sábado, 28 de abril de 2018

Capítulo 300: Una plática entre mujeres (El compendio de las primeras veces II)


Tell no Tales.

Regresar de Jamal no significó que las rutinas de la mayoría de las aspirantes a Miss Nouvelle Réunion cambiaran mucho. Kleofina Lozko seguía vendiendo flores por las calles del barrio ruso, Eva de Vanny acudía a sus clases de música, Madice Hubbell continuaba entrenando con su compañero y Courtney Rostov - Diallo atendía a toda clase de pacientes en el hospital mientras se quejaba de que la banda de "Miss Láncry - Guyane" que estaba obligada a llevar era un fastidio. Nadie quería pensar en los inconvenientes de otras chicas como Miss Corse - Lorphelin que en el banco donde trabajaba había una fila enorme sólo para verla o en Miss Blanchard, a quien se le hinchaban los pies por atender eventos de caridad a beneficio del orfanato o festivales de pintura mientras el comité del concurso de belleza le forzaba a portar tacones por su baja estatura.

Por las noches, las treinta aspirantes a Miss Nouvelle Réunion se presentaban en el auditorio de la Facultad de Filosofía para practicar coreografías e hipotéticas clasificaciones a fases finales mientras los curiosos se burlaban de ellas o las halagaban según el caso. Únicamente Camille Maier parecía cómoda con la situación y se le notaban ciertos esfuerzos por diferenciarse de las demás como teñir su cabello en rojo o usar vestidos de colores claros con detalles grandes como botones o flores. Kleofina cruzaba los brazos si le tocaba pasar junto a ella mientras Mathilde Tellier y Micaela Mukhin le auguraban un desastre por llegar en tenis y playera de franela.

Sin embargo, existió una tregua cuando se anunció que habría un fin de semana libre antes de las sesiones fotográficas, los ensayos con el jurado y las presentaciones especiales de promoción. Como Courtney era la aspirante con mayor agotamiento, sus amigas le organizaron una sesión de spa en casa, enviando a Matt Rostov a dormir en la sala.

-Me quiero despertar tarde mañana - admitió ella.
-Te animaremos un poco, traje vino - aseguró Madice.
-Yo no bebo.
-¿Ni una copa?
-Una y me detengo.
-Acá está.
-Gracias.
-Eva me lo recomendó, es muy bueno.
-Eso pruebo.
-Te íbamos a llevar a un club pero tu primo no quiso acompañarme.
-¿Te gusta Moussa?
-Es lindo.
-¿Estás ebria?
-He tomado como cuatro copas.
-Jajaja, Madice llegaste a tu límite.

Eva y Kleofina se rieron con Courtney y Madice sirvió un poco más, aunque lo reservó para luego.

-Aprovecho para tener resaca; mi temporada empieza luego de este concurso.
-¿A qué te refieres, Madice? - preguntó Kleofina.
-Al patinaje. Hay torneo en Johannesburgo y la federación me inscribió.
-Que entusiasta te oyes.
-Necesito una medalla nacional o nunca dejaré esas competencias horribles.
-Pero vas a conocer Sudáfrica.
-Es como la tercera vez que voy.
-Yo nunca he salido de Nouvelle Réunion. Me gustaría ir a Johannesburgo al menos.

Al grupo le sorprendió que Kleofina usara el nombre nuevo del país con tanta naturalidad y pensaron enseguida que era por la carta que quería escribir y que en un momento de suerte recibiría respuesta luego de ocho meses.

-¿A quién le envías correo? - curioseó Eva mientras pintaba las uñas de Courtney.
-A Ilya. Me dijo que estará en una misión militar por un año - confesó Kleofina sin importarle ser juzgada.
-¿Quién es?
-Ilya Maizuradze, el hombre del barrio ruso con el que me involucré.
-Hasta la voz te cambia cuando hablas de él.
-No me había dado cuenta.

Kleofina Lozko suspiró antes de dar un sorbo a su copa.

-¿Fue el tipo con el que Camille Maier te molestó en el salón, verdad?
-Sí pero no importa.
-¿No sabes si es el papá de Anton Maizuradze? Ese niño me caía bien - intervino Madice.
-Lo es ¿por qué? - rió nerviosa Kleofina.
-Es que Anton se la pasaba en mi edificio porque le gustaba la niña que vivía abajo de mi departamento.
-¿En serio? Ese chamaquillo es muy tierno; eso decía Ilya.
-Una lástima, la niña lo rechazó... El que me gustaba era el papá de esa chiquilla.
-¡Madice!
-Aun me acuerdo de su nombre "Ricardo Liukin". Qué hombre tan guapo.
-Ay, yo conozco a los Liukin - pronunció Eva como una queja - La cabbage patch me quitó a mi Joubert.

Las cuatro carcajearon.

-¿Quien es la cabbage patch? - siguió Madice.
-Carlota Liukin. Qué tipa tan odiosa.
-¿Ella te bajó a Joubert Bessette?
-¿Te enteraste?
-Acabo de decir que eran mis vecinos. Carlota es muy bonita.
-Es un bebé.
-Eso sí.
-No entiendo como Joubert se fijó en esa cosa.
-Carlota era la reina del drama, desde que me acuerdo era caos total si algo le pasaba. Ricardo llamaba a mi puerta con frecuencia.
-¿Para qué?
-Mi papá es médico.
-Trabajo no le faltaba.
-Casi siempre eran raspones, gripe, cosas pequeñas.

Courtney entonces se atrevió a comentar.

-¿Se dan cuenta de que pudimos conocernos antes? Si no era por los Maizuradze, sería por los Liukin.
-¿Conoces a los Liukin?
-Andreas Liukin iba a emergencias como dos veces al mes y atendí a Anton Maizuradze una vez que se cayó en bicicleta.
-¿Andreas Liukin en urgencias? No te creo nada.
-¿Es sarcasmo, Madice?
-No, es que Andreas es un caso o era, no sé. Se mudaron y ahora no tengo de qué reírme cuando estoy en casa.

Kleofina murmuró "Andreas" en medio de exhalación profunda.

-Andreas Liukin fue mi primer novio - admitió la chica - Lo dejé por Ilya.
-¿Por qué? - se interesó Courtney.
-Era muy ... ¿Impetuoso? Jajaja, mis piernas tomaban posiciones muy extrañas.
-¿Hablas de sexo?
-Sí, jajajaja. Andreas hacía el esfuerzo de ser bueno.
-Me consta que ponia mucho empeño - añadió Madice - A mí me robó un beso pero quiso hacerlo tan bien que me ganó la risa.
-¡No les creo! No hablen así de ese pobre muchacho - decía Courtney con cierta pena.
-¿Por qué no? Nadie más oye - advirtió Eva - Además, Andreas también me besó y mejor que mi novio sí lo hizo.

El grupo comenzó a tomar más y la mascarilla que le habían puesto a Courtney pasó a segundo plano.

-Compartimos a un Liukin y ni sabíamos - bromeó Kleofina - Era un novio muy lindo.
-Los Liukin son lindos - siguió Madice - Un día llegó un tal Gwendal al que no le pude decir que no.
-¿Dormiste con él?
-Fue mi novio unas semanas. Nos llevábamos bien pero le gustaba otra.
-Eso es un fastidio.
-¿Ninguna de ustedes lo conoce?
-Creo que no.
-Gwendal es muy especial para mí, fue siempre muy delicado.
-¿Cómo era en la cama?
-No lo puedo comparar todavía, fue mi primer hombre.
-¿No has estado con alguien más?
-No pero me gustaría. Quiero saber si Gwendal es muy romántico o todos hacen las mismas cosas como platicar o saltar en la cama para atrapar burbujas de jabón.
-No lo hacen.
-Deberían.
-Mi primera vez con Ilya fue inesperada. No me lo propuso ni se lo pedí, solo me visitó y salimos a pasear. Ese día había nevado mucho en la campiña y me quité la ropa sin alguna razón. Sus manos son maravillosas.
-¿Por qué estuviste con él? Es un hombre viejo.
-Siempre me gustó.
-¿En la nieve, en serio?
-No es cómodo pero él lo volvió bonito.... Prometió escribirme y ha cumplido, tengo muchas postales de Venecia y París.

