lunes, 27 de junio de 2011

El milagro que surgió en un humilde café


Septiembre 2001

El viejo del muelle comenzó a frecuentar Le jours tristes por las mañanas y Judy amablemente le dió la bienvenida. Los meseros comentaban que las propinas dejadas por él eran buenas y se desvivían por atenderlo. La señora Becaud, ajena a esto, procuraba hacerle un poco de charla.

-¿Cómo ha estado?
-Un poco cansado niña, he venido por tu repostería y a encargarte algo.
-Por supuesto, lo que se ofrezca.
-Que otro me dé las cosas, necesito que te sientes.
-¿Qué es lo que gusta solicitarme?
-Ayúdale a Tamara Didier con su trabajo.
-No tengo el placer de conocerla, creo que le fallo.
-Ve esta tarde a hablar con ella, di que es de mi parte.
-Yo con gusto le paso un recado pero no entiendo bien.
-La encontrarás en Steuer, entrégale esto y espera. Desempolva tus patines. Cuando vuelvas, deberás hornear más pan.
-Es un poco extraño.
-No tanto como el marido que tienes.

Judy miró al anciano con cordial desconcierto y pidió que le sirvieran café.

-Debo ir por mis botines.
-No llevas prisa.
-Pero afilar mis cuchillas toma tiempo, en las tiendas he visto que dan turno. Con permiso.
-Propio mujer.

En su recámara, la señora Becaud trató de no mirarse al espejo para no pensar en lo que el anciano había dicho acerca de esposo pero no pudo evitarlo mientras se preparaba para salir. Se acordó asimismo de su madre advirtiéndole que no se casara tan joven y de su maestro de historia que le insistió mucho para que no dejara la escuela por un escritor que de la nada, manifestaba un interés dudoso:
-"Parecerás más bien, su trofeo" - Se lamentó el docente cuando ella, enamorada como estaba, tomó un taxi para mudarse al departamento de Jean y a las pocas semanas, llegar a Tell no Tales, montar un negocio y trabajar elaborando maravillosos cupcakes que pocos probaban.

-Si viene Jean por favor díganle que tuve un encargo - solicitó a los empleados - Trataré de volver pronto.

Minutos más tarde, mientras esperaba que terminaran de acerar sus hojas, Judy logró reconocer a Carlota quién repasaba sus rutinas mientras Tamara Didier le daba indicaciones y Amy las grababa. Steuer era una calle en cuyas esquinas se ubicaban los almacenes de indumentaria deportiva y éstos con sus aparadores permitían ver lo que pasaba en esa pista al aire libre.

-¡Excelente Carlota! ¡Has mejorado mucho ese double axel*! se escuchó.

-Pobre niña, le han gritado todo el día - Mencionó la persona que hacía el recibo a Judy - Y es la primera vez que la halagan, su instructora es un poco quisquillosa.
-Tal vez la coreografía necesita más práctica. Las transiciones son pausadas y creo que el programa que montaron requiere velocidad.
-¿Usted es coreógrafa o algo así?
-Es sólo una impresión...  No sé, me disgusta el estilo de Michelle Kwan y cuando tratan de basarse en él se olvidan de los requerimientos artísticos.
-Media ciudad se volverá en su contra si la oyen.
-Creo que ese equipo necesita ayuda.
-Espero entonces que le tomen en cuenta. Aquí está, sería todo. Buen día.
-Gracias.

Algo nerviosa, Judy se aproximó a la entrenadora en plan de hacer un comentario; por la ligereza de sus pasos, llamó la atención de Didier, aquello le indicaba que se trataba de una persona entrenada.

