miércoles, 27 de agosto de 2014

El cuento de Palestina (II)


"La bandera palestina ondea frente a la Iglesia de la Natividad en Belén, declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad" / Fotografía cortesía de El País (elpais.com) 

-Señor Nazrallah, por favor, no quiero que se meta en dificultades. Hay que razonar.
-¿Qué dice? ¡Son desgracias lo que viene a dejar!
-Estoy consciente de que no soy bienvenido pero deme un minuto...
-¡Ni uno más!

El teniente Maizuradze suspiró un poco asustado y junto sus manos.

-¿Cómo comete el descaro de rezar?
-No estoy haciéndolo, simplemente trato de encontrar una manera de calmarnos.
-¿Qué quiere?
-Charlar, es por Válerie.
-De mi nieta está todo muy claro.
-En absoluto, las cosas han cambiado.
-Si no es para devolvérnosla...
-Quisiera que supiera unas cuantas cosas.
-Que Allah me perdone por no defenderla.

Abdellatif Nazrallah bajó su arma y miró a Maizuradze con impotencia.

-Ilya, larguémonos de aquí - intervino Vladimir Putin que a codazos se abrió espacio entre los curiosos.
-¡No te metas!
-¡Cállate! Ya vi suficiente.

El teniente levantó su maleta y se dio la media vuelta mientras Putin lo jalaba de la playera hasta un negocio cercano.

-¿Qué ordenarán? - preguntó el mesero que los recibió.
-¡Café! Mucho café y fuego que necesito tabaco - ordenó Maizuradze con un tono alterado.
-¿Qué cigarros prefiere?
-¿Aún fabrican habanos en esta ciudad?
-Pocos, ¿gusta uno?
-Una cajetilla estará bien.
-Son 10 dinares.
-¿Y por lo demás?
-Se paga al final.
-Putin, ordena algo.
-¿Qué recomiendas?
-Tabbouleh para el caballero, por favor.

Ilya Maizuradze temblaba y con torpeza encendió un habano delgado que despedía un aroma agradable.

-Oye, hay niños.
-¡No me interesan! ¿No ves que sus padres occidentales los hacen respirar porquerías?
-Ilya, el café te pondrá más nervioso.
-Debo pensar.
-Te acaban de apuntar con una kalashnikov.
-Con razón de sobra, ahora tengo que esperar a que pase la oración de las doce y tal vez el señor Nazrallah me reciba.
-¿Quién es?
-¡El hombre que me apuntó!
-¿Por qué demonios vas a ponerte enfrente de él?
-Porque puedo y porque debo. No intervengas o te vacío la pistola de Nazrallah ¿entendiste?

Él acabó su primera taza y con prisa sirvió la segunda, no sin derramar un poco de café al suelo.

-Lo que me falta es encontrarme a Nikita Tukhalyan por aquí. Hasta él tiene motivos para asesinarme.
-¿Estás hablando del terrorista checheno?
-¡No, Vlad! ¡De una hermana de la caridad!
-¿Tú sabías que Tukhalyan se encuentra aquí y no informaste?
-¡Por supuesto que no! ¿Qué hubieras hecho? ¿Mandar una invasión o entrar de incógnito a arrestarlo? No seas estúpido, Tukhalyan está contenido quedándose en Belén.
-¿Me llamaste estúpido?
-Sólo a ti se te ocurre andar donde no te llaman ¿Y qué, vas a desperdiciar la ensalada?
-Me quitaste el hambre.
-¡Ya te la sirvieron y ahora te la tragas!

Maizuradze sabía que contaba con escasos minutos antes de imposibilitársele deshacerse de Vladimir Putin y antes de que sucediera otra cosa, le pidió al mesero que le permitiera usar el teléfono.

-La línea no funciona siempre.
-No importa ... ¡Vlad! Voy a llamar a casa - Putin asentó - Espérame aquí.

El mesero le indicó cuando tomar el teléfono de la barra y Maizuradze fingió usarlo mientras le prestaba atención a las manecillas del reloj.

-¿Cuánto hay que pagar? - preguntó segundos más tarde - Mi compañero está en la mesa cercana a la puerta, sólo fue café y la ensalada.
-4 dinares.
-Perfecto, me marcho, ¿le diría a mi amigo que tuve algo que hacer?
-Lo que guste.

Maizuradze estrechó la mano por el favor y partió con velocidad rumbo al hogar de los Nazrallah, decidido a enfrentarse a lo que fuera. Los vecinos sólo le recomendaban irse y otros le pedían que no ocasionara un desaguisado previo a la oración.

