sábado, 30 de abril de 2011

La medalla y la despedida (Primera parte)


El día que los vecinos del barrio ruso esperaban llegó. Era hora de ver a Zhenya Plushy, Irina Astroskaya y Anton Maizuradze en los mundiales de patinaje artístico en Moscú nada menos. Finalmente era como si las competencias se desarrollaran en casa. Los balcones y los negocios se decoraron una vez más con matriushkas, pancartas de apoyo y la bandera rusa la cual provocaba nostalgia en los ancianos que contaban sus historias de la niñez y su migración.

El padre de Anton caminaba deteniéndose en cada calle para que los transeúntes le desearan suerte mientras observaba como en Pushkin se colocaba de nuevo una gran pantalla. Abrumado, prefirió abrir la pizzería un poco más temprano y no pasó mucho para que David y Amy se aparecieran.

-Hola niños, creí que llegarían más tarde.
-Venimos a ayudarlo.
-Gracias David pero no es necesario. Cerraré apenas termine de acomodar la despensa.
-¿No habrá servicio hoy?
-No tengo turrón que regalar y esto se llenará de todo menos clientes.
-¿Irá a ver las competencias en la plaza?
-No niños, prefiero verlas en casa, no soporto tantos gritos. Cuídense si deciden ir.
-¿Va a necesitar ayuda aquí?
-No. Vayan tranquilos.

Los chicos salieron un poco sorprendidos. El señor Maizuradze jamás se perdía un solo evento en Pushkin. Supusieron que tal vez sólo acudía porque su mujer y sus hijos solían presentarse y al no hallarse éstos por haberse ido con Anton, no le encontraba sentido a la multitud.

Por otra parte, en Katsalapov, Carlota esperaba a su entrenadora. El viejo del muelle que adoptaba la costumbre de obsequiar caramelos se acercó a ella para ofrecerle algunos pero ella declinó porque Tamara le sugirió no consumir azúcar de ese tipo.

-Al menos te mantienes firme.
-Se me antojan pero no debo.
-Volverás a comerlos pronto.
-No creo.
-En ocasiones se toman precauciones un tanto exageradas ... No te preocupes, un día volverás.
-¿Disculpe?
-Lo entenderás en tus veintes.

Carlota no comprendía nada pero se llenó de cierta melancolía.

-Acepta por lo menos una flor pequeña - Señaló el hombre - No te darán muchas.
-Gracias, es muy hermosa.
-Ve a celebrar con los rusos.
-Buen día.
-¡Alégrate niña! ¡Tu amigo triunfará!

Cuando el viejo se alejaba, De Patie pasó por ahí. En la mañana había estado en la cantina de Don Weymouth quién aguardaba la esperanza de que Evan ganara, además de colocar en la decoración una foto dónde se mostraba una de las medallas de oro más especiales: la del Grand Prix Final, la única que le ganó a Anton la temporada anterior.

-Hola.
-Hola padre ¿Cómo ha estado?
-Bien Carlota ¿Y tú?
-Muy contenta.
-Se te nota.
-¿Usted no apoya a Anton, verdad?
-No.. Evan Weymouth es mi favorito.
-Buh ..
-Jajajajaja.. Anton es muy talentoso pero Evan ha madurado... Lo malo es que lo digo en un lugar dónde me arriesgo a ser ensuciado con sopa.
-Está bien.. De todos modos muchos quieren a Anton aquí.
-Pues buena suerte.
-¿No se quedará?
-Tengo trabajo. Salúdame a tu padre y por favor le dices a tu madre que en la Catedral hay un retablo que necesita restauración y no ha ido ningún técnico.
-Claro.
-Y perdón por encargártelo pero no he visto a Gaby por ningún lado.
-No hay problema.
-Te veo después niña.
-Hasta luego.

La verbena que se acostumbraba antes de las transmisiones era amenizada por los cánticos. En donde se hallaba Carlota, una orquesta tocaba diversas melodías populares, la gente compraba ramos de rosas y Verner Tomos vigilaba a la niña sin que se diera cuenta. Hacía poco, se había vuelto amigo de Andreas.

En punto de las doce, Tamara llegó y con la chica caminó hasta Pushkin. Algunos reconocían a la ex patinadora y le tomaban fotos; otros se enfocaban en su alumna, la misma a la que Anton se refirió aquella vez en Four Continents. Todos sabían que era ella porque no tenía los rasgos rusos además de verla frecuentemente con los amigos del joven Maizuradze. Los presentes le cedían el paso y hasta el asiento, trataban de colocarla en las primeras filas y le daban palmaditas.

-Cuánta cortesía - Decía Tamara.

No pasó mucho para que les consiguieran lugares al centro. En la pantalla se realizaba una dinámica especie "Kiss cam" y alguien aprovechó para pedir matrimonio a su novia; un chiquillo pintaba las mejillas de quién se dejara y lo cierto es que nadie se negaba.

