lunes, 9 de febrero de 2015

El regreso a entrenamientos


Ilustración de Dâsa Smolej

Carlota Liukin se había mudado a un hotel modesto en el número 28 de la Rue d'Odessa en Montparnasse y a pesar de que la policía le había pedido no usar el teléfono ni recibir mensajes, a menudo desobedecía el segundo punto y mandaba a Miguel Ángel a la recepción para enterarse de todo lo que pudiera sin mucho éxito.

-Lo único que supe es que Romain Haguenauer se siente mejor.
-Menos mal, ¿crees que me dejen pasar a visitarlo? Le hice una sopa de pollo.
-¿No querrás dársela en otro momento?
-¿Por qué?
-Nunca había robado y me arrepiento, pero te llego esto y se lo quite a tu papá antes de que se fuera a ver lo de tu uniforme escolar.
-¿Me llegó una carta y no me avisó? Que malo.
-Recuerda que también pasarán por ti para llevarte con el psicólogo.
-Respecto a eso ¿sabes quién me va acompañar?
-No, pero averiguaré seguro, dame un minuto.
-Bueno y gracias.
-De nada, me gusta traerte tus cosas.
-Ah... Bien, nos vemos yo voy a leer.
-Adiós, ¿algo más?
-Nada, sólo ... Investiga lo del psicólogo, por favor.
-A la orden.
-Ahora sí, au revoir.

Miguel salió muy sonriente y Carlota, en medio de un suspiro que denostaba que se hallaba abrumada, procedió a sentarse y tomar su té. En su mesita había una caja con macarones y varias flores blancas.

-¿Qué haces? - preguntó su prima Sonia, quedándose junto a ella.
-Tengo una carta, a lo mejor son buenas noticias.
-Tu mensajero es muy.... No sé.
-¿Muy, cómo?
-¿No te incomoda verlo casi todo el día?
-Todavía no, como no puedo salir, él se encarga de mis asuntos.
-O de espiar a medio mundo para que sepas que pasa.
-¿A qué vino eso?
-¿Es soltero?
-Supongo que sí, jeje.
-Creo que no se ha de ganar muy bien la vida.
-Le pago un sueldo.
-Con 50€ cada dos semanas no puedes vivir en ningún lado y con su supuesto empleo que honestamente no se a qué horas se ocupa...
-¿Quieres salir con él?
-Es que está lindo.
-Lo noté.
-Has pensado mucho en chicos estos días.
-Cuando lo haces, dejas de interesarte.
-¿Hasta en Trankov?
-En todos, menos Joubert.
-Tienes un novio muy apuesto, no entiendo porque lo tratas como si no te importara.
-No es verdad, lo que ocurre es que no me dejan estar con él y lo tengo que correr cuando viene.
-Todos vimos como te pusiste loca por Trankov.
-Fue por otra cosa, pero terminó.
-Haré que te creo.
-¿Gustas frambuesas?
-Te iba a pedir té.
-Hice para una taza y se supone que es medicinal o algo así.
-Bueno, pero hoy te lo perdono. Te dejo para que puedas leer tu mensaje.
-Gracias.
-Y habla con Joubert cuando acabes, sé porque lo digo.

Carlota sonrió y se precipitó enseguida a abrir su sobre, pensando que tal vez le había llegado la felicitación o el apoyo de algún admirador, pero antes se le ocurrió llamar a Miguel, mismo que dijo que iría a su puerta enseguida. Después, ella comenzó a leer.

"Federación Francesa de Deportes sobre Hielo.
Departamento de Comunicación Interna, presente.

Mensaje de Brian Orser, entrenador de patinaje artístico sobre hielo a Carlota Liukin, patinadora artística actualmente vinculada a INSEP en su área de formación de atletas invernales:

Antes que nada, gracias por la atención de leer mi carta y atender mi invitación de integrarte a mi equipo en Toronto, la experiencia es enriquecedora y te aportaría mucha cosas nuevas e interesantes de cara a la próxima temporada; sería magnífico que podamos trabajar juntos.

Honestamente es una pena que no puedas acceder ahora. He recibido tu respuesta y comprendo la situaciones económicas y personales que atraviesas y que considero que debes resolver junto a tu familia cuanto antes. Sobre todo lo personal. Lamento mucho lo que pasó y ojalá mi intervención no haya sido inoportuna, te envío un abrazo y deseo que puedas competir pronto. Estaré unos días más en París por si necesitas hablar al respecto, después de todo, bien podría evaluar como trabajarás en INSEP.

