Fotografía de Jason Isley
-Adrien, intenta no atravesarte en mi camino, por favor.
-El enano quiere que le hagas caso, Ricardo.
-Estoy acomodando las últimas cosas de la mudanza, debo meter la caja con la vajilla en una maleta.
-Trae el cubo y la pala; se va a buscar peces y quiere que lo acompañes.
-Estoy ocupado, Andreas.
-Otra muestra más de que siempre dejas a "tus niños" de lado.
-Respétame.
-No fastidies.
Andreas jaló del brazo a su hermano y se colocó una chaqueta. En aquél momento, Franz De Patie entraba para reunirse con Ricardo.
-Buenas tardes, he traído las nuevas.
-Ni a quién le interesen, se ven - replicó el muchacho que se iba con el frágil Adrien.
-Las cosas han mejorado.
-Olvídalo, Franz. A veces a los chicos les cuesta entender que hay pendientes - añadió Ricardo apenas sus hijos cerraron la puerta.
-¿Qué fue ahora?
-Un paseo del que no puedo darme lujo porque debo alistar boletos, documentos, cosas olvidadas e ir al banco a cerrar mi cuenta. Concreté una cita con mi ejecutiva de cabecera.
-Suerte con eso.
-Trajiste el periódico, gracias.
-Aunque con leerlo no ganas algo, los artículos son más prescindibles que un refresco de lata.
-Es una forma de verlo.
-Desde que corrieron a Jean Becaud ya no hay un punto de vista que marque una variante editorial. Ahora el "Journal" es un medio oficialista que se dedica a las notas del corazón y al sesgo informativo. No hay día en que en la portada no ensalcen a los Isbaza.
-La familia del presidente es interesantísima.
-Me invitaron a su gala con la realeza y no sabes lo mal que salió su cuento de que son de sangre azul.
-No sé por qué no me resulta novedoso.
-Anton Maizuradze fue al banquete y se le ocurrió preguntar por Zooey Isbaza.
-Uy, ja ja.
-Ese momento se llevó la cena; él dijo que sólo había asistido para verla porque de seguro era la más divertida.
-¿Qué le respondieron?
-Que la señorita fue a un retiro. Es obvio que nadie lo creyó.
-¿Te enteraste de por qué lo invitaron?
-Para ofrecerle una disculpa "oficial" por su arresto sirviéndole ralladura de trufas italianas con el spaghetti y regalándole una dotación de esos hongos impagables.
-¿Qué tal los príncipes de Mónaco?
-Nada más asistieron la princesa Raluca, su chalán y el embajador. La familia se excusó porque iban a celebrar algunos actos oficiales en Montecarlo, pero fue un desastre.
-En las fotos se ven felices.
-Raluca quiso confesarse conmigo, por eso me llamaron. Estaba muy asustada porque la eligieron para ser esposa de Marian Isbaza después de casi hacer casting.
-Estás rompiendo el secreto de confesión.
-Lo hago porque entre las candidatas al compromiso estaba Carlota.
-Yo no lo habría permitido.
-Los Isbaza se pasaron meses buscando a niñas famosas. Contemplaron bailarinas, jet set, modelos y deportistas. Raluca mencionó a tu hija porque era la otra finalista; pero los monegascos no tienen un centavo y a los Isbaza de pronto les urgió conseguir algún título nobiliario así que accedieron a hacer un trato. La pobre chica hizo drama toda la velada y tuvieron que llevársela.
-Esa pudo ser mi niña.
-Carlota cubre con el perfil: es bonita, glamorosa en algún sentido, lleva buenas notas y ha estado en los titulares; pero la salvó no contar con distinciones monárquicas o condecoraciones.
-¿Por qué la prisa de comprometer a Marian?
-Relaciones públicas, negocios; vanidad posiblemente. Si los Isbaza hubieran elegido a Carlota, me quedaría claro que habría sido sólo por añadir una estrellita más a su familia; más ahora porque la señorita Sandra es una buena gimnasta y también una estudiante ejemplar.
-Suficientes quebraderos de cabeza tengo con Joubert como para pensar en alguien como Marian.
-Qué bueno que tocas el tema del joven Bessette ¿Cómo va tu plan de pedirle que se vaya?
-Muy bien, falta la reunión familiar y que todos estén de acuerdo.
-¡Disculpen! ¡¿Han visto a Adrien?! - intervino Javier intempestivamente.
-Ha salido.
-¿Dónde estará el chaval?
-Fue a ver peces, si corres lo alcanzas, se acaba de ir.
-¡Gracias, Ricardo!
El joven salió deprisa, consciente de que en la calle había una multitud; pero los hermanos respetaban el semáforo cuando andaban juntos; así que ubicarlos fue sencillo.
-¡No se muevan! - gritó.
-¿Que traes?
-Ah, ah ... Que me voy con Adrien. Tú aprovéchate de ir con la novia.
-¿Estás drogado?
-No digo disparates, nada más que te pases la tarde por ahí. Dadme un horario y nos vemos aquí para llegar juntos y nadie sepa que cada quién fue por su lado.
-Dale, pero préstame 50€.
-75€ y compras un ramo bonito.