-Hola.
-¿Puedo servirle?
-Mi nombre es Judy.
-¿Y bien?
-Tal vez no sea la persona más indicada, y tal vez no poseo experiencia pero creo que debe enfocarse más en corregir las transiciones**.
-Tuvimos una tragedia en las certificaciones gracias al mérito técnico, debemos trabajar mucho más en los giros y es evidente que usted no es experta.
-Han descuidado las secuencias de pasos y esas también se califican.
-Usted era de las de danza, seguro.
-Iba obligada a un horrible club cuando era pequeña y mis habilidades no eran muchas.
-Por sus pies puedo juzgar que tampoco le fue bien y le hizo al mundo un favor dejando el hielo en paz.
-Aprendí un par de cosas.
-Hacer cómo que bailaba.
-¡Cuánta arrogancia! ¡Gané una medalla de bronce en novice en el 93!
-La de su club de patinaje, es fácil apostarlo.
-Esa nunca lo obtuve pero sí la de Coupe de Nice.
-¿Quién era su pareja?
-Gwendal Mériguet.
-¡¿Era usted?! ¡El se quejó de tener que ayudar a una mocosa de trece años! ¡Jajaja aquello fue patético! ¡Tener que ver a un senior con una novata que se resbaló en la danza obligatoria, en la corta y la libre! ¡Jajaja!
-No se burle.
-Casi los descalifican porque Gwendal rebasaba la edad límite pero intercedió Pasquale Zazoui alegando lo del niño que dejó plantada a su partner.
-Pasé mucha vergüenza.
-Jejeje Soy Tamara Didier.

Judy temía darle la mano pero por educación lo hizo. Después de unos instantes embarazosos recordó su manda. Respirando profundamente le pasó el impreso. Era un cartel, Tamara lo desenrolló.

-Un anciano te lo envía.
-¿Usa gorra?
-Como boina.
-El venerable del muelle. Todos lo conocen.
-Yo no hasta hace poco.
-Oficialmente ya eres habitante de Tell no Tales, ese hombre mínimo ha saludado a todos alguna vez.

Revisando lo escrito, Didier se quedó asombrada. Era una convocatoria, pero no cualquiera: Otorgaba un lugar en los Nacionales de Patinaje Artístico de Tell no Tales y los requisitos para participar consistían en haber formado parte del certamen de certificación de nivel ese año además de la presentación de dos rutinas nuevas en tres semanas. El tradicional "Masters Classic", dónde muchos atletas se jugaban la última posibilidad de ir a una competencia formal se hizo extensivo a los novice, según se explicaba, por la ausencia de contendientes. No se entregaban preseas pero si una certificación automática que facilitaba la inscripción en otros concursos como el serial de clubes dónde el competidor con más medallas de oro en las pruebas asignadas se erigía como ganador.

-Judy ¿Puedo verla en la noche? Tengo un alumno nuevo a las siete que no da problemas.
-A esa hora estoy ocupada.
-Mire, apuntaré a Carlota enseguida. Por favor venga, estaré en la pista senior número dos en Humanidades.
-Me da pena pero la cafetería a esa hora tiene algunos comensales y alguien debe prepararles la cena.
-Entonces yo voy ¿Dónde queda?
-Mejor nos reunimos en la pista para poder platicar, pero a las ocho.
-Bueno, es razonable.
-Entonces me retiro para dejar la cocina a tiempo.
-Hasta luego.
-Hasta más tarde.
-No entre con zapatos ni a las gradas, soy muy estricta con el uso del calzado, lleve los botines, es para mantener en buen estado el inmueble.
-Entendido.

Una sonriente Tamara transformó su tono de voz de impaciente a uno más jovial

-¡Carlota! ¡Ve a casa! ¡Mañana te quiero temprano, a las siete!
-¡Bien! ¡A esa hora!

La instructora tardó más en llegar a la pista principal donde las estrellas del equipo tellnotelliano realizaban prácticas que en apuntar a su pupila en el Masters. En la mesa de solicitudes, Eva Fehr y Ryan Oppegard le preguntaban si contaba con la certeza de que su discípula podría soportar la presión ya que pensaban que la ansiedad era el factor del fracaso en agosto.

