Tell no Tales
Courtney Rostov recibió un domingo, a las siete de la mañana, la llamada del comité del concurso de belleza. En una hora atípica, sólo correspondía colocarse un pantalón de mezclilla oscuro con una chamarra roja y a sugerencia de Matt, usar unos botines de tacón alto. La mujer salió rumbo a una cafetería en la avenida Montpellier casi decidida a renunciar y sólo alcanzó a leer en el periódio en qué carpetas se habían clasificado a las aspirantes.
En el metro, había pocas chicas pero no se necesitaba ser adivino para saber que todas iban al mismo destino y cuando halló un asiento vacío, Courtney aprovechó para descansar un poco de las botas, quedando frente a una joven campirana que sólo llevaba pantalón, playera, modestos tenis y un suéter de lana. Era la chica más bonita presente y sus labios rosa lila resaltaban cada que sonreía nerviosa.
-¿Te llamaron para el concurso? - preguntó Courtney.
-Sí, vine con lo que tenía puesto, espero que no me digan nada.
-No lo creo.
-Tú luces muy arreglada.
-También me vestí rápido.
-No se nota.
-Pensaba que sí.
-Me levanté muy temprano a recoger cerezas congeladas, sólo me dio tiempo de bajar por la Calzada Piaf y tomar este tren.
-Vives más lejos que yo.
-¿Eres de Láncry?
-No puedo negarlo.
-En tu barrio nos compran mucho las cerezas.
-No las he comido.
-¿De verdad?
-Cuando llego a casa, ya no hay.
-Qué mala suerte, un día deberías visitar el campo de flores de la pradera oeste para probarlas.
-Lo haré, gracias.
La joven campirana volvió a mirar por la ventana y sonreír hasta llegar a la estación de Champagne, donde otra joven se les unió al colocarse junto a Courtney y quejarse igual de sus zapatos.
-Disculpen, no estoy tan acostumbrada a estos tacones.
-Somos dos - respondió Courtney.
-Sólo lo hago por la entrevista de Miss Nouvelle Réunion pero yo paso, si vuelven a llamar les diré que no.
-Planeo hacer lo mismo.
-Ah, qué bien.
-¿Traes calcetas de rayas?
-Creí que me ayudarían.
-Me gusta tu saco.
-Me lo dio una chica en Filosofía, me lo puse sólo por tener el detalle.
-Deberías quedártelo, en serio.
-¿Lo crees?... Soy Madice Hubbell, por cierto.
-Courtney Rostov.
-Un gusto.
Madice y Courtney iban a continuar con su charla cuando la chica campirana volteó a verlas nuevamente.
-Soy Kleofina Lozko.
-Un placer conocerte.
-¿A ninguna de las dos le interesa el concurso?
-A mí no tanto - admitió Madice - Sólo me da curiosidad, no llegaría lejos.
-A mí me convenció mi marido, igual no creo que funcione - añadió Courtney.
-Entonces sólo yo quiero entrar.
Kleofina contempló risueñas a las otras dos y pronto advirtió que alguien más se uniría al grupo. Faltaban dos escasas estaciones cuando Eva de Vanny decidió sentarse junto a Kleofina, exasperada igualmente por su calzado pero mirando a otro extremo del vagón.
-Ahí está esa bruja, ojalá no me toque tenerla cerca.
Madice y Kleofina dirigieron sus ojos donde Eva y al igual que ella, reconocieron a Camille Maier, misma que no ocultaba su desdén por estar en ese lugar.
-¿Se puso los pupilentes? - creyó notar Madice.
-Ayer la vi retocándose el tinte - agregó Kleofina.
-¿Qué hace aquí?
-¿Su familia estará en bancarrota?
-O tal vez el guapísimo novio de alguien descompuso su coche sin ningún remordimiento - confesó Eva.
-¿De verdad? Hace unos días traía una carreta con girasoles y me asustó con su claxon.
-¿Tú eres...?
-Kleofina.
-Consíderate vengada.
Courtney arrugó un poco el entrecejo y la curiosidad la motivó a observar a Camille Maier, desagradándole aquella en el acto.
-No la conozco y ya la odio.
-No quieras ni que te mire - agregó Madice.
-¿Por qué?
-A nadie trata bien.