Sin embargo, Don Weymouth ante el televisor de su cantina no la pasaba bien. Sin parroquianos más que los escasos pescadores de siempre, tenía la sensación de que las cosas saldrían bien pero estaba nervioso. Una hora antes había hablado con Evan: Le contaba que Moscú era una ciudad preciosa, que no esperaba calor en un sitio conocido por su frío; también le prometía medalla. Respecto a eso, desde que el cantinero recordaba, su hijo siempre cumplía lo que decía.

El viejo del muelle ya había decidido a quién darle suerte y a quién darle trabajo. Cuando comenzó el evento, la gente de la plaza Pushkin hizo la famosa ola... Algo nada común.

A Evan le pasaba por la mente su rival, Anton, pero no por razones profesionales, sino por la broma que le había jugado a Zhenya Plushy con una bolsa de gis verde en polvo después del desayuno.
El patinador había terminado por reírse para sorpresa y jugando con el chico mientras le devolvía el gesto con harina. El joven Weymouth soltaba la carcajada de solo acordarse, Lena Tarasova y Cecilia Maizuradze llevaban horas reprendiendo al niño pero este continuaba alegre, mientras Oleg Mishin el instructor de Zhenya, se ponía estricto y se quejaba. Ingo Carroll repetía: Maizuradze tendrá gran talento pero no deja de ser un mozalbete muy travieso y apático... no creo que llegue lejos.

Mientras esperaban turno, Anton continuaba haciéndole gracia a los presentes con sus bailes y sus peticiones de ingresar a pista, su hiperactividad hizo que incluso diera vueltas en el piso.

-Anton ¡Cálmate! - Era el reclamo de su entrenadora.

El último grupo se presentaba y Evan abría el bloque. Los espectadores de alguna forma también se emocionaban con él por ser tellnotelliano, por mostrar entereza y remontar de manera espléndida cuando era necesario. Siendo uno de los favoritos a pesar de la difícil temporada que llevaba a cuestas, lo cierto es que su programa era lo más sólido hasta el momento. Tamara escuchaba admirada y ovacionaba adelantándose a todos.

-Presta atención al oído y no a los ojos Carlota, ellos te dirán siempre si tus saltos y piruetas son correctos desde su preparación, te marcarán las transiciones. Un patinador que no considere este detalle siempre será del montón, no pulirá su talento. Los jueces notan la diferencia. Cuida tu sistema auditivo tanto como tu corazón o tus piernas.

Don Weymouth celebraba cada movimiento y aplaudía. Al término, no cabía de buen humor.

-¡Ea! ¡Que me lo calificarán alto! ¡Traerá premio a casa!

Franz, que consiguió no perderse el espectáculo estaba admirado. Se preguntó si pasaría un milagro y le condonarían a Evan su maldición alguna vez. Después se quedó en su escritorio, ya en casa y prosiguió a revisar papeles de toda procedencia.

Pushkin presentaba gran ambiente y los gritos felices se escuchaban cuando cada adversario de Anton quedaba segundo o tercero quedando sólo el joven Weymouth como la figura a vencer.

-Tu amigo ha realizado buenos programas este año aunque sea un provocador.
-El público lo ama.
-Por altanero. Te doy un consejo Carlota: no seas complaciente con los jueces porque te darán medallas injustas; tampoco te permitas desafiarlos que te costará caro. Si Anton Maizuradze empieza cálido, la clasificación de la rutina corta lo favorecerá mañana. Le auguro una presea pero no me atrevo a afirmar cuál.
-¿Cómo sabes eso Tamara?
-Ya lo van a anunciar, su forma de maltratar las cuchillas no es discreta. Te apuesto que en unos segundos habrá ovación, Maizuradze se encuentra ya en pista pero no lo han enfocado.

Dicho y hecho. Tamara describía la escena con mucha exactitud: En lugar de recibir ánimos, el niño continuaba con los regaños. Aunque el audio aún era demasiado bajo en la transmisión, ella percibía las frases de Tarasova.

-El crío ha hecho alguna fechoría.. Ese Anton no cambia. Cuando entrenaba con los novice me daba dolores de cabeza.
-¿Eres tan buena escuchando?
-Tanto que ahora sé que tus amigos nos encontraron.
-Hola.
-Bienvenidos.

Después de saludar al público y dar una vuelta por la pista, Anton se colocó justo enfrente de los jueces.

-Oh oh... Los referees odian eso ... Permíteme un momento.

Al comenzar el chico con su ejercicio, Tamara se llevó la mano derecha al rostro.

-Al igual que en Four Continents decidió ignorar su proyecto original.. Con esta ya son dos veces que arriesga .. Tarasova nunca toleró que uno solo de sus alumnos modificara un paso o en competencias decidiera presentar variantes o nuevas rutinas.

