domingo, 29 de noviembre de 2015

Try (París, primer cuento de la serie navideña "La esperanza")



"El Hotel de Ville ha inaugurado una pista de hielo al aire libre como novedad para los parisinos y los turistas. Aunque la entrada es libre, los visitantes distinguidos no se han hecho esperar y de manera sorpresiva y para beneplácito de curiosos y admiradores, los primeros han sido la estrella del patinaje artístico internacional Carlota Liukin y el músico de rock y socialité Joubert Bessette.

-'Es muy agradable estar aquí, Joubert y yo hemos venido para convivir con la gente y mantener los patines ocupados'.

Con un despliegue de técnica en piruetas y saltos dobles, Carlota ha maravillado a los presentes y ha dejado claro sus aptitudes para la competencia.

-'Apoyarla es grandioso, Carlota es talentosa, me encanta verla, el hielo le sienta bien'.

Y los rumores sobre una posible renuncia a torneos próximos no han hecho eco esta noche. Los admiradores únicamente esperan ver a Carlota Liukin en el Trophée Éric Bompard en noviembre.

-'Estaré lista, es una promesa'

En el Hotel de Ville ha caído la noche y el glamour del hielo ha brillado doblemente. Carlota Liukin y Joubert Bessette se deslizan con gracia".

-Salimos muy rápido en televisión, creí que el reportaje era mañana - comentó Carlota al verlo en la espera por un lugar en un bistro llamado "I cippolini"  junto a Joubert, quien aun no se acostumbraba a la atención que recibía. No pasó mucho tiempo antes de que un admirador los abordara.

-Mademoiselle Liukin, monsieur Bessette ¿me regalarían un autógrafo?
-Sí, ¿cómo te llamas? - replicó la jovencita.
-Hugo Maizuradze.
-¿Qué?

En aquél instante, Luke Cumberbatch susurraría al oído del fan que no fuera idiota y cambiara su nombre, en vista de que Carlota era amiga de su hermano Anton.

-Hugo Griezmann, perdón.
-Un placer.
-A mi hermanos también les agradan.Él es Cumber y él Maxim.
-Gracias, pasen una linda noche.

Los desconocidos se apartaron y Joubert tuvo la ocurrencia de abandonar la fila en vista de que el restaurante de junto, "La maison rouge" estaba más vacío. Carlota leía el menú y decidió que estaba de ánimos para comer pescado.

-Lo sirven con uvas, eso me gusta.
-Y no esperaremos tanto.
-Gracias, Joubert.

Ambos estaban a punto de tomar una mesa al exterior del local cuando ella reconoció a su tío Joachim que pasaba de largo y a Judy Becaud que comía spaghetti ansiosamente. Llamó a ambos, sólo que Judy sí cambió de sitio.

-¡Hola!
-Qué lindo verlos, creí que cenaría sola.
-Pero estamos juntos.
-Casi termino, lo bueno es que pedí otro plato.
-Joubert y yo ordenamos el atún con ensalada.
-Este restaurante es muy bueno, venía aquí desde chiquita.
-¿Y Jean?
-Jean se quedó en casa, no estaba de ánimos.

Carlota y Judy platicaban un poco mientras el mesero traía sus órdenes y Joubert advertía que Joachim se quedaba por ahí. La velada podía ser como cualquier otra, de no ser porque Viktoriya Maizuradze y Gwendal se encontraban igualmente afuera del bistro de enfrente y desde allí saludaban, alegres por la coincidencia. En algún negocio habían puesto música y se escuchaba por toda la calle, como una fiesta.

-Gwendal pasa mucho tiempo con su novia - comentó Judy, apresurándose a tomar bocado y sonreír después.
-Vika en Hammersmith no se le despegó y la verdad está super linda, es la primera vez que le conozco a Gwendal una chica que sí me cae bien.
-La que trabajaba en Vogue era odiosa.
-Bérenice Mukhin era peor.
-¿Esa quién es?
-Una chica que me cae terrible, sólo eso.
-Gwendal tiene un gusto extraño de vez en cuando.

Joubert escuchaba de lo más entretenido, creyendo que a ellas les gustaba criticar y que era mejor dejarlas. Alrededor, los comensales que reconocían a Carlota comentaban lo bonita que era y Hugo Griezmann con sus hermanos obtenía una mesa también en "I cipollini" lo suficientemente próxima como para que cualquiera creyera que la acompañaban.

-Al parecer no estaremos cenando solos nunca - comentó la joven Liukin discretamente a su chico y tomaba un poco de agua mineral cuando se percibió un sonido que muchos identificaron como pirotecnia.

