martes, 30 de enero de 2018

Un concurso de belleza (Primer relato de "Los cuentos de las noches blancas")


Publicado originalmente el 18 de diciembre de 2017

A dos semanas del sismo, el canal Saint Michel volvió a ser tranquilo y comenzaron a aparecer aves distintas a las gaviotas, al tiempo que los trabajadores que vigilaban la zona tomaban el almuerzo viendo a la cascada y se reportaba que el suelo había dejado de abrirse.

Las buenas noticias empezaron a llegar. Los damnificados de Carré serían reubicados en el barrio de Languedoc y los de Herault irían a Quai de Charentes, ambos sectores de reciente construcción; en el vecindario de Avignon se restablecían los servicios y cada vez se requerían menos voluntarios y comidas calientes al retirarse los escombros de Hasse y Gent; únicamente había trabajo duro en lo que había sido el complejo de Fontan pero se estimaba que la remoción terminaría en unos cuantos días más.

La mañana del lunes y en un día que se anunciaba soleado, una gran ola llegó a la ciudad. Nada pasó, si acaso la coincidencia de que impactara a las nueve de la mañana, al igual que su devastadora predecesora. Septiembre era el mes de los grandes bloques de agua, los habitantes trataban como fuera de asumirlo en esa forma y los pescadores buscaban el sustento con más ahínco.

Sin embargo, la naciente vibra pacífica no duró mucho; a las once, se dio un anuncio en televisión y radio:

-"¿Quieres vivir el sueño?... Miss Tell no Tales 2002 es.... The new Miss Universe is... ¡Poitiers - Cipres!... ¡Russia!... Te esperamos a partir de hoy en la explanada de la Facultad de Filosofía o con nuestras edecanes recorriendo la ciudad; si eres delgada y tienes entre diecisiete y treinta y cinco años, te estamos buscando. Nos hemos renovado para ti, es inscripción libre ¡prepárate para las entrevistas! Tienes diez días para cambiar tu vida ¡Tú podrías ser nuestra primera Miss Nouvelle Réunion!"

Acto seguido, aparecieron en todos los programas Ruth Bléger, vigente Miss Tell no Tales y una tal Mathilde Tellier que era la nueva directora del certamen para dar detalles e invitar a todas a participar.

Contrario a lo que ocurría con convocatorias anteriores, las jóvenes reaccionaron saliendo a la calle para irse de compras o llenar los salones de belleza además de comenzar campamentos en la Universidad de Humanidades, frente a los stands del comité. Para evitar desorden, cada uno señalaba un barrio diferente.

-No sé cómo la escuela se prestó a esto - reclamaba Isabelle Schepard y Lucas de Vanny sólo se reía.
-Necesitamos dinero.
-¡Esta es una institución pública!
-Pero el Ayuntamiento nos lo pidió.
-Propuse que hicieran este circo en el Teatro del Cabaret, no en nuestro auditorio.
-Pero es más grande.
-Y mira a estas chicas ¡ninguna tiene talento!
-¿Cómo lo sabes?
-¿A cuántas crees que les he dado clase?
-Sin comentarios.
-Esto es estúpido.
-¿No ganaste un concurso de estos hace veinte años?
-¡Eso fue diferente!
-Tan diferente como los votantes que decidieron cambiar el nombre del país.
-Yo apoyé el "no".
-Pero pensabas que "Tell no Tales" suena tonto

Ambos docentes siguieron recorriendo la explanada y colocándose debajo de una cornisa para seguir criticando. Alrededor, vendedores de maquillaje barato y bolígrafos llegaban con la esperanza de tener ventas decentes.

En otros rincones, la euforia era similar y en la cantina Weymouth, Bérenice revisaba la forma de inscripción una y otra vez, reconociendo los espacios para colocar el nombre y una foto. El color dorado de las letras podía ser molesto.

-¿A ti también te interesa? - preguntó el joven Evan.
-Sería una bonita miss.
-Ya te pareces a mi novia.
-¿Eva quiere competir?
-Está acampando.

La chica se rió y siguió trabajando hasta que Claudia Muriedas entró para quejarse. En el Centro había un remolino rodeando a una muchacha por un codiciado formato y cerca de la estación de policía se había formado otro.

-Mi prima se muere por uno de estos - dijo al ver la hoja de Bérenice.
-Llévasela pero cuídala.
-Seguro la aceptan, ganó un concurso en la escuela.
-Esa es una buena señal.
-El señor Lleyton está harto, las oficiales no paran de hablar de esto.

Bérenice no pudo agregar nada. Su madre entraba con un lindo vestido azul y muy contenta, portaba un gafete de Miss Nouvelle Réunion.

-Una tal Mathilde Téllier me contrató apenas se lo pedí ¿puedes creerlo? - pronunció Micaela Mukhin por saludo.
-¿De verdad?
-Dijo que parezco una miss y que mi ropa le encanta ¡si supiera que yo barrí a la competencia en un evento así, se mata!
-¡Qué emoción!
-Pero le puse mis condiciones, tú vienes conmigo.
-¿Qué? No puedo dejar la cantina.
-Pagan tres mil la semana.
-¿Dónde firmo?
-Aquí está tu identificación.
-¡Pequeño jefe! ¿Me puedo ir a Miss Nouvelle Réunion? - gritó Bérenice a Evan Weymouth.
-¿Vas a regresar?
-No sé.
-¿Pero me vas a presentar a las misses?
-Sí.
-Pues vete, yo te cubro.
-¡Muchas gracias!
-Que mi padre no te vea, adiós.

Bérenice tomó de la mano a su amiga Claudia y a su madre y muy entusiasta, se dirigió a Filosofía en donde más gente llegaba conforme pasaba el tiempo.

A Micaela Mukhin le encantaba contar sus planes cuando algo le apasionaba y en el metro, relató a su hija y a su amiga que tenía pensado proponer un escenario dorado con rosa, vestir igual a todas las chicas que no llegaran a instancias finales y seleccionar ella misma las locaciones para los videos de presentación de las concursantes. Claudia creía que nadie le haría caso a esa mujer y que Mathilde Tellier sólo le había dado el empleo porque necesitaba ayudantes pero no tardó en descubrir que la realidad era otra.

Al arribar las tres a la explanada, el staff del certamen comenzaba a llegar con equipo de iluminación, las estilistas a planear los cortes de cabello que harían y los representantes de los patrocinadores buscaban gestionar costos con la persona a cargo. A Micaela Mukhin sólo le bastó mostrar su gafete para que el jefe de personal anunciara: "Las vestuaristas llegaron" y enseguida, el grupo a su mando le mostrara su carpeta con las ideas preliminares. Bérenice y Claudia enseguida recibieron vasos con té helado y el catálogo de maquillaje.

-Esto no sirve - expresó Micaela - Nos pidieron hacer un show sobre regalos y bobadas ¡no una sesión de fotos! Tenemos trabajo que hacer ¿alguien pensó en la ropa para los fluffs comerciales de las chicas? ¿y para los del programa? - La mujer era exigente y Claudia entendió que su contrato había sido una orden para Mathilde Téllier, que pasado el mediodía se presentó para saber qué hacían sus empleados. Únicamente a Micaela le dio un abrazo.

-¿Cómo vamos?
-La planeación es rápida... ¿Le presenté a mi hija y asistente, Bérenice?
-Mucho gusto, debería participar.
-Está embarazada.
-Qué lástima.
-Sigamos, he pensado que ahorraríamos dinero si compramos vestidos sin adornos en las tiendas de segunda mano del barrio ruso y no le compramos a nadie vestuario para el segundo filtro.
-¿Tiene alguna idea en concreto?
-La carpeta del staff era un desastre; me dediqué a dibujar lo que usaremos para el final del programa y los trajes de baño para el tercer filtro.
-Excelente, continúe, estoy de acuerdo.
-Hice un par de llamadas y en una tienda de la calle Tcherkovskaya nos entregan veinticuatro vestidos blancos a 30€ cada uno.
-¿Veinticuatro?
-Las seis finalistas llevaran vestidos diferentes y el patrocinador los entregará cuando seleccionemos a las treinta chicas.
-Encárguese de ello.
-También nos comprometieron con vestuario para el último filtro.
-No podemos excedernos en costos.
-Mitad de precio a cambio de la mención comercial.
-Me parece; iré con nuestro gestor a ver que ocurre con nuestra campaña de donativos y con los de publicidad.
-Iré de compras; la ropa que propusieron para los videos promocionales es terrible.
-Adelante pero no puede rebasar los 20 000 €.
-Compraremos los zapatos al último.
-Qué alivio.
-¿Qué haremos para elegir rápido a quinientas chicas?
-Tenemos a todo un escuadrón trabajando.
-¿Luego podría ver a las que escogieron?
-Por supuesto pero no cambiaré el criterio que ellas apliquen.
-Le apuesto a que no lo harán tan bien.
-En todo caso, Ruth Bléger y yo revisaremos la selección.
-¿Y ella ganó Miss Universo?

La señora Tellier no respondió y Micaela volvió a jalar a su hija hacia la calle, buscando tiendas baratas.

Sin embargo, era en la explanada en donde ocurría lo interesante. Morenas, trigueñas, campiranas, ejecutivas, migrantes y deportistas atraían las miradas del estudiantado y Eva de Vanny apartaba sitios para sus amigas. En cada facultad se había instalado alguna mesa de inscripción y las edecanes que llegaban con los registros desde la calle se colocaban detrás de los stands para iniciar los escritinios. A las dos de la tarde, comenzaron las inscripciones en la universidad.

Algunas ex misses habían sido convocadas para recibir las solicitudes y las iban colocando en tres secciones, según las impresiones que dejaban los aspirantes; las primeras descartadas eran aquellas que no eran fotogénicas o no tenían pasatiempos interesantes; otras dejaban dudas sobre su belleza y las que conseguían el sí, aun debían esperar a una revisión general. La elección requería de mucho trabajo y aquello se agravó cuando hicieron acto de presencia las jóvenes del barrio Corse. Estas últimas tenían fama de ser las más bellas de la ciudad y con su estilo marinero de faldas cortas y tacones, nadie podía adivinar que trabajaban como pescadoras o empleadas de los astilleros y que con su fuerza, cualquier hombre caía muerto de recibir un puñetazo. Aun así, muchos estaban allí sólo por ellas y otros vaticinaban que la ganadora sería una corsa.