Encantador. Anton agradaba. Sus vecinos gritaban "Primero, primero" y daban hasta sus hipotéticas calificaciones.

-Prepárate Carlota.. No le darán una nota tan favorable.

Anton estaba acostumbrado a esperar mucho por sus resultados pero con su maestra enfadada y su madre en las gradas visiblemente molesta con él, ni siquiera tuvo ánimos de dirigirse a cámaras para enviar besos o discursos.

En Pushkin, todos estaban listos para arrojar flores a la pantalla y darse el día libre. En la Megasport Arena, los aficionados tellnotellianos y lógicamente los rusos, coreaban el nombre del chico Maizuradze y hacían alusión a su nunca olvidado incidente de la fuente. Sin contenerse, él sonrió y rápidamente fingió estar serio para que no lo descubrieran. El sonido local anunció:

"Anton Maizuradze, Short Program Score, Technical Merit:
5.8  5.8  5.9  5.8  5.8  5.6  5.8  5.9  5.9  5.7
Presentation Score:
5.9  5.9  5.9  5.9  5.9  5.8  5.9  5.9  5.9  5.8
Ordinals:
1  1  1  2  2  3  1  1  1  1
Anton Maizuradze from Tell no Tales after Short program is 2nd place"

Don Weymouth se entusiasmaba e incluso invitó una ronda de cerveza a su clientes quiénes le estrechaban la mano y le expresaban sus mejores deseos para la tarde siguiente, cuando Evan disputaría la final, en la ciudad, varios televidentes se molestaban por la clasificación; mientras tanto, en el barrio ruso, la sorpresa, la decepción y un silencio que desembocó en un abucheo ensordecedor y prolongado a pesar de saber que Anton tenía la posibilidad de hacerse del primer sitio aún, formaban una escena, por demás, intimidante.

sábado, 23 de abril de 2011

El retorno del futuro



A Carolina Kostner

-Espera... ¿Nunca has comido jugo congelado?
-No.
-¿Ni siquiera paletas de almendra con coco o alitas de pollo?
-Nada de eso.
-¿Cómo es posible?
-No había nada así en mi otra escuela.
-¡¿Cómo que no?!
-Sólo comida sana.
-¡Esto es saludable! Es una paleta de jugo de manzana.
-¿Natural?
-¡David! ¡Dice Carlota que no ha probado las paletas!
-¿En qué planeta vives niña?
-En este.
-¿Y quieres una?
-Ahh ... Supongo que sí.
-Venga yo la compro.
-Gracias amorcito.
-De nada Amy, todo sea por nuestra nueva amiga. ¿Mañana van a la pista?
-Yo hoy tengo el ballet así que iré.
-¿Y tú?
-Cuenten con ello.
-Tu primer paleta con todo y el chocolate.
-Gracias.
-Muérdela.
-¡Sabe bien!
-Te dije Carlota. Te veo mañana.
-Nos vemos Amy, adiós David. ¿A las diez?
-A las diez en Raisa. ¡Viernes libre!
-Ja. Te llamo luego amiga.

Ely fue por Carlota a la escuela y después de misa y hacer la tarea, pasaron con Gwendal.

-Tu sobrina sana y salva. Llévala de compras por favor.
-¿A dónde?
-Carlota sabrá. Necesita todo un guardarropa.
¿Y porqué no la llevas tú?
-Ya no me da tiempo, tengo un concierto y debo ensayar.
-Está bien.
-La ropa debe ser de la sección junior.
-¿Ya tiene el dinero?
-Es la tarjeta de Ricardo. 
-¿Y no tendré problemas por usarla?
-Mi cuñado llamó al banco para autorizar.

Un poco desganado, dejó que la niña entrara a dónde quisiera. Carlota no iba a las tiendas que su madre frecuentaba. Entusiasmada, los locales para adolescentes fueron su objetivo y cuando su tío la cuestionó ella respondió:

-Las tallas junior ya no me quedan.

Después de mucho buscar y no decidirse, ella al fin encontró lo que las revistas de moda dictaban. Pasadas cuatro horas, ella regresaba a casa con todo y malteada en mano; pero se detuvo en seco delante de un aparador. Los trajes de patinaje eran bellísimos y los accesorios estaban primorosamente hechos a mano. Las chicas no dejaban de compararlos y de probarse todo. Entre ellas estaba la promesa Sasha Cohen. La niña Liukin le pidió autógrafo pero se retiró un poco triste.

Por la mañana, llegó puntual a la cita y se dirigió a Steuer que como cada fin de semana estaba llena. 

Cuando Gwendal advirtió que Carlota tenía el enorme deseo de patinar, supo que lo sucedido en el aparador no era un accidente. Decidió ayudarla. Le daría una sorpresa. El sábado, pidió informes en la pista del centro invernal.