No sabían las cuatro por qué se les erizaba la piel.

-Mi primera vez fue con un ruso, ni siquiera me acuerdo de su nombre - confesó Eva - Estaba tan ebria que vomité cuando terminamos.
-¿No fue encima de él? - carcajeó Courtney.
-¡No! pero arruiné mi bolso y su alfombra. Él me gustó mucho en esa fiesta pero no lo volví a ver.
-¿Te dio vergüenza?
-No me agradó, fue malo.
-Dicen que es lo normal.
-Él casi se duerme en pleno acto.
-Es imperdonable.
-Al menos mi Evan tiene mucha energía y hemos mejorado.
-¿Qué tanto?
-Nos han pedido que no hagamos ruido.

Las mujeres estallaron en risa y Madice notó que Courtney no había dicho nada. Creyó que era por discreción y no le inquirió cosa alguna. Un nuevo brindis significó una pausa y la misma Courtney retiró su mascarilla para luego tomar la palabra

-Yo me iba a casar cuando tenía veinte.
-¿De verdad?
-Con un chico llamado Marc pero no pudimos.
-¿Marc? No conozco a ninguno ¿Te cortó?
-No éramos compatibles. Me di cuenta de que no podía seguir su religión y no estaba lista para el compromiso. Hice bien en ir a la escuela en su lugar.
-Wow, Courtney.
-Nunca tuvimos relaciones y nos besamos poco. Yo pensaba que los noviazgos eran así.
-¿Cómo lo conociste?
-En Dakar no hay mucho qué hacer si no es una parrillada o ir al mar así que en la playa. Yo me presenté y no nos separamos. Él iniciaba como agregado cultural de la embajada de Israel.
-Suena importante.
-Duramos un año y se fue a no sé dónde. Lo encontré hace tiempo en una feria aquí en Tell no Tales y lo saludé pero no volvimos a hablar.
-¿Por?
-El pasado está muy bien quedándose lejos.
-Tienes razón... Y luego vino Matt ¿no?
-Me gustaría decir eso.

Courtney terminó su bebida y enseguida sirvió más vino. Por algún motivo, miró su copa como si quisiera que se viera más oscura.

-Tuve otro novio hace unos tres años pero acabó muy mal. Tuve suerte, nunca me habían golpeado.
-¿Él te...?
-Él no.

Kleofina y Eva se vieron entre ellas y acercaron las almohadas para estar más cómodas. Madice consumió su quinta copa enseguida.

-¿Quién era? - preguntó con el interés que produce el asombro.
-Maurizio Leoncavallo.
-¡El que tiró a la Fusar Poli!

Excepto por Courtney, las demás abrieron la boca sorprendidas.

-¿Lo conocen?
-¿Quién no? Esa mirada de la Fusar Poli era para matarlo y aun así, envidio su suerte con ese bronce en el cuello. Él es el peor bailarín que vi jamás - declaró Madice a poco de ceder ante el efecto del alcohol para cantar incoherencias.

-Él pudo ser el amor de mi vida - se sinceró Courtney.
-Estuvo en la ciudad este enero; mi compañero y yo nos tomamos fotos con él.
-Es un hombre muy amable.
-¿Como dio contigo?
-Se fue a Senegal de vacaciones, eso pasa.
-¿Y coincidieron sin nada más?
-Lo conocí en una tienda, tampoco fue especial.
-¿Qué estaba comprando?
-Tapioca, nueces, lo ayudé a buscar cilantro.
-¿Él te lo pidió?
-Sí y me enteré que mi vecino haría un asado. Maurizio se había ofrecido a llevarle las cosas.
-¿Te invitó?
-No pero mi vecino sí y llevé un postre sin sabor.
-Me cuesta creer que fuera Maurizio.
-Tengo varias fotos con él. No he querido verlas desde que terminamos.
-¿Maurizio es especial para ti? - intervino Kleofina.
-Nunca parábamos de charlar y quise que fuéramos amigos pero fluía y se convirtió en algo más. Íbamos a nadar o bailábamos en la calle en día de mercado. Recuerdo que me contó de una ex novia que le lleva doce años, una tal Karin Lorenz.
-¡Volvió con ella! - se apresuró Madice.
-¿Cómo sabes?
-Los vi muy juntos en el Campeonato de Europa, se la presentó a todos.
-Él es así.
-¿Tampoco quisiste encontrarlo de nuevo?
-A Maurizio, nunca.
-¿Qué te hizo?
-¡Nada! Pero me dolió mucho tiempo.

Kleofina y Eva no encontraban que decir; Madice en cambio, habló envalentonada por el alcohol

-¿Conocen a su hermana, Katarina? Yo la odié.
-¿Qué tienes en su contra, Madice? - se sobresaltó Courtney.
-Después de que me encontré a Maurizio en un pasillo, Katarina se apareció de no sé donde y lo abrazó como para ahorcarlo.
-Odiaba que hiciera eso.
-Luego fui por una bebida y ella me jaló el cabello al pasar. Le reclamé y se volvió loca ¡me amenazó!
-¿Qué te dijo?
-Que si volvía a acercarme a su hermano, me arrancaría los ojos.
-Te fue bien.
-No quiero imaginarme lo malo.
-Katarina hizo que mi relación se volviera muy problemática.
-¿Maurizio nunca hizo algo?
-Cometí el error de no decirle.
-¿Por qué?
-Iba a irme con él y no vería más a su hermana.
-¿Te pensabas casar, Courtney?
-Con Maurizio viví cosas muy importantes.
-¡Pero conociste a Matt!
-A él no le he contado de esto.
-¿Qué?
-Nunca fui más tonta y no quiero que mi marido lo sepa.
-¿Por qué se molestaría por Maurizio Leoncavallo?
-Todavía tengo el anillo que me regaló y el otro día llamó.

Courtney suspiró profundamente.

-Con Maurizio hice el amor por primera vez.
-Espera, esas son palabras mayores. Tú y nosotras sabemos qué significan.
-No hay nada más hermoso que estar con una persona que te importa.
-¿Dónde pasó?
-En un lugar solitario, no daré más detalles.
-¿Estuvo bien?
-No lo he comparado con Matt.
-No tienes que hacerlo.
-Matt y yo estamos tan ocupados en el hospital que no hemos tenido relaciones.
-¿Nada?
-Ni siquiera de novios cuando teníamos más tiempo.
-Eso no está bien.
-Llegamos tan cansados que lo único que queremos es cerrar los ojos.
-¿Cómo conociste a Matt?
-En cirugía.
-Tampoco fue extraordinario.
-Al contrario.
-¿Por qué?
-Me asignaron atender de urgencia una hemorragia y él entró de repente al quirófano a operar frente a mí. Me quedé asombrada por su velocidad, resolvió el sangrado en segundos, llenó los registros, etiquetó muestras para labotario y comió una manzana en el pasillo como si nada.
-Wow ¿cómo supiste que era el indicado?
-Se disculpó conmigo por portarse como un idiota en una fiesta familiar y por enseñarme a dibujar cómo él.
-¿Sólo por eso?
-También por poner en su lugar a su ex novia.
-Mucho mejor.
-Necesito agua ¿quieren algo de la cocina?

Courtney recibió un "no" de respuesta y bajó a refrescarse, pensando que no hallaría a nadie más despierto. La luz del refrigerador iluminaba su silueta y Matt Rostov no tardó en hacer uso de la palabra.