Las cuatro optaron por ignorar a la señorita Maier hasta que el tren se detuvo en la estación Ardenne. Bajaron juntas y acordaban irse por el mismo rumbo cuando vieron a Mathilde Tellier saludando con beso en la mejilla a aquella chica, yendo con ella hacia la salida. Los rumores de que Camille había entrado al certamen sin pasar filtros se confirmaban sin duda.
-¡Bitch! - exclamó Courtney con ganas de irse por la farsa pero notó algo que volvió a retarla: Bérenice Mukhin también descendía de un vagón y llevaba tacones aun más altos que las demás, dándose el caso de que caminaba bastante bien pero con sus manos torpes y natural despiste, tiró una gran carpeta con cientos de solicitudes ya enmicadas y hasta el té de la señora Tellier. Únicamente por sentir que era menos tonta, Courtney propuso ayudarla y Madice, Eva y Kleofina accedieron enseguida.
-¿Estás bien? - inició Courtney, levantando algunos papeles.
-Sí, qué bueno que la señora Tellier se adelantó, me mataría.
-Toma.
-¡El té se escurrió!
-Podemos comprar otro en el camino y vaciarlo ahí.
-¡Gracias chicas!... Gracias por salvarme, Courtney.
-¡Miren! Encontré la solicitud de Camille - dijo Madice y Bérenice se incorporó enseguida, abrazándola por saludo.
-¡Sabía que vendrías! Qué bueno que te pusiste lo que te di.
-Te hice caso, qué... bien.
-Camille ya está inscrita al concurso, su hoja va aparte, gracias.
-¿Entonces por qué nos hacen venir?
-No debería decirles pero todavía no son las entrevistas, es una prueba.
-¿De qué?
-Afuera les explico pero cuando lleguemos se adelantan.
Todas afirmaron y Eva aprovechó de saludar a Bérenice.
-Evan se fue a entrenar, te ve en la cantina a las cinco.
-Gracias ¿de casualidad no lo viste, no sé, con manchas de grasa?
-Me dijo de un sabotaje pero no entendí nada.
-Qué buena mujer eres.
Bérenice sonrió y fue con las demás rumbo a la calle, en dirección a la avenida Montpellier, en el barrio Centre. Por explicar de qué se trataba la trampa del Comité, olvidó rellenar el vaso.
A dos pequeñas esquinas de distancia, se hallaba el salón de té de la dulcería Bonbons Carousel. Era un sitio famoso por caro y por sus pasteles de crema batida con ron servidos durante los eventos privados. Si alguien moría por probar la carta era justo Bérenice y antes de separarse de las cuatro chicas, se aseguró de que Madice tuviera la coleta ajustada y el labial coral retocado; la otra no entendía ese empeño en querer verla perfecta.
-¡Suerte, Madice! - se despidió Bérenice.
Kleofina, Courtney, Eva y Madice aguardaron un poco y en cuanto entraron otras muchachas, ellas se aproximaron a una elegante puerta de madera y ascendieron por una hermosa escalera hasta el primer piso del salón, con sus paredes amarillas con paisajes pintados a mano. Cualquiera podía quedarse viendo el techo durante horas y disfrutar la fragancia del chocolate recién manufacturado pero en ese momento, estaba lleno de mesas con letreros en los que se indicaba a las aspirantes dónde registrarse. Las divisiones realmente abrumaban:
Miss Bosque Réunion, Miss Bosque Le Ciel; Miss Corse Auvergne, Miss Corse Lorphelin; Miss Láncry St. Michel, Miss Láncry Guyane; Miss Chartrand Rosillon, Miss Chartrand Druot; Miss Rossija Pushkin, Miss Rossija République, Miss Rossija Miterrand; Miss Blanchard Miterrand, Miss Blanchard Champollion; Miss Centre République, Miss Centre Champagne; Miss Crozet; Miss Marchelier, Miss Avignon; Miss Carré, Miss Carré Bouchard; Miss Nanterre, Miss Poitiers Cipres, Miss Poitiers Cotillard; Miss Université Calais, Miss Herault, Miss Costeau, Miss Quai de Seychelles, Miss Jamal, Miss Toud y Miss Vichy.
