jueves, 26 de febrero de 2015

El compendio de las primeras veces (I)*

*Esta entrada puede resultar incómoda u herir susceptibilidades.
En ningún momento promueve el comportamiento inapropiado ni justifica ninguna acción contraria a la integridad y las leyes.


Foto cortesía de Instagram

-De irresponsable no me han bajado - comentaba Sonia Liukin en la banca de un parque mientras Carlota tejía una bufanda para uno de los oficiales de policía que "amablemente" la acompañaban a dar un paseo. Ricardo Liukin las vigilaba también desde el asiento del frente.

-Perdóname.
-Me iba a volver loca si continuaba encerrada, hicimos bien.
-Total que ni Orser, ni nuevos patines, ni nada ... Ni citas con Miguel ¿verdad?
-Me dijo que le caigo bien pero no me invitó y tampoco lo invité a otro lado así que estamos como empezamos.
-¿Qué hicieron?
-Tomamos el autobús hasta Bercy, te alcanzamos, nos sentamos en las gradas, comimos helado y platicamos sobre aviones, matemáticas y algo de hockey.
-¿No te aburriste?
-No, al contrario, pero no pasó más.
-Supongo que se verán cuando me traiga mis mensajes.
-Ojalá, me gustaría invitarle un café.
-De seguro te dice que sí.
-¿Cómo te fue con la regañada?
-Ni me recuerdes porque faltó poco para que fuera eterna.
-¿Te castigaron?
-Van a ir por mí a la escuela y a la práctica, me confiscaron el celular y tengo prohibido salir con amigos.
-Te fue bien.
-¡Es súper injusto! Sólo quise hablar con Brian Orser.
-A lo mejor si hubieras avisado ni a ti ni a mí nos pasaría esto.
-No habrías estado con Miguel, eso te lo aseguro.

Carlota continuó en silencio con su labor y Sonia preguntó a Ricardo cuando se terminaría la protección porque no estaban seguros de que sus vidas seguían en riesgo.

-Trankov no se ha ido de París.
-No ha molestado.
-Porque nos ve rodeados de gente que si lo arresta.
-Me cansé de esto.
-¿Pero fue lo que quiseron, no crees? La próxima vez que se fuguen llamaré al ejército si es necesario.
-No es para tanto.
-No han entendido que estamos en peligro.

Sonia suspiró un tanto insatisfecha por la explicación y sacó un cuaderno para anotar un par de cosas.

-"Hablaremos así para que nos escuchen".... "Recuérdame romper esto" - Y compartió aquello con Carlota.

-"Estoy de acuerdo, no quiero que usen todo lo que diga en mi contra".
-"Mi tío Ricardo está de un atento que me dan ganas de arrojarme a la fuente y ahogarme".
-"No soporto que siga junto a mí".
-"Es tu culpa, ¿quién te mandó a salir como loca?"
-"¿Quién se emocionó porque 'Miguelito' venía con nosotras?"
-"Eso es diferente"
-"Bien que me acompañaste".
-"Ahora no paran de decirme cosas, mis papás me pusieron de ejemplo a Javier".
-"¡Cómo crees!"
-"De repente se les olvidó que ha hecho más estupideces que yo"
-"¿De veras? ¿No es un ñoño?"
-"¡Era el demonio! Un día metió a una prostituta a casa".
-"No lo puedo creer, ¿por qué lo hizo?"
-"Porque quería acostarse con alguien y se le hizo fácil... Mi mamá gritó cuando lo vio y ardió Troya".
-"Yo jamás lo haría"
-"Lo dices porque estás chiquita; un día conocerás a alguien más por quien te pondrás estúpida".
-"Sí, como no."
-"Te fuiste a los golpes y corriste detrás de Trankov ¿eso no te dice algo?"
-"Es mi amigo".
-"A nadie le has querido contar de cuando estuvieron solos"
-"¿Tú me dirías la verdad si te pregunto algo como si ya lo has hecho?"
-"¿Qué cosa?"
-"Tú sabes: un chico, una chica, besos, habitación...."
-"Sé por donde va esto y creo que eres pequeña para andar hablando de mis cosas".
-"Tú empezaste con lo de Javier"
-"Es que enoja saber que por un error me están molestando y a él que es peor persona nunca le hicieron tantos dramas".
-"Estamos en las mismas, Andreas se porta peor que yo".
-"Pero es más listo con sus fechorías".
-"Estamos fritas"
-"Pero lo pasaste bien con Trankov ¿o no?"
-"Fue divertido aunque duró poquito".
-"Llegaste en la noche".
-"No quería regresar".
-"Te entiendo, yo me la estaba pasando muy bien con Miguel y cuando nos despedimos me sentí mal".
-"Lo que cuenta es que lo tendrás cerca; Trankov en cambio tiene que irse y lo extraño mucho".
-"Pensaba que él te era odioso, lo tratabas horrible".
-"Porque a veces me desespera, es todo".
-"¿Le dijiste que te gusta?"
-"En Hammersmith"
-"¡No te creo! Pensé que era reciente".
-"Mi papá me animó a decirle".
-"¿Pero qué...? ¿Y por qué ahora no lo quiere ver ni en pintura?"
-"Porque cree que Trankov se aprovechó de mí"
-"Pero es obvio que te cuida mucho".
-"¿Eso piensas? ¿Qué crees que sienta Trankov por mí?"
-"Por lo que he podido saber es que le simpatizas".
-"Casi siempre me molesta"
-"Porque está jugando, pero si le agradas aunque está grandecito para andar pensando en ti".
-"Tienes razón".
-"¿Cuánto te gusta Trankov?"
-"Algo, pero es mejor olvidarme de él"
-"¿Qué hay de Joubert?"
-"¿Por qué todos preguntan de Joubert?"
-"Por lo mismo que te dije antes: no lo quieres".
-"Pero si lo quiero"
-"No se nota"
-"Lo veré en unos días, fue a visitar a su mamá".
-"Al menos eso explica porque no está por aquí"
-"Oye Sonia ¿has tenido novio?"
-"¿Es una broma? ¡Claro que he salido con dos o tres!"
-"¿Deveras? Pensé que no sabías de eso".
-"Por favor. Mejor voy a romper esto".

Sonia se levantó y arrancó la hoja antes de introducirla en un cesto, posteriormente, la conversación se reanudó.

-"Tuve dos novios en Barcelona y con el último corté muy feo".
-"¿Qué pasó?"
-"Me pidió que nos casáramos"
-"¡Qué hermoso!"
-"Le regresé el anillo porque me di cuenta de que no quería estar con él y nos peleamos. Fue la primera vez que sentí que me portaba como patana".
-"Hubieras pedido una disculpa".
-"Tampoco me gustó hacer eso. También fue mi primera vez arrepintiéndome de algo"-
-"Te equivocaste".
-"Tal vez, pero puedo salir con Miguel ahora".
-"Eso es algo, yo tengo que hablar con Joubert".
-"¿Terminarás con él?"
-"No, pero quiero decirle lo que sí pasó con Trankov".
-"No es grave".
-"No estoy segura"
-"¿Cómo?"
-"Besé a Sergei en Hammersmith, también aquí en el hospital, durante mi vals de cumpleaños y luego él me correspondió cuando nos quedamos solos en el departamento de su amigo".
-"¿Estás estúpida?"
-"Sentí que me iba a morir".
-"¿Eres tonta o qué?"
-"Nunca antes había sentido algo como eso, él me dijo que no se volvería a repetir".
-"¿Te explicó por qué te besó?"
-"No y jamás pregunté. Sergei dijo que hablaría con Lubov porque eso no estuvo bien".

Las dos estaban tan entretenidas, que no se daban cuenta de que una mujer las observaba por detrás y leía su conversación para terminar arrebatándoles la misma.

-"Sergei no me ha dicho nada" - escribió y Carlota volteó a verla, reconociéndola apenas. La mujer estaba disfrazada de policía.

-"Lubov, perdóname".
-"¿Cómo pudiste?"
-"No tenía una mala intención".
-"Eres una mentirosa".
-"Pero él no me hace caso".
-"¿Así que tú eras la que lo traía tan loco? ¡Creía que era otra mujer y todo el tiempo fuiste tú, traidora!"
-"Sergei me rechazó, ¡lo juro!"
-"Lograste lo que querías, él no me habla, no se queda en casa y con razón me llevó contigo cuando necesitábamos el refugio... ¡Qué le hiciste, bruja! Él se porta así cuando se acuesta con otra, ¡di la verdad!"

La joven Liukin agachó la mirada y luego del suspiro confesó:

-"Le pedí que lo hiciéramos en mi cumpleaños ¡pero no accedió, me dijo que yo era una niñita y que te había prometido no volver a engañarte! ... Sergei no me quiere y tampoco le interesan las chicas de mi edad... Perdón, Lubov."

-Carlota, créeme que la persona que no se debe enterar es Joubert - comentó Sonia.
-Pero no sería honesta.
-¿En qué clase de líos te metes?... En serio, no abras la bocaza con tu novio.
-¿Estoy muy mal?
-Si tu papá lo llega a saber, te va a matar.
¡No hice nada!
-¡Te metiste con mi novio! - añadió Lubov.
-Sergei siempre se ha negado.
-¡Cállate!

A Lubov no le faltaban ganas de cachetear a Carlota o gritar por la impresión, pero juzgó que debía cuidarse ante todo y optó por un silencio perturbador.

-¿Qué pasa ahí? - cuestionó Ricardo Liukin al notar a las tres muy inquietas.

-Nada señor, sólo son las niñas dibujando, de hecho me pidieron tirar esto, con permiso.

Lubov hizo pedacitos la hoja con la conversación y continuó con su actuación mientras experimentaba un fuerte dolor de cabeza. 


viernes, 20 de febrero de 2015

Kovac!


A un año de distancia, todavía les gusta, lo sé.
A todas las fans de Niko Kovac.