Conforme la tarde avanzaba, los primeros vestuarios del programa empezaron a llegar y con ellos, los gritos de emoción; asimismo, se anunciaba que se imprimirían cuántas formas de inscripción fueran necesarias para que nadie quedara fuera.

Al día siguiente, la muchedumbre continuaba concentrándose en torno a la Universidad de Humanidades y se establecieron puestos de rehidratación alrededor, incluyendo uno de la cantina Weymouth para aprovechar. Bérenice y Claudia criticaban a todas las asistentes y hablaban sobre los incidentes relacionados como peleas en los salones de belleza que tenían ocupados a los policías. Algunos estaban hartos.

Entretanto, se avisaba que los boletos de tren y autobús desde Vichy, Jamal y Toud se habían agotado. Muchas muchachas buscaban su oportunidad y eran fácilmente reconocibles: Las de Jamal eran bajitas, en Vichy las pieles descoloridas eran la regla y en Toud usaban chaquetas de mezclilla. Otros podían seguir admirándose o riéndose pero Micaela Mukhin no tardó en reconocer a una futura primera seleccionada entre la multitud: Una joven llamada Kleofina, de cabello oscuro, fino y quebrado, con rostro de corazón, labios rosa lila naturales y piel algo bronceada por trabajar en el campo. La habían colocado en el apartado de "Bosque - Réunion" junto a otra chica de gran trenza y labial cereza y otra pelirroja de pecas que de provenir de otro distrito, le habría ido mejor. En contraste, las mujeres del barrio Láncry presumían ropa colorida, grandes afro o peinados altos y pieles ébano de envidia. Justo de esa fila salió Courtney Rostov Diallo luego de registrarse. A pesar de su cabello lacio y de no estar arreglada, fue admitida cuando la encargada de su stand correspondiente leyó que era traumatóloga pediátrica y el equipo de atrás le asignó el sector de Láncry - Guyane. Junto a ella se hallaba Matt Rostov, que la había alentado a intentarlo y le decía que tendría éxito. A Bérenice Marinho no le agradó y se acercó a él tímidamente, susurrando:

-Cuando yo quise anotarme en algo así, no me dejaste.
-Es que no confiaba en ti - respondió él y se fue con Courtney de vuelta al hospital.

Fingiendo que sólo había saludado, Bérenice regresó con Claudia para seguir observando a la muchedumbre hasta distinguir a una joven rubia y alta proveniente de Centre, a la que sus amigos convencían de competir.

-¡Creí que no volveríamos a verla!
-Nunca le agradecí que sacara a mi bebé del edificio que se cayó - señaló Bérenice.
-¿Vas a decirle ahora?
-No sé qué pienses pero quiero que gane.
-Yo también.
-Haremos esto: Averiguaremos como se llama, pondremos su solicitud entre las chicas que acepten y la ayudaremos en las pruebas.
-¿Cómo conseguirás eso?
-Algo se me ocurrirá, acompáñame.

Al tiempo que eso ocurría, había revuelo entre los presentes al hacer su llegada una joven llamada Camille Maier, popular por haberle ganado una medalla olímpica a Irina Astrovskaya ese año y por ser una socialité que rivalizaba con Zooey Izbasa. Todos presentían que pasara lo que pasara, contendería al título de Miss Nouvelle Réunion por la zona de Chartrand - Rosillon. Micaela Mukhin decidió entonces "ayudarla", por razones que no podía expresar.

Por otro lado, Bérenice se colaba en donde ponían las solicitudes de Centre admitidas y aprovechando que la mujer que les daba un vistazo había ido al baño, buscaron el formato de la muchacha rubia desconocida, enterándose de que su nombre era Madice Lison Hubbell, tenía diecinueve años, estudiaba literatura, entrenaba danza en el club de hielo de Carré y acababa de calificar con su compañero al campeonato nacional. En el apartado de "Relate el suceso más impactante de su vida", Madice había contado su versión de lo ocurrido en el derrumbe de Gent, resaltando el rescate del bebé de Bérenice. Sin pensarlo un minuto, Claudia colocó el papel entre las candidatas de Centre - Champagne y las dos se apresuraron a huir, no sin pasar a la zona de vestuario para los futuros comerciales y luego de una revisión rápida, Bérenice eligió una falda negra y un saco con motivos étnicos.

-¿Te vas a robar eso?
-¡Es para Madice!
-¡Nos van a cachar!
-Claro que no.
-Pero todo está contado.
-No se van a dar cuenta.
-¡No lo hagas!
-Confía en mí.

Bérenice se escondió en el gentío y comenzó a buscar a Madice sin descanso y con alto riesgo de ser descubierta. La misión resultó tardada y Claudia optaba por desistir pero al observar a Madice ir al metro, Bérenice gritó fuerte para alcanzarla en las escaleras de la estación.

-¡Hola, Madice!
-¿Hola?
-Soy Bérenice, ella es Claudia y queremos hablar contigo.
-Adelante ¿de qué se trata?
-Te traji... Bueno, te traje esto.
-¿Para qué esta ropa? No entiendo.
-¡Para la entrevista!
-No estoy interesada, gracias.
-Te vimos allá.
-Mis amigos insistieron pero no es para mí.
-Al menos quédate con esto.
-¡No!
-Pónte labial rojo y péinate de coleta sin fleco.
-¿Qué?
-¡Nos vemos en la entrevista!
-¡Llévate tu....! saco - murmuró Madice e intentó hallar a Bérenice en la explanada inútilmente. En su lugar, sólo encontró a aspirantes contentas, mucho bullicio y una Kleofina que calmaba a las chicas nerviosas y vendía flores al mismo tiempo.

El atardecer no auguraba que el lugar se quedara vacío.

miércoles, 24 de enero de 2018

Unas flores para Kleofina


Sólo a Anton Maizuradze se le podía ocurrir hacer una pequeña campaña por Miss Nouvelle Réunion y en cuánto supo que Kleofina Lozko era contendiente, caminó por París invitando a la gente a votar por ella. El niño se veía muy simpático y había hecho del bistro "La belle époque" su cuartel general al permitírsele pegar la foto de aquella joven. Judy Becaud rara vez se aguantaba la risa.

-¿Cuánto dinero has gastado con esto?
-Mi tarjeta del metro está en ceros, la foto me costó 2€ y dice mi mamá que necesito zapatotes.
-Si Carlota te viera, estaría celosa.
-Ni conoce a mi Kleofinita bonita.
-¿No era "Carlotita bonita"?
-No les digas o me hacen la revolución de octubre.
-O sólo les da ternura.

La mujer estalló en carcajadas de ver que Anton era muy inocente y se dedicó a servirle una malteada de vainilla que el chico sorbió muy contento antes de que su madre llegara con una cacerola. Había llovido esa mañana y el domingo habría niebla.

-Buenas tardes, Judy, quiero sopa de setas.
-En un momento, señora, buenas tardes.

Cecilia Maizuradze se dedicó a observar a su hijo en lo que traían su pedido, besó su cabeza antes de colocarle una chamarra y le preguntó por su nueva ocurrencia sin evitar suspirar y poner mala cara. Judy lo advirtió desde la cocina pero lo dejó pasar en cuánto el chico le sonrió para agradecerle por su bebida y le reiteraba que la convencería de votar por Kleofina muy pronto.

-Gracias, Judy, disculpe además las molestias.
-Anton es muy lindo, no hay problema.
-La veremos mañana.
-Por supuesto, tendremos sopa de cebolla.
-Salúdeme al señor Jean, por favor.
-Claro.
-Anton, despídete.

El pequeño besó a Judy en la mejilla y se fue bastante feliz, platicando sus planes para el día siguiente; su madre sentía recelo a la sola mención de Kleofina.

Pasaron dos días y el teniente Maizuradze fue quien se presentó en el bistro de sorpresa, no sin quedarse varios minutos contemplando la imagen de la bella Miss Bosque - Réunion y vacilando en entrar. Judy se adelantó a cualquier cosa y se colocó su abrigo amarillo para salir a caminar, sobretodo porque Cumber esperaba cualquier oportunidad para dejar la cocina.

-Buenos días ¿qué lo trae por aquí? No lo esperaba - afirmó Judy, tomando al teniente Maizuradze del brazo.
-Quería saber como está.
-Necesito unos vegetales ¿me acompaña?
-Por supuesto ¿cómo ha estado?
-Muy bien, he estado muy ocupada... A usted ya lo hacía en Moscú.
-No quiero ir.
-Pero tendrá que cumplir.

El teniente Maizuradze asentó resignado y dio otro vistazo a la foto de Kleofina antes de ponerse en marcha. Judy aun disimulaba que estaba cómoda.

-No le agradecí apropiadamente por el favor que me hizo con el ADN.
-Señora Becaud, usted no tiene que recordarlo siquiera.
-Aun le debo pastel y quiero adelantarle un pago de su préstamo.
-Olvide eso, claramente le expresé que prefiero que deje todo como está.
-Es que siento remordimiento, usted ya hizo demasiado por mí.

La mujer procuraba no sonreír y el teniente la miraba con atención, intentando adivinar las intenciones de aquél paseo rumbo al mercado y sobretodo, la tentación de averiguar cómo iban las cosas con Jean; sin embargo ella lo sorprendió primero.

-Anton y su madre nos compran sopa diario, es bueno saber que les gusta lo que Cumber cocina.
-¿Cumber?
-Será porque a él le encanta comerlas.
-Ah, Cumber, sí. Su favorita es la de maíz con papa.
-Ahora le pone caldo de pollo.
-Es el truco, yo se lo mostré.
-Los vegetarianos nunca deben saberlo.
-Ni en secreto de confesión.
-Amén, jeje. Anton se divierte mucho con su hermano y sus amigos.
-Me contó que le agrada Cumber.
-Los dos están haciendo de las suyas en el bistro.
-¿Qué molestias dan?
-Ninguna para ser sincera pero Cumber es muy coqueto y Anton está muy emocionado por Miss Nouvelle Réunion, hasta me pidió permiso para apoyar a una chica con la condición de que no le diga a nada a Carlota Liukin para que no se ponga celosa.
-Por eso la foto de Kleofina.
-¿Cómo sabe?
-Porque me dijo lo que el niño quiere, lo deduje.
-Claro, aunque su madre se molestó un poco.
-A Cecilia no le gusta que Anton ande pensando en mujeres.

Judy se sobresaltó de haber sido un poco perspicaz y comenzaba arrepentirse cuando se dio cuenta de que el teniente Maizuradze le había dicho el nombre de la joven de la fotografía.

