domingo, 26 de diciembre de 2010

Antes del fin del año

                                              
La persecusión

31 diciembre 2000

Por la mañana, Antón se presentó (más a la fuerza que por otra cosa) a la exhibición de patinaje callejero en la plaza dónde rompió la fuente días antes. A falta de Plushy, la organizadora, una señora llamada Olga Titorenko pensó que el hijo de su vecino era el adecuado para sustituirlo... Como pago le prometió dejarlo comer gratis en Kirkorov ya que era el negocio de su marido y 200€.

Pero una vez finiquitado el compromiso, el chico se colocó su playera, unos jeans viejos y sus tenis para irse en bicicleta por ahí.

Recorrió primeramente su calle, Raisa, pequeña, pero llena de locales que vendían hortalizas, pasó por la calle Pushkin tan llena de vida como en ninguna otra época del año.  Como todos los días, su amigo David le esperaba en la esquina de Katsalopov y Morozov para organizar lo que harían en el día.
En esta ocasión, Antón tenía una cuenta pendiente.

-¿Jugarás?
-Si me dejas patear el primer bote
-Verás como sufren
-¿Pero todo estará bien Antón?
-Si nos dejan dentro la basura nos salimos de ahí y ya

En Katsalopov, un grupo de muchachos aguardaba al chico Maizuradze. La llamada "Persecusión del bote" consistía en obstaculizar al equipo contrario tirando cuánto cesto de basura o similar se atravesara. Sólo podían ir dos de cada bando, uno en bicicleta y el otro corría para asegurarse de impedir o en su caso limpiar el paso. La meta era el mercado del pescado en el muelle y para llegar debían tomar atajos y si se podía, hacer que los rivales se perdieran. Sergei Koronenko, el adversario de siempre les había ganado la vez anterior.

-¿Listo para perder?
-¿Ya estás llorando? Ni empezamos y ya te lamentas
-Eso quisieras Maizuradze... ¿Y para qué invitas al no ruso? Vas a perder
-David es mejor que Maxim y más te vale no meterte con él
-Pruébalo

Antón hizo una seña a su amigo y comenzó la carrera. Durante diez minutos los basura voló, los comerciantes se molestaban y los transeúntes debían realizar malabares para pasar con tranquilidad. David se cayó en la calle Leonova y Antón se volvió a ayudarlo, en eso Sergei los rebasó.

-Perderemos otra vez y por mi culpa
-No importa
-Me duele todo
-Déjalos. Luego los arrastramos.

Ambos supieron que un tomate arrojado por Maxim era el motivo del accidente

-Tramposo. Esto se avienta cuándo van adelante
-¿Todo bien?
-Me di en el hombro
-Vamos de todas formas al mercado
-¿Porqué?
-Si nos van a ganar por lo menos que sea porque llegamos después. El señor Ponarina sabe que hacer para que ese dolor te deje en paz
-Dale

En el camino, vieron de nuevo a Sergei y compañía y continuó su competencia

-¿Seguro David?
-He tenido peores lesiones

A toda velocidad, los amigos llegaron al sitio acordado primero ya que faltaban pocas calles pero los adversarios no respetaron el acuerdo y siguieron detrás de ellos. En las orillas del muelle Antón se dió cuenta de que ya no eran perseguidos

-Detente
-Qué bueno porque ya no siento el brazo
-Descansemos
-¿Cómo te fue en la mañana?
-Bien ya sabes. Tarasova diciendo que tengo futuro, aplausos y mi mamá grabando todo
-No te envidio
-Te llevo con Ponarina

En el camino Antón creyó ver a Carlota y más se sorprendió al ver que ella compraba caracoles y pulpo con sus amigos. El local de Ponarina vendía todo listo para comer

-¡Antón! ¡Canalla! Hasta que al fin apareces
-Hola señor.
-Vienes con tu amigo
-Lo de siempre.... Hola Carlota
-Hola
-Te vi en la mañana
-Me invitaste
-Cierto.. Lo olvidé. Él es David

Tina murmuró entre sus amigos

-¿Quiénes son? Se ven descuidados y hasta raros ¿No?

John fue el que habló

-¿De dónde conocen a Carlota?
-No tengo idea . Jamás me habló de ellos
-Mientras no quiera que nos juntemos con ellos

El convivio en la playa transcurrió con tranquildad a pesar de las bromas que Antón jugaba y tenían a Carlota riendo sin parar. Después el chico se adelantó a Paul y la invitó a dar un paseo pero Sergei se apareció y no tuvo más remedio que tomar su bicicleta e irse con David.

-¡Feliz año Carlota!
-¡Gracias! ¡Igual para ti!

