota Liukin conoció a la novia de su entrenador, misma que también saludaba a Haguenauer con camaradería. Luego de presentarse, tanto Miguel como Carlota disimularon su sorpresa de que ella no fuera bonita o que su cabello estuviera partido por la mitad para resaltar unos rizos que no esponjaban mucho. Karin Lorenz parecía ser seis o siete años mayor que Maurizio aunque a Katarina le salió susurrar que acababa de cumplir cuarenta. Fue tan sincera que Yuko comenzó a reír nerviosa y bromear con que tenía esperanza de que su gran amor todavía fuera un mocoso que la encontraría en diez años y luciría igual que Maurizio de enamorado. La señorita Leoncavallo se apresuró a asegurar que aquello no era para tanto y acto seguido fue diplomática con Karin, a pesar de que ambas se rechazaban mutuamente.

-¿Qué fue eso? - preguntó Yuko.
-Un problema - afirmó Miguel, suspirando de alivio cuando distinguió al profesor Scarpa acercándose amigablemente. Carlota lo recibió con un abrazo y al igual que Haguenauer, presumía gafete para el área de "kiss 'n' cry".

-¿Maurizio, Romain y usted me van a acompañar?
-Condición de tu padre.
-Lo sabía pero gracias por venir.

Aquello relajó la tensión y los Liukin se dejaron guiar por los Leoncavallo hasta el "Murano Crystal, lo stadio sul giacchio" cerca del hotel LaGare Venezia. La pista de la calle Grigolina lucía mejor que ese lugar.

-He patinado en condiciones peores - dijo Carlota pasando saliva de sólo contemplar las gradas y enseguida inició el calentamiento sin preguntar. En la práctica oficial estaban presentes todas sus rivales, algunas desde sus asientos viendo lo que hacían las otras; las demás recibiendo indicaciones o probando sus vestuarios pero coincidieron en mirar hacia Katarina Leoncavallo, quien no les agradaba ni un poco. La joven Liukin oía comentarios tales como que era una araña desgraciada y llamó su atención oír a Sasha Cohen decir que "cada vez que abraza a Maurizio, es como si quisiera asfixiarlo".

-¿Tú eres Carlota Liukin? - inquirió de pronto Elena Sokolova y la chica se le aproximó sonriente por un autógrafo.

-Bienvenida al circuito, niña, te haremos la vida imposible, te vi en el europeo, eres buena ¿eh?
-Gracias.
-¿Quieres un consejo de todas? Aléjate de Leoncavallo.
-¿Qué?
-De Katarina, te sorprendería saber las horribles cosas que nos ha hecho.
-No entreno con ella.
-Te acercaste a su hermano, estás muerta - añadió Sasha Cohen - Una vez me amenazó sólo por pedir una foto.
-Y en Salt Lake me quiso arrancar el cabello porque me encontré con él en un elevador; hasta Tamara Didier me tuvo que rescatar.

Carlota creyó que exageraban y se limitó a recoger las firmas de ambas en su top amarillo. Desde su lugar, veía a Maurizio charlando con su novia y Haguenauer mientras Katarina lo molestaba haciéndole cosquillas. La escena era muy normal hasta que él concluyó la plática y se despidió de Karin con un beso pequeño. Los ojos de Katarina seguían a aquella mujer con una ira inmensa.

-Te lo advertimos - remató Sokolova y Carlota optó por terminar su calentamiento para comenzar a trabajar en pista. Maurizio la esperaba para darle instrucciones.

-¿Qué dijimos de socializar, Carlota?
-Lo siento, Maurizio ¡es Sasha Cohen!
-Comprendo pero no pierdas de vista que estamos en un torneo.
-Entendido.
-Ponte los patines y recorre el hielo, cuando te diga marcas spins y step sequences.
-¿Los saltos?
-Primero quiero ver si te ubicas ahí.
-Ya voy.
-Diviértete.

Carlota inició su ejercicio para sentir que la pista era reducida y le tomaban fotos que quizás no vería. Para sorpresa suya, había una pancarta para ella en el público y las niñas que recogían los regalos la seguían con atención, tal vez porque les gustaba verla con guantes o porque les parecía tan bonita como la reina del cuento. A decir verdad, hasta a Karin Lorenz dejaba boquiabierta con su rostro y esta lo hizo notar a Maurizio que ni siquiera había reparado en ese detalle; es más, sólo reconocía a Carlota por sus mechones pelirrojos, esos que su tinte aun no podía cubrir.

-"Es muy hermosa, su padre tiene razón en estar preocupado" - pensó él y se esforzó en ignorarla hasta el momento en que le ordenó comenzar a saltar para asegurarse de que estaría bien. Otros entrenadores miraban con curiosidad como Carlota ponía atención al filo de sus saltos cuando Maurizio le decía "repite", seguido de ejecuciones impecables. Por supuesto, esa observación no era porque él fuera competente, al contrario, su reputación de torpe lo precedía a tal punto que ni su éxito con Katarina cambiaba el hecho de que varios le ofrecían a ésta sus programas permanentes en California o Moscú sin ningún pudor y el coach de Sasha Cohen le envió a Carlota su tarjeta en plena práctica, con la afirmación de que "le daría rutinas muy bellas, creadas con bailarines de ballet".

-Debería guardar esto - dijo Maurizio reprimiendo cualquier intento de enfadarse y la joven Liukin le entregó la notita con el sonrojo de por medio.

-¿Vas a abandonarme?
-No puedo, mi papá quiere que todo salga horrible.
-Con mi talento, lo conseguirás.
-Aviéntame y arreglado.

Carlota y Maurizio comenzaron a reír otra vez a causa de esa mala broma y las demás patinadoras prestaron atención a Katarina, que inmediatamente dijo algo al oído de él que lo hizo soltar una carcajada más fuerte; todas se detuvieron varios segundos para ver un abrazo fraterno y breve antes de que el hombre tuviera la firmeza de enviar de vuelta a su hermana a las gradas para continuar dándole indicaciones a la chica Liukin, que al volver a repasar su rutina, se topó con una María Butyrskaya que la detuvo en seco. Maurizio Leoncavallo protestó enseguida.

-Katarina te odia - alcanzó la mujer a advertirle a Carlota - Ten el cuchillo listo hasta por la espalda.
-¿Qué está pasando aquí?
-Dile a Katarina que te hable de una tal Courtney, a ver si quiere.

La joven volteó con el gesto confuso hacia la señorita Leoncavallo y Maurizio entró a la pista.

-¡Espero que el oficial de ISU esté viendo esto y tome alguna medida disciplinaria, basta! - exclamó él y Carlota lo tomó del brazo para irse rumbo al área de calentamiento. Katarina los siguió, pretextando que era parte del equipo.

-Maurizio, tranquilízate.
-No entiendo el afán de molestarnos, no es la primera vez.
-No les hago caso, no te enojes.
-Se están metiendo con Carlota, no lo puedo permitir.
-Tampoco es para que des un espectáculo, la podrían calificar mal.
-Es verdad Katarina, tienes razón.
-Ay ven.
-Gracias.
-Si quieres calmarte, ven a mis brazos.
-Hice bien en traerte.
-Siempre tengo el abrazo que necesitas.

Carlota se sintió muy incómoda entre los Leoncavallo. Aunque Maurizio girara hacia ella y tratara de dirigirla en los últimos detalles, la escena parecía de una conversación ajena y privada.

-¿Entendido, Carlota?
-Sí, Maurizio.
-Perdona si estoy un poco impaciente, prometo tranquilizarme ¿quieres un jugo? Iré por uno.
-Que no sea de naranja, por favor.
-Lo sé, le traeré a las dos, denme un minuto.

Maurizio se apresuró a conseguir las bebidas y Carlota optó por iniciar unos estiramientos para quitarse la sensación de entumecerse a pesar de que los ojos de Katarina la distraían. Cuando menos lo esperó, la señorita Leoncavallo le sujetó fuerte el brazo izquierdo y la arrinconó contra un espejo sin el menor remordimiento.