-No importa, es muy divertido ver a Anton tan feliz - mencionó desconcertada.
-Ojalá pudiera verlo.
-Podría llevar ese cartel que él hizo por la chica del concurso.
-No, gracias, prefiero evitar una discusión con su madre.
-Pero le haría compañía e incluso yo estaría más tranquila por David y Amy.
-¿Están ayudando a Anton?
-Después de hacer la tarea.

El teniente Maizuradze suspiró y por unos segundos estuvo ausente, resistiendo la tentación de consumir un cigarrillo.

-¿Se siente bien?
-No se exalte, Judy, imaginaba a Anton con sus cosas, es todo.
-Lo mejor será volver.
-No, disculpe, creo que me retiro.
-Señor ¿puedo hacer algo por usted?
-Créame, la veré luego. Lamento no ir con usted por esos vegetales.
-No importa, otro día será.
-Tal vez mañana.

Judy Becaud observó a Ilya Maizuradze alejarse con prisa y ella, con idéntica rapidez, retornó al bistro y se quedó recargada en la puerta. Como hiciera ruido, Cumber dejó la cocina para preguntarle si necesitaba algo.

-¿Le doy agua?
-No, es sólo que tu padre estuvo aquí.
-Lo sabía, lo escuché ¿que quería?
-Empezamos a caminar y luego se fue.
-Siéntese.
-Mejor, tienes razón ¿ya terminaste la sopa?
-¿Quiere probar?
-Tráeme un plato y gran trozo de pan.

Como ver a la señora Becaud tan intrigada no era usual, Cumber atinadamente sirvió sopa para sí y llevó todo a la mesa junto a la ventana con la foto de Kleofina. Judy enseguida mordió su pan y luego de tomar una gran cucharada, prosiguió:

-Quiero que me hables de esta mujer - como señalara el cristal, Cumber se sorprendió.

-¿Mi padre dijo algo?
-Su nombre.
-¿Usted le preguntó?
-No.
-¿Por qué le interesa?
-Porque le conté de Anton y las cosas que hace y sólo se fue.
-¿Con qué pretexto?
-Ninguno.
-Eso es grave.
-¿Por qué?
-Porque a mi padre le importa más de lo que usted imagina y yo sí debo cerrar la boca.
-¡Vamos!
-No, Judy.
-Yo podría ser tu madrastra.
-No me chantajée con lo que no va a pasar.
-Rayos.
-Además, es de la clase de cosas en las que un hombre comprende todo; las mujeres no, perdone.
-Eso es machista.
-Cómo no.
-Sabes que no soy chismosa pero si tu padre se pone mal y la señora Cecilia se enoja ¿qué puedo pensar?
-Estoy mudo.
-¿Es malo?
-Para mí no.
-Déjame entender: ¿Tu padre conoce a esta chica?

Cumber se cruzó de brazos.

-¿La mamá de Anton también?... Sólo mueve la cabeza.
-Oiga, soy un bocón pero hice un pacto con brindis.
-¿Has hablado con Kleofina?
-No.
-¿Te la presentaron?
-Jamás.
-¿Anton la tuvo cerca?
-Un montón de veces.
-¿La saludaba?
-Nunca.
-¿Hizo algo idiota por ella?
-Él no.
-¡Lo tengo!

Cumber se asustó y se sujetó el pecho antes de respirar un par de veces por la boca. Judy lo había agarrado por sorpresa.

-¿Tu padre engañó a su esposa con Kleofina? - murmuró ella.
-No le dije.
-¿Cuándo fue?
-Reciente.
-¿Qué?
-Duraron dos años.
-¿Tanto?... ¿Rompieron?
-Se separaron pero terminar, no creo.
-Canalla.
-También le fue infiel a usted.
-No te pases.
-Era un chiste.
-En serio Cumber, no abuses.
-Ahora ya sabe ¿puedo comer?
-Con toda libertad pero dime ¿cómo rayos Kleofina se metió con... él?
-Él comenzó.
-Bueno pero ¿cómo fue?
-Señora Judy, me desagrada esta conversación.
-Por mis santos juraré que esto no pasó.
-¿Por qué el interés? ¿Le atrae mi padre?
-¡Dios me libre de semejante idea!
-¿Qué motivos tiene usted?
-Le gusta a Anton y eso le afecta a sus papás.
-¿Y qué va a hacer?
-Tal vez quite esa imagen de ahí.
-Judy, para mi padre ese romance es el último que tendrá y por eso no lo menciona.
-Te lo confió.
-Le repito que cualquier hombre lo entiende; alguna vez hablará de esto con Hugo y luego Maxim y Anton, usted no gana gran cosa.
-Ella tiene mi edad.
-Falso, es menor que usted.
-Me voy a ahogar ¿qué?
-Tiene veinte y vende flores en una carreta.
-Alguna vez la habré visto y no le compré.
-Kleofina vendía en el barrio ruso y en Chartrand.
-Al menos no es extraño que el señor Maizuradze la conociera.
-Hace dos años hubo en Tell no Tales un otoño muy frío y llovió diario; Kleofina se refugió en la cornisa de la pizzería Maizuradze una tarde que no pudo llegar con su hermano y mi padre la invitó a pasar, le dio chocolate caliente y le ayudó a resguardar su mercancía.
-Eso es caballeroso.
-Y luego le dio permiso de vender sus flores en el local.
-No me extraña tanto.
-Mi padre se aprendió sus horarios y cuando se atrevió a acercársele más le compraba muchas margaritas. Luego comenzó a seguirla para saber que le agradaba y ella fingió que no se daba cuenta.
-Típico del señor Maizuradze.
-Entendí que a Kleofina le empezó a atraer rápido y un día entró a la pizzería cuando no había nadie para declarársele a papá.

Judy escupió la sopa.

-Él la besó y empezaron a verse por ahí; no pasó mucho para que durmieran juntos ¿necesita una servilleta?
-Estoy bien.
-Cecilia ni se enteró, sólo supo cuando Kleofina buscó a papá sin avisar pero no dijo nada.
-No imagino qué hizo tu padre para seducir a esa niña.
-El sexo ayudó.
-Mucho menos puedo con eso en la cabeza.
-Mi padre me contó que una vez se fue con Kleofina a una playa entre Tell no Tales y Jamal y que la acariciaba con flores. Lo tomé como consejo y mi vida sexual mejoró.
-Cumber....
-Judy, mi padre ha sido promiscuo gran parte de su vida pero Kleofina significa un final increíble. Él ya es un anciano, conquistar a una mujer sin arrugas es imposible, la energía no es la misma ¿qué tiempo le queda? De milagro no tiene muchas canas y la espalda no fastidia. Entonces imagine un momento que una jovencita acepta sus galanteos, lo necesita y le permite tocarla y le dice al oído que lo ama mientras se le entrega completa ¡No hay hombre que no deseé que eso le ocurra! Volver a sentir una piel suave, no inhibirse, usar toda la experiencia para que esa mujer termine extasiada y no quiera las manos de otro... ¿Ahora me comprende? Y además, mi padre lo sabe, Kleofina siente amor y cómo ya no volverán a verse, ella será suya por siempre ¡yo quisiera vivir eso a los setenta!
-El señor Maizuradze tiene sesenta y seis.
-Como usted lo rechazó, él agradeció disfrutar ese romance con Kleofina cada segundo. Cualquier hombre en la tierra mataría por eso.
-Pero ¿su esposa?
-Cecilia tiene certeza de todo lo que a usted le he revelado; está celosa y furiosa pero como nadie la quiso lastimar ni le quitó nada, lo deja de lado.
-Yo lo habría matado.
-Si están así es por Anton, porque Kleofina es un secreto de ambos; bueno, de nosotros cuatro ¿contenta?

Judy no podía hablar.

-No está bien, lo sé, pero Judy, así es la vida y las mujeres también quieren un tipo como yo cuando envejecen.... Bueno no como yo pero ese es el punto.

La señora Becaud se arrepintió mucho de su curiosidad y la boca le sabía amarga. De tan pálida, sintió pena y con ello el compromiso de un secreto del que no la había preparado nada y le causaba una gran tristeza. Luego oyó la voz de Anton por la calle y comprendió que esa foto de Kleofina Lozko estaría ahí pegada para no herir a nadie. El pequeño pidió sopa de queso y Judy se dedicó a acabar con la suya en silencio. Afuera del local brotaba un rosal que parecía un gran ramo para la joven del retrato.

domingo, 21 de enero de 2018

Una hermosa vista de Venecia (Temporada nueve)


Italia:

En horas siguientes a la aparición del diablo, el ángel de la muerte que resguardaba Venecia comenzó a contar a sus fantasmas. Muchos aun temblaban de pánico y los desaparecidos habían manchado el suelo de ceniza; otro espíritu se arrastraba diciendo "se llevó a mi bebé" y la ahorcada de Ghetto Vecchio comenzó a penar junto con otras almas que se arrepentían de cometer suicidio o apenas se enteraban de su muerte. Irritado, el ángel tachó de su lista a los que no aparecían y extendió su mano a Elena Martelli para volver a colocarla en su roca y curiosamente, sentir lástima por ella. La niña, convertida en sirena, sólo podía esperar hasta el día del juicio para dejar su condena; la ironía de que sus adornos de oro no le permitieran nadar le provocaba dolores que se quitaban cuando se recostaba y como ese castigo era excesivo, el ángel cambió la prenda por una de cristales y perlas más ligeras. Quiso decirle algo pero recordó que tenía prohibido abrir la boca y de todas formas, no sería útil porque no era precisamente muy sensible. Siglos vigilando a tantos fantasmas crueles jamás lo prepararon para lidiar con los escasos buenos.

Por otro lado, el agua continuaba roja en algunas partes, como el Rio de San Stae en el que estaba prohibido navegar, siendo el sitio con mayor número de víctimas fatales. Los buzos no querían arriesgarse y preferían que la corriente se llevara los cadáveres a la Salizada San Stae del Gran Canale y de paso la sangre, que era bastante espesa. Los caribinieri vigilaban estrictamente que nadie se arrojara a los canales y la labor de limpieza en el Rio Fontega del Tuchi mantenía alejados a los vecinos de San Polo. En el barrio de Giudecca, el forense levantaba los cuerpos de cuatro muchachas que se habían arrojado de los campanarios de las iglesias y en San Marco, se recuperaba el casquillo de la bala que había matado a una monja frente al Istituto Marco Polo y otros doce cuerpos más repartidos entre Rio delle Feralli, Rio del Veste, Rio del Santissimo y Rio del Duca. En Santa Croce únicamente hubo dos muertes y en Cannaregio se hallaban otras cinco; de la playa de Lido reportaban ocho y Dorsoduro siete.