Antón se alejó con una alegría impresionante. Los amigos de la niña lo miraban irse desoncertados.
-¿Cuándo lo conociste amiga?
-Cuando me llevó a dar un paseo Tina







miércoles, 22 de diciembre de 2010

Cuatro historias de Navidad (Segunda parte)

                                                
El regalo
25 de diciembre 2000

Isabelle Shepard acostumbraba desde hacía diez años realizar una cena en la que servían fondues, bolitas de queso, pan italiano y Delobel para celebrar Navidad. A diferencia de otros lugares del mundo dónde la cena se realiza el veinticuatro, en Tell no Tales era el día posterior y se acostumbraba una reunión con los amigos.

Gabriela y Ricardo eran los encargados de proveer el postre y las flores que adornaban la mesa esa noche. Andreas y Adrien jugaban, en la cocina Susana e Isabelle sacaban del horno el pan y cuando lo colocaron al centro todos tomaron asiento.

Carlota disfrutaba la charla con la que Pat Low mantenía entretenidos a los presentes, Jean Michel Jeunet hablaba de cómo se le había ocurrido filmar con Isabelle, Jeremy Poirier que había vuelto a la ciudad sólo para Navidad comentaba acerca de lo fácil que era conseguir cualquier cosa ese día y sobre las recomendaciones que escuchó en Italia sobre viajar a Tell no Tales.

Cuando Casey tocó a la puerta comenzó algo más divertido: la espera de las campanadas y al llegar éstas se celebró la verbena que los monjes preparaban. En la calle la fiesta continuó. Entre dulces, ponches y buenos amigos la noche prometía ser la más feliz del año.

Ricardo llamó a Carlota y la llevó a la puerta del edificio dónde vivía Isabelle

-Gracias por el catalejo, fue un lindo detalle
-De nada
-Parezco un niño desde ayer
-Me alegra que te gustara
-Yo tengo algo para ti. Es muy especial y creo que eres la indicada. Este brazalete me lo dió tu madre el día que nos casamos, nunca me quedó pero espero que lo conserves.
-¡Gracias papá! ¡Te doy beso!
-Bien volvamos

Gabriela al encontrarlos preguntó:

-¿Dónde fueron?
-Por ahí ... Por ahí. Ya sabes que me encanta estar con mi hija

Algunos cantaban y otros brincaban o sacudían las manos. Esa noche muchos se conocían.
La fiesta duró hasta las nueve de la mañana.





                                                                Las campanas
  
                                            "Las campanillas son felices cuándo tú no estás
                                              Las campanillas cantan sobre una verdad
                                              La luna partida reclama que te vas"

Esta cancioncilla solía cantarse durante diciembre y era una forma de despedirse del año. Gabriela la susurraba para no despertar a nadie. Le gustaba estar junto a su árbol y comerse en secreto las galletas de nuez que Ricardo había colocado ahí.
Muchos años de su vida transcurrieron con tranquilidad. La suerte de estar al lado de un hombre íntegro y con una familia que adoraba sin duda, era signo de que algo muy bueno había hecho.

Franz De Patie por su lado, decidió dejar la diversión para después. Intrigado por la inocente melodía revisó los campanarios de las iglesias en toda la ciudad. Al no encontrar nada pensó que tal vez era imaginación suya pero al escucharla de nuevo en la playa no tuvo dudas.

-No quiero hacer esto... Muelle allá voy

El viejo que le hizo encontrar a Evan sonrío al verlo.

-Ya era raro que no vinieras
-Necesito su ayuda
-Jaja mira muchacho solo eres pez de agua dulce, te matarán las pirañas
-¿Qué significa el acertijo de las campanillas?
-Eso lo desconozco. Ese villancico es más bien una amenaza. Cuándo se llevaban a un preso las campanas sonaban y era exhibido ante todos. La gente era muy mala.
-Interesante
-Pero piensa hombre de acertijos.... ¿Qué verdad esconderían las campanas?
-¿Porqué hablan de la luna partida? Será menguante o creciente
-Es un lugar mi estimado
-¿Cómo lo sabe?
-El reflejo de la luna se quiebra en algún punto de la ciudad. Las campanas antes servían para indicar los movimientos lunares pero una fase quedó incompleta. Búscala.

Franz esperó a que anocheciera. Las luces en la ciudad brillaban demasiado. Desde la Catedral contempló todo. Mientras los habitantes se encontraban en celebración, Franz observó como el anciano tenía razón. En Santa María del Mar el destello lunar se perdía. Con más temor que afán investigativo
caminó hasta llegar ahí. Entró. Le extrañaba que en una noche cómo esa, el lugar estuviera vacío. Buscando con exactitud el sitio marcado revisó el piso. Una placa tenía escrito:

                               "En memoria de Matt Weymouth y Lía Liukin. 1932"

Grabada en el mármol una imagen de la luna estaba quebrada.... Pero había algo más: El villancico de las campanillas poseía otro fragmento:

                                                  "Las campanillas están gritando
                                                    Alguien aquí terminará en el mar"

