lunes, 30 de enero de 2012

La niña de la grulla. Tercera parte.




Carlota despertó a las ocho. Aún se sentía emocionada y después de desayunar se reunió con Judy, pero era una coartada. La señora Becaud le había arreglado una cita con Joubert antes de la última práctica.

-Los veré en Sotnikova a la una - sentenció. 

La pareja había decidido no separarse y aguardar un par de días a que Haguenauer se marchara para no tener que verse a escondidas. Él le mostró su acreditación para poder "estar" cuando ella apareciera en competencia esa noche. Descendieron por  Cotillard y en Nathalie, se detuvieron en el mirador. Llevaban semanas sin pararse por ahí y realmente lo habían extrañado. 

-Un día te compraré el palacete de esta calle - sentenció el chico.

La mañana lucía fresca y los niños corrían por doquier. Los vendedores de globos eran los más felices.

-Te amo, Carlota.

Era uno de esos días en que no necesitaban decirse muchas cosas. Él besaba su frente constantemente y ella le respondía con inocentes cariños en la cara. El sol era tenue pero el cielo estaba repleto de colores, el reflejo del mar lucía precioso y las luces aún no se apagaban.

-No me has contado qué tal la cárcel.
-Es un muy agradable lugar ... Únicamente huele a inodoro, los tipos de al lado traen navajas y los adictos te roban todo lo que traes mientras te amenazan con una botella rota.

La pequeña optó por no seguir con el tema.

-He formado un grupo. Ensayamos por la mañana.
-Qué interesante.
-Me volveré un músico más en forma. Adoro mi trabajo de dj pero le va mejor a las bandas y como escultor... sin comentarios.
-¿Qué pasó con el atelier?
-Me despidieron.
-¿Porqué?
-Hallgrim dice que no quiere competencia.
-Ese tipo en un imbécil.
-Ni tanto, es el bajista que contraté... Era el único a la mano.
-Debería enfadarme.
-Ya tenemos una fecha para tocar.
-¿Cuándo?
-El domingo en la fuente de sodas.
-Entonces podré ir.
-No desearía que te lo perdieras, por eso le insistí a la encargada para que nos dejara debutar allí. Aquí está el folleto de la publicidad.

Después, retornó el silencio. De la mano, dieron un paseo por De Gaulle. Al anunciar las campanas el mediodía, ambos abordaron el metro y pasaron un momento en la tienda Totmianina antes de arribar al lugar indicado, pero Judy no se apareció. La esperaron unos minutos aunque el tiempo apremiaba, así que optaron por ir a la pista, diendo con ella a varias cuadras. Iba con Gwendal.

-¡Perdón, perdón! Me encontré a tu tío y nos quedamos platicando - se excusó la joven - ¡Qué pena!
-Al menos no llegaré tarde - contestó la pequeña un poco molesta.

Los cuatro decidieron ir a pie y al momento de arribar al entrenamiento, Joubert debió ocultarse pero no sirvió. Haguenauer lo vio a lo lejos.

-Al menos finjan que no me creen tonto, Carlota - reprochó.

Tamara llevó a su alumna al interior después de recibir una agria advertencia:

-O ahuyentas a ese chico, o te vas olvidando de mi apoyo. Yo no estoy para juegos con una niñita que no entiende que no voy a tolerar su "corazoncito" cuando ande detrás de un conflictivo muchacho idiota ¿Está claro?
-Aplicaré más presión en eso, te doy mi palabra.

La chica Liukin eligió permanecer callada y comenzar a prepararse. Dentro, los fans ya ocupaban sus asientos y durante las sesiones de práctica tomaban fotos y no paraban de gritar.

-Esto será un manicomio - reparó Didier recobrando cierto buen humor - ¡Judy! ¡Mira!

El "Team Carver" había elaborado una curiosa manta en la que Carlota lucía preciosa pero Verner estaba pixeleado y los colores se veían degradados.

-La intención es lo que cuenta, supongo.

Anton por su lado, lucía la playera con su cita y en su nuevo papel de héroe popular se aseguraba de que los ancianos tuvieran buenos lugares. Adelina continuaba tocándole la cabeza y él comenzaba a dejarse querer. La chica le parecía hermosa.

Durante las entrevistas, Haguenauer procuraba mantener ocupada a la chica Liukin. La doctrina de "no prensa" era férrea y una de las reglas de la escuadra francesa la remarcaba: "No dar declaraciones hasta que acabe la competencia. No se permite a nadie hablar demás" y a pesar de no estar de acuerdo, la pequeña acató la disposición y procuró no trabar conversación con persona alguna.

-Excelente rutina - comentó Gabriela a Judy - ¿Cómo se te ocurrió?
-Hola señora, qué gusto verla.
-Me place encontrarme contigo.
-Me alegra que le agrade el trabajo.
-Es muy artístico.
-Es que pensé mucho en ballet cuando lo monté.. La rutina original no era tan linda.
-¿Puedo conversar con mi hija unos minutos?
-Adelante.
-¿Pero se debe quedar aquí, verdad?
-¿Necesita estar a solas?
-Será luego, mejor no la interrumpo.

Gabriela tomó asiento cerca de dónde estaría el Kiss and Cry y charló con Haguenauer hasta darle un apretón de manos. Un poco más lejos, Ricardo entraba junto con sus hijos y se colocaban al lado del "Team Carver" dónde una chiquilla presumía que acababa de unirse. Cada que su patinadora favorita pasaba cerca, ella le gritaba "hola" y "eres la mejor".

-Gracias por ser tan atenta.
-¿Usted quién es?
-Soy Ricardo Liukin.
-¡El papá de Carlota!
-Exacto.
-Me llamo Ashley.
-Mucho gusto ¿Cuántos años tienes?
-¡Ocho!
-Eres toda una bebé.
-Le voy a decir a mi mamá que lo conocí.
-Perfecto... ¿Por cierto, quién viene contigo?
-Las "Carver". Ya me dieron mi uniforme.
-Qué bien... Disculpa la indiscreción ¿Dónde está tu madre?
-En el hospital.
-Ah.. Lo siento.
-De seguro me verá en la tele. Mi mamá es Rachel Wagner.
-Entonces salúdala de mi parte, pero dime ¿Porqué está ahí?
-No lo sé. No la dejan salir de su habitación.

Ricardo se sobresaltó un poco. Pensó en Rachel y en la última vez que se habían visto. Si observaba con detenimiento, Ashley era muy parecida a ella y decidió ir a visitarla al día siguiente.

Conforme se iba llenando la arena, Carlota más se inhibía y optó por ir a uno de los salones tras bambalinas. Se sentía extenuada y harto tensa. Examinaba sus movimientos, hacía inventario de sus cosas y anotaba en su libreta lo que hacía a cada hora hasta que iniciaron las rutinas libres. Comenzó a darle comezón y hasta sus mallas le picaban. Judy permanecía con ella y compartía su ansiedad. A veces oían las calificaciones de las otras, ocasionalmente lagrimeaban. El técnico de la pista le avisaba a las competidoras cuando debían salir. A partir de ese instante, la chica sentiría como se escurría el tiempo y lo duro que era competir consigo misma. La tos volvió y debieron darle agua. Las chicas de al lado no estaban satisfechas con su desempeño y hubo una que comenzó a gritar.

-Va a terminar en lugar veinte - comentó su entrenador - Lo hizo muy mal.

Por supuesto, la chica Liukin no necesitaba escuchar eso y apanicada, se retiró al pasillo. Haguenauer se acercó y dijo que la vería con Tamara entre el público.

-Tu madre quiere quedarse contigo. Buena suerte.

Gabriela abrazó a su hija. Esa escena fue tan bonita que Javier la capturó.

-Ven, Carlota, ya casi te toca.
-Gracias por venir.
-¿Te sientes bien?
-Un poco.
-¿Y si cantamos para que se te pase?

Ambas entonaban las melodías que le gustaban a Andreas, aunque no sabían porqué se habían acordado de ellas. Desde Dick Dale hasta Def Leppard y Nirvana, ambas se reían sólo de escucharse sin percatarse de que las grababan.

-Sergei te mandó esto - susurró su madre.
-Me la pondré cuando me califiquen.
-Ve allá. Eres la mejor.

La mirada de Gabriela, inyectó a la pequeña de la determinación que necesitaba. De pronto, había dejado de lado el temor y la anunciaron:

-The last skater, 13 years old and representing France: Carlota Liukin.
Current rank: 1st place. Coaches: Tamara Didier and Romain Haguenauer. Coreographer: Judy Becaud.

Los vítores no fueron atendidos por la niña que mentalmente realizaba su último repaso. Joubert le envió un beso desde la zona de fotógrafos. Ella recordaría más tarde haber pensado que estaba soñando.

-Eligió "El lago de los cisnes" para su programa libre - le dijo Haguenauer a los espectadores cercanos. Los conocedores sabían que era una alusión a una de las primerizas rutinas de Tamara que no poseía mucho encanto. Didier, como instructora quería revertir el error.

Cuando la pequeña comenzó a moverse, su detractor más acérrimo, Ingo Carroll, decidió reservar sus comentarios. Todos los que la conocían, en vez de gritar, atisbaban con una tranquilidad. Era una de esas veces en que el ruido era casi inexistente. Carlota aterrizaba bien sus saltos, patinaba fluido y lo estaba disfrutando. Lentamente, dirigía al respetable a dónde quería: Al momento de la coreografía. Adelina entendió y comenzó a aplaudir después de ponerse de pie. Anton la siguió y la multitud se fue sumando. Segundos antes de que el ritmo se volviera vertiginoso, la chica Liukin se detuvo un momento, el tiempo suficiente para ver a Sergei, oculto como siempre en la oscuridad de una puerta de acceso para después concentrarse de nuevo y dar vueltas, splits, aquello que arrancó las aclamaciones de los presentes para después acrecentar sus ánimos con sus conocidas y refinadas extensiones. Cerca del final, mostró unas piruetas y literalmente "mató" las aspiraciones de las contendientes cuando comenzó a dar vueltas sobre su eje mientras sus brazos formaban un cisne antes de levantarlos al final.

Tamara, Haguenauer y Judy se apretaron mientras celebraban su triunfo. Carlota agradeció al auditorio al tiempo que Joubert iba dónde ella para felicitarla. El "Team Carver" y sus amigos agitaban sus mantas y Ricardo y Gwendal reían. Gabriela aguardó a su pequeña y al tenerla enfrente le tendió las manos.

-¿Es la primera vez que no te caes en una competencia, verdad?
-Sí... ¡Aw! ¡Jajajaja!
-Excelente, Carlota. Tienes razón, esto es lo tuyo.

Tomaron asiento y acto seguido, la pequeña se colocó la prenda con la leyenda "¿Me declara culpable ya?" misma que levantó una ovación e hizo que enfocaran al chico Maizuradze. La aparición de las notas fue tardada.