-"De nuevo Venecia consterna al país: Ola de suicidios esta mañana arroja cincuenta y seis víctimas y diez personas con heridas graves" - reportaba el noticiero nacional y en los enlaces, podía verse como las gaviotas se negaban a acercarse al agua y los peces huían rumbo al mar o la laguna. Se decía que la gente exigía limpieza del drenaje y lo cierto, era que el suministro de agua se había suspendido hasta nuevo aviso ¿Pero qué se decía del cielo verde? Nada y es que era tan inusual que fuera del Véneto se tomaría como detalle sensacionalista.

Los Liukin en cambio, no se quedaron a ver como rescataban el cuerpo de una mujer de Rio Terá Lista di Spagna. Al contrario, se fueron a Mestre a pasar la noche. La muchedumbre preguntaba, nada más llegar a la estación de tren, qué había ocurrido y las posadas se llenaban de venecianos aterrados en lugar de turistas que querían todo barato. Los Liukin acabaron en una pizzería luego de haber tomado urgentes duchas además de tirar la ropa que traían puesta y que estaba impregnada del olor a cadáver.

-Perdí el apetito - confesó Tennant antes de salir del local.
-Más para mí - dijo Adrien y Miguel también aprovechaba para comer extra sin que nadie le preguntara porque lucía rasguños en su rostro. Yuko en cambio veía el televisor y a Carlota Liukin con el estómago revuelto, consciente de que la familia no imaginaba que había estado a segundos de perderla.

-Yuko ¿está bien? - inquirió Ricardo.
-Sí, sólo un poco angustiada - y acto seguido abrazó a Carlota, que desconcertada, le hizo el gesto a su padre de que la apartara.

-Yuko ¿podría ir por Tennant, por favor?
-Claro, señor.
-Debemos buscar un lugar para dormir y no quiero que nadie se separe.
-¿Va a pedir la cuenta?
-Yo creo que sí; los demás, acábense todo.

Carlota llevó un enorme trozo de pizza a su boca y su padre la apretó enseguida también, aliviado. La gente los miraba con insistencia y era por el escándalo y la tensión con la que hablaban, lo que hacía suponer que habían visto algo de sobra impactante. Los Liukin no se daban cuenta de que chocaban sus tenedores contra el plato y temblaban al momento de tomar una botella con cerveza o jugo de uva.

-¿Ya nos vamos? - dijo Tennant al volver de mala gana.
-Necesitamos un sitio para dormir y que nadie siga por su lado.
-De acuerdo, señor Liukin.
-Cuando creí que París me estresaba, Venecia dice "mira".
-¿Nos mudaremos otra vez?
-No tengo dinero, no puedo ordenárselos.
-Me gustaría ir a Roma.
-Creo que a todos. Come algo, Tennant.

El muchacho obedeció sin muchas ganas y luego miró a Andreas, el único despreocupado del grupo y que parecía tener algo más que hacer que estar con ellos. Sabían que tenía una nueva novia y seguramente ya planeaba verla, sobretodo porque también había ido a Mestre.

-Me pregunto con qué dinero la vas a invitar a salir.
-Carlota me hizo un préstamo.
-No, en serio.
-Conseguiré un trabajo, Ricardo.
-¿Sabes hacer algo?
-Le enseñé a Carlota a surfear.
-Ah, qué util ¿Y dónde consigues un puesto?
-El fin de semana hay una competencia en Lido, pagan quinientos.
-Qué maravilla ¿lo dices de verdad? Ya hablamos de esto, Andreas.
-¿Qué vas a hacer? ¿Recoger mi tabla como los patines de Carlota?
-Tienes prohibido ir.
-¿Me importa?
-No seas insolente.
-No te metas en lo que no te importa.
-¡Siéntate!
-Prefiero dormir en la calle antes que seguir soportándote.
-Adelante.
-Se ven.
-¡Regresa aquí!
-¡No me toques!
-¡Andreas!

Carlota se levantó para calmar a ambos.

-Haremos lo que digas, papá.
-Carlota ¿estás de su lado?
-Andreas, cierra la boca.
-¿Desde cuándo obedeces a Ricardo?
-Digamos que no puedo negociar.
-Oye niña, tus patines están en tu maleta y hay una pista pública cerca de tu escuela; apuesto a que él nunca te dijo.
-¿Hay qué?
-Yo me largo, tú puedes seguir fingiendo que serás una idiota.
-¡No soy idiota!
-Me quedó clarísimo en Mónaco, ni tiempo perdiste con Marat.
-¿A qué te refieres?
-Digamos que es la clase de cosa que a papá nunca le dirás.
-¿De qué hablas? ¡Andreas, regresa! - gritó Carlota y fue tras su hermano mientras Ricardo también exclamaba "¡Me van a explicar que pasa aquí!". Yuko, Adrien, Tennant y un hambriento Miguel no se movieron, suficiente espectáculo habían dado ya.

En la calle, Carlota y Ricardo llamaban a Andreas a gritos sin reparar en que se habían alejado bastante y al darse cuenta, no imaginaron como volver a la pizzería. Andreas continuaba cerca para su fortuna y parecía tener mucha idea de a dónde ir puesto que se detuvo en la esquina de una calle muy transitada, donde una chica aguardaba por él.

-¿Esa es la novia de Andreas? - preguntó Carlota y Ricardo entendió de golpe. La joven era de tez morena, curvilínea, de abundante cabellera negra y ojos grises, era una surfer como Andreas y tenía unos labios carnosos que el chico no dejaba de mirar. No importaba su rostro cuadrado o que fuera más bajita que Carlota, la pequeña Levina Coquerel era decididamente diferente a otras mujeres que le gustaban al hijo mayor de los Liukin y la que usaba ropa más corta y sencilla.

-Si un día usas minifalda y top, jura que no sales, Carlota.
-¿Por qué?
-De menos ya se colocó la chaqueta, vamos a saludar.
-¿Qué tiene qué ver lo de la ropa? No entiendo.

El hombre sujetó la mano de su hija y atravesaron apenas el semáforo se colocó en rojo.

-¡Andreas! No te adelantes tanto, tu hermana no camina rápido - pretextó Ricardo.
-Ah... ¿Qué pasa?
-Señorita, soy Ricardo Liukin, el padre de Andreas - extendiendo la mano - Un placer conocerla, me habló de usted.

La muchacha sonrió.

-¿Lo hizo?
-Por supuesto, me alegra saber por qué.
-Levina Coquerel, mucho gusto, señor.
-Le dije a Andreas que era muy pronto para conocerla pero insistió.
-Eso es lindo.
-Oh, claro, mi hija Carlota.
-A ella ya la había visto, hola.
-¿Se presentaron antes?
-La vi en la colecta por Tell no Tales.
-Muy bien.
-Andreas dijo que me llevaría al mirador aquí en Mestre.
-Qué curioso, nosotros también iremos.
-No sabía que son tan unidos.
-Tan unidos que empalagamos.
-Mis padres estarán más tranquilos.
-Por supuesto, tienes un novio considerado.

Levina volvió a reír y Andreas miró a su padre con gran molestia. Carlota por su cuenta llamó a Miguel y luego de decirle a dónde iría, quedó establecido que los demás los alcanzarían en un sendero a las afueras de Mestre.

-Iremos a apartar un buen lugar, he oído que la luna se ve mejor desde aquí - añadió Ricardo y siguió a Levina y Andreas rumbo a San Giuliano, una vía muy cercana a esa ciudad pequeña, junto a un corredor industrial.

-No confío en ella - dijo el señor Liukin al oído de Carlota.
-¿Por qué?
-Nos aceptó sin decir nada, creo que se va a escapar con Andreas.
-No es cierto.
-Observa y aprende.

Ricardo entonces se colocó entre Andreas y Levina y puso a Carlota junto a su hermano, que al verla se atrevió de nuevo a decir que era una cucaracha.

-¡No soy una cucaracha!
-Todo invades.
-¡No es mi culpa!
-Cucarachita, yo que tú me iba de aquí.
-¿Por qué?
-Es que si le digo a Ricardo lo que se te ocurrió hacer en Mónaco, Marat es hombre muerto y tú te quedas en un convento hasta anciana.
-¿Qué me quieres decir?
-¿Tu pregunta es en serio?
-Papá me vigiló todo el tiempo y supo siempre a dónde iba.
-Por eso la hermana de Marat llamó tan preocupada.
-¿Qué?
-Me hice pasar por Ricardo antier, me la debes.
-¿Qué habló Dinara contigo?
-Le respondí que te dejé sola un par de veces con Marat en las últimas semanas, tienes suerte de que Ricardo aun crea que eres inocente en ciertas cosas.
-No comprendo nada ¿Dinara cree que besé a su hermano?
-Sí, besado.
-No, no, nunca hice eso.
-Claro que no, sólo aprovechaste tu oportunidad.
-¿Oportunidad de qué?
-Síguete haciendo tonta, cucaracha.

Carlota se desconcertó y se atrasó un momento: ¿por qué Dinara había llamado? ¿Qué le habían dicho de ella y Marat? ¿Había sido por el sushi después de la beneficencia o algún rumor malintencionado del que no estaba enterada? Pero Andreas, que la conocía bien, se sorprendió de su reacción.

-¡Eh cucaracha! ¿Te vas a quedar ahí? - exclamó el chico y Carlota avanzó sin dar más importancia a la charla, seguro se trataba de una tontería. El camino a San Giuliano no era muy agradable y era mejor no protestar por seguir el ritmo de los demás.

El mirador de Mestre se hallaba al oriente, entre dos senderos cubiertos con fábricas a las orillas de la Laguna di Venezia. Como se puede suponer, era un terreno alto, cubierto por tierra húmeda y pastos mal cuidados y secos, en donde se respiraba el aire más dudoso de toda la zona. Según Levina, las fábricas de Mestre eran envasadoras de alimentos, distribuidoras de acero y astilleros. El logo de Industrias Izbasa resaltaba muy bien a la distancia junto a una planta de leche y en el otro lado aun se oía el sonido de las láminas listas para cortar. No parecía un sitio romántico pero la vista a Venecia era inigualable, como algo que es más bello desde afuera.