-Una cerveza estaría bien para mí.
-Ay, me asustaste.
-¿Por qué?
-¿Me espiabas en el espejo, Matt?
-Quería saber si estabas bien.
-Pudiste llamar a la puerta.
-Lo siento, Courtney.
-¿De qué te enteraste?
-Ese tal Maurizio no me habría molestado.
-¿No?
-Su döppelganger en el espejo no es más torpe.
-¿Es un chiste?
-Tenía un tesoro contigo.
-¿A dónde quieres llegar?
-¿Qué te hizo su hermana?
-¿Qué? ¿Cómo...?
-Sí Maurizio no te golpeó y Madice salió bien librada, deduzco que Katarina Leoncavallo es la araña desgraciada.
-No tenías derecho a meterte en mis cosas.
-Maurizio volvió a buscarte en la mañana ¿adivinas quién contestó?
-Me sorprende lo que dices.
-Quiso saber como estás y por supuesto, le dije que nos casamos.
-Matt, te estás pasando.
-Quiero cuidarte.
-¿De qué? ¿De personas que no volveré a ver? ¿Quién te crees?
-Katarina Leoncavallo no tiene equivalente en el espejo por una razón.
-¿Cuál, Matt?
-Sé que acordamos no buscar a tu doble pero me enteré de que la mataron.
-¿Quebraste tu promesa?
-La Katarina del espejo se atrevió a arrojarle ácido y después se suicidó.
-¿Cómo pudiste...?
-Lo que ocurre en el espejo, a veces se equilibra aquí y viceversa. Temo que la araña se entere de las llamadas, te hizo daño una vez.

Courtney estaba furiosa pero su experiencia con los Leoncavallo no debía ignorarse.

-¿Quieres saber qué me pasó? ¡La descubrí espiando a Maurizio cuando dormiamos juntos!
-¿Y jamás la delataste?
-Si fuera tu hermana ¿cómo tomarías que te dijeran eso?
-¿Seguías al pendiente de Maurizio?
-Antes de conocerte, sí, pero no es nuestro problema ahora Matt y por cierto ¡ve preparando tu disculpa!

Courtney azotó la puerta del refrigerador y volvió con las chicas que en aquel momento comenzaban a cantar a gritos y a pronunciarse en contra de sus ex novios como en toda borrachera que terminará con lágrimas o con música triste. En un momento dado, la misma Courtney bebió el vino que quedaba y se les unió, desahogando su enojo arrojando sus almohadas a la calle.

domingo, 22 de abril de 2018

Las cosas han cambiado (Incancellabile)


-¡Katarina, por Dios! ¿Qué hiciste?
-Firmará un contrato ¿qué más iba a hacer?
-¡Suéltala! ¡Te lo ordeno, Satanás!
-Ella dijo que sí.
-¡Katarina, te está engañando!
-Un poco de sangre y le doy más de lo que pidió
-¡Déjala en paz!

Esa era la discusión entre el Diablo y la guardiana de Katarina Leoncavallo mientras rodaba sangre de ésta por sus piernas. La joven no podía parar llorar y estaba fuera de sí, por lo que el enfrentamiento entre el bien y el mal se fortalecía a medida que intentaban convencerla de tomar una decisión.

-Oye Katarina, eres de mis mujeres favoritas ¿crees que el cielo te daría lo que mereces?
-¡Cállate, Satanás!
-¿Qué te metes, angelita idiota?
-Katarina, te mintió una vez ¡estás sufriendo!
-Acabó mal porque es imbécil
-¡Le prometiste algo que nunca será! Maurizio no iba a corromperse.
-Eres inútil, Katarina - dijo el Diablo acercándose a la joven Leoncavallo, misma que no detenía su llanto inconsolable en la regadera mientras el agua tibia corría por su cabello y cubría su pecho, tocaba sus mejillas y salpicaba sus pies.

-Te admiro y te odio tanto, mujer... Eres tan atroz que serías mía si no sintieras ese horror llamado amor.
-¡Katarina no ama a Maurizio!
-¿Lo oyes? Hasta tu "angelita de la guarda" subestima tus más nobles sentimientos ¿No amas a tu hermano? ¿En serio? ¿No le has ahuyentado a tanta víbora que quiso quedárselo? ¿No lo contrataste cuando casi se queda en la calle y sin trabajo? ¿Quién lo cobijó cuando su equipo le dio la espalda por tanto tiempo? ¿Quién ha llegado a matar para que no se rían de él?
-¡Ella no ha hecho eso!
-¿Olvidamos convenientemente que Katarina asesinó en vida al gran amor de su Maurizito?
-Ese fue un accidente.
-Sabemos que no... Fue brillante, esos gritos son una melodía.
-No hay día que Katarina no se arrepienta.
-Repasemos.
-No te atrevas...
-Katarina ¿cuántos años tenías cuándo empezaste a sentir que sin Mauri no podías respirar? ¿once? ¿Y cuántos la primera vez que te excitaste porque él se quitó una inocente playera frente a ti? ¿doce?
-Estaban nadando, no la confundas.
-Guarda silencio, angelita. Apenas inicio y ya hubo dos momentos que me dan la razón... Katarina bonita, te entiendo tanto ¿Recuerdas cómo empezaste a morir por darle un beso, por mirar la luna con él? Mauri te amaba ¿o no era así pequeñita? Te llevaba de la mano, te miraba largas horas y corrían en Milán, él te enseñó lo que sabes de patines y si algo te hacía llorar, te cuidaba.
-¡Es natural! ¡Es su hermano mayor!
-Esos ocho años de diferencia los han separado y a ti te duele tanto ¿por qué no eres un poco más vieja? ¿por qué no naciste en otra familia? ¿por qué te has sentido sucia toda tu vida? Lo amas con el deseo ardiente de una mujer y no con la dulzura cándida de una hermana ¿por qué se te tortura de esa manera? ¿tanto mal hiciste de chica?
-Katarina no merece vivir así.
-Al fin estamos de acuerdo en algo tu angelita de la guarda y yo.

Katarina Leoncavallo sollozó más fuerte.

-Te tocas y sólo llegas al éxtasis pensando en él aunque intentas con otros hombres; anhelaste enamorarte de alguien más y no pudiste, quisiste tolerar a las novias de Maurizio y los celos te dominaron... Tenías doce años cuándo él se fue a Rusia a entrenar y cuando volvió a casa a pasar unos días luego de un año, decidiste que le confesarías tu amor. Gastaste tus ahorros en un osito y en las flores más caras para que en la fiesta de bienvenida a tu hermano se le ocurriera presentar a la tal Jyri Cassavettes como su novia, una ojiverde que jamás olvidará.
-¡Detente, Satanás!
-Esa angelita tuya me tiene harto... ¿En qué estaba? Oh sí, en Jyri. A ti se te borró la sonrisa, dejaste tus obsequios en la mesita que estaba junto y lloraste como jamás volvió a pasar. Él se dio cuenta de tu tristeza de inmediato, supo que te rompía el corazón.
-¡No es cierto! ¡Él creyó que Katarina estaba emocionada!
-Hay algo que Katarina no sabe y tú sí y es que Maurizio conserva ese peluche como su pertenencia más preciada.
-¡No la manipules más!
-No la detuviste cuando fue tras de Jyri antes de que acabara ese verano.
-Pensé que entraría en razón.
-No metiste las manos cuando Katarina le arrojó esa vela al cabello.
-Ella trató de apagarla.
-No la paralizaste cuando tomó la decisión de prenderle fuego al vestido de esa mujer.

La guardiana de Katarina arrojó lágrimas de vergüenza.

-El rostro de Jyri se desfiguró, no volverá a hablar, es sorda del lado izquierdo, lidia con quemaduras en piernas y espalda y esos ojos verdes ¡Oh Dios! ¿Por qué no los salvaste? Los perdió de aquella forma tan cruel. Maurizio iba al hospital pero Jyri lo echó para siempre y él sufre aun hoy porque ese amor era verdadero, puro, de esos que nunca se agotan... En ganancia, nadie sabrá que Katarina lo hizo.

