martes, 30 de enero de 2018

Un concurso de belleza (Primer relato de "Los cuentos de las noches blancas")


Publicado originalmente el 18 de diciembre de 2017

A dos semanas del sismo, el canal Saint Michel volvió a ser tranquilo y comenzaron a aparecer aves distintas a las gaviotas, al tiempo que los trabajadores que vigilaban la zona tomaban el almuerzo viendo a la cascada y se reportaba que el suelo había dejado de abrirse.

Las buenas noticias empezaron a llegar. Los damnificados de Carré serían reubicados en el barrio de Languedoc y los de Herault irían a Quai de Charentes, ambos sectores de reciente construcción; en el vecindario de Avignon se restablecían los servicios y cada vez se requerían menos voluntarios y comidas calientes al retirarse los escombros de Hasse y Gent; únicamente había trabajo duro en lo que había sido el complejo de Fontan pero se estimaba que la remoción terminaría en unos cuantos días más.

La mañana del lunes y en un día que se anunciaba soleado, una gran ola llegó a la ciudad. Nada pasó, si acaso la coincidencia de que impactara a las nueve de la mañana, al igual que su devastadora predecesora. Septiembre era el mes de los grandes bloques de agua, los habitantes trataban como fuera de asumirlo en esa forma y los pescadores buscaban el sustento con más ahínco.

Sin embargo, la naciente vibra pacífica no duró mucho; a las once, se dio un anuncio en televisión y radio:

-"¿Quieres vivir el sueño?... Miss Tell no Tales 2002 es.... The new Miss Universe is... ¡Poitiers - Cipres!... ¡Russia!... Te esperamos a partir de hoy en la explanada de la Facultad de Filosofía o con nuestras edecanes recorriendo la ciudad; si eres delgada y tienes entre diecisiete y treinta y cinco años, te estamos buscando. Nos hemos renovado para ti, es inscripción libre ¡prepárate para las entrevistas! Tienes diez días para cambiar tu vida ¡Tú podrías ser nuestra primera Miss Nouvelle Réunion!"

Acto seguido, aparecieron en todos los programas Ruth Bléger, vigente Miss Tell no Tales y una tal Mathilde Tellier que era la nueva directora del certamen para dar detalles e invitar a todas a participar.

Contrario a lo que ocurría con convocatorias anteriores, las jóvenes reaccionaron saliendo a la calle para irse de compras o llenar los salones de belleza además de comenzar campamentos en la Universidad de Humanidades, frente a los stands del comité. Para evitar desorden, cada uno señalaba un barrio diferente.

-No sé cómo la escuela se prestó a esto - reclamaba Isabelle Schepard y Lucas de Vanny sólo se reía.
-Necesitamos dinero.
-¡Esta es una institución pública!
-Pero el Ayuntamiento nos lo pidió.
-Propuse que hicieran este circo en el Teatro del Cabaret, no en nuestro auditorio.
-Pero es más grande.
-Y mira a estas chicas ¡ninguna tiene talento!
-¿Cómo lo sabes?
-¿A cuántas crees que les he dado clase?
-Sin comentarios.
-Esto es estúpido.
-¿No ganaste un concurso de estos hace veinte años?
-¡Eso fue diferente!
-Tan diferente como los votantes que decidieron cambiar el nombre del país.
-Yo apoyé el "no".
-Pero pensabas que "Tell no Tales" suena tonto

Ambos docentes siguieron recorriendo la explanada y colocándose debajo de una cornisa para seguir criticando. Alrededor, vendedores de maquillaje barato y bolígrafos llegaban con la esperanza de tener ventas decentes.

En otros rincones, la euforia era similar y en la cantina Weymouth, Bérenice revisaba la forma de inscripción una y otra vez, reconociendo los espacios para colocar el nombre y una foto. El color dorado de las letras podía ser molesto.

-¿A ti también te interesa? - preguntó el joven Evan.
-Sería una bonita miss.
-Ya te pareces a mi novia.
-¿Eva quiere competir?
-Está acampando.

