sábado, 30 de junio de 2018

El traficante de diamantes


-El Gobierno Mundial está muy interesado en el caso de unos diamantes que aparecieron primero en las joyerías de Tell no Tales y luego estuvieron disponibles en París. El último reporte indica que han llegado a Venecia y al igual que los lotes detectados, no hay certificados de propiedad auténticos - le comunicó Alondra Alonso a Maurizio Maragaglio cuando este se disponía a pasar la tarde con sus hijos. El juego de hockey había terminado pocos minutos atrás.

-¿Quieren que nos hagamos cargo? - preguntó él con resignación.
-Que cooperemos con la Marina.
-¿Quién lleva la investigación?
-El Almirante General, Stendhal Trafalgar - contestó ella con interés.
-Será un fastidio.
-Puedo adelantarme un poco y hacer preguntas en las joyerías San Zito y La fantasia de San Marco.
-¿Se llegó a vender alguna pieza?
-Volaron, al igual que con los lotes anteriores.
-Dime que sospechas de una mentira.
-El modus operandi sigue el mismo esquema en las tres ciudades: Llega un vendedor, ofrece un lote de entre diez o trece diamantes con factura falsa y las joyerías pagan entre doce mil y veinticinco mil euros luego de la valuación.
-¿Cuántos diamantes suelen ser adquiridos cada vez, Alondra?
-Entre dos o tres.
-¿Han detenido a alguna persona?
-No porque las transacciones parecen legítimas al principio. Lo que llamó la atención del Gobierno Mundial no son unos vendedores distribuyendo unas piedras seguramente robadas o usadas para lavar dinero. Lo que llamó la atención es que los diamantes son consistentes en tamaño, forma y pureza, no están en bruto y la última vez, la banda intentó sacar ganancias de un diamante dorado.

La cara de incredulidad de Maragaglio se parecía más al desaliento y no tardó en avisar a su esposa que no podría llevar a los niños a celebrar Halloween. Alondra en cambio, esperó por su hija y se despidió de él mientras le aseguraba que lo vería en la oficina.

Por otro lado, una golpeada, risueña y muy cansada Carlota Liukin salía de la secundaria Giuseppe Garibaldi en compañía de su padre y de Maurizio Leoncavallo, quien le preguntaba si podía entrenar más tarde. Ella no dudó en decir que sí.

-Bueno, en ese caso comeremos algo y descansas un poco. Jugaste muy bien, cielo - pronunció Ricardo Liukin y Leoncavallo sonreía luego de que le extendieran la invitación. Atrás de ellos iban Katarina y Miguel mientras Andreas, Adrien y Tennant miraban a aquella joven por la que portaban botes de insecticida en la mano, por si las dudas.

Justo afuera, Maurizio Maragaglio se encontró con ellos. Disimulando su disgusto con su primo, recibió el abrazo de Carlota en saludo y le dio la mano a Ricardo con la actitud cortés que ocasiona la hipocresía. Al igual que ellos, él también tenía la intención de llenarse el estómago antes de reanudar sus pendientes.

-Conocemos un bacaro en Rialto donde nos tratan bien por tener un buzo en la familia - añadió Tennant mientras pensaba que los secretos se podían oler y sabía algunos de Maurizio Maragaglio. El chico recordaba el aroma a flores de azahar de la señora Maragaglio y su marido en cambio, estaba cubierto por una apenas perceptible esencia de naranja de un perfume femenino de calidad discutible. También la camisa polo de ese desconocido era nueva y no podía esconder el espectro de sus feromonas exaltadas. Al fin y al cabo, un infiel ordinario.

-Si nos apresuramos, le dará tiempo a Carlota y al señor Leoncavallo de estar listos para la práctica - añadió Ricardo y el grupo caminó hacia la Fondamenta Nove para tomar el vaporetto que los dejó en Ponte Rialto veinte minutos después.

A Maragaglio, no obstante, le capturaba el interés la historia de los diamantes e iba imaginando escenarios con Tennant Lutz por provenir de un singular clan criminal al que el negocio le resultaría especialmente lucrativo por el manejo de divisas internacionales. Sabía que Emma Lutz, hermana de Tennant, era ladrona de joyas y se había involucrado en el tráfico de arte. Era eso o unos contrabandistas africanos hacían de las suyas porque era coincidencia que el rastro de las piedras comenzara en Tell no Tales y pasara por París. En ambas ciudades habían estado los Liukin y quizás eran usados para ocultar las operaciones con el pretexto de sus mudanzas.

Quizás, la inquietud de Maragaglio contagió a los demás mientras entraban en la Rosticceria Gislon y tal como le habían dicho, eran recibidos con enorme agrado, especialmente Miguel, que al presentar a Katarina Leoncavallo como su novia, recibió un par de copas con vino de la casa de cortesía y colocaron flores para alegrar la vista.

-Tenemos ventaja - expresó Ricardo Liukin a Maragaglio luego de darle una palmada amistosa y le pidió a Tennant que ordenara la comida por todos. Maurizio Leoncavallo escuchó atento como ese chico hacía gala de etiqueta y escogía fritture miste, insalata della stagione, spaghetti alle vongole y seppie con polenta. Los demás tomaban sus lugares tratando de no quedar junto a Katarina y eso dejó a Carlota cerca de ella. Leoncavallo optó por acompañarla aunque eso significara darle un poco la espalda a su hermana y a Miguel y ver a su primo al centro de la barra con el señor Liukin.

Aun no había tema de conversación entre el grupo y Carlota y Maurizio se miraban uno al otro con el mismo gesto que los obligaba a recargar la barbilla en la mano derecha.

-¿Te sientes mejor? - dijo ella.
-Algo. Karin me dio un abrazo.
-Me quedé muy triste así que te hice un dije de botellita y le puse polvo del que cayó ayer.
-Muchas gracias.
-Le quiero dar uno a Katy pero no se despega de Miguel.
-Yo se lo paso.
-Aquí está.
-¿Te divertiste en los canales, Carlota?
-Vi un momento como caía la diamantina y me dormí.
-Recuerdo que estabas jugando en Cannaregio.
-¿Davvero?
-Esa lluvia me animó un poco.
-Estoy preocupada por Katy.
-Somos dos ¿Cómo reaccionó? Es que la llamé en lugar de decirle en privado.
-Se puso muy mal.
-¿Lloró mucho?
-No se movía.
-Debí saberlo, fue mi culpa.
-Claro que no, Maurizio.
-Jyri la quería.

Carlota abrazó a su entrenador.

-Gracias.
-De nada.
-Ni así te salvas de repasar "Anna Karenina", Carlota.
-Rayos, jeje.
-¿Cómo estás?
-Me duelen las costillas.
-Esas niñas se la pasaron golpeándote ¿te repondrás?
-Hay una tal Ariana Alonso que me tiró todo el juego. Debí enterrarle el stick en la espalda.
-Jajajaja, no seas agresiva.
-Me dejó moretones.

