sábado, 29 de enero de 2011

El origen de la historia

Octubre 1914




Era el mediodía y en domingo los tellnotellianos asistían a misa. Por primera vez en años Matt Weymouth se presentaría con su familia 
Al igual que todos, pensaba que la guerra duraría poco y ya tenía hechos los planes para trasladarse a París lo antes posible.
Los dorados se sentaban siempre a la izquierda del cura y los azules a la derecha. Mientras los montañeses llevaban velas y flores, los habitantes de la ciudad bordaban manteles y chalecos a mano para que se utilizaran en los oficios. El único momento "democrático" era la entrega de los presentes donde el hijo o la hija  mayor de cada familia se formaba en su respectiva fila antes de la comunión con el obsequio correspondiente. También lo era la bendición.
Las personas ancianas se sentaban al frente. Las jóvenes casaderas en medio con sus padres. Lo normal, era que los niños se quedaran en una especie de "escuela dominical" donde se les enseñaba a rezar, respetar los sacramentos y las sagradas escrituras. Los oficios religiosos eran para los adolescentes y los adultos. Al término de los mismos, recibían a sus hijos pequeños. Todo era protocolario pero la gente lo creía conveniente. Cualquier intento por quebrantar ese orden era inexistente. 
Agathe Weymouth era la más feliz aquél mediodía. Sus tíos le habían asegurado que a la brevedad, se comprometería para casarse con su primo Matt. Éstos arreglos en las familias importantes eran comunes.


Los Liukin por su parte entraron al templo discretamente, sin atender los encuentros que solían darse antes de las homilías. Simplemente, no tenían amigos. 
El cura se retrasó. La unción de un enfermo y una confirmación ocasionaron que la gente se desconcertara un poco pero también era lo habitual. Media hora después todos ocupaban sus asientos a toda prisa.


Lía como siempre, vestía de rojo. Era el color preferido su madre y desde chica la habían acostumbrado a usar esos tonos. Callada y seria, era una chica que jamás había dado problemas ni se le conocía novio. En la escuela inclusive había tenido las mejores notas de su clase. De todas las niñas era la mejor vestida y la más hábil. Su único defecto era la inclinación tan marcada por la ciencia. Así le decían sus maestras. Alguna vez, una de ellas la castigó golpeándole las manos con un pequeño látigo sólo porque había pedido un libro sobre la teoría de Darwin en la biblioteca. De aquello le quedó una pequeña cicatriz y una frase de su padre: "No todos entienden las buenas intenciones". Cada domingo, ella llevaba una canasta de frutas o quesos y vino. Respetando las reglas, siempre se quedaba hasta atrás porque eran regalos especiales. 


Matt por su parte estaba distraído. No era una persona a la que importara mucho la religión, ni siquiera creía en Dios pero le gustaba escuchar un extracto de buena literatura y observar a la gente atenta. 
Mientras Agathe se emocionaba por su esperado compromiso formal, él divagaba sobre otras cosas; como la forma de reunirse con el alcalde por ejemplo. La expansión de la ciudad y los planos del ferrocarril eran proyectos que la administración de Tell no Tales tenía pendientes y Matt deseaba trabajar en ellos. No era un hombre de poca ambición y tampoco se caracterizaba por ceder las oportunidades. No  laboralmente. Pensaba también en lo incómodo que le era que su prima estuviera presente. Simplemente, ella no le gustaba. En muchas ocasiones había dejado claro que no era compatible con Agathe. 


Durante el Evangelio, el viento se dejó sentir suavemente y movió un poco el cabello de Lía. Por alguna razón, un sutil aroma a violetas llegó a Matt. Él comenzó a buscar de dónde provenía. Tan incesante se volvió que su madre tuvo que tomar su mano y reprenderlo. A eso, pretextó que quería llevar el presente familiar y no recordaba cuándo debía levantarse. En eso, Matt volteó de nuevo, intrigado. Por un momento creyó que una ilusión lo había engañado pero por un accidental vistazo descubrió a Lía mirando fijamente al padre Shultheiss. Sin poder ocultar una ligera sonrisa, dirigió sus ojos hacia ella varias veces. Decidió que se acercaría. Entonces tomó las túnicas hechas en París y se precipitó a levantarse. Su prima y su tía lo veían complacidas. Tuvo suerte. La monja que se encargaba de las filas lo mandó al último lugar junto a Lía. 
Ella ni siquiera lo miró. Estaba absorta en lo que debía hacer. Matt entonces comenzó diciendo:


-He regresado de París


Nada. No era que no lo escuchara. No le interesaba. Le parecía inapropiado a Lía que se hablara en misa. Cuando el decidió contarle de los artistas y museos simplemente fue ignorado. 


-Al menos podrías fingir que no amas ver al padre Shultheiss


Ella rió. Trataba de ocultarlo pero le divertían los intentos del desconocido. Matt creyó que se burlaba de él y era mejor dejarla ir pero sin querer señaló:


-Deseaba al menos ver tu rostro de cerca. Te ves linda.


Ante eso, ella no pudo resistirse. Al fin volteó hacia él. Se sentía halagada. Al menos el chico tenía una cara agradable.


