domingo, 8 de noviembre de 2015

La historia de un padre


En el quartier Latin existía una boutique llamada "Le chic baby" y aunque era diminuta, atraía gente que gustaba de los bordados hechos a mano y la ropa duradera a bajo costo, con el plus de que podía devolverse o cambiarse sin objeciones. La dueña remendaba o ajustaba cada prenda para colocarla de nuevo en el mostrador. "Le chic baby" era propiedad de Amélie Floost, madre de Judy Becaud y por realizar varias costuras, le pidió a esta última que se hiciera cargo de los compradores el fin de semana.

"Imposible viajar por Argentina estos días sin beber vino" leía la joven en lo que esperaba por clientes y soñaba con los maravillosos cruceros que se reseñaban en su revista de travesías.

-Si tuvieras dinero, te habrías ido.
-Hay un barco que va once días de Venecia a Roma y otro de Estambul a Lisboa ¿te imaginas qué bonito sería tomarlos?
-Sería bonito que no te distrajeras y fueras por tus hermanitos al parque.

Judy obedeció, pero volvió a atender el artículo sobre las vinotecas argentinas solamente porque se acordaba de la tanguería Ayre y de que cerca de la boutique había un expendio, "La guarda", cuya descripción asemejaba bastante a la del cronista.

-Mamá ¿puedo llevar a mis hermanitos a comer un asado?
-No tienes con que invitarlos.
-Tienes razón.
-Y tu marido que es un inútil, menos.
-Mamá...
-Mejor cuéntame del casero.
-Estamos bien, cubrimos casi todo el alquiler.
-¿Cómo van los gastos?
-Jean me compró un vestido nuevo y reparó unas lámparas, tal vez reabramos el café.
-O bien podrías trabajar aquí.
-Si todo falla, lo prometo.

Aunque Amélie Floost sonrió, la verdad era que pensaba que Judy arruinaba su vida y no conseguía convencerla ni evidenciando sus torpezas, como abandonar la universidad.

-Ve al parque y no tardes, te tengo que pagar por estos días.
-Déjalo así, me gusta ayudarte.
Judy, un consejo: cobra siempre... Trae a los niños, es hora del rosario.

La joven se colocó un suéter y salió para cruzar la calle y hallar a su hermana intercambiando sus muñecas y a su hermano guardando sus canicas. Verlos le hizo recordar sus otrora cotidianos paseos a Notre Dame, costumbre familar perdida debido a la complicada economía ya que las parisinas se negaban a tener hijos. En unos meses, todas desfilarían por "Le chic baby".

-¿Te vas a quedar hoy? - le preguntaba su hermanita.
-Tengo que volver a casa pero rezaremos juntos.
-No me gusta el rosario.
-Pero es bueno, Dios lo escucha y ayuda a los enfermos y los indigentes, guía a los inmigrantes y procura que la gente sea buena.
-¿Dios hace caso?
-Hace lo que considera justo.

La niña sostenía a Judy de la mano quien se sentía muy feliz, así volteara a "La guarda", recordando que nunca le habían permitido acercarse y el dueño solía evadirla. Al entrar con sus hermanos a "Le chic baby", echó un último vistazo y se preguntó si era momento de ir a la vinoteca si los minutos le daban la oportunidad.

Sin embargo y durante sus plegarias, pensó en ir de una vez. No era porque le atrajera o adquiriera algo para salir del paso. Judy tenía un motivo que de vez en cuando le ilusionaba y ¿acaso no era un buen pretexto usar la revista?

Cuando su madre acabó con su rito, llamó a Judy aparte y le entregó su pago, suplicándole además que no se lo mostrara a Jean o le comentara al respecto. La oferta de trabajo continuaba en pie y servía para que las dos convivieran más con los pequeños.

-Te responderé pronto - aseveró la joven al marcharse, asegurándose de que la puerta cerrara totalmente y nadie la siguiera. El corazón le palpitaba rápido y corrió hacia la puerta de cristal de un edificio gris, en donde no distinguía compradores o curiosos. Revisando sus pertenencias, sacó el artículo sobre Buenos Aires y exhaló profundo antes de entrar.