-Buenas tardes.
-Buenas tardes. ¿Puedo ayudarle?
-Necesito informes sobre clases de patinaje.
-¿Para usted o un infante?
-Mi sobrina.
-Claro. Tenemos clases por grupo. La primera a las nueve de la mañana y a las trece y dieciocho horas. No tienen costo. También los sábados de las trece a las diéciseis.
-¿Individuales?
-Depende de la edad y el nivel pero no hay entrenadores por el momento. 
-¿Nadie?
-Todos están muy ocupados con sus torneos.
-¿Quiénes dan las clases grupales?
-Brian Graszi y Tamara Didier.
-¡Vaya qué sorpresa! No esperé encontrármela aquí.
-Este es el formulario de registro. Si su sobrina o alguien más desean llenarla, sólo deben entregarla en esta recepción.
-Gracias. ¿Puedo ver a la señorita Didier?
-Ya va a empezar el  horario de mantenimiento, ella es la última que sale.
-Excelente tarde.
-De nada.

Acércandose a la pista, Gwendal vió a Tamara aproximándose. El tiempo no pasaba en ella.

-¡Tamara!
-¡Gwendal! 

Después del abrazo, él la miró fijamente.

-Último lugar dónde pensé reencontrarme contigo. ¿Qué tal Lyon?
-Bonito pero ya me mudé.
-Bienvenido. ¿Qué te trajo aquí?
-Mis hermanos.
-¿Tienes más familia, Mériguet?
-Sí. Vine a conocer a todos y he decidido quedarme.
-Me alegra.
-¿Y tú?
-Ya ves. Así es la vida.
-Necesito un favor.
-Raro que lo pidas. ¿De qué se trata?
-¿Quieres un café?
-Perfecto. Esta tarde estoy libre.

En una de las cafeterías de Dobrev conversaron largamente sobre la escuela y sus antiguos compañeros hasta que el recordó lo que deseaba pedirle.

-¿Qué es?
-Mi sobrina quiere patinar y supe que tienes un grupo.
-No solo un grupo. Mi día está ocupado. Si llena el formulario sólo tiene que tachar mi nombre.
-No quiero que esté en un grupo.
-¿Entonces?
-Entrénala.
-¿Estamos hablando de algo más personal?
-Clases privadas.
-De ninguna manera.
-¿Porqué?
-Lo siento pero tengo trabajo. 
-Vamos, no creo que no tengas tiempo.
-Para dar una clase particular debo deshacerme de dos grupos y además la Universidad no paga por dar clases así.
-¿Y los demás?
-Tienen resultados internacionales, mucha trayectoria. Carroll, Oppegard, Tarasova, Fehr y Mishin llevan años formando figuras y no aceptan nuevos alumnos.
-Podrías comenzar a ascender si lo intentas.
-¿Cuántos años tiene la niña? 
-Doce.
-Peor aún.. Si fuera un poco más joven quizá.
-¿Qué tiene de malo?
-Un entrenamiento es para toda la vida y ella ya debería estar en Novice.
-Inténtalo.
-Le tengo que enseñar desde cero y tendría poco tiempo si aspira a competencia... ¿En qué pista entrenaríamos? La junior está asignada, lo mismo novice.. en senior nos echarían. La pista privada del club Isbaza es demasiado cara y Steuer no es un buen sitio.. Serían 800€ al mes lo que tendrías que darme.
-No es mucho para mí
-Ganas eso y más en los X-games... Además ¿Qué le podría transmitir? ¿Qué filosofía? ¿Qué motivación? Puedo con un grupo porque no me involucro pero .. No tengo nada qué le pueda servir, no soy un ejemplo. Me conoces.
-¿Temes transmitirle tu fracaso?

Tamara sentía lástima de sí misma.. Confrontar el pasado era doloroso y el presente era duro.

-¿No me ves? No puedo mover el brazo izquierdo, mis rodillas están destrozadas y no tengo vista.
-No se nota la ceguera, como todo lo haces con normalidad.. 
-Aprendí a intuir el espacio y mi oído es bueno.
-¿Cuándo pasó?
-Después de los Mundiales del 98. No pude volver a saltar bien desde Olímpicos y un día tuve un accidente en el metro. En el hospital supe que ya no tenía remedio... Me ofrecieron un trabajo aquí y yo estaba huyendo de las explicaciones y de la Federación que no dejaban de presionarme para comparecer y decir porque me caí tres veces y quedé en lugar dieciséis después de invertir mucho en mí. ¿Qué podía perder?
-¿Tú crees que a Carlota le va a importar eso? ¡Tamara das clases con tu condición! Ella se sentiría orgullosa de ti sólo por haber aceptado ser su maestra.
-¡Pero sabrá lo mal que hice todo! 
-Pero también que has salido avante.
-Dame una razón por la cual debo renunciar a parte de mi sueldo y enseñarle todo lo que sé.
-Porque es la única oportunidad que tendrás de hacerlo bien.