-Necesito una foto de esto - expresó Carlota y enseguida la tomó, creyendo que el atardecer se iría pronto. Algunas luces en Venecia estaban encendidas y sólo se veía el ferry funcionar pero vacío. En la zona rumbo a Mestre no había ninguna escena que lamentar.

-Qué día tan difícil - murmuró Ricardo.
-Mi madre dice que hubo psicosis colectiva, no sé.
-¿Es psicóloga?
-Ve demasiados programas médicos.
-Levina ¿cómo conoció a Andreas?
-En la playa, es un buen surfista.
-¿Estudias?
-Restauración y también surfeo.
-No piensas dedicarte a eso.
-Hay buscadores por todos lados y este sábado Andreas y yo competimos  ¿pagan quinientos? Algo así.
-Como hobbie está bien.
-A Andreas y a mi nos apasiona, lo demás no importa.

Carlota quedó boquiabierta y miró a su padre, que se contenía y mejor bajaba su cabeza para no hacer notar tanto su desaprobación. Levina no era de su agrado.

-Creí que sólo querías impresionarla - susurró Ricardo al oído de Andreas pero el chico se encogió de hombros y eligió sentarse junto a su novia en una orilla, ignorando a los demás.

-Papá ¿estás bien? - dijo Carlota.
-Espero que tú comiences a tomarte las cosas en serio.
-¿Estás enojado?
-Me entero de que volviste a ayudar a Andreas a salir para el surf o de que se te ocurre tomar los patines y en serio, ambos se arrepienten.
-¿Yo que tengo que ver?
-Eres igual que Andreas o peor... Sí, peor.
-¿Ahora qué hice?

Carlota no recibió ninguna respuesta y se quedó cruzando los brazos e inflando las mejillas, como en cada ocasión que la regañaban injustamente.

Con el atardecer culminando, la gente iniciaba su arribo al mirador. Contrario a lo que Ricardo pensaba, llegaban algunas familias de Mestre a observar Venecia, más por curiosidad que otra razón. A lo lejos se veían los botes de los carabinieri y muchos suponían que patrullaban en la búsqueda de otra suicida o evitando que más gente intentara alejarse esa noche. Los turistas se habían ido a Jessolo y los cruceros estaban detenidos en Lido sin dejar a nadie salir; los que se hallaban como los Liukin en Mestre eran afortunados de regresar en un par de jornadas y no saber nada mientras el ayuntamiento ordenaba la limpieza general y el olor a fauna muerta cedía por otro que se parecía al licor de Giampero Boccherini pero Carlota sabía que él se hallaba con los buzos y tal vez el trabajo le había hecho olvidar que necesitaba un trago. Aunque parecían dos sucesos aislados, ella tenía en mente que los suicidios y el crimen Martelli estaban ligados de alguna forma pero no quería encontrar esa coincidencia que resolviera todo y menos consideraba que fuera coherente, de algún lado había sacado tal idea y por más que trataba, sólo pensaba en ese cielo verde que aun le enchinaba la piel en mala forma.

-Tu hermana es muy seria, Andreas - dijo Levina.
-Claro que no, siempre está pensando en sus novios.
-¿En serio? ¿Cuántos ha tenido?
-Como cuatro.

Carlota empezó a reír sin desmentir nada hasta que reparó en Tennant aproximándose con Yuko y Adrien. Miguel había ido por una linterna y llegaría pronto.

-¿Esa es la novia de Andreas? - exclamó el chico cuando se colocó junto a Carlota.
-Se llama Levina.
-Es preciosa.
-También te mandará al diablo.
-Lo sé pero es muy guapa, creí que a tu hermano le gustaban las rubias.
-Alguna vez iba a cambiar.
-También tú cambiaste, pasaste del rubio Trankov al bronceado Marat.
-¿Qué tienen todos con Marat?
-Sospechamos que lo besaste.
-¡Ah! Eso era, con razón Dinara se volvió loca.
-¿Por la llamada?
-¿Tú sabías y yo no?
-Vicio de bartender.
-¿Cómo te enteraste?
-Me quedé en que no me hablabas.
-Pues ya te perdoné.
-¿Cuándo?
-Estoy de buenas.
-De acuerdo.
-Molestabas con Marat, eso no me gustó.
-Odiaba verte con él y cuando lo perseguiste me dieron celos.
-No se de qué.
-Creo que lo amas.
-No, es mayor que yo, ya es tenista, yo estoy en secundaria.
-Jajajaja, no te importaba con Trankov.
-Conozco más a Marat que a Trankov y no me emociona pensar en esos dos.
-¿Te golpeaste la cabeza?
-¡Tennant!
-Me impresionas, tardaste tanto con Edwin.
-Cállate, qué pena.
-Usted y yo aun tenemos un asunto pendiente de Hammersmith.
-Sí, claro.

Carlota se incorporó risueña, rechazando a Tennant amigablemente y se acercaba a la orilla para poder ver mejor Venecia. El joven Lutz en cambio, prefería no dejarla sola y se le aproximó enseguida.

-¿No recuerdas que pasó esta mañana?
-¿Lo del cielo verde?
-Exacto.
-No lo sé, Tennant, me impresioné tanto que me desmayé; eso dicen todos.
-¿Qué estabas haciendo?
-Salí de la clase de literatura, la maestra dijo que fuéramos al patio y no recuerdo más.
-Me asusté por ti.
-¿Por qué?
-Es mejor que no recuerdes.

Carlota iba a preguntar si Tennant sabía algo cuando este colocó su saco sobre los hombros de ella y añadió:

-Cuando llamaron a tu padre, él pensó que estabas mal y yo me alegré de que no tuvieras que enterarte de todo; creí que no te vería más.
-No exageres.
-Ojalá asi fuera.
-Me recuperé rápido.
-Es que jamás te vi tan indefensa...

Tennant se reprimió y Carlota creyó entenderlo; Trankov también la había mirado vulnerable luego de ese desfile dónde él era una estrella.

-Entonces, Trankov es el pasado.
-Algo así.
-¿Guillaume?
-Mi mejor amigo.
-¿Y Anton?
-Mi otro mejor amigo.
-Ah ¿pero no amabas a Guillaume?
-Es gay.
-Jajajaja, era tan obvio.
-Lo quiero.
-Al menos nunca te romperá el corazón.
-Aleluya.
-Y yo.... Soy tu amigo.
-No, Tennant, no confío en ti.
-¿Qué tengo que hacer para cambiarlo?
-Perdiste tu oportunidad desde el principio.
-No lo creo.
-Además, eres un papanatas, adiós.

Carlota se alejó de Tennant y prefirió ver sola el anochecer, no obstante Yuko insistiera a momentos en estar con ella. Ricardo por su lado, intentaba jugar con Adrien e inútilmente trataba de resolver un cubo de rubik que al niño le tomaba poco tiempo descifrar.

La luna se veía sobre Venecia cuando Levina y Andreas por fin parecían conversar sobre algo importante. Ella había dejado de sonreír y él prestaba atención como pocas veces. A Carlota le intrigó aquello y aunque no quería ser chismosa, se situó al lado de ellos, sigilosa. Había una fogata por ahí pero no alumbraba mucho y mientras los demás se contaban rumores e historias extraordinarias sobre lo acontecido en la mañana, la chica se enteraba de algo que enfadaría a su padre.

-"¿Andreas tiene un contrato? ¿Cuándo pasó?" - pensó y Levina hablaba de un supuesto patrocinador interesado en verla el sábado luego de mandar un video reciente de una competencia en Jessolo que no "había estado tan mal".

-Le pagaré a Carlota lo que le debo - dijo Andreas.
-¿Le debes dinero a tu hermanita?
-Mi mesada es ridícula con lo que le dan a ella.
-¿Cuánto recibe?
-No tengo idea pero gasta demasiado y siempre le sobra; ya no pienso pedirle nada.
-Si nos va bien, le puedes comprar unos patines nuevos.
-Olvidarme de ella también.
-No seas cruel.
-Me caía mejor cuando hacía lo que quería.
-Está obedeciendo a tu padre.
-Obedeciendo, claro.
-Mejor eso a que Marat sea hombre muerto.
-Carlota hace cosas épicas pero ahora...
-Creo que le sigue la corriente a tu padre en lo que se las arregla para ir a la pista que le encontraste en San Marco.
-Puse el folleto en su maleta, no es mi problema si no lo ve.
-¿Qué harás para no faltar el sábado?
-Me escaparé, siempre lo hago.
-Un día de van a enterar.
-Haré algo para salir de casa.
-Sólo no tardes.

Levina besó a Andreas y Carlota volvió a separarse, sin discreción. Ambos supieron que ella había escuchado todo pero luego se dedicaron a conversar de cualquier cosa.

-¿Te hicieron enojar, bonita? - preguntó Tennant al volver cerca de Carlota.
-No vuelvas a decirme eso.
-Perdón.
-¿Ya llegó Miguel?
-No ¿para qué lo quieres?
-Para que no me hables.
-¿Otra vez estás enojada conmigo?
-No.
-No entiendo.
-Tennant, estoy enojada y no sé por qué.
-¿Celos de Andreas?
-Obvio que no.
-¿Odias a su novia?
-Mucho menos.
-¿Es por el contrato?
-¿Cómo te enteras de todo y yo no?
-He estado con Andreas estos días, me presentó a sus amigas.
-¿Qué le ofrecieron a Andreas?
-Una marca de shorts quiere que él lleve sus productos cuando surfea, le pagarán como dos mil al mes.
-No es mucho.
-Pero es algo y el sábado Levina y él quieren convencer al publicista de una compañía de tablas.
-Si Andreas gana, se irá.
-Él es profesional, Carlota ¿creías que iba a esperar más tiempo?
-En Tell no Tales rechazó a una marca de gorras.
-Porque Gwendal no lo apoyó con el snowboard y mejor se movió por su cuenta.
-Nunca nos dijo.
-¿Para qué? ¿Para que tu padre se meta?
-¡Tennant!
-La gente de los shorts lo sigue desde París y como yo lo veo, hizo bien en firmar antes de irnos a Burano.
-¡Tres semanas! Papá lo va a matar.
-El señor Liukin no va a meter las manos, es un hecho.
-Tengo que hacer algo...
-Nada.
-Es mi hermano.
-No es tu problema.
-Andreas es un idiota.
-Carlota, eso tampoco te compete.
-Es que lo conozco, siempre echa a perder todo.
-Pues regresará, se disculpará y le dirás que es un tarado pero no ahora.