-Gracias
-Mi nombre es Matt. Matt Weymouth.
- Lía Liukin
-Apuesto a que no es tu único nombre
-¿Cómo lo sabe?
-Las chicas en la ciudad tienen siempre dos nombres o tres
-Es Nathalie pero no me gusta
-¿Por qué?
-Suena raro
-Lía Nathalie Liukin.. Creo que tienes razón
-Así que viene de París
-No soy un señor. Quiero ser tu amigo, no marques distancia
-No es posible
-¿Porqué?
-Que un hombre como usted le hable a una jovencita es indecente
-Aún no tengo veinticinco
-Pero sí más de veinte. Eso lo vuelve un hombre
-Dudo que tengas poca edad
-Dieciséis años


De nuevo las reglas se hacían presentes. El no debía dirigirle la palabra por ser ella demasiado joven. Cuándo el cura recibió sus presentes y comulgaron, Lía se dirigió a su lugar sin despedirse. Matt decidió que no se podía quedar así. 
La contempló durante el resto del oficio y a veces ella se dirigía dónde él con la vista. Al término de la homilía, los Liukin salieron juntos y Matt apresuró a los suyos para alcanzarla. Tomando una rosa del jardín de la Catedral y un sobre (estaban colocados en una pequeña mesa junto al rosal) escribió una nota. Era la costumbre para hacerle saber a una dama el interés de un caballero. Agathe pensó que el detalle sería suyo pero su primo se adelantó aún más. 
Tímidamente tocó el hombro del padre de Lía. El señor giró hacia él y su mujer y su hija también. Sin decir palabra, Matt tomó la mano derecha de la joven y colocó su mensaje. La rosa fue entregada también, acompañada de una reverencia. Eso dictaban los cánones. Goran Liukin agradeció de forma simple el detalle y se fue con su familia caminando tranquilamente y en silencio. Los asistentes habían visto la escena asombrados y escandalizados. Matt había hecho algo muy atrevido. Los dorados ni siquiera eran personas para los demás. La madre del chico lo tomó del brazo muy molesta y Agathe se quedó de una pieza. En casa después de los reproches, Matt reiteró que no se casaría con la hija de su tía.


En la campiña, Lía no dejaba de leer lo escrito por el joven Weymouth:


"Me has impresionado. Me declaro desde ahora admirador tuyo y seré prudente ante tu presencia, inocencia y decencia. Declaro también respeto a tu casa y discreción ante tu padre. Manifiesto mi atención hacia ti y acepto mi intención de volver a verte. Si te incomoda he de comprender y entiendo que será por tu edad. No pretendo asustarte. Soy un hombre, es cierto y tú una bella jovencita que me ha dejado maravillado"


Esa misma tarde se encontró con él cerca de un almendro. Matt había concertado la cita en la nota. 

miércoles, 26 de enero de 2011

Un grito de amor para el mundo

Dedicado especialmente a las víctimas de la guerra y el terrorismo



Después de una evaluación psicológica, se determinó que Anton se encontraba bien emocionalmente. En contraparte, Evan se negó a los exámenes. Pasaba los días practicando duro y trabajando en la cantina de su padre pese a la petición de su entrenador de que no lo hiciera. En la Universidad de Humanidades, encargada del programa deportivo invernal, se había decidido sustituir a Evan de toda competencia en la estuviese clasificado en tanto no se recibiera un parte médico que avalara su salud mental. Era tanta la preocupación de sus compañeros de pista que en cuánto le anunciaron a Jeremy Buttle que entraría al relevo, este declinó argumentando "falta de entrenamiento" y eso lo colocaba en una posición poco apta para el torneo. El campeonato europeo se realizaría en una semana.

En la ciudad, el calor llegó puntual. La calma y el silencio eran las reinantes aún en lugares llenos de gente. A veces el ladrido de un perro o algún gato tirando un florero se dejaba sentir pero no alteraba nada y el tedio en los jóvenes crecía. Para romper la monotonía, Amy sacó una manguera en Olenska y junto a David comenzaron a jugar . Al poco tiempo otros chicos se unieron y Anton fue por Carlota. Aunque ella ya tenía planeado ir con sus amigos al planetario, no pudo decir que no al chico Maizuradze. Con un poco de esfuerzo, logró persuadir a los demás de acompañarlos.
Las risas entre los niños le eran extrañas a los residentes. Tan acostumbrados en tan poco tiempo a la falta de vida, miraban asombrados el comportamiento repentino.
Como recordatorio quizá, de la fuente, tapaban la boquilla de la manguera para que el agua a presión le llegara a todos. Ni la policía que multaba a quiénes hacían uso indebido de las tomas de agua públicas se atrevió a hacer algo para frenarlos. Pronto, en toda la ciudad se supo lo que ocurría.
Los adolescentes, para no quedarse atrás improvisaron un torneo de volleyball y algún concierto de folk.
Era tanta la alegría, qué algunos decidieron salir de su trabajo temprano.

Anton como siempre tuvo la idea de hacer algo más. Consiguió pintura, pinceles y brochas gastadas.
Mientras el resto se distraía empapando a otros, el escribió un mensaje en una ventana:
                                    
                                      "Lo único que puede hacer un hombre valiente:
                                                                amar sin límites"    

Carlota al verlo se acercó. Sin decir palabra, él le entregó un bote de pintura. Ella entendió. No tardó mucho para que Carlota hiciera lo mismo. Comenzaron a recorrer las calles dejando mensajes. De todos colores. Algunos se molestaban, otros sólo los leían. David hizo lo propio pero los chicos se alborotaron.
En coches, aparadores, banquetas, semáforos (en dónde había), letreros, periódicos, étc, pintaban sus pensamientos, paisajes o simplemente plasmaban sus manos. Pronto llegaron los aerosoles y los más creativos pintaban murales o hacían collages con lo que encontraban. Los adultos tenían la boca abierta.