La chica se rió y siguió trabajando hasta que Claudia Muriedas entró para quejarse. En el Centro había un remolino rodeando a una muchacha por un codiciado formato y cerca de la estación de policía se había formado otro.

-Mi prima se muere por uno de estos - dijo al ver la hoja de Bérenice.
-Llévasela pero cuídala.
-Seguro la aceptan, ganó un concurso en la escuela.
-Esa es una buena señal.
-El señor Lleyton está harto, las oficiales no paran de hablar de esto.

Bérenice no pudo agregar nada. Su madre entraba con un lindo vestido azul y muy contenta, portaba un gafete de Miss Nouvelle Réunion.

-Una tal Mathilde Téllier me contrató apenas se lo pedí ¿puedes creerlo? - pronunció Micaela Mukhin por saludo.
-¿De verdad?
-Dijo que parezco una miss y que mi ropa le encanta ¡si supiera que yo barrí a la competencia en un evento así, se mata!
-¡Qué emoción!
-Pero le puse mis condiciones, tú vienes conmigo.
-¿Qué? No puedo dejar la cantina.
-Pagan tres mil la semana.
-¿Dónde firmo?
-Aquí está tu identificación.
-¡Pequeño jefe! ¿Me puedo ir a Miss Nouvelle Réunion? - gritó Bérenice a Evan Weymouth.
-¿Vas a regresar?
-No sé.
-¿Pero me vas a presentar a las misses?
-Sí.
-Pues vete, yo te cubro.
-¡Muchas gracias!
-Que mi padre no te vea, adiós.

Bérenice tomó de la mano a su amiga Claudia y a su madre y muy entusiasta, se dirigió a Filosofía en donde más gente llegaba conforme pasaba el tiempo.

A Micaela Mukhin le encantaba contar sus planes cuando algo le apasionaba y en el metro, relató a su hija y a su amiga que tenía pensado proponer un escenario dorado con rosa, vestir igual a todas las chicas que no llegaran a instancias finales y seleccionar ella misma las locaciones para los videos de presentación de las concursantes. Claudia creía que nadie le haría caso a esa mujer y que Mathilde Tellier sólo le había dado el empleo porque necesitaba ayudantes pero no tardó en descubrir que la realidad era otra.

Al arribar las tres a la explanada, el staff del certamen comenzaba a llegar con equipo de iluminación, las estilistas a planear los cortes de cabello que harían y los representantes de los patrocinadores buscaban gestionar costos con la persona a cargo. A Micaela Mukhin sólo le bastó mostrar su gafete para que el jefe de personal anunciara: "Las vestuaristas llegaron" y enseguida, el grupo a su mando le mostrara su carpeta con las ideas preliminares. Bérenice y Claudia enseguida recibieron vasos con té helado y el catálogo de maquillaje.

-Esto no sirve - expresó Micaela - Nos pidieron hacer un show sobre regalos y bobadas ¡no una sesión de fotos! Tenemos trabajo que hacer ¿alguien pensó en la ropa para los fluffs comerciales de las chicas? ¿y para los del programa? - La mujer era exigente y Claudia entendió que su contrato había sido una orden para Mathilde Téllier, que pasado el mediodía se presentó para saber qué hacían sus empleados. Únicamente a Micaela le dio un abrazo.

