jueves, 29 de diciembre de 2022

Marat y Joubert (Los encuentros esperados)


Miércoles, 20 de noviembre de 2002. Helsinki, Finlandia.

Carlota Liukin se hallaba en las instalaciones de la Helsinki Ice Arena y contrario a su costumbre de andar de parlanchina, se había puesto a practicar en silencio, distante de otras competidoras que no la conocían pero la habían visto triunfando en París. Maurizio Leoncavallo en cambio, otorgaba entrevistas para la televisión finlandesa y hablaba entusiasta de sus alumnos Cecilia Törn y Jussiville Partanen, anfitriones designados del torneo. En las gradas, la joven Katrina permanecía sufriendo por el frío y trataba de comunicarse con Maragaglio sin conseguirlo, aunque Marat Safin trataba de convencerla de desistir. A diferencia del Trofeo Bompard, la prensa no abundaba y los fotógrafos presentes eran escasos, más bien pertenecientes al gremio del patinaje y no tenían interés en reportar chismes. Sólo las patinadoras más conocidas murmuraban sobre los rumores, pero el centro de su atención era Katarina Leoncavallo con el "amigo" que había conseguido en el hospital y que le "hacía olvidar que estaba enferma".

-¡Maurizio está furioso! - dijo una.
-¡Yo le oí decir que su hermana se pasa todo el día con el chico nuevo! - contestó otra.
-Pero ella presumió a su novio - declaró una más.
-¡Lo cambió por este! 
-¡No saben lo que pasó en Nueva York! ¡Katarina se besuqueó con un tipo que nadie conoce!
-¿El hermano lo sabe?
-¡Se pelearon en París por eso! Luego ella llegó a Venecia y se enfermó y como no hay lugar en el hospital, la pusieron con el chico con el que ahora se divierte.
-¿Creen que se acuesten?
-Pues dicen que Katarina se la pasa muy bien.

Carlota escuchó aquello y eligió contarle a su entrenador más tarde, dándose cuenta de que Katarina no había exagerado al acusar a sus compañeras de escupir veneno a la menor oportunidad. Algo en la atmósfera no le gustaba y continuó su entrenamiento aparte, recordando que Alisa Drei se presentaría en cualquier momento y le había dicho que le harían un homenaje a Jyri Cassavettes por el que se pedía la participación de las patinadoras del certamen.

-Terminamos en diez minutos - le avisó Maurizio Leoncavallo mientras hablaba para un noticiero local y ella optó por marcar unas piruetas lejos de las demás chicas. Como resultado, los fotógrafos se concentraron en ella hasta que una campana sonó para que abandonara la pista. Marat Safin se aproximó entonces con un abrigo y unos protectores para cuchillas.

-¡Ay, muchas gracias! Quiero estar calientita - sonrió la joven y se disponía a tomar sus cosas cuando una exclamación de "¡Carlota!" la hizo voltear hacia la parte superior del graderío. Muda y sorprendida, contempló bajar a una persona conocida que no estaba contenta y que también dirigía sus ojos hacia Marat sin amabilidad. Se trataba de Joubert Bessette.

-¿Podemos hablar ahora? - inició él.
-Te vi en París pero no me dejaron acercarme.
-Estamos aquí ¿Caminamos?

Carlota Liukin asentó con la cabeza y anunció que se cambiaría de ropa lo más rápido posible. Sin dejar de tiritar, el propio Joubert la siguió con su mirada y cruzó los brazos para adoptar una postura de enojo y labios resecos que no dejó indiferente a un Marat que callado, aguardó a que la chica no estuviera más a la vista para encargarse de lo que fuera.

-¿Eres su novio? - preguntó el joven Bessette.
-Somos amigos.
-No parecía en las fotos.
-¿Cuáles? 
-Las del periódico.
-La gente miente.
-Así que se trata de una historia de "Carlota y el tenista" ¿Las vacaciones que tomaron son un chiste?
-El señor Liukin sabe que no tenemos qué escondernos.
-¿Lo del tenis y lo de Bompard son errores míos? También los vi en el negocio de Judy Becaud.
-¿Espiaste a Carlota?
-Mi padre fue testigo de que no te le despegabas en Mónaco ¿Ella me dejó por ti?
-¿De qué estás hablando?
-Estaba en coma, me despierto y mi novia ya no era mi novia, mis amigos tampoco me visitaban y de repente tú te colocaste en el pedestal. 
-No te hemos mencionado desde hace mucho.
-Porque me olvidaron.