En "La Guarda" existía un orden admirable: la tienda estaba climatizada, los vinos se catalogaban por procedencia, antigüedad y variedad y en el mostrador se exhibían coquetos accesorios como sacacorchos o portabotellas. Judy se alcanzó a dar cuenta de que los empleados eran sommerlier muy competentes y uno de ellos se aprestaba a atenderla.

-Buenas tardes, busco un poco de ayuda. Leí sobre las vinotecas de Argentina y pensé que este sitio es parecido.

El sommelier revisó las páginas que le extendían mientras ella creía que hacía el ridículo. Afortunadamente, no era el caso e inició la exposición.

-"La Guarda" es una vinoteca con cincuenta años de antigüedad, contamos con trescientas etiquetas y el local es único en París ¿Busca algún vino en especial?
-¿Cuáles son sus novedades?
-Precisamente de Argentina llegaron el "Vicente Vargas Videla", un malbec con mucho cuerpo y que se guarda nueve años, el "Cinco Tierras Merlot 2002" de la bodega Banfi es un "inconseguible", tanto que le cuesta más de 280€ si lo manda traer importado sin contar impuestos; la alternativa es un "Black River 2000", descontinuado pero aquí lo paga a 30€ porque es una mezcla de cabernet franc y cabernet sauvignon de la bodega Humberto Canale y producido en Mendoza. Hay otros como "Yacochuya 2001" que se lo recomiendan en Alvear y en París y en todas partes, "Ricardo Santos 2002" y algunas botellas de la colección de Nicolás Catena como "Catena Zapata 1993" pero ese cuesta arriba de los 500€ porque es de la mejor cosecha en veinte años.

Judy Becaud escuchaba fascinada y trataba de olfatear lo más que podía, siendo atraída por el "Stradivarius 2002" tipo oporto y el "Colonia Liebres Bonarda" un vino joven con aroma a rosas, mismo que, según ella, envidiaría un chef como Fernando Trocca en su cava. El sommelier supo que la joven era una entendida que continuaba revisando el sitio y descubriendo rarezas, como exclusivas botellas del Delobel de Isabelle Shepard, que de tan caras casi las escondían.

-Llevaré un malbec, el Ópalo malbec y un Ópalo Cabernet, es todo.
-¿Ópalo? Qué observadora.

El sommelier se consagró a sacar la cuenta poco antes de descubrir que Judy tenía más preguntas y no se marcharía después de saldar.

-"Brunello de Montalcino 1999" es nuestra importación preferida, de 378€ y el "Sangiovese" cuesta 100€.
-Gracias pero llevo lo suficiente... Por curiosidad y tal vez por convertirme en clienta ¿Podría decirme quién es el dueño?
-El señor Jacques Ligier ¿Necesita hablar con él o desea conocerlo? Se encuentra en el piso siguiente en donde contamos con un restaurante mendocino, servimos únicamente tablas de jamón, quesos y aceitunas, postres y de vez en cuando fondues.
-Sólo busco al senor Ligier.
-Con placer la guío, adelante.

El sommerlier amablemente la llevó por una escalera hacia un modesto primer piso con numerosas mesas y una barra amplia de madera oscura. Los vinos llegaban a través de una puerta secreta para que los comensales los disfrutaran y siempre había más gente ahí que en la tienda.

-Señor Ligier, una clienta nueva ha solicitado que los presentemos.
-¿Clienta? ¿Algo conoce?
-Es una entendida.
-¿Ha elegido botellas?
-Los dos Ópalo que casi nadie descubre.
-Entonces le invitaré una copa de mi "Partida especial"
-Tempranillo y malbec no combinan bien el ahumado de jabalí. Es mejor cualquier cabernet sauvignon o en su defecto un merlot, pero sería muy dulce - respondió Judy y Jacques Ligier volteó finalmente, impactándola por sus ojos verdes y su piel aperlada, además de ser argentino y poseer un acento similar al de Amélie Floost cuando se ponía nerviosa. De milagro, la chica no tiró el bolso y el desconcertado Ligier le daba un asiento junto a sí, ordenando que trajeran una tabla de quesos y jamón serrano.