Pensándolo un poco decidió.

-¿Cuál es su turno escolar?
-Primer hora.
-¿Colegio?
-Sagrado corazón.
-¿Está en algún equipo?
-No.
-Dile a tu sobrina que entrenaremos a partir del lunes. Notificaré horario y sede a sus docentes.
-Te lo agradezco.
-Tomaré el riesgo.

En la noche, Tamara reflexionó largamente acerca de su nuevo reto. No sonaba descabellado, nadie lo había hecho antes. Valdría la pena.

El lunes en clase, antes de terminar las lecciones, la directora del colegio entró al salón de Carlota acompañada por una mujer en traje deportivo.

-Carlota Liukin, se le ha asignado equipo para acreditar la asignatura de Cultura Física.
Preséntese hoy a las trece horas con su entrenadora Tamara Didier en la Universidad de Humanidades. Su sede es la pista profesional senior número dos y su disciplina es el patinaje de figura.

La niña estaba sorprendida y por la emoción casi derramaba lágrimas. Gwendal que la esperaba a la salida le explicó todo.

-¿Mis papás saben?
-Es un regalo del que se enterarán en la cena.
-¡No! ¡Mi mamá no me dejaría ir! ¡Si le mencionan algo así se pone como loca!
-¿Estás castigada?
-No le digas nada.
-Pero .. 
-¡Mi mamá pidió que me vetaran de las prácticas y mi papá la apoyó!
-Tarde o temprano lo van a saber.
-Que no sea hoy - Dijo el viejo del muelle - Ya habrá tiempo de explicaciones.

Viendo la expresión de la chica, su tío accedió a guardar el secreto aunque desconocía los motivos.

En su primera lección, Tamara fue clara:

-Estoy ciega. No soy débil, ni necesito ayuda. Sé perfectamente como corregir una técnica. Concéntrate y aprenderás. No hay retrasos ni faltas a menos que estés muriendo... Y ahora a divertirse que no conseguí este horario fácilmente, como te darás cuenta estamos solas.

Mientras su pupila calentaba y seguía las primeras indicaciones, Tamara tenía en la cabeza el instante en el que ella misma había arruinado todo. En Nagano, teniendo más de lo necesario para ganar, optó por perder de la peor forma que pudo hallar. Si tuvo miedo al éxito o no, eso la marcó para siempre.. Pero llegó Carlota y gracias a eso el futuro volvía a estar en sus manos.

Por primera vez en tres años, Tamara decidió modificar sus recuerdos: en vez de las fallas, convirtió el principio de su final en saltos perfectos. 

domingo, 17 de abril de 2011

Una deuda con Dios


Lo que Edwin ocultaba era su divorcio. En Manchester recibió por bienvenida los papeles firmados por Carmen.

-Creí que al menos esperarías.
-No quería pasar un minuto más casada contigo.
-Ni siquiera intentamos componer lo que estaba mal.
-¡Me conociste en fiestas, de compras y con lujos! ¡Me trataste como ama de casa!
-¿Qué tiene de malo dedicarse al hogar? ¿Estabas cansada de los diseñadores, no? ¡Deseabas estar lejos de las excentricidades, odiabas las dietas! ¡¿Cuál es tu problema?! ¡Te dije que podías trabajar en lo que más te gustara!  
-¡Yo detesto la vida rutinaria y aburrida que todos llevan! 
-¡Decidiste quedarte aquí! 
-¡Se supone que eres un futbolista famoso! ¡Llevas una vida glamorosa! ¿Y sabes qué es lo que tengo? Unas vecinas fastidiosas que creen que soy su amiga. A mí me gusta ir con un entrenador privado y no pagar las joyas, contigo no tengo eso ¿Dónde te la pasas todo el día? O más bien ¿A dónde te vas? Porque estuviste en Tell no Tales y no me invitaste.
-Sí lo hice pero nunca me haces caso.
-Y tal vez fue bueno para ti ¿Me saludaste a Carlota por lo menos?
-No entiendo.
-Carlota, la que te manda regalos "porque es tu fan".
-Ella no tiene que ver.
-¿No? ¿Acaso piensas que confiaré en ti después de haber visto lo que te llegó la última vez? ¿Cuánto tiempo han estado juntos?
-Carmen te equivocas. 
-No ... Sólo dime porqué.

Edwin estaba desconcertado. 

-¡¿Porqué?! 
-¿Dónde está lo que envió?
-En la basura.

Él buscó en el cesto de la cocina. Carmen lo miraba furiosa.