-Nos vemos a las siete y media. El enano te lleva, se ven.
Andreas caminó hacia la izquierda y Adrien y Javier al frente, como si no les importara tener cuidado de no tropezarse.
-Me he leído el nuevo cómic y no entiendo el capítulo.
-Yo tampoco, pero hay que buscar peces.
-De acuerdo.
-Javier ¿A ti te gusta el sushi?
-La verdad es que el pescado crudo o cocido no me apetece.
-Entonces le caerás bien a los amigos marinos.
Ambos siguieron por Piaf hasta llegar a una enorme calzada que conectaba a la campiña. Para llegar a las rocas que indicaba el Star du North, debieron desviarse por las laderas del valle y seguir un enorme trecho hasta un terreno plagado de gaviotas y arena resbaladiza que evidenciaban la erosión en el lugar.
-¿Ya habías venido?
-Te dije que tengo amigos marinos. Hay muchos bancos de peces y corales.
-No veo el arrecife por ningún lado.
-Porque no está en mar abierto.
Javier arrugó un poco la comisura de sus ojos y resolvió quitarse los zapatos aunque las piedras lo hirieran. Adrien por su lado, corrió a una orilla y se arrojó al agua, sumergiéndose varios metros y emergiendo segundos después.
-¡Hay de todo allá abajo! ¡La Virgen María cuida bien! - exclamó. Pero lo único que escuchó fue un sollozo. Cuando Adrien giró, una chiquilla se cubría la cara.
-¡Si está la Virgen María, dile que nunca atiende mis ruegos!
-Yo sería feliz si me dejara llevarme un par de peces payaso.
-Eres un baboso.
-No, no niña que llora. No soy un baboso voluntario.
-Pareces.
-¿Te cazo un pez?
-Son más bonitos ahí en las olas.
-Pues los de aquí abajo no son del mar.
-¡Baboso! ¡Estás en el mar!
-Estoy en el santuario de Santa María del Mar.
-Ese es un mito.
-Ah, claro; entonces las paredes de roca no cuentan.
-Estás en el mar .. Y se ve hondo.
-Hay una estatua de Santa María del Mar acá abajo.
-La original está en la Catedral.
-Es que no era una la que se perdió; eran dos ¿Qué no lees?
-¡Sí, pero no soy de aquí y la gente dice que sólo había una! Mejor dile a la Virgen si es que está, que de seguro ha de ser más feliz rodeada de animales que no le suplican nada.
-Como digas, pero ¿quieres el pez?
-Pruébame que nadas en un estanque.
-Métete.
-¡No tengo otra ropa!
-Entonces observa.
Adrien comenzó a agitar un poco el agua y se zambulló lentamente. Una vez que su cabeza estuvo dentro, comenzó a sacar el aire por la boca, formando diminutas burbujas. Cientos de peces se colocaron a su alrededor y el chico salió a respirar después de sacar una bolsa hermética de su pantalón y abrirla para arrojar alimento al cardumen multicolor que se agolpaba alrededor de una barrera.
-¿Y cómo sé que abajo no hay salida al mar?
-Asómate, niña que llora.
La pequeña se inclinó apenas, pero fue suficiente para contemplar el espectáculo de especies que nadaban en círculo.
-¡Es un hoyo azul!
-Me gusta más decirle estanque.
-¿La Virgen María si está ahí?
-En su altar de coral.
-Sin querer vine al lugar correcto.
-Si viniste a dejarle flores, sí.
-Es casi mi última esperanza.
-¿Por qué?
-Ya fui con el rabino, los ortodoxos rusos, los luteranos, presbiterianos, calvinistas, budistas, musulmanes, coptos, taoístas, brahmanistas y los demás.
-¿Cómo pensaste en la santa Virgen?
-Un anciano en el muelle me sugirió pedirle un favor.
-El viejo del muelle me cae bien.
-¿Tú crees que mis oraciones funcionen?
-Depende de qué quieras.
-¿Le dejarías mi ramo?
-¿A nombre de quién?
-Raluca.
-¿Petición?
-Que no me obliguen a hacer lo que no quiero.
-Bueno, allá voy.
-Gracias, desconocido.
-Soy Adrien, el niño raro de la ciudad.
-Salúdame a los peces.
-Seguro.
Adrien realizó una nueva inmersión y al llegar a la estatua, enganchó el ramo de espatifilo* a la columna coralina que lucía fosforescente. Al volver a la superficie, Raluca no estaba.
-La niña desapareció - pensó Adrien. Javier sacó al muchacho del agua en cuanto pudo llegar al borde del estanque.
*Es una flor blanca mejor conocida como "Cuna de Moisés" y se utiliza para purificar el ambiente, ya que elimina sustancias nocivas en el aire. Algunos espatafilos cuentan con aroma, otros solamente con hojas.
-Nota pertinente: Este cuento no pretende ser religioso; de hecho, sigue la tónica de relatos anteriores como Una deuda con Dios, El milagro en el agua, El cuento del día de muertos, El origen de la historia o Le cirque, mismos que no insinúan, ni hacen propaganda religiosa, únicamente utilizan elementos de ficción.
:D! No está chafa, ajaj, :P... Me gustó
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