Elena por ejemplo expresaba:
            
                                          "La tristeza es para tontos"

Unos más pedían que terminaran las guerras. Otros, que los mayores dejaran de ser tan rencorosos. Pensando en lo que podía ser una muestra genuina de incomformidad, Franz De Patie tomaba fotografías y seguía a los chicos a dónde fuesen. Algunos levantaban los papeles del piso y los reunían.

Carlota continuó haciendo pintas hasta llegar a la cantina de Don Weymouth. Emocionada por el tamaño del cristal comenzó con un color naranja a dibujar su frase pero Evan se percató.

-¡Hey! ¡Qué haces!

Ella se precipitó a terminar, cuándo el joven furioso estaba a punto de salir, sintió cómo un líquido azul y espeso caía sobre él. Anton gritó a su amiga que corriera, el se quedaría.

-¿No vendrás tras de mí o te volviste un ratón?
-Cállate Maizuradze
-Eres incapaz de perseguirme. Apuesto a que también me tienes miedo
-¡No le temo a nada!
-Eres un hablador y nada más. ¡Un cobarde!

Ante eso, Evan no se contuvo. Anton entonces fue perseguido hasta Monet. Una mancha en el suelo paralizó a su perseguidor. Su respiración se agitaba. Cayó de rodillas.

-No puedo
-¡Enfréntalo Weymouth!
-El tirador estaba frente a mí. Ella me cayó encima. Quise... Quise ayudarla y estaba muerta
-Esas cosas pasan. Mi vecino falleció a mis pies el mismo día
-Lo dices de una forma tan sencilla
-Me asusté pero ¿Qué iba a hacer? Tampoco tenía remedio
-¿Cómo puedes vivir con eso?
-De la misma forma en la que tú lo vives. Yo también trabajo a veces. Hago idioteces todo el día y en algo me tengo que ocupar. No me la paso como obsesivo entrenando para torneos a los que no iré. ¿Vas a dejar que te quiten el puesto en Four Continents o en europeos sólo por esto? Eres cobarde Weymouth
-No
-Haz algo

Tomando el bote de pintura que Anton llevaba, con sus propios dedos plasmó unas palabras:

                                      "Nunca es tarde para derribar un muro. Nunca es tarde para
                                        para emocionarse, embelesarse y sentir lo más sublime.
                                        Nunca es tarde para perdonar, ser perdonardo o perdonarse"

-Ya no se ve la mancha
-Mañana nos vamos. Si haces hoy la prueba seguro te veré en el tren

Un chico dos años menor le había dado a Evan una lección. Más tarde, ya con su reporte listo y entregado a Ingo Carroll su entrenador, volvió a la cantina. Mientras caminaba, escuchaba a la gente decir que los niños se habían vuelto locos. Alcanzó a ver a Zhenya Plushy platicando con Anton mientras dibujaban círculos en la banqueta. Plushy le daba al chico un autógrafo para Carlota. También la observó a ella aventando pintura pero no logró conocer su rostro. En el cristal del negocio, Evan leyó lo que la niña había escrito:

                                       "Dicen que al final nadie vuelve. Que la vida es un camino
                                         sin salida o retorno y que la mayoría de las personas que
                                         conozcamos estarán muertas. Pero la muerte no existe.
                                         Así se diga que somos anónimos, al recordarnos como
                                         multitud, se prueba que no hemos muerto, que no
                                         moriremos. Que la vida permanece para siempre"            

miércoles, 19 de enero de 2011

La muerte del patriarca



Eran las tres de la tarde cuando tres disparos provocaron caos en la ciudad.
Dima Solokoff en la puerta del Vodianova había sido herido. No pasó más de un minuto cuando la segunda bala impactó a Dimitri Kirkorov en Pushkin y la última se escuchó en Monet.
Veda Kate Phaneuf murió enseguida, los paramédicos poco pudieron hacer por Kirkorov.  Solokoff  continuaba vivo pero sus probabilidades eran escasas.
Anton estaba enfrente del señor Kirkorov. Sin poder auxiliarlo el chico lo vió agonizar. Los paramédicos lo tenían en urgencias. Extrañamente se veía tranquilo y estaba ileso.  Por coincidencia, Evan también tuvo que presenciar una escena horrible con Veda Kate. Las manchas de sangre en su camisa impactaban y el aún temblaba, estaba pálido y muy frío. Ricardo le narraba a la policía lo sucedido en la calle Helmut y Gabriela, en medio de la todavía imperante confusión buscó a Andreas, el único de sus hijos que no se encontraba en casa. Carlota en la sala del apartamento estaba muy angustiada por su padre quién aún no llamaba. 
Audrey Phaneuf repetía insistentemente que el ataque iba para ella, no para su hermana.
Don Weymouth al llegar al hospital quedó a cargo de su hijo y de Antón. Cecilia Maizuradze llenaba las formas para llevarse a los dos muchachos.
Al día siguiente lo que sería la celebración de la Navidad ortodoxa quedó cancelada. La señora Titorenko lucía devastada. Los vecinos inundaban el restaurante Kirkorov con flores. 
Al cortejo fúnebre se unió el de la familia Phaneuf. De vez en vez se escuchaba el sonido de algunos revólveres pero las autoridades aseguraban que eran hechos aislados.
Temerariamente, Carlota buscó a Antón en su casa. Tuvo suerte de que le abrieran ya que los Maizuradze estaban encerrados por precaución. David se encontraba allí. Ella no sabía qué decir y no se le ocurría que hacer. Pensaba en la forma de volver a casa porque tuvo que escapar.

