Antoine Griezmann/Ilustración de @percymad.
-"No puedo perder a éste bebé, por favor ayúdame.
-Pero todo está normal, no te presiones.
-Es que no es la primera vez que me lo dicen, necesito que este embarazo salga bien, es el hermanito de Scott.
-Cálmate, trataré de hacer lo que pueda ¿sabes por qué perdiste a los otros?
-Matt me dijo que las célas... celus.. celulitis...
-¿Células?
-No trabajaban.
-Comprendo, por el momento sólo podemos esperar y si quieres, te veo mañana.
-Por favor, Courtney, no le digas a Matt que estoy embarazada.
-Claro que no, eres una paciente.
-¡Se va a enojar mucho! ¡No quiero que se enoje!
-¿Por qué? Él no tiene nada que ver.
-Es que no entenderías, Courtney, no digas nada, te ruego ... Te lo ruego, si quieres que Matt se quede contigo.
-¿Qué?
-Sólo que no se entere de esto, por favor."
Courtney Diallo pensaba en aquellas palabras durante su almuerzo y veía a Matt Rostov dibujando con una concentración pasmosa. Ella reaccionó cuando oyó un grito.
-"¡Gol del Atlético de Madrid! ¡Antoine Mann hace el tres a cero!" - se escuchaba en la transmisión televisiva y Courtney volvía a sonreír.
-¿Viste, Matt? El Barcelona perderá el campeonato.... Cuando Antoine jugaba en Senegal, no me perdía sus juegos ¡ahora es el mejor del mundo!
Pero Matt no le hacía caso y terminaba su ilustración para iniciar otra. Sobre la mesa del comedor había colocado varios papeles y Courtney los revisaba de vez en vez. De no ser por su creciente personalidad tétrica, Matt Rostov jamás habría distanciado su aspecto de estatua renacentista de la perfección davidesca de Sergei Trankov.
-¿Unos pulmones? - contemplaba azorada - Es un dibujo ezpeluznante - opinó al ver uno de ellos. Matt observó a Courtney brevemente y ésta sintió tal pavor que soltó la hoja.
-Gastas muchos lápices - añadió con voz torpe. Él no se inmutó pero la joven optó por la actitud maternal.
-No comiste tu sopa.
-Comí un sándwich de pollo hace rato.
-Matt, eso fue ayer y no has parado de tomar café - él daba el sorbo - Al menos no tendremos guardia nocturna y podremos dormir... Matt.
Él, absorto en sus colores, no la escuchó más.
Durante la tarde, Courtney Diallo dio consulta en Obstetricia y su diálogo con Bérenice Mukhin le rebotó en la cabeza cada vez más fuerte, como si cada mujer fuera la misma persona y le inquietaran idénticas pérdidas. Terminó tomando un respiro cuando el sol empezó a ocultarse y caminó por Pediatría para sentirse relajada. Algunos niños la reconocían y le preguntaban imprudentes "¿ahora si nos vas a decir por qué eres negra?" a lo que reaccionaba con una simple sonrisa y varios "ve a la cama" mientras constataba que habían pegado sus obras de arte en los cristales y paredes, casi todas dedicadas a Antoine Mann y al Atlético de Madrid, el equipo de moda en Tell no Tales.
-¿Vieron el partido, verdad? Deberían descansar si gritaron por tantos goles.
A medida que atravesaba el pasillo, Courtney mejoraba su ánimo y oía varios "wow" de los cuartos con niños fracturados. Ese día, uno de ellos había celebrado su cumpleaños con "sangre de vampiro" y "pastel de Frankenstein".
-Esto da miedo - expresó Courtney al toparse con las ilustraciones de Matt Rostov decorando el lugar - Al menos sé para quién las hizo - suspiró con el desconcierto ante el realismo de las imágenes. En un rincón mucho más oscuro, el propio Matt continuaba con sus trazos y no ponía atención en nada.
-Matt... - pronunció Courtney de forma inútil y resignada volvió a su lugar, intentando separar su confusión de la neutralidad que estaba obligada a ejercer. La última paciente la notó triste y como era de esperar, le hizo el comentario.
-No he pegado el ojo, es todo.
-Dile a tu novio que estás molesta.
-Ah, estoy bien.
-Querida, se nota que tu relación no va en buena dirección ¿te hizo enojar?
-Me cansé.
-Dile que te trate bien o déjalo.
-He trabajado mucho.
-Si él no es encantador, hora de irse.