Cuando en París las cosas se tornaban convulsas, en Tell no Tales la vibra era relajada y el sofocante sol no desalentaba los ánimos para las incontables fiestas, los chicos lanzándose en trineo y los mercados improvisados en el barrio ruso. Los periódicos hablaban de la falta de dureza de la policía mientras que al pasar las páginas, clamaban por hacer una celebración en honor a Kovac, un hombre que había triunfado en Europa.

-Maddie, no hagas eso - decía Lleyton Eckhart al esperar en la estación de tren.
-¿Qué?
-Cierra la blusa.
-Hace calor.
-¿No tiene nada que ver con que te voy a presentar a Kovac?
-¿Tú crees que se va a fijar en eso?
-Es mi amigo, sería incómodo si ... Por favor.
-¿Por qué no nos hemos acercado al tren?
-Porque no.
-¿Es por los reporteros?
-No sé cómo vaya a recibir a un amigo que no he visto en años.
-¿Algún plan?
-Ir a casa.
-De acuerdo.
-Ahí viene, Maddie no te vuelvas loca.
-Es Kovac ¿dime quién no se queda muda?

Lleyton respondió que él no era mujer para saber al respecto y de todas formas no deseaba imaginarlo. Cerca de ambos, un hombre con camisa blanca y pantalón gris contestaba preguntas y caminaba de lo más sonriente, se tomaba fotos y permitía alguna indiscreción para hacer felices a sus admiradoras.

-¡Bienvenido Kovac! - gritaban y Lleyton sólo esperaba estrecharle la mano a pesar de esa multitud que entorpecía las cosas.

-¡Hermano! - dijo Kovac, abrazando al otro.
-¿Cómo estás?
-Entero, ¿tú?
-Agotado.
-Vamos a casa.
-Antes te presento a Maddie, una amiga.
-Un gusto, señorita, luce muy bien .... ¿Lleyton, no te quedas a contestar nada?
-Paso, la fiscalía trabaja y ¿qué les digo?
-Huyamos, gracias por venir.
-De nada, es por acá.

A donde fuera, Kovac levantaba expectativas y arrancaba suspiros. Tal vez su elegancia tan "deportiva" o una tan profunda mirada era lo que despertaba emociones inmensas. Más de una chica había suspirado por él y sólo Sergei Trankov podía competirle en carisma.

-¿Nos podemos tomar una foto? - le pedían mientras caminaba y él accedía sin pretextos. No faltaba la que lo llenaba de besos.

-¿Verdad que es lindo? - decía Maddie
-Voy con retraso, tengo mucho trabajo - añadió Lleyton.
-Es tu amigo súper modelo, ¿qué querías?
-Un poco más de rapidez.

Kovac parecía entender el malestar de su amigo y tomando su maleta con firmeza empezó a disculparse.

-Lo siento, es la costumbre.
-Tienes que descansar, Kovac.
-¿Seguro que tú no eres el que debería hacerlo?
-La justicia no descansa.
-¿La ciudad cambió mucho?
-Varias cosas te van a sorprender.
-¿Cómo cuales?
-Querrás descubrirlas tú mismo.
-Cuestión de sentir la curiosidad ¿Vas a querer ir a tomar algo por los buenos tiempos?
-Kovac, sabes que te acompañaría con mucho gusto pero Maddie y yo tenemos que hacer, tal vez en otro momento o el fin de semana.
-De acuerdo amigo, supongo que no es mala idea que vaya a mi apartamento y me quede quieto.
-Sólo por hoy.
-Es una lástima que tu amiga y tú regresen a trabajar.

Maddie miró a Lleyton con furia y en voz baja le aseguró que se vengaría. Kovac los observaba divertido y se preguntaba por que se llevaban así.

-Mi auto es el blanco del fondo - anunció Lleyton para romper con ese incómodo instante.
-¿Cuándo compraste uno?
-Cuando quiso impresionar a una chica - intervino Maddie.
-¿Es bonita?
-Es de Blanchard, imagínate cómo se ve.
-¡Lleyton! No sabía que ahora te gustaban las mujeres más salvajes de esta ciudad.
-¡Ella no es una salvaje! - contestó Lleyton.
-¿Cómo se llama?
-Déjalo en paz, está enojado porque no le hace caso - remató la propia Maddie.
-En serio ¿quién es ella?
-Maddie, Kovac, basta, suban al auto y no vuelvan a molestarme.
-Como quieras pero cualquier chica cae si le sonríes mientras la miras a los ojos.
-¡Kovac!
-Inténtalo Lleyton, nunca te falló antes.
-Con esta joven ni eso funcionó, vámonos.

Kovac abordó en la parte delantera después de colocar su maleta en la cajuela y notó que su amigo no tenía intenciones de abrir la boca. Era preferible mirar a la ventanilla y hasta conversar con Maddie mientras se contaban novedades como el embellecimiento del barrio Poitiers, los festivales rusos o la remodelación de Blanchard, así como la apertura del barrio Láncry al norte.

-¿Y la política?
-El Presidente no sabe donde meter la cabeza con semejantes hijos.
-Aunque Sandra no salió mal, eso leí.
-Creo que tampoco debemos tocar ese tema.
-¿Por qué?
-Lleyton está bajo mucha presión.
-¿Por qué no lo llevamos a divertirse?

Ambos miraron a Lleyton con cierta lástima.

-Maddie, Kovac, debo trabajar ¿cuánto más lo voy a repetir?
-Un trago no te caería mal.
-Precisamente es lo que menos falta me hace ahora.
-Sólo era para relajarte.
-Kovac, cállate.

Lleyton respiró profundamente y continuó manejando sin recordar bien en qué calle de Poitiers se hallaba el edificio donde Kovac solía vivir antes de irse.

-Es en Dubreil.
-Gracias.
-Si necesitas algo, cuentas conmigo.
-Bienvenido a casa, amigo.
-Al fin puedo volver, luego iremos a buscar acción.
-La zona de bares es horrible ahora.
-¿Qué tal los clubes de otros lugares?
-No lo sé, pero luego averiguamos.

Lleyton apenas encontró un lugar para estacionarse y con un mejor humor, ayudó a Kovac con sus pertenencias.

-Aun tengo las llaves ¿quieren pasar a mi apartamento?
-Maddie y yo tenemos poco tiempo, es mejor volver a la oficina.
-Qué pena, supongo que más tarde te llamo o coincidimos.
-Estaré disponible, hasta luego, Kovac.

Ambos se estrecharon brevemente y Maddie se despidió con un beso en la mejilla. Kovac los vio alejarse poco después y con cierto desgano, abrió la puerta, solo para constatar que nadie le había preparado una fiesta sorpresa. El hombre de vigilancia le decía "hola" como si lo viera diario y le decía que los vecinos se habían ido a cubrir sus labores.

-Tenga buen día, señor.
-Igualmente.
-Espere, ayer vino su personal, ¿quiere que avise que ya llegó?
-Que se presenten mañana.
-¿Tendrá invitados?
-No creo, tal vez salga por la noche.
-Adelante, señor Kovac.
-Gracias, si hay un anuncio o algo más, dígame.

El hombre miró al suelo y con cierta decepción, tomó el ascensor, quizás pensando que imaginaba más emoción por parte de la gente que lo conocía. Mientras ascendía, se daba cuenta de que en realidad las cosas eran diferentes y finalmente, al lograr entrar a su apartamento, lo confirmó: El lugar estaba frío y oscuro.

-Debí conseguir una mascota - pensó y se precipitó en tomar una ducha, como si necesitara que el agua lo tocara. Al menos destensaba sus hombros antes de reírse de Lleyton sin ninguna razón. Consciente de que después de todo quería ver la ciudad, fue a vestirse sin expectativas y de nuevo anunció que se iba.

-Adelantaré mi salida ¿algo que recomiende hacer? - preguntó al vigilante al toparlo de nuevo.
-Hay nuevos restaurantes aquí en Poitiers.
-Hablo de algo más divertido.
-Hay una zona nueva en la ciudad, Láncry al norte, no sé que pueda encontrar.
-Busco un buen trago.
-En el Panorámico hay mucha gente, como las vacaciones van a terminar pues muchos quieren aprovechar y las tabernas están mejor que antes.
-¿Alguna en particular?
-La novedad es beber salkau ¿puede creerlo?
-¿En serio? ¿No es sucio?
-Dicen que no.
-¿Usted ha ido?
-La verdad no pero está de moda, pregunte.
-Supongo que está bien.
-¿Quiere que llame un taxi?
-El Panorámico queda cerca, iré caminando.
-Pásela bien, señor Kovac.
-Si alguien me necesita o pregunta por mí, dígales que fui a ... Qué rayos, tomaré salkau, hasta luego.

Kovac salió con prisa y riéndose: ¿En serio la gente bebía salkau? ¿Qué había de la cerveza o del vodka? pero a juzgar por lo que veía en la calle, era cierto. Había jovencitas con vasos de unicel tomándolo como limonada, compartiéndolo y planeando el regreso por más mientras se sentían rebeldes. Intrigado, él se aproximó donde ellas con una enorme risa.

-Hola, hola.
-¡Kovac!
-Shhhh...
-¿Nos das tu autógrafo?
-¿Qué toman?
-Salkau con fresas y con nutella.
-¿Me invitan?
-¿Qué te parece?
-Refrescante.
-¿Te gusta? ¿Nunca lo habías tomado?
-Sinceramente, no.
-¡No te creemos!
-Les propongo algo.
-¿Qué quieres? Te lo damos.
-Llévenme a donde compraron esto y les invito una ronda.
-A ver si es cierto.
-¿Saben cómo hacen esta bebida?
-Fermentan sémola, pero qué flojera hacerlo en casa.
-¿Sémola?
-Al principio pensamos que lo sacaban de una planta pero no.
-Hace tiempo decían que era de basura.
-Ahora sabes que no.
-Bueno, ¿qué esperamos?
-¿Te quedas con nosotras toda la tarde?
-No puedo cumplirlo.
-Pero si pagas lo que tomemos.
-Claro, caminemos.