-No puede ser.....El mar se tragará la ciudad..... Y todas las noches escuchamos el aviso a las ocho

lunes, 20 de diciembre de 2010

Cuatro historias de Navidad (primera de dos partes)

                                                       
  La casa
24 de diciembre 2000

-¿Cuánto falta Andreas?
-No mucho. Ya casi llegamos
-Estoy cansado
-Hemos caminado dos horas
-Cuesta arriba y aún nos falta
-Ya no
-¿En serio?
-Mira. Aquí está lo que quiero mostrarte

En lo más alto de la campiña tellnotteliana, una pequeña y vieja casa de ladrillo, evidenciaba mucho deterioro. Las ventanas rotas, las cortinas quemadas y un abandono total la habían convertido en refugio de drogadictos y alcohólicos durante la noche.
Ricardo se preguntaba que era lo que hacía ahí y porque su hijo mayor lo había convencido de perder un día de trabajo.

-Este es tu regalo de Navidad de papá. Felicidades
-¿Venir a un lugar en ruinas?
-No está en ruinas..... Está un poco desordenado
-Es inhabitable
-Tú solo entra
-¿Para qué?
-Encontré la casa familiar
-Mi padre jamás vivió en la campiña
-Pero mi bisabuelo sí. Ésta es su casa

Ricardo, con la curiosidad de saber si Andreas hablaba en serio cruzó la puerta. El olor a alcohol barato y marihuana era penetrante, había paja y un intento de cama en el suelo. El débil color azul en las paredes, ya sucias por el tiempo aún ayudaban a iluminar un poco el espacio

-Han tratado muchas veces de cubrir con persianas todo para que no pase la luz. El papel no resiste mucho
-Ya quiero irme
-Espera papá. Si revisas encontrarás algo

Ricardo tuvo un abuelo que jamás le mencionó ese lugar, es más, ni siquiera le contaba de como había sido su vida en las montañas. Goran Liukin detestaba la ciudad y a veces salía a refugiarse en algún campo de flores; también era frecuente que él se pasara unos días apartado de todos.
Tratar de remover la basura acumulada en el piso era inútil. Andreas se quedaba como espectador, con su sonrisa a punto de carcajada y con la certeza de que saldrían de ahí con un buen momento para recordar.

Pasaron varios minutos y Ricardo seguía sin dar con lo que Andreas le insistía que buscara. Harto decidió dejarlo, pero su pie golpeó algo. Se inclinó a levantarlo y no pudo contener la nostalgia.

Un cuaderno pequeño, cosido a mano, con las hojas amarillas y con dibujos plasmados en ellas era la sorpresa. Era un obsequio que alguna vez, el abuelo Liukin recibió. Por alguna razón, no había sido destruido. Toda una época de vivencias estaba ahí, como un viejo amigo a su regreso después de un viaje muy largo. Con los ojos humedecidos, Ricardo recorrió cada hoja y agradeció a su hijo mayor. Andreas entonces, rompiendo la emotividad del momento dijo:

-Lo bueno es que afuera podemos sacar agua para lavarnos las manos
-Ya lo creo
-Pero también tengo otra sorpresa... bueno me pareció como tu estilo
-¿Qué es?

Caminaron después de asearse hasta uno de los tantos campos de flores que adornaban el bosque tellnotelliano. Era el único lugar dónde no hacía frío. Desde ahí, podía verse todo lo que rodeaba Tell no Tales: las montañas, la playa, los acantilados, la nieve que no muy lejos de ahí adornaba un bello pinar. Inclusive, la misma ciudad se había convertido en el paraíso.
Ricardo supo porque Goran, de alguna forma, se había negado a dejar sus memorias de lado.
Andreas se quedó en silencio. Bajaron al atardecer.





La moneda

Camino a casa, Andreas compró un perfume para su madre. Al recibir cambio, decidió que aprovecharía y comería uno de esos pastelillos de chocolate que tanto le gustaban. Una vez que pagó, entró Evan Weymouth al local. El encargado dió al muchacho una propina por un mensaje que en la mañana recibió Franz De Patie por unas galletas que había apartado. Con esto, la moneda de Andreas comenzó un camino, por así decirlo.