Maurizio Maragaglio volteó hacia Carlota al escuchar el nombre de la hija de Alondra Alonso y le fue inevitable sentirse un poco irritado. Durante el partido había apoyado a la secundaria Garibaldi y de buenas a primeras, un equipo mediocre como el Marco Polo propinaba una paliza incontestable. Alondra Alonso de seguro había recogido a la encantadora Ariana con una bolsa de hielo puesta en la cara.

-Me contaron que no le ganaban al Garibaldi desde hace tres años - dijo Maragaglio.
-Carlota pudo sola con esas niñas. El hockey es de familia - contestó Ricardo Liukin.
-¿Usted jugaba?
-Mis concuños le enseñaron a Carlota.
-Fueron buenos maestros.
-La niña Alonso lo pensará tres veces antes de volver a meterse con mi hija.

Los Liukin comenzaron a comentar lo ocurrido en el partido y Carlota se sonrojaba de pensar en las faltas que había cometido y recibido, pensando que, de no ser por la victoria, su actuación habría sido una vergüenza.

-Al menos tienen algo que presumir el fin de semana - añadió Maragaglio y Ricardo Liukin rió en respuesta. Los demás enseguida callaron y los miraron con tensión. Katarina y Miguel prestaron atención de la misma forma.

-Honestamente, no sé por qué haríamos eso - dijo el señor Liukin.
-Fue un buen juego.
-Un par de goles no son motivo de fiesta.
-Creí que esta era una celebración.
-Es un día normal y mi hija sólo hace lo que se espera en su equipo. Ella tampoco me felicita porque fui a trabajar.

Los Liukin se habían dado cuenta de que Maragaglio era tonto pero ahora sentían que Ricardo lo había puesto en su lugar y desconocían la causa. Katarina y Maurizio Leoncavallo se vieron entre sí con la misma percepción y Miguel leyó el alma de su padre para poder entenderlo.

-Yo también pensé que festejábamos - agregó el chico para que los demás se concentraran en él y acto seguido sacó de su bolsillo un pequeño detalle para Carlota.

-Felicidades por el partido - dijo el muchacho colocando sobre la barra una cajita rosa. Ella se puso contenta.

-¿Qué son? ¿Aretes?
-Le gustará.
-¿Uno? ¿Es un dije?
-No pero pensé que era momento de dárselo, señorita Carlota.

La joven retiró una tapa en forma de pentágono y los Liukin se maravillaron enseguida.

-¡No tenías por qué hacerlo, Miguel!
-Lo guardaba para una ocasión especial.
-Es muy bonito, no puedo aceptarlo.

Miguel entonces le dijo en voz baja:

-¿Por qué no? No fui el que lo escogió.

Carlota arrugó un poco la comisura de sus ojos y se colocó un pequeño anillo de diamante rosa que enseguida mostró a su padre.

-Es un lindo detalle pero no creo que sea apropiado, Miguel - dijo Ricardo Liukin.
-No pensé que sería incómodo - replicó el muchacho.
-Es un poco ostentoso ¿no te parece?
-Quería tener el detalle.
-Agradecemos tu intención pero ...

Ricardo no supo qué decir y Maragaglio decidió manifestar su curiosidad.

-¿Podría verlo? Se nota que es hermoso.

Carlota se retiró la sortija y enseguida se la dio a Maurizio Maragaglio sin sospechar nada.

-Es una piedra muy refinada ¿es de un quilate? - por la forma de observarlo, aquel delataba que no conocía de diamantes y para su alivio, el grupo tampoco.

-¿En dónde la conseguiste, Miguel? - prosiguió Maragaglio.
-En París ¿dónde más?
-Aquí en Venecia hay joyerías muy lindas.
-Me dijeron que ese diamante es de Hammersmith. La verdad es que no sé más.
-Debiste ahorrar mucho.
-Quería que la señorita Carlota lo recibiera cuando la operaron del oído pero preferí esperar a que estuviera más feliz.
-¿Tienes alguna factura? El Gobierno Mundial vigila mucho las joyas.

Miguel presintió que algo no andaba bien y se sumergió un segundo en el aura de Maragaglio, enterándose de la trama de los diamantes y de las intenciones de investigar más a fondo el origen de la piedra rosa. Ante eso, el chico aprovechó para susurrarle a Carlota que había un papelito oculto en la caja y ella la tomó de la barra, sacando el mensaje y leyéndolo enseguida, sin reparar en que Maurizio Leoncavallo se había dado cuenta.

-Me encantaría saber en que local de París puedo hallar otro anillo parecido. Sería para mi esposa en navidad - siguió Maragaglio y Carlota le extendió la caja, confiada en el listón rosa que la rodeaba y cuyas letras doradas anunciaban la marca.

-¿"Spiegealare" es la joyería? - preguntó Maragaglio.
-Sí, quizás tengan servicio de entregas - concluyó Miguel y el otro devolvió el diamante. Poco después, la comida arribó a la barra y el anillo terminó en el bolso de Katarina en cuánto le pidieron guardarlo. En ese instante, tanto Andreas como Ricardo Liukin se convencieron de que Maragaglio buscaba algo y fingiendo inocencia, lo inquirieron sobre su trabajo.

-No puedo hablar mucho de lo que pasa en Intelligenza pero investigo todo tipo de cosas.
-¿Cómo qué? - dijo Andreas.
-El polvo de ayer, por ejemplo.
-Qué aburrido.
-He visto cosas que no te imaginas.
-¿Hay conspiraciones del gobierno?
-Jajaja, ese es otro cuento.
-Entonces ¿a qué se dedica?
-Asuntos clasificados.
-Suena a siesta.
-No lo es cuando hay sospechosos.
-¿Tiene algunos ahora?
-Varios en este momento.
-¿Podemos saber por qué?
-La Marina nos envió un caso y el almirante Trafalgar está a cargo. Tal vez me diga mejor de qué se trata cuando llegue.

Fue notorio que los Liukin no tomaban con agrado esa noticia y Maragaglio sonrió con la seguridad de que conseguía la insinuación de una pista y no la soltaría hasta desenmascarar a quien fuera. Tennant Lutz optó por tomar aire fresco y el apetito de Ricardo parecía irse mientras Carlota y Andreas disimulaban inútilmente que no les importaba. Miguel por su lado, intentaba mirar a Katarina sin el gesto confuso y Maurizio Leoncavallo, aun más desconcertado, observó a su primo como si le reprochara su impertinencia. El único que continuaba entretenido con su spaghetti era Adrien Liukin y pronto, le atacó una fuerte carcajada que nadie quiso detener.

-Me disculpo por esto - dijo Maurizio Leoncavallo a Carlota y de forma discreta, le sugirió ir a entrenar. La chica se despidió de su padre y abandonó la Rosticceria Gislon preguntándose sobre lo que acababa de pasar. Katarina iba detrás y Miguel alcanzó a recibir el anillo de vuelta al despedirse.

Maurizio Leoncavallo fue incapaz de decir algo camino al club de hielo y su hermana compartía el mismo silencio mientras Carlota tenía en mente a Stendhal Trafalgar y el asco que le tenía. Contrario a su costumbre, la joven creyó que podía rezar por no toparse jamás a ese hombre en la calle y mientras revisaba sus cosas, volvió a leer la notita que le habían enviado. Maurizio apenas se abstenía de abrir la boca ante esa falta de discreción.