-¿Qué pasa?
-¿Te agrada Maurizio?
-Al principio no.
-¿Por qué?
-Lo que pasó con la Fusar Poli me daba pena ajena.
-¿Elegiste a mi hermano o te obligaron?
-No hay alguien más en Venecia.
-¿Por qué entrenan de noche y solos?
-¿Solos? ¿Perdón?
-Sé que te lleva a casa.
-Porque es tarde pero mi padre siempre nos espera en la puerta.
-Voy a vigilarte.
-¿Qué?
-¿Te sientes su consentida?
-Más ¿qué?
-Cualquier paso en falso y te arranco los párpados.
-¿Quién te crees?
-Conozco a las de tu clase; métete más con Maurizio y sabrás que es una paliza que te deje muerta.
-¿Es una amenaza?

Katarina soltó a Carlota y fue por su hermano, a quien volvió a apretar con tanta fuerza que un moretón no tardaría en aparecer su espalda.

-Esa Leoncavallo sólo sabe hacer enemigos - pronunció Haguenauer al entrar a preguntarle a la joven Liukin si algo le hacía falta.
-¿Debo acusarla?
-Lo malo es que sólo oí "amenaza"
-¿Qué le pasa?
-Busca intimidar como las abusivas de la escuela, ya sabes qué hacer.
-¿Y Maurizio?
-Habla con él primero.
-Las chicas me dicen cosas horrorosas de Katarina.
-Entonces no creo que él no sepa de otro episodio brillante como este.
-¿Tú no te has enterado de nada?
-Bárbara Fusar Poli se quejaba mucho de ella, decía que fuera de las prácticas no la dejaba hablar con Maurizio o que se la pasaba pegada a él en el kiss 'n' cry; sólo una vez Marina Anissina se enfadó pero lo resolvió con una gran cachetada o eso me contaron.
-Entonces tengo permiso de defenderme rudo.
-El mío sí pero toma en cuenta que Maurizio quiere mucho a su hermana y no podemos darnos el lujo de perderlo.
-Es que no hay otro.
-Exacto. Aprovecha, ya viene.

Carlota movió la cabeza para armarse de valor.

-Te conseguí un jugo de durazno ¿ese te gusta? - dijo Maurizio Leoncavallo al acercársele.
-Grazie di cuore, si fuera de naranja, me mato.
-¿Qué tienes en contra de la naranja?
-Sabe a medicina y huele a veneno.
-Ja ja, fantástico.
-¿Podemos hablar?
-Por supuesto.
-No aquí.
-¿Es importante?
-Preferiría que lo escucharas sin que nadie se meta.
-Vamos al pasillo ¿es algo que se puede platicar ahí?
-Creo que no.
-Bueno, iremos afuera pero luego te quiero concentrada ¿es un acuerdo?

Insegura, Carlota siguió a Maurizio Leoncavallo al exterior, situándose ambos en la banqueta opuesta al club, ella no sabía cómo empezar.

-¿Sientes que te vas a ir? - preguntó Maurizio alegre.
-Estoy bien, patinaré.
-Bueno ¿me dejas saber qué sucede?
-Es que... Katarina me acaba de...ella me...
-¿Qué hay con ella?
-No sé como explicártelo sin que te enojes.
-¿Hay algún inconveniente del que deba saber?

Carlota se mordió el labio inferior y jaló sus mangas para pensar en algo rápido; su intuición le indicaba que ella no era quien debía acusar a Katarina o más bien, que no era tiempo ni lugar para hacerlo.

-Las demás patinadoras me... disgustan ¡ya lo dije!
-¿Me trajiste aquí por eso? Jajaja, Carlota, eso es normal ¿quieres maldecir a alguien?
-¡No! Es que no estoy acostumbrada.
-Relájate, siempre hablaran de ti y algunas querrán boicotearte, no es leal pero es parte del juego.
-Es que todas me dicen cosas malas de Katarina.
-¿Cómo qué? - el semblante de Maurizio cambio de amable a defensivo y Carlota respiró muy hondo.

-Katarina las molesta, dicen que lo hace porque se acercan a ti.
-Nadie me lo ha mencionado.
-¿No?
-Katarina es un poco celosa pero nunca se ha peleado con nadie; cuando competí con Bárbara en Salt Lake, le regaló dulces a todas las chicas y pasamos la noche celebrando todos juntos que mi error no nos costó una medalla. En los mundiales la he visto abrazando a las ganadoras y siendo muy amable, lo que te hayan dicho son mentiras.
-¿Por qué lo harían?
-Por desenfocarte pero no les hagas caso.
-Hace rato Katarina saludó a tu novia y como que no se llevan.
-Karin le agrada sólo que le cuesta demostrarlo porque las dos se mueren de emoción con la boda pero ignóralas.
-¿Te vas a casar?
-Katarina será mi madrina de anillos diga lo que diga Karin.

Carlota pasó saliva luego de felicitar a su entrenador y volvió con él en paz, contemplando a Haguenauer conversando con Karin Lorenz y es que ambos comenzaban a mirarla para adivinar si le había comentado algo.

-¿Katarina la tenía contra un espejo, no estás exagerando? - preguntó la mujer a Haguenauer desde su lugar.
-Le dije a Liukin que llegué al final y es verdad pero me asusté ¿Maurizio nunca le reclama a su hermana?
-Es que nadie le dice a Maurizio.
-¿Sólo tú?
-Tiene a Katarina en un pedestal y frente a él es encantadora.
-¿Te ha querido alejar?
-A mí no pero no me da confianza y me odia, si Maurizio y yo vamos de visita con sus padres, Katarina le dice que merece otra mujer.
-¿Han discutido por eso?
-Maurizio me da mi lugar pero ¿la has visto abrazándolo o siendo cariñosa? Me da escalofríos, el otro día él llegó a casa con muchos rasguños y supe que Katarina lo mordió.
-¿Que estaban haciendo?
-Jugando hockey en un descanso.
-¿Estás bromeando?
-Los chicos de danza me dijeron que ella es muy brusca y varios colegas y patinadores me juran que aprieta tan fuerte a Maurizio que a veces lo deja sin aire.
-¿Suelen conversar al respecto?
-Le digo que le ponga un freno y él me sale con que "sólo es Katarina" y que es fuerte y alegre, que es normal.
-Vamos a tener un gran round en Venecia.
-Cada que una chica se acerca a Maurizio, ella se pone muy agresiva.
-Qué bueno que lo dices.
-Carlota es la oportunidad que Maurizio ha estado esperando, no quiero que Katarina lo arruine.
-Nos aseguraremos de eso.
-Perdimos a una amiga por su culpa y él ha tenido dificultades con su trabajo, ayúdenlo.
-Cuenta conmigo, en Francia sí nos interesa que haya resultados.

La desorganizada sesión de entrenamiento de Carlota continúo finalmente como si nada pasara. Katarina Leoncavallo se colocaba en las gradas junto a Adrien y luego de sonreírle y permitirle abrazarla, suspiró largamente. A su lado, Miguel ponía cara de pocos amigos y luego de leer en su alma lo que había hecho ese día, advirtió:

-Vuelves a tocar a Carlota Liukin y te saco los ojos.
-¿Scusi?
-No creas que no me enteré de lo que hiciste, asi que más te vale no jugar conmigo ni con ella.
-Yo nunca juego, novato.
-Es curioso, yo tampoco.
-Qué miedo me das.
-No intentaría hacer algo en mi contra si fuera tú.
-¿Por qué no?
-Porque con Maurizio no te sirve de nada ¿qué parte de "es tu hermano" no comprendes?