-¡Señor, no nos moleste más! - solicitó Aliyah Nazrallah al abrir la puerta.
-Es por Válerie, es algo serio.

Aliyah se colocó su velo y salió de su casa.

-¿No debe orar?
-¡Que Allah me perdone! Mi padre no lo escuchará si no lo convenzo y usted tiene que explicarme qué desea, vamos.

El teniente Maizuradze se dejó llevar hasta una plazuela desierta, con el temor de que alguien los viera y denunciaran a la mujer por no cumplir con su obligación de musulmana.

-Bien ¿qué le hizo tomar el viaje hasta acá y qué pretende arreglar?
-Aliyah, discúlpeme.
-¿De qué?
-De esta inconveniencia, quise pasar por esta ciudad para solucionar nuestros problemas y poder avisar que asenté en documentos la voluntad de ambas partes pero he logrado causar disgustos en su lugar y no me enorgullecería que esta situación quede inconclusa.
-¿Quería negociar con mi padre?
-En realidad no, sólo anunciarle que en mi testamento hay un apartado respecto a Válerie y su custodia.
-¿Se va a morir, señor?
-Espero que no, pero parto a la guerra y ese es el otro punto.
-¿Por qué no empezó por ahí?
-Porque los recuerdos son muy fuertes y no deseo que mi historia termine allá.
-Mi padre lo odia.
-No se permita concebir esa idea de su padre, él tiene razón en este caso pero por una vez quise dar una justificación débil. Aliyah, somos familia.

La mujer desvió su mirada al lado derecho.

-¿Válerie es feliz?
-Bastante, ella es muy risueña, se aloca como su hermano.
-¿Hermano?
-La he criado como si fuera mi hija, no le he dicho que es mi nieta.
-¿Sabe de nosotros?
-Mi esposa únicamente.

Aliyah se cubrió el rostro con su velo y se marchó a prisa, volteando insistentemente y conteniendo exclamar que el teniente Maizuradze era un hombre malo. Éste desde su sitio vio al sol y captó que se había equivocado antes de volver a tierra y percatarse de que en Belén, al igual que en todos lados, llegaban las revistas del corazón en lugar de insumos.

-¿Dejan pasar esto? ¿Qué hace Carlota Liukin en la portada de ... Ellie Magazine Israel? ¡Paris Match también! ¡Y las niñas las compran!... Mejor me dejo de tonterías, abrir la boca un poco con Aliyah fue imbécil, quizás es momento de irme.

Él levantó sus pertenencias y decidió salir en dirección al desierto, contando con conseguir a alguien que deseara llevarlo de vuelta al muro de Jerusalén Este y pretextar ante los agentes israelíes que su ficticio objetivo era una inspección preliminar. Bajando por una cuesta no prolongada, contempló a numerosos habitantes retomando sus actividades y a algunos policías dando indicaciones a los guías de turistas sobre el horario de entrada a una mezquita.

-La cereza del pastel es Tukhalyan - susurró al verlo acercarse justo al kiosko de revistas. Era el vendedor.

-¿Maizuradze? - llamó - ¿De nuevo querrá arrestarme?
-¡Déjate de tonterías!
-¿Entonces? ¿Fue al que casi le dispara mi suegro?

El teniente Maizuradze se dirigió hacia Tukhalyan y para ahorrarse más chascos, tomó un par de publicaciones y las hojeó con premura.

-¿Por qué has venido?
-Tu sobrina.
-¿Y qué? A nadie le importa lo que digas.
-Tal vez, pero aclarar las cosas no está demás.
-Lo que tu hijito le hizo a mi esposa no tuvo nombre, pero tu canallada se lleva las palmas.
-No nos engañemos, eras partidario de abandonar a Válerie en la nieve y hacer no se qué con Samira.
-A ella la escondí para que no la mataran en el pueblo; la bebé no me importaba pero a mi suegro sí y a Samira también. Ella se humilló para impedir que usted se llevara a Válerie ¿se acuerda? No Maizuradze, usted no es una buena persona.

El teniente Maizuradze tomó asiento en una piedra y Tukhalyan atendió a un par de niñas antes de imitarlo.