-¿Porqué no te sientas?- preguntó el chico- ¿No te gustan los videojuegos?
-Me agradan
-Bueno, seremos tres. David me gana siempre. ¿Qué equipo te gusta?
-Juve
-Voy Inter
-¿Estás bien?
-¿Por lo de ayer? .... En Toud pasan cosas peores. 
-Mejor déjalo así Carlota. Anton no va a decirte nada
-Mis padres no saben que estoy aquí. Andreas vendrá en una hora

El chico Maizuradze se levantó y apagó su consola. Tomó una caja y la dió a su amiga.

-Es tu regalo. Ábrelo en tu casa С Рождеством Карлота *

La niña quedó bastante triste. Cuando llegó su hermano se sintió aliviada. La policía llegó a su casa por la tarde y después de un interrogatorio breve a Ricardo les hicieron saber que durante la semana las visitas continuarían.

Franz De Patie no se apartaba de la cantina de Don Weymouth. Evan trabajaba limpiando los tarros y las mesas sin decir palabra. La expresión del joven lo decía todo hasta que éste le pidió a secas

-Váyase

En Dobrev, Audrey Phaneuf utilizó un teléfono público. Al identificarse, le dieron instrucciones. Al ver a Franz pasar cerca lo alcanzó.

-Quiero estar en su investigación
-¿Cuál?
-No tengo mucho tiempo. Iban a matarme y me confundieron con mi hermana. Le suplico me deje estar en su investigación. Puedo ayudarlo. 
-¿De qué habla Audrey?
-Departamento de Inteligencia Vaticana. Lo designaron a usted para buscar al maldecido, la sangre pura, el origen de la ciudad y quién está detrás de los Neo. Ayúdeme. El Cardenal Rosetti me dijo que usted lo haría. Debe saber sobre un grupo secreto más. Mi familia pertenece al grupo de Los Patriarcas. Kirkorov era el líder y Solokoff sólo organizaba las reuniones. Somos buenos. Hágalo por ellos y por Veda.

Franz llevó a Audrey a su apartamento junto a la Biblioteca Tellnotelliana. Le hizo prometer decir la verdad. Afuera, el último acto luctuoso se llevó a cabo: una fiesta. En Katsalopov los músicos organizaron un improvisado concierto en honor a Dimitri Kirkorov y Veda Kate Phaneuf al que, inesperadamente la gente asistió.

Carlota en su habitación decidió ver lo que Anton le había entregado. Eran unos patines. Ella apenas pudo contener la sonrisa. El la invitaba a salir, por cierto.
*S Rozhdestvom Karlota, Feliz Navidad Carlota

viernes, 14 de enero de 2011

Problemas cotidianos y un acuerdo tibio


Cómo cada día siete Ely Alejandriy celebraba su cumpleaños. Era una ocasión especial.
Cumplía treinta años y todos sus hermanos estarían con ella.
Amante de la cocina, ella misma había preparado el plato que su madre le enseñó a comer a sus hermanos mayores: La pasta con res y salsa de albahaca y champiñones. Como siempre el pastel de queso para Joachim, vino rosso del Chianti por unanimidad y el más fino jazz de todos los tiempos con Miles Davies.
Su única esperanza era que no pelearan como siempre.

Gabriela llegó primero. Venía cansada por caminar mucho y un poco molesta también. En la mañana Andreas había hecho un desastre y Ricardo lo había cubierto hasta que un policía llamó.
Joachim y Thomas discutían sobre cómo debía llevarse al equipo de hockey. Los malos resultados provocaron que perdieran el resto de la temporada.

Todos se encontraban ensimismados cuándo Ely les recordó:

-Es mi cumpleaños. Los invité en vez de ir a una fiesta con mis amigos y sólo se comportan como idiotas. Si van a seguir con eso, váyanse.

Callaron. Ella tenía razón. Además que era poco frecuente que se reunieran (a veces se saludaban en la calle pero no conversaban), también podían, de una vez por todas pasarla bien.

Gabriela se sentó a la mesa y Joachim en el balcón dirigía su vista hacia un grupo de niños que soñaban ser cómo él mientras compraban globos para un evento en la Plaza Principal. Thomas, más cerca de la puerta miraba a todos de forma distante. Nadie tenía idea de que hablar.

-Ahora se quedarán en silencio.... Bonito cumpleaños Ely! Felicidades! Eso te sacas por hacer venir a tus hermanos que se odian.
-No lo tomes así
-Gabriela, creéme que ya sé que Thomas y Joachim no se dirigen la palabra a menos que se trate de un partido y eso para gritarse y que tú nos apartas a todos casi con insecticida pero hoy por lo menos finjan ¿Quieren?

Thomas suspiró un poco y dijo:

-No se trata de eso. Somos egoístas y estúpidos; ya lo sabemos. No es personal.
-Vaya manera de demostrarlo
-Te queremos
-Claro. Tú ni siquiera te atreves a ver a Gaby, quién a su vez te tiene resentimiento manifiesto y Jo mejor ni voltea porque sabe que hay nada bueno. Nunca me preguntan nada. Somos felices. Nadie se traga o es capaz de convivir.

Joachim entonces decidió que lo intentaría y se dirigió a todos.