Evan la usó para adquirir un timbre postal que su padre anhelaba desde hacía tiempo. El filatelista más tarde invitó un trago a Pat Low y el cantinero (el padre de Evan) lo dió a la arqueóloga, quién al olvidar su celular, tuvo que utilzar el teléfono público del muelle. La moneda fue a caer a manos de un joven que acostumbraba golpear esos aparatos para obtener dinero y costear la cerveza. La moneda volvió a mano de Don Weymouth pero no por mucho tiempo ya que la entregó a un viajero que la necesitaba, éste se tropezó y la perdió. Fue encontrada por David. Creyendo en un golpe de suerte, la apostó en un juego de fútbol y recibió el doble para después encontrarse con Antón y comer una pizza, pero cómo el padre de su amigo se las dió gratis, compró unas rosas para Amy. La chica de la florería llevó la moneda al negocio de enfrente para terminar con una pequeña deuda. En Totmianina, el hijo del dueño, la tomó prestada y fue gracias a una copa de vino con la conoció a su futura novia. Ambos jugaron cara o cruz antes de retirarse y dejarla sobre la barra. La mesera la guardó en su bolsillo y la ocupó para costear una moneda de chocolate para su pequeño. En la dulcería, Gabriela la recibió y pasó a comprar una ensalada a la madre de Tina, que a su vez entregó la moneda a Paul y después de caminar, se la regaló al mismo viajero de horas antes que al fin compró su boleto para el Tren del Cielo y un sándwich. En la estación, Isabelle Shepard la tuvo en su mano. Isabelle pagó un taxi, posteriormente el taxista recogió a Boitano y Boitano en el Vodianova entregó la moneda al capitán de meseros. Éste hombre adquirió los regalos para su familia. La moneda fue dada a Casey Low y ella la entregó a Adrien. Adrien la regaló y un vagabundo comió. En la fuente de Nabokov (ya reparada) el carnicero la aventó para pedir un deseo, pero su tiro fue tan malo que se atravesó en el camino de Antón quién cayó al piso ya que se quedó atorada en su bicicleta. La recogió y fue a dar a manos de Carlota cuándo le devolvían la diferencia por envolverle los presentes que le daría a su padre. En casa, Andreas miró la moneda con curiosidad y la colocó como adorno en su árbol decorado con galletas.


miércoles, 15 de diciembre de 2010

El baile de las flores


Agosto 1915

Lía amaba a Matt. A pesar de tener diecisiete años, ella se casaría con él la siguiente semana. Nada era más bonito que pensar en eso.
Era época de los bailes y de pasar las noches cenando en algún barco. La familia Weymouth era invitada a cuánto evento se realizaba y para festejar el compromiso organizaron una fiesta a la que mucha gente de alta sociedad asistió. Los Liukin como buenos montañeses no tenían aires de realeza. Conseguir un traje adecuado o un vestido refinado no había sido fácil y tratar de pasar por gente importante no se les daba.
Las personas presentes hablaban sobre vacuidades, buenos vinos y música elegante. En la mesa principal las risas eran muchas. Tanto Lía como Matt cumplían con la regla de ir vestidos con el mismo color y  estilo. Él había estudiado ingeniería en Francia y volvió a Tell no Tales al comenzar la guerra. Ambos se habían conocido en misa al llevar los presentes al cura. Lía por su parte le enseñaba a leer a los niños en una pequeña escuela situada a las afueras de la ciudad, era muy culta y esperaba entrar a la Universidad para estudiar Arquitectura.
Entre ellos existía magia. Al coincidir descubrieron que tenían gustos y convicciones parecidas, se enamoraron al poco tiempo y eran casi inseparables. A veces ella llegaba tarde a casa y su padre pedía explicaciones. Otras la pareja escapaba y no volvía hasta el día siguiente...
Los Weymouth se sentían incómodos con las miradas de los demás. La futura mujer de su hijo era dorada y en la ciudad era mal visto que un joven respetable se relacionara con alguien así.
Goran Liukin, el padre de la chica, mencionó de súbito el tema tabú

-Mientras duren las hostilidades en Europa va a ser difícil que el Gobierno nos preste atención

Silencio. Ninguno de los presentes estaba dispuesto a hablar del tema pero el señor Fabian Weymouth preguntó

-¿Porqué lo dice?
-Quedó pendiente la Ley Igualitaria. La ciudad necesita que sus habitantes tengan todos los derechos que procura la Carta General
-Dudo mucho que retomen el tema. Los legisladores se ocupan de Europa por el comercio y cuando haya acabado la guerra será prioridad reconstruir la diplomacia y renovar contratos de exportación.
-Por eso mismo este es el momento de hacer entrar en vigor las leyes precisas
-Y también es momento de brindis

Lía se apartó un poco con su padre

-Papá no es el momento de mencionar asuntos políticos. Sólo te pido que esperes hasta que se haya celebrado la boda
-Me dijeron que querían una conversación inteligente
-Inteligente sobre viajes, arte... qué se yo.. pero no de la guerra y las leyes
-A ellos no les simpatizamos. Te ven con desprecio y si no lo hacen con asco es porque ante Matt no se atreven. Dejaré estos temas porque se trata de ti pero no me pidas que lo haga después
-Gracias
-¡Hey! Aquí estás
-¡Matt!
-Señor Liukin le pido permiso para compartir esta pieza con su hija
-Claro

En esos años se acostumbraba que las parejas comprometidas bailaran haciendo pequeñas obras y podían ser extravagantes. Al terminar, Lía y Matt sin que nadie los viera, abandonaron el barco y volvieron a bailar bajo la luz de la luna y a pasar unas horas realmente solos. En la mañana se despedirían mientras corrían a sus casas para no ser descubiertos.