Las chicas apenas creían que estaban junto a Kovac y andaban soberbiamente por la calle mientras trataban de conversar con él o apretarlo.

-¿Qué le hicieron a esta calle? - preguntó Kovac al ver a la multitud frente a los bares.
-Se volvió popular.
-¿Qué toman todos?
-Cerveza, pero ahora la pintan de azul.
-¿Qué?
-Mira, es por acá.
-¿Este lugar? ¿No lo cerró Sanidad?
-El fiscal es un idiota pero hasta a él le gusta venir.
-¿No se refieren a Lleyton Eckhart?
-Se la pasa pegado a la barra o espiando desde la puerta.

Arrugando un poco la comisura de los ojos, Kovac entró a la cantina de Don Weymouth, sorprendido de que estuviera llena de gente joven. La música era fuerte y las órdenes no paraban de llegar, haciendo que Evan Weymouth trabajara a velocidad impresionante y su padre se desviviera en atender a tanta gente como pudiera.

-Buenas tardes, es mi primera vez aquí, vine con amigas, queremos ordenar - pronunció el hombre ante un Evan que apenas lo escuchaba.

-¿Kovac?
-¿Es extraño que venga? Si gustas publicidad puedo llamar a un par de medios.
-Así estamos bien.
-De acuerdo, supongo que mejor pido algo... Eh, mis amigas quieren ¿salkau?
-Nutella, fresas y kiwi, el de coco se terminó.
-¿Cuál recomiendas?
-A ellas el de kiwi, a usted el natural para que realmente le guste.
-Perfecto, queremos eso.
-2€ por favor.
-Es barato.
-Tanto como la paga - respondió Evan con humor y sirvió de inmediato, expectante de la reacción de su nuevo cliente.

-Ahora entiendo la mala fama - mencionó Kovac.
-¿Le agrada?
-Casi no se siente que queme la garganta, es muy dulce.
-Depende quien lo tome, pregúntele al buen fiscal.
-¿Lleyton Eckhart?
-No lo soportó.
-Ja ja ja, no me extraña, siempre fue muy tranquilo y el único que no probaba nada.
-Al menos ya no nos quiere cerrar.
-¿En serio?
-Quien sabe que pasó pero hasta él nos frecuenta aunque cree que nadie lo ve.
-Qué raro... Oye ¿por qué la música está tan alta?
-No es por nosotros, vea allá.

Evan señaló al fondo y Kovac giró su mirada hasta reconocer a una joven con shorts de mezclilla y blusa estampada con Pacman que giraba y cantaba mientras los parroquianos la rodeaban para aplaudirle.

-¿Por qué nadie baila con ella?
-Nadie ha tenido la ocurrencia.
-Yo sí.
-No lo haga.
-Impídelo.

Kovac sonrió y fue directo con la mujer que parecía querer iniciar una gran fiesta.

-¿Cómo te llamas?
-¿Me habla a mí?
-Sí, me gustaría saber tu nombre.
-¡Bérenice!
-Kovac, mucho gusto.
-Hola.
-¿Podemos compartir una pieza?
-¿Qué?
-¿Quieres bailar conmigo?
-Bien.
-Escoge una canción.
-¡Soy fan de Michel Teló, ponme "Balada sertaneja" por favor!

El hombre depositó unas monedas en la rocola y Bérenice se preguntaba por que deseaba estar con ella.

-¿Sabes como se hace, Bérenice?
-¿Hacer qué?
-Cómo se lleva el ritmo.
-Yo sólo me muevo.
-He visto que las chicas mueven la cadera y no los pies.
-¿Así?
-Mira, qué rápida.
-¿Dónde aprendiste?
-En Río, tengo muchos conocidos por allá.
-¿Dónde está Río?
-En Brasil.
-¿Entonces entiendes las canciones de Teló?
-Claro que sí.
-¿Qué dice ésta?
-Bueno, trata de....

"¡Bérenice!" gritó Don Weymouth y ella se puso seria de inmediato.

-Disculpa chico, tengo trabajo.
-No te vayas.

La mujer sonrió y se acercó a la barra muy entusiasta.

-¿Qué necesita, jefe?
-Que le pares a tu fiesta y te me quedes quieta, hay gente que atender.
-Pensé que me tocaba estar con los clientes.
-Para eso pongo a Evan, mejor limpia aquí.
-A la orden, ¿algo más?
-¿Llevaste a tu bebé a la guardería?
-Luiz lo recoge a las nueve.
-Le hice unas papillas, no quiero que lo dejes con hambre como ayer.
-¡Es que nada me salió bien! El pobre no quiso comer lo que le preparé.
-Bueno, bueno, el caso es que te puedes ir temprano hoy.
-¡Gracias, jefe!
-A trabajar.
-Listo.
-Sigo preguntándome por que te contraté.

Don Weymouth miró hacia Kovac y suspiró cansado, creyendo que hacía bien en dejar a Bérenice en un solo lugar porque la conocía bien y podía alocarse con el distinguido visitante, mismo que se notaba algo sorprendido de ver a Bérenice como una simple empleada que torpemente rociaba un poco de jabón en una superficie de madera.

-¿Desde cuándo estás aquí? - preguntó Kovac a la mujer en un arranque.
-Como dos meses, poco más, soy muy mala para las fechas.
-¿Te agrada?
-¿Qué?
-El sitio, la gente, el olor ¿no te incomodan?
-Al contrario, me divierto mucho.
-Es que pensé que eras... Nada, sólo una impresión.
-Perdona chico, pero no te entiendo.

Bérenice guardó silencio y continuó aseando la barra mientras tarareaba otra de sus canciones desconocidas. Kovac se reía apenas, advirtiendo que ella no era muy lista pero sí muy alegre y con cierta iniciativa al llenar tarros de diversas bebidas antes de revolverse la cabeza haciendo cuentas.

-Repites mucho esa palabra "beijinhos" - le hizo notar para continuar la plática.
-La saqué de las canciones que me gustan.
-¿Quieres saber qué significa?
-Estaría bien.
-"Besitos" y beijos es "besos".
-¡Qué romántico!
-¿Lo imaginaste alguna vez?
-No, ni siquiera Teló me dijo.
-¿Eh?
-Fui a un concierto suyo ¡es todo!
-¿Es tu cantante favorito?
-Ahora sí.
-¿No era él?
-Se convirtió en mi preferido con esa voz tan bonita... Y me hace mover el bote, es la verdad.
-¿El bote?
-Bailar, eso quiero decir.
-Eres muy curiosa.
-¿Qué hice mal?
-En realidad nada, es que no tenemos nada en común y aun así deseo conversar contigo.
-Eso explica porque no lo comprendo ¿Le sirvo algo más?
-¿Tienes whisky?
-Hoy no, como casi todos toman salkau....
-Bien, dame otro tarro con esa cosa.

Sin embargo, Bérenice no se movió más y miró a Kovac a los ojos sin ningún motivo en especial, ocasionando que él le guiñara un ojo, haciéndola retroceder un poco. Ella siempre usaba aquel truco cuando anhelaba o necesitaba seducir a alguien y ver en el rostro de aquel hombre semejante gesto la confundió un poco.

-¿Qué sucede?
-Nada, señor. Su trago es este, yo iré a ver que hay por allí.
-De acuerdo, luego te veo.
-Gracias por la canción.
-Cuando gustes.
-Evan lo atenderá.
-Fue un placer conocerte, Bérenice.
-De nada.

La chica se colocó al otro extremo y con naturalidad se dedicó a animar a la concurrencia cantando lo que reproducía la rocola. Kovac a su distancia no paraba de divertirse con la energía de ella y se unía a los que la aclamaban al bailar, aunque no ignorara cierta tentación de aproximarse.



sábado, 14 de febrero de 2015

Lo que empieza en Berlín (Cuento de San Valentín)*


Berlín, Alemania. Filmación de un comercial de jeans (el director ha tenido la mañana complicada con su modelo, mismo al que le da igual si queda bien o no. La actriz Antje Traue se comporta entre divertida y seductora).

-¡Realmente toca su muslo!
-¿Así?
-¡Vaya, hasta que al fin entiendes!
-Tengo media hora haciendo lo mismo.
-Pero no se veía realista.
-¿Cuándo vamos a terminar?
-Grabamos esta escena y corte a comer.
-Gracias.
-Quiero que te disculpes con tu compañera y con la producción ahora.
-¿Por qué no después?
-Porque nos tardamos demasiado por tu culpa y estás cobrando como rey. Sé profesional.
-Aquí voy.

A unos metros, Tamara Didier y Christophe Simmond contemplaban aquello sin preocuparse mucho, quizás porque sólo iban de curiosos.

-Le pediré un autógrafo a Antje Traue y tal vez me robe unos pantalones de los que tienen por allá.
-A ver si no te descubren.
-Claro que no, ni siquiera los van a usar.
-La señorita Traue escogió los que se va a llevar a su casa.
-¡Yo también!
-Ja ja ja, suerte.
-Verás.
-¿Qué tal te están cayendo estas vacaciones?
-Recuérdame por que me convenciste de viajar.
-Porque necesito hacerte una consulta de entrenamientos.
-¿Para eso era necesario tomar el tren?
-Más bien era la sorpresa ¿qué te parece?.
-¿Por qué no me dijiste que Guillaume Cizeron era tu patinador secreto?
-Dime tú.
-¿Desde cuándo?
-Dos temporadas.
-No lo acompañaste a Salt Lake.
-Guillaume funciona mejor si lo dejo solo, entrenarlo ha sido de verdad muy fácil.
-Carlota le envidiará la medalla que le ganó a Plushy, no se la enseñen.
-Hecho.
-Ni siquiera los juntes.
-¿En definitiva, no?
-Pelea de egos.
-Guillaume es humilde, no lo parece cuando trabaja para ganarse su dinero.
-Es mejor que la chica piense que te tiene en exclusiva o se pondrá peor que Hulk.
-Si tú lo dices, mejor te hago caso.
-¿Lo convencerás de mudarse a París?
-Va a estar difícil porque le gusta Hesparren y que no lo molesten.
-Es muy raro, juraría que ese pueblo es muy tranquilo para alguien tan expresivo.
-Cuando lo vas conociendo, te das cuenta de que Guillaume es muy adaptable pero si le toma cariño a un lugar, no se va.