-Me siento responsable por lo sucedido con el equipo. Siento que no me esfuerzo y he sido mal capitán. A veces también creo que ya soy muy grande para seguir jugando y me desespera no ser tan rápido como antes.
-¿Y porqué no me lo dijiste? - Intervino Thomas
-Porqué no lo entiendes. Fuiste jugador en Alemania, ganaste de todo y te retiraste. Yo tendré el Trofeo del Sur y otras cosas pero es nada. Acéptalo. El equipo no tiene nivel y si no clasificamos a olímpicos nos irá bastante mal.
-Eso también me preocupa. El Gobierno de la Ciudad me dijo que si no pasamos la eliminatoria me despedirán.
-A mí, Ricardo no me dice lo importante. Andreas está peor de lo que pensaba. Lo han multado varias veces, hoy pasó tres horas en una celda por provocar disturbios en el parque y le dieron su primer advertencia. También está lo de ir a Barcelona en el verano. Mi esposo quiere ver a su hermano, pero no soy capaz de decirle que no porque entiendo que lo necesita. Adrien y Carlota se ignoran.. Casey ya no vive aquí e Isabelle tiene demasiado trabajo como para tomar un café conmigo.
-La disquera me despidió por bajas ventas y tuve que duplicar los conciertos para pagar mis cuentas. No tenemos buenos tiempos
-Yo te ayudo
-No Thomas. Ustedes me enseñaron que debía arreglar mis problemas sola. Toda la vida los he visto hacerlo y no es justo que yo no lo haga
-El problema es que no siempre se puede solo
-Gaby embaucó a Ricardo, Jo se cambió el apellido y tú te fuiste hermanito mayor ¿A eso te refieres?
-Tranquila que amo a ese hombre
-No me malinterpretes Ely. Sólo quiero que sepas que si necesitas lo que sea, cualquiera de los tres está disponible
-¿Quieres que la pasemos bien? Perfecto. Empezamos ahora. Nada de problemas.

Joachim tenía razón. Todos se calmaron y compartieron la comida. Durante el postre, el primer recuerdo agradable que tenían los cuatro salió a la luz.

-Conservé esa fotografía del 98. Celebramos el ascenso de Gaby, el campeonato de hockey y mi admisión en el sello. Poco después le abrí los conciertos a Air...
-Me veía horrible ese día
-Nunca te has caracterizado por ser fotogénico Jo
-Gaby estaba enferma
-¿Y se nota?
-Demasiado
-¡Pero ve a Thomas! Temblaba y me acuerdo de cómo reaccionó cuando le dijeron que lo nominaban a la Medalla Nacional
-Esa no la conseguí
-Te la darán seguro
-Cuando aparezcan los cíclopes
-Frase de mamá
-La decía mucho
-Nunca me han dicho nada de ella
-Era muy risueña aunque Joachim la desesperaba cuando gritaba
-Me regaló sus aretes. A veces en la noche nos llevaba mermelada, galletas y pan. Nos abrazaba y nos arropaba para dormir. Thomas refunfuñaba pero mi madre no le hacía caso
-A mi me daba muchos besos para que me callara.. Y yo seguía con mi concierto a todo pecho
-¿Y papá?
-No sabemos quién es. Si mi mamá se embarazaba era del mismo sujeto pero mmm .. Nadie sabe
-Tengo presentación en la playa ¿Vienen?
-Yo si
-Gracias Jo
-Cuenta conmigo
-También Gaby
-Estaré
-Mi sueño hecho realidad. Mis hermanos oyéndome.
-Hagamos estas reuniones más frecuentes ¿Les parece?
-Pero más les vale cumplir. ¿Los jueves está bien?
-Tal vez

lunes, 10 de enero de 2011

El barco


3 de enero de 2001

Eran las tres de la mañana y Pat Low en la bahía se vía cansada. Una sorpresiva llamada la despertó y a falta de café, descargaba su mal humor entre los técnicos que debían trabajar con ella.

-Más vale que valga la pena o me largo de aquí no me importa nada
-Creo que si te interesará
-De Patie ¿Qué haces?
-Departamento de Historia del Arte. Me contrataron para dar clases en septiembre
-Bien. ¿Te mandaron a ver?
-Algo así
-¿Y qué me levantó de la cama hace diez minutos?
-Si volteas un poco hacia dónde está Jeunet....

En efecto, esa madrugada fría revelaba uno de los misterios más emblemáticos de la policía de Tell no Tales. Un enorme barco sorprendió a Pat. Intacto e imponente.

-¡Oh por Dios! ¡Es el Oksana Savoie!
-Jeje por eso debías estar
-Este barco se hundió el quince del siglo pasado ¿Lo sacaron?
-Encalló
-¿Cómo?
-Llegó así tal como lo vez. Lo reportó el viejo del muelle

Ella impresionada preguntó a Jeunet quién trabajaría con ella.

-Tú eliges. Dos condiciones: Quiero a Franz en tu equipo y no puedes elegir más de dos personas
-De acuerdo. Pero no objetarás. Necesito a Elliot Cohen y a Audrey Phaneuf
-Cohen está presente. A Phaneuf hay que traerla desde Toud
-En tren son dos horas
-No tenemos más tiempo. Hay que retirar el barco antes de que la gente lo vea. El gobierno de la Ciudad quiere que se maneje con discreción. Primero los estudios y luego la noticia.
-Sin discusión quiero a Phaneuf en una hora. Que venga en helicóptero
-No pueden tripularse en Tell no Tales a menos que quieras un accidente
-¿Aviones?
-¿Es una broma verdad?
-Sí quería conocer tu reacción
-En tren si quieres. A las cinco y media o seis está aquí
-¿Qué haremos?
-Mover el buque
-¿A dónde? No hay espacio
-Dijo De Patie que en las cuevas de los acantilados
-Claro.. Cómo son grandes
-¡Ea! Que hablo de las cercanas a la campiña son inmensas para esto incluso. Lo único es que no hay con qué realizar maniobras
-Y quieren que el público no lo vea
-¿Y si utilizamos el sistema del barco? Tal vez sirva

Era Elliot el de la idea. Los demás lo miraron cómo si cometiera sacrilegio.