Ese sería su último día juntos ya que él no asistiría a la Catedral de Tell no Tales a casarse. Ella al poco tiempo vería morir a su madre y sus vecinos enfermar inexplicablemente. Con los años la familia Weymouth lo perdería todo y los Liukin se verían envueltos en un escándalo espantoso que terminaría para siempre con un gran amor.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Pequeña Rusia


El secreto familiar más vergonzoso de los Liukin estaba olvidado parcialmente. En algunas reuniones en la campiña la gente lo contaba como simple anécdota sin saber los nombres de sus protagonistas. En su tiempo había sido un escándalo. En el barrio ruso un grupo de actores trabajaba en una obra basada en el viejo relato con el fin de presentarlo en el Festival de Arte Dramático y Danza Rusa que cada diciembre se celebraba en la calle Pushkin. En los negocios se regalaba turrón de nuez a todo aquél que entraba.
Carlota por esos días buscaba un regalo para su padre cuando un incidente le cambió el destino.
Anton, conocido por sus vecinos por ser el nuevo campeón junior, en un intento por jugar una broma a sus amigas reventó inesperadamente la fuente de Nabokov. El caos por el agua que salía en violentos borbotones no se hizo esperar. Muchos vieron su ropa arruinada. Un policía se acercó, en eso se oyó

-¡Antón Maizuradze!

La madre del chico arrivaba más preocupada y apenada que furiosa. El oficial le entregó una multa

-De todas formas la tubería ya estaba oxidada así que la ciudad pagará más de la mitad.
-¿De dónde sacaré 1000€? ¡Sabes que no tenemos tanto hijo! ¡Hay que pagar las reparaciones de la pizzería, tus entrenamientos y ....!! Disculpe oficial
-Con este niño cubro mi cuota diaria de infracciones
-¡Ea! Que el muchacho no lo ha hecho de maldad - dijo un anciano
-¡Perdónalo! - dijo otro

Cómo sabía que con su hijo era difícil buscar una solución, lo dejó ir. En eso llegó David, el mejor amigo de Antón.

-Te traje un blini
-Gracias
-¿Qué pasó?
-Abrí de más la llave de la fuente y explotó
-Jajajajaja me hubieras dicho y te habría ayudado
-No tienes tanta suerte
-Jajajajajajajajajaja
-Vamos al centro
-¿Pasamos por Amy?
-Primero por Hannah y Elena
-¿Y Natalya?
-También. Hoy no tengo que ir a pista, sirve que estrenamos tu balón
-Conseguí una reta en Olenska. Si ganamos saldremos corriendo para que no nos den una paliza
-Perfecto
-¿Y ese milagro que Tarasova no te dé clase?
-Me dijo que si ganaba Nacionales y Selectivos me daría el resto del mes de descanso
-Pero tienes torneo en enero
-Hasta febrero. Lo malo es que Weir se lesionó
-¿Qué le pasó?
-No sé bien pero mandarán de reemplazo a Weymouth a Four Continents para que compita conmigo

Una vez que el grupo se reunió, se dirigieron al callejón Olenska en el centro. Aunque las chicas no estaban seguras (los contrincantes eran mayores) vieron a sus amigos jugar y burlarse de sus retadores. Antón no contenía su sarcástica forma de celebrar goles hasta que se dieron cuenta de que todo había terminado

-¡Se acabó la risa!

Con ese grito todos salieron en desbandada pero Antón esperó un poco y tomó la pelota propiedad de los contrarios y comenzaron a perseguirlo. Velozmente llegó a Piaf y tuvo una idea. David que lo había seguido al darse cuenta de que tomaba dirección contraria a la de él exclamó

-¡¿Antón que haces?!

El chico viendo fijamente a quiénes iban detrás de él pateó el balón.... Que rompió la ventana de la habitación de Carlota. El balcón se llenó de los cristales mientras ella asustada decidió ver quién era el culpable.

Afuera, Antón se llevó las manos a la cara y a la nuca. Todo se aquietó. La niña salió a reclamar pero en eso él dijo

-Corre
-¿Porqué?
-Corre

La tomó de la mano y se fueron a toda prisa. David igual hasta que los perdió de vista.

De nuevo en el barrio ruso (mismo que rodeaba al del centro) se detuvieron.

-¡Suéltame quieres!
-Perdón
-Llévame a casa
-Luego. No quiero encontrarme con esos tipos
-¡No! Tú me trajiste aquí así que me regresas. Tengo que ir de compras
-¿Compras de qué?
-Un regalo para papá
-Entonces este es el sitio adecuado. Son las dos. ¿Tienes hambre?