"Corte a comer" gritó el director y Tamara, junto a algunas chicas de vestuario y Antje Traue se abalanzaron sobre el contenedor de jeans situado al fondo de la locación, empeñadas en llevarse los más ajustados o los que mejor se veían. En tanto, Guillaume Cizeron reconocía a Christophe Simmond y se le acercaba amablemente, estrechando manos.

-Bienvenido.
-¿Cuándo vuelves a entrenar?
-¿Vino por mí?
-Tenemos la nueva temporada encima.
-Lo sé, no se preocupe, termino aquí y no habrá más tiempo perdido.
-Espero que sea promesa.
-Seguro ... ¿Por qué ve hacia allá?
-Traje a alguien.
-Oh, lo dejo en paz.
-¿No sientes curiosidad por saber quién me acompaña?
-De hecho me sorprende que lo mencione.
-Guillaume, traigo noticias.
-¿Cuáles?
-Hace unos días, no mucho, hablé con los federativos, me ofrecí para colaborar con una patinadora.
-Qué bien.
-El problema es que vive en París. Debo dejar Hesparren si tomo el empleo.
-Entiendo.
-Tendrías que seguirme si te conviene, claro.
-¿Por qué no? ¿Qué día se va?
-La próxima semana, tal vez el martes.
-Voy con usted, rentaré algo.
-¿No te gustaba Hesparren?
-Sí pero quiero continuar trabajando en lo que planeamos.
-Pense que te costaría tomar la decisión.
-Créame que va a ser complicado pero si es la única posibilidad, la tomo. Estoy contento con los resultados que hemos obtenido, cuente conmigo... Por cierto ¿De qué patinadora estamos conversando?
-Carlota Liukin.
-¿Carlota? Eh... Carlota.
-Bueno, ahora que estamos claros, quiero saber cuando acabas acá.
-Vamos a filmar de noche con unas motocicletas.
-¿Será todo?
-Me esforzaré en que así sea.
-¿A dónde vas?
-A comer algo con Antje, ¿viene?
-No, diviértete.
-Aquí está mi chica. Lo veré más tarde.
-Afinaremos detalles, hasta luego.

Guillaume dio la media vuelta y le sonrió a Antje Traue unos instantes, misma que se le aproximaba con una gran sonrisa y lo abrazaba por la cintura.

-¿A dónde va este muchacho? - preguntó Tamara Didier a Christophe al terminar con su alboroto.
-Por ahí con su amiga.
-¿Te saludó?
-Sí, le dio gusto verme.
-Perfecto, así le puedes hablar con calma.
-Ya le mencioné lo de París.
-¿Tan rápido?
-Aceptó cambiarse.
-¿No me dijiste que Guillaume ama Hesparren?
-Créeme que no querrá empacar.
-Otro drama, conversaré con él.
-Le serviría saber que la idea vino de ti..... ¿Cómo te fue con...?
-Estrenaré jeans grises. ¿Un café?
-Definitivamente lo quiero.
-Antes de pasar a otra cosa, lamento mucho hacerles esto a Guillaume y a ti.
-Es Carlota Liukin, no una diva.
-Pobre Guillaume, no quería quitarle su espacio.
-¿Por qué quieres que los separe?
-No deseo que el chico se eche a perder, ella se pasa de arrogante.
-Creí que era por otra cosa.
-Tuvimos un incidente en el Campeonato de Europa.
-¿Por qué no empezaste por ahí? ¿Qué pasó?
-En Tell no Tales organizaron una reunión con todos los patinadores en la pista y a Carlota se le pasó por completo, llegó tarde, ni "hola" dijo y tampoco se presentó a la sesión de fotos que le asignaron con Guillaume. Él se molestó y escuchamos sus reclamos durante la práctica oficial; luego se lesionó y no lo volvimos a ver.
-El muchacho no es rencoroso.
-¡Ese es el problema!
-La verdad no comprendo nada pero si la razón para evitar que esos dos se encuentren tiene que ver con una conducta pésima, lo acepto.
-Nunca los juntes, te lo suplico.
-Bien, pero porque me lo pides.

Tamara suspiró de alivio.

Al mismo tiempo, Guillaume Cizeron cambiaba de calle y al lado de su compañera decidió tomar una mesa al aire libre en una cafetería en la que se servían sopas de betabel o de champiñones a precio cómodo. Algunos transeúntes reconocían a la actriz.

-¿Cansado?
-Muchísimo, no he dormido en dos días.
-Haz hecho muy bien tu trabajo.
-Gracias, Antje.
-¿Esa carita?
-Mi entrenador viene de visita.
-Uy, ¿es para decirte que tienes que practicar?
-En parte, no hablamos de mí.

La mujer respondió con un escueto "ok" y trató de continuar la charla.

-Después de grabar se me antojaría tomar algo.
-De acuerdo.
-¿Me invitas?
-No hay nada que lo impida.
-Guillaume, eres bastante agradable.
-Tú me vuelves así.
-¿Entonces eres un huraño?
-No, pero me gusta estar solo.
-Ah.

Antje no supo qué agregar y pronto se percató de que Guillaume ni siquiera tocaba su plato.

-¿Pasa algo?
-No tengo hambre.
-¿Todo bien?
-Estoy pensando, perdón.
-¿En qué?
-Cosas, nada interesante.
-Pusiste una carita de pocos amigos que ...
-Antje, no quisiera hablar de eso.
-¿Fue por tu entrenador?
-No mencionaré más, perdón si soy grosero.
-Para nada, no te fijes.
-Lo siento.
-Haciéndote caso y con tal de que comas algo ¿Leíste las noticias?
-¿Cuáles?
-Las de Carlota Liukin que regresó a entrenar después de que Sergei Trankov le puso un cadáver en la puerta.
-¿En serio?
-Sí, dicen que se irá con Brian Orser a Canadá.... Es que como eres patinador, pues he leído un poco para entenderte... Soy una nerdette.
-¿Con Orser? ¿No se quedará en París?
-Eso supe por Der Spiegel.
-Supe que estaría conmigo.
-¿Quién te dijo esa mentira?
-Mi entrenador.
-Ay, disculpa.... ¿Qué tienes?
-Tengo que averiguar eso.
-¿A dónde vas?
-Antje, te veo más tarde, esto es lo de la sopa y juro que pago en el bar, no vemos.
-¡Guillaume, qué te ..... !

En apariencia era inexplicable que Guillaume Cizeron se marchara intempestivamente y Antje prefirió ir detrás, sin entender por que lo hacía.

-¿Estás bien?
-Hablaré con mi coach.
-¿Por qué no le mandas un mensaje?
-Es que no quiero.
-¿Qué te sucede? Desde que lo viste en la locación estás rarísimo.
-Es por Carlota Liukin.
-¿Qué tiene que ver con que te sientas así?
-No debo permitir que trabaje junto a mí.
-¿Hay un motivo?
-No la quiero ver.
-¿Estás seguro?
-Prefiero que se vaya con Orser, gracias por avisarme pero aquí estoy solo.
-No te entiendo.
-Antje, te veo para grabar.
-Guillaume.... Adiós supongo.

El joven regresó a la locación y supuso que Christophe Simmond no se hallaba muy lejos, pero en lugar de topárselo, terminó frente al viejo del muelle, a quien había conocido durante un training camp en Tell no Tales antes del campeonato de Europa.

-No escaparás de esta.
-¿Qué?
-¿Carlota Liukin te asusta?
-¿Quién es usted?
-Tranquilo, que te vi al pendiente de ella hace meses.
-¿Es un loco?
-Aun te acuerdas de su desaire.
-Déjeme en paz.
-Como gustes.

Guillaume continuó a la siguiente acera, reconociendo a su entrenador entre la oscuridad de un local repleto.

-Señor Simmond, no acepte a Carlota Liukin con nosotros.
-¿Hay algún inconveniente?
-Ella.
-Lo personal no me interesa.
-Escoja, ¿Carlota o yo?
-¿Qué te pasa?
-Me niego a seguir si esa chica ingresa a mis entrenamientos o me habla.
-¿Hay algo que deba saber?
-¡Que la odio!
-Calma.
-Puede llamarme cuando decida. Voy al trabajo.

Guillaume se retiró con rapidez y Christophe miró alrededor, abriendo la nota que el chico había escrito simulando que era su número. Tamara Didier también la leyó.

"Estoy en medio de una situación de índole personal respecto a Carlota Liukin, no deseo acortar la distancia con ella".

-No juegues.
-¿Carlota Liukin, qué?
-No se conocen, no pudo haber sucedido.
-¿Y en el europeo?
-Te aseguro que jamás estuvieron cerca, Christophe.
-¿Antes?
-No lo creo.
-Entrenarán en diferente horario, te haré caso.
-¿No ibas a hacerlo?
-Hasta ahora no.
-No empezamos y Carlota te está provocando tu primera jaqueca.
-Guillaume es el que me va a reventar el cerebro.
-¿Nos reímos o lloramos? ¿Ambas cosas?
-¿De verdad no sabes qué rayos le pasó a esos dos en Tell no Tales?
-Carlota se la pasó entrenando y después en su casa porque su madre murió, no me despegué de su familia en días; de Guillaume solo sé que sufrió una lesión en su práctica y anduvo en las tribunas.
-Para saber tendré que que conversar con él y es probable que no desee decirme nada.
-Te juro que Carlota nunca ha estado cerca de él, mejor no le hagas caso.