-The score for Carlota Liukin from France:
Technical merit: 5.9  5.9  5.9  5.9  6.0  5.9  5.9  6.0  6.0  5.9
Presentation: 6.0  6.0  5.9  6.0  6.0  6.0  5.9  6.0  6.0  6.0
Ordinals: 1  1  1  1  1  1  1  1  1  1
Carlota Liukin from France is 1st place overall.

Gabriela abrazó a su niña y comenzó a llorar.

-Te amo, Carlota ¿Lo sabes? Este es el principio de tu vida. Cuídate mucho y recuerda que siempre serás la mejor. Dile a Adrien que coma verduras y a Andreas que a veces he sido dura con él porque trato de que le dé a las cosas un valor. Quiero que apoyes a tu padre ya que su enfermedad le ha hecho la vida muy difícil. Hazle caso a Tamara, no rechaces sus cuidados ni sus consejos. Estoy muy contenta y no quiero que olvides que todo lo que hago es por ti.

A la muchacha le pareció extraño ese discurso. Simultáneamente, Sergei le entregaba un papelito a su maestra, mismo que al ser leído, hizo que la mujer se levantara y lo siguiera.

-Ve por tu medalla.

La chica obedeció en cuanto se apagaron las luces. Su nombre era coreado y al presentarla, un grito ensordecedor hizo vibrar el recinto. El comité organizador y el rector Jeunet colocaban las preseas y cuando Carlota recibió la suya, enseguida la tocó.

-¡Sí es de oro! - expresó y causó algunas risas. Cuando vió la bandera francesa y escuchó la Marsellesa, ella se percató de que ni siquiera una sola línea se sabía. Tendría que acostumbrarse a ser una extranjera en su propio país y era radical.. Pero su atención se volcó en el alboroto tras bambalinas...

Tamara perdió de vista a Sergei y continuó hasta llegar al apartamento Liukin de acuerdo al recado hallando al guerrillero en el balcón.

-Dejé la llave puesta para no hacer ruido.
-¿Qué hace aquí?
-Un favor.
-¿Gabriela le pidió que me diera esto?
-No era capaz de encargárselo a otra persona.
-Vaya.
-¿Porqué no se sienta?
-¿Junto a usted?
-Nada es casualidad.

Ella tomó lugar junto a él.

-Quiero entender este sacrificio.
-Las madres que son extraordinarias hacen lo inimaginable por sus críos.
-Es que.. ¿Cómo voy a concebir que Gabriela abandone a su familia?
-Le encomendó a usted cuidar de ellos, ya se lo había avisado.
-¡No pensé que hablara en serio!
- Mientras dure esta maldita guerra, esa madre peleará sin rendirse. No crea que no se me quiebra la voz de sólo pensar en el dolor que le está ocasionando a todos con su decisión.
-¡Esto es un absurdo! ¡¿Porqué hacerle creer a sus seres queridos que está muerta?!
-Porque es más facil infiltrarse y actuar... Estamos enfrentando una conspiración monstruosa, cruel.. Son enemigos cuyos rostros no hemos visto. Si Carlota no tuviera sangre pura, ellos no tendrían qué perseguir. El Gobierno Mundial, discreto pero establecido no se va detener en su carrera de destrucción. Han saqueado y saquearán naciones, provocarán caos y conflictos entre los seres humanos, los asesinarán de hambre y los sumirán en la enfermedad sólo por una gota de plasma y si llegan a tocar a Carlota, nos volveremos esclavos de la segregación, el exterminio... Gabriela además tiene su historia escondiéndose de esa gente y si debe simular un entierro para mantener segura a su hija, no habrá quién la pare... Tamara, le suplico que no meta las manos más que para proteger a Ricardo y a sus hijos. Necesitarán alguien que los apoye y un hombro en el cual llorar.
-¿A dónde va Sergei?
-Ojalá pueda explicarle... Sólo Carlota conoce mis sueños. Hice esto, déselo por mí.

Tamara tomó la grulla de papel y la examinó un momento. Trankov volvió y le confesó que no era capaz de marcharse. Ambos decidieron esperar a los Liukin hasta el amanecer cuando Joubert y Haguenauer sostenían a una inconsolable Carlota.

Ambos le contaron a Didier que durante la premiación, Gabriela se había desvanecido y no reaccionó a los intentos de reanimarla. El funeral se llevaría a cabo por la tarde.

lunes, 23 de enero de 2012

La chica perfecta


Sacar a Joubert de prisión fue mucho más difícil de lo planeado y Haguenauer debió dar la cara por él a petición de Carlota. Esta circunstancia le molestó tanto que forzó a la niña a prometer que se alejaría definitivamente del chico. Pero no era el único con esa exigencia. Evan pasó días enteros aceptando casi cualquier encargo para pagar la fuerte multa a la que su novia se había hecho acreedora y su padre por primera ocasión en años le reprendió duramente, prohibiéndole verla en cuánto fuera liberada. Abrumada por las molestias del embarazo, Casey tomó el caso sin cobrar y Eva evitó el juicio, pero no se libró de una humillante disculpa televisada y el escarnio público. Los reporteros eran feroces con ella y su padre creyó oportuno esconderle un par de días.

Paradójico resultó que en caso de Anton, la gente reaccionara con desbordada simpatía. Las imágenes que lo habían mostrado esposado causaron las críticas más agrias contra el departamento de policía y en el juzgado familiar, un comentario suyo: "Señora jueza no quiero perder el tiempo ¿Me declara culpable ya? Le di un puntapié a la cámara.. ¿Ahora me puedo quitar el saco? Me pica" era repetido sin cesar en los espacios informativos y hasta una playera, diseñada por Lubov Trankova, con la segunda frase del mozalbete se vendía a buen ritmo, a tal grado que el niño no tardó en pedir la suya (en Tell no Tales se podía disimular muy bien y esa moda efímera era la prueba: Aunque todos sabían que financiaban la insurgencia, sostenían con aplomo que desconocían quién había tenido la creativa idea).

En medio de un ambiente de alerta, la pista principal se engalanó por los campeonatos europeos de patinaje artístico. La prensa no dejaba de resaltar que a pesar de que la ciudad ni siquiera se encontraba en el continente o al menos cerca, los tellnotellianos habían decidido enfrentarse a los mejores de aquella zona del mundo desde que se habían formado las federaciones deportivas. La organización era impecable y los boletos, tanto para junior y senior estaban agotados. En las calles, colgaban tres tipos de mantas gigantes elaboradas por los rusos, que advertían de un festejo grande la noche anterior:

"You rock, Zhenya Plushy!" 2002 European Champion"
"Thanks for the show, Stephen Lambiel! 2002 European Silver Medalist"
"Surprisingly amazing, Verner Tomos! 2002 European Bronze Medalist"

Las chicas del "Team Carver" preparaban algo similar si Carlota conseguía una medalla pero no hacía falta. Los vecinos del chico Maizuradze colgaban igualmente pancartas gigantes en sus balcones para demostrar su apoyo a la pequeña y como detalle, también colocaron fotos de su entrenadora quién aún no lo creía cuando pasaba por ahí. La leyenda "We love too, Tamara" aparecía inmediata a la original "We love you, Carlota".

-Felicidades, el muchacho lo ha hecho excelente - le decían en alusión a Tomos - No podemos esperar para ver a la niña ¡Se nota que los has formado bien! - Y acto seguido les concedía autógrafos frente a una inmensa pantalla. Irina Astroskaya, la mejor rival de Michelle Kwan, era otra que declaraba su admiración por la chica Liukin mientras caminaba por su barrio. Ella participaría en la última competencia al día siguiente.

-Estoy frita con todo esto.
-Antes te encantaba ¿Porqué la timidez?
-Me he desacostumbrado, Irina. Y es raro que los entrenadores sean atendidos por el público.
-Es cierto.
-¿Irás a vernos esta noche?
-No me lo pierdo ni loca.

Ambas fueron a su lugar designado para entrenar y se toparon con Judy que iba retrasada. Haguenauer le daba las últimas instrucciones a Carlota y Verner fungía como su utilero en vista de que el chico Bessette no se presentaría. En las gradas, los Liukin comenzaban con sus gritos de aliento. La competencia iniciaba a las cinco de la tarde. Faltaban dos horas.

Adelina Tuktamisheva andaba por ahí. Desde su rescate, se había dedicado a pasear despreocupadamente por la ciudad y pasaba por las tiendas de ropa para robar cualquier cosa. Con ganas de ver a la chica Liukin, le quitó los botines a un par de patinadoras suizas. En un momento de distracción, se coló a la pista y aprovechó el momento en que Carlota tomaba agua para acercársele y abrazarla.

-¡Uy, tenemos invasión aquí! ¿Quién dejó pasar a esta niña? - exclamó Romain sin enojo.
-Eres más bonita en persona - señaló Adelina.
-Gracias ¿Quieres una foto?
-Dame cinco, chica.

Acto seguido, la niña de Cobbs sacó una cámara desechable, también hurtada. Carlota sonrió.

-Bien, me voy corriendo. Por cierto, te regalo esto.

Adelina colocó en la mano de la joven Liukin un par de aretes azules. Las chicas que habían sufrido el robo iban detrás de la intrusa.

-Los fans ya se alocaron - comentó Verner - Ayer robaron las chamarras y hoy por la mañana desaparecieron los vestuarios.
-Iré a revisar mis cosas - dijo Carlota, al tiempo que tomaba su mochila. El sonido local indicaba que abandonaran el hielo.

En bambalinas, algunas rivales comenzaban el proceso de elaboración de complicados peinados y maquillajes brillantes. Las que saldrían primero eran las más presionadas. Carlota aprovechó que su horario era medianamente generoso para escuchar música y platicar con Haguenauer hasta que Adelina se apareció de nueva cuenta, ubicándose a su lado. Con ironía, externó:

-A ti no te voy a robar nada.
-¿¡Esos son mis tenis!?
-Los saqué de tu cuarto, son brillantes.
-¡Me los obsequió mi tío!
-Gwendal te comprará otros. De todas formas te los voy a pagar.
-¡Son una edición limitada! No venden zapatos amarillos con agujetas azules en cualquier lado.
-Te los devuelvo.
-¡No! Ya los tocaste.
-¿Y te da asco?
-Un poco.
-No tengo piojos.
-Te los regalo.
-¿Ves? No necesité robártelos.
-Sólo te los pusiste.
-Mejor hablemos de algo más lindo.
-¿Porqué me tocas?
-Tú y yo seremos amigas.
-¿Porqué lo dices tú?
-Exacto.. Qué lista.
-No quiero.
-Sí quieres.
-¿Me estás ordenando?
-Te estoy diciendo que cuentas conmigo.

Carlota intentaba imaginarse de dónde había salido esa chica de cabello negro y ojos azules que de pronto la trataba como si realmente la conociera.

-¿Has oído a Radiohead?
-No sé .. No.
-Son famosos por "Creep" entre los poperos.
-No los conozco.
-Te regalaré algunos discos. Ve a hacer tus ejercicios.

Haguenauer le susurró a la desconocida que se dirigiera a las gradas. Por extraño que fuese, Adelina obedeció. La niña Liukin se enfocaba en concentrarse mientras realizaba estiramientos y miraba a las competidoras correr para estar a tiempo. Ella no lograba calmarse y su entrenadora lo notó.