Carlota miró al piso.

-Si Andreas te preocupa, díselo.
-Es que ya decepcionamos mucho a papá.
-Lo seguirán haciendo ¿tú crees que estaría muy contento de saber que te besaste con Marat?
-Eso nunca sucedió.
-Dinara y Andreas te vieron.
-¿Cuándo?
-En Mónaco después de que nos atacó ese loco.
-Marat me encontró pero no pasó nada.
-Yo te creo pero Marat nunca se te despegó y nos peleamos por él, Carlota.
-Pero no ocurrió nada.
-Tranquila.
-Es que Andreas podría contarme todo como antes.
-Nada es como antes y Andreas sabe que es ahora o nunca.

Carlota no pudo más y comenzó a llorar sin permitir que Tennant la consolara. En vez de eso, eligió alejarse del grupo y colocarse en otra orilla para tratar de entender lo que ocurría; no obstante terminara siendo muy obvia para Levina y Andreas. Él entonces, supo que era necesario hablar con su hermana.

-Tennant te acabó de contar.
-Andreas, no te vayas.
-Lo tengo que hacer alguna vez.
-¡Ni siquiera me dijiste!
-¿Para qué? No son tus cosas.
-¡Andreas!
-Cucaracha, ya tomé una decisión, me gusta el surf y me quiero dedicar a eso, ya lo sabías.
-No te puedes ir ahora.
-¿Por qué no?
-Papá nos necesita.
-Es verdad.
-¿Entonces?
-Yo debo hacer lo que quiero.
-¿Justo ahora?
-Levina y yo podemos encontrar un buen sponsor.
-¿Es por ella?
-No, Carlota, esto es algo que siempre he deseado.
-Papá se enfadará.
-¿Y? De todas formas nunca está contento.
-No puedes hacerle eso.
-Ya se lo hice Carlota y creo que tú también deberías.
-No me cambies el tema.
-Carlota, no se si sirva pero Haguenauer también llamó.
-¿Qué quiere?
-Te ha estado buscando desde que nos fuimos de París y ayer le di nuestra dirección.
-¿Cómo logras interceptar a la gente en el teléfono?
-Siempre lo he hecho, no voy a cambiarlo.
-Está bien ¿qué dijo?
-Te ve el lunes en San Marco, le dije que necesitas unos botines extra.
-¿Por qué hiciste eso?
-Tal vez sí te quiero, cucaracha. Y creo que la pista te cobra unos trescientos al mes, nada que tu mesada no pague.
-Papá no me va a dejar.
-¿Por qué no pensabas lo mismo cuándo mamá era la que decía que no?
-Porque no estaba enferma y papá sí.
-Entonces toma una decisión.
-No quiero defraudar a papá.
-Carlota, no voy a estar salvándote más.
-¿Qué quieres decir?
-Que vayas por tus patines, dejes de hacerte tonta con Marat y me hagas caso. Te veo el sábado en Lido.
-¿Dónde vas?
-Quiero ir con Levina y no te preocupes, Marat no morirá, tu secreto está a salvo conmigo.
-¿Cuál secreto?
-Me alegra que él te haya tratado bien.

Carlota insistió en que Andreas le revelara qué le había dicho Dinara Safina y lo persiguió por el mirador, cayendo encima de él en medio de una enorme carcajada. Como algo así no se repetiría, Tennant les tomó una foto y Levina lamentó que el regreso a Venecia fuera necesario.

martes, 9 de enero de 2018

Una versión del cielo según Satanás (Final de temporada)


Venecia, Italia.

La predicción más famosa de Elena Martelli era que un día el cielo se vería verde sin previo aviso. Curiosamente, aquél pensamiento no provino de su Tarot sino de un sueño en el que el Diablo azotaba a los espíritus de Venecia hasta reducir a cenizas a varios de ellos o aumentar el tormento de otros, así que un día, el espíritu de Elena, desde su sitio en el Gran Canale comenzó a sentir un pánico terrible cuando varios de aquellos fantasmas comenzaron a huir desde San Polo en medio de gritos suplicantes por piedad. Incapaz de moverse, la niña sólo volteó para ver a Satanás tocarle la cabeza y hundirla en el agua, sin permitirle salir hasta que las piernas se le transformaron en una larga cola de sirena y su ropa negra se convertía en una pesada prenda de oro y piedras preciosas con la que apenas luchando consiguió aferrarse de la roca en la que pasaba sus días. Pero lo peor estaba por venir.

El cielo comenzó a oscurecer antes del mediodía y los venecianos salieron de sus trabajos para saber qué pasaba. En el horizonte, una estela verde cubrió el sol y se extendió rápidamente por la región del Véneto, dejando a Venecia en total oscuridad por unos minutos; en medio del desconcierto, el ayuntamiento encendió el alumbrado público hasta que el sol volvió a verse, opaco y sin que el cielo abandonara su nuevo color.

En el Istituto Marco Polo, las alumnas parecían asustadas; en realidad todos los estaban. En el patio, las niñas preguntaban qué ocurría hasta que cristalazos, golpes y clamores se escucharon a lo lejos, algunos suplicantes de ambulancias. Un disparo cercano obligaba a la evacuación de las alumnas cuando el professore Scarpa notó que Carlota Liukin era ausente. Al lado de la puerta abierta estaban colocados sus zapatos, el moño que sostuvo su cabello esa mañana, su mochila y su uniforme. Scarpa salió de inmediato a buscarla, preguntando si alguien la había visto salir o si iba acompañada. Los gritos iban en aumento cuando una multitud corrió hacia el Ponte dei Sospiri, donde una niña estaba por lanzarse.

-"¡Hay que evitar otro suicidio!" - exclamó alguien y varios se aprestaban a ayudar cuando Scarpa decidió seguirlos. Detrás del Palazzo Ducale, cerca de la Basilica di San Marco y encima del Rio Canonica, el Ponte dei Sospiri era el escenario de la dramática escena de una niña indecisa. La gente le suplicaba a los gondoleros que la atrapasen si decidía arrojarse y otros más preguntaban si el personal del Palazzo podía intervenir cuando Scarpa notó que sus sospechas eran ciertas y era Carlota Liukin quien tenía en vilo a gran parte de la ciudad.

-¡Señorita Liukin, no haga nada! - gritó el maestro y ella volteó a verlo, llorando.

Lo que nadie sabía era que el Diablo se hallaba junto a Carlota, a su izquierda. No podían verlo porque vestía de negro y el puente estaba cubierto de sombra de aquél lado. Ella en cambio, brillaba como si tuviera alas de plata y si bien, ese efecto no era más que una luz que se reflejaba en su vestido blanco, la gente podía creerla un hermoso ángel a punto de condenarse.

-¡Muerte a la Reina de las Nieves! - clamó Satanás en su oído - Por traición.

Carlota no entendía.

-Te hice una reina, sólo tenías que guardar un poco de sangre pero tú se la conferiste a un hombre por amor. Ahora tengo la vida de ese amado en mis manos y la de tu padre. También conozco tus pecados, tu alma va al infierno conmigo pero a cambio, ese amor irrenunciable vivirá y sólo por sentirlo te darán redención ¿No es maravilloso? Una gota y perdono a tu padre; con tu corazón tu guardián de sangre se salva igualmente y hago que vivas en su mente por siempre. Si no lo haces, tomaré de pago el alma de tu padre, la tuya y cambio la mente de tu amado para que mueras en él antes de arrastrarlo al abismo del tormento eterno y te obligue para siempre a mirar.

Carlota sabía que Satanás haría lo que había dicho. Era un pacto simple por su alma y sangre, sólo perdería ella.

-Además, si me das lo que pido, detengo la masacre que hay detrás de ti.

Fue en ese instante que las voces de los aterrados venecianos llegaron a los oídos de la joven: "¡Francesca!" ¡Detente Chiara!" "Ayuda, mi hermana se cayó al agua!" ¡Ya perdí a una hija! ¡Lionetta, aléjate de la ventana!"

Entonces Carlota tomó una daga de la mano del Diablo y la levantó, apuntándola a su pecho. Los espectadores le pedían que no la usara y Scarpa saltó a una góndola, en un intento de ser escuchado y salvarla. Pero la coincidencia, que la mayoría de las veces estuvo en favor de la Reina de las Nieves, jugó su papel cuando el alarmado Miguel Ángel no tuvo más alternativa que desplegar sus alas y arrebatar la daga, desatando una pelea feroz con Satanás al tiempo que Tennant, que no sabía cómo había llegado al puente, sostuvo a Carlota cuando esta iba a arrojarse al agua en el último intento de cumplir su parte del trato.

-¡Carlota, mírame! ¿Qué ibas a hacer? - dijo él y la chica se desvaneció.

-¡Llévatela de aquí! - ordenó Miguel y Tennant se llevó a Carlota lo más a prisa posible. El profesor Scarpa corrió a la Piazza di San Marco apenas la góndola en la que estaba lo llevó a tierra.

Ambos habían decidido llevar a Carlota a la escuela para disimular frente a Ricardo pero Tennant sabía que el vestido resultaba sosprechoso y fue ahí cuando decidió llamar a Yuko Inoue y contarle lo que había sucedido. Ésta de inmediato dejó el casino y corrió hacia el Istituto Marco Polo, introduciéndose sin hacer ruido.

Cuando Carlota Liukin despertó, su padre preguntaba que había pasado. Ella igualmente dudaba por no recordar nada, salvo que había bajado al patio con otras estudiantes cuando el cielo se volvió extraño. Por alguna razón, la joven Liukin portaba su uniforme escolar y Tennant sostenía sus pertenencias mientras Yuko le ofrecía un poco de agua y le preguntaba qué sentía.

-¿Qué me pasó?
-El profesor Scarpa te trajo aquí a la enfermería, te desmayaste junto a la escalera.
-¿De verdad?
-Por eso llamaron a tu padre, debiste asustararte.
-¿Asustarme?
-Alguien usó su arma cerca de aquí, no fuiste la única que reaccionó así.
-¿Un arma?
-No he sabido qué ocurrió enfrente pero los carabinieri han venido.

Carlota dejó su vaso de lado sin beber y miró a Tennant que parecía platicar con Miguel: "¿Con quién peleabas? ¿Cómo llegamos al puente?" "¿Por qué le pediste ayuda a Yuko?" y nada era comprensible para ella; incluso lo que Scarpa decía de la escalera no le era creíble.