Katarina Leoncavallo no ocultaba su remordimiento.

-De todas formas, esa tragedia no acercó a Maurizio a ti. Él se alejó, prefirió soportar la altanería de la Fusar Poli, la lástima de sus entrenadores y las burlas de todos alrededor. Él siempre será el idiota que arrojó a su compañera al hielo en las olimpiadas de casa y luego se tropezó solito, menos mal que los otros fueron peores. Ahora lo defiendes con furia de bestia y a los demás les da pavor siquiera pensar mal de él, mejor que hablen de ti aunque sean pestes. Vale más ser temida y odiada que permitir que Maurizio sea la alfombra de la multitud.
-Katarina, no puedes seguir escuchando a Satanás ¡Él se dedica a alimentarse de ti!
-¿Por qué en el cielo creen que los humanos son estúpidos? ¿Katarina no decide por sí misma? Yo no intervine con esa vela ni encerrando a la tal Kati Winkler, tampoco amenacé a Sasha Cohen con tijeras ni le di una paliza a Courtney, esa otra mujer con la que Maurizio casi se va.
-Te has dedicado a envenenarla.
-¿Qué haces tú?... Oh sí, nada. Los ángeles de la guarda son tan inútiles, ni echarme pueden.
-La aconsejo, siempre estoy con ella.
-¿Por qué no contienes su llanto? Tu trabajo es darle consuelo y mantenerla feliz; Dios no ha de tenerte en buenos términos si no cumples con una labor tan fácil.
-Katarina, yo te ayudo, ven.
-Señorita Leoncavallo ¿recuerdas a quien le debes lo que tienes? Te hice más hermosa que todas las mujeres que rodean a tu hermano, te volví atractiva para despertar sus apetitos, te di la voz, la personalidad, los modales que él siempre ha deseado para una esposa. Eres fértil para esos cuatro hijos que anhela, hueles a miel porque ese olor lo pierde y eres todo lo que imaginó y soñó... Y ni así le gustas un poco.
-¡Es tu hermano, mujer!
-¿No saben decirte otra cosa? "Es tu hermano, es tu hermano" ¿y qué? Sigues siendo la que se reprime salvajemente porque él eligió a Karin aunque no la ame y ahora a Carlotita por encima de ti
-Katarina, esto es basura.
-Una gota de sangre y haré realidad lo que deseé. Soy su esclavo, Satanás, mi señora.
-¡No!

Katarina gritó fuertemente y levantándose, exclamó.

-¡Cállense los dos! Déjenme en paz, sólo están en mi cabeza.
-Mi señora...
-¡Tú vete, Satanás! O lo que seas, largo.
-¡Estoy a sus órdenes!
-¡Nunca vuelvas!

Como la señorita Leoncavallo había escogido qué hacer, su ángel de la guarda pudo arrojar al Diablo sin gran resistencia hacia la calle, en donde aquel se quedaba haciendo rabieta y juraba venganza. Pero al girar hacia Katarina, el panorama era igual de difícil.

-Katarina, estarás bien - pronunció su guardiana.
-No tengo fuerzas para vivir así.
-Es la segunda vez que te lastimas.
-¡Me duele mucho!
-La próxima vez podrías desgarrarte.
-No me pude contener, era tan placentero.
-Sé que es leve, el jabón ayudará.
-Tan mal se ve en el espejo.
-No te mereces esta inmundicia.
-¡Amo a Maurizio con todo mi corazón!
-Pero te hace daño.

Katarina Leoncavallo sintió que destruiría el espejo y regresó al agua a calmarse.

-Deshazte de la ropa de encaje... Bien, aséate, que nadie note ese desastre, estoy pensando qué sigue. Katarina, te pondrás un vestido muy lindo e iremos a caminar ¿te parece?
-Prometí que iría a la gala a ver a Carlota.
-De acuerdo Katarina pero no te vas a maquillar y te harás un peinado muy sencillo, nada de aretes ni anillos.
-Ni maquillaje.
-Exacto.
-¿Cómo me libro de lo que siento? Porque no sé.
-Es increíble que lo sugiera pero tal vez debas...
-Consultar un psiquiatra.
-Será una gran decisión.
-¿Qué ibas a decirme?
-Que buscaras un novio por ahí pero no me hagas caso.
-¿Un novio? Nunca he besado a nadie ni tenido una cita.
-No te creo preparada.
-¿Qué tenías en mente?
-Distraerte.
-¿Como?
-Mi idea era que desahogaras todo lo que llevas dentro pero el profesional de salud mental es perfecto.
-¿Un novio al cual hornearle pasteles de chocolate?
-No lo hagas.
-Al cual abrazar, al cual besar.
-No toques tu boca...
-Nadie me hace sentir algo así.
-Oh, vamos, seguro hay un hombre que te guste un poco... ¿Yo dije eso? ¡Ignórame!
-Que me guste al menos un poco...
-¿Qué hay de Marco Antonini? ¿Era el gondolero? Sé que todavía se detiene para verte pasar ¡O Mario Crosetti, el cristalero! Vive a unas puertas de aquí. Aunque lo despreciaste y juró no hablarte, aun le dice a todos que eres la más bella... ¡Evítalo, no recordé a nadie!
-¿Qué hora es?
-Casi las nueve de la mañana.
-Los Liukin llegarán por la Fondamenta Serenella ¿verdad?
-¿Qué tienes en la cabeza? ¡No te salgas!

Katarina Leoncavallo acabó su ducha y se colocó el vestido rosa pálido que tanto le halagaba Maurizio para luego abandonar su habitación a prisa. Por coincidencia, su hermano también estaba en el pasillo.

-¡Justo iba a preguntarte como sigues, Katy!
-Nos vemos luego.
-¿Dónde vas?
-A Serenella.
-¡Espera! Estabas enferma.
-Me puse bien.
-¿Lloraste?
-¿Cómo sabes?
-Tus ojos se ven cansados.
-Mauri, déjame ir.
-Pónte un suéter.
-Suéltame.

La voz de la joven sonaba suplicante pero su mirada se dirigía a la escalera y Maurizio sintió que no podría convencerla de quedarse así que, para sorpresa propia, la dejó ir sin despedirse o preguntar.

Katarina Leoncavallo, sin embargo, corrió en medio del llanto, luchando contra la tentación de retroceder y apretar a su hermano para seguir demostrándole un amor inmenso. Por las calles de Murano se veían sombrillas de colores, kioskos con postales hechas de papeles rojos, gondoleros iniciando su jornada y los talleres de cristalería poniendo en venta jarrones y floreros mientras ella pasaba debajo de la ventana de Mario Crosetti y Marco Antonini la reconocía al atravesar el puente sobre el canal de agua podrida hasta la Fondamenta Serenella, con el muelle en el que los vaporetti realizaban sus primeros arribos. Buscando caras conocidas, la señorita Leoncavallo revisaba a los pasajeros que descendían sin importar que fueran turistas o los técnicos que inspeccionaban cada bote antes de vender los boletos de retorno a Venecia, no exenta de molestar o causar pequeños malentendidos que se arreglaban con un "disculpe". Todavía resistiendo a rendirse, dio vistazo a las lanchas, a otras góndolas y al final halló a los Liukin en el café del lugar, en donde el encargado del atracadero le solicitaba al tal Geronimo su permiso de navegación y Ricardo Liukin aprestaba un par de billetes en pago por unos jugos mientras una mujer a su lado parecía estar muy contenta de acompañarlo. Katarina Leoncavallo no conocía a Tennant Lutz ni a Andreas Liukin y se les acercaba con timidez cuando su angelita de la guarda intentó detenerla.