-Escucha: No te angusties. No importa este concurso, sólo tú. Estás aterrada, pero no de esto.
-No soportaría hacerlo mal.
-Ay Carlota... ¿Sientes muchos nervios? Los sacaremos juntas. Iremos con tus amigos.

Las dos se dirigieron a los asientos del público. Anton bailaba y animaba a las personas cercanas. Carlota no tardó en acompañarlo pero las infantes se le acercaban y debía atenderlas. A nadie le llamaba la atención que la mayoría de las seguidoras de la chica Liukin fueran niñas muy pequeñas, pero sí que fueran demasiado afectuosas e inclusive, dijeran que gracias a ella, habían comenzado a patinar. Las adolescentes del "Team Carver" en contraste, eran mucho más entusiastas en el sentido eufórico: había españolas, alemanas y japonesas que la seguían llenando de obsequios e intimidando a los grupos de animación de otras participantes al más puro estilo de una barra futbolera.

Un timbre anunció que el primer grupo de atletas saldría a realizar unos ejercicios antes de sus presentaciones y Tamara llevó a su alumna a bambalinas para que se cambiara y calentara nuevamente.

Adelina consiguió que un aficionado al lado de Anton le cambiara el lugar y enseguida, sacudió el cabello del pequeño que soltó un gritito pero no se incomodó.

-Ah bueno ¿Cómo te llamas?
-Adelina, nueva amiga de Carlota.
-Muy bonito, él es David y ella Amy.
-Hola a todos.
-Nunca te había visto.
-Pero no me extrañarás todos los días.

Cuando las contendientes se presentaban, Judy cruzaba los dedos y suplicaba que todas se cayeran. Eso era novedoso para ella. Gabriela por coincidencia también lo pensaba. El programa decía que Carlota aparecería en el tercer grupo y los periodistas le aseguraban a la audiencia que verían su debut formal mientras enfocaban a Michelle Kwan, que se mostraba impresionada con el nivel que demostraban las pequeñas. Cuando el segundo segmento terminó, había transcurrido hora y media.

-¡Ahí está! - exclamó Gwendal al ver a su sobrina salir a escena solo para probar la pista y terminar sus estiramientos. El público descansaba y abandonaba sus asientos un instante. Ricardo prendió la videograbadora. Su hija observaba con pánico a las demás y los franceses del público le preocupaban más. Ahí entendió el enorme estrés de Haguenauer: una pancarta decía "Si vas a ir por Francia, más te vale ser buena Carlota".

Cuando los jueces llamaron a todas a dar paso a una chica eslovaca, la pequeña Liukin se cubrió la cara y comenzó a murmurar algo ininteligible. Estaba sola. Tamara y Judy se encontraban cerca del Kiss and Cry y no podían ayudarla más. Prefirió ignorar a la joven de enfrente, a todas. Ni siquiera oyó sus notas. De pronto, era su turno.

Al aparecer nuevamente ante todos, Carlota dió vueltas y observó las cámaras y los flashes.

-"Ladies and gentleman, making her international debut, 13 years old and representing France, Carlota Liukin" "Coaches: Tamara Didier and Romain Haguenauer. Coreographer: Judy Becaud"

La niña sintió que su estómago se revolvía y tosió un par de veces. Se colocó en posición, pero la música tardó en comenzar. Sus labios se movían demasiado y al escuchar apenas el primer acorde, su mente se colocó en blanco y realizó su primer pirueta, arrancando los primeros aplausos y después sus pensamientos volvieron. Tomando consciencia de su velocidad, logró concretar su combo de saltos y un poco más tranquila, se dispuso a mostrar sus extensiones. Los presentes miraron con asombro la exhibición de flexibilidad de la pequeña. El salto que le precedió fue tan bueno que el sonido de las aclamaciones comenzó a hacerse más fuerte.

Hasta ese momento, el adjetivo"adorable" era el más frecuente. Cuando la melodía cambió su velocidad, Carlota preparó su doble axel pero no esperaba el resultado. Alcanzando una gran altura y distancia respecto al sitio dónde comenzó el elemento, las exclamaciones de "¡Oh, por Dios!" provocaron los alaridos de festejo. La coreografía se apoderó del escenario y acercándose el final, las piruetas dieron paso a la posición definitiva en la que Carlota terminaba con una rodilla en el hielo.
La explosión de júbilo se volvió incontenible y el público se volcó a lanzar peluches y rosas. Era la primera vez que el público se ponía de pie ante la chica Liukin que observaba impresionada y agradecida.

En la zona técnica, Tamara la recibió con un fuerte abrazo y le pareció darse cuenta que Joubert se había parado junto a ellas. Carlota estrechó a Haguenauer y sin contenerse, abrazó al joven Bessette que traía un cilindro con agua. Judy lloraba. En las pantallas, la niña apareció en primer plano y aún no terminaba de colocarse los protectores de las cuchillas cuando los jueces presentaron las calificaciones.

-"Ladies and gentlemen the scores please
Technical merit: 6.0  6.0  6.0  6.0  6.0  6.0  6.0  6.0  6.0  6.0*
Presentation: 6.0  6.0  6.0  6.0  6.0  6.0  6.0  6.0  6.0  6.0
Ordinals: 1  1  1  1  1  1  1  1  1  1
Carlota Liukin from France after Short Program is 1st place"

La multitud seguía impactada. Carlota no podía creerlo. No importaba lo que hicieran las demás, ella estaba clasificada a la final y su ventaja sería demasiada. Había obtenido la máxima evaluación que se podía recibir.
Michelle Kwan la miró a la distancia, retándola. Tamara caminó hacia ella.

-Dile que nos veremos las caras muy pronto.
-Eso es seguro.
-Derroté a la maestra, ella es la que sigue.
-¿Te ganará, lo sabes?
-Por eso espero que el tiempo pase rápido. Cuando llegue el momento, ella demostrará porque es mejor que nosotras. Extraordinario trabajo, Didier. Buenas noches.

 Visiblemente contenta, Carlota se dirigió a bambalinas y sólo aguardó la confirmación de su resultado. Saliendo de la pista, con su abrigo puesto y acompañada de su familia y amigos que la colmaban de felicitaciones, Adelina se aproximó nuevamente.

-¿Me vas a apretar siempre que me encuentres?
-¿Porqué no?

Gwendal saludó a joven de Cobbs y se cercioró de que ningún marino vigilara las cercanías. En los palcos de transmisión los comentaristas hacían el resumen de la noche. El performance de Carlota Liukin seguía capturando la atención. La cortinilla informativa decía:

"La francesa Carlota Liukin durante su programa corto esta noche en el campeonato europeo. Contabilizó promedio de 6 general, la nota perfecta."

*En el antiguo protocolo de calificación, los jueces utilizaban notas de cero a seis, dónde seis indicaba una actuación sobresaliente. A raíz de los problemas con el sistema en los juegos olímpicos de Salt Lake City 2002, se recurrió a una escala que en vez de evaluar el conjunto, se enfocó en contabilizar segmentos de elementos (saltos, spirals, spins, transiciones y coreografía) quedando instaurado oficialmente en 2005 y aún se usa.

sábado, 21 de enero de 2012

El deseo y la guerra


Carlota sufría de insomnio y comenzó a hacérsele costumbre llamar a Judy a las tres de la mañana y conversar de todo tipo de cosas. La señora Becaud, que padecía el mismo problema, al principio usaba esa conversación para cansarse lo suficiente y dormir, pero poco a poco comenzó a interesarse en seguir el hilo y cuando se percató de que podía escuchar a Gwendal como fondo, esperaba con ansiedad el timbre telefónico para bajar al café y permanecer ante el auricular el tiempo que la pequeña necesitara.

-¿Estás en la sala?
-En mi cuarto ¿Porqué?
-Es que oí a tu tío.. 
-¡Ah sí! Es que siempre se despierta a esta hora, yo creo que tampoco puede descansar.
-Es que suena tan cerca su voz que..
-Él habla muy alto en la madrugada, jajajaja.
-¿Y esa risita?
-Es que ya despertó a los demás. Es hora de colgar.
-¡No! Todavía quería seguir.
-Yo también pero me van a cachar.
-Oh.. Espero que puedas soñar con los angelitos.
-Igual tú.
-Salúdame a Gwendal, por favor y dile que ya no los levante.
-Ok, nos vemos.
-Hasta luego.

Judy sonrió y oprimió el botón para dar por terminada la llamada.

-¿Y ese suspiro? - cuestionó Jean.
-Nada.. No, no es nada.
-¿Qué haces fuera de la cama?
-No concilio el sueño.
-¿Por eso usas el teléfono?
-Carlota es la que marca.
-Te hubieras quedado en el cuarto.
-No te iba a molestar.
-Tú nunca lo haces ¿Leche caliente?
-Con chocolate.
-Bien, y así me quedo platicando contigo hasta la hora en que debamos abrir .. O tal vez no trabajemos hoy y estamos solos..
-¡Jean! ¡Me haces cosquillas! 
-¿Ya te dijeron que tienes la oreja izquierda más perfecta de todo el planeta?
-Qué halago.
-Es viernes, todo mundo se entusiasma demás, y no soy la excepción así que podemos estar muy juntos..
-Y divertirnos mucho...
-Nadie nos interrumpe y no tenemos compromisos..
-¡Espera! ¿Viernes?
-Sí.
-¿Tan rápido?
-¿A dónde vas?
-A lavarme las manos.
-¿Siempre sí abriremos?
-Jean, tenemos que salir.
-¿A qué?
-¡La parrillada! ¡Nos invitaron! Tengo que preparar algo dulce y mejor empiezo de una vez.
-Adiós, día solos.
-Tendremos tiempo de eso luego. Mejor ayúdame a hacer un pastel y un postre de limón. Pásame las almendras y un poco de vainilla, por favor.

Jean hizo lo que Judy le pedía. Era obvio que él no estaba de ánimos, pero no deseaba tener un desacuerdo, así que le ayudó en lo que era posible. Cuando terminaron, eran las seis y ambos regresaron a su lecho no sin antes programar el despertador y cayeron rendidos de cansancio.

Era mediodía cuando Gwendal encendió la parrilla. Sus sobrinos y Tamara le ayudaban a cortar vegetales mientras escuchaban las noticias. Él sólo sacudía la cabeza.

-La basura inunda al mundo. Ayer cerraron un sitio de internet, hoy es una guerra y mañana la instauración del Big Brother. Si no creen que esas cosas van juntas, vayan haciéndose a la idea de que sí.
-Siempre te ha desagradado oír las nuevas.
-Me molesta más que se metan con la libertad. Espero que los hackers trabajen y Metallica deje de tocar.
-¡Oh, lo decías por Napster!
-Y el comienzo de la represión del único espacio que nos quedaba a los utópicos.
-La tribu cibernética aún es underground y saben trucos que las empresas no. Ganarán Gwendal, ya verás.
-Lo sé de sobra pero me irrita ser invadido.