Antón la llevó por su vecindario hasta que llegaron a un local muy concurrido atendido por los Kirkorov.

-Toma. Borscht. Es saludable comer sopa todos los días
-Gracias
-¿Ya se te quitó el mal humor?
-Un poco
-Me llamo Antón
-Lo sé. Te vi en televisión. Campeón Nacional la semana pasada y el domingo te llevaste el trofeo de selectivos. Irás a Europa
-Tienes que probar algo

Pasados unos minutos el llegó con otro plato

-Es golubzì
-No me gusta la col
-La amarás después de darle oportunidad a esto

Ella le hizo caso. Antón era saludado por todos y las risas eran muchas. Cuando llegó el té, Carlota se dió cuenta de que el chico la evadía respecto a su experiencia en el hielo. ¿Porqué?

-Ven

Salieron. Un almacén llamado "Totmianina" vendía artículos de todo tipo. Desde elegantes plumas hasta equipo de pesca, elegante y además accesible.

-¿Qué le gusta a tu padre?
-Adora pintar
-¿En serio?
-Y colecciona libros viejos con ilustraciones japonesas y chinas... le agradan los cuentos
-Aquí encuentras eso y más

Encantada por las sorpresas que la tienda guardaba terminó comprando un catalejo y un viejo mapa.
Antón la llevó por helado y finalmente por Pirozhkí (empanadas) y pan negro para su familia.


El reloj marcó las cinco. Cerca de la estación Soloviev se despidieron


-No te dije pero mi nombre es Carlota


Al día siguiente, la niña volvió. Antón la encontró en uno de los cafés de la calle Dobrev. Ese día le presentó la pizzería de su padre, el único lugar atípico del vecindario.


De padre ruso y madre italiana, Antón Maizuradze era el segundo de tres hermanos. Hiperactivo y risueño, ellos buscaron la manera de aprovechar su energía y después de descartar el hockey,  lo enviaron con Lena Tarasova, quién al notar su talento decidió entrenarlo en la pista Witt reservada al nivel senior. A pesar de sus logros, él no patinaba por convicción; únicamente lo hacía para mantener tranquila a Cecilia, su madre. 
Sin embargo, su mente siempre ideaba otras formas de expresión e incidentes como el de la fuente eran comunes. En contraparte, Antón era bastante buen amigo y demasiado leal. 


Los músicos callejeros en Pushkin eran el preámbulo del desfile inaugural del Festival. Los rusos son el grupo inmigrante mayoritario de Tell no Tales y la gente los adora. Carlota escuchaba con atención mientras él bailaba con una anciana; esta mujer había colocado la foto de Antón al lado de la de el nuevo ídolo de la ciudad, el también nacido en el barrio ruso: Plushy

sábado, 4 de diciembre de 2010

El maldecido


Dentro del folclor tellnotelliano existía además de la leyenda de los mala sangre y el milagro, un relato acerca del enamorado de la "musa inmóvil", un infortunado que venía predestinado y nada podía hacerse al respecto. Este hombre, además, tendría que cargar con la sombra de alguien más: el precio sería llegar a la cima sabiendo que otro la merecía.  Franz De Patie lo contaba en el muelle con la esperanza de que alguien le diera la descripción del chico que debía buscar.

"Hace tiempo un niño encontró en las montañas un viejo reloj de arena. En vez de llevárselo, lo escondió para que nadie lo viera hasta que se rompió. Dentro encontró un papelito en el que decía que quién destruyera ese objeto vería su descendiente enamorarse de una mujer dorada, bella pero enferma."

-¡Así no va idiota!
-Disculpe
-Te lo dice un nieto de pescador
-Perdone pero así me la han enseñado
-Entonces salga de aquí. Si cree en ignorantes largo de mi muelle
-Si usted sabe dígame en que me equivoqué
-En todo. Si quiere saber en que le mintieron vaya con Don Weymouth
-¿En dónde puedo encontrarlo?
-En la cantina del Panorámico. Es el único sitio
-Gracias
-Ni agradezca inculto

Con la idea de que el viejo le hablaba en clave (sólo alguien como De Patie entendía) se dirigió al lugar indicado. Don Weymouth  atendía en un lugar escaso de clientes. Orgulloso, mostraba las fotos de Evan, su hijo, un campeón de patinaje que esa noche tenía competencia. Fuera de eso, el lugar recordaba barcos y tenía varias imágenes de chicas de los cincuenta. Incomodado por el ambiente, Franz se sentó a la barra. Los parroquianos lo veían con extrañeza.

