(Dedicada a un amor platónico: Gwendal Peizerat)
Gwendal arribó a Cobbs con Judy y después de esperar durante horas, se encontró con que sólo a él se le negaba el paso. Un artículo publicado en Le monde dos años atrás fue el motivo por el que se le consideró un periodista y todo lo que pasaba en la base era confidencial.
-También se le ha ordenado abandonar la isla.
-Soy ciudadano francés y hay un cónsul así que solicito una reunión con él.
-Aquí no procedemos de ese modo. Este no es un organismo multinacional como la ONU, es una sede administrativa del Gobierno Mundial. Le exhorto a abandonar las instalaciones y cualquier información que revele sobre esta plática será causal de juicio. Lo acompañaran dos oficiales hasta Tell no Tales. Que tenga buen día.
-Pasé aquí toda la noche por nada.
La señora Becaud alcanzó a despedirse e ingresó a las instalaciones con desconfianza. Apenas y le permitieron comunicarse con su esposo.
-No se preocupe, Jean Becaud vendrá por usted, hemos mandado por él.
-Gracias capitán.
-Esta es la boca del lobo señorita. Yo mismo la escoltaré para que no le molesten.
Ella comenzaba a recorrer los pasillos oscuros del lugar cuando Gwendal caminó hacia la estación. Como le disgustaba el ánimo serio de sus vigilantes, optó por tararear un par de canciones, recibiendo una burla.
-¡Ea! ¡Que el reportero ha salido maricón!
-Más vale maricón confeso que reprimido ¿No?
-Y encima le quiere jugar al valiente.
-Al menos no escondo mis preferencias.
-¿Sabe lo que le hacemos a los afeminados?
-Supongo que los encierran y los besan en secreto.
Mèriguet sabía que había ganado la discusión y el marino que lo interpeló se alejó ofendido. El otro sólo se reía de su compañero.
-Discúlpelo, no sabe tratar con nadie.
-Eso ya lo noté.
-Si se enteran de que mi colega es gay lo despedirán y los tiempos ya no están como para conseguir seguridad social en cualquier trabajo.
-Seré cauteloso la próxima vez.
-¿Le parece si le invito un trago?
-¿Es que aquí hay bar?
-En algún lugar debemos encontrar mujeres y whiskey.
-Me acaban de echar, no lo olvide.
-El tren sale en dos horas.
-¿Usted paga?
-Siempre y cuando no se meta en una pelea.
-De acuerdo.
En Cobbs, el bullicio proveniente de la cantina era lo de menos. El humo del tabaco era asfixiante aún para un fumador consumado como Gwendal que elegía encender un par de cigarrillos afuera antes de que se le irritara la nariz. Las prostitutas no reparaban en hablarle y emplear sus artimañas para ganárselo como cliente pero él prefería aceptar los vasos con licor que le llevaba la hija del dueño del establecimiento hasta que se acercó una pequeña de trece años, con el cabello alborotado y un short muy sugerente. No hacía falta preguntarle a qué se dedicaba.
-5€ la hora - anunció ella.
Gwendal no ocultó su asombro y miró al lado opuesto. La niña se molestó.
-¡Por lo menos esconde que eres marica!
-¡Y dale con eso! ¿Tengo pinta de homosexual o qué?
-Ni siquiera te apetezco ¿Qué quieres que piense?
-Que te hago un favor y que las niñas no forman parte de mis gustos.
-¿Desde cuando los marinos y sus amigotes salen tan decentes?
-Desde que te topas con un tipo con una sobrina de tu edad.
-Ella ha de ser muy bonita entonces porqué vaya tío tan guapo que tiene.
Pronto, una chica que salía de un hotel cercano con un oficial preguntó que sucedía.
-Este extranjero no quiere contratarme.
-Ya te he dicho que si no te hacen caso te retires.
-Pero llevo días sin ganarme el pan, si no insisto muero de hambre.
Mériguet giró hacia la muchachita que lucía descolorida y un poco enferma. Sus zapatos estaban rotos y no escondía un moretón en su rodilla provocado por caer de una escalera al escapar de la golpiza de un ebrio furibundo.
-¿Cuánto llevas sin probar bocado? - preguntó Gwendal.
-He perdido la cuenta, creo que ha sido una semana o un poco más.
-Haré que te traigan algo pero prométeme una cosa.
-Dispara.
-Irás a la escuela.
-Es más fácil que gane la lotería
-¿No te interesa tener un futuro?
-El único que puedo tener es que usted me dé comida y me contrate.