-No quieres esto.
-Guarda silencio.
-Katarina, no quiero que te equivoques.
-Yo quiero regar este amor.

Katarina Leoncavallo siguió dando sus pasos y sonrió al distinguir a aquella persona que anhelaba ver. La familia Liukin la observaba a la defensiva.

-¡Miguel! - llamó ella y lagrimeando otra vez corrió hacia él, deteniéndose para tocar su mejilla y en un segundo espontáneo de arrojo, juntar sus labios, así chocaran los dientes de ambos. Katarina abrazó al chico con una sonrisa y éste correspondió mientras una serie de sensaciones variadas y nuevas lo recorrían, comprendiendo de golpe a los ángeles que caían desesperados por algún hombre o alguna mujer. Si un beso breve y malo era tan poderoso ¿Cómo era lo demás? ¿Acaso había probado una insignificante pizca del amor humano? ¿Por qué su corazón latía tan rápido y se moría por nunca soltarse de Katarina? Y menos pudo responderse cuando la miró a los ojos y volvió a unirse a ella para dejarse seducir por su boca. De su altercado en Venecia y del enojo por lo del incidente con Carlota, Miguel no fue capaz de recordar nada.

-Es mi primer beso - confesó ella.
-También el mío.
-¿De verdad?
-Me siento acalorado.
-Te pusiste rojo.
-También tú.
-Vine para estar contigo.
-¿Por qué?
-He decidido ser tu novia y hacerte pasteles y darte regalos y abrazos... No tengo idea, no he tenido a nadie.
-Yo ... ¿y los novios se besan?
-Todas la veces que quieran.
-¿Se cuidan?
-Supongo que sí.

Miguel no supo el motivo pero tomó a Katarina de la cintura antes de besarse por tercera ocasión y él notara que la angelita de la guardia le advertía que aquello no era amor ni afecto, sino la más profunda desesperación. Él no tuvo intenciones de atender a su colega pero no por carecer de razón. Un beso para un ángel es como si entrara a disfrutar del paraíso.

Katarina en cambio, pensó en Maurizio, en todo ese amor que debía esconderse de él y usar en Miguel, ese hombre que le gustaba al menos un poco y que no tenía impedimentos para recibirlo hasta que se escurriera por completo. Katarina Leoncavallo sólo anhelaba ver a Maurizio feliz, aun a costa de sí misma, de su alma, de vivir con el eterno corazón roto.

miércoles, 18 de abril de 2018

Algo no anda bien


Carlota Liukin no se había quitado la medalla de oro cuando llegó al hotel y el personal la recibió con aplausos. Ella agradecía como podía y parecía que todo Murano la había visto competir porque incluso se escuchaban felicitaciones desde la acera y algunos improvisados transeúntes se le aproximaban para recibir autógrafos.

-Me alegra que no estemos en Japón - desahogó Yuko - Ya habría perdido mi cabello con tanto ajetereo.
-Es cierto - sonrió Maurizio Leoncavallo, mostrando la cicatriz de un rasguño en el antebrazo que le habían propinado en Tokio luego de saludar al público en las gradas. La mujer no evitó sorprenderse.

-Carlota, tienes que dormir - le escucharon ambos a Karin Lorenz y Maurizio entendió la intención detrás de la frase. Yuko también la interpretó correctamente y fue por la jovencita.

-Tenemos que ir a descansar, Carlota.
-Enseguida, Yuko.
-Tu entrenador está muy cansado y yo también.
-¿Ustedes?
-Él porque se esteresa mucho y yo porque no he parado de telefonear al casino y a tu padre.
-¿Vas a tener mucho trabajo el lunes, verdad?
-Nada que no arreglen las horas extra.
-¿Diario tomas horas extra?
-La contabilidad nunca descansa.

Carlota se apresuró a firmar cuanta cosa llegaba a sus manos y se despidió abruptamente, siendo apoyada por Yuko cuando dijo que tenía que levantarse temprano para una gala de despedida. Maurizio Leoncavallo y su novia permanecían cerca de recepción, a la espera de que la escalera y pasillos se despejaran.

-Ahora soy yo quien se retira - pronunció el profesor Scarpa - Mi esposa espera en casa, le mandaré sus saludos. Hasta mañana.
-¿Usted es casado? - preguntó Maurizio arrugando un poco la frente.
-Desde hace mucho y debo llegar con ella ahora. Mi mujer tal vez sea admiradora de la señorita Katarina.
-Sería estupendo reunirlas.
-Lo creo. Ci vediamo.
-Ci vediamo!

Scarpa giró muy serio hacia la puerta y abandonó el sitio con cierta reserva por Maurizio. Desconfiaba de todo hombre cegado por sus afectos y deseaba inquirir a su mujer sobre su pelea con Katarina Leoncavallo más que nunca, seguro de que había cuentas que ajustar. Lo consideraba desde el viernes pero lo tenía claro en ese momento.

Poco antes de las diez con treinta, Carlota y Yuko entraron en su habitación y en lugar de buscar al niño Adrien o recostarse, se dedicaron a hacer llamadas a Venecia, a París y a Marat. Las buenas nuevas llegaban de parte de Judy Becaud, que anunciaba el inicial éxito de su bistro y del propio Marat, que se concentraría en ganar el US Open antes del enfrentamiento con Francia. Luego hubo una plática prolongada y risueña con Amy, David y Anton, los amigos de la joven Liukin que celebraban con jugo de uva y pizza su triunfo. Tan entretenidas estaban Yuko y Carlota que se quedaban en el balcón a contemplar la desierta calle, sin reparar en nada.

A esa hora, Karin Lorenz y Maurizio Leoncavallo ascendían las escaleras del hotel en medio de miradas lujuriosas y risas nerviosas. Al menos él demostraba más entusiasmo y susurraba al oído de su novia cuánto la amaba al tiempo que crecía su tensión por estar al fin solo con ella. En el pasillo era tan notorio que tropezó un par de veces y ocasionaba el sonrojo de Karin, quien se hallaba sorprendida por la disposición de su joven prometido, que no tenía mucho de admitir su falta de sueño.

-Tranquilo, Mauri.
-Me siento muy romántico.
-Lo cual me encanta pero aun no llegamos a nuestro cuarto.
-He esperado dos semanas.
-Qué difícil pero aguarda unos segundos más.
-Es mucho.
-Tengo algo para ti.
-¿Encaje?
-¿Seguro?

Karin y Maurizio prácticamente corrían y hacían algo de ruido, ocasionando que que un adorno floral se cayera al pasar. Apresurándose más, no pudieron evitar un beso profundo poco antes de descubrir que el cuarto de Katarina estaba abierto y con las luces prendidas. Aquella chica los miraba fijamente desde el suelo y a su lado, Adrien Liukin parecía regalarle sus recortes sobre peces mientras le hacía compañía con el detalle de haberle llevado un panino con queso para cenar. Karin Lorenz frenó su euforia de inmediato.

-Maurizio ¿dónde vas? - preguntó la mujer.
-Le dije a Katarina que la vería al volver - contestó él, inhibiéndose.
-Ella está bien, sólo dile "hasta mañana"
-Sólo es un minuto.

Él volvió a besar a Karin y luego dio la media vuelta, introduciéndose a la habitación de su hermana con una sonrisa fraterna.

-¿Por qué no estás en cama? - inició Maurizio.
-Me caí, larga historia - respondió Katarina sin apartar su vista de Karin Lorenz.
-Tienes visitas.
-Adrien me trajo comida.
-¿Te sientes mejor?
-Lo siento, no te he felicitado ¡estoy tan feliz de que Carlota ganara! - admitió Katarina y abrazó a su hermano con fuerza tal que lo llevó al piso. Adrien Liukin se desconcertó al grado de irse inmediatamente al cuarto de Haguenauer, mismo que no aparecería en toda la noche. Karin Lorenz en cambio, se preguntó que estaba ocurriendo y con el escalofrío en el pecho, contempló a Katarina sosteniendo a Maurizio con una mano alrededor de su cuello y la otra la cintura. Él conservaba los brazos extendidos mientras le decía amigablemente que lo soltara.