-Ella podrá con esto. Cualquiera que realice un axel sin titubear es capaz de hacer lo que quiera.
-Te adelantamos que uno de los jueces es Ingo Carroll y el estilo de tu chica no le gusta.
-Está dispuesto a poner el último clavo en mi ataúd, díganle que nos vemos en las Nacionales.
-Eso si se presenta, estará ocupado con sus junior y senior ¿Sabías que Michelle Kwan ya entrena con él de nuevo? Hace rato la vimos reconociendo las instalaciones.
-¿Kwan?
-En Nagano él la llevó a ganar medalla y quiere repetir en Salt Lake.
-Nagano, Nagano, me perseguirá siempre.
-El torneo comienza el día veinticuatro, pero la prueba femenil es el veintisiete, vamos estableciendo el orden de salida conforme van llegando así que en el programa corto ella será la número veinte. Su actuación será a las veintiún horas. Para la rutina larga haremos sorteo de grupos después de la clasificación preliminar.
-Entendido.
-Suerte.

Por la noche, era el turno de Verner Tomos para demostrar un avance. Él ya tenía cierto camino competitivo y con tal de continuar espiando a la niña Liukin se las arregló para que Didier lo admitiera. Judy Becaud llegó a tiempo y se notaba agotada. Con su look juvenil y desenfadado impresionó a Tomos quién notó en ella un parecido muy marcado con Carlota.

-¿Quién te dijo que te detuvieras Verner? -cuestionó Tamara - ¡Continúa, en diciembre necesitarás quedar entre los primeros cinco!
-¿Sesión difícil?
-La chica es un reto mayor. Soy la nueva coach de este patinador desde hace unos días, me dijo que la presentación de Carlota le gustó por la dificultad y el está buscando mejorar sus elementos de salto porque no es muy fino, según el historial de sus evaluaciones, lo penalizan mucho. Las advertencias inundan su carrera, eso le impide ir ganar medallas.
-El eterno detalle.
-Así es.
-Traje panquecillos, son un regalo.
-No como azucarado.
-¡Ouch!
-Démelos, agradezco mucho.
-¿Cuentan con algún patrocinador?
-Sólo Tomos, es una perfumería.
-Pensaba que tal vez podría intentar auspiciar el proyecto y viendo las circunstancias, eso incluiría a este muchacho.
-Es una disciplina muy costosa.
-No gano mucho en la cafetería y pensé organizar una kermés con las monjas. Hace tiempo di un curso de decoración de repostería con ellas y obtuvimos cierto beneficio.
-Eso no es mi prioridad ahora, mencionó que asimiló algo hace tiempo.
-Zazoui me enseñó un poco de montaje coreográfico.
-¿Modestia?
-No, es la verdad.
-El sonido me indica que usted sólo consiguió ser ejecutante de twizzles***, lo de los problemas en las transiciones de Carlota son algo de lo me percaté y de todas formas requiero de una persona con nociones de danza, todos los instructores cuentan con un bailarín que les ayuda a armar sus programas y estoy segura de que usted es la indicada.
-Lo que menos tengo es tiempo.
-No es de todos los días. Supongamos que de jueves a sábado.
-Pero también entraré a la Universidad y con tareas, exposiciones y similares se me irá el día.
-Viernes y sábado.
-Realmente me ofrece el trabajo ¿Va a confiar en alguien que nunca dió una?
-Hice el ridículo en unos juegos olímpicos y usted patina peor así que por default la preparación de deportistas es lo nuestro.
-¿Y tendré un sueldo?
-¿Bromea? A la semana usted se queda sin un centavo, mejor conserve su local. Mañana haré que los chavales se dediquen a ofrecer bizcochos.

Judy se retiró y caminó feliz cuando al atravesar las puertas de Le jours tristes se topó con su establecimiento lleno. Sus panecillos decorados estaban agotados y los meseros al distinguirla le pidieron ayuda con los inesperados clientes. El viejo del muelle se presentó y ella le contó como pudo todo lo ocurrido.

-Por hacerme ese favor te has ganado comensales. Acostúmbrate a la prosperidad.
-Ojalá así sea.

La señora Becaud no descansó esa noche; en la madrugada preparó canastas de cupcakes y para su mayor sorpresa, Carlota y Tomos ni siquiera protestaron cuando su entrenadora les hizo venderlos.