-Buenas noches padre. ¿Se le ofrece algo? Tenemos una cerveza exquisita
-Con agua estaré bien
-Es extraño verlo aquí
-Me he dado cuenta
-¿Ve a ese joven? Es mi muchacho. Competencia junior hoy en la noche y si gana tal vez pueda irse de aquí. Le he dicho que si quiere un futuro se aleje de este lugar. Estoy orgulloso de él

Franz sonrió ligeramente. El cantinero tenía casi un altar dedicado a su vástago.

-Cumplió quince y ha ganado como doce medallas. Casi todas de oro. Hace un año le salió rival pero yo confío en que mi hijo gane la nacional. Se irá al Grand Prix o algo así o al Mundial. No sé bien porque me confundo.
-Felicidades
-¿Sabe padre? El joven necesita patines. Lleva varios meses con unos que no resistirán. Ha estado estresado porque lo evaluarán con dos escalas distintas... Según prueban cuál sistema sirve.... Para mí del uno al diez y ya.
-Jajajaja Si me pregunta estoy de acuerdo con usted
-¿Y que lo trae aquí?
-Cansancio. Llegué de Roma con urgencia. Ya se imagina.... El Cardenal Rossetti quiere que haga unas cosas, como pronto será Papa busca un candidato a secretario.... Me temo que estoy en el sitio equivocado
-¿Y quién no lo está en Tell no Tales? Los que nacimos aquí estamos estigmatizados y perseguidos por quién sabe... Todo el tiempo existen tragedias.. pero ve esto (señalando la televisión con el torneo de su hijo) y dice que la vida no puede ser mala. De patinaje nada me llama la atención pero por él lo que sea.

Pasados unos minutos, De Patie salió sintiéndose bastante triste. El viejo del muelle seguía ahí.

-¿Cómo supo que es él?
-La pregunta sería porqué.
-Lo alejaré al final de su participación
-No te lleves a nadie a Roma. Las cosas aunque se retrasen van a suceder
-No creo que lo merezca
-Eso ya es cosa de el chico. Su familia paga con él los platos rotos por culpa de una mujer
-¿Qué mujer?
-El abuelo de Don Weymouth se enamoró de una dorada de sangre limpia y la mató. Lía Liukin le advirtió que su descendencia la pagaría.. El mito siempre dijo que la familia más pura le pasaría la maldición de la mujer inmóvil a un hombre inocente. Como viejo agente Neo te digo que me creas...
-No me queda otra
-Dejé el trabajo porque tengo dignidad y familia aquí. Escondí a los Liukin de los Lachey. No lo eches a perder. También estuve con otros sacerdotes como tú así que más te vale ir con cautela. En el Vaticano esconderán al chico pero no te lo recomiendo. Lo que ha de caer que caiga.

Caminando rumbo al centro, De Patie decidió visitar a Ricardo al Vodianova

-Así que también verán aquí el torneo
-¿El de patinaje?
-Ese
-No hay nada más que ver
-¿Porqué no le apagan?
-Los comensales están atentos. Ya pasó la primer tanda
-¿Quién va primero?
-Evan Weymouth... Pero ahora veremos que pasa por la segunda calificación con el sistema nuevo
-Una pregunta... ¿Cuál era el nombre de tu abuela Ricardo?
-¿Para qué quieres saber eso?
-Curiosidad. La mía se llamaba Victoria
-Lía.... no la conocí. Mi abuelo decía que la mató un hombre rechazado

Franz tomó una mesa. Mirando la competencia y a un Evan que de primero, terminaba en tercer lugar descifró el segundo acertijo: El viejo se dió cuenta porque el chico se parecía a su bisabuelo; un acusado de homicidio que nunca fue condenado.



miércoles, 1 de diciembre de 2010

Pat


Diciembre 2000
"Laboratorio
Facultad de Historia y Arqueología 
Universidad de Humanidades de Tell no Tales"

Eso decía la placa en la puerta del laboratorio donde Pat Low laboraba. Casey decidió visitarla. Hacía tiempo que la abogada no vivía la ciudad y mucho más había pasado sin ver a su madre. 
Tocó a la puerta y una voz ligeramente nasal le indicó pasar.

-¿Qué es esto?
-Requerimiento de evaluación de testigos para el caso Sak. Demanda solicitada por Jeremy Poirier en contra del Instituto de Salud de la ciudad
-No sabía que ahora sólo venías previo oficio
-Necesito hablar contigo y tuve que recurrir a una cortina de humo
-¿Y se te ocurre hacerla a partir de un caso viejo?
-Y archivado. Lo presentaré con el argumento de duda razonable
-¿Poirer sabe?
-Claro. No haría esto sin su conocimiento
-¿Sobre qué quieres hablar?
-Trabajaste con Poirier 

Pat volvió a su trabajo. Un viejo esqueleto, lleno de polvo y residuos varios era su objeto de estudio

-Según una orden no puedo manipular mucho el cuerpo
-¿Porqué?
-El museo de Arqueología quiere que venga un antropólogo de Toud. Lo siento por los restos de este hombre. Sólo debo cuidarlo y asegurarme de que nadie lo toque. 