-Me lastimaste el cuello - señaló Maurizio, incorporándose sin tomar nada a mal.
-Perdona hermanito, a veces no mido mi fuerza.
-Se desabotonó tu pijama.
-Oh, qué pena.
-Ci vediamo domani, Katarina.
-Adiós Maurizio.

Maurizio Leonvallo sacudió su cabello y fue de nuevo donde su novia, misma que se aproximó a la puerta de Katarina para cerrarla. Karin se asustó por la manera en que su cuñada dejaba ver su brassiere negro de encaje y su hombro derecho descubierto, incitándola a pensar que los mostraba a propósito y que el abrazo a Maurizio no era un accidente. Katarina Leoncavallo respiraba agitada y observó a Karin como si anhelara atacarla. Esta última aseguró esa entrada de forma cautelosa, por si detrás hubiese una fiera.

-Ahora estamos tú y yo - suspiró Maurizio cuando el pasillo quedó a oscuras nuevamente.

-No creo que sea buena idea, dormiré.
-Aun me siento romántico.
-Me tienta pero no estoy de ánimos, buenas noches.
-Karin ¿estás bien?
-Le preguntaré a Yuko si tiene aspirinas. Descansa, Maurizio.
-¿Me dejas solo?
-No te quiero contagiar.

Karin Lorenz llamó enseguida a la recámara de Carlota y luego de hablar con la chica brevemente, jaló a Yuko hacia la calle. Maurizio y la joven Liukin las vieron pasar sin saber qué idea formarse.

-¿Qué fue eso? - preguntó Carlota.
-No lo sé, hace un minuto Karin se sentía bien.
-Yuko y yo comíamos pizza... ¿Quieres un trozo?
-Me caería bien ahora.
-Es diavola.
-Mi favorita.
-¿Jugo?
-Gracias, Carlota.

Carlota y Maurizio tomaron un lugar en el piso, apenas iluminados por la lámpara que Yuko había puesto oportunamente junto a la entrada por la mañana.

-Este fin de semana es rarísimo: mi novia me acaba de abandonar, tú tienes novio y parece que todos están en contra de Katarina ¿te dijeron algo sobre ella además de "araña desgraciada"? - preguntó Maurizio sin entender nada.
-No ¿cómo crees? Seguro es envidia - replicó la joven Liukin para evitar revelar la realidad.
-Oí rumores.
-¿De qué?
-De que mi hermana te agredió.
-Para nada.
-Lo sabía.
-¿Te molesta que te digan tantas cosas feas de Katarina?
-Si alguien hablara mal de tus hermanos estarías igual.
-Es verdad.
-¿Te has sentido incómoda de que mi hermana esté conmigo?
-No sé qué dices.
-A lo mejor no debo preguntarte, perdón.
-Está bien.
-Oye, no hemos dicho nada de tus combos repetidos en la rutina libre - recordó Maurizio para desviar el tema. Carlota cubrió sus ojos con algo de vergüenza.

-¡Se me olvidó el programa! - admitió ella.
-No es posible.
-Ay Maurizio ¿cómo te digo? Es que preferí improvisar y luego todo volvió a mi cabeza.
-El profesor Scarpa lo notó.
-Me conoce desde chiquita.
-Te lo paso porque trabajamos cuatro días pero no se va a repetir.
-Entendido.
-Ganaste.
-¡Sí! La medalla está bonita.
-¿No te la has quitado?
-No quiero guardarla.

Maurizio sonrió de nuevo y se despidió enseguida para poder darse una ducha con agua fría en lo que Karin volvía. Para Carlota fue un alivio porque de la habitación de Katarina comenzaba a escucharse agua correr. Curiosa, la joven se aseguró de que Maurizio Leoncavallo se hubiese esfumado y entró en el cuarto de su hermana, que en ropa interior y con el maquillaje recién aplicado escurriendo por las mejillas, aprovechaba estar oculta entre el vapor denso para imaginar que un cada vez más incontrolable deseo se hacía realidad en ese momento. El ruido, similar al de un felino furioso, ahuyentó a Carlota Liukin.

jueves, 12 de abril de 2018

Carlota a lo lejos


Luego de una noche sin poder dormir y de extrañamente parar con sus fechorías, Katarina Leoncavallo se enfermó. Sus ojos lloraban sin quererlo, su nariz era tan roja como una cereza y se sentía tan cansada que no puso objeción cuando el médico le pidió quedarse en cama a descansar.

-Mucha suerte Maurizio - dijo Katarina con la voz áspera cuando lo vio por el pasillo. Él decidió que se despediría arropándola como cuando era niña, razón por la que entró en su habitación.

-Acuéstate.
-Te quiero dar un abrazo.
-Me vas a contagiar.
-¿Te acuerdas de mi cobija naranja?
-Claro que sí, Katarina.
-Te cubriré con ella cuando tú tengas un resfriado.
-Gracias pero confórmate con que venga a verte más tarde.
-¿Qué tan tarde?
-No lo sé, ayer pensé que volveríamos temprano y cuando me di cuenta era medianoche.
-¿Diste muchas entrevistas?
-Yo no pero Carlota no paraba. Nunca había visto a la prensa tan interesada, le preguntaban de todo, hasta de un tal Joubert que no sabía que es su novio - Maurizio colocó una de sus manos en la barbilla y alzó la ceja izquierda. Katarina se rió desde su lugar y abrazó una almohada.

-¿Carlota tiene novio?
-Sorpresa.
-¿Y ese tal Marat del que habla tanto?
-Un amigo que la ayudó a conocer Mónaco.
-Es que piensa en él.
-En lo que debería pensar es en su programa libre.
-¿Qué le habrás dicho?
-La regañé por no ir a dormir temprano y Haguenauer me apoyó.
-Tus regaños nunca parecen serlo.
-¿Por qué?
-Porque suenas como un amigo en lugar de enojarte.
-¿De verdad? Katarina Leoncavallo, no vas a hablar el resto del día, tienes prohibido salir y te vas a dormir, no quiero enterarme de que te vieron abriendo las ventanas.
-¿Qué me harás si no te obedezco?
-No te entreno la próxima semana y pido la baja de Skate America.
-Eso no ocurrirá.
-Me atreví a pedirla en Oberstdorf porque llegaste tarde a una práctica oficial. A dormir ahora, nos vemos luego.

Katarina se dejó dominar a pesar de que Maurizio no sonaba estricto. Algo debía hacer él para volverse más fuerte o corría el riesgo de que futuros alumnos lo creyeran un corazón.

El reloj marcaba las cinco de la tarde cuando Carlota Liukin finalmente salía del hotel rumbo al estadio. Desde la cama, Katarina escuchaba como el personal le deseaba buena suerte a esa chica como si la hubiesen visto trabajar por semanas; imaginaba sin saber de su certeza que le obsequiaban flores y llevaba puesto su vestido negro de prácticas que la hacía parecer tenista en lugar de patinadora. A la sola mención de que Carlota era bella, la joven Leoncavallo reaccionaba con más lágrimas y en aquél instante supo que su mayor temor era que Maurizio cayera en ese encanto sin salida. Katarina había notado que Karin Lorenz, el maestro Scarpa, Haguenauer, el jurado, se derretían por la joven Liukin y hasta los pupilos de danza de Maurizio se enamoraban con sólo ver su retrato.

-Katarina, recupérate pronto - pronunció Carlota al abrir la puerta imprevistamente y recibir un "gracias" inmediato antes de que dejara ver que Maurizio sostenía su pequeña maleta roja.