Los niños con disfraces de Halloween se comenzaban a observar a cada extremo de los canales y en la pista de la calle Grigolina había una fiesta para las niñas del nivel novice que obligaba a Maurizio a llevar a Katarina y Carlota al área de gimnasio para practicar giros con arnés. El ruido era tan intenso que ninguna de las dos entendía media palabra y se conformaban con realizar calentamientos mientras sus otros compañeros iban llegando. Uno de ellos, Jussiville Partanen, iba maquillado como vampiro y no tardó en entregarle a la joven Liukin otro recado.

-¿Todo bien?
-Sí... Perdón, olvidé tu nombre.
-Jussiville.
-Gracias.

Carlota dobló ese nuevo papelito y el chico no dudó un segundo más en murmurarle "me dijeron que es de un amigo tuyo".

-¿No sabes cuál?
-¿Todo está bien?

Ella no se sentía tranquila y salió enseguida a refrescarse el rostro. Su actitud era tan inusual que Katarina decidió detrás de ella y la encontró frente al espejo del baño, respirando agitada y tocando su pecho como si el corazón fuera a estallarle. Era tal la palidez de Carlota que fue necesario que Katy la sostuviera y se debatiera entre llamar al médico o hacerle beber un jugo sin intentar descubrir que la había puesto mal. Las dos se vieron mutuamente en el reflejo hasta que un grito se escuchó por todo el club junto con las expresiones de alarma de los presentes. Katarina creyó que vería un desmayo.

-¡Carlota! - repitió la voz y la joven Liukin inhaló profundamente luego de cerrar los ojos y armarse de valor para enfrentar lo que seguía. Con las manos temblorosas giró la perilla y salió en dirección al hielo, paralizándose en cuanto se apareció ante ella un hombre vestido con playera y pantalón negros, tenis gastados grises y los ojos irritados por no dormir.

-Joubert despertó - dijo él al tiempo que ella llevaba las manos a su boca a causa de la noticia.

-Quiere vernos en París.
-¿Joubert? ¿Estás seguro?
-No fue por eso que me arriesgué a venir. Carlota, tenemos que hablar.

Sergei Trankov, con su caminar tan grácil, con sus brazos tan firmes, con su rostro irresistible, se aproximó a Carlota Liukin con el propósito de llevarla consigo. Iniciaba en ese instante un frío que calaba hasta los huesos y la joven cerró los ojos cuando él tomó su mano. Aunque el tiempo parecía detenerse, los demás veían aquello con velocidad asombrosa, como si Trankov tomara a Carlota Liukin agresivamente. Pero el objetivo no se cumplió.

-Maurizio! - exclamó Katarina y Carlota cayó al suelo bruscamente, contemplando cómo Maurizio Leoncavallo y Sergei Trankov se enfrascaban en una batalla en la que Sergei se dejaba vencer para poder zafarse. Espantada, la chica Liukin los separó agarrando a Maurizio de los hombros y éste sintió enseguida como si un hielo se le incrustara por dentro, causándole tanto dolor, que no pudo hacer otra cosa que rendirse.

-¡Llama a Intelligenza! - pidió Leoncavallo a su hermana mientras Carlota suplicaba que no lo hicieran y sin pensarlo, fue detrás de Trankov hallándolo colgado de una lámpara.

-¡Sergei!
-Carlota, tengo que irme.
-¿Qué quieres que hablemos?
-No tengo tiempo.
-¿Cuándo puedo verte?
-Nos encontraremos en París con Joubert.
-No te vayas.
-¡Maurizio Maragaglio da muchos problemas! No pude vender este diamante, guárdalo y que nunca lo vea.
-¡Sergei, voy contigo!
-¿Qué dirá Marat?
-¿Marat?

Sergei subió al techo y comenzó a escapar con rumbo desconocido, logrando que Carlota corriera para no perderlo. En ese punto, las lágrimas de alegría rodaban por el rostro de ella y no tardó en detenerse en un callejón del vecindario San Marco para controlarse. El asunto era grave.

-¡Carlota! ¿Te hizo daño? ¿Estás bien?
-¡Maurizio!
-Oye ¿quieres explicarme por qué Trankov te conoce?
-¿Me seguiste?
-¿Qué escondes?
-¡No me toques!
-Déjame ver.
-¡No!
-¿Qué es esto?

Maurizio Leoncavallo apenas atinó a levantar una piedra brillante del suelo y observó con asombro como otras más corrían por las mejillas de Carlota y algunos la rodeaban como si se tratara de una fuente.

-Me duele mucho - confesó ella.
-¿Son cristales?

Carlota suspiró.

-Diamantes - confesó ella.
-¿Qué?
-Siempre que lloro, los fabrico sin parar.
-¿Trankov lo sabe?
-Él los vende por mí.
-Eso es malo... ¿Le has dicho a tu padre?
-Nunca.
-El Gobierno Mundial no lo tomaría bien.
-¿Tú crees?
-Recojamos todo, pensaremos qué hacer.
-¿Cómo puedo confiar en ti?

Ambos se apresuraron a ocultar la evidencia en la chaqueta de él y abandonaron el callejón a toda prisa tratando de no hablar del tema. En la banqueta de la calle Grigolina, no obstante, se presentaba Maurizio Maragaglio y en medio de la confusión por padres alterados y Katarina hablando de Trankov, halló en la banqueta, a punto de caer al canal, un diamante dorado que a simple vista evidenciaba su valor y que seguramente traía las huellas del guerrillero sin permitir espacio a dudas.

-Te atrapé - enunció y llamó a Stendhal Trafalgar para anunciarle el hallazgo. A los Liukin les llegaría el golpe sorpresa otro día.

lunes, 11 de junio de 2018

¿Quién eres tú?


El Servizio Italiano d'Intelligenza nunca descansaba y pronto, Maurizio Maragaglio recibió la encomienda de investigar quien estaba detrás de la lluvia de polvo dorado que mantenía cautiva a Venecia durante aquella noche. Luego de despedirse de su mujer y besar las frentes de sus hijos, el hombre salió rumbo al Campo Santa Maria Formosa en el barrio Castello para reunirse con su equipo y saber, apenas al abandonar la Calle del Pignater, que tendría que caminar. El agua se había hecho brillante.

-Todos son felices - pensó poco antes de ver que su propia familia salía a escondidas a disfrutar de la vista y al igual que la multitud, no mostraban otro interés que no fuera jugar.

-¿La gente camina en el canal? - se sorprendió Maragaglio un par de pasos más adelante y pronto vio a Tennant Lutz bromeando con su incapacidad para nadar mientras se arrojaba de espaldas al Canale di Cannaregio y el polvo dorado lo mantenía seco y a salvo.