Christophe Simmond meditó largo rato sobre Guillaume, sin hallar explicación de la actitud de este, que a primera impresión era ilógica y ridícula; pero ridícula también era la pretensión de evitarle el contacto con su compañera de equipo, misma que tendría que topárselo inevitablemente en algún torneo o en un pasillo.

La intriga por el rechazo de Guillaume a Carlota crecía, pero no era interesante el todavía desconocido nexo que lo provocaba.
(Continuará).


*Carlos Iván Sánchez es el lector ganador del cuento de la convocatoria de San Valentín, gracias por participar y por leer. Pronto habrá más concursos.

lunes, 9 de febrero de 2015

El regreso a entrenamientos


Ilustración de Dâsa Smolej

Carlota Liukin se había mudado a un hotel modesto en el número 28 de la Rue d'Odessa en Montparnasse y a pesar de que la policía le había pedido no usar el teléfono ni recibir mensajes, a menudo desobedecía el segundo punto y mandaba a Miguel Ángel a la recepción para enterarse de todo lo que pudiera sin mucho éxito.

-Lo único que supe es que Romain Haguenauer se siente mejor.
-Menos mal, ¿crees que me dejen pasar a visitarlo? Le hice una sopa de pollo.
-¿No querrás dársela en otro momento?
-¿Por qué?
-Nunca había robado y me arrepiento, pero te llego esto y se lo quite a tu papá antes de que se fuera a ver lo de tu uniforme escolar.
-¿Me llegó una carta y no me avisó? Que malo.
-Recuerda que también pasarán por ti para llevarte con el psicólogo.
-Respecto a eso ¿sabes quién me va acompañar?
-No, pero averiguaré seguro, dame un minuto.
-Bueno y gracias.
-De nada, me gusta traerte tus cosas.
-Ah... Bien, nos vemos yo voy a leer.
-Adiós, ¿algo más?
-Nada, sólo ... Investiga lo del psicólogo, por favor.
-A la orden.
-Ahora sí, au revoir.

Miguel salió muy sonriente y Carlota, en medio de un suspiro que denostaba que se hallaba abrumada, procedió a sentarse y tomar su té. En su mesita había una caja con macarones y varias flores blancas.

-¿Qué haces? - preguntó su prima Sonia, quedándose junto a ella.
-Tengo una carta, a lo mejor son buenas noticias.
-Tu mensajero es muy.... No sé.
-¿Muy, cómo?
-¿No te incomoda verlo casi todo el día?
-Todavía no, como no puedo salir, él se encarga de mis asuntos.
-O de espiar a medio mundo para que sepas que pasa.
-¿A qué vino eso?
-¿Es soltero?
-Supongo que sí, jeje.
-Creo que no se ha de ganar muy bien la vida.
-Le pago un sueldo.
-Con 50€ cada dos semanas no puedes vivir en ningún lado y con su supuesto empleo que honestamente no se a qué horas se ocupa...
-¿Quieres salir con él?
-Es que está lindo.
-Lo noté.
-Has pensado mucho en chicos estos días.
-Cuando lo haces, dejas de interesarte.
-¿Hasta en Trankov?
-En todos, menos Joubert.
-Tienes un novio muy apuesto, no entiendo porque lo tratas como si no te importara.
-No es verdad, lo que ocurre es que no me dejan estar con él y lo tengo que correr cuando viene.
-Todos vimos como te pusiste loca por Trankov.
-Fue por otra cosa, pero terminó.
-Haré que te creo.
-¿Gustas frambuesas?
-Te iba a pedir té.
-Hice para una taza y se supone que es medicinal o algo así.
-Bueno, pero hoy te lo perdono. Te dejo para que puedas leer tu mensaje.
-Gracias.
-Y habla con Joubert cuando acabes, sé porque lo digo.

Carlota sonrió y se precipitó enseguida a abrir su sobre, pensando que tal vez le había llegado la felicitación o el apoyo de algún admirador, pero antes se le ocurrió llamar a Miguel, mismo que dijo que iría a su puerta enseguida. Después, ella comenzó a leer.

"Federación Francesa de Deportes sobre Hielo.
Departamento de Comunicación Interna, presente.

Mensaje de Brian Orser, entrenador de patinaje artístico sobre hielo a Carlota Liukin, patinadora artística actualmente vinculada a INSEP en su área de formación de atletas invernales:

Antes que nada, gracias por la atención de leer mi carta y atender mi invitación de integrarte a mi equipo en Toronto, la experiencia es enriquecedora y te aportaría mucha cosas nuevas e interesantes de cara a la próxima temporada; sería magnífico que podamos trabajar juntos.

Honestamente es una pena que no puedas acceder ahora. He recibido tu respuesta y comprendo la situaciones económicas y personales que atraviesas y que considero que debes resolver junto a tu familia cuanto antes. Sobre todo lo personal. Lamento mucho lo que pasó y ojalá mi intervención no haya sido inoportuna, te envío un abrazo y deseo que puedas competir pronto. Estaré unos días más en París por si necesitas hablar al respecto, después de todo, bien podría evaluar como trabajarás en INSEP.

Tu amigo y siempre dispuesto a recibirte, Brian Orser".

Carlota abrió los ojos como plato y tomó el té de un sorbo para repasar esas líneas y convencerse de que eran mentiras. Aun no acababa de impresionarse cuando de un puño metió frambuesas en su boca  y se dio cuenta de que Haguenauer sabía del asunto, no en balde lo había visto portar sobres similares antes ¿Cuándo había comenzado la correspondencia de Brian Orser y no le habían informado?

-¡Mis patines! ¡Quiero mis patines! - gritó con la firme intención de hallarlos debajo de la cama. También tomaba una chaqueta de mezclilla y un gorrito mientras su prima intentaba pararla.

-Si me llevas a INSEP, juro que te consigo una cita con Miguel Ángel.
-No me vas a comprar con eso.
-Pero lo conozco y tú no.
-De todas formas no podemos salir.
-¡Tengo que poner en su lugar a un par de personas! ¿Sabías que reciben correspondencia a mis espaldas? ¡Brian Orser está en INSEP!
-¿Quién es?
-¡Cómo que no tienes idea! ¡Tengo hasta el póster!
-¿Y que hace, patina?
-¡Entrena campeones! ¡Quiere que trabaje con él!
-Anda, que eso no puedes perderlo.
-¡Claro que no! ¿Vienes?
-¿Lo de Miguel Ángel sigue?
-Hasta el próximo segundo.
-Vámonos.
-Hay que saltar seguridad.
-¿Tienes un plan?
-¿Piensas en algo?
-Nunca he escapado de casa.
-¿En serio?
-Está el ducto de ventilación pero es muy de película.
-¡Miguel sabrá cómo sacarnos!

Carlota y Sonia atravesaron la puerta de su cuarto y vieron a Miguel de pie mientras la policía les ordenaba regresar sobre sus pasos.

-Tenemos algo que pedirle a mi asistente ¿no querrá que pasemos hambre, verdad? - dijo la joven Liukin a un oficial.
-Rápido.
-¿Va a vigilarnos?
-Todo el rato.
-En realidad no queremos nada.
-¿Qué intentan?
-Tengo una cita en INSEP, ¿no les dijeron?
-Tenemos instrucciones.
-Mi asistente debe responder por mí, no quiero que nadie escuche lo que le voy a encargar.
-Desde el principio debió aclararlo.
-Sí, bueno..... ¡Corran!

Carlota, Sonia y Miguel se abrieron paso mientras iban detrás de ellos algunos agentes que se suponía tenían que custodiarlos.

-¡Miguel, necesito ir a la calle!
-Saltaremos por la ventana.
-¿Es seguro?
-Veme.

El chico se arrojó sin pensarlo y Carlota lo siguió con un poco más de precaución, Sonia increíblemente también siguió su ejemplo.

-¿A dónde vamos?
-A INSEP, tengo que hablar con Brian Orser.
-Entonces es derecho, conseguiremos una moto.
-¡Miguel, eres un amor!
-En la esquina nos esperan.
-¿Qué?
-¡Carlota, adelántate!
-¡No quiero ir sola!
-Te alcanzaremos, lo prometo!

La chica adelantó sus pasos con inseguridad y miró de un lado a otro sin encontrar a qué se refería Miguel y hasta dudando de su palabra; pero en el cruce reconoció a Tennant Lutz, con, sí, una motocicleta.

-¡Tennant, Tennant!
-¿Niña? Iba a visitarte.
-Necesito un favor.
-Adelante.
-Tengo que ir a INSEP ¿sabes donde es?
-¿Qué me darás a cambio?
-¿No eres capaz de desinteresarte en algo?
-Tú eres quien debe estar encerrada para que no te le rompas al país.
-El país no es quien tiene que arreglar sus cosas con Brian Orser.
-¿Con quién? ¿Un nuevo novio?
-¡Cállate, ignorante!
-Qué amable.
-¿Me llevas o no?
-Sube, princesa.
-¿Cómo?
-Princesa.
-Ay, Lutz, agradece que no eres Trankov.

De mala gana, Carlota se colocó detrás del cantinero y aguardó con gran impaciencia a la luz verde, consciente de que la policía no se encontraba tan lejos.

-¿Te puedo preguntar?
-¿Qué cosa?
-¿Qué te pasa?
-Prisa, nada más.
-¿Es importante?
-Es el momento que estaba esperando.
-El tráfico está muy denso y con la nieve es peor.
-Lutz, si haces lo imposible, te regalo un beso, lo prometo.

El joven volteó a ver a Carlota con una gran sonrisa y le tomó la palabra con el único objetivo de comprobar si era capaz de cumplir o por lo menos de intentarlo.

-¿Si no lo haces, qué te hago?
-Sólo conduce o te irá mal.
-Qué miedo.
-Ya basta, no estoy jugando.