-"Ay, no" - pensó la señorita Leoncavallo sin moverse y pronto, abrazó su almohada nuevamente, como si fuera a deshacerla. La joven Liukin la creyó somnolienta y cerró la puerta para dejarla descansar sin mediar más palabras.

-¡Maldita! - fue el grito ahogado de Katarina y en su mente se formaron las ideas de que Carlota se convertiría en la preferida de su hermano, de que recibiría más atenciones, de que sería la princesa de la que toda Venecia hablaría de verle pasar ¡Maurizio no se daba cuenta! Carlota Liukin lo había enredado para luego devorarlo como viuda negra ante Tatiana Tarasova... A menos que los planes se revelaran para poder echarla y olvidarla. Qué tentación era ponerse un vestido rosa, el mismo que Maurizio había halagado alguna vez para decirle frente a la tal Liukin de aquella conspiración o escribirle una nota o hacer un escándalo. Katarina se arrepintió apenas se atrevió a moverse, el cuerpo le dolía y sus ojos pardos se irritaban al punto que cerraban involuntariamente. Tal vez sí era tiempo de permanecer dormida y recuperar las fuerzas para destrozar a su adversaria.

Sin embargo, la siesta de Katarina Leoncavallo fue terrible. Sudaba, tuvo una pesadilla, sintió frío, su cuerpo hormigueaba y cayó de la cama cuando acabó esa batalla para recordar que todavía tenía trabajo pendiente. Se había prometido ver las nuevas rutinas de Sasha Cohen, que amenazaba con ganar en unos días Skate America, una de las pruebas en las que los Leoncavallo siempre habían querido un oro. Como toda competencia directa de Katarina, había un trasfondo personal marcado por la envidia, el rencor y los celos, torturándole el hecho de que, al igual que con la entrometida Carlota, los cumplidos siempre eran para Sasha y nunca para ella.

-Debo cortar dos cabezas - le pasó por la mente y se le ocurrió sintonizar el torneo mientras se envolvía en una manta y sacaba sus chocolates de la maleta para culparse por querer comerlos sin Maurizio, a quien de seguro le habría gustado uno con relleno de trufa. Recargada en la pared como un tabla, la señorita Leoncavallo se enteraba de algunos detalles de la competencia como Leah Hendrickx recibiendo su primera evaluación sin ningún cuatro o una contrincante nacional, Lucrezia Leccardi que luego de batallar, había salvado por una décima el primer puesto preliminar.

-Qué bueno que no me perdí de nada - dijo Katarina para sí misma y continuó la ingesta de chocolate al dar comienzo el calentamiento del último grupo de patinadoras. María Butyrskaya era la sublíder del torneo tras el programa corto y se le veía abrazando por los hombros a Elena Sokolova. En otro extremo, Julie Sebastyen repasaba un combo que no le salía bien y Sasha Cohen ajustaba sus patines para estar lista cuando el sonido local le indicaba a las demás que los seis minutos disponibles habían concluido. El camarógrafo alcanzó a captar a Carlota colocándose los protectores en las cuchillas y conversando con Maurizio Leoncavallo acerca del tamaño de la pista, que no parecía gustarles porque ella seguía tropezando.

-¡Deja de quejarte, bruja! - dijo Katarina como podía al tiempo que ajustaba el brillo del televisor y cubría sus pies. Le gustaba ver que su hermano se había colocado una corbata y que el maestro Scarpa portaba un traje gris que le daba la apariencia de asistente técnico.

-"Sasha Cohen aterrizó con los dos pies su salto flip en el programa corto de ayer, así que se colocó en tercera posición" - comentaba el presentador de la transmisión - "En las notas artísticas empató con la encantadora Carlota Liukin... Liukin ganó el segmento y la segunda es María Butyrskaya; muy penalizada Julie Sebastyen que es quinta al momento y Elena Sokolova que se colocó cuarta a poca distancia de las punteras..... Sasha Cohen patina sobre Rachmaninov. En la Copa de Rusia fue primer lugar, es de las favoritas del circuito Grand Prix y aquí en Murano está completando su preparación para Skate America y calificar a la final en Sapporo".

Si Katarina Leoncavallo hubiese podido abuchear a Sasha Cohen, se habría abstenido de todas formas. Su desprecio era más valioso que un gesto tonto y la recordó siendo coqueta con Maurizio para pedirle un favor.

-"La señorita Cohen ha concretado un limpio combo de triple lutz - doble toe y un triple flip que esta vez ha sido correcto... No cabe duda, Cohen es la reina de los spins y los spirals, viene el loop ¡bellissimo! y el axel es exquisito, podría ganar esta copa si... ¡Oh, caída en el salchow!"

-No sé por qué se sorprenden, siempre comete el mismo estúpido error - se dijo Katarina a sí misma - Y qué sorpresa, aterriza en dos pies y se atora en otro salto. Es una idiota ¿cómo gana medallas?

La joven Leoncavallo no reía porque su garganta no lo permitía pero no iba a ocultarse el gusto de ver a Cohen fracasar. El rostro del entrenador John Nicks parecía decirlo todo en el kiss 'n' cry.

-"Technical merit for Sasha Cohen from United States are: 5.6, 5.6, 5.4, 5.6, 5.6 5.3, 5.3, 5.6, 5.7... Presentation: 5.6, 5.6, 5.6, 5.6 5.6, 5.5, 5.4, 5.5, 5.7... Ordinals: 1, 1, 1, 1, 2, 2, 2, 2, 1... Sasha Cohen from United States is currently in first place"

-Gracias Sasha, lo dejas todo muy fácil - pensó Katarina respecto a Skate America y acabó su barra de chocolate para enseguida comenzar con otra. Con Julie Sebastyen actuando, le daba la sensación de que perdía el tiempo.

-Un año más que me olvidaré de ella ¿5.2? ¿Quién saca eso? ¿las junior? ¡siguiente! - continuaba la señorita Leoncavallo, expectante de María Butyrskaya, quien se retiraría esa temporada o eso había dicho por la mañana, cuando en la práctica oficial había manifestado tener suficiente del circuito y de acuerdo al resultado de los nacionales de Rusia, sabría si el fin llegaría en el mundial o más rápido de lo planeado.

-¡Elegante Butyrskaya! Delicada, apasionada, un programma veramente forte, lei è una campionessa en toda la extensión de la palabra. Sesta alle Olimpiadi di Salt Lake, con medaglia d'oro al mondiale '99.... Seconda nel corto dopo lo SP, vedremo las calificaciones"  - comentaba el emocionado presentador en la repetición.

-"Technical merit: 5.7, 5.8, 5.7, 5.7, 5.8, 5.8, 5.7, 5.7, 5.8.... Presentation score: 5.8, 5.8, 5.8, 5.8, 5.8, 5.8, 5.8, 5.8, 5.8 .... - se daba a conocer en pantalla y Katarina aplaudía en medio de un ataque de tos. Nadie sabía que la única patinadora por la que sentía respeto era Butyrskaya y le complacía verla asegurar una medalla, con cierta esperanza de que fuera la del primer puesto.

-Sokolova, si puedes hunde a Cohen - suplicaba la joven Leoncavallo y prácticamente se cumplió su deseo. Aunque existían varios detalles como un two foot landing o un spin ligeramente abierto, Elena Sokolova concretó notas de 5.6 y 5.7 que le hicieron superar a Sasha Cohen y llevarla a enviar besos a la cámara mientras su entrenadora la felicitaba.

-"Allora sul pista, nostra ragazzina gondolera, Carlota Liukin. Bellissima Carlota que aveva fatto un SP straordinario".

Katarina acabó su chocolate y volvió a apretar la almohada para poder criticar a su compañera con cierta comodidad. Esas palabras de "our last skater, representing France" le eran desagradables. Conforme a lo que había averiguado, Carlota Liukin ni siquiera debía estar en concursos y la Federación de Tell no Tales había preparado un requerimiento que no había sido aceptado por la Comisión Disciplinaria de ISU.