-No sabemos las condiciones en las que se encuentra
-Nos pidieron algo. Si no lo cumplimos nos darán una multa que no pagaremos en nuestra vida y me extraña profesora Low que se le olvide ese punto
-¿Qué sugieres?
-Usarlo

En vista de las circunstancias Pat gritó:

-¡Necesito un capitán y un marino que no sea imbécil! ¡Esto es delicado!
-¿Algo más?
-Nada Jeunet. Empezaremos trabajos cuando estén todos. Voy por cafeína. Cualquier cosa me llaman.

Franz se acercó al anciano. No se veía enojado como siempre

-Muchacho has tenido suerte. Esa cosa aguardó a la gente indicada
-¿Usted fue el que llamó?
-¿Quién más? Esta ciudad duerme en punto de la una. Unos pocos no tenemos ese lujo porque no nos da la gana
-¿Cómo consiguió mi número?
-Jajajajajajajaja eres divertido niño. Por el directorio no fue
-¿Porqué confía en mí?
-Yo no confío en ti pero eres el más miedoso y por tal el más precavido
-Gracias por las palabras
-No es un placer
-¿Se quedará?
-¿Para qué? Para eso están los científicos. Yo cumplí mi parte, ahora aléjate. Me iré cuándo venga la doctora Phaneuf que es bonita... ¿Pero que sabrás tú de eso? Rechazaste la oportunidad
-Yo también lo estimo
-Vete. Allá eres más útil
-Lo veré luego

Cuando el barco comenzó marcha, Pat volvió. Elliot comentó a Franz

-Y ahí va. Los primeros en subir son ellos
-Es una lástima
-Lo bueno que el Savoie funciona. Si es la clase de barco que los periódicos registran podremos desmitificar su desaparición. La policía quedará como incompetente y nosotros con la gloria
-Soy Franz De Patie, historiador de arte y sacerdote
-Elliot Cohen, cronista y diseñador gráfico, asistente de Pat Low desde hace dos años
-Eres muy joven
-Veinticuatro.. La doctora Phaneuf tiene veintitrés
-Yo casi treintaiocho
-Le tocó una mala época para ejercer su oficio
-Es complicado

Audrey arrivó poco antes de lo calculado. Su elegancia imponía respeto. Pat la recibió y comenzó su labor enseguida.

-Bien no hay tiempo. Phaneuf a Cohen ya lo conoces. Él es De Patie especialista en historia del arte. Por aquí.

Los cuatro caminaron cerca de veinte minutos. El barco ya se encontraba en la Cueva de la Esperanza. A la solo pregunta de quién subiría primero, al unísono contestaron que irían juntos. La iluminación del mítico trasatlántico se encontraba en perfecto estado. Cuando era la hora de abordar (por decirlo de alguna forma) se identificaron. Nadie pensó en lo que les esperaba.

-Por Dios - Exclamó Pat - Y esto es sólo la cubierta. Tu opinión Elliot
-Acabado francés, los materiales no se diga. Es típico de un barco utilizado en este lugar a principios del XX
-¿Porqué lo sabes?
- Este barco es de 1889 supongo. Llegó aquí gracias a un magnate de apellido Leduc. Se rentaba para fiestas, bailes, graduaciones y compromisos. Eras realmente adinerado y poderoso si celebrabas aquí.
-Es probable que la maquinaria fuera de lo mejor en su tiempo - señaló Audrey - La gente no escatimaba gastos si de lujo se trataba
-¿Qué estudió señorita Phaneuf?
-Historia de la Civilización Occidental padre De Patie
-Se parece a una actriz a la que vi audicionar para un filme de Jeunet
-Coincidencias... Para ser un barco tan grande debe contar con galerías y grandes salas. No intenten buscar la tercera clase porque no la hallarán.... ni siquiera la segunda. Para más detalles Elliot
-En Tell no Tales los buques se destinaban sólo a la alta sociedad. La única forma de entrar a ellos sin ser opulento era trabajando en tripulación, maquinaria o en la cocina. Si eras dorado.... jamás te dejaban pasar.  La diferencia social era muy marcada. El Oksana Savoie zarpaba en primavera y parte del verano para después ser ocupado en eventos sociales desde agosto. En enero iba a mantenimiento. Todos los años eran temáticos. Hay que bajar para ver.

Un gran recibidor resplandecía para dar paso a los comedores y a un largo pasillo hacia el museo del barco.

-La cristalería y la porcelana viene de Italia. Lo demás es de Francia y apuesto los ojos.
-Francia tenía la mejor escuela de ingeniería del mundo. La gente se sentía sofisticada de sólo pensar que esto proviene de un país al que consideraban admirable. Estudié en colegio francés y ballet era mi peor materia... Si hubiera sido niña en la época de gloria de los trasatlánticos, mi madre habría preferido verme muerta antes que mala bailarina. Todo lo que viniera del país galo era especial. Hay una frase "Bienvenido a Tell no Tales si eres francés"
-Algunos suizos intentaron hacerse pasar por franceses pero la gente ya sabía identificarlos. Imaginen la decepción cuando en las guerras los inmigrantes resultaron ser los rusos.