Katarina quitó a Adrien con agresividad y regresó al lado de Maurizio, intentando aferrarse a su cuello inútilmente porque él le recordaba que estaba ocupado y no tenía tiempo de atenderla; incluso le dijo que como entrenador le ordenaba tomar su lugar y no intervenir de ninguna forma mientras Carlota estuviera en el torneo. Sasha Cohen y Elena Sokolova se sorprendieron mucho de aquella escena y la chica Liukin optaba por el extremo silencio. Katarina ya se las arreglaría para recuperar la atención de Maurizio en Venecia.

viernes, 9 de marzo de 2018

El camino a Murano


-Así que aceptaste a la niña Liukin.
-Me convencieron.
-¿Tiene el carácter que dicen?
-No tengo idea.
-¿Y es buena?
-Se nota que no ha entrenado.
-¿Pero salta?
-Tiene lindas piruetas.
-¿Qué quieres decir?
-Unos días más y tendrá ajustados los saltos pero nos vamos hoy a Murano.
-¿Al torneo?
-No puede causar baja.
-No me gusta cuando te sientas.

Esa era la charla que sostenían Katarina y Maurizio Leoncavallo en plena pista durante la mañana del viernes cuando coincidieron con ciertas ganas de tomar un respiro. Él no tenía problemas en recostarse en el hielo de vez en vez.

-¿Estás cansado?
-Algo.
-¿Cómo está tu novia?
-¿Karin? Algo molesta pero se le pasará.
-¿Qué no le gusta ahora?
-Mi horario nuevo, quiere que cambie a Carlota a algún turno como dos a siete.
-¿Lo vas a hacer?
-No, la verdad es que estoy bien así, no hay gente y se puede trabajar bastante.
-¿Te pidieron estar con Carlota en serio o en lo que consigue otro entrenador?
-Voy en serio.
-¿Mientes?
-Su federación me contrató.
-¿Es oficial, firmaste y punto?
-Ayer, me van a pagar bastante.
-¿Cuánto?

Maurizio hizo un ademán de silencio.

-¿Entonces te conviene?
-Voy a pagar la boda.
-¿Se lo propusiste a Karin?
-Aceptó sin pensar.
-Me acostumbraré.
-¿Estás enojada?
-Feliz sólo por ti, por Karin no siento nada.
-Ja ja ¿No te cae bien porque...?
-Mereces a una mejor mujer.
-Katarina ¿no quedamos en que no dirías eso?
-Algo le falta, no sé, no te veo vuelto loco.
-¿Cómo debería estar?
-Te brillarían los ojitos un poco más, como al hablar de Carlota.
-¿Qué tiene que ver Carlota?
-Cuando te entusiasma algo parece que vas a gritarlo y con Karin no te pasa.
-El amor es diferente.
-Con la otra novia que tenías eras más feliz.
-Por supuesto que no.
-¿Cómo se llama?
-Courtney Diallo.
-¿Por qué terminaron?
-¿No fue por ti?
-Nunca le hice gran cosa, llámala.
-Estás loca.
-Te volvieron a salir lucecitas en esos ojitos verdes.
-No.
-Igualitas que con Carlota Liukin.
-Cálmate.
-¿Ves? Estás sonriendo ¿Carlota patina bonito?
-Estoy impresionado.
-¿Qué tanto?
-No soy un buen coach para ella.
-¡Por favor!
-De una vez te advierto que es mejor que tú.
-¿Mucho?
-Te pondré un entrenamiento más fuerte.

Maurizio se puso serio y miró al techo mientras dejaba que sus brazos se enfriaran y bostezaba por dormir mal. Su hermana le permitió tomar la siesta en su regazo mientras le acariciaba el cabello y le daba besitos en la mejilla izquierda y en la frente con insistencia.

En cambio, en el Istituto Marco Polo, las compañeras de Carlota Liukin en el hockey le habían preparado una pequeña ceremonia para la buena suerte. Algunas de ellas le preguntaban sobre qué se sentía saltar en hielo o como elegía sus vestidos, si se maquillaba o si usaba muchas orquillas con su cabello mientras otras dos se lo trenzaban para que pudiera tener tiempo de hacer un buen calentamiento. Las maestras sólo le deseaban un alegre fin de semana y el profesor Scarpa le preguntaba su horario para verla competir.

-¿De verdad irá?
-Tu padre me encargó unas fotos.
-Empieza hoy a las cinco, soy la tercera en salir.
-¿Cuántas más van a competir?
-Otras quince.
-Seguro te va muy bien.
-Muchas gracias.
-Si quieres te acompaño a Murano a esta hora, todavía no conocemos a ese Leoncavallo.
-Miguel y Adrien van a ir.
-Mi presencia no está demás.

Carlota sonrió y acabó con su porción de pastel enseguida, segura de que no la dejarían comer más tarde. Su plan era llegar a Murano a las 13:30, reconocer la pista, hacer algo de tarea y competir. Había platicado esos planes con su entrenador y estaban más que acordados, así que sólo revisó su cuaderno de notas para confirmar sus horarios y de paso, recibir una llamada insistente.

-¿Tamara?
-"¡Liukin! Supe que hoy harás el ridículo"
-Era más simple decirme "hola"
-"Si no te molesto, no funcionas"
-¿Te avisó Haguenauer?
-"¿Quién más?"
-Estoy emocionada.
-"Te diste el tiro en el pie con ese coach"
-¿Leoncavallo?
-"¡Ja ja ja! Sabía que me dirías que es él"
-No encontré otro.
-"Lo siento, es que tiró a la diosa Fusar Poli, ja ja ja ja"
-¿Llamaste para burlarte?
-"Obvio, Liukin, sólo así te irá bien.... Maurizio es un buen tipo, a lo mejor funciona".
-¿Lo conoces?
-"De toda una vida, niña".
-¿Y como entrenador?
-"Su hermana y él aprovecharon el trabajo que había hecho Orser"
-¿Katarina estuvo con Orser?
-"No aguantó ni tres meses porque 'mi hermanito, mi hermanito regresa a Italia, bla bla bla bla bla'; a la Fusar Poli ya la tenía harta".
-Ha de querer mucho a Maurizio.
-"¿Le hablas de tú al entrenador? ¿Qué te he dicho de eso?"
-Que no se debe ¡pero a ti siempre te hablé de tú!
-"¡Porque yo era tu niñera!"
-¡No eras mi niñera!

Carlota y Tamara discutieron amigablemente por varios minutos y se notaba que ambas estaban igual de emocionadas pero sin grandes expectativas. En menos de una semana no ocurrían milagros.

Afuera del colegio, Ricardo Liukin y sus hijos aguardaban a Carlota y como podía suponerse, Miguel iría a Murano en calidad de guardaespaldas al tiempo que Tennant insistía en hacerles compañía sin resultado. El niño Adrien por su parte no paraba de preguntar si podía comprar adornos de peces y cambiaba de posición su pequeño equipaje con mucha insistencia, alterando un poco los nervios de Yuko, que al ver a Katarina Leoncavallo sonrió y enseguida anunció a los demás que Maurizio estaba llegando.

-¿De dónde conoces a la señorita? - preguntó Adrien.
-Los patinadores son famosos en Japón - contestó Yuko.
-En Venecia nadie les hace caso.
-¿Estás enamorado?
-¿Katarina es mi cuñada?

La señorita Leoncavallo volteó a ver a Adrien con curiosidad y sujetó a su hermano de la mano cuando el señor Liukin lo saludó.

-¡Maurizio! Buona sera ¿cómo está?
-Buona sera, me encuentro nervioso, señor Liukin ¿y usted?
-Me quiero matar.
-Todo irá bien.
-Está advertido.
-Lo tengo siempre en mente... Le presento a Katarina Leoncavallo, mi hermana.
-Un gusto, señorita, felicidades por su medalla en Salt Lake.
-Muchas gracias - contestó ella - Maurizio no ha parado de hablar sobre ustedes, los Liukin, así que he decidido acompañarlo a Murano y de paso, convivir con Carlota ahora que compartimos entrenador.
-¡Me lastimas! - protestó Maurizio afectuosamente al soltarse de su hermana y esta lo estrechó por la cintura sin perder la sonrisa. Ricardo no quería darle importancia pero creyó por segundos que ella apretaba a su hermano como si quisiera herirlo, sobretodo por una segunda protesta que la hizo abrazarlo por los hombros, pretextando sueño.