Didier sabía que su amigo había detectado un problema que era mucho más grave de lo que aparentaba y apagó la radio. Su pierna aún le dolía.

-¿Estás lista para los europeos, Carlota? - preguntó Mèriguet cambiando de tono.
-Sí tío. Me muero de ganas de competir.
-Qué bien. Sólo no te tenses más, traes una cara... Y se te fue el color.
-Tengo miedo.
-Lo sabemos.

Gwendal abrazó fraternalmente a la niña cuando esta contemplaba a Sergei Trankov recorriendo la ciudad a través de las azoteas. En ese momento, una alegre Judy arribaba con su esposo, que comentó mirando al guerrillero:

-Levante la mano quien vote porque hagamos como que no lo vimos.

Y todos realizaron el gesto. Sergei a lo lejos sólo rió un poco y continuó su ruta.

-Ha de estar en misión.
-No - replicó Carlota, asomándose a la calle - Hay marinos.
-¿Qué buscarán?
-Bendita habilidad la de Trankov de escabullirse por cualquier rendija.

La azotea no era un sitio tan seguro ese día. Para evitar contratiempos, decidieron bajar al apartamento y el asado se volvió buffet cuando los Maizuradze y David con Amy arribaron.

-Afuera están felices los morbosos - mencionó Anton - Revisan hasta la ropa que se trae. Ya no hay respeto.
-¿Saben que ha ocurrido? - cuestionó Judy.
-Le han fincado nuevos cargos de guerra a Sergei Trankov - contestó el padre del chico.
-¿Cómo es posible?
-Ayer fue a Cobbs y no fue amable.
-¿Qué pasó?
-Secuestró a una pequeña y ocasionó una explosión al interior de la base.

Gwendal supo que el rebelde había rescatado a Adelina, pero tenía sentimientos encontrados. Trankov ahora contaba con un problema que era exclusivamente culpa suya.

Tocaron la puerta. Gabriela y Ricardo regresaban del supermercado escoltados por un policía que, sin orden alguna, inspeccionó el apartamento. La misma escena se repitió con Joubert y Verner. Antes de retirarse, los gendarmes aconsejaron encender el televisor.

-Van a dar una nota de última hora - aseguraron.

La familia se situó en la sala y Javier activó el aparato. La programación había sido interrumpida. Eva de Vanny estaba arrestada. Según la marina, el ataque a su base comenzó con un intercambio de correos electrónicos y archivos entre ella y el grupo de guerrilleros de Trankov. La cámara de seguridad de la biblioteca de la Facultad de arquitectura captó a la joven utilizando la computadora justo en el horario en el que estaban fechados los mensajes. La detención también se había logrado porque uno de los especialistas informáticos interceptó un e-mail en el que presuntamente Eva deseó suerte a los conspiradores.

-¡En que lío se metió esa niña! Para que Lucas la saque de la cárcel necesitará a un abogado de esos malditos - exclamó Ely desde la estancia - ¡Le dije que solo debía preguntarles si le daban una entrevista, no que se pusiera a hacer amigos!
-Joder, tía que tendréis que deciros que pasa - señaló Javier en mal francés.
-Eva de Vanny no es una terrorista ¡Por Dios! ¡Es incapaz de planear una bomba porque tiene froot loops en la cabeza!....No han sido tres días desde que me preguntó como podía contactar a Trankov y yo siendo muy estúpida le di el correo.
-¿Porque querría esa dirección? - cuestionó Gwendal.
-Descubrió a un Neo hurgando en la oficina de su padre.

Gabriela instintivamente apretó a Carlota. Un silencio sepulcral se apoderó de aquellos que no eran tan jóvenes. La voz del lector noticias continuaba.

"Asismismo, el FBI  y la Interpol han pedido al departamento de justicia de Tell no Tales monitorear de forma permanente la actividad de sus usuarios de internet a fin de evitar la planeación de un futuro atentado como el de esta madrugada. Parte de la vigilancia incluiría además de correos electrónicos, blogs, videos, música, foros y periódicos, al igual que anuncios y descargas. Por supuesto, las reacciones no se han hecho esperar y el grupo encabezado por Sergei Trankov ha anunciado que combatirá este "spyware" porque representa "un peligro potencial para la libertad de expresión que podría vulnerar los derechos de privacidad de los usuarios y facilitar la censura.. En otras noticias ... "

Alguien llamó desde la habitación de la niña Liukin, Ricardo fue a inspeccionar y lo que encontró no le gustó. Un trabajador del Ayuntamiento instalaba una cámara de seguridad justo al lado del balcón de su hija. Ese acto era ilegal, primero por no haber notificado y después, porque el artefacto funcionaría cerca de la habitación de una menor. Furioso, el señor Liukin exigió que retiraran aquello. Fue tal el alboroto que la familia entera se precipitó a la habitación de Carlota. Queriendo arreglarlo de la mejor forma, Gabriela telefoneó a Casey y ésta le prometió acudir de inmediato pero fue tarde. Joubert arrancó los cables, Andreas forcejeó con el electricista y de paso, Anton pateó la cámara que al impactarse se quebró. Los tres enfrentarían proceso pero no parecía importarles. Javier realizaba apuntes de cómo los agentes de la ley se llevaban con brusquedad a los chicos y registró una arbitrariedad más: Al ser Anton oficialmente "un infante" (es decir, menor a quince años) estaba prohibido esposarle, cosa que los agentes hicieron. Ante eso, Gwendal encendió su ordenador y comenzó a relatar los hechos por escrito. Judy volteó a verlo y después de un par de segundos, se sentó junto a él. Secretamente, Mériguet estrechó la mano de la señora Becaud quién no se opuso a ello.

-Estoy bajando Ad Aware para que los espías no entren a mi computadora - comentó - y hago lo que los poderosos realmente temen: Evidenciarlos sin posibilidad de que nieguen su abuso. Ellos aún no tienen conciencia de lo vasto que es el mundo a través de esta pantalla y cuando lo hagan... Bienvenida a la World War Web, la única que los censores no van a ganar ¿Quieres saber porqué?

Gwendal soltó a Judy y tomó distancia para hacer venir a Jean. El escritor se acercó con recelo.

-¿Cuánta gente suele leer tus columnas?
-No sé.. supongo que diez mil siendo exagerado. Según mi editor yo soy el favorito de los suscriptores que son como medio millón y las ventas en los kioskos son bastante buenas. Desconozco mi alcance honestamente.
-¿Te gustaría saber una cifra más o menos exacta?
-¡Por supuesto!
-¿Porqué no compartes lo que escribes en la red?
-Los derechos dejan de ser totalmente míos una vez que se imprimen.
-Puedes rehacerlos y presentarlos en un blog ¿Porqué no sacas una cuenta? Te aseguro que llegarás a todo el mundo. Eres un escritor talentoso. Tal vez no recibas un centavo pero tus opiniones impactarán mucho más y creo que eso es lo que buscas.

Tentado por probar, Jean dio click en un website para registrarse, configuró las opciones y sin más, escribió. Por su parte, Tamara prestó ojos a la romántica escena que se desarrollaba en las narices del señor Becaud que, por distraerse, ignoraba. Judy flirteaba con Gwendal y conversaban con una voz muy tenue, casi imperceptible. Aunque la hería, Tamara debió admitir que se alegraba de que su amiga al fin se fijara en alguien mejor a su marido. Mèriguet era mucho más sincero y menos tonto; pero Judy finalmente huía. Alegando que deseaba respirar un momento, la señora Becaud salió a las escaleras y discreta pero sorpresivamente la siguió su admirador.

-Solos, al fin - musitó Gwendal que tomó un par de segundos y observó el vestido floral de Judy, su sombrero, su cabello liberado de los pasadores y listones que solía usar para sus peinados elegantes y rutinarios que no dejaban más que el fleco libre - Deseo estar contigo - confesó.
-Me desmayaré.

Ella tenía la piel de gallina y sus rodillas temblaban. Él intentó regalarle un beso pero la joven apartó el rostro. Un desencantado Javier fue su testigo involuntario y reprimiendo al máximo su tristeza, les dijo que todos irían a la comisaría, dónde Eva De Vanny, asustada y lagrimeando, abrazaba fuertemente al chico A, quién llevaba días sin estar enojado con ella.

Una razón más para defender la libertad de Internet: 
Este blog se une a la protesta por el cierre de Megaupload.

miércoles, 18 de enero de 2012

Tamara y el cíclope


Tamara recorrió junto a Carlota una parte de la campiña que se encontraba totalmente congelada. Lo hacía trotando mientras su alumna realizaba un gran esfuerzo con la bicicleta. Ambas buscaban los lagos solidificados antes de tomar un descanso.

-¿Cansada?
-Un poco.
-Te hace falta condición, niña.
-Pero hago ejercicio.
-Al parecer no basta. Iremos con el doctor, tal vez debas ingerir más carbohidratos.
-De acuerdo.

Continuaron su camino hasta un sendero de roca que conducía al valle que deseaban y descendieron sin prisa. La chica Liukin tiritaba y tomó asiento sobre un tronco que aún no estaba repleto de nieve. Tamara le pidió que permaneciera ahí en lo que encontraba ramas sueltas para encender una fogata y afortunadamente encontró más que las necesarias.

-Acamparemos aquí ¿Trajiste una bolsa de dormir? Porque yo no olvidé la mía.
-Mi mamá me dió también una cobija.
-Excelente. Te aviso que entrenaremos desde mañana.
-¿Porqué vinimos hasta acá?
-Para calmar tus nervios.

Al tiempo que la pequeña hacía el inventario de la comida enlatada, Tamara levantaba la tienda y revisaba que las llamas no se apagaran. La ventisca comenzaba a da problemas y un crujido incesante perturbó la calma.

-Veré de que se trata. Guarda las cosas, Carlota.

Didier revisaba el lugar para encontrar grietas y como el sol iluminaba la zona, consideró prudente asegurarse de que tampoco se registrasen derretimientos.

-Al parecer todo sigue en orden - expresó al volver - Te sugiero que entres a la tienda, yo calentaré algo de café.
-Mi mamá dice que no puedo tomarlo.
-¿Prefieres tener frío? ... Anda, espérame ahí dentro.

Carlota siguió la sugerencia y su maestra prosiguió a elaborar la bebida pero otro ruido fue tan cercano que determinó inspeccionar otra vez sin hallar algo en absoluto.

-Niña, creo que es mejor que levantemos todo. No es seguro permanecer en este lugar.

Pero una piedra cayó a los pies de Tamara.

-No te muevas Liukin. De seguro alguien nos juega una broma.