-Hasta el señor Liukin toma esto a la ligera; ojalá yo pudiera - se confesó el agente y luego de percatarse de que aquello no se repetiría, Maragaglio retiró su calzado y su saco para dar sus pasos por los canales, dándose cuenta de que lo encontraba cómodo y de que el polvo seguía cayendo de forma casi imperceptible. En sus hombros ya reposaba una fina capa dorada.

Por supuesto, ese suceso no era lo único extraño a lo que Maragaglio debía seguirle la pista. Poco antes, los expedientes de las lluvias de flores en Mónaco y en la misma Venecia habían llegado a su escritorio junto con los reportes de la nieve atípica en París antes de otoño.

Por otro lado, su mente era ocupada por Katarina Leoncavallo y su actitud callada durante las reuniones familiares, por su tristeza; por ese primer novio que tenía. Miguel le ocasionaba un enorme disgusto a Maragaglio y este no sabía por qué. Con la barba bien afeitada, con los hoyuelos en sus mejillas cada que sonreía, con el perfecto cabello quebrado, con su facha de playera ajustada y suéter... Cualquier otro chico que no fuera Miguel, no se habría fijado en Katarina. Haciendo el esfuerzo por ser sincero, tenía que reconocer que su prima era la artífice de aquella conquista en Murano, tal y como le habían contado los empleados del vaporetto el lunes por la mañana y al menos lo había presentado en casa, dejándole un mal sabor de boca porque esos dos no tenían ni una semana de conocerse.

-Esa niña es la responsable de mis canas - pensó en voz alta mientras se daba cuenta de que el camino se volvía fascinante en el Gran Canale y en el Rio Fontega dei Tedeschi había tanto polvo que las paredes y puentes parecían hechos de él.

-Esta broma requirió mucho tiempo y presupuesto - siguió Maragaglio y se imaginó el trabajo que tendrían los buzos al día siguiente mientras recogía con una gran sonrisa una muestra para laboratorio. El Campo Santa Maria Formosa era otro sitio ahogado en dorado y luego de un gran rato, el hombre llegó mientras su personal le miraba con lógica curiosidad por constatar que estaba feliz.

-Ciao a tutti! Non resterà nessuno questa notte ¿algún indicio? - inquirió Maragaglio antes de abandonar un canal y poner pie en tierra. El equipo indicaba que no.

-¿Qué tenemos entonces? - consultó mientras sacudía sus pies antes de colocarse los zapatos.
-Los testigos dicen que las estrellas se movieron antes de que cayera el polvo - dijo una agente de nombre Alondra Alonso que, en ausencia de Maragaglio, había coordinado las actividades. Era también el enlace con Inteligencia Española.

-¿"Se movieron"?
-Formando figuras como un farol y otros aseguraron ver una cara.
-El consumo de ajenjo se dispara estas fechas.
-No pienso que los niños lo beban.

Maragaglio se sorprendió mucho.

-Creí que habías visto lo que había pasado. Fue un espectáculo impresionante - dijo la mujer y él se apartó para conversar con ella.

-¿Qué me ocultas, Alondra?
-¿Además de que quiero que me beses?
-Aun hablo del caso.
-Me gusta ponerte nervioso.
-No me coquetees en el trabajo, lo hablamos.
-Bien.
-¿Qué ocurrió antes de que cayera diamantina?
-El laboratorio tardará en darnos el resultado.
-¿Qué vez en mis manos?
-Polvo... Y en ti una marca de mi labial.

Alondra Alonso posó sus labios en el hombro derecho de Maurizio Maragaglio.

-Mi esposa sospecha, no vuelvas a hacer eso.
-Tengo un par de camisas tuyas.
-Susanna se dio cuenta de que me faltan.
-Te matará si descubre que te encanta quitármelas.
-Alondra, no aquí.
-Por algo traje una puesta.

Maragaglio no pudo contenerse y se escondió con la mujer a un rincón en donde el polvo no había conseguido entrar. Ella desató su cabello trigo mientras decía "hagámoslo rápido" y le contaba que desde la travesía a París por Carlota Liukin, ella había tenido varias discusiones con su pareja.

-¿Daniela también cree que tienes una amante? - preguntó él.
-Enfurecerá porque "la otra" es mi jefe.
-¿Muy extraño?
-Cree que me acuesto con su mejor amiga.
-¿Por qué?
-Porque usan la misma marca de camisas, agente Maragaglio.

El polvo volvió a caer con fuerza y en medio de caricias y gemidos reprimidos, continuó aquella conversación.

-¿Cómo te fue con tu primo en Milano, jefe?
-Nos corrieron dos veces.
-¿Por qué?
-Nadie quería a Mauri en el funeral.
-Pobre de él.
-Sabía que estaba mal. Me alegré de que no llevarámos a Katy.
-¿Katy? ¿Qué tiene que ver?
-Alondra, toca más mi pecho.
-¿Estás ejercitándote?
-No quiero morir joven.
-A tu esposa le gustará.
-Mauri le dijo a Katy que no nos acompañara.
-¿Ella quería ir?
-Todavía la culpan de lo que le ocurrió a Jyri.
-Qué pena.
-No le está yendo bien esta semana.
-¿Qué le pasa?
-Se peleó con mi primo porque le dio a Carlota Liukin una rutina muy fuerte y con lo del funeral ha llorado sin parar.
-Estará bien.
-No lo creo.
-¿Pasa algo más?
-Katarina tiene novio.
-Al fin. Te dije que sería este año.
-Es un tipo que acaba de conocer.
-No es malo.
-Es Miguel Liukin.
-¿Por eso me mandaste a investigarlo, jefe?
-No quiero que le hagan daño a Katy.
-Ella se cuida sola.
-Es la única niña en la familia.
-Se convirtió en mujer.

Maragaglio se apretó más contra Alondra Alonso.

-Katarina es hermosa.
-¿No lo habías notado antes? - dijo ella.
-No confío en ese tal Miguel.
-No quieres ver la información que saqué.
-¿Es un pobre diablo?
-No tenemos más tiempo, notarán que no estamos.
-¿Debo preocuparme por mi prima?
-Maurizio, seguimos luego.
-Te pregunté algo.
-¿Por qué tanto interés en Katarina?
-Porque voy a cuidarla.
-Ella es una adulta, déjala vivir.
-Si no fuera tan bella...

Maragaglio se aferró a consumar sus deseos mientras Alondra Alonso comenzó a preguntarse porque él terminaba hablando de Katarina Leoncavallo durante el sexo. No pasaba siempre pero llevaban cuatro años con ella mencionada por cualquier motivo, desde su cumpleaños hasta sus competencias. Alondra sabía del incidente de aquella joven con Jyri Cassavettes, de su brusco rechazo a un aprendiz de cristalero, de lo mal que se llevaba con la novia de su hermano.

-Alondra, dime que me invitas a dormir contigo - recordó pedir él mientras sus músculos iban relajándose.
-Daniela irá a Sevilla por la boda de su socia y regresa el lunes.
-Le diré a Susanna que el fin de semana trabajaré mucho.
-¿No pasarás Fieles Difuntos con tus hijos?
-Los llevaré a celebrar Halloween.
-¿Como evitarás que tu esposa haga preguntas?
-El Servizio tiene que ayudar a vigilar las procesiones.