-Bienvenida.
-Gracias.
-¿Qué la ha traído?
-Un artículo que leí, no era sobre este negocio pero si de varios parecidos.
-¿Sos hija de Amélie? La ropa de bebés de repente se vende mucho y supe que busca ayuda. No te veía desde hace un tiempo.
-A veces la visito.
-¿Cómo está?
-Bien, con mis hermanitos.
-Lamento lo de tu padre, me enteré.
-Raymond Floost era mi padrastro.
-Ah, el padrastro; de todas formas lo siento.
-He venido a hablar con usted.
-¿No gustás algo de jamón? Es casi hora de la cena.
-No, gracias.
-Pero lucís tan flaquita, andá toma lo que quieras que te invito yo.

Por conseguir la conversación, Judy llevó a su boca un cuadrito de queso de oveja, sin dejar atrás la sensación de mariposas en el estómago.

-¿Tu madre te prohibía pasar? No le gustaba ni que nos miraras.
-Usted no le cae bien, puede ser.
-Imaginate que alguna vez le ofrecí un trabajo, eras una muchachita de brazos.
-¿Por qué lo rechazó?
-Porque se rodeó de monjas y cada quien educa pibes como puede. Apostaría a que vos ha recibido una educación muy religiosa.
-Voy a misa de diario, por las mañanas.
-No estuve de acuerdo en que te metiera esas ideas, por eso me retiró la palabra.
-Creí que habían tenido otro problema.
-¿Te comentó algo?
-Nunca lo ha hecho.
-Al parecer no le importé mucho, de lo contrario contaría horrores.
-No explica por qué usted evitaba caminar cerca de mí.
-Por respeto a tu madre.
-No comprendo.
-Ella dijo "alejate" y por lo visto, no fue mucha la distancia.

Jacques Ligier ingirió algo de jamón y Judy lo imitó con una ligera sonrisa.

-Entonces ¿sobre qué venís a preguntar?
-Mi interés es conocerlo, señor.
-¿Para qué? No poseo encanto y si no es de vinos, no tengo cultura.
-Tampoco busco en usted otra cosa que no sean respuestas.
-Entonces nada tengo, todo lo he dicho.
-Pero algo ha de saber de mí, aunque sea un poco.
-No te sé nada.
-¿En serio?
-No sé que querés decir.
-Que nos parecemos.

Ligier atisbó a Judy curioso, identificado la idéntica tonalidad del iris y de la piel, pero negó con la cabeza.

-¿Así que es al padre al que venís a buscar? Una entendida me ha engañado.
-Suelo andar con rodeos pero usted podría ser quien me gustaría que fuera.
-Vos nunca necesitó de un papá.
-Uno de mis sueños es conocerlo.
-Seguí en el camino, que ese hombre no se halla ni cerca.

Judy creyó que Ligier se enfadaba y no insistió, motivo por el que quedó en silencio, inhibida de irse aunque le enviara un mensaje a su marido para que fuera por ella. Después escuchó como se ordenaba un poco más de jabalí y le colocaron el plato enfrente con raciones de queso de cabra y una copa de vino.

-Este es un "Miroa Cabernet Sauvignon Roble", amigable, fresco ¿no te parecé maravilloso? Es una botella barata, con 9€ te llevás algo aceptable, a la altura de varios "incunables" que a veces no son los mejores para acompañar la comida, la cava está revestida de las rocas correctas, todo evoluciona como debe.
-¿Qué me podría decir sobre mi padre?
-Era un amigo mío, de esos que van a Saint Tropez en verano, éramos jóvenes, pero no le vi de nuevo y no supe de donde era. Si me preguntás, tu madre no quería compromisos y él menos.
-Pero ¿ella nunca quiso contactarlo?
-Si no te ha tocado el tema, lo mejor es que no le revuelva más el mar.