-¿No te gustaría convertirte en no sé, arquitecta o arqueóloga?
-Primero que no dice abogada o doctora.
-¿No lo has pensado?
-En este lugar si una se escapa le provoca la muerte a las demás. Ya ha pasado antes.
Ambos se miraron como si a ella acabara de pasarle algo más horrible que lo que le ocurría cotidianamente. Con cierta compasión, Gwendal hizo que le trajeran un emparedado de pollo y un poco de fruta. La niña, sin bromear, le decía que no le cobraría absolutamente nada si decidía llevarla por ahí para "comportarse igual que un hombre con necesidades".
-Iremos a un lugar que te guste - aseguró la chiquilla.
-¿Para qué?
-Tú sabrás, pareces buena persona.
Hábilmente, ella se apoderó de la cartera de su nuevo amigo al percatarse de que no estaba dispuesto a seguirla. Él fue tras ella hasta llegar a un sitio apartado. La única panorámica digna de Cobbs se podía disfrutar en un mirador al lado de una basílica abandonada. Gwendal no ignoró tal belleza.
-Tontito, pudiste ahorrarte el cansancio si me hubieras dicho que sí.
-Soy incapaz de tocar a una mozuela.
-¿Lo dices por ella? - mostrando la foto que él guardaba de Carlota - No me equivoqué cuando supuse que es linda.
-¿Ahora entiendes porqué te rechazo? Me la paso pensando en esta chica que es la hija de la persona que más aprecio en este planeta.
-Tu hermano.
-¿Cómo sabes?
-El señor que está al lado de tu sobrina se parece mucho a ti... ¡Bingo! ¡También hay chicos apuestos! ¿De dónde sale tanta gente agraciada?
-¿Podrías dejar de hurgar en mis cosas?
-Este alto no parece de mal aspecto y el flacucho se ve interesante ¿Cómo se llaman?
-Andreas y Adrien.
-¿Y la señora de cabello oscuro es su madre?
-Así es.
-Tu cuñada parece de la realeza, qué porte se trae.
Ella continuaba sacando el dinero de Gwendal, papelitos doblados y algunos boletos viejos que él guardaba por costumbre, encontrando finalmente el rastro que buscaba.
-¿Ella es tu novia?
-¿Ahora resulta que no soy gay, verdad?
-¿La quieres?
-Tamara es sólo mi mejor amiga.
-No creo que a Judy le guste escuchar que la confundes con otra.
-¿Qué sacaste?
Sonriendo pícaramente, la niña le mostró la fotografía que él poseía de Judy, aunque no era la única. Otra imagen se había almacenado en su cartera: la de la famosa Coupe de Nice dónde la señora Becaud pasó a la historia personal de Mériguet por hacer el ridículo.
-¿Cuánto tiempo llevan juntos?
-Nada, ella está casada y yo sigo soltero. La conocí hace ocho años y no la volví a ver hasta ahora.
-¿Y porqué escribiste su nombre?
-Para que no se me olvidara. Cuando nos reencontramos no supe quién era y luego mi mejor amiga me la presentó por segunda vez así que le robé un retrato.
-Los hombres no son más torpes porque se acaban los humanos ¿Cómo que no sabías quién era?
-Eso pasa.
-¿Y te gusta?
-¿Qué?
-A mi no me puedes engañar.
-Judy también me simpatiza.
-Mentiroso. Ella nunca va a estar contigo, por eso se fue con otro.
-No entiendo.
-Apuesto lo que quieras a que ella de bebé estaba enamorada de ti y tú andabas haciendo estupideces pero ahora ella creció y hasta se consiguió marido.
-Soy mayor por ocho años y cuando ella tenía.. Qué curioso, trece igual que Carlota y tú ... Las cosas no son como las piensas.
-¿Entonces porqué anotaste que le comprarás flores y la visitarás en su cafetería hasta que te haga caso?
Mejor ya vete, yo me quedo con 100€.
-¡Es todo mi..! Dinero.
La pequeña se perdió entre los edificios viejos y arruinados. Gwendal permaneció unos instantes más y partió no sin antes revisar que ella no le hubiese quitado otra cosa pero se topó con una tarjetita maltratada, él la leyó.
-P.D. Mi estimado forastero, mi nombre es Adelina Tuktamisheva. Ven cuándo quieras.
Eso era más que suficiente para llegar a Tell no Tales, contactar a Ely y denunciar la presencia de la chica en Cobbs; la hermana de Gabriela pertenecía a una organización que luchaba contra la explotación infantil.