-Me alegra que Carlota se haya quedado dormida - suspiró Ricardo.
-También me alivia - contestó un nervioso Scarpa.
-Me preocupé, en el camino murieron dos jovencitas en Cannaregio, una se arrojó al tren y la otra se ahorcó en Ghetto Vecchio, oí que varias trataron de ahogarse en San Polo y un tal Giampero apartó a Lionetta Martelli de una ventana en no se qué museo. Es como si esa familia no encontrara consuelo nunca.
-Su amiga Yuko fue la primera venir, ayudó a la enfermera y localizó a Miguel y Tennant.
-¿Yuko?
-¿Y sus otros hijos?
-Mandé a Andreas por Adrien.
-Supongo que puede irse con Carlota a casa.

Ricardo tomó la palabra del profesor y colgó del brazo a su hija, alegre de que no ocurriera una desgracia pero Yuko, Miguel y Tennant se miraron un tanto cómplices. Afuera, el verdor continuaba, menos intenso pero las nubes volvían a cubrir el sol una y otra vez. La buena noticia era que los suicidios cesaban, la mala era que los canales se teñían de rojo y la peor era que nadie sabría las razones. El Diablo no estaba complacido pero su autotributo era suficiente, no obstante, pasara el resto del día hundiendo al fantasma de Elena Martelli en desquite y enviando a sus esbirros a llenar tarros con la sangre de sus víctimas inocentes.

domingo, 7 de enero de 2018

El cuento de la noche más blanca (Relato por la Navidad ortodoxa y fin de la serie navideña)


Tell no Tales:

Cuando Madice Hubbell, Eva De Vanny, Courtney Rostov y sobretodo, Kleofina Lozko, entendieron que el concurso de belleza se había tornado en algo personal, acudieron a regañadientes a cumplir el requisito de la entrevista. Un fin de semana en Jamal con sesiones de fotos, presentación en traje de baño y la charla con Mathilde Tellier y Ruth Blèger eran pan comido con Bérenice filtrando las preguntas, apartando los mejores bañadores y sobornando al mejor fotógrafo mientras su madre hacía algo similar pero a la inversa con Camille Maier. En la estación de autobús ya había camarógrafos y como detalle, el Comité pagaba el chocolate caliente para todos. Las concursantes recibieron el suyo al tomar lugar y sólo Courtney pudo retrasarse un poco para despedirse de Matt mientras Bérenice fingia no ver y mandaba besos por la ventanilla al bebé Scott y a Luiz.

-El marido de Courtney es muy guapo - exclamó Eva y hasta Madice lo aceptaba; Kleofina era la única que no estaba impresionada y apartó el asiento para que sus nuevas amigas quedaran juntas. En punto de las siete de la mañana, inició la travesía que ponía muy nerviosas a todas, sobretodo por la carpeta de selección que era abierta para tomar nota desde ese momento.

-Olvidé que nos vigilan como si estuviéramos en internado.
-No es tan malo, Madice; luego nos portamos mal.
-Ay Eva, cómo si pudiéramos.
-¿Nunca sales?
-A veces.
-¿Cuánto a que iremos a un súper antro en Jamal?
-No te puedes emborrachar.
-Pero sí ser traviesa.
-Claro.
-Mi novio no está.

Las cuatro rieron espontáneamente.

-¿Cuándo te casaste Courtney?
-Hace un mes.
-Tu marido es lindo.
-Gracias.
-¿A qué se dedica?
-Es forense.
-No se nota.
-No dirías lo mismo si fuera tu esposo, Eva.

Courtney sonrió un poco más y luego volteó a ver Bérenice, segura de que la escuchaba atenta.

-Chicas, atención: Necesito saber algo de ustedes, levanten la mano las que tienen novio, las contaré.... Ahora las casadas.... ¿Sin novio?... Muchas gracias - decía Mathilde Tellier y Micaela Mukhin anotaba todo. Las que platicaban, las que leían o miraban por la ventana sabían que cualquier paso en falso era un adiós prematuro y las pastillas antimareo se repartían a discreción.

-Esta isla es muy grande - notó Courtney a las dos horas de camino.
-Hace tanto frío que no se puede vivir en estos bosques - dijo Kleofina - Los de mantenimiento vienen y van en helicóptero y tienen que caminar mucho cuando hay niebla. Inspeccionan dos veces al mes.
-¿Conoces este lugar, verdad?
-Sólo los montañeses aceptan venir aquí.

Y luego inició un gran relato sobre el padre y el hermano de Kleofina enfrentando a un oso durante la construcción de una ampliación del camino y el día que un banco de niebla hizo imposible instalar unos teléfonos de emergencia. Cada abril esa carretera era intransitable y la vía del tren nunca se concretaba.

Las cercanías de Jamal en cambio, eran soleadas. Los bancos de arena negra se veían desde las colinas y el agua reflejaba un azul zafiro que muchas chicas ya habían olvidado y por ahí se escuchaba que el paisaje se parecía a Mayotte.

-Cada año me sorprendo - comentó Madice y luego vino un silencio que sólo cesó cuando el autobús paró en la estación. Por órdenes del comité, las chicas debieron formar una fila y saludar a la prensa, sin detenerse, al descender.

-¿Cuántas chicas tienen malas notas hasta el momento? - preguntó Mathilde Tellier a Micaela Mukhin.
-Cuatro.
-Esperaremos a la entrevista pero hágales saber que tienen una advertencia.
-Enseguida.
-Otra cosa.
-Adelante.
-Necesito que las chicas sean tentadas en la fiesta del comité, descartaremos a las que beben más.
-Perfecto, déjelo en mis manos.
-Deben quedar treinta, una por distrito, va a ser difícil.
-Pero tenemos la lista de suplentes, estaremos bien.

Bérenice escuchaba con atención y no tardó en advertir a Madice. Como precaución extra, se aseguró de que se hospedara junto a Kleofina, su favorita de emergencia.

La posada que el comité había escogido estaba frente a la playa y pronto, las chicas fueron instruidas de colocarse el traje de baño asignado y bloqueador solar; la sesión fotográfica iniciaría y debían comportarse de la manera más natural posible. Así Camille Maier debió pelear con un bañador que le quedaba chico y a Courtney le causaba cierta resistencia el color naranja del mismo.

-Creo que estoy en Baywatch y al menos no es un bikini - expresó pero salió junto a Eva y se reunió con Kleofina y Madice enfrente del fotógrafo que Bérenice le sugería. Ninguna participante estaba consciente de que los escasos turistas y la gente del pueblo llenaban una encuesta sobre quiénes les parecía que portaban mejor el traje o reflejaban las actitudes más seguras mientras jugueteaban en la playa, caminaban o posaban ante los fotógrafos cuando se requería. Los resultados comenzaron a inclinar ciertas balanzas a favor de candidatas que el comité no había considerado y confirmaba algunas, dando mayores puntajes a dos inesperadas chicas: Safiatou Mbelé de Láncry - Saint Michel y la mejor evaluada, Courtney Rostov de Láncry- Guyane.

-Supongo que esto descarta a la candidata que compite con la señora Rostov - sentenciaba Mathilde Tellier - ¿Cómo salieron Bosque - Réunion y Centre - Champagne?
-Cuarta y quinta - señaló Micaela Mukhin.
-¿Quién es tercera?
-Marina Lazukina de Rossija Pushkin.
-¿Tiene rival?
-La que salió novena, Evgenia Morozova.
-En la entrevista veremos cuál avanza ¿Alguna sorpresa?
-Eva de Vanny, sexta en puntaje y arriba de una corsa, Marine Lorraine de Corse - Lorphelin por un punto.
-Por curiosidad, deme los puestos ocho y diez y el sitio de Camille Maier.
-Octava, Leyla Macé de Blanchard - Miterrand y décima Emma Begué de Corse - Auvergne; Camille es doceava.
-¿La carpeta ya está ordenada de acuerdo a esta encuesta?
-Por supuesto.
-¿Las encargadas de la admisión están enteradas?
-Recibieron copias.
-Encárguese del vestuario de Ruth Bléguer y del comité, en dos horas iniciamos entrevistas.
-Enseguida.

Micaela jaló a Bérenice consigo al momento que se anunciaba el fin de esa dinámica en la arena y se entregaban fichas con los turnos para las entrevistas de acuerdo a la carpeta. La joven del lugar cincuenta sería la primera en pasar y se explicó que apenas acabara una, iniciaba otra, sin descanso. Madice se dio cuenta de que el tiempo se limitaba a tres minutos y una pregunta y sobretodo a la presencia de un invitado del que ni Bérenice sabía. Así lo informó a las otras y luego de la ducha, se pusieron a ensayar frente al espejo y en secreto, Bérenice llegó con un vestido negro especial para Madice con una larga cola y entallado. En un concurso de belleza, eso nunca es un exceso.

A las tres de la tarde, las chicas fueron formadas cerca de la puerta de un salón que estaba oscuro y la primera concursante entró puntual sólo para aturdir a las demás con un enorme grito que levantó expectativas y curiosidad. Eva entonces prefirió reforzar su ensayo y Kleofina retiró sus tacones para poder caminar cuando se le requiriera. La única relajada era Camille Maier y a su lado había otra tres mujeres intentando calmarse con ejercicios de respiración que no funcionaban.

-¿Quién está ahí dentro? - preguntó Courtney cuando se emocionó otra joven y su interés se acrecentó de saberse la última. La espera no era benigna en ningún sentido y la pérdida de tiempo menos. A Eva le tocó pasar veinte minutos antes de las siete y Kleofina fue lo más concreta que pudo; Madice ya había pasado y cuando Courtney se quedó sola, tuvo ansias de abandonar.

-Señorita Rostov, ha llegado su turno - dijo un coordinador.

Ella miró la salida.

-Necesitamos que tome una decisión.
-Estaré bien.

Courtney sabía que el retorno no existía y aun mirando al exterior, se introdujo en esa oscuridad en donde sólo podían ver su silueta. La luz del jurado le molestaba y luego de acostumbrarse, miró al juez sorpresa, desencantándose. Lo había escuchado pero no le impresionaba siquiera su apodo cuando lo presentaron y menos cuando la miró con atención. El parecía inquisitivo y también arrastraba la s como Kleofina.

-Le corresponde a nuestro invitado realizar esta entrevista del final - dijo una emocionada Mathilde Tellier.
-Primero, me gustaría saber el nombre de esta concursante ¿podrías dar un paso al frente y permitirnos ver tu rostro?