La chica pronunciaba con voz tan severa, que Lutz se quedó callado y se limitó a lidiar con el congestionamiento de Montparnasse, mismo que no era tan soportable al cabo de varios minutos. Era un día en el que viajar por el metro parecía una opción más acertada y él decidió parar cerca de una de las estaciones, consciente de que ella le iba a recriminar hasta el cansancio dicho paseo en el futuro.

-¡Odio los trenes!
-¿Quieres llegar a tiempo?
-Si me topo con una rata estás muerto.

Ambos descendieron escaleras velozmente hasta el andén, dándose cuenta de que subterráneo se hallaba igual de saturado y que solamente a empujones entrarían al convoy que abría sus puertas. Lutz se atrevió a emplear su fuerza al constatar la desesperación de Carlota.

-¡Me jalaste el cabello!
-¿Querías esperar otro rato? 
-Huele mal.
-Te aguantas, te urge llegar a Bércy y hay que cambiar de línea pronto.
-No es cierto.
-No se cómo es que vives en este planeta pero las personas normales hacen estas cosas.
-Te voy a dar una cachetada.
-Las que gustes, bonita.
-Bájale a las payasadas que no eres Trankov.
-Lo sé, pero tus caras curiosas son divertidas.
-Todo mundo me está viendo por tu culpa.
-Más bien porque apareces en las noticias nacionales.
-Sólo falta que Brian Orser haya decidido mandarme a freír papas por lo que pasó con Verlhac.
-Tranquila, de seguro no es por eso.

Lutz no tardó en indicar que descendieran y antes de disponerse a hacer el cambio de línea, se percató de que la joven no deseaba estar ahí y que muchas niñas la reconocían, seguramente para acercarse a pedirle un saludo o una firma. 

-No estamos tan lejos de Bércy.
-Sólo vayamos y haré como que jamás estuve aquí. Gracias, Tennant.

Él comenzó a sugerirle por dónde irse para alcanzar lugar en otro tren que llegaba a la ruta contigua y le recordó que no intentara pelear con nadie. Si ella no hubiese levantado la vista, no habría visto la similitud del lugar con las estaciones del metro de Tell no Tales.

-¿Todo bien?
-¿Por qué hay tanta gente?
-Tranquila.
-¿Brian Orser estará por allá?
-Sí.
-No voy a llegar.
-Lo harás, confía en mí.

Las estaciones pasaban y pasaban y Carlota se desanimaba más, pensando que a lo mejor la carta sólo era el incentivo para que se decidiera a hablar, pero lo hacía a destiempo y aunque no era su culpa, la tardanza parecía una señal.

-¡Bércy! 
-¿Ahora sí?
-Ven acá, apresúrate y suerte.
-¡Te lo agradezco Lutz!
-Voy detrás.

Ella abrazó al chico y le besó la nariz antes de irse como disparo por el boulevard, él sonrió.

-¡Corre, corre! - la animaba y se abstenía de alcanzarla, prefiriendo quedarse apenas los pasos necesarios atrás para contemplarla llamar la atención cuando pedía que le dejaran pasar. La entrada a INSEP podía estar igual de repleta que los bistros de París a las dos de la tarde, pero ella se escabullía gracias a su delgadez  y se saltaba el registro en recepción con tal de llegar a la pista de hielo, misma que tampoco hacía gala de soledad. Todos gritaban "Ahí está Orser" y exhibían sus mejores movimientos, obligándola a ponerse los patines de una vez y saltar a la pista con la ropa que llevaba puesta y sin el calentamiento correspondiente.

-¡Carlota Liukin llegó! - gritaron los que la vieron saltar al hielo y recorrerlo para darse una idea de como debía hacer su prueba. A sus cuchillas podía faltarles filo y a ella algo de condición, pero ver a Brian Orser en las gradas casi le detiene la respiración. Aquel hombre era tan grande, tan decisivo y tan talentoso que no se le podía decir que no y con la ansiedad de saber si aun aspiraba a formar parte de sus alumnado, ella se deslizó un poco, cayendo al instante.

-Estoy bien, es Orser, sólo Orser bajando a ver a los mortales. Házlo - se exigió y continuó probando su espacio, rogando por no fallar otra vez, sintiendo las miradas de todos, que cuchicheaban a su alrededor y que tenían la expectativa puesta en el "primer entrenamiento" que veían de Carlota.

-Viene sin coach - le informaron a Orser y ella caía en sus primeros intentos por hacer algo más que seguir midiendo su lugar, producto de sus nervios.

-Señorita Liukin, haga un salto y luego una pirueta - dijo él tomando la palabra. Carlota asentó y se preparó, cayendo en su afamado e infalible doble axel, pero asumiendo que nada iba a ganar, tomó impulso para otro salto.

-Buen Lutz*, muestra la pirueta.

Dubitativa, la realizó, impresionando con su combinación de butterfly con donut y la bella línea que disimulaba meses de retiro. 

-¡Quiero ver más expresión en ese rostro! muestra una secuencia de pasos.... Dame un flip y un axel.

Carlota tocó el hielo en el flip, pero su segundo axel salió excelso, motivándola a ofrecer una pirueta más.

-Bonito layback.... ¡Wow con el Biellman! - exclamó Orser al conocer que Carlota podía flexionarse  por completo - Una combinación más - La chica le mostró su camel, un sit y su spin en Y, ganándose los aplausos.

-Es suficiente, ve a descansar. 

La joven Liukin saludó al público curioso y salió a la zona técnica, encontrándose a su padre enseguida.

-No puedes salir del hotel, ¿qué haces aquí?
-¿Qué haces tú? 
-Pasé a ver a tu entrenador.
-¿Tengo uno?
-Me hablaron de Christophe Simmond pero no es el tema, ¿qué rayos se te metió en la cabeza?
-Me enteré de que Brian Orser ....
-¿Quién te trajo?
-Un amigo.
-Nombres.
-No.
-Recoge tus cosas y estás castigada.
-¿Por qué no me dijiste que me llegaron cartas?
-Te llegan a diario.
-¡Pero no las de Brian Orser!
-Esa fue mi decisión, vámonos.
-¡Me invitó a trabajar en Toronto!
-¡Vas a Toronto sobre mi cadáver!
-¿Qué te pasa? 
-Que no te vas a ningún lado.
-¿Cuándo comenzaron a llegar?
-Lo suficientemente pronto para decirle que no.
-¡Ese no es tu asunto!
-¡Lo es desde el momento en que tengo que pagar la mitad!
-Ese no es problema.
-¿Disculpa? 
-Puedes hacerlo.
-Carlota, ¿no te das cuenta de nada?
-Antes no me ponías peros.
-No tengo el dinero de antes.
-Usaré el de mi beca.
-Carlota, no te irás con Brian Orser, es mi última palabra.
-¡Puedo ser mejor patinadora con él!
-Lo sé, pero basta. Carlota, me tienes harto.
-¡Te estoy pidiendo ir con el mejor entrenador del mundo!
-¡Y si fuera el sueño familiar te diría que sí!
-¿Perdón?
-Tu madre y yo teníamos razón, tú no debes patinar.
-¿Por qué?
-No puedo permitir que sigas siendo el centro de nuestras vidas.... Adrien irá a un colegio de niños autistas y eso es una colegiatura, Andreas en cambio fue aceptado en la universidad pero no quiere ir y hay que convencerlo de que no sea idiota y vaya, yo tengo que comprar mis medicinas y ponerme a trabajar y tú cerrar la boca y hacer lo que te ordene. ¿Piensas que no tengo idea de la oportunidad que dejas pasar? ¡Pero ya me cansé de ser el que siempre te dice que sí! ¡No entrenarás con Orser porque eres una inmadura y una caprichosa! ¡Y si te crees tan merecedora de estas cosas, demuéstralo siendo una buena hija! Ahora quiero concentrarme en tus hermanos a los que he descuidado por ti.... Perdón por gritar.

Carlota quedó de una pieza.

-De todas formas, hablé con Orser antes de que vinieras. Se acabó.

La chica observó alrededor. Brian Orser le retiraba la vista.


*En el cuento se habla de una rutina, en el video aparece la "descripción gráfica" y el bielmann se presenta en su variante "ninfa". Por cierto, el Lutz no sólo es el apellido de un personaje, también es una variante de salto del patinaje y Brian Orser es un personaje real.

miércoles, 4 de febrero de 2015

El adiós (When winter comes)


-Sergei, ¿por qué lo hiciste? ... Te matarán - murmuró Talullah Brewster cuando uno de sus asistentes le avisó que el guerrillero había conseguido enviar a la policía francesa una supuesta evidencia que lo señalaba como la última persona que había visto con vida a Stéphane Verlhac, así como la insinuación de ser el responsable directo del crimen. Desde la altura de un edificio del distrito trece, la mujer sólo miró al suelo y observó la reacción de los habitantes cuando la noticia se difundió casi en prime time. Las marchas y la indignación se sucedieron enseguida.

-¿Ahora qué hacemos? - preguntó el asistente.
-Empaquen, nos vamos.
-¿Qué le notificaremos a nuestro jefe?
-Que cumplimos con un buen trabajo... ¡Todos muévanse!

Ella ajustó la cinta de su vestido gris y permaneció quieta mientras se preguntaba en que sitio era bueno esconder a Sergei de la cacería que se desataría en cualquier instante o si sacarlo de París aun era la opción. Su equipo de trabajo sólo se limitaba a seguir recibiendo sus órdenes y por una extraña razón, siempre la cubrían cada vez que despistaba al Gobierno Mundial o engañaba a sus superiores respecto a las capturas de disidentes o ciudadanos "inconvenientes".