-Señor Liukin - intervino Miguel - Carlota ya está saliendo.

En medio de una lluvia de confeti, las compañeras de Carlota Liukin le decían "adiós" en la puerta y algunas le daban la caja con el pastel que quedaba, gritando "forza! forza!" para alentarla. La escena parecía de un festival que estaba mal pero divertido y Ricardo la recibió con un beso en la mejilla que la hizo sonreír.

-¿Estás lista?
-Creo que sí.
-Despídete de tus amigas y saluda al señor Leoncavallo.
-Claro.
-¿Qué traes aquí?
-Me regalaron un pastel de chocolate blanco.
-Qué lindo detalle.
-Le guardé a Maurizio.
-Yo se lo doy.
-Ojalá comieras más crema.

Carlota giró para agitar su mano en agradecimiento a las niñas de la escuela y de mano de Miguel recibió su maleta con todas sus cosas para el torneo.

-¿Mis patines?
-En su funda de felpa.
-Espero que no sean los que trajo Haguenauer.
-Los que está usando tienen protectores rosas.
-Qué observador, gracias.
-También le traje esta nota de Marat desde Marruecos.
-¿Marat? ¿Sabes algo más de él?
-Le mandó este dije de escarabajo.
-Es precioso.
-Sé que vendrá en diciembre a visitarla.

La joven Liukin ni siquiera terminaba de alegrarse cuando llegó la llamada de su amiga Amy desde París y se apartó enseguida para atenderla.

-Carlota tiene muchas amigas - dijo Leoncavallo.
-Al parecer ha hecho varias esta semana pero nadie sustituye a Amy. Por cierto, mi hija le apartó pastel - señaló Ricardo.
-Qué detalle ¿de qué es?
-Chocolate blanco y creo que tiene crema.
-Lo comeré enseguida, grazie.

Maurizio se disponía a abrir la caja cuando su hermana intervino nuevamente.

-Deberías dejar esto para después.
-¿Por qué?
-Es que Karin dijo que estás a dieta.
-La hermana de Karin es la que está a dieta.
-Ah, perdón.
-¿Quieres un poco?
-¿De verdad me invitas?
-Lo que me gusta de los Liukin es que no dejan que pase hambre.

Ricardo fingió que tomaba a broma el comentario de Maurizio al crecer su desconcierto sobre Katarina, que insistía en darle de comer en la boca y miraba hacia Carlota cada vez que era rechazada.

-Creo que lo mejor será que se vayan ahora, deben tomar el vaporetto en Rialto y es tarde de cruceros.
-Eso es cierto, señor Liukin ¿me permite llamar a su hija?
-Usted es el entrenador, signor Leoncavallo.
-Con su permiso.

Katarina tomó el bizcocho en dos manos y observó detenidamente a Maurizio hacerle señas a Carlota de que ya era tiempo de tomar el camino. Obediente, la joven Liukin terminó su charla telefónica y se aproximó al grupo.

-Creo que nos vamos enseguida.
-Sí, coach.
-¿Qué?
-Disculpa, Maurizio.
-¿Te probaste el vestuario otra vez?
-Antes de la escuela.
-¿Te queda?
-Ignoraremos los hombros ¿qué queríamos por tres días?
-¿Nerviosa?
-Entusiasta.
-Mejor de lo que esperaba. Cuál sea el resultado, da todo lo que tienes.
-De acuerdo.
-Abraza a tu padre y nos iremos.

Carlota no lo pensó y se despidió de Ricardo mientras este le recordaba los números de emergencia, el nombre de la posada donde Haguenauer decía que se hospedarían y el horario del medicamento de Adrien. El domingo, Ricardo podría ir por fin a Murano a verla y le prometía cocinarle su pasta favorita a su regreso. Ella sabía que él estaba muy tenso y no era feliz.

-Maurizio, cuídela bien, es mi hija.
-Cuente con ello.
-Cielo - refiriéndose a Carlota - comunícate cuando llegues, per favore.
-Lo hará antes de que me entregue el celular para que no se distraiga.
-¿Nada de mensajes ni buzones de voz ni nada?
-Carlota debe estar enfocada, señor.
-Vaya, usted realmente me agrada y no es sarcasmo, Maurizio.
-No lo defraudaré.
-Carlota, te veo en dos días, te amo, cielo.

La chica abrazó a su padre y luego de recibir el beso de la buena suerte, dio la media vuelta rumbo al Gran Canale. De acuerdo al plan de viaje, Haguenauer la encontraría en la Fondamenta Serenella en Murano y juzgando por el denso tráfico alrededor de Rialto, el grupo debía apresurarse para llegar a tiempo; los vaporetti lucían llenos y la infernal fila del mediodía hicieron que Adrien y Miguel tuvieran un ataque de risa. Viernes de cruceros, viernes de padecer molestias extra. Ni un alma cerca de la parada hablaba italiano, nadie siquiera se atrevía a explorar la ciudad fuera de las atracciones turísticas y la mayoría iba a Dorsoduro a tomar el sol.

-Podemos buscar otra estación - sugirió Maurizio Leoncavallo y Miguel le dijo que lo haría aunque no se movió. Katarina Leoncavallo por su parte, se colgaba de nuevo del cuello de su hermano, creyendo que la estaba ignorando.

-Ahí va otro bote - suspiró él.
-No te preocupes, siempre habrá alguno que nos recoja.
-Espera, hermana ¿sí vas a venir? Creí que no lo decías en serio.
-¿Por qué no? Carlota es mi co equipera.
-¿Traes dinero?
-Nada pero tú me invitas ¿cierto?
-¿No es un viaje de trabajo?
-Sasha Cohen va a estar en Skate America y quiero ver con qué me va a enfrentar.
-Voy a tomar video.
-Y también va a estar Sokolova ¿te acuerdas que casi me gana?
-Jajajaja, Katarina ¿cómo estás tan segura de que si te voy a llevar?
-Lo harás porque eres el hermano que más quiero, te doy besitos en tu mejilla y te consiento.
-No interrumpas cuando esté con Carlota ¿de acuerdo?
-¡Lo que tú digas, Maurizio!
-Entonces, calma, me vas a poner más ansioso.
-Tú no vas a patinar.
-Pero ahora respondo a un jefe.

Maurizio rió para liberar algo que estaba pensando sin necesidad de decirlo y contagió a Carlota.

-Lo siento, es que tu risa es muy graciosa.
-No te preocupes, Carlota, se nos pasará enseguida.
-Bienvenue en France!
-¿El jefe ha hablado contigo?
-Con mi padre, ayer.

El ataque de risa de los dos hizo que Katarina Leoncavallo se pusiera muy seria e intentara acercarse nuevamente.

-Ni se te ocurra - dijo Miguel tocando su hombro. Ella lo miró de una forma escalofriante.

-Es tu hermano - remató él cuando la joven se soltó y optó por no dejarla cerca de Carlota por saber que no era de confianza.

-¿Cuándo me voy? - gritó Adrien y Yuko se encargó de darle la respuesta cuando apareció Geronimo en su lancha.

-¡Bellissima Carlota! Sei benvenuta sempre! - exclamó el muchacho.
-Se me ocurrió llamarlo cuando vi a la gente - añadió Yuko.
-¡Gracias! - añadió Carlota - ¡Geronimo, siempre me salvas!
-Lo que sea per mia amica ¿que vas a Murano?
-¿Cómo te fue con la polizia el otro día?
-Todo se arregla cuando se trata de declarar el amor ¿Qué te respondió Marat?
-Somos amigos.
-Yo quisiera que mi amiga de Burano me persiguiera igual.

Carlota se cruzó de brazos sin dejar de ser amistosa y Adrien y Miguel abordaron enseguida; este último se aseguró de colocar a Maurizio junto a sí mientras Yuko hacía de barrera con Katarina sin saber.

Durante el trayecto, Carlota y Geronimo hablaron de Marat. La chica le decía que él le llamaba casi todos los días y que le había ido bien en Marruecos.