-¡Deja eso!
-¡No tienes idea de lo que acabas de hacer!
-Claro que la tengo Edwin ¡Descubrí a tu amante!
-¡Estás completamente loca!
-¡Loca de rabia! ¡Todo por esa mujer! 
-¡¿Estás celosa de una niña de doce años?!

Edwin encontró los restos de una fotografía. Era una imagen de su casa.

-Yo creí que jamás vería otra vez esta foto.

El motivo que tenía Carmen para sentirse traicionada estaba relacionada con una realidad que su todavía marido debía aceptar: 
Carlota muchas veces aparecía en las conversaciones, estaba presente incluso en los jerseys que él usaba en los partidos ya que la chica le bordó insignias para que las colocara en su gafete de capitán... Y la confusión por la edad era provocada por el interés de Edwin hacia ella. Saber si se encontraba bien se convirtió en algo muy importante. 

-No destruiste solamente un obsequio que me hizo... Sino lo único que me queda de mis padres.
-No lo sabía.
-Carlota es ... La quiero.
-¿Te gustan las niñas?
-¡Santo cielo, no!
-¡Pareces un maldito enfermo detrás de ella!
-¡Tengo que protegerla!
-¿De qué?
-De sí misma.
-¿Tiene algún problema? 
-He intentado alejarme de ella por años ....
-¿Y sus papás?
-Ellos han tratado de cuidarla.
-Entonces déjala en paz.
-No puedo. Yo hice una promesa y no la cumplí.
-¿Cuál?
-No ir más allá de mis fuerzas.. Desafié a alguien que confió en mí.
-¿Y Carlota está implicada?
-Mucho hasta dónde sé.
-Vete.
-Firmaré.
-No ... Le diré al abogado que reconsideramos.
-Espera... ¿Qué?
-No volveré a dudar.
-¿Y tu vida aburrida?
-Olvídalo... Soluciónalo. Regresa allá.
-Tengo que volver al entrenamiento.
Pero Carmen, como poseída dijo:
-Tienes algo más qué hacer.

Reconociendo la voz, tomó su maleta y se marchó. Pasaron dos días.

Franz De Patie conversaba con el viejo del muelle acerca de las protestas en la ciudad. Habían detenido a Raymond Floost, un activista conocido por boicotear trasnacionales.
-Lo acusan de alterar suministros gubernamentales de electricidad. Está perdido.
-No vas a ayudarlo niño.
-Le conseguí una buen abogado. Es inocente.
-Ya lo dijiste: está perdido.
-Pero su detención fue tan rara... Ray llevaba tiempo tranquilo, hace poco declaró que había dejado los sabotajes, que ya no era su juego. 
-Lo llevarán a Cobbs.
-No le han hecho juicio.
-Pero la sentencia ya está. 
-No lo pueden condenar a muerte.
-No fue por sus faltas que lo arrestaron.. En su última operación descubrió un sistema.
-La HAARP**.

Franz volteó.

-Al menos sabes el nombre actual de tu máquina Edwin - señaló el anciano - ¿Ya te arrepentiste de tal estupidez?
-Todos los días me doy de topes por haber sido tan tonto. Me extraña que preguntes.
-Te conozco mejor que nadie, contigo más vale aunque ya sepa las respuestas ... Querer cuantificar la energía total de Dios... Esas cosas no debe saberlas un hombre. Ahora juzgarán a otro por causa tuya. 
-Mi intención era entenderte.
-Inventaste un siglo pero también le diste al demonio el arma para acabar con todos.... Y te he perdonado.... Destruye las estructuras fundamento por fundamento, me la debes.
-¿Ya inició el proyecto Tomos?
-Consiguieron al chico. Es astuto y te ha estudiado con detalle. Es vil hasta la médula y no vacila. Vámonos. Te quedas niño.

Franz que ya no comprendía nada, se quedó expectante viendo al viejo alejarse con Edwin.
En los acantilados, el anciano mencionó mirando al este del mar.

-¿Qué es aquello que ves?
-Cobbs.
-¿Sabes lo que hacen ahí?
-Concretar mis cálculos.
-Tu antena se convirtió en un circuito de cientos de ellas. En Alaska también hay una base. Emiten las ondas a la ionósfera y rebotan provocando desastres. Muchos terremotos son elaborados usando tus ideas. Hasta ahora no he permitido que descubran como alterar el cerebro humano. ¿Ves porqué me opuse tanto?
-Debieron percatarse de cargas electromágneticas específicas para que funcionara.
-Miles han fallecido por tu necedad. Y te quejas porque cuidas a una niña como pena.
-Porque creo que merezco algo más severo. 
-Carlota es lo que necesitas. Tienes más que aprender de ella que de tí mismo. 

Edwin retornó a la playa. Franz continuaba ahí. Se había nublado y unas luces multicolores en el cielo se apreciaban.