La joven asentó, resistiéndose a creer que Ligier no era su padre y no lo expresaba para no tirar todo por la borda. Sin menos pena, se dedicó a comer pero no a beber y hasta se animó a pedir la carta, optando por los ravioles salteados con jitomate y albahaca. El gusto de Judy por la mantequilla se exacerbaba en días recientes y alabó la preparación del plato, señalando que a su esposo le encantaban las pastas y lo convencería de comer en "La Guarda" pronto. Aun pensaba en su conversación con Ligier cuando su celular vibró y lo revisó enseguida.

-¡Ricardo Liukin me mandó un mensaje! ¡Yay! - declaró en voz alta porque era su hábito cuando esperaba noticias y le agradaban.
-¿Ricardo Liukin?
-Es un amigo, señor Ligier.
-Entonces ¿por qué entraste aquí?
-¿Disculpe?
-Busque y busque y deberías preguntar en ese teléfono.

Judy no entendió la indirecta y mejor colocó dinero en la barra, conteniéndose de llorar por la pena que le daba el equivocarse. Aficionada a nunca hacer drama, revisaba el reloj para saber a qué hora llegaría Jean y ningún comensal se percataba de su actitud intranquila. Ligier le avisaría varios minutos después que su marido le aguardaba y le agradecía su visita, aunque fuera por un asunto atípico y resultara en una desilusión que se esperaba, no fuera muy grande. Ella no se despidió y abandonó el lugar del brazo de Jean, precipitándose en subir al auto y quedando en silencio, suspirando y enrojeciendo.

-Vine a buscar a mi padre y no está ahí dentro - declaró cuando pudo controlarse.
-¿Por qué hiciste eso?
-Siempre he querido saber quien es, por un momento pensé que todo el tiempo lo había tenido cerca.
-¿Interesa mucho ese tema?
-Antes de esta mañana casi podía vivir sin él.
-¿Por qué?
-Jean, tú y yo tenemos noticias.
-¿Buenas?
-Las confirmé esta mañana pero te quería preparar la sorpresa y creo que mejor te digo de una vez.
-¿Qué ocurre?
-No tengo anemia ni nada.
-Qué alivio.
-Nada malo, más bien, el médico quiere revisarme cada mes.
-¡Vaya! Pero estás sana.
-Estoy embarazada, Jean -ella reaccionó llorando finalmente - Cumplí dos meses.
-¡Te dije que no quería hijos!
-¿Por qué no te cuidaste también?
-¿Cuándo dejaste las pastillas?
-Jean...
-¡Te conozco! ¿Cuándo?
-En abril.
-¿Razón?
-Sueño con ser madre de unos niños contigo, me animé.
-¡Suficiente tengo con David!
-¡Le harían muy feliz unos hermanitos!
-¡Cállate ya!

Judy se espantó y se cubrió la cara mientras Jean le gritaba que debía pensar en deshacerse del bebé, en vista de que sólo ocasionaba problemas.

-¡El dinero no alcanza y te pones a tener niños! ¡Eres estúpida Judy! - terminó él. La joven lagrimeaba sin cesar y quiso tomarlo de la mano para calmarlo, recibiendo su rechazo en respuesta. Jean Becaud salió del vehículo y de azotar la puerta, pateó un cesto de basura violentamente, activando una alarma cercana. Judy le suplicó que se fueran para no ganarse más dificultades.


*Las etiquetas de vino señaladas son reales, provenientes de Argentina y producidas entre 1999 y 2002 (con excepción de Ópalo Cabernet y Ópalo Malbec de 2003) por las bodegas Humberto Canale, Banfi, Argiano, Cepas Andinas, Familia Arizu, Chandon, Altos Las hormigas, Doña Paula y Bianchi, además de la colección Nicolás Catena. Se incluyen a continuación los enlaces con información pertinente sobre el lenguaje utilizado:

Glosario básico del cuento (variedades de uvas)
Diccionario del vino
Significado de sommelier o sumiller
Definición de vinoteca (el término "enoteca" también es correcto)

*Cuento escrito con ayuda del artículo "Las vinotecas de Argentina", año 2005, Revista Travesías, número 42, págs. 77 a 81, de la autoría de Carolina Reymúndez

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