-No creo que haya sido - añadió Luke Cumberbatch y el tío de Carlota, compartiendo la sospecha, fue donde ella.

-Es muy insistente, vámonos - ordenó Joachim.
-Le haremos caso, señor - contestó Judy y justo terminaba la frase cuando un comensal se levantó y directamente, le disparó a Joubert Bessette en el cuello. Los tiros a los presentes comenzaron enseguida, con agresores que se descubrían entre los transeúntes y otros corrían desde calles aledañas, sin hacer distinciones ni mirar a nadie. En los alrededores, se desataba la estampida.

-¡Joubert! - gritaba Carlota mientras un aparente silencio breve llegaba y su tío la escondía detrás de una mesa caída en vista de que no había otro refugio. Al interior de "I cipollini" se alcanzaba a observar a un hombre armado que buscaba sobrevivientes y en "La Maison Rouge" nadie osaba moverse debido a que el tirador de Joubert, bastante más aterrado, sostenía una kálashnikov y apuntaba al azar sin atreverse a disparar. El tipo, de forma un tanto involuntaria, tenía a una petrificada Judy Becaud como rehén.

-¡Todos cállense o la mato! - insistía y esperaba por su compañero - ¡Maldición, esto era rápido!... ¡No me miren la cara!

Y Judy comenzaba a llorar de sólo ver el cuadro. Hugo, Cumber y Maxim estaban el piso, uno de ellos herido en el brazo y el propio Cumber los cubría como podía; en otro extremo, descubría a Javier y Adrien Liukin ocultándose entre unos cadáveres y Andreas Liukin huía a la estación del metro próxima junto con otros que lograban pasar inadvertidos. Gwendal, que tenía la posibilidad de irse con él, no lo hizo porque Viktoriya sangraba un poco y se había desmayado.

-¡Dile a la niña estúpida esa que cierre la boca o te mato! - sentenció el atacante a Judy.
-Carlota, cálmate, no digas nada.
-¡Díselo en serio!
-¡Carlota, cállate!... No me mates.
-¡Qué te haga caso o te mueres, maldita!
-¡Carlota, cállate! ¿No sabes cerrar tu maldita boca? ¡Cállate, Carlota, eres una maldita urraca!

Joachim tapó la boca de su sobrina, complaciendo al tirador.

-¡Ahora quiero que...! - siguió el tirador.
-Niño, vete - murmuró Judy.
-¡No me hables!
-Si dejas esto ahora, diré que no te conozco, que no eras tú, me creerán, por favor, no me hagas daño.
-¡No me digas nada!

El chico perdió un poco el control, golpeó a Judy en el rostro un par de veces y le colocó su arma en la cabeza.

-¡No!
-¡Te vas a morir, maldita!
-¡Por favor, no!
-¡Cállate loca!
-¡No lo hagas! ¡Estoy embarazada!

El joven la sujetó con fuerza y estuvo a punto de disparar pero su compañero salió de "I cipollini" y la mirada de Judy, tan verde y suplicante, le despertó una pequeña compasión a la que cedió para irse.

-No me siento bien - anunció Judy previo a caer con la mirada extraviada y las personas reaccionaban para llamar a emergencias o a casa. Las sirenas de las asistencias médicas saturaban los oídos en el distrito XI pero un grito espeluznante, rabioso y lleno de dolor y desesperación cubrió a la ciudad de París entera, paralizando a los habitantes cada vez que se repetía.

En el suelo, rodeada de hielo y brillantes, con los ojos llenos de lágrimas cortantes, Carlota Liukin sostenía en su regazo al joven Bessette, que cada vez más palido y débil sostenía su mano con el horror atravesado en su rostro. La ropa de ella, pulcra hasta ese instante, se teñía de rojo y de su cabello escurría el mismo color mientras de sus manos pendía la vida de él, que se negaba a soltarla.

-¡Joubert! - gritaba Carlota, conmoviendo a los testigos incapaces de aproximársele - ¡Joubert! - se angustiaba, intentando acordarse de los primeros auxilios, de cualquier cosa - ¡Joubert! - insistió, paralizando todo, hasta los latidos que volvían una y otra vez en quienes lograban sentirlos - ¡Joubert! - iniciaba y terminaba, perdiendo su propio aliento cada vez, helándose con sus propios cristales, que también acumulaban sangre dándole el aspecto de una fuente -¡Joubert, Joubert! - pronunciaba de forma casi infinita - ¡Joubert! ¡Joubert!

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