-Eso no es normal.
-Eres listo. 
-¿El viejo?
-Se quedó allá.
-No entendí lo de HAARP.
-Es algo mío.
-¡¿Porqué mejor no te vas a hacer tus labores?! ¡Hay un prototipo neutralizador que fabricar!
-Finalmente apareció Matusalén - Mencionó Franz, pero el hombre ya no estaba. 
-Cuando desaparece es hora de ponerse a trabajar ¿Lo ves siempre?
-Todos los días. Desde que encontré a Evan me pidió visitarlo todos los días. 
-Eres afortunado Franz. No lo desaproveches como todos.
-A veces creo que el hombre tiene demencia.
-¡Jajaja! Por eso te trata como infante. Él es Dios.
-Por favor. 
-¿Un ángel hablaría contigo de la misma forma que yo?
-Yo me di cuenta de quién eras después de haberte estudiado.
-Con el anciano pasa lo mismo. Pídele algo.
-Que las luces desaparezcan.
No transcurrió un minuto cuando aquello sucedió. El sol se vislumbró de nueva cuenta y un resplandor de blanco cayó sobre Franz. Cuando pasó, Edwin se alejaba.

-¿Necesitas algo más? El viejo del muelle es Dios ¿Qué no es muy obvio?

Mas tarde, De Patie recorría la plaza Nabokov cuando el anciano se detuvo delante de unos niños para darles dulces de menta y tocar sus cabezas. Pronto, el grupo se hizo más grande y los caramelos no se agotaban. El hombre lo miró y Franz creyó escuchar: 
-"Yo soy el que soy. He regresado".



**HAARP (High Frequency Active Auroral Research Program) es un proyecto de investigación climática de las fuerzas navales y aérea de estados Unidos, sin embargo, ha sido señalada (teorías conspiratorias) como un arma por el alto número de ondas que utiliza (3.6 millones de watts) las cuáles son emitidas a la ionósfera. Al momento de rebotar, esta energía desencadena eventos como los mencionados terremotos. Presumiblemente ha sido utilizada para presionar a los gobiernos que no se someten a las normas nortaeamericanas como Myanmar (movimiento telúrico un día antes de las elecciones) o China, en 2009. La idea práctica está basada en una máquina prototipo para generar tsunamis (nunca se comprobó su funcionamiento) y en la famosa Torre de Tesla, con la que el científico buscaba transmitir energía inalámbrica. 
(Fuentes: www.pijamasurf.com "Teorías de la conspiración sobre tsunami en Japón (HAARP, terremoto predicho, guerra meteorológica)", http://www.microsiervos.com/archivo/ciencia/150-aniversario-nikola-tesla.html "150 años de Tesla)

sábado, 2 de abril de 2011

El descubrimiento de la pasión ( II )

Dedicado a Anedixit





Diciembre 1914


Matt pasó su cumpleaños solo. Convaleciente, seguía dibujando, destruyendo bocetos, convirtiéndose en un obsesivo de la perfección... Cuando pudo salir de la habitación, éstos momentos de inspiración frustrada continuaron al extremo del encierro en el estudio y la interrupción de las comidas para trazar en las servilletas de algodón cualquier clase de plano extravagante que Madeleine lavaba con mucho esfuerzo.

Desde el incidente del té, Lía era acompañada por sus padres a todas partes. Las ganas de gritar, incluso suicidarse, se contenían ante Goran que ni siquiera advertía tales pensamientos de ir a los acantilados y arrojarse al mar. La inmensa culpa que se volvía insoportable por provocar más daño que bien a Matt, la torturaba haciéndole pensar que quizá no lo amaba, que tal vez ella era malvada; un demonio escondido detrás de una joven que se creía buena persona.

Fue en ésos días que, para compensar sus acciones, decidió convertirse en la maestra improvisada de los niños expulsados de las primarias. Al lado de su casa, a la sombra de un árbol, recibía a todos los pequeños pero era inútil. Su mirada se fue apagando y sufriendo de ansiedad, desarrolló una compulsión por frotar sus manos al punto de lastimarse y sangrar. El nudo de su garganta a menudo la sofocaba y sentía dolor si alguien apenas rozaba su piel. Naturalmente, trataba de ocultarlo y pese a las molestias, cubría las heridas que se provocaba con guantes, alegando aquella vieja alergia al polen que de chica le hacía pasar momentos incómodos pero al crecer se había sanado.

El joven Weymouth la buscaba después del trabajo sin encontrarla jamás. Si le preguntaban, él también experimentaba ese impulso de saltar al vacío: La necesidad de encontrarse con Lía rebasaba su sentido de la razón. Matt aún creía que su novia había incurrido en un acto desesperado y aunque en casa trataban de convencerlo de lo contrario, nadie sufrió de manera tan atroz como él y tampoco lo había cuidado con la misma devoción de la muchacha montañesa. Pidiendo al padre Shultheiss enviarle un mensaje si la veía, tenía la esperanza de que Goran levantara el castigo a su única hija a pesar de saber que aquél hombre era inflexible en sus determinaciones.