Tu amigo y siempre dispuesto a recibirte, Brian Orser".

Carlota abrió los ojos como plato y tomó el té de un sorbo para repasar esas líneas y convencerse de que eran mentiras. Aun no acababa de impresionarse cuando de un puño metió frambuesas en su boca  y se dio cuenta de que Haguenauer sabía del asunto, no en balde lo había visto portar sobres similares antes ¿Cuándo había comenzado la correspondencia de Brian Orser y no le habían informado?

-¡Mis patines! ¡Quiero mis patines! - gritó con la firme intención de hallarlos debajo de la cama. También tomaba una chaqueta de mezclilla y un gorrito mientras su prima intentaba pararla.

-Si me llevas a INSEP, juro que te consigo una cita con Miguel Ángel.
-No me vas a comprar con eso.
-Pero lo conozco y tú no.
-De todas formas no podemos salir.
-¡Tengo que poner en su lugar a un par de personas! ¿Sabías que reciben correspondencia a mis espaldas? ¡Brian Orser está en INSEP!
-¿Quién es?
-¡Cómo que no tienes idea! ¡Tengo hasta el póster!
-¿Y que hace, patina?
-¡Entrena campeones! ¡Quiere que trabaje con él!
-Anda, que eso no puedes perderlo.
-¡Claro que no! ¿Vienes?
-¿Lo de Miguel Ángel sigue?
-Hasta el próximo segundo.
-Vámonos.
-Hay que saltar seguridad.
-¿Tienes un plan?
-¿Piensas en algo?
-Nunca he escapado de casa.
-¿En serio?
-Está el ducto de ventilación pero es muy de película.
-¡Miguel sabrá cómo sacarnos!

Carlota y Sonia atravesaron la puerta de su cuarto y vieron a Miguel de pie mientras la policía les ordenaba regresar sobre sus pasos.

-Tenemos algo que pedirle a mi asistente ¿no querrá que pasemos hambre, verdad? - dijo la joven Liukin a un oficial.
-Rápido.
-¿Va a vigilarnos?
-Todo el rato.
-En realidad no queremos nada.
-¿Qué intentan?
-Tengo una cita en INSEP, ¿no les dijeron?
-Tenemos instrucciones.
-Mi asistente debe responder por mí, no quiero que nadie escuche lo que le voy a encargar.
-Desde el principio debió aclararlo.
-Sí, bueno..... ¡Corran!

Carlota, Sonia y Miguel se abrieron paso mientras iban detrás de ellos algunos agentes que se suponía tenían que custodiarlos.

-¡Miguel, necesito ir a la calle!
-Saltaremos por la ventana.
-¿Es seguro?
-Veme.

El chico se arrojó sin pensarlo y Carlota lo siguió con un poco más de precaución, Sonia increíblemente también siguió su ejemplo.

-¿A dónde vamos?
-A INSEP, tengo que hablar con Brian Orser.
-Entonces es derecho, conseguiremos una moto.
-¡Miguel, eres un amor!
-En la esquina nos esperan.
-¿Qué?
-¡Carlota, adelántate!
-¡No quiero ir sola!
-Te alcanzaremos, lo prometo!

La chica adelantó sus pasos con inseguridad y miró de un lado a otro sin encontrar a qué se refería Miguel y hasta dudando de su palabra; pero en el cruce reconoció a Tennant Lutz, con, sí, una motocicleta.

-¡Tennant, Tennant!
-¿Niña? Iba a visitarte.
-Necesito un favor.
-Adelante.
-Tengo que ir a INSEP ¿sabes donde es?
-¿Qué me darás a cambio?
-¿No eres capaz de desinteresarte en algo?
-Tú eres quien debe estar encerrada para que no te le rompas al país.
-El país no es quien tiene que arreglar sus cosas con Brian Orser.
-¿Con quién? ¿Un nuevo novio?
-¡Cállate, ignorante!
-Qué amable.
-¿Me llevas o no?
-Sube, princesa.
-¿Cómo?
-Princesa.
-Ay, Lutz, agradece que no eres Trankov.

De mala gana, Carlota se colocó detrás del cantinero y aguardó con gran impaciencia a la luz verde, consciente de que la policía no se encontraba tan lejos.

-¿Te puedo preguntar?
-¿Qué cosa?
-¿Qué te pasa?
-Prisa, nada más.
-¿Es importante?
-Es el momento que estaba esperando.
-El tráfico está muy denso y con la nieve es peor.
-Lutz, si haces lo imposible, te regalo un beso, lo prometo.