Elliot y Audrey eran los únicos que hablarían. Franz escuchaba con atención y Pat imaginaba las pruebas a las que sometería al barco.

-Según escritos del manual de costumbres, todos venían con cierta teatralidad en el vestuario, se consideraba de buen gusto. Era normal que, fingida o no, tu inclinación cultural te llevara a adoptar las modas, ideas y productos de París. Por los colores de la decoración y a juzgar por los detalles florales, el tema era el invierno. Se presentó por primera vez en 1902 y gustó tanto que se pidió que repitiera. Debió ser hermoso
-Déjame las costumbres Audrey
-No digo nada Cohen
-La Exposición Mundial de París de 1889 causó un gran impacto en esta ciudad. Las artes, la ciencia, el progreso. Se volvió una obsesión entre los habitantes. Cambiaron radicalmente sus costumbres y hasta el idioma. En esta zona se hablaba el lisak, un idioma difícil e impronunciable del que quedan pocos escritos. Se consideró de gente atrasada, de bárbaros. En la campiña era dónde más arraigada se tenía esta lengua pero hasta los dorados comenzaron a abandonarla. El poder alcanzar las alturas en todo sentido de los europeos se volvió aspiracional. Es la razón por la que hablamos francés. La gente se esforzaba en mejorar. La clase media mandaba a sus hijos a la Universidad de Tell no Tales, los empresarios los enviaban a París. Ingeniería, Medicina, Biología y Arte eran las carreras más comunes. Muchos de esos chicos ya no volvieron y otros sólo regresaban para irse de nuevo. Cuando estallaron las guerras una minoría retornó, algunos fueron llamados a servicio por su conocimiento.

En la muestra plástica, se encontraban tesoros invaluables como finas esculturas y pintura de corrientes modernas. Los comedores eran inmensos y los camarotes alucinantes. Oro, muebles de caoba y cedro, instrumentos musicales y objetos de enorme belleza conformaban el entorno del Savoie. En el salón principal el nombre de los ingenieros encargados de la construcción sobresalían.

-"Pascal Peizerat et Fabian Weymouth"

Franz reaccionó.

-¿Weymouth? Ese apellido no es galo
-Lo más seguro es que se trata del diseñador. Es el segundo crédito
-Señorita Phaneuf ¿Es posible que sea por el autor de los planos que este barco se trajo aquí?
-Lo más seguro. El dueño es Gustave Leduc... Tal vez fue un regalo o un trabajo por encargo extraordinario.

Pat encontró por su cuenta algo en un camarote. Una anomalía.

-Vengan. Aquí es dónde se debe comenzar a buscar

En la recámara se hallaban fotos y cartas que Matt dedicó a Lía y viceversa, botellas de champagne sin abrir y algo que desconcertó a Elliot Cohen: un crucifijo de madera. Sólo una mujer de las montañas lo usaría. Su maestra cuestionó:

-Expertos díganme algo: Si los dorados no podían entrar ¿Cómo fue que una joven llamada Lía si pudo y su familia también? Y no a una, sino a varias reuniones.
-Era su prometida
-Eso no era posible padre
-De hecho si Audrey
-¿A qué te refieres Elliot?
-Era raro pero él debió quererla mucho, tanto para enfrentar a sus padres. Si lograbas un respeto hacia tu novia tu círculo social debía recibirla sin hacer olas. Era por educación. Hipócrita si quieres.

Franz decidió entonces que investigaría esa historia por su cuenta. En el Vaticano lo ayudarían. Por intuición, supo que Elliot le sería indispensable para saberlo todo.

sábado, 1 de enero de 2011

Las luces de un nuevo año y un amor latente



Enero 2001

Con silbidos y cantos recibió Tell no Tales el Año Nuevo. En la Plaza Principal, la multitud festejaba con abrazos. Antón se las arregló para encontrarse a Carlota. Ella por su parte, acompañada de su familia y amigos no reparó en él rápidamente, pero al verlo lo abrazó fuertemente. Andreas preguntó:

-¿Tú fuiste el que rompió la fuente, verdad?
-Jajaja el mismo
-¿Quieres tomar algo? Tienes que decirme cómo hiciste eso
-Genial

Tina y Paul miraban con reserva mientras Gabriela y Ricardo reían nerviosos de pensar en lo que veían.

-¿Y tus padres Antón?
-Por ahí Carlota. No andan muy lejos
-Te diviertes entonces
-Mucho. ¿Quieres bombones?
-Claro. Gracias
-David también está por aquí pero no lo veo
-¿Tu mejor amigo, cierto?
-Y el único que me habla desde kinder
-No hay opciones
-Ninguna pero lo estimo

Pat Low brindaba con Jeunet. Si algo tenía esa noche era un romanticismo que casi se podía tocar. Isabelle con su hijo bailaba polka y má allá Lucas De Vanny con su hija hacía lo propio.
Casey sin embargo decidió ir al Panorámico. Ella buscaba encerrarse en sí misma como cada madrugada del Año Nuevo pero coincidió sorpresivamente con Franz De Patie que también buscaba su soledad. Tenían tiempo sin verse y ella se sentía nerviosa.