Alondra optó por el silencio y contempló a Maurizio Maragaglio arreglándose la ropa y sosteniendo entre sus labios el sobre con la información acerca de la familia Liukin que se había podido recabar en cuatro días. Ella sólo se colocó su abrigo beige.

-Iré con el equipo a preguntar si creen que la autoría de esta lluvia no es sabotaje - anunció él.
-¿Te has dado cuenta de que no se ven las estrellas?
-Se ha nublado a momentos.
-Hemos oído versiones de que explotaron antes de la caída de esto que llamas diamantina.
-¿No crees ese disparate?
-Mi hija lo vio, agente Maragaglio.
-¿Y tú?
-Puedo confirmar que ella nunca miente.
-Hablamos de un truco planificado con mucha sofisticación. No es obra de una persona.
-¿Quién perdería el tiempo en esto?
-Se me ocurre que Matheus Reus ¿no se presentará en el crucero Symphony con su show de ilusionismo? Antes paralizó Londres con mantas en los edificios públicos y sus ayudantes tuvieron mucho que declarar al respecto.
-¿Por qué se metería en problemas?
-Publicidad.
-Contaminar los canales lo llevaría a prisión y recibiría varias multas y requerimientos de limpieza.
-Te apuesto a que tiene toda una explicación.
-Ajá, incluso para... ¿El polvo se está levantando?
-¿Qué dices, Alondra?
-El polvo sube al cielo.

En aquél momento, Maragaglio salió de su escondite y gritó a su grupo que tomaran tantas muestras como pudieran, sobretodo las del agua. Él mismo tomó polvo del aire y ante sus ojos, las estrellas volvían a aparecer en el firmamento.

-Es un gran acto de magia - exclamó estupefacto y al cabo de unos minutos, Venecia quedó limpia y sin luz.

-Alguien vaya a interrogar a Matheus Reus y otros recaben los testimonios de cuantos testigos sean posibles ¿Tomaron fotografías y videos? ¡Quiero un expediente en una hora! - ordenó Maragaglio y él mismo reportó lo acontecido a su superior inmediato por teléfono. Alondra Alonso también dio cuentas a sus compañeros en España.

La madrugada veneciana se convirtió en una molestia en la que el gentío buscaba desesperadamente algun rastro de polvo de estrellas y quienes poseían frascos o cualquier recipiente, constataban que se formaban esferas brillantes que flotaban y en algunos casos, la luz era tan intensa que lastimaba la vista. El Servizio Italiano d'Intelligenza trataba de apoderarse de cuanto se pudiese y luego de encomendar a Alondra Alonso la revisión de la documentación preliminar, Maragaglio acudió a la oficina, corrió las cortinas y se quedó dormido hasta las ocho.

El festejo de Halloween en Venecia iniciaba con los festivales escolares que Maragaglio siempre se perdía y los negocios colocaban letreros con los horarios en los que repartirían dulces y juguetes para que ningún niño se perdiera de recibir los suyos. En el café donde él se hallaba desayunando había incluso varios anuncios sobre el certamen "Miss Nouvelle Reunion" con los números para los donativos a los damnificados de Tell no Tales y entonces, recordó que aun traía el sobre con los detalles de Miguel y aunque no deseaba abrirlo, así lo hizo.

-Veamos quien eres, Miguelito. Espero que un idiota - pensó pero en su lugar, encontró más papeles con detalles igual de valiosos. Uno de ellos, el kilométrico nombre de la joven Liukin.

-Eso explica porque obligas a todos a llamarte "Carlota"; haces bien. Primer lugar en el Examen Diagnóstico de la Unión Europea, patinadora desde hace un año, increíble. Testigo principal de la muerte del caricaturista Stéphane Verlhac y del tiroteo que le costó caer en coma a Joubert Bessette, celebridad en Francia y atleta prioridad de la Federación Francesa de Deportes sobre Hielo ¿Qué más hay? Andreas Liukin, dos veces arrestado por disturbios en el parque De Gaulle de Tell no Tales, varios recargos por daño a propiedad pública, antecedentes de agresión y amonestación por apuestas ilegales en Mónaco ¿cómo sigue libre? Adrien Liukin es autista pero tiene un reporte por pelea... "se alega defensa propia y de la integridad física de su hermana, Carlota Liukin" ¿Qué habrá sucedido?... Esta familia se mete en muchos problemas.

Luego vino el reporte sobre Yuko Inoue.

-Contadora, empleada del Gobierno Mundial, ex asistente personal del general Andrew Bessette, encargada de la auditoría al Casino di Venezia y anteriormente encomendada a llevar la contabilidad de los Casinos de Niza y Montecarlo. Luego tenemos a ¡Tennant Lutz! Escocés, hijo de sir Anthony Lutz Remington y Grace Mariesson Lutz ¿por qué rayos se juntó con los Liukin? Es sommelier profesional y cantinero. Dos hermanos. Emma Lutz Remington - Mariesson sin rango aristocrático y Stuart Lutz Remington - Mariesson, buscado por Interpol. El Servizio también está detrás de este tipo, es sospechoso en el caso de Elena Martelli... Sir Anthony Lutz cumple condena en Edimburgo por tratar de inocular con VIH a sus hijos y Grace Mariesson en prisión psiquiátrica por el asesinato de cinco empleados de una firma financiera.

Maragaglio tomó un respiro y continuó con el corazón algo agitado.

-Ricardo Liukin, con el historial que confesó en la cena no me hace falta revisar más. Era chef y se encuentra bajo tratamiento de inmunosupresores por una enfermedad todavía sin nombre. Gabriela Alejandriy, esposa, sospechosa de ser pareja sentimental de un espía ruso en 1985, investigada por el Gobierno Mundial hasta la fecha pero la razón es clasificada. Fallecida en enero de este año por falla cardíaca y laboraba como galerista y escenógrafa para la Universidad de Humanidades.

Respirando más hondo, Maragaglio tuvo temor de la ridícula última página. La historia de Miguel no podía ser diferente y entonces, se confirmaría que Katarina y en general los Leoncavallo, debían alejarse de los Liukin. Tomando fuerza luego de un sorbo de café, el hombre desdobló aquella hoja, sintiendo más miedo que antes.

-¿Miguel Ángel Louvier? Pensé que era un Liukin. Español, es ¿actor? ¿qué es esto?

La vida de Miguel estaba contenida en un insignificante párrafo. Alondra Alonso no había hallado un registro de nacimiento o un historial escolar, tampoco el nombre de unos padres o un número de servicios sociales. Sólo existía una identificación que lo acreditaba como mayor de edad y un empleo temporal como mensajero en París; acaso su nombre anotado en un par de audiciones pero era un total desconocido.