-Mandamos por su maleta al hotel, ¿tomaremos el próximo vuelo?
-Quiero que me hagan un favor: Sigan de vuelta a Londres, yo los alcanzaré.
-¿Qué piensa?
-Sergei Trankov cambió los planes ¿hay algún lugar dónde pueda meterlo sin que lo molesten?
-Registrarán todo.
-¿Podría conseguir una forma de escape?
-Con tantos francotiradores afuera...
-Teníamos la historia perfecta, el escenario armado, la gente cayendo y a Sergei le gustó echarlo a perder.
-Fue su culpa, señorita Brewster ¿Cuántas veces hay que decirle que a Trankov le desagrada que lo salven de los escándalos?
-Quería ahorrarle este.
-¿Sabe que nosotros somos sus incondicionales?
-Hagan un milagro.
-Es hora de que usted decida nuestro bando.

Talullah Brewster recibió un revólver y un poco desesperada volteó a ver a su equipo.

-Escuchen todos: Matamos a Stéphane Verlhac para evitar que Sergei Trankov fuera acusado por depravación o algo mucho peor pero él no lo entendió así y ha tomado una eficaz venganza contra nosotros o más bien, contra mí. Según lo que reportamos al Gobierno Mundial, Verlhac iba a hacer trizas a nuestros servicios de inteligencia y publicaría un artículo con información confidencial, pero la versión ahora apunta a que Trankov lo hizo porque se le ocurrió. No les pido que limpiemos su nombre ni que quedemos bien con los superiores, les ruego que me ayuden. Sergei Trankov no debe ser capturado ni morir, busquémosle un escondite y asegurémonos que no haya inspecciones policiales en el lugar en mucho tiempo. "Nosotros metimos a Trankov en esto" es la idea que se van a repetir en la cabeza y lo pondrán a salvo, además de procurar que haya tiempo para despedirme... Estoy asustada.

La mujer apretó el gatillo y disparó al suelo, como señal de que hablaba en serio y la traición no sería perdonada. Sus asistentes de inmediato acataron el cambio de parecer.

-Sergei vive aquí abajo, no sé bien en qué apartamento pero es la sección más austera y su mujer está con él.
-¿Quiere que separemos a Lubov Trankova?
-Se quedará con él pase lo que pase. No quiero que vuelva a buscarlo como la vez anterior así que carguen con ella y ocúltenla en el mismo sitio, me encargaré de que sus padres no nos exijan su paradero y asegúrense de que el resto de los Izbasa piensen que se fue y la perdimos... Alto ¿Saben que por esto nos pueden llevar a la horca?
-Con seguridad.
-Los rebeldes son nuestro lado a partir de ahora, sigan mis instrucciones y nos irá bien. Recuerden que tomaré mis cinco minutos con Sergei, ahora sálvenlo.

El equipo enseguida descendió por la escalera de servicio hacia los apartamentos del sector este y Talullah Brewster se aventó al pavimento, cayendo como gato y transformándose en uno para pasar desapercibida. Después de todo, era hora de la comida.


Montmartre:

-No me iré sin mi gato.
-Carlota, la policía nos ordenó salir, van a clausurar mi casa.
-Romain, te juro que apenas aparezca mi Helga, nos vamos.
-Sergei Trankov puede andar por aquí, debes marcharte y no sé, pedirle a alguien que si encuentra a tu mascota, te la lleve.
-Diez minutos.
-Es mucho.
-Es Helga, la adopté en Tell no Tales.
-¿A dónde se mete, por qué la dejas salir?
-A las cinco vuelve por su atún y ya no se va.
-Pero oíste que Trankov mató a Verlhac y todos temen que pueda buscarte después de esa nota en la que te regalaban al muerto ¿Entiendes?
-Sergei no mató a nadie.
-¿Cómo estás tan segura?
-Lo conozco y él mismo me lo dijo
-¿Cuándo?
-Antier, cuando vi a Verlhac.
-¿Le vas a creer?
-Sé que es inocente.
-No confíes en él.
-Romain, no puedo hacer lo que me pides.
-No llores más, basta.
-No me haces caso ¡te digo que él no hizo nada!
-A lo mejor no pero ¿por qué acepta la culpa?
-¡Porque protege a alguien!
-¿A quién?
-¡No lo sé!
-¡Entonces es mentira!
-¡Él jamás me ha engañado!
-Carlota, nunca pienses que hay gente que nunca te ha dicho una falsedad y Sergei Trankov es la persona que más te ha contado las suyas... Tu gato acaba de llegar.

La joven Liukin dio la media vuelta y en su ventana tomó a la pequeña Helga, misma que parecía abrazarla para sostenerse mejor.

-¿Me pasas la transportadora?
-¿Le vas a dar de comer más tarde?
-No abrí su latita y no quiero ensuciar su cobija, me costó trabajo quitar su vómito de la vez pasada.
-Tienes un animal muy curioso.
-Mi papá dice que no me haga amiga de un gato negro.
-Pues a mí no me agradan tanto.

Carlota se disponía a colocar a su animalito en su caja cuando se le soltó y se dirigió enseguida a la puerta de su clóset, rascándola con sus patitas y olfateando insistentemente.

-¡Miau!
-¿Qué le pasa a tu peluda? - preguntó Haguenauer.
-Tiré ayer un poquito de alimento, lo recogí pero creo que el olor se quedó.
-Carlota, ¿estás segura? es muy insistente.
-Ven, Helga.... Ouch, ¡me rasguñaste!
-Ya se colgó de la perilla, contrólala.
-¡Helga, deja ahí!
-¡Ya se puso violenta! Nunca es amistoso un gato negro.
-¡Helga, no hay ...! ¡No me...! Abras.
-¿Qué tienes ahí?
-Nada, Romain.
-Tu gatita no piensa lo mismo ¿qué escondes?
-Está vacío.
-Quiero comprobarlo.
-No es bueno, además nos estamos yendo.
-¿Te haces a un lado?
-Sujeté a Helga ¿ves? No era nada.
-Dame paso, es mi casa.
-No porque nos marchamos ahora.

Carlota sujetó la muñeca de Haguenauer con tanta fuerza que este intentó sacudir el brazo para desprenderse, comprobando que apenas lo lograría cuando sintió un gran frío y vio una brisa helada entrando por la ventana. La gata Helga por su lado, rasguñó el rostro de su dueña y volvió a la perilla, saltando repetidamente para girarla, abriendo el clóset de forma escandalosa (cayendo y golpeándose la cabeza).

-¿Qué hacen estas personas aquí?
-Romain, no te enojes.
-¿Cuándo entraron?
-Hace poquito.
-¿Por qué las ocultas?
-No tiene a donde ir y la policía revisó la casa así que no los buscarán.
-¡Cómo te atreves! 

Acto seguido, Romain Haguenauer fue detenido por Sergei Trankov.

-Un paso más o un grito y se acaba la compasión.
-¡Usted no debería estar en mi casa!
-Carlota me dejó entrar ¿problema?
-¡Es inconcebible que hayas hecho esto, niña tonta!
-¡Te dije que Sergei no hizo nada malo! - intervino Carlota - Pero Lubov fue quien me pidió que los escondiera.
-¡Es mi casa!
-¡Romain!
-No te entiendo, niña ¿no entiendes que estás en riesgo?
-¿De qué?
-Carlota, hazle caso - dijo Trankov - Vete de una vez.
-Lo que hará será llamar a la gendarmería - advirtió Haguenauer.
-Me parece bien, sólo dejen ir a mi mujer.
-Obviamente no.

Carlota perdió los estribos bruscamente y dando tirones al traje de Romain Haguenauer, suplicó porque no denunciara a los Trankov, sin importar nuevamente que sus lágrimas no fueran atendidas.
Por otro lado, la gata Helga se reponía de su caída y salía por la rendija sólo para sufrir la metamorfosis a Talullah Brewster, obligándose a entrar de nuevo para una acción impulsiva y no exenta de escándalo.

-¡Quietos!

La mujer apuntaba con su arma a Haguenauer.

-¿Quién es usted?
-Gobierno Mundial, no se muevan.
-Menos mal, como puede ver Sergei Trankov ha entrado aquí y ustedes lo buscan, qué oportuno que lo capturen de una vez.

Sin dejar de mostrar una identificación, Talullah sacó unas esposas.

-Sergei Trankov, estás arrestado bajo los cargos de conspiración, asesinato y disidencia armada contra el Gobierno Mundial, la pena calculada previamente al proceso judicial ha sido la de muerte bajo el método de degollamiento y será ejecutada en Cobbs apenas concluya el papeleo.

Carlota dejó de llorar en ese instante y miró a Lubov Trankova muriéndose del miedo e incapaz de hacer cualquier cosa. Por su parte, Haguenauer continuaba sin moverse debido a que el arma estaba cerca de su cabeza.

-Si lo preguntan, también tengo frío - dijo Talullah.
-¿Qué harás con Sergei?
-No es de tu incumbencia, Liukin.
-Suéltalo, no traes una orden.
-No la necesito cuando se trata de un terrorista.

La joven Liukin parecía prepararse para el salto cuando la mujer volteó a verla con su mirada amarilla.

-No te lo recomiendo niña, no eres un gato.

La chica desvió los ojos apenas, encontrándose con la expresión de Sergei Trankov, que parecía reír por debajo. Con algo de fuerza,  él propinó un cabezazo a Talullah, desarmándola y ocasionando que Lubov le atara las manos antes de echarla por la ventana.

-Váyanse - ordenó el guerrillero a Carlota y Haguenauer y este último sujetó a la muchacha, que vio como la puerta se cerraba sin que pudiera hacer nada.

-¡Sergei, Sergei!
-¡Ya cállate!
-¡Abre Sergei!
-¡Basta contigo! - gritó Haguenauer, propinando una cachetada y sintiéndose mal en el acto - Tengo que decir lo que pasó.
-No, por favor.
-No son tus reglas, no soy tu padre.
-Trankov no ha hecho nada.
-Tal vez no, pero no pueden ser amigos y mantenerlo libre es algo de lo que te vas a arrepentir.
-Es mi decisión, déjenlo en paz.