-"La magnífica Carlota ha preparado una rutina sobre 'Romeo e Giulietta de Nino Rota', en el entrenamiento oficial le ha salido perfecto" - se decía en televisión.

-¡Buh! ¡Música tan aburrida! - exclamó Katarina antes de sonreír al ver a la chica Liukin con su peinado de trenza y su vestido beige bordado con flores pequeñas de colores que le daban el aspecto de una pequeña princesa que se robaba los corazones. Maurizio le alcanzaba a indicar que tuviera cuidado con quedar cerca de los bordes.

-¿Es que todos los días algo le parece mal a esta niñita cara de papa? - se preguntó Katarina con un poco de buen humor y se quedó en silencio para contemplar la rutina. Maurizio le había confesado que Carlota lo tenía sorprendido con su interpretación de Julieta y por ello le había cambiado los saltos de orden para resaltar la planeación artística de Haguenauer.

-Te vuelves la favorita de mi hermano y te mato. Ni siquiera te lo mereces - siguió la señorita Leoncavallo sin evitar arrojar la almohada a la pantalla, aunque se levantara por ella para continuar apretándola. Cuando Carlota se colocó en posición, su agraciado rostro estaba cubierto por sus manos.

-"La bella Carlota inizia velozmente, un par de giros antes de su primer combo.... ¡Sí! ¡Doble axel, triple toe, doble toe!.... Ahora ¡doble axel con triple toe! Interesantísima la estrategia de esta patinadora y su entrenador" - narraba el admirado conductor de la transmisión.

-¿Por qué repitió el combo? - se preguntó Katarina - Maurizio le pidió que realizara el triple toe - triple toe ¿Qué estás haciendo? ¿camel y donut? ¿Ese es tu "signature move"? ¿Coreografía en la primera mitad del programa? ¿Qué es esto?

El mismo sentimiento que había inundado a Katarina la noche anterior y que no podía describir, se presentó de nuevo. Pensaba en su hermano y en esa genuina motivación que le daba tener dos estudiantes tan buenas, aunque se viera en Carlota una especie de sueño cumplido para él.

-"Primer error con el doble loop... Buena recuperación con triple salchow y el triple flip que es muy fuerte... Hermoso spiral" - se narraba y la emoción parecía crecer en el público.

-Qué bonito - susurró Katarina y a punto de quedar boquiabierta, pasó de la felicidad al más profundo desdén.

-"¡No! Carlota ha caído en el flip con el que haría una combinación... Retoma rápido el programa.. con triple lutz ligado a un doble toe, muy inteligente para no perder muchas décimas ¡y un tercer spiral! Qué belleza"

La señorita Leoncavallo alcanzó a comentarse "bah, lo echó a perder" para luego contemplar un ina bauer y los últimos elementos de Carlota; un layback spin con biellman y un camel con donut que remataba con spin en "i".

-"¡Meravigliosa Carlota! se ha repuesto con mucha destreza, peccato per la caduta pero questo libero è molto carino. Nostro Maurizio Leoncavallo se merece un aplauso por este montaje y también Romain Haguenauer con quien ha hecho una gran mancuerna"

-Haguenauer traidor - susurró Katarina cuando se percató de que el conductor de televisión lo confundía con el profesor Scarpa, mismo que recibía a Carlota en el kiss 'n' cry con un enorme ramo de violetas mientras Maurizio se animaba únicamente a decirle que "había dado lo que podía" aunque no contuviera su curiosidad de preguntar por qué había hecho dos combinaciones de salto similares. Conversarían sobre ello un poco más tarde.

-¡Maurizio mío! Al fin te veo - suspiró Katarina besando su almohada. Cuando él torció su mano en saludo, ella lo imitó y sonrió mucho más cuando lo oyó pronunciar "mia sorella Katy, recupérate, te extraño"

-¡Me ha lanzado un beso! Yo lo recibiré con varios más - sentenció la joven Leoncavallo y expectante, cruzó los dedos.

-"The technical merit scores for Carlota Liukin are: 5.8, 5.7, 5.8, 5.7, 5,7, 5.7, 5.8, 5.7, 5.7... Presentation marks: 5.8, 5.7, 5.8, 5.8, 5.8, 5.8, 5.7, 5.8, 5.8. Judgement Ordinals.... 1, 2, 1, 1, 1, 2, 1, 2, 2.... After the free program Carlota Liukin from France is in first place" - daba a conocer el sonido local y el comentarista no cabía de gozo:

-:¡Magnifica la principessa francese Carlota Liukin! ¡Seconda nel programa libero ma sufficiente per vincere l'oro! ¡Nuestro Maurizio lo festeja! ¡La prima medaglia insieme! ¡Bravissimi Carlota e Maurizio! ¡Bravissimo Romain Haguenauer!"

Katarina Leoncavallo reaccionó con un pequeño gritito que lastimó un poco más su garganta pero no le importó cuando Maurizio se detuvo ante una cámara para enviarle otras palabras de aliento. Enseguida, la joven comenzó a sentir deseos intensos de tenerlo a su lado, de tocar su cabello, de poder hablarle al oído. Suerte que Carlota no tuviera la ocurrencia de abrazarlo porque ese insignificante gesto habría hecho saltar a la señorita Leoncavallo en ira, no obstante esta última intentara no exaltarse con el pensamiento de que María Butyrskaya debía ser la ganadora, así acabara rebasada por segunda ocasión en la noche por esa sensación de que la chica Liukin había sido la mejor. Era tan buena que ni una caída le había costado el oro y por ello Maurizio podía estar lleno de esa alegría que se transmitía a quien fuera a felicitarlo.

En televisión aparecía el gráfico con la clasificación definitiva y una pequeña entrevista a Carlota en la que declaraba encontrarse sorprendida por el veredicto porque luego de su error creyó que le concederían una plata.

-No seas modesta, lo hiciste bonito - pronunció una Katarina resignada y pronto, notó que Maurizio se aproximaba para hacerla concluir. La sonrisa de él rivalizaba con la presencia de ella.

-Te ves tan hermoso - suspiró la joven Leoncavallo antes de volver a darse cuenta  que Carlota lograba que Maurizio sostuviera todas sus cosas sin necesidad de pedírselo por favor e iba y venía saludando a todo mundo, dando autógrafos y posando para las fotos ¿Exageraba Katarina? Posiblemente. Su hermano estaba siendo cortés pero aquello despertaba sus temores de perder su atención, de que se quedara hechizado por una Carlota que luego de ser avisada del comienzo de la ceremonia de premiación, tomó una especie de estuche de su bolso rojo. No se pudo saber que hizo pero se capturó el momento en el que Maurizio comentó "tienes los ojos verdes" y Carlota aceptaba que siempre los ocultaba, sin dar el motivo.

Desde su asiento en el piso, Katarina Leoncavallo quedó petrificada. Cierto recuerdo le llegó enseguida y casi creyó a ciegas que lo estaba reviviendo. Maurizio lucía confundido pero al igual que cuando vio el rostro de su alumna por primera vez, hizo el esfuerzo de pasarla por alto. El maestro Scarpa lo tomó del hombro para hacerle saber que no era el único en temblar por ese momento.

Con las luces preparadas para la premiación, Elena Sokolova y María Butyrskaya se acercaron a Carlota Liukin para darle un abrazo. Emocionada, la jovencita no dudó en pedirles una foto y las aplaudió fuertemente cuando las nombraron para ir al podium. Segundos antes de escuchar el suyo, la chica Liukin sostuvo la mano de su entrenador, mismo que decía "lo has dado todo".

Cuando Katarina vio aquello en su pantalla, se sintió embargada por la furia. Carlota Liukin no tenía derecho de tocar a Maurizio Leoncavallo y al besarlo espontáneamente en la mejilla por agradecimiento, este último pensó en la reacción de su hermana.