Luego de anotar su asistencia, las cuatro mujeres volvieron a reunirse con sus gafetes colgando y cada uno poseía una banda de color así como un número y el nombre del distrito que podían llegar a representar. El de Kleofina era morado y decía "Bosque Rèunion", Courtney portaba un verde enunciando "Lancry- Guyane", el amarillo era de Madice y se leía "Centre - Champagne" mientras que el Eva era rosa claro con la leyenda "Université - Calais". Un amable hostess las llevó al segundo piso y las colocó en una mesa junto a una pared verde oscuro decorada con flores de madera y espejos con marcos dorados.
-Es precioso - expresó Madice y tomó lugar junto a Kleofina, Courtney prefería estar lo más escondida posible y Eva, desde su asiento, podía ver todo y criticar al resto.
Había un gran bullicio en aquél momento y a excepción de Madice, nadie se daba cuenta de que la selección había iniciado. Las parlanchinas o escandalosas serían las primeras en irse, había demasiadas chicas del barrio Corse que descartarían al mínimo error; apenas se sirviera el primer plato, aquello se volvería un examen de mesura y no ingerir o beber sería sinónimo de hipocresía. Bérenice lo había manejado como prueba de modales pero, si hay algo por lo que se puede conocer a una persona, es por su forma de comer.
-Eva, en cuánto pongan té en tu taza, espera un minuto; Kleofina, ten cuidado con los pasteles, no estrelles la cuchara en el plato - murmuró en voz baja y Courtney añadió - No beban más de dos tazas.
Las otras dos se miraron mutuamente y sigueron el primer consejo al pie de la letra. Eva incluso bajó el volumen de su voz y Kleofina quitó los flequillos de su rostro. El siguiente round fue el enorme platón de postres que en cada mesa parecía un adorno. Tiramisù, pastel de chocolate, macarrones, mousse de frambuesa con bizcocho y crema y copas de fruta seducían la nariz y ojos de cada una de las presentes y, por seguir con la estrategia, Madice y Courtney eligieron las copas de fruta y el mousse por ser los más problemáticos, dejando a las otras dos lucirse. Por seguir disimulando, las cuatro continuaron hablando de sus vecindarios y de Bérenice, que en otra mesa y cuando Mathilde Tellier retiraba su vista, degustaba el tiramisù y unas esferas que después se sirvieron a todas en individual. Al partirlas, salía chocolate amargo y entonces Eva y Kleofina entendieron que bajo ningún motivo podían ceder a la tentación de probar lo que no estuviera bañando el pequeño panecillo que sostenía tan fino postre.
Bérenice por su cuenta, resguardaba su carpeta con celo y la señora Tellier le daba sutiles señas sobre a quiénes debía retirar y pronto, la selección se redujo a cincuenta aspirantes. Tal y como en el día uno, la primera predicción se cumplió: del distrito de Bosque - Réunion únicamente se aceptó a Kleofina Lozko; su entrevista, a menos que fuera un total desastre, era una simple formalidad que no cambiaría nada. Poco después, el cuadrante de Centre - Champagne arrojó un resultado similar y Madice Lison Hubbell se convirtió en la segunda admitida a pesar de sus evidentes reticencias. Bérenice fue muy feliz y comenzó a imaginar los atuendos que le daría para que ganara; no obstante, Camille Maier, que de reojo miraba los resultados, se diera cuenta de que debía deshacerse primero de la montañesa, así por su cuadrante llamarían a otra y aumentarían las posibilidades de obtener la corona.
-Hay que tener cuidado - comentó Camille a Mathilde Tellier - Las chicas de la campiña son mustias y la que elegiste es una zorra.
-Esto es un concurso de belleza, no de reputación.
-Te prevengo porque ella tiene la costumbre de meterse con hombres casados.
Bérenice alzó su vista y distinguió a una sonriente Kleofina que no advertía el veneno cuando la señora Tellier quiso comprobar la acusación de Camille y mandó a su marido a la mesa correspondiente. Extrañadas, Madice le hizo un lugar y el tipo comenzó a preguntarles sobre el concurso e incluso sobre si tenían novio. Las cuatro se incomodaron y Camille se levantó, yendo a saludar a Eva. Fue entonces cuando la señorita Maier exclamó en voz alta "¡Kleo! Me sorprende que vinieras, creí que en el campo se trabajaba diario!"
-Mi padre no me necesita hoy.