Carlota decidió descender las escaleras, con el gesto duro, con la mente en blanco, con el puño cerrado. En cuanto puso el pie en la estancia y abrió la puerta, una ráfaga llenó de nieve la casa de Romain Haguenauer y esta se cristalizó envolviendo las perillas, dejando inservible la calefacción y decorando a fin de cuentas el lugar con reflejos multicolores. Afuera, la ciudad padecía una nevada de pesadilla.

-¿Dónde está mi gata Helga? - preguntó en tono melancólico.
-Brincó por la ventana.
-Le diré a la policía que la busque.
-Carlota, estarás bien.
-Nunca te voy a perdonar, Romain.
-¿De qué?
-Trajiste al Gobierno Mundial, lo vas a lamentar.
-¿Cómo?

Carlota sonrió y besó la mejilla de Haguenauer, haciéndole sentir un frío cercano al de la muerte y viéndolo caer sin resistencia. Alrededor suyo, los policías que vigilaban la casa llamaban a emergencias.

-Y eso es lo menos que te sucederá Romain - advirtió mientras se daba la media vuelta.

domingo, 1 de febrero de 2015

El comienzo del juicio


Caro: Io sono con te, credo nella tua innocenza. 

En Hesparren las cosas marchaban en calma y Tamara Didier pronto se topó con la posibilidad de trasladar su futuro proceso judicial a su localidad y evitar la severidad de la justicia italiana. Según sus propios papeles, a ella se le había encontrado EPO en su casita del campo.

-Buenas tardes, señores - saludó al inicio de una conferencia de prensa. En su pueblo eran más los curiosos que los periodistas.

-Supongo que han venido a hablar de mi problema.
-"Venimos a escuchar su versión".
-Entonces contesto.
-"Aquí, del diario 'L e'quipe' ¿Las autoridades italianas han enviado finalmente un requerimiento para que declare en el tribunal de Venecia?"
-Así es, llegó ayer después de que voluntariamente decidiera no presentarme.
-"¿Por qué no hacerlo?"
-Debía preparar mi defensa y contratar un abogado.
-"El gobierno francés ha comunicado que no apoyará una extradición pero cooperará en la investigación".
-Disculpe ¿De qué medio viene?
-"TV5 Monde, Région Transatlantique"
-Ah, repetidora local, bueno.... Buscamos cambiar el lugar del juicio porque nunca se cometió un delito en Italia.
-"¿Está aceptando su culpabilidad?"
-En los términos de mi responsabilidad, sí.
-"¿Cuáles son esos términos?"
-Debería aclararlo ante el juez.
-"¿Es cierto que usted presionó a Luca Fabbri para consumir sustancias ilícitas?"
-Esa pregunta también es para las autoridades.
-"¿Va a responder lo que se le pregunte o lo que usted determine conveniente?"
-Es difícil conversar sobre el tema, espero que se entienda.
-"Luca Fabbri se ha declarado molesto después de que solicitó el cambio de sede para las comparecencias".
-Repito que no se cometió acto indebido alguno en Italia, al menos no de parte mía.
-"¿Pero admite tener culpa?"
-Conseguí los dopantes, los almacené en mi refrigerador y el señor Fabbri los consumió, es lo que pasó.
-"La Federación Francesa de Deportes de Hielo la ha vetado sin determinar cuánto tiempo durará la sanción ¿está de acuerdo con esta medida?:
-Al principio me costó trabajo darles la razón pero es lo adecuado.
-"¿Alguna vez utilizó alguna sustancia para sacar ventaja"?
-¿Ventaja de qué? Nunca utilicé algo para competir.
-"Pero se supo que tomó anfetaminas".
-Para mantenerme inapetente y delgada, al final no funcionó.
-"¿Se embarazó antes de los juegos olímpicos de 1998?"
-Eso es cierto.
-"¿Lo sabía al momento de consumir las pastillas?"
-De enterarme, las habría suspendido, pero en Nagano recibí la noticia y de golpe las dejé.
-"¿Confirma las declaraciones de Luca Fabbri respecto a que el bebé no era suyo?"
-Así es.
-"¿Quién era el padre?"
-Un amigo, es todo lo que diré.
-"¿Habría competido a pesar de su diagnóstico de haberlo conocido meses atrás?"
-Por supuesto que no.
-"¿El padre del bebé conocía de su estado?"
-Nunca se lo mencioné.
-"¿Intentó convencer a Luca Fabbri de que el hijo era suyo?"
-Jamás, él no me iba a creer de todos modos.
-"¿Por qué recurrir a sustancias prohibidas"?
-Fueron tres motivos y el primero fue el dinero: entre más medallas ganara Luca, mejores cheques recibía de sus patrocinadores; el segundo fue mejorar sus resultados y el tercero fue la boda.
-"¿Qué boda?"
-Luca me propuso matrimonio meses antes de embarazarme y planeábamos tener una gran casa y hasta homologar nuestras cuentas de banco.
-"¿No sintió que lo traicionaba?"
-Me preocupaba que no funcionaran los planes y pretendí hacer lo necesario para cumplirlos... Es cierto que ni yo hice mucho por ellos.
-"¿Cuánto tiempo duró el doping?"
-El de Luca tres años; yo consumo anfetaminas desde los dieciséis.
-"¿Aun las toma?"
-Acabo de aceptarlo y lo mismo va para mi anorexia y mi tendencia al vómito cuando me esfuerzo por meterme cosas que no son ensalada verde... Escondo las vitaminas que me recetan, rechazo las invitaciones a comer y me hago tonta todo el día tomando agua. Mi mamá es quien en el último mes me ha obligado a alimentarme pero hago trampa.
-"¿Cuándo comenzó la anorexia?"
-No lo recuerdo.
-"¿Ha entrado a rehabilitación?"
-Una vez lo intenté pero no quise seguir después de algunas sesiones.
-"¿Su anorexia tuvo que ver con la pérdida del hijo que esperaba?"
-Supe que mi desnutrición era severa y mi oxigenación deficiente; mi presión arterial estaba muy alta y la probabilidad de tener un bebé sano era baja así que aborté y fue todo.
-"¿Se arrepiente?"
-De vez en cuando.
-"¿Por qué?"
-Estaba acostumbrada a resolver las cosas fácilmente y no me detuve a pensar en nada hasta después. Quería retener a mi patrocinador y continuar mi carrera pero no pasó.
-"¿Por qué se retiró?"
-El desgaste en mis rodillas es muy severo, los médicos me recomendaron no continuar.
-"¿Extraña concursar?"
-Muchísimo.
-"¿Intentó volver?"
-No fue lo mismo, no puedo saltar.
-"¿Se esforzó o se dio por vencida?"
-Hasta la fecha no he logrado avanzar nada, no me sostengo al patinar, es un milagro que camine".
-"Por esa razón se convirtió en entrenadora".
-No, en realidad fue porque no sé hacer otra cosa.
-"¿Cómo hizo la transición?"
-Zhenya Plushy me encontró en París hace, no sé... Me dijo que en Tell no Tales buscaban coaches para niños y decidí ir. Me dieron el empleo y me quedé allá, la paga era modesta pero al menos no me molestaba nadie.
-"¿Cuándo se convirtió en entrenadora de Carlota Liukin? ¿Le vio algo especial?"
-Su tío Gwendal me persuadió de intentarlo, Carlota no sabía patinar y digamos que hice lo que pude.
-"Pero ella es de élite mundial"
-No nos engañemos, sólo ha ganado una medalla en el circuito, fuera de eso no ha hecho nada.
-"No hubo mundial junior para ella, se alega lesión hasta hoy"
-Porque es real pero no soy quien para dar partes médicos.
-"Usted era la entrenadora".
-Pero me separé del cargo, eso provoca que no pueda decir nada, no me corresponde.
-"¿Alguna vez pensó en darle dopantes?"
-¿Qué clase de pregunta es esa? ¡A Carlota no le daría esta basura, ella aprende velozmente, trabaja bien, tiene talento! ¿Por qué arruinaría su carrera antes de empezar?
-"¿Usted sabe quién la entrenará? ¿Le han avisado sobre su sustituto?"
-Una persona se postuló pero no sé si lo acepten.
-"¿Quién? ¿Alexei Mishin, Ryan Oppegard? Se menciona a Nikolai Morozov".
-Dios agarre confesados a cualquiera de los tres.
-"¿Qué dijo?"
-Que vaya suerte, yo habría deseado tenerla.
-"¿Supo de la pelea de Carlota Liukin en un restaurante de París?"
-Por las noticias, honestamente no puedo dar mi opinión, no estuve ahí.
-"¿Qué hay del incidente de antier? La chica encontró el cadáver de Stéphane Verlhac frente a su puerta".
-Eso fue terrible.
-"Le dedicaron el hecho".
-Dios mío, ¿de dónde salió eso?
-"La policía tiene en su poder una nota en la que se aseguran que eso fue un homenaje".
-Vaya, no tengo palabras.
-"Carlota se presentó a declarar esta mañana en las oficinas de la policía en Montmartre ¿No se ha comunicado con la familia Liukin para saber cómo están?"
-Ayer lo intenté pero supuse que no estaban en casa porque nadie contestó, en televisión la niña lloraba mucho y creí que era natural por ese shock, no pensé que fuera más grave... La llamaré.
-"La gendarmería le brindará protección".
-Qué bueno, hay tantos locos que me sorprende que Carlota Liukin levante tales apasionamientos, es una niña y si pudiera pedirle algo a los medios es que no le hagan la promoción que le dan a diario, es peligroso.
-"¿Algo más que quiera añadir?
-Nada más. Cuando haya novedades del proceso judicial, yo misma les avisaré. Buenas tardes.

Tamara se levantó y apenas se dejó tomar algunas placas. Con el rostro desencajado, ella salió del salón del ayuntamiento y fue corriendo hacia la oficina telefónica, esperanzada de que alguien le contestara pero no fue así. Gwendal desconectó la contestadora apenas escuchó su voz, determinado a nunca saber de ella.