La mujer caminó alrededor y seguió sin distinguir peligro alguno. Por las dudas, prefirió no arriesgarse y volver a casa pero a cada paso que daba, escuchaba nuevos crujidos y conforme aceleraba, eran más cercanos. Evitando gritar, ella eligió correr hasta que una fuerza externa la impactó hacia las rocas. Ella giró y sintió como una enorme bestia la alzaba para después estrellar su pierna izquierda una y otra vez contra lo que fuera. Soportando el dolor, Tamara hizo acopio de valentía y una vez en el suelo, intentó defenderse arrojando ramas y nieve. Al borde de la desesperación, debió hacer uso de un viejo dije que siempre llevaba colgando pero no tuvo efecto. La bestia la levantó una vez más y ella apuntó al ojo, dañándolo con el copo que le quedaba en la mano. La criatura dió un grito aterrador y la dejó caer.
Ella se incorporó pero su extremidad no resistía el apoyo y su espalda dolía demasiado. Cojeando, Tamara llegó con Carlota, quién salió de tienda bastante impresionada.

-Deja todo, necesito un doctor, chica.

Ayudándola como podía, la niña Liukin pronto cayó en cuenta de que la bicicleta no era una opción e improvisó un trineo con un par de troncos cercanos, mismos a los que ató con una cuerda que venía de regalo en el empaque de las bolsas de dormir.

-¿Siempre tienes tanta suerte?
-Mi mamá pensó que la promoción era buena.

Ambas se deslizaron por una ladera cercana hasta la entrada de la ciudad. Los campesinos llamaron a emergencias y la pequeña a su padres. La ambulancia recogió a Tamara pero el reporte no era alentador al arribar al hospital. Después de limpiar la herida, los médicos debieron medir el daño interno inmediatamente y descartar hemorragias mayores. Cada que le preguntaban quién la había atacado, Tamara guardaba silencio. Nadie le creería que un gigante cíclope era el causante.

-Esto no corresponde a una caída accidental - le reiteraban.
-Así fue - repetía.

Pero lo peor fue durante la noche, cuando la inflamación se hizo más severa y rojiza. Una infección se añadía a su cuadro y ella comprendió que no estaba frente a galenos heroicos, sino enfrente de unos que prepararían la amputación lo más pronto posible. La visita de una enfermera le hizo confirmar que así sería en cuánto le colocó una marca para ver si el mal avanzaba.

-Conozco eso, no es bueno - le dijo la indigente de al lado, que se había quemado al intentar calentarse - Algo se está comiendo tu carne.

Tamara jamás había reparado en la posibilidad de no volver a patinar y se percató en ese instante. Pensó en su rehabilitación, en sus ejercicios por cuenta propia. Tanto tiempo trabajando para sí y más tarde enseñando a otros, siempre con la esperanza de que volvería a saltar como antes; misma a la que acallaba cada vez que sus rodillas la detenían...

-¡¿Cómo rayos ..?! .. No, nadie me va a quitar la pierna.. Debo irme.

Al pisar, ella no pudo evitar gritar por el descomunal dolor del que era presa pero en vez de rendirse, se colocó su ropa, abandonó la habitación y hurtó unas muletas. Por ser ya de madrugada, nadie le detuvo o preguntó en absoluto.

Con creciente enojo, ella avanzó hacia la campiña después de bajar en la estación Le Sorcière. Para llegar al asentamiento más próximo, sólo debía pasar por una enorme escalera y continuar de frente hasta llegar al hielo. Sin importarle la distancia, tomó el camino mientras sufría por el helado ambiente y no cesaba de revisar si la bacteria o lo que fuera ascendía por su cuerpo. Llegó al valle ya muy entrado el amanecer.

-¡Maldito! ¡Ven aquí! - gritó con todas sus fuerzas y los pasos volvieron a sonar - ¡Ven porque te voy a matar!

Las pisadas entonces, se percibieron más lejanas. Decidida a enfrentarse, buscó al cíclope por las cercanías mientras le decía que era un cobarde. Ella se guiaba por los crujidos y pronto, se detuvo enfrente de una cueva.

-Así que te escondes ¡Si me van a cortar el cuerpo, antes me desquito!

Pero Sergei Trankov se le plantó.

-¡Déjelo en paz!
-¡Por su culpa me quedaré incompleta!
-¿Qué le hizo?
-Estrelló mi pierna y ahora se ha infectado y ...
-Eso no lo contrajo aquí.
-¿Cómo que no?
-El hospital de la ciudad está infestado de bacterias "come carne". No debió permitir que la atendiesen ahí... Mejor salude a Drago, posiblemente le gustará.

Sergei la tomó del brazo y la acercó al cíclope que aplaudía y hasta le lanzaba flores.

-Está enamorado de usted desde hace un par de años.

Tamara observó con asombro las imágenes que el ser poseía al igual que una compilación de videos.

-Los cíclopes suelen lastimar a las mujeres para que no se vayan - Explicaba el guerrillero - Y Drago deseaba conocerla. Le aseguro que después la iba a curar pero ahora me encargaré.
-¿Cómo llegó todo esto aquí?
-Cuando conocí a Drago, él ya tenía las fotografías, lo demás yo lo conseguí. Los admiradores se encuentran donde menos lo espera.

El cíclope estaba emocionado y sacó un par de botes con néctar de flores a manera de obsequio. Didier no sabía que hacer.

-No le tema. Él sólo quería ... Ellos son bastante imprudentes.
-¿Ellos?
-Hay más viviendo en la cordillera.
-¡No es cierto!
-¿Pensó que era el único?

Ella enmudeció. Trankov le aproximó una taza.

-Bébalo, le sanará la extremidad en unos minutos.
-¿Qué es?
-Hierba quemada.
-No entiendo.
-Así se llama la planta. Esto pasará: usted tomará el té, experimentará tos durante varios minutos y cuando termine, usted habrá olvidado que algo la carcomía. Después, le facilitaré otra infusión para que no se asfixie.

Tamara se sorprendió.

-No me mire así. La hierba le quitará la infección pero si no la acompaña con frambuesas y miel, el activo cerrará sus vías respiratorias.
-¿Cómo concibe que meteré esto a mi organismo?
-No tiene salida ¿Va a dejar que una calamidad hospitalaria acabe con su pierna? La hierba es el único remedio.
-¿Y como sabré que va a funcionar o que usted no me abandonará aquí?
-No se preocupe, esto no llegará a tanto.

Desconfiando y con el ánimo de que nada más nefasto ocurriría, ella ingirió el té de un sorbo. Drago le facilitaba un cobertor e insistentemente le señalaba la pantalla del televisor.

-¿Mis rutinas te parecen bonitas? No pensaba eso cuando tenía dieciséis y me entrenaba mi abuela... Ahora no puedo girar sin lastimarme más de lo que ya estoy.

Sergei rió para sí. Didier entendía perfectamente al cíclope y le contaba sus anécdotas aunque no hablaba su mismo lenguaje. Inclusive, un par de risas brotaron espontáneamente.

-Beba esto de una vez. Si se da cuenta, no ha expectorado.
-¿Cuánto tiempo ha pasado?
-Dos horas.
-Vaya, estaba tan entretenida.
-¿Le agrada este chico, verdad?
-Sí. Hasta me ha mostrado los peluches que coleccionó para mí.
-¿Ya revisó su pierna?
-Dos veces. Se curó, gracias.
-Noto que no le impresiona.
-Es porque las rodillas me duelen. 
-¿Quiere irse?
-Tengo ganas de estar en mi casa.
-Andando.
-¿No va a despedirse?
-Con Drago es mejor no intentarlo.
-Hágale entender que lo de ayer estuvo mal, por favor.
-Desde luego.

Sin atreverse siquiera a voltear, Tamara emprendió el regreso y al pasar por los lagos congelados se imaginó saltando, riendo y formando todas aquellas figuras que alguna vez le provocaron ovaciones y que soñaba con realizar una vez más.





Este blog también se une a la lucha por la libertad de expresión #StopSOPA!

miércoles, 11 de enero de 2012

Una petición de boda.


-No llores.
-No lo puedo evitar, Gwendal. Necesito aire y estar sola.
-Tamara, te ves mal.
-¡No me toques!
-Espera, calma.
-¡Aléjate de mí!
-En serio, no creo que que sea lo mejor.
-¡Sal de mi casa!
-¡No voy a dejarte así!
-¡Lárgate!

Tamara forzó a Gwendal a ir al exterior y después aseguró la entrada.

-¡Abre, por favor! - gritaba él - ¡No quise lastimarte!

Pero no hubo respuesta. El postre había terminado mal. Deprimida, ella bebió el vino que quedaba, desconectó el teléfono y comenzó a limpiar cada extremo de su apartamento, pero esta vez no estaba encontrando el sosiego y terminó en el suelo, gimotendo.

-¡Qué estúpida! - decía - ¿Cómo no me di cuenta? ¡Es tan obvio! ¡A Gwendal le gusta Judy, siempre lo mencionó enfrente de mí!

Sin consuelo, Didier se arrancó el vestido y desbarató su peinado. No deseaba permanecer dentro, así que se vistió de nuevo y salió. Por un momento quiso ir a una cantina pero creyó que eso era "demasiado Carlota para ser verdad" y optó por ir a tomar un frappé en un local de moda, pero lo último que hubiera pensado era encontrarse justamente a Judy. Al verla, la señora Becaud se aproximó y la invitó a su mesa proponiéndole hacer una especie de "noche de chicas".

-Me suena a pijamada.
-Pero iremos a un spa y a que nos arreglen las uñas.
-¿Qué? ¿Aprovechas el único día que tienes sin Jean para que te hagan un manicure?
-¿Qué tiene de malo?
-Cualquiera iría a bailar, a ver strippers o tal vez tendría una noche loca con un tipo ... Olvida eso.
-Será mejor.
-¿Ya ordenaste?
-No, de hecho sigo esperando a que me atiendan.
-¿Cuánto tiempo tienes aquí?
-Diez minutos. Sólo me trajeron la carta.
-¿Y si vamos a otro lugar?
-¡Hay un maratón de películas de zombies en Poitiers!

Tamara miró a Judy con desconcierto ¿Era ella, o realmente la señora Becaud era inmadura? ¿A quién se le ocurriría semejante plan de ver como unos actores mal maquillados "destripaban" a otros más mediocres que sólo gritaban? ¿Y después de eso, que más? ¿Una convención de ciencia ficción?

-Habrá palomitas de caramelo y soda gratis.
-Azúcar que sólo me hace daño ... No suena tan mal, eso si es romper las reglas. Andando.

Las dos se dirigieron al metro, sin embargo, todos entraban sin pagar pero no para abordar, sino para caminar por las vías. Los organizadores de la proyección en De Gaulle querían contener la llegada de la gente.

-Genial, ahora lidiaré con ratas - se quejaba Tamara.
-Pero nunca has hecho esto ¿O sí?
-Qué Gwendal te cuente cómo acostumbrábamos pasarla juntos .. Si quiere.
-¿A qué vino eso?
-A nada.
-No deseaba llegar a este punto pero ¿Estás molesta conmigo? Parece que me regañas cada que contestas desde hace rato.
-Digamos que es mi actitud de todos los días.
-Aumentada.
-Hoy no me fue bien ¿Contenta?
-¿Que te hicieron?
-Algo tan normal como que un ... tonto me rechazó.
-¿Hablas de un prospecto o de trabajo?
-Prospecto, prospecto.
-Oh .. ¿Quién fue el tonto?
-Fue Gw... Se llama Gregory.
-Los hombres son verdaderamente idiotas.
-Otra mujer que opina lo mismo ¿Qué rayos les hicimos? - intervino Mèriguet alegremente.
-Buenas noches, Gwendal.
-Buenas noches, Judy.. Tamara, hola..  ¿Van a ver las películas?
-Es parte de nuestra "noche de chicas".
-Entonces interrumpo.
-La verdad es que sí.