-¿Cómo vamos?
-La planeación es rápida... ¿Le presenté a mi hija y asistente, Bérenice?
-Mucho gusto, debería participar.
-Está embarazada.
-Qué lástima.
-Sigamos, he pensado que ahorraríamos dinero si compramos vestidos sin adornos en las tiendas de segunda mano del barrio ruso y no le compramos a nadie vestuario para el segundo filtro.
-¿Tiene alguna idea en concreto?
-La carpeta del staff era un desastre; me dediqué a dibujar lo que usaremos para el final del programa y los trajes de baño para el tercer filtro.
-Excelente, continúe, estoy de acuerdo.
-Hice un par de llamadas y en una tienda de la calle Tcherkovskaya nos entregan veinticuatro vestidos blancos a 30€ cada uno.
-¿Veinticuatro?
-Las seis finalistas llevaran vestidos diferentes y el patrocinador los entregará cuando seleccionemos a las treinta chicas.
-Encárguese de ello.
-También nos comprometieron con vestuario para el último filtro.
-No podemos excedernos en costos.
-Mitad de precio a cambio de la mención comercial.
-Me parece; iré con nuestro gestor a ver que ocurre con nuestra campaña de donativos y con los de publicidad.
-Iré de compras; la ropa que propusieron para los videos promocionales es terrible.
-Adelante pero no puede rebasar los 20 000 €.
-Compraremos los zapatos al último.
-Qué alivio.
-¿Qué haremos para elegir rápido a quinientas chicas?
-Tenemos a todo un escuadrón trabajando.
-¿Luego podría ver a las que escogieron?
-Por supuesto pero no cambiaré el criterio que ellas apliquen.
-Le apuesto a que no lo harán tan bien.
-En todo caso, Ruth Bléger y yo revisaremos la selección.
-¿Y ella ganó Miss Universo?

La señora Tellier no respondió y Micaela volvió a jalar a su hija hacia la calle, buscando tiendas baratas.

Sin embargo, era en la explanada en donde ocurría lo interesante. Morenas, trigueñas, campiranas, ejecutivas, migrantes y deportistas atraían las miradas del estudiantado y Eva de Vanny apartaba sitios para sus amigas. En cada facultad se había instalado alguna mesa de inscripción y las edecanes que llegaban con los registros desde la calle se colocaban detrás de los stands para iniciar los escritinios. A las dos de la tarde, comenzaron las inscripciones en la universidad.

Algunas ex misses habían sido convocadas para recibir las solicitudes y las iban colocando en tres secciones, según las impresiones que dejaban los aspirantes; las primeras descartadas eran aquellas que no eran fotogénicas o no tenían pasatiempos interesantes; otras dejaban dudas sobre su belleza y las que conseguían el sí, aun debían esperar a una revisión general. La elección requería de mucho trabajo y aquello se agravó cuando hicieron acto de presencia las jóvenes del barrio Corse. Estas últimas tenían fama de ser las más bellas de la ciudad y con su estilo marinero de faldas cortas y tacones, nadie podía adivinar que trabajaban como pescadoras o empleadas de los astilleros y que con su fuerza, cualquier hombre caía muerto de recibir un puñetazo. Aun así, muchos estaban allí sólo por ellas y otros vaticinaban que la ganadora sería una corsa.

Conforme la tarde avanzaba, los primeros vestuarios del programa empezaron a llegar y con ellos, los gritos de emoción; asimismo, se anunciaba que se imprimirían cuántas formas de inscripción fueran necesarias para que nadie quedara fuera.

Al día siguiente, la muchedumbre continuaba concentrándose en torno a la Universidad de Humanidades y se establecieron puestos de rehidratación alrededor, incluyendo uno de la cantina Weymouth para aprovechar. Bérenice y Claudia criticaban a todas las asistentes y hablaban sobre los incidentes relacionados como peleas en los salones de belleza que tenían ocupados a los policías. Algunos estaban hartos.

Entretanto, se avisaba que los boletos de tren y autobús desde Vichy, Jamal y Toud se habían agotado. Muchas muchachas buscaban su oportunidad y eran fácilmente reconocibles: Las de Jamal eran bajitas, en Vichy las pieles descoloridas eran la regla y en Toud usaban chaquetas de mezclilla. Otros podían seguir admirándose o riéndose pero Micaela Mukhin no tardó en reconocer a una futura primera seleccionada entre la multitud: Una joven llamada Kleofina, de cabello oscuro, fino y quebrado, con rostro de corazón, labios rosa lila naturales y piel algo bronceada por trabajar en el campo. La habían colocado en el apartado de "Bosque - Réunion" junto a otra chica de gran trenza y labial cereza y otra pelirroja de pecas que de provenir de otro distrito, le habría ido mejor. En contraste, las mujeres del barrio Láncry presumían ropa colorida, grandes afro o peinados altos y pieles ébano de envidia. Justo de esa fila salió Courtney Rostov Diallo luego de registrarse. A pesar de su cabello lacio y de no estar arreglada, fue admitida cuando la encargada de su stand correspondiente leyó que era traumatóloga pediátrica y el equipo de atrás le asignó el sector de Láncry - Guyane. Junto a ella se hallaba Matt Rostov, que la había alentado a intentarlo y le decía que tendría éxito. A Bérenice Marinho no le agradó y se acercó a él tímidamente, susurrando:

-Cuando yo quise anotarme en algo así, no me dejaste.
-Es que no confiaba en ti - respondió él y se fue con Courtney de vuelta al hospital.