El joven volteó a ver a Carlota con una gran sonrisa y le tomó la palabra con el único objetivo de comprobar si era capaz de cumplir o por lo menos de intentarlo.

-¿Si no lo haces, qué te hago?
-Sólo conduce o te irá mal.
-Qué miedo.
-Ya basta, no estoy jugando.

La chica pronunciaba con voz tan severa, que Lutz se quedó callado y se limitó a lidiar con el congestionamiento de Montparnasse, mismo que no era tan soportable al cabo de varios minutos. Era un día en el que viajar por el metro parecía una opción más acertada y él decidió parar cerca de una de las estaciones, consciente de que ella le iba a recriminar hasta el cansancio dicho paseo en el futuro.

-¡Odio los trenes!
-¿Quieres llegar a tiempo?
-Si me topo con una rata estás muerto.

Ambos descendieron escaleras velozmente hasta el andén, dándose cuenta de que subterráneo se hallaba igual de saturado y que solamente a empujones entrarían al convoy que abría sus puertas. Lutz se atrevió a emplear su fuerza al constatar la desesperación de Carlota.

-¡Me jalaste el cabello!
-¿Querías esperar otro rato? 
-Huele mal.
-Te aguantas, te urge llegar a Bércy y hay que cambiar de línea pronto.
-No es cierto.
-No se cómo es que vives en este planeta pero las personas normales hacen estas cosas.
-Te voy a dar una cachetada.
-Las que gustes, bonita.
-Bájale a las payasadas que no eres Trankov.
-Lo sé, pero tus caras curiosas son divertidas.
-Todo mundo me está viendo por tu culpa.
-Más bien porque apareces en las noticias nacionales.
-Sólo falta que Brian Orser haya decidido mandarme a freír papas por lo que pasó con Verlhac.
-Tranquila, de seguro no es por eso.

Lutz no tardó en indicar que descendieran y antes de disponerse a hacer el cambio de línea, se percató de que la joven no deseaba estar ahí y que muchas niñas la reconocían, seguramente para acercarse a pedirle un saludo o una firma. 

-No estamos tan lejos de Bércy.
-Sólo vayamos y haré como que jamás estuve aquí. Gracias, Tennant.

Él comenzó a sugerirle por dónde irse para alcanzar lugar en otro tren que llegaba a la ruta contigua y le recordó que no intentara pelear con nadie. Si ella no hubiese levantado la vista, no habría visto la similitud del lugar con las estaciones del metro de Tell no Tales.

-¿Todo bien?
-¿Por qué hay tanta gente?
-Tranquila.
-¿Brian Orser estará por allá?
-Sí.
-No voy a llegar.
-Lo harás, confía en mí.

Las estaciones pasaban y pasaban y Carlota se desanimaba más, pensando que a lo mejor la carta sólo era el incentivo para que se decidiera a hablar, pero lo hacía a destiempo y aunque no era su culpa, la tardanza parecía una señal.

-¡Bércy! 
-¿Ahora sí?
-Ven acá, apresúrate y suerte.
-¡Te lo agradezco Lutz!
-Voy detrás.

Ella abrazó al chico y le besó la nariz antes de irse como disparo por el boulevard, él sonrió.

-¡Corre, corre! - la animaba y se abstenía de alcanzarla, prefiriendo quedarse apenas los pasos necesarios atrás para contemplarla llamar la atención cuando pedía que le dejaran pasar. La entrada a INSEP podía estar igual de repleta que los bistros de París a las dos de la tarde, pero ella se escabullía gracias a su delgadez  y se saltaba el registro en recepción con tal de llegar a la pista de hielo, misma que tampoco hacía gala de soledad. Todos gritaban "Ahí está Orser" y exhibían sus mejores movimientos, obligándola a ponerse los patines de una vez y saltar a la pista con la ropa que llevaba puesta y sin el calentamiento correspondiente.

-¡Carlota Liukin llegó! - gritaron los que la vieron saltar al hielo y recorrerlo para darse una idea de como debía hacer su prueba. A sus cuchillas podía faltarles filo y a ella algo de condición, pero ver a Brian Orser en las gradas casi le detiene la respiración. Aquel hombre era tan grande, tan decisivo y tan talentoso que no se le podía decir que no y con la ansiedad de saber si aun aspiraba a formar parte de sus alumnado, ella se deslizó un poco, cayendo al instante.