-Me mandó este escarabajo.
-¿Son turquesas?
-No lo sé pero dice que lo vio y pensó en mí.
-¿Eso dice la nota que lees y vuelves a leer?
-Sí y también que me desea lo mejor en mi competencia.
-¿De qué va a ser?
-De patinaje sobre hielo.
-Sei la migliore nell'mondo! Sono sicuro.

Carlota agradeció las palabras de Geronimo y enseguida revisó su teléfono, hallando mensajes de Judy, su prima Sonia y de Anton, que además, le había grabado su voz.

-Mucha gente te quiere.
-Creo que sí, Maurizio.
-Comienzo a entender a tu padre.
-¿Por qué?
-Te conozco desde hace cinco días y hasta yo te estoy tomando estima.
-Gracias.

Carlota y Maurizio pudieron seguir su plática de no ser por otra llamada que provocó que ella ignorara a los demás. Era Marat, que estaba de regreso en Mónaco. Como aquella conversación se alargara, los demás se reservaron la palabra y trataban de entender lo que ella respondía. Para guardar cierta privacidad, Carlota hablaba en español y Adrien gritaba al fondo que adoraba a su "cuñado tenista" mientras le comentaba a Maurizio Leoncavallo que su hermana "no podía enamorarse de otro" ni tener novio.

-Tu padre me dijo lo mismo.
-Yo lo digo por usted y por los que conozcamos.

Leoncavallo tomó a juego a Adrien mientras Katarina lo sujetaba por detrás, contagiando a Yuko de la misma incomodidad que Miguel prefería no esconder más.

-¡Fondamenta Serenella y Murano per la principessa Carlota! - anunció Geronimo y la joven Liukin se despidió con resistencia de Marat, intercambiando despedidas y bonitos deseos. Marat le confirmaba que lo habían convocado para jugar contra Francia en noviembre.

-¡Estaré allí, Marat! - aseguró ella y Maurizio le hizo la seña de terminar.

-Al menos ella piensa en un hombre que no la va a distraer - comentó Katarina y poco después, Carlota comenzó a cumplir con las reglas de su entrenador, dándole su celular.

-Me alegra que recordara nuestro acuerdo, signorina.
-¿Puedo iniciar con mi tarea en lo que Haguenauer llega?
-Adelante, llegamos temprano.
-¿Qué tanto?
-Media hora.
-Terminaré con la tarea de inglés ¡gracias Maurizio!

Carlota se sentó en una banca del muelle y mientras Yuko le pagaba a Geronimo el traslado, Miguel se dedicó a alejar a Katarina poniendo a Adrien a retratarla y a Maurizio a revisar sus cosas, descubriendo que Carlota había escrito una carta de disculpa para él durante la semana. En vez de leerla completa, prefirió hacer un par de preguntas en cuánto ella terminó un cuestionario sin dificultad.

-¿Tienes cinco minutos?
-Sí
-¿Vas a hacer algo de matemáticas?
-Sólo son fracciones.
-Nunca fui bueno en eso.
-Es muy sencillo.
-¿Estás nerviosa?
-Un poco.
-Estoy asustado.
-¿Por qué?
-Tengo poco tiempo como entrenador y a diferencia de Katarina o mis alumnos de danza, tú si tienes expectativas.
-Ellos también las tienen.
-Tu federación confía en ti, quieren ver tu trabajo y exigen más de lo que yo esperaría.
-¿Medallas?
-Haguenauer y yo sabemos que puedes.
-¿De verdad?
-Vi tus videos del europeo.
-Lo sabía.
-También pedí referencias con Tamara Didier.
-Ella me odia.
-Jajaja, me contó de un selectivo que hiciste y de otra competencia en la que ganaste.
-¿Es cierto que vino Sasha Cohen?
-Todas las de cartel.
-Estoy frita.
-Tamara cree que si soy sarcástico y grosero, rendirás mejor.
-La quiero.
-Sea cual sea el resultado, sé feliz.
-¿Por qué?
-Porque habrás dado todo lo que tienes.
-Maurizio, yo tengo que decirte algo.
-Confía en mí.
-Me vas a matar.
-No, prefiero la honestidad.
-¡Le dije a Haguenauer que eras un idiota! y que no sabes ponerte los patines.
-¿Es mentira?
-Cuando me dijo que en Venecia sólo estabas tú, me acordé de lo que te pasó con la Fusar Poli, perdón.
-Lo correcto sería ofenderme.
-Me disculpé por escrito pero no dijiste nada.
-En el mundo del patinaje soy un idiota, nada que no pueda aceptar.
-Estoy apenada.
-Oye, eso pasó y lo olvidaremos en los siguientes olímpicos, así es esto.
-¿Por qué fallaste?
-La primera vez di mal un giro y tropecé, en la segunda yo estaba mal colocado y no pude equilibrarme. Bárbara no me habla desde ese día.
-Los vi en una gala este verano.
-Nos vemos poco y patinamos si nos contratan pero ¿amistad? adiós.
-Perdón.
-Katarina fue la única que confió en mí y me interesa que tú me hagas caso porque cuando rechazaste a Simmond, creí que eras una engreída.
-Si lo soy.
-Pero trabajas.
-No quiero fallar.
-Estoy más aterrado.
-Prometo ser parte del equipo.
-Katarina, tú, los chicos de danza, son unos niños.
-No soy una niña.
-Tú no, si no quieres.
-Gracias por aceptarme.
-Nos estamos jugando los contratos, Carlota.
-Y el permiso de papá.

Carlota y Maurizio carcajearon de nervios, llamando la atención de Katarina Leoncavallo, misma que no resistió la tentación de aproximarse, aunque Miguel volviera a sujetarla del brazo para impedírselo.

-¿Qué parte de "es tu hermano" nunca te queda claro?

Desde su distancia, la joven Leoncavallo forcejeó sin resultado. De contemplar a Carlota contenta, comenzaba a sentirse enferma.

sábado, 3 de marzo de 2018

Un cuento de amor


Cuando Carlota Liukin regresó a Venecia, su padre se arrodilló para abrazarla, dejándola muda y con deseos de llorar. Ni siquiera le pedía explicaciones ni parecía molesto, sólo le pedía no volver a irse, no dejar a su familia, que entendía sus razones y que había pensado en todas las cosas que le podían pasar en el camino.

Eso contaba Maurizio Maragaglio en un bacaro de Cannaregio cuando le preguntaron como había dado con la niña extraviada y el professore Scarpa le oía atento, sin creer en nada. Por alguna razón, Maragaglio cubría a Carlota diciendo que se había ido a París a causa de un amigo que agonizaba en un hospital y su padre no le permitía visitarlo a pesar de la urgencia. Con esto, la gente del vecindario no tomó a mal el desorden y el lunes siguiente, todos saludaron a Carlota amigablemente.

En el vaporetto, en la escuela, en Rialto, la joven Liukin recibía muchas muestras de cortesía y preguntó por Maragaglio para agradecerle, aunque el precio de esa atención fuera que Tennant le acompañara siempre. Ricardo revisaba el reloj y la llamaba cada dos horas para asegurarse de que a ella no le faltara nada, aunque esa sobreprotectora reacción se volvió en su contra. Romain Haguenauer buscó el club de hielo de San Marco para aprovechar que el señor Liukin se hallaba con la guardia baja y luego de un par de averiguaciones, encontró dicho lugar en Calle Gregolina con esquina Calle dei Fabbri, en frontera con el barrio Castello, frente a un canal. La entrada era una puerta de madera pintada de rosa y la pista parecía nueva. Al fondo, entrenaba Katarina Leoncavallo y su hermano le daba instrucciones que ella seguía al pie de la letra. En las gradas había gente que esperaba por la apertura al público a la una de la tarde y varios técnicos iban y venían para revisarlo todo.

-Buona sera ¿A quién busca? - preguntó el encargado del guardarropa.
-Buenas tardes, vengo con Maurizio Leoncavallo, de parte de la Federación Francesa.
-¿A quién anuncio?
-Romain Haguenauer.
-Un momento.