Gwendal prefirió quedarse callado. Judy no se explicaba porque su amiga acababa de ser tan grosera.

-Lo siento, es que Tamara no está de ánimos.
-Comprendo. Las veo después.

Mériguet se detuvo con tal de que ellas se adelantaran. La señora Becaud no sabía cómo comportarse.

-¿Qué pasa?
-Creo que no debimos separarnos de Gwendal.
-¿Porqué no corres tras de él de una vez? ¡Hipócrita!
-¡Oye!
-A continuación viene la escena donde me vas a reclamar.
-¡Entiendo que te enojaste pero no tienes derecho de tratarme así!
-¡Ay, por favor!
-¡Siempre te he respetado!
-¿Y porqué no te respetas a ti misma, dejas al imbécil de Jean y te vas a besuquear con Gwendal?
-¿Cómo te atreves?
-¡Te encanta Mériguet! ¡Niégamelo!
-¡Te lo niego!
-¿En serio?
-Tu amigo no me atrae, de verdad.
-Ah.. Perdón.

Tamara bajó la cabeza y comenzó a reprocharse en silencio.

-Tuvimos una discusión tanto o más estúpida que Gregory.
-No hacía falta mencionarlo, Judy. Te ofrezco disculpas por el lapsus.
-De acuerdo.
-Bueno, parece que haremos una fila.

En la estación De Gaulle, los gendarmes ordenaban una gran columna humana e instalaron una valla para evitar un desorden posterior. Los asistentes pasaban convenientemente por la fuente de sodas gracias a esto y después de obtener lo que se les antojaba, ya eran libres para elegir cualquier asiento.

-¿En medio?
-Ok.

Pero con lo que no contaban, era con que Gwendal, al no encontrar un sitio apropiado, terminaría junto a Judy. Él miró impresionado el gigante vaso con refresco que ella sorbía a través de un original popote fosforescente.

-¿Eres adicta a la coke*?
-No, es Dr. Pepper. Me encanta.
-Eso creo.
-Pero no la bebo mucho.

Tamara no atinaba a reír o llorar así que optó por leer el programa y tratar de concentrarse en ver los filmes pero se sentía en una reunión de freaks. Había personas que portaban capas, diademas de cuchillo, máscaras y hasta juguetes y celebraban con cada litro de sangre falsa que se mostraba. En la fila de enfrente, Carlota y sus amigos gritaban con la muchedumbre pero, por ir disfrazados, Didier no los reconoció a la primera hasta que Anton la asustó volteándose de repente y gruñiendo.

-¡Maizuradze!
-¡Ja ja ja! ¿Qué onda?
-No estoy de humor para tus payasadas.
-Alguien aquí comió Ernie.
-¿Qué es eso?
-Un pavito que era mascota familiar hasta que llegó Navidad. Tenía un temperamento de los mil demonios.
-Ahora me parezco a un ave horneada.
-¡Judy! ¿Me das de tu bebida loca?
-Toma.
-Sabe a rayos.
-Al menos no me volverás a pedir.
-Y qué bueno.

Mientras los niños se divertían, Didier comenzó a sentirse incómoda y estuvo a punto de retirarse pero una falla técnica ocasionó la rechifla generalizada y el maratón fue cancelado.

-¡De haber sabido ni venía! ¡Todos son unos chafas!- gritó Anton - ¿Y ahora qué?
-¿Les gustaría ir a cenar? - planteó Gwendal.
-Mientras no sea una cosa vegetal como la que come Carlota , todo está bien.
-¡Es saludable!
-A nadie le gusta - confesó Joubert.
-Bien, bien, iremos a un restaurante tailandés ¿Alguien se opone?
-Yo no puedo ir - añadió Tamara - Es muy tarde y tengo sueño.
-No sea aguada.
-¡Anton!
-Acompáñenos, no pierde nada.
-¿Me permiten avisarle a Jean? Él me iría a recoger al spa pero ya estoy aquí.
-Claro, dile que te diviertes más sin él.
-Ay, Tamara.

Con la curiosidad de ver a Gwendal actuando frente a Judy, Tamara cambió de idea y se enfiló con el grupo al establecimiento de la avenida Gardel. Las calles estaban visiblemente llenas y los negocios repletos así que apenas consiguieron mesa en el sitio elegido.

-Jean dijo que venía.
-Ya sabía que no iba dejarte con nosotros.
-Es tarde y no quiere que regrese sola.
-Por supuesto.
-Además, él fue con sus amigos a una lectura por aquí

Mientras transcurría la cena, se escuchaban aplausos. Los cumpleañeros y los que celebraban porque sí contagiaban su alegría a los demás y se lanzaban globos, los meseros utilizaban patines y en la rockola se programaba desde música popular hasta los éxitos pop del momento para que la gente los interpretara en una especie de karaoke colectivo. Más tarde se lanzó confeti y se repartieron gorros de fiesta. Tamara se sentía ridícula pero notó que algo pasaba en la puerta.

Jean conversaba con el gerente del lugar y al paracer, Judy no debía sospechar. Transcurrieron varios minutos y poco a poco, el bullicio fue cediendo a un apacible ambiente de charla.

-¿Qué harás mañana?
-Hornear pan, leer un poco y dormir temprano, Gwendal.
-Pensé que podía invitarte a comer con mi familia.
-Me encantaría pero he descuidado el café y quiero atenderlo.
-Comprendo, Judy.
-Podría ir la próxima semana.
-Perfecto, así elegiría un buen vino y te prepararía un asado muy especial.
-¿Cocinas?
-Es una habilidad necesaria que me funciona.
-¡No te creo!
-Soy un baúl de maravillas.
-Me cuesta pensar que tú enciendes la estufa.
-Soy un experto de las labores domésticas aunque admito que no soy muy hogareño y busco aventuras en casi cualquier parte...  pero alguien está cambiando eso.

Los niños no captaron que Gwendal estaba siendo galante y la piel de Judy se erizaba. Tamara se quería morir.

-Disculpe ¿Usted es Judy? - preguntó un comensal.
-La misma.
-Creo que debería voltear.

La señora Becaud dirigió su vista a la entrada. Jean le sonreía con timidez. Evan se colocó junto a él con un letrero. Ella suspiró. La gente se encontraba expectante cuando el escritor se aproximó a su esposa, se arrodilló y besó su mano al tiempo que el desconocido mostró el contenido del cartel:

"Solía pensar que el matrimonio era para dos personas que no deseaban ser libres. Creía que unir mi vida a la de una mujer significaba una agonía lenta y sigilosa y llegaría a la vejez con tormentos y rencores. Nunca confié en la lealtad y tampoco en los buenos deseos. Pensaba que sería un bohemio irredento, que tomaría sólo aquello que servía para mi disfrute y no para mi enredo.
Qué equivocado estaba porque nunca fui más libre ni más feliz antes de encontrarme contigo."

-Jean...
-No pude escribir más.
-Está bien.
-Intenté escribir todo lo que siento pero.. No quería forzar el texto.. Ser romántico no me sale muy natural.
-Al contrario.
-Creo que arruiné el hermoso momento.
-De ninguna manera. Gracias.
-No era lo que planeé...
-Me gustó.
-Afortunadamente, tengo una sorpresa. Es algo que he pensado mucho.
-¿Qué será?

Jean la miró fijamente. El voluntario le dió un estuche pequeño y al abrirlo, los ojos de Judy se iluminaron más.

-¿Quieres casarte conmigo, otra vez?

Ella ni siquiera lo pensó y levantando a su amado, respondió afirmativamente. Aplausos y felicitaciones  se dejaban percibir.

-¿No fuiste a una lectura, verdad?
-Fui a la joyería, pasé a imprimir y sólo faltan tus flores.

El joven Weymouth le entregó a Judy un enorme ramo y le expresó sus buenos deseos.

-Qué bonito - comentó Anton - ¿Pero van a celebrar?
-Por supuesto.
-Es que como Gwendal dijo que invitaba el asado pues aprovechen y hagan fiesta.

Mériguet titubeó un poco pero no se negó.

-Sólo díganme que día pueden.
-¿Qué tal el próximo viernes?
-Me parece.
-Y nosotros llevamos el postre.
-Suena delicioso.

Evan aprovechó el momento para despedirse y recibir una pequeña propina. Tamara sólo observaba, entre disgusto y preocupación, el enorme diamante que contrastaba con las discretas sortijas que Jean le había obsequiado antes a Judy, incluyendo la de navidad. Algo le indicaba que no era un gesto normal y notó que el señor Becaud era muy dado a reforzar su posición como pareja de su amiga.

-Les agradecemos mucho esta noche - comentó el escritor.
-Espero que nos reunamos en la parrillada. Tamara, Carlota, las veo después. Buenas noches.

Gwendal, aunque disimulaba, vió como los Becaud partían; pero ella regresó y lo abrazó fuertemente.

-Gracias por invitarme. La comida es excelente. Ojalá pueda decir lo mismo de tu asado.
-Verás que sí. Gracias a ti, por venir.

Judy permaneció estática los segundos suficientes para que él la tomara de las manos. Acto seguido, ella le besó en la mejilla y salió corriendo, asustada.

-"¡Oh no! Tamara tenía razón" - pensó la joven - ¡Por dios! ¡Me encanta Gwendal!

* Nombre en inglés para referirse a Coca Cola

jueves, 5 de enero de 2012

Lo que corre por las venas (Las luces de la fiesta. Fin de la serie)


Dedicada, de nuevo, a Sasha Cohen.

-Mi abuelo era muy viejo y siempre hablaba de fantasmas... El gobierno confiscó la casa y no veo el sentido de porqué me llama. Realmente no tengo mucho qué aportar a su investigación.
-Alban Anissina habló mucho con usted, lo dijo en su autobiografía, Kaitlyn.
-El hombre tenía demencia, Elliot. Nada de lo que me contaba podía ser confiable.
-¿Entonces cómo explica que se presentaba a trabajar en el Hospital General con una edad tan avanzada?
-Era difícil convencerlo de que se jubilara, estaba obsesionado con curar enfermedades y donó mucho dinero para un programa de Jeremy Poirier pero no sé más.
-¿Dice que le mintió a los lectores? 
-No ponga palabras en mi boca
-Me considero defraudado porque tengo en mi colección un pedazo de basura.
-Anissina me contaba delirios pero no quería recordarlo como un decrépito anciano.
-Uno que confió en usted y le dió la espalda.
-Mire.. Mi abuelo vivió ciento ocho años, a veces confundía lugares y nombres. Nos hablaba de Mattiah Weymouth pero ellos no eran cercanos y de una Lía Liukin de la que sólo sabemos que era hija de una actriz que fue famosa. A mi abuela le molestaba que mencionara a esas personas porque podían ocupar toda la charla. Lamento defraudarlo, Elliot, pero es lo que sé.
-¿Cuál era el nombre de su abuela?
-Agathe Anissina.
-¿Tiene el apellido de soltera?
-Dobriazko.