-Pudo robar una identidad, tengo que avisarle a Katy - reaccionó él y corrió al club de hielo de la Calle Grigolina, topándose con que ninguno de sus primos se encontraba presente. Pronto supo que Maurizio Leoncavallo había decidido acudir al juego de hockey de Carlota Liukin y que Katarina no se había presentado a la práctica matutina. La actitud de los dos hermanos Leoncavallo tampoco fue algo que Maragaglio pudiera entender enseguida y luego de preguntar en qué parte de Venecia estaba la secundaria Giuseppe Garibaldi, llamó a su mujer para avisarle en donde estaría y a que hora planeaba llegar a casa.

El camino a Campo Nove, detrás de la Fondamenta Nove estaba despejado desde el barrio Castello si no se sucumbía a la tentación de ir por el Gran Canale y luego de hallar un acqua taxi disponible cerca de Fondamenta dei Preti, Maragaglio comenzó a hacer todo tipo de conjeturas sobre Miguel Ángel. No sabía por qué le desagradaba tanto desde que lo había visto en aquella ocasión que aguardaba a Carlota junto a Ricardo Liukin en Santa Lucia luego del escape fallido de ésta y menos por qué le hervía la sangre de saber que Katarina se había ido con él la noche anterior. De hecho, Maurizio Maragaglio dio un puñetazo a su propia rodilla luego de imaginarse toda clase de posibilidades, de besos, de palabras entre Katarina y Miguel.

El campo de hockey de la secundaria Giuseppe Garibaldi era famoso. Se trataba del lugar en donde solía coronarse el mejor equipo de la región del Véneto y en el papel, el Istituto Marco Polo era la víctima perfecta. En la entrada, Maragaglio halló a Alondra Alonso.

-Vine a ver a mi hija - saludó ella.
-Y yo a mi primo.
-No entiendo.
-Decidió traer a sus estudiantes al juego.
-¿Viniste a hablar con él?
-¿Cómo adivinas?
-¿Leíste lo del sobre?
-Voy a prevenir a Mauri.
-¿Por qué presiento que estás furioso?
-No lo presientes, lo estoy.
-¿Quién te dijo que verías a tu primo aquí?
-Fui a buscarlo al trabajo.

Alondra iba a añadir algo más pero pronto vio a Maurizio Leoncavallo aproximarse.

-Supongo que nos separamos.
-Iré con mi primo.
-¿Te veré en mi casa?
-Cuenta con ello, Alondra.
-Mi hija lleva el número nueve. El Istituto Marco Polo nunca nos ha ganado.
-Espera... ¿Lo que averiguaste de Miguel es lo único que hay?
-Por el momento, sí.
-¿Dónde conseguiste esa información?
-En migración.
-Gracias.

Maragaglio se separó de Alondra Alonso y saludó a su primo, que había ido por Ricardo Liukin. A ambos les extendió la mano.

-Buenas tardes.
-Me sorprende que estés aquí - admitió Maurizio Leoncavallo.
-Supe que verías el juego.
-El señor Liukin no sabía como llegar.
-¿Tienes un momento?
-Adelante...

Leoncavallo giró hacia el señor Liukin y dijo "lo siento ¿me disculparía?" a lo que recibió una respuesta amigable. Maurizio Maragaglio no se atrevía a mirar a Ricardo más allá de un breve segundo y se aseguró de que se fuera ante la extrañeza de su primo.

-¿Pasa algo? - preguntó Leoncavallo.
-Mauri ¿es cierto que Katarina no fue a entrenar?
-No llegó y no avisó a donde fue.
-¿No te enoja?
-La voy a castigar en el entrenamiento pero no puedo hacer más.
-¿Por qué dejaste que se marchara anoche con Miguel?
-Ella quiso verlo.
-No regresó a casa.
-¿Qué puedo hacer?
-¿Vas a tomarlo a la ligera?
-No me meto en su vida
-Mauri, no debes dejarla sola.
-Ella puede cuidarse.
-¿Confías en los Liukin?
-¿A qué viene esa pregunta?
-Es Miguel.

Maurizio Leoncavallo arrugó la comisura de sus ojos.

-Investigué a la familia. Él no me da confianza - prosiguió Maragaglio.
-¿A los Liukin? ¿Por qué lo hiciste?
-¿Importa?
-Trabajo con Carlota, claro que importa.
-Quería asegurarme de que estaremos bien.
-¿Qué supiste?
-El tal Tennant es hermano de un asesino serial y sus padres están en prisión; Andreas Liukin tiene un archivo ancho en la cárcel también.
-¿Por qué te metes con ellos?
-Mauri, escucha: De todos los Liukin hay información. La madre de Carlota Liukin estaba en la mira del Gobierno Mundial.
-¿Crees que soy idiota?
-Por supuesto que no.
-¿Qué pretendes?
-Entiéndeme, Mauri. Quiero mantenernos seguros.
-¿Seguros de qué?
-Los Liukin no son una familia tranquila.
-Ya lo sé.
-Eso no es todo.
-Puedes contarme luego.
-Estoy asustado por Katarina ¿de acuerdo?

El gesto intranquilo de Maurizio Maragaglio no era una broma.

-¿Qué te inquieta? - curioseó Leoncavallo
-Te he dicho que Miguel.
-¿Qué sabes de él?
-Nada.
-¿En serio?
-Habla con Katy, dile que se aleje.
-Ese no es mi asunto.
-Mauri, no considero que Miguel sea confiable. En cuanto a ti, podrías distanciarte de los Liukin.
-¿Perdona?
-Tienen antecedentes penales, no son estables y está Miguel.
-¿Qué tienes en contra de él?
-Katy no debió fijarse en ese muchacho.
-Cualquier cosa que digas contra los Liukin, ya me enteré desde antes.
-Mauri, no confíes en ellos.
-Los conozco.
-Eso no es cierto.
-¿Cuál es tu punto?
-Te acercas a personas que no son lo que dicen ser.
-Tu trabajo en el Servizio te está afectando.
-Katy no está segura con Miguel.
-¿Me explicarías qué tienes contra Miguel?
-Mauri, esto es delicado.
-Dilo ya.
-Este papel tiene lo único que pude saber de él.
-¿Un párrafo?
-Ni siquiera es buzo, sino actor.
-No le veo lo malo.
-No tiene documentos, Mauri.
-Jajaja, no podría trabajar.
-Buscamos por cuatro días.
-¿Te tomaste tantas molestias para mostrarme esto?
-Miguel no tiene registro de nacimiento y no hay datos sobre familiares ni su escolaridad. Sólo tiene una identificación del Estado español pero no aparece en otro lado.
-Seguro saldrán sus cosas.
-¿Y si no es quien dice ser?
-Por favor.
-¿No te intriga saber quien está con Katy?
-Miguel es un buen chico, su padre es una buena persona.
-Ricardo Liukin no es su padre.
-Para él, lo es.
-Mauri, tenemos que asegurarnos de que Katy no sufrirá.
-¿Qué fijación tienes con mi hermana?
-Es la única niña en la casa.
-Katarina ya creció.
-¿Vas a permitir que esté con un desconocido?
-¿Por qué haces esto? - dijo severo Maurizio Leoncavallo.
-La protejo - respondió Maurizio Maragaglio.
-Déjala en paz.
-Mauri ¡no podemos ignorar a Miguel!
-No es tu problema.
-Estoy cuidando a la familia.
-Nadie te lo pidió.
-Es lo que el abuelo me encargó.
-¿Eso te da el derecho de meterte en la vida de Katy?
-Piensa. No conocemos a ningún Liukin y discutiste con tu hermana a causa de ellos.
-No revuelvas mi trabajo con tus asuntos personales.
-Tengo la responsabilidad de hacerte entrar en razón.
-¿Quién te crees?
-Lo hago por Katarina.
-¿Quién eres tú?
-Mauri, te aseguro que Miguel no es de fiar.
-¿Basado en qué? ¿En lo que tus subordinados te dicen? ¿No tienen trabajo importante qué hacer?
-Jamás te mentiría.
-Katarina y yo podemos defendernos solos.
-Quiero evitar que los lastimen.