-Hola
-¡Casey! Buen año
-Gracias. Crei que estarías en la fiesta
-Si me gustaran tal vez estaría allá.. ¿Y tú? ¿Porqué no vas?
-Por la misma razón. No sé que haría
-Como en los viejos tiempos la bella Casey no se divierte
-Gracias por lo de bella
-Siempre me lo has parecido
-Entonces con más razón reitero el agradecimiento
-No es necesario si hasta tú misma sabes que es la verdad

Casey sentía que sus piernas temblaban ante Franz. Desde que lo conocía, era el único en su vida capaz de provocar sensaciones inesperadas que le movían el mundo.

-Hace mucho que no sabía de ti
-No me la paso en la ciudad mucho tiempo. Londres no me deja ir
-Más bien eres tú quién no quiere irse
-¿Lo crees así?
-Casey eres obstinada
-Tú también lo has sido
-¿Con?
-Ser cura
-Es un trabajo que disfruto mucho
-Renunciaste a todo
-No
-Lo hiciste
-¿A qué renuncié?
-A nosotros

Casey se arrepintió de lo dicho en el acto. Había sido impulsiva y eso delató lo que ella quería decir a Franz desde hacía años. No podía ser en otro momento ni podía evadirlo.

-Lo siento
-No Franz. Disculpa
-Dilo

Mirándolo a los ojos con una dulzura infinita ella creyó sentir pena.

-Tenías y tienes razón cuando dices que eres feliz Franz. Jamás habría sido así de seguir la ruta de los demás
-¿Qué quieres decirme?
-Yo y mis viejas ideas. No es nada
-Casey te conozco
-Es todo
-Terminemos con esto de una vez
-No tengo nada qué decir
-Expresas más en silencio que cuándo hablas... Lo malo de ti es que si no lo externas necesitarás gritarlo con todas tus fuerzas algún día. Nadie puede reprimir lo que siente por tanto tiempo
-Ya enloquecí y no quiero empeorar

Ella lloraba ahora. Franz intentó abrazarla pero ella le pidió que no la tocara  y él se apartó un poco. Casey habló.

-Te he amado toda mi vida

El viento era sutil y helado calando los huesos de ambos. Él prefirió guardar silencio porque la confesión de Casey era algo que él ya sabía al percatarse en la Universidad. Nunca estuvieron juntos.

-Perdóname
-Siempre has sido el único para mí.. Jamás me enamoré de alguien más. No pude. ¿Sabes qué son veinte años perdiendo el aliento cada vez que te apareces?
-No. No lo imagino
-Cuándo dejaste de ir con nosotros a divertirte pensé que habías madurado antes. ¡Cielos! Te creía perfecto, inalcanzable, casi un ángel..... ¿Y sabes que me desesperaba? Saber que sentías algo por mí y no te atrevías a hacer algo
-Yo quería ser esto que soy
-¿Y nosotros qué?
-Lo siento
-¿Sólo sabes decir lo siento?
-No puedo hacer algo más. Lamento mucho que te haya lastimado. Tomé una decisión que quizá significó para ti hacer a un lado tu corazón pero ya no te martirices
-No me casé, no tengo hijos... Como te dije yo no puedo
-No te hagas esto. Casey........

Franz la tomó en brazos para consolarla.

-Yo me disculpo.. No es apropiado Franz. He tratado dejarte ir de todas formas
-Más bien tú debes perdonarme. Me di cuenta de lo que sentías por mí y no lo hablé para arreglarlo
-Cuando supe que tomabas los hábitos se me rompió el corazón
-Lo creo. También para mí fue difícil porque estaba enamorado

Callados se quedaron frente el uno del otro hasta que él decidió que era hora de terminar definitivamente.

-Te amé profundamente Casey, de verdad lo hice.. Pero me ganó la vocación. Dejé atrás lo que pudo ser una maravillosa vida juntos por algo en lo que creo. Tal vez no me despedí de la mejor manera y posiblemente tampoco hice las cosas como debían ser. Contigo era feliz y pensaba en lo especial que eres aún para mí, pero no es la clase de amor que puedo brindar. En cambio, en mi trabajo puedo dar, inclusive a ti todo el amor del mundo. Ya no estés triste y te pido que seas feliz. No llores.
-Entiendo. Sólo tenías que decírmelo. Adiós. No te molestaré más
-No me molestas
-Vete o lo que quieras. Haz lo pertinente. Te amo.

Casey caminó y a su mente llegó lo que Pat le señaló una vez:

-Nadie puede aferrarse a algo que no es para sí toda la vida.

La pirotecnia se adueñaba del cielo tellnotelliano cuándo llegó a la plaza. Gabriela se apartó con ella y le contó todo. Al menos tenían la certeza de que las cosas estaban dónde debían. De pronto una duda asaltó a Casey:

-¿Qué sientes por Ricardo?
-No me imagino sin él
-Bueno eso lo supuse.. Pero ¿Qué sientes?
-¿Cómo? ¿Qué siento? ¿De sentir así nada más o sentir sentir?
-La segunda
-Lo amo
-¿Qué?
-¿Te extraña? Es mi marido
-Cuándo te casaste con él no lo amabas
-Tal vez ahí no pero ahora sí
-¿Cómo es eso?
-Ricardo ... ¿Cómo te explico? Me di cuenta de que lo amaba porque comenzó a quitarme el sueño. Yo pienso en él casi todo el tiempo, no me enoja que me quite la cobija cada noche y tampoco que  llegue tarde a casa... O hable mientras duerme.... Casi todos sus defectos son al dormir.. En fin. Supe que lo amaba porque lo sentí. Es loco pero me gusta.

El espéctaculo de luces se prolongó. Casey lo vió atenta y Franz, ya en el muelle, reflexionaba sobre lo ocurrido y lo que vendría.