Elliot revisó el diario de Lía. La nieta de Alban se intrigaba. 

-Nunca debió subestimar al viejo.
-Su deterioro era evidente, profesor.
-Pero no le mentía. Agathe Dobriazko era la prima de Mattiah Weymouth y Lía Liukin era su amiga. Tengo la prueba.
-¿De dónde sacó ese ..?
-Es el diario de Lía y lo encontramos en el camarote del Oksana Savoie.
-Oh por Dios.
-La próxima vez que alguien le cuente su vida, créale.
-¡No se vaya! 
-Ahora le interesa.
-Sólo necesito saber qué tanto es verdad en lo que me contó mi abuelo.
-No.
-Discúlpeme.
-Lo que deseaba era que usted me autorizara una búsqueda pero he visto que no es conveniente.

Cohen se marchó, enfadado. La actitud de Kaitlyn Anissina era irrisoria y él comenzaba a cansarse de pistas que sólo lo llevaban a saber de una historia personal que no le indicaba nada. Aunque Franz De Patie le insistía diciéndole que esa era la clave para entender el barco, Elliot creía que poco o nada tenía que ver con el misterio de la desaparición del Savoie.

-¿Cómo te fue? - cuestionó Audrey Phaneuf en un local de la calle Dobrev.
-Mal. No tendremos acceso a más archivos de los Anissina porque la heredera es una completa idiota.
-Uy.. Normalmente me enojaría de que llames así a una mujer ¿Qué pasó?
-Que Kaitlyn Anissina es una farsante. Tenía en las manos una gran historia que contar y la hizo de lado porque en su mente no cupo la idea de que su abuelo no estaba senil. Su libro no es más que un panfleto de vulgares mentiras. A esa señora no le importa la historia de su familia ni la de esta ciudad; vendió a un hombre por unas cuantas monedas y no le interesó algo más.
-Desgraciadamente es parte del oficio.
-Debimos ignorar a Lía y centrarnos en.. No sé porque me ilusioné. De pronto .. Es como si esa chica me hubiese pedido a gritos que me adentrara y le buscara sentido a su existencia.
-Es muy frustrante pero a eso nos arriesgamos.
-¿Me ayudas a escribir el informe?
-Lo prepararé por ti. Te esforzaste mucho.

El viejo del muelle andaba por ahí contando las novedades cuando saludó a Phaneuf. La investigadora le hizo la plática y le invitó a quedarse. El anciano accedió y se colocó junto a Cohen. 

-No te desanimes, hijo.
-Me vieron la cara.
-Entonces prosigue tu camino y sacúdete el polvo.
-¿Le ha pasado que se topa con algo que absorbe su tiempo y sus ganas y de pronto se estampa en la nada?
-Eso es vida de hombres comunes. Si algo te inquieta, insiste. Dale la vuelta, encuentra la manera aunque se te vaya la vida pero no te quedes con dudas.

Elliot se quedó pensando. Desde que tenía uso de razón, el venerable siempre había sido un hombre mayor, caminaba con bastón y usaba boina. Todos decían que él conocía cada lugar y persona de Tell no Tales y estaba tan entrado en años, que algunas generaciones habían fallecido antes.

-Ruego disculpe mi indiscreción pero ¿Cuántos años ha cumplido, señor?
-Jajajaja más de los que imaginas.
-¿Es cierto que usted conoció la ciudad cuando no había tren?
-Y cuando no había caminos. Yo mismo vi como los construían.
-De casualidad ¿Sabe algo de Alban Anissina?
-Era un doctor muy socorrido. Era el mejor que teníamos, nadie deseaba ser atendido por alguien más. 
-¿Y de su familia? ¿Amigos?
-¡Oh! Estaba amistado con Mattiah Weymouth desde la infancia y estudiaron en Francia. Cuando regresaron a Tell no Tales había comenzado la guerra en Europa. 
-¿Y Lía Liukin?
-Una muy buena muchacha. Era hija de un montañés muy decente. Se hizo amiga de esos dos pero se comprometió con el rubito, Mattiah, pero él se fue. Anissina se acabó casando con Agathe Dobriazko pero estaba tan enamorado de la mujer de su amigo .. Se volvió loco pero nadie se dió cuenta. Su facha de médico lo cubría muy bien pero sufrió mucho ese rechazo. Fue una espina que le lastimó el corazón toda la vida. 
-¿Cómo es que .. ? ¿Cuándo fue rechazado por Lía?
-En la inauguración del ferrocarril. Era 1919. Poco después él contrajo matrimonio y ella hizo lo mismo un par de años más tarde con Joseph Kerr, un escocés dedicado a las inversiones. 
-Le agradezco, señor.
-¿Porqué no vas a hablar con la esposa de Anissina? Todavía vive.
-Es imposible.
-Su apartamento es cercano al parque Charles de Gaulle en Poitiers. Es el 101 de la calle Renoir. 

Elliot abrazó impulsivamente al anciano y se alejó. Sabía que arribando al sitio indicado algo pasaría pero no visualizaba qué. Con esperanza, tocó el timbre una vez ahí. Una voz juvenil le permitió el paso y el joven Cohen ascendió por elevador al último piso. 

-Mi bisabuela lo recibirá en un momento ¿Le ofrezco algo?
-No, así estoy bien, niña.

El espacio era grande, monócromo y un poco frío pero las plantas lo hacían acogedor. La vista a la réplica de Champs-Elyseés (El parque De Gaulle) era inmejorable.

-¿A qué debo el honor de su visita? - Dijo Agathe.

Cohen la vió y apenas y podía creer que se encontraba frente a ella.

-Mi nombre es Elliot Cohen, vengo de la Facultad de Historia y Arqueología de la Universidad de Tell no Tales.
-Mucho gusto, jovencito. Soy Agathe Anissina ¿Qué le trae por aquí?
-Un gran hallazgo.
-¿Que podría ser?
-El Oksana Savoie, mi señora.

La mujer agachó la mirada unos segundos.

-¿Gusta un té?
-Lamento declinar.
-No se preocupe. Niña, necesitaré una taza, hoy es un día singular.
-Me sorprende verla tan entera.
-Se llama buena salud.
-Algo deberé hacer para llegar a su edad.
-Nunca dejar de ser joven pese a las amarguras y las tristezas. Por eso mi esposo también vivió un largo tiempo.
-El doctor Anissina debió ser feliz.
-Mejor dígame porque el Savoie lo trajo aquí.
-La marea lo arrastró.
-Supongo que se verá arruinado.
-No, mi señora. Es una belleza y aún funciona.
-Imagino que no harán un gran baile como los de antes en él.
-Está en lo correcto.
-Ha pasado mucho desde la última vez que ese barco tuvo una celebración.
-Yo he venido a preguntarle sobre un objeto que estaba en un camarote.
-¿Cómo era la habitación?
-Estaba decorada con flores de azahar y todo era de encaje.
-El camarote nupcial de Lía y Matt.. Nunca se usó. Pudo ser una hermosa boda.
-Durante la búsqueda de, ya sabe, información como bitácoras y planeaciones, encontré un escrito.

Agathe reconoció la libreta.

-¿Me permite tocarlo?
-Adelante.
-El diario de Lía.. Se iba a deshacer de esto cuando regresara de la luna de miel.
-Ella habló mucho sobre usted.
-Eso es seguro, nos encontrábamos a diario y seguimos siendo amigas por muchos años.
-Y también .. Espere ¿Porqué Lía y Matt no se casaron?
-Por una tragedia... Mi primo fue enviado a combatir por el frente francés y lo reclutaron el mismo día de la ceremonia. Luego llamaron a Alban, pero mi marido fue el único que volvió.
-¿Matt murió?
-En realidad nos engañaron. Mis tíos se encargaron de que Lía nunca supiera lo del ejército. Recuerdo que ella estaba encinta pero sus cartas a la familia suplicando una respuesta nunca fueron abiertas.. El niño que tuvo era precioso pero murió a los pocos meses por la viruela.. Matt iba a retornar pero le hicieron creer que Lía se había casado con otro y arreglaron un matrimonio para él con una condesa checa a la que los comunistas exiliaron. Cuando los dos se reencontraron y supieron la verdad, era demasiado tarde.
-¿Y qué hay de Alban?
-Mi matrimonio fue una espiral de desgracias: Nos quedamos en la ruina, él trabajaba sin ganar un centavo, lo llamaron para la otra guerra y ni un segundo volteó a verme. Sus ojos, sus acciones y su corazón siempre fueron para Lía. Él jamás me amó.
-Qué terrible. 
-Lía tenía talento, carácter, ambiciones.. Cosas que yo nunca tuve. Ella era impresionantemente fuerte. Fue la primer mujer en Tell no Tales en estudiar ciencias, en ganar el  concurso de pasteles de los rusos, en aparecer en el cine, en dar un discurso político ... Sé que ella jamás se dió cuenta pero tuvo una vida maravillosa.

La vieja sonreía y lloraba. 

-¡Hija! ¡Tráeme la caja de tu abuelo!... 

Y mirando a Elliot develó:

-Tengo algo que hizo Alban en 1920, es un tesoro.

Cuando Agathe tuvo en sus manos la caja, suspiró.

-Nunca me enteré de lo que ocurrió con los hijos de Matt, pero Lía tuvo un segundo bebé y gracias a Dios, los Liukin ahora son numerosos. Mis bisnietas más pequeñas a veces me ponen la televisión y hay un Evan Weymouth por ahí que no se parece a nadie de mi familia y una Carlota Liukin que es idéntica a su bisabuela. No le podía quitar los ojos de encima. Podría jurar que son la misma persona. Lía se deslizaba por el hielo y hacía las mismas figuras que esa niña, extendiendo los brazos al máximo. Ella misma se enseñó...Era tan buena que se fue a los olímpicos del veinte y ganó el oro* pero nadie le hizo caso.. Es una campeona olvidada, señor Cohen y por eso la pequeña debe ver esto... Ahora retírese y honre al Savoie con un trabajo bien hecho.

Conmovido, Elliot se dirigió a la Facultad de Artes Escénicas y logró, con su estatus de investigador, programar una proyección para sus colegas una vez que un especialista determinó que la cinta podía ser reproducida. Pat Low y Audrey Phaneuf eran embargadas por una emoción avasallante cuando apareció la cortinilla titulada "Lía Liukin: Jeux Olympiques d'Anvers. Belgique, 1920"**

-Es increíble - exclamó De Patie.
-Nunca pensé que nos toparíamos con este dato.
-Y Pat Low y yo tenemos el honor de conocer a la bisnieta de esta mujer.
-Quiero verla - añadió Elliot
-De una vez - concluyó Audrey

Los cuatro tomaron asientos en las gradas del pabellón de extranjeros y contemplaron a Carlota entrenar. La similitud con Lía era innegable. Hasta los gestos eran copia casi fiel, lo mismo que la postura y la técnica.