-Qué raro... Tampoco te necesitaba cuando ibas a la pizzería del barrio ruso.
-Vendía flores ahí, mi padre sabía.
-No era lo que decían.
Kleofina se encogió de hombros y dio un sorbo a su té.
-Todos saben qué hacías ahí.
-No sé a qué te refieras, Camille. En ese local siempre me compraban margaritas.
-Y el dueño rosas, siempre.
-Cultivamos las mejores.
-¿Las mejores para meterte con él? ¿Era casado, no?
-¿Perdón?
-Ay Kleo, no seas ingenua, aquí todas sabemos que te ibas con el señor Maizuradze, el de la pizzería. Las rusas conocen perfecto tu cara.
Todas miraron a Kleofina a punto de juzgarla, ella se puso pálida y en medio de aquel silencio, Courtney se levantó boquiabierta.
-Esto es muy bajo - externó.
-Opino lo mismo que ella - intervino Madice.
-Nos vamos las cuatro, ahora - dijo Eva igual de enfadada y ayudó a Kleofina a levantarse, sin embargo, Camille no tenía suficiente y cuando Eva pasó junto a ella, la hizo tropezar, provocando que tuviera que apoyarse en Kleofina, y esta última perdiera el equilibrio y se tirara una chocolatera sobre su cabello y rostro.
-¿Están bien? - preguntó Courtney - ¿La bebida estaba caliente?
-Creo que iremos por una ducha - respondió Eva.
-Me cayó chocolate en las piernas, está tibio - declaró Madice.
-Kleofina ¿te lastimaste?
La chica campirana se levantó y salió del salón llorando; las otras chicas fueron a alcanzarla y Camille regresó a su lugar. Mathilde Thellier por su parte tomó la mano de Bérenice y susurró:
-Ve por ellas.
-Muchas gracias.
-Y convéncelas de ir a las entrevistas.
-¿Es de verdad?
-Podemos armar un gran programa de las princesas contra la bruja malvada.
-¿Qué quiere decir?
-Esas cuatro son justo lo que busco, son bonitas, educadas y diferentes; más te vale que regresen al concurso.
-¡A la orden, jefa!
-Si no lo haces, despido a tu madre.
-¿A mí no?
-Creo que tú y yo sabemos que tu madre se desvive por todo esto.
Bérenice abandonó el lugar enseguida con un gran trozo de tiramisù en la mano y halló a Eva y Kleofina en la calle, abrazadas.
-Ya pasó, no llores.
-Mi departamento está más o menos cerca ¿quieren ir? - intervino Madice - Kleo, ya llamé a tu padre, dice que puedes volver mañana a tu casa.
-Olvidémonos de esto - concluyó Courtney y las cuatro partían cuando Bérenice se les aproximó casi corriendo.
-¡Espérenme! - les gritó.
-¿Qué quieres, Bérenice?
-Disculpa, Courtney.
-Ya terminamos aquí, el concurso se puede ir al demonio.
-Yo vengo a apoyar.
-¿Apoyar en qué?
-¡Si ustedes se dan por vencidas, Camille gana!
-Ay por Dios.
-Camille necesita esa corona para ser modelo, ustedes lo pueden echar a perder.
-No seas una niña.
-¡Puedo hacer que cualquiera de ustedes gane!
-Queda claro que no nos importa, adiós.
-¿Van a dejar que esa rubia idiota se salga con la suya?
-El concurso ya está arreglado y mis amigas terminaron manchadas de chocolate y una humillada; vete al diablo y dile a Mathilde Tellier que es una asquerosa rata.
Madice, Eva y Courtney miraron a Bérenice fijamente.
-Creo que todo el Comité detesta a Camille.
-Adiós, Bérenice.
-¡Traigo tiramisù!
-¿Por qué te creeríamos?
-Porque mi madre planea un boicot.
-Los cuentos son muy bonitos.
-Kleofina, lo que Camille te hizo, también me pasó... Chicas, las ayudaré, sólo no renuncien.
-¿Qué tienen tu madre y tú planeado?
-Volver a Camille loca.
Courtney no creyó ni media palabra pero Kleofina le pidió no continuar discutiendo. Algo le dijeron al oído Eva y Madice y las cuatro aceptaron a Bérenice durante el camino a casa. A fin de cuentas, llevaba un postre.
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