El hombre abandonó su puesto y se apresuró donde los Leoncavallo, que miraban a Haguenauer con sorpresa y lo hicieron pasar enseguida, aunque Maurizio permaneció de pie sin dejar de guiar a su hermana con una rutina que presentaría pronto. Él se haría cargo de ese encuentro.

-Ciao, Romain ¿cómo estás?
-Muy bien, me gusta este lugar.
-Lo ocupamos desde hace un año, es público.
-Ahorras dinero.
-Depende ¿qué te trae por aquí?
-Eres el único entrenador en la ciudad.
-Eso es deprimente.
-¿Cuántos patinadores tienes?
-Mi hermana y dos parejas de danza.
-¿Tienes espacio para una estudiante?
-Hay un turno de cinco a diez sin ocupar.
-Eso es bueno.
-¿A quién no quieres en Lyon?
-Yo quisiera recibirla en Lyon pero su padre no quiere.
-¿Ella? ¿Quién, Didier?
-Tamara es un imposible.
-Según el diario de hoy, volvió a practicar.
-¿Qué?
-¿No lo sabías?
-Ella no puede saltar.
-Aquí dicen que sí.
-¿Este diario es serio?
-Hablan del calcio como el mejor del mundo.
-¿Y publican sobre Katarina?
-Je je ¿la chica que envías no es Tamara?
-Nunca Tamara.
-¿A quién me quieres lanzar?

Haguenauer no entendía ni media palabra en el periódico.

-Disculpa, me distraje.... Carlota Liukin, catorce años, es de INSEP.
-¿Liukin? No.
-¿Qué dices?
-Que no.
-¡Vamos!
-Tenía coach ¿qué pasó?
-Rechazó a Simmond.
-¿A pesar del "divino" Cizeron?
-No le agradó, nos lo confirmó por escrito.
-¿Por qué la aceptaría en mi grupo?
-Tiene una competencia el fin de semana y es urgente que alguien le ponga un programa.
-¿No tiene montaje?
-Es complicado de explicar pero en esencia, no.
-¿Ha entrenado?
-En París trabajamos en algo pero no quedó muy bien.
-No hago milagros.
-¿Dices que sí?
-Es lo contrario.... Katarina, repite la step sequence.... Romain, no lo tomes a mal pero mi hermana es medallista olímpica, lo siento.
-Lanza tu oferta.
-¿Qué?
-Maurizio, mi federación te paga y Carlota Liukin nos interesa mucho ¿la viste en el campeonato de Europa?
-¿Por qué no fue al mundial junior?
-Se lesionó pero ya está bien, se recuperó en el verano.
-¿Ha entrenado estos días?
-No.
-¿Puedo saber el motivo?
-Se acaba de mudar.
-¿Por qué?
-La escuela pero tiene un buen horario.
-Quiero hablar con ella, la espero a las seis.
-Cuenta con eso.
-Pido diez mil.
-¿Qué?
-Siete mil para mí, el resto se va a la cuota de la pista, taller de mantenimiento de patines y vestuario.
-¿Vestuario?
-Tengo convenio con una costurera.
-Le pagamos menos a Simmond.
-Convenzan a Carlota de ir con él, ciao.
-Los Liukin no volverán a París.
-Pueden traer a alguien de Milan, está De Bernardis.
-En serio...
-Romain, lamento no ser de tu ayuda.

Maurizio Leoncavallo volvió a dedicarse por entero a Katarina y Haguenauer salió de ahí, sintiéndose en ridículo. Algo se le tenía que ocurrir y sólo imaginaba a Carlota echando a perder la charla con el entrenador antes de empezar. De todas formas, fue a "Il dolce d'oro" por ella a la hora de la comida y se la topó cuando regresaba de estar con Maragaglio en San Polo. En el local, Ricardo estaba ocupado sirviendo gelati a un grupo de niñas.

-¡Romain!
-Quita esa cara.
-Sigo enojada.
-Lo sé; vine para conversar de otra cosa.
-¿Es de patines?
-Sí.
-Mi papá no debe escuchar.
-Carlota....
-Hizo que me regresaran ¿sabes que el tipo que me encontró mintió para que él no se molestara más?
-Ese Maragaglio es tu amigo.
-Papá sólo fastidia.
-¡Oye! Estuve con él, se preocupó porque no estabas y movió a media ciudad, deja de quejarte.
-Perdón, es que no quería volver.
-Te aguantas y ya.
-Supongo que no hay opción... ¿Qué ibas a contarme?
-Encontré la pista y no está cerca de la escuela.
-Sabía que Andreas mentía.
-Hay un coach pero no da su brazo a torcer.
-¿Quién es?
-Maurizio Leoncavallo, a quien debes conocer bien.
-¿No es el idiota que tiró a la diva Fusar Poli?
-Ese mismo idiota.
-¿Qué hace aquí en Venecia?
-Es el coach de su hermana y nos interesa.
-¿De Katarina Leoncavallo?
-Medallista de Salt Lake; mejor carta no tiene el tipo.
-Es un tarado.
-Pero sabe su trabajo, Katarina está patinando como una diosa y aun son prácticas.
-Maurizio no sabe ni ponerse los patines.
-¡Tendrás que superar su error con la Fusar Poli!
-¿No hay otra persona?
-Si hubiera otra no estaría diciéndote que vayas con él a las seis.
-¿Tan tarde?
-Es su horario, él pone las condiciones.
-¿Cuánto cobra?
-Tu padre no lo pagaría.
-Tengo mesada, de algo servirá.
-¿Cuánto te dan?
-Suficiente.
-La federación te ofreció un contrato, Carlota; ve con Leoncavallo y convéncelo por lo que más quieras.
-Arrojó a la diva Fusar Poli al hielo.
-Y nos va a arrojar a todos si te portas como una demente ¡Cierra la boca, toma tus cosas y ponte a entrenar!
-Eh, si lo pones así, iré de una vez.
-Te citó a las seis.
-Prefiero que nos rechace temprano.
-¿Llevas patines?
-No los suelto desde que volví.
-Calle dei Fabbri con Grigolina, hay un canal.
-Te diré que pasó.

Carlota se fue enseguida, con Tennant siguiéndola otra vez. Ricardo aun no advertía lo ocurrido pero le angustiaba que la joven se hubiese marchado, razón por la que se retiró el delantal cuando pudo y se fue tras ella.

Cuando Carlota Liukin encontró el club de hielo, se preguntó si la minúscula banqueta podía sostenerla en pie. Había cruzado un puente que rechinaba de viejo y los botes iban a escasa velocidad por tan estrecho espacio. Grigolina no era una calle muy agraciada para ser veneciana y su decadencia era notoria si se miraba a Fabbri, siempre bella y blanca. La puerta del club del hielo estaba abierta y ella se sorprendió de ver ahí a mucha gente pasando la tarde como cualquier otro día. Maurizio Leoncavallo estaba de pie, junto a un borde y al verlo, ella quiso morir: Con lentes o sin ellos, el hombre era una copia de Maurizio Maragaglio, quizás más joven y con más cabello. Era obvio que cubría turno de chaperón pero estaba a punto de retirarse.

-Buona sera, signor Leoncavallo? - murmuró Carlota al acercársele.
-Buona sera, signorina ¿en qué puedo servirle?
-Me dijeron que usted es el coach de Katarina Leoncavallo, soy Carlota Liukin.
-Respondí que no sería de su ayuda.
-No fue lo que me contaron.
-Pudo venir a las seis.
-Prefiero resolver esto antes.
-¿Ve a las niñas de allá? Vaya con ellas y dígales que su sesión terminó.

Carlota respiró hondo y obedeció a Leoncavallo, creyendo que quería verla patinar. El hombre en cambio le miraba los pies y se rió un poco. Cuando ella terminó con el grupo, se aproximó de nuevo sin saber que esperar.