Gwendal que pasaba cerca del café, se aproximó a ver lo que pasaba. Tamara entonces le preguntó por saludo:
-¿Todavía te acuerdas de la niña a la que plantaron en Coupe de Nice?
-¿La que se cayó?
-Adivina a quién me encontré...
-¡No es cierto!
-Es en serio ¡Judy!

Al verla, el tío de Carlota se impactó. La chica de la que se burló durante años en tertulias y borracheras en Lyon y que fue humillada por Jean Becaud ahora lo miraba con sus grandes ojos verdes. Obviamente ella sabía quién era él.

-Buen día.
-Igualmente señorita, soy Gwendal Mériguet ocho años después.
-Judy Becaud y ya no uso cuchillas para dar pena.

Gwendal rió y se dispuso a ayudar a su sobrina con los panqueques comprándole varios; aunque se resistía, no dejaba de admirar a Judy quién se dió cuenta de que su piel se erizaba si él le dirigía la palabra.




*Axel
El patinador empieza hacia adelante, salta (como si se tratara de un paso de vals), hace por lo menos una vuelta y media (axel simple), dos vueltas y medias (axel doble), o tres vueltas y medias (axel triple)
en el aire y aterriza sobre el hielo.
Patinaje artístico
**Trancisiones
Son los cambios de ritmo en la coreografía de un patinador de acuerdo a la música que utiliza.
***Twizzles
Es una rotación con un solo pie. Es un elemento obligatorio en la danza.






miércoles, 22 de junio de 2011

La luna de sangre


Diciembre, 1914.

Nochebuena.

La ciudad se engalanaba para la entrega de regalos y las suntuosas orquestas para los conciertos de gala al día siguiente en los museos recién inaugurados. En las calles, los dorados recogían su último pago del año y se marchaban a casa con las manos casi vacías y llenas de hollín y grasa. El clima sería violento y esos hombres morirían en el camino; todos lo sabían y podía creerse ciegamente que se les dejaba partir a propósito.

En casa de Lía, el viento se escurría apagando la chimenea cada vez que su padre revivía las llamas y las mantas que cubrían a su madre parecían hojas de papel. Presintiendo que no pasarían la noche, la familia salió a buscar refugio en la iglesia aunque quedara lejos y les estuviera prohibido ir a esas horas pero el suelo asemejaba a las brasas.

-¡Qué rayos! No se puede andar.
-¿Y ahora papá?
-Veré la forma de no tener frío. Si puedes calienta el chocolate que queda.

Ella obedeció, pero los vecinos afuera no cesaban de preguntar a Goran que debían hacer. En un gesto generoso, la chica repartió bebida entre los que se acercaban, aunque no era poco, apenas quedó para los tres. Al cerrar la puerta, dejó de percibirse un poco el ambiente congelado.

-Mañana le pediré a Schultheiss que nos conceda quedarnos en el convento un par de días, esto se pondrá peor, si notas que tu madre desea dormir, no la dejes, cúbrela con lo que puedas y procura mantenerte atenta.
-¿Dónde irás?
-Por los hombres que han de estar sufriendo tratando de llegar con sus esposas.

Pero se desencadenó un terremoto ese instante, la campana anunció un tsunami.

-¡Ola hacia las montañas! - Gritó el vigilante de los acantilados.

Los campiranos abandonaban sus casas a toda prisa cuando un repentino fuego a pocos metros de la entrada de la ciudad se expandió rápidamente.

Un segundo temblor se presentó aún más inclemente y los habitantes de Tell no Tales optaron al fin por ver que sucedía. Los bomberos y la policía corrían para sofocar el fuego que tomaba dirección a los asentamientos rurales. Mostrando humanidad por primera vez, algunos se organizaron para salvar a la gente del campo. El padre Schultheiss los dirigía.

La familia Weymouth continuaba al interior de su hogar hasta que Alban Anissina gritó el nombre de Matt en la acera. El joven, pese a la oposición de su familia atendió.

-Pasa ¿Qué te trae aquí?
-La campiña se consume, todos allá van a morir.

Matt se asomó y al ver las cumbres encendidas pensó en Lía. Junto con su amigo, se precipitaron a sumarse al grupo de auxilio.