-Estoy bien, es Orser, sólo Orser bajando a ver a los mortales. Házlo - se exigió y continuó probando su espacio, rogando por no fallar otra vez, sintiendo las miradas de todos, que cuchicheaban a su alrededor y que tenían la expectativa puesta en el "primer entrenamiento" que veían de Carlota.

-Viene sin coach - le informaron a Orser y ella caía en sus primeros intentos por hacer algo más que seguir midiendo su lugar, producto de sus nervios.

-Señorita Liukin, haga un salto y luego una pirueta - dijo él tomando la palabra. Carlota asentó y se preparó, cayendo en su afamado e infalible doble axel, pero asumiendo que nada iba a ganar, tomó impulso para otro salto.

-Buen Lutz*, muestra la pirueta.

Dubitativa, la realizó, impresionando con su combinación de butterfly con donut y la bella línea que disimulaba meses de retiro. 

-¡Quiero ver más expresión en ese rostro! muestra una secuencia de pasos.... Dame un flip y un axel.

Carlota tocó el hielo en el flip, pero su segundo axel salió excelso, motivándola a ofrecer una pirueta más.

-Bonito layback.... ¡Wow con el Biellman! - exclamó Orser al conocer que Carlota podía flexionarse  por completo - Una combinación más - La chica le mostró su camel, un sit y su spin en Y, ganándose los aplausos.

-Es suficiente, ve a descansar. 

La joven Liukin saludó al público curioso y salió a la zona técnica, encontrándose a su padre enseguida.

-No puedes salir del hotel, ¿qué haces aquí?
-¿Qué haces tú? 
-Pasé a ver a tu entrenador.
-¿Tengo uno?
-Me hablaron de Christophe Simmond pero no es el tema, ¿qué rayos se te metió en la cabeza?
-Me enteré de que Brian Orser ....
-¿Quién te trajo?
-Un amigo.
-Nombres.
-No.
-Recoge tus cosas y estás castigada.
-¿Por qué no me dijiste que me llegaron cartas?
-Te llegan a diario.
-¡Pero no las de Brian Orser!
-Esa fue mi decisión, vámonos.
-¡Me invitó a trabajar en Toronto!
-¡Vas a Toronto sobre mi cadáver!
-¿Qué te pasa? 
-Que no te vas a ningún lado.
-¿Cuándo comenzaron a llegar?
-Lo suficientemente pronto para decirle que no.
-¡Ese no es tu asunto!
-¡Lo es desde el momento en que tengo que pagar la mitad!
-Ese no es problema.
-¿Disculpa? 
-Puedes hacerlo.
-Carlota, ¿no te das cuenta de nada?
-Antes no me ponías peros.
-No tengo el dinero de antes.
-Usaré el de mi beca.
-Carlota, no te irás con Brian Orser, es mi última palabra.
-¡Puedo ser mejor patinadora con él!
-Lo sé, pero basta. Carlota, me tienes harto.
-¡Te estoy pidiendo ir con el mejor entrenador del mundo!
-¡Y si fuera el sueño familiar te diría que sí!
-¿Perdón?
-Tu madre y yo teníamos razón, tú no debes patinar.
-¿Por qué?
-No puedo permitir que sigas siendo el centro de nuestras vidas.... Adrien irá a un colegio de niños autistas y eso es una colegiatura, Andreas en cambio fue aceptado en la universidad pero no quiere ir y hay que convencerlo de que no sea idiota y vaya, yo tengo que comprar mis medicinas y ponerme a trabajar y tú cerrar la boca y hacer lo que te ordene. ¿Piensas que no tengo idea de la oportunidad que dejas pasar? ¡Pero ya me cansé de ser el que siempre te dice que sí! ¡No entrenarás con Orser porque eres una inmadura y una caprichosa! ¡Y si te crees tan merecedora de estas cosas, demuéstralo siendo una buena hija! Ahora quiero concentrarme en tus hermanos a los que he descuidado por ti.... Perdón por gritar.

Carlota quedó de una pieza.

-De todas formas, hablé con Orser antes de que vinieras. Se acabó.

La chica observó alrededor. Brian Orser le retiraba la vista.


*En el cuento se habla de una rutina, en el video aparece la "descripción gráfica" y el bielmann se presenta en su variante "ninfa". Por cierto, el Lutz no sólo es el apellido de un personaje, también es una variante de salto del patinaje y Brian Orser es un personaje real.

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