Audrey llegó al punto de los ojos humedecidos pero Elliot, el que finalmente había encontrado una ruta para explicar un relato aparentemente común, derramó lágrimas y entendió porqué su hermana, Sasha, también amaba el patinaje sobre el hielo: Era más que una pasión, era más de un siglo de historia.

*Juegos Olímpicos de Amberes, Bélgica, 1920
**La campeona olímpica de esa edición fue la patinadora sueca Magda Mauroy - Julin.

lunes, 2 de enero de 2012

El talento (Las luces de la fiesta)


Homenaje a Ratatouille (Brad Bird y Jan Pinkava, 2007)

Anton y David jugaban con unas canicas cuando Elliot Cohen se detuvo ante ellos. El investigador lucía impaciente y prometió 10€ a cada uno si le ayudaban encontrar al chico que en Raisa le había arrebatado su maletín y su billetera.

-Es un chico como ustedes. Iba en bicicleta y es de apellido Kotvun.
-Acompáñenos, ya sabemos dónde encontrarlo.

A pie, los tres arribaron al mercado de pescado y deambularon por los pasillos; Anton llegó al local del señor Ponarina y compró caracoles aprovechando que pasaba, pero Cohen le reprochó que perdía el tiempo.

-Eso me saco por no querer que se despida con hambre - protestó el infante.

Desde el regreso de Jamal, el chico Maizuradze era insufrible. Su mal talante le había provocado un par de malentendidos con el joven Weymouth con quién coincidió en medio de su encargo. La indiscreta actitud de Eva con el mozalbete era algo más que a Evan molestaba, pero no tenía tiempo de continuar la pelea.

-Se nota que es tu amigo - comentó Elliot.
-Luego se va a disculpar conmigo... Mejor dedíquese a lo suyo, Kovtun siempre pasa por aquí y no tarda.

Pero el citado no cumplió su rutina y Cohen perdió la hora. Desalentado, el hombre optó por separarse de los niños y dirigirse al Oksana Savoie pero una sorpresa en el barrio ruso lo aguardaba: Era siete de enero, celebración de la Navidad ortodoxa.

-¡Demonios! ¿¡Tenían que cerrar las calles!?

Y el metro tampoco funcionaba.

-No recuperaré mis documentos y mi .... la Universidad me va a despedir...
-¿Porqué no revisa en los botes de basura?

El hombre giró a su izquierda. Judy Becaud se dirigía a Pushkin cuando oyó la queja y confiando en su experiencia buscando objetos, posó la mirada en un contenedor, encontrando lo que seguramente el desconocido anhelaba.

-Creo que es mío.
-Ojalá. Con permiso.

Revisando, Elliot supo que ningún documento le faltaba y que su cartera estaba colocada al interior de un compartimento. Contó el dinero, reordenó sus lápices y cerró el maletín. Apresurando el paso, alcanzó a Judy y le agradeció.

-No fue nada.
-Acaba de salvar un año de trabajo. Esto es arqueología pura.
-¡Me alegra mucho más! ¿Qué se encuentra estudiando?
-Un barco.
-Suena emocionante.
-En realidad ha sido decepcionante. No hemos encontrado material de interés más que un diario que terminé de leer y unas doscientas obras de Rodin y un muy joven Picasso.
-¿Me toma el pelo?
-Soy un científico que no debió decirle lo último.
-Haré como que jamás me lo dijo. Soy muy confiable si me cuentan secretos.
-Eso espero sinceramente, este asunto aún es confidencial.
-Con mayor razón guardaré silencio. Prometido.
-Elliot.
-Judy.

Elliot la atisbó con desconfianza pero como el imprudente había sido él, no le quedó más que suponer que ella no comentaría cosa alguna en un caso hipotético.

-¿Puedo preguntar qué hace con esas cosas?
-Oh, es solo harina, azúcar pulverizada y caramelo. Se ve aparatoso porque traigo una batidora, rodillo, moldes de repostería y adornos.
-¿Competirá en el torneo de cocina?
-Me inscribí en noviembre.
-Esos rusos son curiosos.
-Y exigentes, pero ganaré.
-Qué confiada.
-Sé que soy la mejor haciendo pastelillos.

Cohen se percató de la irónica carencia de arrogancia en la señora Becaud. Inclusive, notó que ni siquiera buscaba ganar dinero sino entrar a la tienda Totmianina por un libro con cubierta de cuero que, por el precio, no podía adquirir y en caso de vencer, lo conseguiría gratis. Por la descripción que Judy hacía del objeto, él comenzó a hacer conjeturas, pero las mesas y los hornos en Pushkin estaban dispuestos para cincuenta competidores y ella debió tomar un sitio.

-Buena suerte.
-Gracias, señor ¿Se queda?
-Me encantaría pero el trabajo es importante.
-Es prioridad ciertamente. Buen día.

No tardo mucho Elliot en percatarse de que los espectadores no le dejarían pasar y entre la parafernalia que repartían, se encontraba el cartel del certamen. De acuerdo a la propaganda, desde 1930, ninguna persona "no - rusa" - a excepción de Ricardo Liukin - había ganado. Motivado por ver que sucedería (más por una curiosidad histórica que por otra cosa) comenzó a realizar apuntes. Los asistentes le decían que a veces se producían enfrentamientos.

-Las chicas suelen jalarse el cabello - era la aseveración más frecuente, pero se notaba que Judy se concentraba únicamente en el sobre que un jurado colocaba sobre su espacio. Eran las recetas que debían hornearse y entregarse en cuatro horas. En la plaza, se decía que cincuenta cocineros, entre profesionales y estudiantes se daban cita. Por todos era conocido que ese concurso era también una bolsa de trabajo.

Cuando sonó un silbato, la exhibición de ollas reinó el panorama. Mientras los concursantes sufrían, Judy con toda naturalidad tomaba ingredientes tan atípicos de los panqués como curry o lavanda, los vaciaba en moldes junto con los aditamentos que llevaba en el bolso y mantequilla y leche; elaboraba ganache de chocolate y su minuciosa tarea de diseñar los adornos de caramelo también era visto con cierta reserva por los evaluadores. La señora Becaud solía cautivar a los críticos y no siempre significó que ganara las batallas:

Con el impresionante don de mejorar cualquier receta que le pusieran o reinventar lo que fuera, Judy logró que la contrataran en una panadería de su natal París cuando era más joven y sus bizcochos rellenos hacían las delicias de los que atravesaban la concurrida avenida Rivolí; todo lo hacía por aprender a trabajar y por involucrarse en cada aspecto del negocio, pero el dueño acabó despidiéndola cuando descubrió que solo la repostería de su empleada era la que se vendía. Después, la corrieron de un bistro cuando opacó a la dueña, que junto a su familia, eran propietarios por herencia del local, fundado según una placa, poco después de la Revolución (Judy nunca creyó en esa anécdota).

Pero el tercer golpe, cortesía del prestigioso Instituto Gastronómico de Francia, santuario de la investigación y de los chefs más renombrados de su país, era una derrota que el tiempo le hizo asumir como un importante mérito personal. Después de pasar pruebas como degustación, cata de vinos y preparación, los sorprendidos sinodales la seleccionaron y al concluir del semestre la terminaron expulsando. La chica era tan excelsa, que involuntariamente había dejado a sus compañeros de clase y profesores de lado en una feria en la que el exigente crítico Jéremy Doré se presentó. El hombre habló del desastre que representaba la nueva generación de cocineros galos y de lo mal instruidos que estaban sus docentes, pero comentó maravillas de Judy, lo que ocasionó que en una junta privada, le pidieran a la joven que no volviera al colegio. Aquel día regresó llorando con su madre y buscó otra carrera, pero nunca dejo de apasionarse por los alimentos, cosa que sirvió cuando Jean Becaud estableció su café poco después de casarse.

-Creo que no debo poner menta ¿Qué tal si preparo una crema de pistaches? - pensaba Judy en voz alta. Admirarla trabajar era hipnotizante y Elliot permaneció sin poder moverse, aún al escucharse un "te amo" proveniente del hombre de al lado.

-Buenas tardes Becaud.
-Lo mismo, Cohen ¿Qué te trae por aquí?
-No me escapé a tiempo ¿A ti?
-Mi esposa. La editorial me liberó para venir a alentarla.
-¿Quién es?
-La chica de ojos verdes.
-La acabo de conocer.
-¿En serio?
-Encontró mi maletín.

Judy pronto se percató de que terminaría antes de lo programado así que decidió dar un extra:

Puso en acción la batidora, la estufa y elaboró cupcakes, mismos a los que decoró con banderas y les dibujó arcos de triunfo y torres Eiffel. Su calma seguía intacta y pacientemente esperó a que le calificaran. Le habían dicho que había un crítico sorpresa, un cuarto personaje que afilaba el paladar. Por la voz no lo reconoció, pero sí por los juicios:

-"La mediocridad es deliciosa al lado de este cupcake" "¿Qué prefiere? ¿Ser mesero de comida rápida o garrotero? La infamia le espera saliendo de la escuela".

Judy cerró los ojos. Era la que seguía.

-Veamos, tenemos un paisaje de flores en donde se supone hay un pan de lavanda, una cosa verde y un .. Ganache.

Jérémy Doré probó cada una de las variedades y guardó silencio. Después se enfocó en los abanderados panecillos. Soltó una risa.

-He saboreado esto antes, no creí que mejoraría.. Qué grato placer has horneado, mujer. Sigues recordándome a mi madre, la mejor cocinera que tuve el honor de conocer. No sé que haces aquí. Confiaba en que harías carrera y pondrías en su lugar a todos los fracasados que ahora reinan en Francia.
-Me decidí por estudiar historia.
-¿Qué te hizo cambiar?
-Nunca debí poner un pie en el instituto y usted jamás debió escribir que yo era perfecta.
-¿Por eso te anotaste en este concurso tan malo?
-Aquí puedo hacer mis recetas.
-Cualquiera puede cocinar.*
-Pero no como yo.
-¿Dónde voy a sorprenderme con tus creaciones?
-Pregunte por Le jours tristes.
-Te juzgaré rigurosamente allá, pero aquí soy claro: Felicidades, Judy.

Doré besó la mano de la joven y antes de despedirse señaló:

-Aún tengo el artículo con lo que opiné sobre ti y estoy seguro de que no cambiará. Cuando creí que nada podría sorprenderme y que todo me lo habían dado, saber de ti me hizo saber que los descubrimientos se terminaron. Jamás habrá algo tan perfecto como tu sazón y desde ahora sé que es una tragedia. Eres la última de tu especie. La cocina estará de luto en cuánto te vayas y al menos podré volver a mi oficina y reiterar mis ideas para irritación de los que tratan de impresionarme. Adiós, madame.

Doré continuó con su trabajo. Judy sólo atinó a mirar a los demás. Sus pómulos estaban encendidos e inadvertidamente, comenzó a reír.

*Diálogo de la cinta "Ratatouille" perteneciente al personaje de Gusteau.