-¿Tus cuchillas son nuevas, verdad?
-Las he usado poco.
-¿Los botines también?
-Sí.
-¿Quieres un jugo? Charlemos.

La joven pasó saliva y cambió de nuevo su calzado antes de seguir a Leoncavallo hasta una pequeña plaza de la Calle Fabbri, atrás de la pista. Tennant guardaba distancia prudente y pronto advirtió que Carlota tomaba asiento frente a un café donde Leoncavallo ordenaba alguna bebida fría con sabor amargo.

-¿Qué la trajo a Venecia, signorina Liukin?
-El colegio, mi padre encontró uno que le gustó más que el de París.
-Eso es inusual.
-La ciudad me gusta.
-Eso es bueno.
-Venecia es lo más bello que he visto.

Carlota sonrió y Leoncavallo pareció imitarla.

-He visto muy poco de su trabajo, signorina, acaso su programa corto del campeonato europeo.
-¿No le gustó el libre?
-No tuve tiempo de asistir a su competencia.
-¿Quiere el video?
-No es necesario, me gustó la primera rutina.
-Gracias.
-¿Cuánto tiempo ha patinado, Liukin?
-Año y medio.
-¿Es un juego?
-No, yo no tomé clases antes; bueno, muy pocas.
-Eso no es posible.
-Mi entrenadora era muy estricta y siempre me ha sido fácil hacerlo todo.
-¿Fácil?
-Nunca he tenido problemas que no arregle rápido.
-No lo creo.
-Quiero concursar pero necesito ayuda y no conozco a nadie.
-Eso quería escuchar.
-¿Qué?

Leoncavallo suavizó su voz y eligió tutearla.

-Además de Tamara Didier ¿quién más te ha guiado?
-Haguenauer pero no puede quedarse.
-¿Por qué rechazaste al coach de Guillaume Cizeron?
-Por Brian Orser.
-¿Orser te dijo que no?
-Al contrario pero mi padre no me dio permiso de ir a Toronto.
-Entiendo por donde vamos. No creo ser lo que necesites.
-No lo dice de verdad.
-No compito contra Orser, no manejo ese nivel de exigencia.
-Necesito un coach ahora.
-¿Nadie en Italia podría auxiliarte? Tengo los números de algunos colegas. Lo siento, Carlota.
-¿Sólo es "no"?
-Con mi hermana he logrado éxito porque no es tan buena.
-¿Qué?
-No nos importa el resultado, ella sólo quiere estar ahí.
-Katarina es increíble.
-Por algo está conmigo y no con Orser.
-¿También la invitó?
-Lamento no ser lo que buscas.
-Genial, mi padre ganó... Gracias, supongo.

Carlota se levantó enseguida y dio la vuelta, topándose con Ricardo a los escasos pasos. Él la abrazó enseguida.

-Aquí estás, pensé que estabas molesta y por eso te fuiste.
-No, sólo vine aquí.
-Es que no supe que te dijo Haguenauer.
-Vine a ver la pista de hielo.
-Carlota, sabes que no puedes.
-Ni siquiera te asustes, el entrenador me dijo que no.
-Está bien, volvamos al local, tienes tarea y no deseo que andes sola.
-Papá, te estoy hablando de otra cosa.
-Ya te escuché, no te pongas triste.
-No estoy triste.
-De todas formas en el hockey te irá bien, sólo competirás cerca de casa, es lo que importa.
-Es por una materia de la escuela.
-Lo que es mejor, no tienes que hacer maletas.
-Papá, me acaban de decir que no ¿Vas a preguntar por qué?
-Lo haría pero cualquier motivo me parecerá bien.
-¿Qué te pasa?
-No te irás, no otra vez.
-¡Practicaría en esta ciudad!
-Para pedirme permiso de irte a otro lado.
-Ya sabes cómo es.
-No lo sé porque siempre estuvimos en Tell no Tales y no voy a averiguarlo ahora.
-Papá, no me hagas tomar mis cosas.
-No me vas a asustar de nuevo.
-¿Es que no te interesa lo que yo quiero?
-¡Por dejarte terminamos aquí!
-¡Vinimos hasta acá porque París te aterró!
-¡Decidí que basta!... Dame eso y vámonos.
-¡Son mis patines!
-Los agarraste sin permiso.
-¡No son tuyos!
-¡Devuélvelos!
-¡Entonces quédatelos pero no me vuelvas a hablar!

Carlota desarmó a su padre otra vez cuando arrastró a Tennant hacia la banqueta sin poder contenerse y comenzó a llorar. A su padre se le rompió el corazón, no estaba dispuesto a dejarla ir ¿al costo que fuera? Leoncavallo, que era testigo de esa escena, no se sentía capaz de intervenir hasta que el señor Liukin lo confundió con Maurizio Maragaglio y le extendió una disculpa.

-Scusi, mio nome è Maurizio Leoncavallo.
-¿Leon qué?
-Maragaglio es mi primo.
-Se nota.
-¿Gusta sentarse?
-No, yo voy con mi hija, perdóneme de nuevo.
-Soy el entrenador del club de hielo, la signorina Liukin habló conmigo.
-Gracias por decirle que no.
-Quería decirle que sí.
-Menos mal que se equivocó.
-¿No cree que comete un error?
-Puedo vivir con eso.

Ricardo se alejó mientras Carlota intentaba calmarse. Era claro que ella no deseaba tenerlo cerca.

Maurizio Leoncavallo sin embargo, se quedó pensando al respecto el resto del día, armándose de valor para visitar a los Liukin por la noche. Después de preguntar a su primo sobre cómo encontrarlos, Leoncavallo tomó el vaporetto hasta Ponte degli Scalzi y caminó hacia Calle Priuli Ai Cavaletti con la certeza de que alguien lo vería pronto. No erró cuando reconoció a Carlota Liukin en su balcón, leyendo un libro que no parecía escolar y con la puerta cerrada a su habitación como si no quisiera ver a nadie.

-Ciao - dijo él.
-¿Cómo me encontró?
-Mi primo.
-¿Maragaglio?
-Él.
-Hola entonces.
-Si trova il signor Ricardo?
-En la cocina.
-¿De este hotel?
-Ni siquiera nos permite ahora comer algo que no haya preparado él.
-No lo tomes mal, sólo te cuida.
-Se pasó de la raya.
-Creo que te ama.
-Claro que sí.
-Supe que intentaste marcharte de la ciudad por esta pelea del patinaje.
-Mataré a Maragaglio.
-Deberías.
-Eres mi única alternativa, tampoco es que me sienta muy aliviada.
-¿No confías en mí?
-Tiraste a Bárbara Fusar Poli dos veces.
-Pero tengo una carrera.
-Todos sabemos que eras una calamidad.
-Una que te puede ayudar.
-¿Cómo?
-Observa.

Leoncavallo se introdujo al hotel Florida y fue el primer sorprendido cuando Ricardo Liukin accedió a recibirlo frente a la estufa a condición de asearse las manos y ayudar rebanando queso. El señor Liukin no parecía tan malo y su actitud al saludar era amable cuando lo observó entrar sin hacer preguntas.