Maurizio Leoncavallo se rehusaba a encontrarle sentido a las palabras de su primo.

-Hazme caso. Es por ustedes, por mantener a la familia bien.
-¡No necesitamos tus favores! - se enfadó Leoncavallo.
-Mauri, no estás en...
-¡No eres nuestro padre ni el abuelo! ¿Tú quién eres? ¿Quién te dijo que hablas por todos?

Maurizio Maragaglio no pudo reaccionar y Leoncavallo le notó la marca de su camisa, dándole un motivo para concluir esa charla:

-Si tanto te importa la familia podrías empezar por dejar de engañar a tu mujer. O dile a tu amante que no use labial.

Maurizio Leoncavallo se retiró con gran disgusto y buscó su lugar en las gradas, junto a Ricardo Liukin. El partido había iniciado bastante tiempo atrás y la secundaria Giuseppe Garibaldi sufría los embates de la renovada delantera del Istituto Marco Polo. La center forward, Carlota Liukin, era magnífica y lo mismo cooperaba a la ofensiva como a la defensiva, evitando la caída de su meta y anotando un par de puntos para una ventaja parcial. En un momento dado, las jugadoras del Garibaldi comenzaron a desesperarse y una de ellas, la hija de Alondra Alonso, tacleó a Carlota dejándola sin aire. La falta no se marcó y Maurizio Leoncavallo contempló a la chica Liukin levantándose e intentando retomar el ritmo al tiempo que sus hermanos gritaban y la multitud parecía apoyarla. Leoncavallo intentaba animarse un poco cuando reparó en algo: Katarina y Miguel estaban enfrente de él. Ella traía la ropa del día anterior y su novio parecía contarle algo muy divertido porque entre jugada y jugada, reía o lo abrazaba. Era complicado imaginar que aquello fuese la motivación de una discusión absurda. En otro rincón, Maurizio Maragaglio los contemplaba también pero no lograba renunciar a releer esa hojita con lo único que se sabía de Miguel Ángel Louvier y luego repasó las palabras de su primo.

Maragaglio había olvidado por completo el beso de Alondra Alonso y aun no sustituía la camisa para ocultar el crimen. Era arriesgado que su esposa se percatara de otra prenda perdida.

lunes, 4 de junio de 2018

Estas son las noticias (París)


París, Avenida George V. 

-¿Estás haciendo el vestido de Halloween de la niña Raluca? - preguntó Viktor Urmanov mientras escogía un yogur del refrigerador. La casa de la familia real de Mónaco en París estaba casi vacía.

-He cosido toda la tarde un traje de hada - contestó Gabriela Alejandriy.
-Ni a tu hija le dabas disfraces.
-Cállate.
-Perdona.
-Me despedirán si te descubren aquí dentro, Viktor.
-Traje lo que me pediste.
-¿Información?
-El cereal de estrellitas de Raluca.

Gabriela exhaló con desgano y continuó colocando un par de alas de plástico a un vestido azul rey.

-¿Cómo te va con esa niña?
-La odio y me odia.
-¿No le gusta que le pongas reglas?
-No le gusta que la obligue a hacer sus maquetas.
-Pero a Carlota le fascinaba hacer su tarea.
-No la menciones.
-¿Me amenazas con una aguja?
-Dime qué sabes de mi hija y márchate.
-Así lo quieres.
-Habla.
-Amenazó a Vladimir Putin por teléfono hace dos meses, más o menos.
-¿Carlota hizo qué?
-Fue cuando capturamos a Trankov en Moscú. Menos mal que el presidente no lo tomó con hostilidad.
-¿Por qué me avisas hasta ahora?
-No tenía importancia.
-¿Disculpa?
-Fue algo tan cursi que ni siquiera yo le di atención.
-¿De qué te ríes?
-Porque el berrinche de Carlota no duró mucho ¿ya conoces a su noviecito nuevo? - Urmanov extendió una revista.
-¿Marat Safin? ¿Este quién es? - prosiguió Gabriela.
-Tenista ruso.
-¿Ruso?
-Se conocieron en Mónaco y asistieron a una caridad juntos.
-¿No le están colocando agentes a mi hija?
-Claro que no.
-¿De dónde salió este tipo?
-Vive en Montecarlo y tu hija quedó tan embelesada que se lo llevó a Venecia de vacaciones y tiene agendado verlo la próxima semana para la Copa Davis.
-¿De qué otras cosas no me he enterado?
-Alena Bessette se encontró con Carlota en Italia.
-¿Qué quería esa mujer?
-Internar a su retoño en un hospital nuevo.
-¿Pero Joubert sigue en Bércy?
-Por supuesto.
-Qué alivio.
-Que Carlota abandonara al joven Joubert por el fuerte y sano Marat no le agradó al general Bessette.
-¿Ahora qué quiere ese idiota de Bessette?
-Mandar a Raluca con el entrenador Maurizio Leoncavallo.
-No he sabido nada.
-Tal vez te avisen de un arreglo luego del Trophée Bompard.
-Leoncavallo me suena.
-Es el coach de Carlota.
-¿Qué? ¿Y Tamara?
-¿No sabes nada de Tamara Didier? Irá a juicio por doping y si gana, volverá a competir.
-Ella no puede hacer eso.
-El médico le ha dicho que sí.
-¿Por qué he sido tan descuidada?
-Porque te ocupas de ser la niñera "Chloe Theroux".
-A todo esto ¿Por qué Carlota estuvo en Mónaco y en Italia?

Viktor Urmanov reaccionó como si hablara con una tonta.