Courtney exhaló hondo y dejó que la luz le revelara la cara sin sonreír.

-Soy Courtney Rostov Diallo.
-Interesante nombre.

El juez entonces le realizó su pregunta:

-Dime Courtney ¿Si te dieran la oportunidad de decir algo en la tribuna de la ONU, que sería y por qué?

Aquello la tomó por sorpresa. Estaba segura de que se trataba una improvisación y una pregunta tan fácil suponía un esfuerzo.

-La OMS recibió un fuerte recorte para 2003 que detendrá una campaña vital de vacunación contra la tuberculosis. Se registran cerca de nueve millones de casos al año y en Tell no Tales se detectaron poco más de quinientos. Las vacunas dependen del Gobierno Mundial y la distribución se ha vuelto insuficiente.
-¿A qué te dedicas?
-Soy Traumatóloga Pediátrica.
-¿En que consiste?
-En atender traumas... Lesiones serias en niños.
-¿Alguna vez atendiste un paciente con esta enfermedad?
-Hubo una epidemia en Senegal en 1999, el personal del Hospital General de Dakar fue requerido para atender la emergencia y fui asignada al área infantil. En el cincuenta por cierto de los casos se produjo el fallecimiento; las vacunas no fueron suficientes y el brote de Sierra Leona era más grave. En la OMS y en la ONU contestaron que no había fondos.
-Quiero que hables desde el corazón ¿qué dirías ante la ONU?
-Que los médicos en África enfrentamos condiciones de abandono y carencias que también ponen nuestras vidas en riesgo. Nosotros debemos asumir la protección de la población porque nuestras autoridades fallan y es frustrante no contar con vacunas ni medicinas cuando los estados miembros del Gobierno Mundial aportan altas cifras al año para mantener la OMS y otras organizaciones mundiales funcionando. Que un estado no cuente con medios económicos o instalaciones también ocasiona controles deficientes y a veces sólo vemos a nuestros pacientes sin poder ayudar adecuadamente.
-Puede retirarse, Courtney.
-Gracias.

Seria y confundida, la joven Rostov dejó el lugar y cerró la puerta. Sus amigas la recibieron contentas.

-¿Quién te hizo la pregunta? ¿Mathilde o Ruth? - curioseó Kleofina.
-¿Mmm? Ah, el juez sorpresa.
-¿Mi Sol?
-¿Qué?
-¡Te hizo una pregunta, es increíble!

Madice y Eva estaban igual de emocionadas y pronto, uno de los coordinadores les indicó que debían arreglarse para la fiesta en un bar de playa que el comité había preparado para dar a conocer a las seleccionadas para el certamen final.

Luego de más fotos con la prensa y de cambiar de vestido, Madice, Eva, Kleofina y Courtney fueron conducidas junto con otro grupo de chicas a un bar dentro de un bungalow. El lugar tenía luces amarillas y rosas y el dj colocaba piezas de merengue y salsa, provocando el baile y haciendo que las chicas empezaran a divertirse. Los chicos que vivían en Jamal se dieron cita también y las bebidas fluían a gran ritmo a pesar de que el bartender anotaba el número de gafete de las concursantes y Micaela Mukhin iba contando con cuidado cuánto consumía cada una. Kleofina y Eva bailaban entre ellas mientras Madice platicaba con un joven en la barra y Courtney sonreía de sólo constatar que la fiesta no tenía razón de ser hasta ese momento. Luego aparecería la crónica en algún lado mientras Mathilde Tellier discutía como último punto la inclusión de la Miss Poitiers - Cipres luego de un empate.

-Atención, buenas noches a todos, nos complace recibirlos en este evento del Comité de Miss Nouvelle Réunion - se dijo poco después y los aplausos comenzaron - Después de completar nuestro proceso de selección felicitamos de antemano a todas las jóvenes que se inscribieron y a las que superaron nuestros filtros hasta presentarse aquí; gracias a todas - otros aplausos se dieron - Nuestra presidenta, Miss Tell no Tales 1992, Mathilde Tellier, anuncia a las finalistas preliminares de Miss Nouvelle Réunion 2003.

Las entusiastas participantes se acercaron al escenario aun más y Courtney se aproximó únicamente para felicitar a las que lograrían entrar.

-Me alegra estar presente esta noche, algunas vez fui una de ustedes y cuando supe que representaría el vecindario de Crozet, me preparé como nunca para llegar al final. Aunque algunas hoy sólo están aquí por curiosidad, tienen dudas o no creen, una corona sí cambia una vida. Por cuestiones de tiempo, nuestros subcomités vecinales no pudieron organizar las eliminatorias así que el comité central diseñó las mejores pruebas posibles. Pusimos algunas trampas como se han dado cuenta pero en este sobre hay treinta nombres de mujeres hermosas y confiamos en su capacidad e inteligencia para contender por un título y tal vez llegar más lejos. La ganadora competirá en Miss Universo; la primera finalista en Miss World, la segunda en Miss International y la tercera en Miss Earth. Habrá sorteo entre la cuarta y la quinta para asistir a Miss África o Miss Model International. Nuestra organización logró esos lugares gestionando durante veinte años y sólo el Miss Universo había sido el sueño que podíamos darles. Ya logramos a una virreina, Ruth Bléger... Ahora tenemos más sueños para todas y si no ganan o no clasificaron, inténtenlo el próximo año, no se rindan, pueden ser reinas.

Las asistentes volvieron a ovacionar y la mencionada Ruth Bléger se acercó al micrófono con un sobre dorado que contenía el nombre de las seleccionadas.

-Buena suerte a todas, acompañándome en esta noche se encuentra una personalidad de la música que además forma parte del jurado internacional de Miss Nouvelle Réunion 2003. Con ustedes ¡Luis Miguel!

Las jóvenes gritaban con fuerza y el cantante se aparecía ante ellas con un traje negro y muy sonriente para leer los nombres de las elegidas. Kleofina, Eva y Madi se acercaron lo más posible y entonces se dio paso al anuncio final.

-Ruth, te concedo el honor.
-Te lo agradezco, Miss Bosque-Réunion 2003 es.... Kleofina Lozko.

Kleo abrazó a todas las chicas que la felicitaban y subió al escenario a recibir su banda alusiva y una pequeña corona de imitación de perlas.

-Muchas felicidades, nos vemos el 31 de octubre - dijo el cantante besando su mano y luego Micaela Mukhin la colocó al lado derecho.

-Continuamos, Miss Bosque Le Ciel 2003 es.... - y a cada chica mencionada correspondía una reacción más emocional. Algunas estallaban en lágrimas, otras no paraban de reír y las atónitas eran puestas detrás en lo que digerían el nombramiento. A Camille Maier incluso le tocó una arenga cuando la llamaron como "Miss Chartrand Rosillon".

-Miss Centre - Champagne 2003 es Madice Lison Hubbell - leyó Luis Miguel y ella se conmovió un poco a pesar de seguir evaluando su marcha. Algo tenía la coronita que se sentía muy apreciada.

-Nuestra Miss Université - Calais es Eva de Vanny, felicitaciones... Recibe su reconocimiento, qué emoción, el año pasado gané Miss Poitiers - Cipres y me lo recuerdan todas - relataba Ruth Bléger y proseguía con los nombres de Miss Nanterre, de Miss Corse - Lorphelin, contagiaba la genuina alegría de Miss Quai de Seychelles. Por supuesto, también la decepción de las que no entraban alimentaba esa atmósfera emotiva y mágica en la que lentamente los distritos conocían el rostro de sus representantes. Al llamar a la nueva Miss Jamal, el público local se volcó en un estruendoso aplauso y así solo quedaban dos lugares por asignar: los de Láncry.

-Es la primera vez que el barrio Láncry tendrá representantes y el año próximo Miss Herault, Miss Nanterre y Miss Marchelier desaparecerán para dar paso a Miss Languedoc, Miss Quai de Charentes y Miss Poitiers - Legrand. Miss Nouvelle Réunion no sólo cambió su administración y nombre; el país también y lo nuevo y lo viejo se verán por única vez en esta edición - reflexionó Mathilde Tellier antes de ceder la palabra a Ruth Bléger con el nombre de Miss Láncry - St. Michel.

-Mucha suerte a ¡Safiatou Mbelé! - y la honrada recibía los abrazos de sus vecinas antes de tomar su nuevo puesto junto a Miss Rossija - Miterrand.

-Queda un sitio en nuestro cuadro de misses, Luis Miguel, haz los hontes.

El hombre sonrió de revisar el sobre.

-La chica que voy a nombrar ganó como mejor respuesta en la sesión de entrevistas y en la prueba de esta mañana también fue primera; antes marcó una calificación alta en un filtro previo, podría decirse que obtuvo con enorme merecimiento unirse a las finalistas. Miss Láncry - Guyane 2003 es.... ¡Courtney Rostov Diallo!

Entonces los reflectores se posaron en ella, que estando de espaldas parecía que estaba yéndose. Courtney tomó un momento para pensar: el concurso estaba amañado, Mathilde Tellier la quería a ella y sus amigas para montar un teatro, un plan de boicot se estaba llevando a cabo.... Y a pesar de ello, había cosechado méritos como legítima concursante. Casi imaginaba la deliberación luego de las preguntas, la forma en que la habían evaluado en el salón de té. Si algo anulaba lo que estaba torcido era saber que realmente tenía el derecho de contender.

Feliz, Courtney dio la media vuelta y recibió su banda y corona luchando por no llorar.

-¡Aquí están nuestras misses participantes en el concurso nacional "Miss Nouvelle Réunion 2003"! - oficializó Mathilde Tellier segundos antes de que Luis Miguel les dedicara una canción.

-Todas son hermosas - dijo él - Hayan calificado o no han conquistado mi corazón, esto es para ustedes, celebren y pronto nos reuniremos.

Las chicas reaccionaron gritando cuando a ritmo de "Suave", el "Sol" pasaba frente a ellas y cada una recibía una rosa. Kleofina incluso pudo abrazar al ídolo y Madice bailar un poco con él; a Eva le tocó un beso en la mejilla y como coincidencia Courtney tuvo la rosa más bonita y grande de obsequio mientras Luis Miguel le cantaba "cómo me mata tu mirada". La fiesta terminó con las chicas jugando en la arena a las nueve de la mañana.


Con dedicatoria especial a @universalqueensmx