-El truco de la sopa de cebolla es conseguir unos buenos huesos de res y rasparlos para que los restos de carne le den más consistencia. Me alegra que sean muy baratos - comentó el señor Liukin en saludo.
-¿No le dicen nada por usar este espacio?
-No, de hecho me han ofrecido trabajar aquí pero pagan menos que en "Il dolce d'oro".
-No conozco.
-Es una gelateria en San Marco, ahí me reúno con mis hijos después de la escuela.
-Tendré que ir.
-¿Me ayuda con el queso? No lo ralle.
-No, nunca.
-¿Le han presentado a Tennant? Es un chico listo.
-¿Es su hijo?
-Sólo si se lo gana, hasta hoy va muy bien, mire como pica el cebollín.
-Mi primo me ha dicho que Carlota es su preferida, señor.
-No quería ser tan rotundo pero sí.
-Nadie se molesta.
-Mi familia lo sabe y Andreas y Adrien no se esfuerzan mucho en contradecirme ¿Los ve en la cocina?
-Tampoco tengo el gusto.
-Adrien es autista según el médico y a veces nos ignora por completo. Él es feliz.
-Para usted es complicado.
-Sí pero es un niño bueno y muy listo, sólo no pertenezco mucho a su mundo. Algún día.
-¿Qué hago con las rebanadas?
-Le indicaré cuando usarlas.
-Me habló del otro hermano.
-Sin comentarios sobre Andreas.
-Disculpe.
-¿Tiene hijos?
-Aun no, mi novia y yo lo pensamos.
-No los tenga, es el mejor consejo que le puedo dar en la vida.
-Mi padre dijo algo similar.
-Siendo maestro se le quitarán las ganas ¿Sabe cuánto vómito tuve que limpiar?
-¿Récord?
-Carlota nunca me dio ese problema, una vez la llevé con el pediatra porque era raro que fuera tan sana. Nunca devolvió la comida, jamás tuvo accidentes en pañales, no lloraba, dejaba dormir y era muy risueña. Todo se arruinó cuando la dejamos ver los juegos olímpicos.
-¿Por qué usted se opone?
-Al principio no pero su madre pensaba que era muy peligroso y han sucedido muchas cosas, admiradores locos, Tamara, el rechazo de la escuela; murió mi esposa y todo lo malo empezó.
-Lo siento.
-Sé que cuando crezca, Carlota comprenderá mi negativa y estará tranquila.
-No puede detenerla.
-Pero trato y no crea que no sé que la estoy hiriendo.

Ricardo añadió vino a su cacerola y la tapó enseguida.

-Quiero preguntarle algo, Maragaglio.
-Leoncavallo.
-Me confundo.
-No se preocupe.
-¿En serio le respondió a Carlota que no?
-Error de mi parte.
-¿Por qué?
-Supe lo del señor Simmond.
-Carlota a veces toma decisiones que no entiendo.
-¿Si ella se hubiera quedado conforme, estaría preparándose para un torneo?
-Es probable, nunca lo sabré.
-¿Le dijeron que no a Brian Orser? ¿De verdad?
-Nadie debe llevarse a mi hija lejos.
-Tenemos eso en común, mi familia decía que sí pero mi hermana no quiso dejarnos atrás y Orser se marchó. Ella sufrió mucho cuando yo me fui por trabajo y a mi vuelta, me pidió llevar sus planes de entrenamiento.
-¿Cómo les ha ido juntos?
-Bronce en Salt Lake.
-Igual que Verner.
-¿Quién?
-El ex compañero de Carlota.
-Creo que es bueno trabajar en familia, fracasamos o triunfamos juntos.

Ricardo no fue capaz de creer que Leoncavallo mentía y optó por hacerle colocar el queso sobre la sopa sin mencionar nada. Los farsantes eran complacientes pero Maurizio guardaba silencio y se limitaba a contestar cualquier pregunta de forma concreta, así fuera por el olor de la cocina o algo de su rutina. Para los Liukin era muy extraño ver un invitado que no causaba escozor en nadie y se quedaba hasta tarde conversando en privado.

Durante el martes, Carlota hizo lo que se suponía era su nueva normalidad: sus clases hasta las once, su práctica de cuarenta minutos con el equipo de hockey sobre pasto, ducha rápida, aguardar a que Tennant llegara por ella a la escuela, pasar a cambiarse de ropa y tomar el vaporetto para llegar con su padre y hacer enseguida la tarea. Los transeúntes comenzaban a acostumbrarse a verla pasar el día revisando sus apuntes, recibiendo al maestro Scarpa para repasar sus lecciones de italiano y yendo con su padre a la cremería si en "Il dolce d'oro" se había encargado alguna caja de mascarpone. Esa vida veneciana era muy tranquila y más feliz de lo que los Liukin hubieran querido soñar en París, con el sol otoñal y el viento cálido de una calle más o menos descubierta por turistas, con el silencio que dejaban unos vecinos que saludaban y se iban y pocas mascotas que causaran alergia. El atardecer en la ciudad era imperdible y Ricardo salió muy feliz del trabajo poco antes de las cinco, cubriendo los ojos de su querida hija y besando su frente.

-Ven, te tengo una sorpresa.
-No me gusta que me tapen la cara.
-Ten paciencia.
-¿Dónde vamos?
-Con Tennant jura que no.

Ambos se dirigieron a un bote y comenzó un paseo que tal vez Carlota habría adorado de poder ver algo. No fue un traslado tan tardado porque el tránsito había bajado y pronto Carlota creyó caerse cuando descendió pero no. Su padre la sostuvo y le hizo entrar a un sitio fresco y con olor a pino antes de retirarle al fin la venda y contemplar su felicidad instantánea.

-Allá está tu coach, obedécelo.
-No entiendo.
-Cualquier problema que tengas, sólo llama.
-¿A dónde vas?
-A casa, te espero a las diez.
-¿Tennant viene por mí?
-El señor Leoncavallo te llevará de regreso, si te hace algo, es hombre muerto.
-¿Qué?
-Te está esperando, anda.
-¿Me das permiso?
-Aprovecha que estoy de buenas.
-Papá...
-Sé que esto te importa y no te fuiste por patinar, sino por mí.
-Yo...
-No vuelvas a llorar ¿quieres?
-Me voy.
-Suerte.

Carlota abrazó a su padre y fue muy contenta donde Leoncavallo, quien sonriente le dio la bienvenida diciéndole las reglas.

-¡Ciao signorina! Lo primero que debes saber es que me llamarás "Maurizio", no "signor Leoncavallo", no "coach" ni nada de eso; a todo lo que te diga respondes "entendido" o sólo lo haces, nunca preguntes.
-¡Entendido!
-Si converso contigo es porque haces todo bien y si te digo "repite" es que es un desastre; si llegas tarde no hay sesión porque me habré ido enseguida y cualquier falta de respeto hará que te eche.
-¡Entendido Maurizio!
-¡Quiero tres vueltas alrededor de la pista y luego marcaremos figuras!

Ricardo se retiró antes de que Carlota lo notara y al atravesar la puerta, se encontró con Leoncavallo, que lo alcanzaba sólo para despedirse.

-Hablaremos de los detalles...
-Fue el idiota que tiró a la diosa Fusar Poli, no crea que no lo investigué.
-Fueron dos accidentes.
-Si algo sale mal, lo mataré.
-¿Hace esto por sus crisis de memoria, verdad?
-He empeorado bastante desde que llegué.
-¿Qué sucedió?
-Olvidé quien es la madre de mis hijos.
-¿Está seguro?
-Sé que lo sabía hasta ayer, le hablé de ella un poco.
-Tranquilo.
-Tampoco recuerdo porque vine a Venecia.
-Eso no está bien.
-Estoy en blanco.
-Señor Liukin...
-¿Puedo contar con usted?
-Los niños estarán bien con Haguenauer, eso lo sabemos.
-No estoy dispuesto a olvidarlo todo.
-¿Hay algo que pueda hacer?
-No está en sus manos, Maurizio. La sonrisa de mis hijos es lo que más valoro pero también estoy perdiendo esos recuerdos, más los de Carlota.
-Por eso no quería separarse de ella.
-Y sólo conseguí que se alejara y estuviera triste.
-Pero está contenta otra vez.
-Cuando ya no pueda hacerme cargo, por favor, se lleva a Carlota de aquí.
-Señor Liukin, no podría.
-¿Sabía que Tamara me dijo lo mismo? .
-Respecto a eso, me llamó.
-¿Qué le dijo?
-Que firmó unos papeles y volverá con usted.
-No confió en mí para preparar una bienvenida.
-Porque Carlota es una pesadilla, según ella.

Ricardo y Maurizio se apretaron la mano y se estrecharon afectuosamente, dándose cuenta de que tardaban y Carlota no tenía tiempo para desperdiciar de cara a su competencia. Maurizio Leoncavallo se preguntaba si estaba haciendo lo correcto.