Mientras eso ocurría, Goran Liukin no hallaba senderos de escape y la laguna sería el primer sitio en el impacto de la ola.

-Iremos al norte y después trataremos de bajar al oeste, por ningún motivo vayan al sur.

Para después decir en voz baja:

-El viento nos está aventando a la lumbre..

Siguiendo las instrucciones, las personas prosiguieron hasta que una luz naranja los contuvo. La nieve que cubrió el bosque se había derretido.

-¡Todos al norte! - Repitió el señor Liukin. Desesperados, eligieron adentrarse aún más entre los pinos pero un estruendoso muro de agua los obligó a retroceder. Sin aparente salida, algunos subieron a las copas de los árboles buscando una ruta. Jorik logró visualizar un dirección a la izquierda y el grupo tendría suficiente tiempo para resguardarse al descender a una especie de calzada ocupada por los rusos inmigrantes.

Pero no todos contaban con suerte. Los primeros caídos debido a la pesadez del ambiente hacían resbalar a los que luchaban por continuar. Jorik le avisaba a los demás quién fallecía o se extraviaba pero dar la siguiente noticia lo llenó de espanto. El chico entre lloros anunció:

-Lía Liukin no está.

Goran tenía el corazón dividido ¿Ir por su hija o quedarse con su mujer? Las primeras cenizas de un siniestro sin control ya eran tan palpables que iba a resultar estúpido ir hacia ellas, con Daphneé enferma y sabiendo que nadie le procuraría atenciones era irresponsable arriesgarse, pero alguna vez también juró velar por su pequeña.

Cuando se logró controlar parte del incendio, Matt subió por la ladera. Horrorizado al llegar a la primer cumbre al ver que la devastación era inmensa, aceleró el paso. La vivienda de su novia estaba calcinándose, la gigantesca ola ni siquiera salpicó el lugar dando paso a la incoherencia.

El joven Weymouth se desplazó en paralelo a la catástrofe hasta verse, literalmente, con un túnel de fuego sobre su cabeza y un rugido escalofriante le privó del oído y posteriormente experimentó el sonido de un silbido incesante. Sin noción de la ubicación, una figura nebulosa batallaba con las bocanadas ardientes que le rodeaban. Por la esencia de violetas que acompañaba a tal ser, él se enteró de que era Lía.

Ella quedó atrapada cuando el aire arrastró una columna de llamas. Tosiendo, no pudo pedir ayuda y aunque resistía, el humo no daba tregua. Al aproximarse su prometido, lejos de sentir alivio, se angustió al extremo de gritarle, pero Matt no enseñaba algún gesto, no le hacía caso, le tomó de la mano y comenzaron a correr por la galería infernal hasta los acantilados pero las olas que se aproximaban eran más altas que las montañas y la confusión los paralizó.

El fuego iba tras Lía, el océano perseguía a Matt y ninguno lo había notado. Debido a la inminencia del choque con aquella pared líquida se despidieron. Ella se preguntaba porqué el chico no abría la boca pero lo abrazó y él cubrió sus ojos.

Dejándose llevar por el último reflejo de supervivencia, apenas pudieron evadir el primer resquicio de mar cuando se produjo un suceso extraordinario. Un tornado poderoso de fuego y agua se formó ante su mirada. El incendio se había terminado y el oleaje era absorbido por el remolino. Apostando todo, los dos trataron de huir.

En la ciudad, ver aquél fenómeno provocó pánico. De los integrantes de la improvisada brigada, Matt era el único que no había vuelto. Con el zumbido insoportable en los tímpanos, el chico zigzagueaba cuando tuvo una audaz idea; quizá no funcionaría pero al percatarse de que el sistema iba siguiendo sus pasos se desviaron lo más que pudieron y corrieron en círculos hasta tomar dirección de nuevo a los despeñaderos dónde se separaron y tomaron un camino distinto.