Ambas salieron a caminar por el campus. Pat se veía cansada pero no indispuesta.

-¿Qué sabes de los mala sangre?
-Sólo que en Londres hay mucho interés por esa historia . Dicen que esa sangre es perfecta por ser pura. Gente de alto nivel está dispuesta a pagar lo que sea por mezclarse con esas personas. Los neonazis no han muerto

Casey veía a su madre irritada por esto. Arqueóloga férrea Pat Low había conseguido una carrera a base de un esfuerzo tremendo. Casey de hecho, parecía su hermana y no su hija.

-¿Además de esto a qué más has venido?
-No me evadas. Estás molesta
-Respecto a la declaración no tengo más que decir

Pat le sonrío irónicamente, le arrebató su maletín y dijo
-A partir de este momento son mis reglas. Lo que salga de mi boca es extraoficial
-Igual a especulación. No será válido en la Corte
-Convoco a mi derecho de silencio bajo reserva
-¿Es un secreto?
-Te contaré una historia

Caminaron aún más hasta El Silencio, llamado así por ser un lugar dónde sólo los profesores iban. Atrás de la Facultad de Música era tanta la calma que por eso se le llamaba así. Nadie pasaba.

-Cuando trabajaba con Poirier supimos de una lista en la que se registraron todos aquellos que poseían un tipo de sangre igual al de Sak. Las anotaciones comenzaron en el cincuenta. Coinciden con personas que desaparecieron o fueron asesinadas en ese entonces
-¿Dónde la encontraron?
-En la antigua casa Lachey
-¿Cómo?
-Los Lachey no son tan inocentes como yo pensé.... Excepto tus amigos, el resto de la familia solía colaborar en operaciones Neo a gran escala. Varios fueron a dar a Cobbs por su intervención. Se disfrazaban de "ayuda".  Era común que las fugas fueran descubiertas. A los Lachey no los mataron los Neo
-¿Quién?
-Los Neo sólo limpiaron la zona y asumieron el riesgo de culpa. Lo demás no lo sé
-Es todo
-Se matan por nada
-No entiendo
-Te entrego la lista y verás la razón
-No es necesario
-Recuerdo cuando íba a las protestas en los sesenta. A comienzos de, más bien. El maldito que me violó buscaba la sangre y creyó que era portadora. Gran idiota
-Ese idiota es mi padre supongo
-Cierto. Recuerdo que él dijo "¿Qué sería de Navidad sin Cascanueces?" Es lo más absurdo que he escuchado en toda mi vida

Previendo que pronto sería la hora de comida, Pat llevó a su hija al barrio ruso. Parecía que ninguna de las dos tenía mucho que decir.

-Así que todo es por una raza superior
-Esa sangre es veneno
-¿Poirier acaso la estudió a fondo?
-Fuera del cuerpo esa sangre se degrada y forma un compuesto que es letal si se utiliza en transfusión. Con solo meter la aguja y extraer un poco se acabó. No sirve a menos que quieras sufrir una muerte dolorosa en una semana. Lo descubrimos por un accidente que no quiero recordar. Murió un pequeño y lo lamento aún

Pat se retiró sin despedirse. Sólo advirtió: Dile a tu amigo ruso, a Urmanov, que de mí no obtendrá nada

Por la tarde la arqueóloga concretó cita con Boitano

-Pat
-¿Eres el padre de Casey?
-No. Pat eras muy joven y yo.. me rechazaste
-¿No fuiste tú?
-Creí que Jared era el padre. Me haría cargo pero te vi con él
-A Jared lo mató la policía
-Casey Low no es mi hija
-¡Demonios! Toda la vida pensé que eras tú. El último día que nos vimos te enfadaste tanto
-Tenías razón
-Tú con una esposa y unos hijos que perder y yo con dieciséis años. En el sesenta y tres estuve en la marcha a favor de elecciones... un tipo me dijo que necesitaba mi sangre y... Casey nació y eras el único que sabía que esa historia es real

De regreso en el laboratorio, Pat buscó la lista de Poirier. Nombres de conocidos y amigos cuya pérdida lamentaba. Revisando, el nombre Liukin apareció. En ese momento volvió a guardarla para aventarla al mar esperando quedase atrapada en la antigua catedral.

En Londres, Harry Shepard mandó llamar a Isabelle. Tomando una copa de Delobel al escuchar los pasos de ella mencionó

-No me agradan las fiestas pero necesito de ellas. Hace mucho que no estás aquí. Si te mandé llamar es para no sentirme tan solo
-Pronto acaba el año
-¿Qué sería de Navidad sin Cascanueces?

De fondo sonaba Tchaikovsky

-Siempre será mi favorito Isabelle