Fingiendo que sólo había saludado, Bérenice regresó con Claudia para seguir observando a la muchedumbre hasta distinguir a una joven rubia y alta proveniente de Centre, a la que sus amigos convencían de competir.

-¡Creí que no volveríamos a verla!
-Nunca le agradecí que sacara a mi bebé del edificio que se cayó - señaló Bérenice.
-¿Vas a decirle ahora?
-No sé qué pienses pero quiero que gane.
-Yo también.
-Haremos esto: Averiguaremos como se llama, pondremos su solicitud entre las chicas que acepten y la ayudaremos en las pruebas.
-¿Cómo conseguirás eso?
-Algo se me ocurrirá, acompáñame.

Al tiempo que eso ocurría, había revuelo entre los presentes al hacer su llegada una joven llamada Camille Maier, popular por haberle ganado una medalla olímpica a Irina Astrovskaya ese año y por ser una socialité que rivalizaba con Zooey Izbasa. Todos presentían que pasara lo que pasara, contendería al título de Miss Nouvelle Réunion por la zona de Chartrand - Rosillon. Micaela Mukhin decidió entonces "ayudarla", por razones que no podía expresar.

Por otro lado, Bérenice se colaba en donde ponían las solicitudes de Centre admitidas y aprovechando que la mujer que les daba un vistazo había ido al baño, buscaron el formato de la muchacha rubia desconocida, enterándose de que su nombre era Madice Lison Hubbell, tenía diecinueve años, estudiaba literatura, entrenaba danza en el club de hielo de Carré y acababa de calificar con su compañero al campeonato nacional. En el apartado de "Relate el suceso más impactante de su vida", Madice había contado su versión de lo ocurrido en el derrumbe de Gent, resaltando el rescate del bebé de Bérenice. Sin pensarlo un minuto, Claudia colocó el papel entre las candidatas de Centre - Champagne y las dos se apresuraron a huir, no sin pasar a la zona de vestuario para los futuros comerciales y luego de una revisión rápida, Bérenice eligió una falda negra y un saco con motivos étnicos.

-¿Te vas a robar eso?
-¡Es para Madice!
-¡Nos van a cachar!
-Claro que no.
-Pero todo está contado.
-No se van a dar cuenta.
-¡No lo hagas!
-Confía en mí.

Bérenice se escondió en el gentío y comenzó a buscar a Madice sin descanso y con alto riesgo de ser descubierta. La misión resultó tardada y Claudia optaba por desistir pero al observar a Madice ir al metro, Bérenice gritó fuerte para alcanzarla en las escaleras de la estación.

-¡Hola, Madice!
-¿Hola?
-Soy Bérenice, ella es Claudia y queremos hablar contigo.
-Adelante ¿de qué se trata?
-Te traji... Bueno, te traje esto.
-¿Para qué esta ropa? No entiendo.
-¡Para la entrevista!
-No estoy interesada, gracias.
-Te vimos allá.
-Mis amigos insistieron pero no es para mí.
-Al menos quédate con esto.
-¡No!
-Pónte labial rojo y péinate de coleta sin fleco.
-¿Qué?
-¡Nos vemos en la entrevista!
-¡Llévate tu....! saco - murmuró Madice e intentó hallar a Bérenice en la explanada inútilmente. En su lugar, sólo encontró a aspirantes contentas, mucho bullicio y una Kleofina que calmaba a las chicas nerviosas y vendía flores al mismo tiempo.

El atardecer no auguraba que el lugar se quedara vacío.

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