Courtney se limitó a dar recomendaciones sobre guardar reposo y prescribir ácido fólico, recordando que a Bérenice no le había dado consejos de ningún tipo y definitivamente no la quería ver en urgencias como al conocerla. Era probable que ese momento molestara más a Courtney de lo previsto y se enredara con su temor constante de perder la atención y el cariño de Matt Rostov sin previo aviso, dado lo inexpresivo que solía ser últimamente. Al finalizar su turno, ni siquiera se esforzó en buscarlo en su dormitorio y mejor fue directo a casa, tratando de enfriar su mente e ignorando a las chicas que se despedían de ella, no sin hacerle burla por "inventarse un novio" puesto que ninguna de ellas conocía a Matt o pensaban que continuaban viendo la silueta de Sergei Trankov cada vez que se involucraba en una operación complicada o su sombra se distinguía en el piso de Traumatología.
En medio de la noche y caminando lentamente, Courtney Diallo pensó que acostumbrarse a la frialdad de Matt Rostov era el mejor remedio para no desilusionarse y que le llevaría una manzana al día siguiente para agradarle. Quizás por eso no esperaba hallarlo en un rincón del puente Saint Michel, sosteniendo un blog y realizando unos trazos finales con un lápiz negro gastado.
-Matt... - llamó ella con timidez.
-Courtney - respondió él simplemente.
-Me sentaré a tu lado.
Matt Rostov volteó hacia ella y continuó con su dibujo, esperando acabarlo de una vez.
-Tuve turno en Obstetricia.
-Atendiste a Bérenice en la mañana ¿qué quería?
-¿Supiste? Creí que andabas en Pediatría.
-Esperé por una operación que me interesara.
-Bérenice pidió su expediente, fue todo.
-Tardó mucho en salir.
-Hizo muchas preguntas.
-Da igual, qué bueno que se fue.
-¿Por?
-Me disgusta que se acerque a ti.
-¿En serio?
Courtney sonrió al ver que Matt también lo hacía.
-Traje varias hojas ¿quieres una?
-Matt ¿qué dices?
-Escribe un poema o haz un avión.
-Un barco.
-¿Por qué te fuiste sin mí?
-¿Cómo llegaste aquí?
-Siempre pasamos, supuse que hablaríamos o me invitarías a cenar.
-Hoy quiero estar sola.
-Igual yo pero estoy contigo.
-¿Usaste el espejo?
-No hay manera de llegar más rápido.
-No sé como lo usas.
-Te diré luego ¿pastel de Frankenstein?
-No tengo hambre.
-Es de vainilla.
-Matt, a veces prefiero verte comer.
-Me distraje con mis cosas, perdón si de repente no me porté amable.
-Descuida, Matt, ni siquiera lo noté.
-Me alegra haber sido el mismo de siempre.
-Así es.
-Te quería obsequiar uno de mis dibujos.
-¿El cerebro o esos pulmones que te quedaron tan... reales?
-Apenas lo terminé, me llevó unos días.
-¡Antoine Mann!
-Es que hablas de él y me iba a poner celoso.
-No te creo, Matt... ¡Es impresionante! ¿De dónde sacaste tanto talento?
-En la escuela me obligaban a dibujar.
-Te lo agradezco.
Matt decidió seguir trazando otras cosas y Courtney se desalentó nuevamente, creyendo que prefería ser ella quien se adaptara a la relación y por un momento, se preguntó como una chica tan vivaz como Bérenice Mukhin había permanecido tantos años junto a ese hombre.
-Si no fueras tan seco, juraría por siempre que Sergei Trankov eras tú - añadió y él soltó sus pertenencias.
-Jamás seré Trankov.
-Lo sé, es que ...
-Ese nombre no significa algo para ti.
-Nunca ha sido mi héroe.
-Bérenice llamaba así a las personas que admiraba.
-¿Qué tiene que ver Bérenice?
-Lo mismo que Trankov, nada.
-Entonces no los mencionemos.
-Confudirme con Trankov me hace enfadar.
-Bérenice me enfurece.
-Es tu paciente.
-Tomó una consulta.
-¿No te pidió su expediente?
-Lo hizo, pero te dije que es preguntona.
-Entonces se acabó.
-¿Qué se acabó?
-La conversación.
Matt Rostov retomó sus ilustraciones y Courtney miró al suelo para no llorar por la discusión, en los brazos aun traía el retrato de Antoine Mann.
-El Atlético juega el domingo, iré a tu casa - anunció él - Me alegra que te haya gustado el regalo.
Courtney se desconcertó por el repentino tono de voz relajado de Matt, pero sirvió para tomar el momento con calma, aceptando que él distaba mucho de un encanto convencional y que era un novio capaz de ser espeluznantemente original.
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