-¿Por qué te casaste con Aliyah?
-Su padre me pidió que no me separara de ellos cuando Samira se mató.
-Nunca he buscado su perdón por esto.
-Lo que duele es que usted pudo salvarla y no quiso.
-Iba a cometer una locura con la niña, sólo se la arrebaté.
-¡Estuve ahí! ¡La ayudé a recuperar a su hija, usted no cumplió sus promesas!
-¿Cuáles? Válerie comía todos los días, tenía ropa nueva y su casa era más que apropiada ¡ustedes la raptaron en la guardería!
-¡Usted le juró a Samira que nosotros la criaríamos y que nos arreglaría la residencia en Moscú y a cambio nos deportaron!
-Tukhalyan, no eres palestino.
-No es el tema... Pasa el tiempo y menos entiende que no queremos nada con usted.

El teniente Maizuradze reflexionó un momento.

-Los traicioné porque creí que Válerie sería tratada como un error.
-Sus abuelos y Aliyah nunca serían capaces.
-También valoré la situación, ¿qué le iban a decir cuando preguntara como nació o quién es su padre? ¿le hubieras dicho "soy yo? Pensé que si asumía la responsabilidad, evitaríamos que sufriera y no se enteraría de que Vasily agredió a Samira... Opté por educarla junto a mi hijo Anton y nunca he mencionado que los Nazrallah son su familia.
-¿Ni siquiera de su madre le dijiste algo?
-Tú mataste a Vasily a granadazos y Samira se hizo estallar en el metro, no tengo nada en contra de Abdellatif, su mujer y su hija pero no era justo para Válerie crecer con tanto dolor rodeándola; fue ahí cuando decidí que yo sería su padre.

Nikita Tukhalyan bajó la cabeza.

-Tu suegro por dignidad no me escuchará ni me dará una oportunidad pero regresaré a Chechenia y es probable que suceda otra calamidad.
-¿Viniste a avisar que atacarás a nuestra gente?
-Es una misión de reconocimiento, no hay intención armada pero tus amigos están en riesgo.
-Yo deserté.
-No Tukhalyan, tú huiste de la milicia y volviste a hacer lo único que aprendiste en la vida que es repartir propaganda, perdón, venderla.
-Maté a tu hijo y no me odias.
-Una parte de mí, sabe que Vasily se ganó ese final horrible.

Maizuradze abrió su valija y la cerró de inmediato al constatar que no llevaba agua consigo.

-¿Qué nos iba a anunciar? - preguntó Tukhalyan con curiosidad.
-Que en mi testamento les cedí la tutela de Válerie.
-¿En serio?
-Ella tiene nacionalidad rusa, puede sacarlos de aquí.
-¿Cree que mi esposa o mi suegra desearán abandonar su hogar?
-Los rodea un muro, el alimento es escaso por temporadas, las escuelas carecen de lo necesario y los israelíes los masacran cuando se les pega la gana ¿qué niña merece vivir así? Tukhalyan, has estado en dos lugares donde no hay piedad con nadie, eres el primero en saber que Palestina es una gran nación y que su gente amerita justicia pero que hace que los niños sean infelices y Válerie... Yo no quise que ella pasara por esto.
-¿Y los Nazrallah?
-Cometí un daño irreparable; anhelaba probar que me arrepiento sin descanso.

Tukhalyan y Maizuradze no tenían ánimos de pelearse. El primero se consagró a su venta y el segundo en adquirir con una vendedora ambulante el aperitivo que habrían de compartir mientras los turistas iban y venían sin prestarles atención.

-Traje Cremisan, mafghoussa y sambusak.
-Buena elección.
-¿Hablará con Abdellatif?
-Por Allah.
-Amén
-¿Válerie es musulmana?
-Cristiana ortodoxa por la Iglesia Rusa.
-¿Por qué?
-Es la fe de mi comunidad, de mi hijo, mía; Válerie usa velo en el templo y en las fiestas pero cada Pascua vamos a la mezquita de Tell no Tales a ofrecer nuestra buena voluntad y en Ramadán regalamos qatayef y compartimos la oración de las cinco. Un día iremos a la Meca, bueno, eso quiero si Dios me lo permite.
-Una pregunta más ¿qué le dijo Samira cuando usted tomó a Válerie en el tren y le ofreció ir por ayuda?
-¿Estás seguro de lo que pides?
-Sí.
-Que pensó que te amaba, Tukhalyan.

El teniente Maizuradze posó su mirada al frente fugazmente, sonriendo apenas, figurándose el atardecer en el desierto y añadió:

-Pero Válerie era el amor de su vida.

Glosario del cuento aquí:  Gastronomía Palestina  
Con la colaboración de Enrique Arturo Olivares González.

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