Unos casi imperceptibles copos de nieve se manifestaron y el mar comenzó a cristalizarse, el viento se volvió ligero y el tornado se desintegraba cuando la onda gélida lo solidificó. En un acto temerario, Matt retornó y desprendiendo la base con mucha dificultad desplazó el bloque al precipicio que al estrellarse en las rocas se redujo a inofensivos trozos de hielo.

Lía se colocó enfrente y él se limitó a besar su frente. Ella sólo le daba las gracias, se sentaron un momento y esperaron el amanecer para bajar a la urbanización.

El joven Weymouth, con ceniza y la ropa rota llevaba en brazos a la chica Liukin al momento de dejarla con su padre. Goran sentía un alivio profundo y no evitó que unas pequeñas lágrimas se escurrieran. Matt era el héroe de una jornada que contabilizaba veinte muertos en las montañas. Alban se apresuró a revisar las heridas de la pareja. Su amigo como pudo le transmitió sus molestias.

-Ese dolor de oídos se arreglará en unos días si descansa - Intervino el padre Schultheiss.

-"Así que era eso" - Pensó Lía - "Fui tan injusta en el bosque"

Los Weymouth estrechaban a su hijo y le dieron la mano al señor Liukin.

-Ha sido un honor para mi casta - Señaló Fabian Weymouth
-Reconozco la valentía de tan noble hombre, es signo de buena cuna - Contestó Goran e indicó a Lía:
-Puedes ir a visitarlo.

-¡La iglesia dará abrigo a los montañeses! - Anunciaba un monaguillo. El clima era como el verano y el Bourzat se adelantó.

-Habrá flores pronto - Dijo Daphneé, alegrando a su hija.
-Es hora de retirarse, todos merecen descanso.
-Por supuesto doctor Anissina, espero que vaya a visitar a mi esposa.
-Seguro señor Liukin.

Matt y Lía se dijeron adiós momentáneamente con un discreto beso. La luna aún era visible y estaba muy roja. Durante la noche nadie volteó a verla, pero en Tell no Tales eso significaba muerte y sobretodo, presagiaba la persecución de los malasangre; el tornado era el primer signo.

domingo, 12 de junio de 2011

Un cuento escrito en el cielo



"Ballet para patinadores 6:00 pm Estudio de Anastasia Krylova"


Era el cartel pegado en Olenska. Amy se apuntó en el acto. Krylova era una de mejores maestras de danza clásica en la ciudad y la oportunidad era imperdible ¿Lo malo? Para los requerimientos de la muchacha, ese tipo de taller era insuficiente para presentar las audiciones de la Academia de Ballet de la Universidad de Humanidades.


-Es lo que puedo pagar.
-¿Y un curso profesional?
-Compro el uniforme, los libros y el material del curso o me gasto todo en clases de baile.
-¿Dónde está tu hermano?
-Salvatore paga las deudas que nos heredó mamá.
-Buscaremos algo.
-¿Me ayudas con la venta de garage?
-¿Porqué no? ¿Te vas a deshacer de todo eso?
-Son vestidos viejos.
-¿Y éste?
-¡El rojo! Ese no. Se me olvidó ponerlo en otro lado, que no lo vea Carlota.
-Bueno ¿Tienes ganchos?
-Un montón en el cuarto de escobas.
-¿Los coleccionan?
-Regalaban dos al comprar tres cajas con detergente o cereal.
-Y por eso traían el lote completo.
-Mi papá era adicto a la limpieza y a las cosas amarillas.
-Raro.
-Toma los que necesites.
-¿Puedo poner cosas que no me sirvan para ver si alguien se las lleva?
-La peluca multicolores espantará clientes.
-Seguro le gustará a un payaso.
-Parece rata muerta.
-Sólo cayó en un charco ganamos unas monedas y se acabó.
-Que no.
-Como digas ¿Me dejas ofertar la bicicleta?
-¿Anton y tú no harán persecución del bote?
-Se canceló porque Maxim se enfermó de varicela y de todas formas necesitamos una nueva.
-Ni hablar.
-Bajaré todo.
-Cuidado con las cajas, gracias David.
-Lo que sea por mi chica.