-Carlotita bonita se mudó a Venecia... Y tu marido tiene trabajo en el mostrador de una heladería. Sí, otra vez.
-¿A Venecia? ¿Cuándo pasó? - se alteró Gabriela.
-Luego del tiroteo de septiembre en donde hirieron a Joubert Bessette.
-¿Por qué dejaste que pasara?
-El gobierno francés no garantizó la seguridad de tu niñita y pues, digamos que tu querido Ricardo perdió la cabeza.
-Debiste avisarme enseguida.
-¿Para qué te pusieras a gritar?
-¡Pude renunciar a este estúpido trabajo!
-De todas formas irás a Venecia si el general Bessette contrata al tal Leoncavallo.
-¡Carlota me vería!
-Claro que no.
-¿Cómo lo vas a evitar?
-En la KGB lo tenemos todo planeado.
-No pueden prevenir que le disparen a Joubert Bessette frente a mi hija y quieren cuidarla de que me tope con ella.
-La culpa es tuya.
-Trato de cuidarla.
-Ofreciste laborar para nosotros a cambio de que nadie se entere de que tu hijita "es una princesita de sangre azul".
-No te burles.
-Tampoco te obligamos a fingir que estás muerta.
-Eso fue por otros motivos.
-Al Gobierno Mundial le tiene sin cuidado si apareces o no.
-Quieren a Carlota.
-Si se concreta lo de Venecia, estarás cerca de tus hijos y nadie tocará sus lindos cabellos.
-¿Andreas entró a la universidad?
-Parece que le gusta la arquitectura.
-Menos mal.
-No cantes victoria. Persigue un contrato en el tour de surf y firmó con un patrocinador.
-Es el mismo cretino engreído de siempre.
-Tu otro hijo, Adrien, se aburre en una escuela de autistas.
-¡Siempre estuvo en colegios normales!
-Italia no lo permite.
-Imagino que a Carlota le va bien.
-Es popular.
-No me extraña.

Gabriela tomó un poco de café.

-Cuéntame de ese Leoncavallo ¿es un buen entrenador?
-Un principiante.
-¿Por qué dejaron que mi hija cayera con él?
-Nadie más quiso trabajar con ella y de todas formas tu marido tuvo que rogarle.
-Ricardo no haría eso.
-Cree lo que quieras.
-¿Alguna referencia sobre este hombre? Necesito saber quien se acerca a Carlota.
-Es bailarín sobre hielo, ganó una medalla olímpica y es coach de su hermana desde noviembre del 2000.
-¿Quién es su hermana?
-Katarina Leoncavallo, medallista olímpica también.
-No suena mal.
-También es maestro de un par de equipos finlandeses desde mayo de este año.
-Raluca quiere aprender danza.
-Te aconsejo no esperar mucho de ese hombre. Su currículum es engañoso.
-Bien, lo tendré en cuenta ¿y qué hay de su parte personal?
-Vive con su novia desde hace dos años y se casarán el próximo marzo.
-¿Algo más?
-¿Quieres sentirte vieja?
-No entiendo.
-La novia de Maurizio Leoncavallo tiene cuarenta.
-Es un poco mayor que yo.
-Él apenas va a cumplir veintiocho años.
-¿Es una broma? - reaccionó Gabriela con una enorme sonrisa.
-Incluso programaron un tratamiento de inseminación artificial para ser padres lo más pronto posible.
-Quién fuera ella.
-¿Por qué lo dices?
-Tuve un amante de mi edad en vez de arriesgarme por uno de veinte.
-Gabriela ¿engañaste a Ricardo?
-Le pedí el divorcio después de eso.
-¿Te detuvo la amenaza a tu hija?
-Fue mi marido.
-Hablando de él, creo que tiene mucha suerte con las mujeres.
-¿Tiene novia?
-Una tal Yuko le ayuda a cuidar de tus hijos y hace poco conoció a Violet Fox.
-¿Yuko es niñera?
-Es agente de Sergei Trankov.
-¿Ricardo lo sabe?
-Por supuesto.
-Esa es una buena noticia.
-Pero Violet Fox es el tipo de mujer que quieres alejada de tu familia.
-¿Debo preocuparme?
-Es actriz erótica.
-¿Como Linda Lovelace?
-No la quise describir así.
-¿Qué rayos? ¡Sepárenla de mis hijos!
-A Ricardo le gusta.
-Obviamente.
-Él le habla por su nombre verdadero.
-¿Cuál es?
-Maeva Nicholas y ella no parece ser indiferente al coqueteo.
-La quiero fuera de esto.
-¿Aunque signifique dejarle el camino libre a Tamara Didier?
-¿Tamara? A ella no le interesa mi esposo.
-Te retorcerás de celos si te digo que Ricardo fue capaz de ir a buscarla a un pueblo muy apartado de Francia alguna vez.
-Eso no me molesta.
-Tu hijo Andreas la quiere de nueva mamá.

Gabriela se rió.

-Es más fácil que me hagas enojar con Raluca, estimado Viktor.
-No toleras la idea de que tu marido duerma con alguien que no eres tú.
-Mentira.
-¿Tamara fue la que te hizo recapacitar con el divorcio?
-No.
-Te conozco bien ¿Ella siempre te cayó mal?
-Tonterías.
-A Ricardo le atrajo mucho esa mujer; tú no ibas a retirarte sin dar batalla.
-Mejor vete.
-Finges tu muerte, proteges a Carlota y te aseguras de que Ricardo piense en ti pero ¿cuánto durará? Violet y Tamara no van a separarse de Ricardo y nadie meterá las manos por ti.
-No me importa lo que él haga mientras no sea con la actriz.
-¿Por qué rompiste el ala de ese disfraz cuando mencioné a Tamara?
-Confío en ella.
-Tú ya no estás para evitar una relación entre esos dos.
-Ricardo no se metería con ella, no son compatibles.
-Pero es una mujer y él va a necesitar compañía muy pronto.
-No la de Tamara.
-Eso lo decide él.

Gabriela se cruzó de brazos.

-Supe que Carlota vive en el hotel Florida, cerca de la estación de tren - añadió Viktor Urmanov.
-Ahora sé dónde no hospedarme.
-Sólo si Leoncavallo acepta a Raluca. Supe que el general Bessette consiguió un partner para cumplir el capricho de su "bebé".
-Pobre niño.
-Se llama Andy Poje, tiene doce años.
-No creo que vayamos a Italia.
-¿Por qué?
-Déjame este asunto.
-¿Qué vas a hacer?
-No esperaré a Bompard para que el asunto estalle en mi cara.
-¿Cuál asunto? ¿Leoncavallo? ¿Carlota? ¿Ricardo?
-Hablaré con los padres del niño Poje, me conviene que Raluca se quede aquí.
-¿No te importa la cercanía de Tamara con tu esposo?
-Eso me tiene sin cuidado.
-Mentirosa.
-Pero si no separan a la actriz, yo misma la dejo sin cabeza.
-Ricardo te está olvidando.
-¿Alguna vez me importó ese hombre?
-¿Lo extrañas?

Gabriela carcajeó de nuevo y siguió uniendo las alas de plástico al vestido de Halloween que Raluca de Mónaco usaría en el festival escolar mientras se imaginaba a Ricardo en los brazos de Tamara o pronunciando el nombre de Violet Fox en la cama. Si eso no bastara, pensó en sus hijos conviviendo con una nueva novia de su padre y en especial a Carlota adhiriéndose a ella, contándole sus secretos, abrazándola.
Lejanas eran esas noches que llegaba a casa y luego de arropar a los niños, podía sentir la respiración de su marido en su cuello. Todo eso le hacía falta pero ya habría tiempo de explicaciones.