Una mañana, sin embargo, cambió todo. Lía después de una difícil lección con infantes demasiado inquietos, prefirió escaparse. Antes de que su padre la viera por la puerta y la llamara, corrió a cumplir su propósito de perder la vida pero en el camino tropezó con Matt que a su vez estaba evadiendo una reunión de negocios.

Contrario a lo previsible, no fueron capaces de darse un beso o sonreírse. Algo se rompió una vez de frente. Se tomaron de la mano y lentamente se dirigieron a la pradera. Las palabras se les iban de la boca... Matt entonces supo de dónde provenía la fragancia que lo enloquecía. El aroma natural de Lía era igual a las flores, a las violetas. Ella no usaba perfume o algo similar. Seducido, miró sus labios. Acostados en el pasto se abrazaron y él se colocó encima. Respirando agitadamente ambos comenzaron a sentir la piel del otro, Matt se descubrió el pecho y ella experimentaba sensaciones que jamás imaginó. Aunque era algo bastante simple, Lía se creía embriagada, sin idea de lo que debía hacer y al mismo tiempo se saciaban unas ganas reprimidas por ser desconocidas, con toda la intensidad de la que él era presa, ella percibía su propio cuerpo en totalidad. Hipnotizada por la calidez y suavidad de la dermis de su hombre, alcanzó a distinguir su silueta. Lo oía gemir sutilmente y la inspiró a tocarlo. Lejos de incomodarse todo se volvió aún más disfrutable... De pronto, ella recobró la conciencia. La inseguridad y el temor la invadieron. Cuando terminó, se separó de Matt bruscamente y le dió la espalda.

-¿Esto es normal Matt?
-¿Qué?

Lía se alteró al verse desnuda.

-¡Mi vestido! ¡No lo encuentro!
-Espera... ¡Está en tus pies!
-¡No me toques!
-¿Todo bien?
-¿Qué hicimos? ¿Porqué pasó?
-Lía ... Estoy comenzando a sentir pánico ...

Ella lloró. Él intentó reconfortarla pero entonces la joven lo asaltó con una pregunta:

-¿He dejado de ser virgen?

Matt abrió aún más los ojos. Debía contestarle con sinceridad y temía el resultado.

-Sí.

Cayó rendida. La virginidad era algo que debía guardarse, era sagrado. Se perdía al contraer matrimonio y evidentemente ellos no estaban casados.

-Tú sabías, yo no.
-¿Saber qué?
-Lo que pasaría. ¡Yo no quería perder mi pureza!
-¡Yo no haría nada que tú no quisieras!
-¡¿Cómo habría de desear algo así?! ¡No me dijeron que esto existía!

Matt estaba aterrado ¿Qué le quiso decir? ¿Acaso Lía ignoraba esa clase de cosas hasta ese instante? ¿Qué le entendió el día que le habló de las modelos de París?

-Las parejas tienen momentos como el que pasamos.
-Dime la verdad ¿Lo has hecho antes?
-Estuve con varias chicas.
-¿Las amabas?
-No me enamoré. No me enorgullece, pero estoy siendo honesto contigo.
-¿Soy como ellas?
-En absoluto.

Ella giró dónde él. Era deseo.
Lía sentía vergüenza de aceptar que la sensación de los besos de Matt recorriéndola había sido extraña y agradable, que sentía las manos de él fundirse con su ser... Pero dejó de importar ese pudor. Recordó a ese hombre gritando que la amaba afuera de la iglesia. Poco tiempo después se reirían de lo acontecido en su primera vez pero en ese instante ella cedió y lo atrajo a sí.

El tiempo se aparentaba infinito hasta que la voz de Goran se oyó cerca. Ambos se vistieron de prisa y partieron casi a gatas hacia la playa. Un ataque de risa nerviosa fue el preámbulo de una nueva locura.

Al llegar la noche, Lía y Matt buscaron un sitio para dormir. La ciudad les ofreció el rincón perfecto en un apartamento abandonado recientemente; incluso los muebles lucían nuevos pero no contenía ya señales de vida. La recámara los aguardaba y la joven evocó los momentos en los que abrazó su almohada, imaginando ver a Matt despertando, mientras ella lo estrechaba.
Mucho más relajados, decidieron repetir lo realizado al mediodía pero esta vez fue más libre, incluso mejor. Cada caricia se quedaría grabada en la mente de ambos para siempre. Por la mañana, no podían despertar. Permanecieron en cama hasta el crepúsculo.