En la calle, muchos compradores se hicieron presentes. Algunos pensaban que Amy no tenía remedio más que desprenderse de objetos familiares valiosos; se sabía del problema que había tenido con la renta.


Tamara Didier fue una de las presentes. Entre los artículos que escogió se encontraban un par de aretes y varios collares. A Amy le tomó varios minutos no sentirse "despojada" por todo lo que se iba en manos ajenas.


-Juntamos 567€
-Nadie se lleva la ropa.
-Excepto yo ¿Cuánto es por todo?


Isabelle Shepard abrió la chequera dispuesta a firmar casi por cualquier cantidad elevada que se le indicase. Ninguno de los niños tenía idea de lo que cobrarían.


-Es gratis, mejor para mí.
-¡No!
-Un precio por favor.
-1500€
-¿Tan ridículamente bajo? Veamos... -Revisando- Vestido Valentino, unos más son Gucci, Armani... Dior, De la Renta, Legerfield ¡Balenciaga!... ¡Mi favorito, Chanel! ¡Al fin! ¡Tienen un tesoro! ¿De dónde lo sacaron?
-Era ropa de mi madre - Respondió Amy sin entender la alegría de la mujer.
-Durante tanto tiempo esperé ver moda francesa otra vez, tu madre es una conocedora.
-Ella la mandaba pedir y recortaba los cupones de los catálogos.
-Y debe seguir haciéndolo pero me es difícil comprender que abra su clóset y pretenda ganar una bicoca con algo tan fino, este bolso Kelly aunque es viejo vale fácil 5000€, yo tuve que esperar años para que Hèrmes cumpliera con mi pedido.
-Mi madre se fue.


Isabelle guardó su felicidad de golpe.


-La colección que exhibes aquí es de las mejores que he visto ¿Significan mucho para ti?
-Estoy vendiendo todas sus cosas.
-¿Es muy necesario que obtengas dinero?
-Para mis lecciones de ballet y la escuela.
-En Humanidades no pagas.
-No pasé las audiciones, tomo clases particulares.
-¿Eres principiante?
-Empecé a los ocho años pero me sacaban por falta de colegiaturas.
-¿Quién es tu maestra?
-Ekaterina Kavaguti la semana pasada, ahora es Anastasia Krylova pero hasta que empiece el ciclo escolar.
-Y de paso evitar Cultura Física en el colegio.
-El equipo de dardos es horrible.
-No puedo comprarte nada.
-¿Porqué?
-Perderías el último vestigio de tu madre.
-La recuerdo todos los días.
-Cuando tengas mi edad lamentaras haber extraviado sus pertenencias sino es que ya lo sientes.
-¿Qué haré con todo? Yo no lo uso.
-Tengo una idea. Un par de llamadas y listo. Ojalá te agrade la propuesta cuando sea segura. Nos vemos.


David abrazó a Amy y temerariamente le prometió que nada saldría mal. El amor entre ellos era tan evidente y contagioso que se palpaba. Era como una sensación de terciopelo. Anton fue el cupido al presentarlos en un juego de hockey, estaban juntos al concluir el día.


Para el resto de los niños no fue entendible, para los adultos implicó un alboroto y la separación que resultó benéfica para el par de chiquillos ya que al extrañarse hasta la salida de la escuela crecían los sentimientos que los unían.


-Tengo 100€ si eso ayuda. Dame ese anillo.
-Este era el de bodas.
-No llores.
-Llévatelo.


David su arrodilló y colocó la joya en el dedo anular de Amy.


-Juro protegerte, hacerte reír y amarte toda mi vida.
-Lo juro también.


Los chicos se emocionaron mucho. Un beso fue la firma de ese pacto.


Poco a poco, recogieron los accesorios y las prendas que quedaban. Por la noche, salieron a cenar. Una pizza no era tan romántica y menos en el local de los Maizuradze pero unas velas y jugo de uva para simular vino sí. Cecilia Maizuradze y su marido los vigilaban en secreto.
El romanticismo se derramó por Tell no Tales y las calles se llenaron de enamorados pero nadie igualaba a David y Amy el último testimonio de amor verdadero en el mundo.