Marat no quiso replicar, quedándose con la mirada fija a cualquier lugar. Sabía que Joubert lo observaba cuidadosamente, incluso juzgándolo.

-¿Te presentó a Sergei Trankov?
-No lo hizo.
-¿Tienes tatuajes, Marat?
-No te importa.
-¿Te dijo que tenía novio?
-Y yo le sugerí que te abandonara.
-¿Por qué?
-¡Porque es una niña!
-¡No era tu problema!
-Mientras estabas en coma, a ella la amenazaban de secuestro, se la pasaba declarando en la comisaría, topándose con periodistas y siendo expulsada de la escuela. La decisión de mudarse no provino de ella, sino de su padre y yo me la encontré en Mónaco y la ayudé a mudarse. Ella siempre pensó en ti hasta que una mujer vino a decirle que te trasladarían a Venecia ¿Crees que iba a permitir que mi amiga se convirtiera en tu enfermera? ¡Tiene catorce años! 
-No la abandoné cuando me necesitó.
-Pero ella no podía hacer gran cosa por ti.

Maurizio Leoncavallo terminó con sus distracciones y enseguida intervino en la charla.

-¿Qué ocurre aquí y él quien es?
-Soy Joubert Bessette.
-¿El novio de Carlota?
-¿Lo soy?
-Ricardo Liukin me avisó de ti, vete.
-No.
-Te haré echar.
-¿Qué demonios pasó? 
-Las cosas cambiaron.
-Tengo que hablar con ella.
-¿De qué?
-¡De qué no entiendo! 
-¿La estás emboscando?
-Deseaba hablar con ella en París y ni siquiera volteó a verme.
-Decidimos que no pasaría.
-Estoy aquí.
-Pero no vas a ningún lado. Se acabó, adiós.
-¿Quién es usted?
-Maurizio Leoncavallo, coach y tutor de Carlota Liukin mientras se encuentre fuera de casa. He decidido que nos vamos y no nos sigas.

Maurizio caminó hacia el pasillo de vestidores para aguardar por su alumna y Marat llamó a Katrina para que los cuatro se retiraran del lugar tan rápido como fuera posible. Sin embargo, nadie contaba con que Carlota se daría cuenta de aquello y tomaría la iniciativa en el vestidor de recordar el número del celular de Joubert y llamar con la motivación lógica de una visita urgente. Este reaccionó discretamente, sentándose en una butaca y contestando como si de otra persona se tratara, nada que no sucediera antes.

-"Joubert..."
-No me muevo ¿Verdad? Sospecharán y te quitarán el teléfono.
-"Perdona, es que me están cuidando".
-Siempre dices lo mismo.
-"No es con mala intención".
-Quiero que me expliques varias cosas.
-"¡Ay lo sé! Es que no puedo hacerlo aquí, ojalá nos viéramos en un café".
-¿Irías?
-"Tendría que avisar y esperar que me den permiso".
-Dime en qué hotel te hospedas y voy.
-"Bueno... Hoy estaré en Vantaa porque Marat toma su vuelo en la noche y me quedaré allá. Mañana regreso aquí a Helsinki y estaré entrenando temprano, luego iré a comer y me prometieron llevarme a ver auroras boreales. El viernes y el sábado voy a competir, podría estar contigo el domingo si me escapo del banquete de clausura".
-No tengo tiempo.
-"Disculpa, es que no puedo antes"
-Llamaste para poner pretextos.
-"¡No, Joubert! Es que estoy ocupada".
-Siempre hablas con excusas cuando se trata de mí.
-"No es cierto".
-¿Me dejaste por Marat Safin?
-"¡No, no pasó eso!"
-No contestas mis llamadas.
-"Cambiaron mi celular".
-Supe de tus fotos en Mónaco.
-"Fui a una caridad".
-Mi padre te vio con Marat y luego me enseñó las fotos de la prensa ¿Es tu novio?
-"No sé qué te contaron pero no es cierto".
-Me dejaste en el hospital.
-"Mi papá quiso ir a Italia".
-No te despediste.
-"No me dejaron".
-Regresaste a París, pudiste hacer algo.
-"Me lo prohibieron".
-¿En serio? Hace un segundo estaba en coma y recibiendo tus visitas y cuando despierto descubro que nunca te preocupaste por llamar para estar al tanto de mí, que incluso te cambiaste de ciudad, competías de nuevo y tienes un romance con un tipo que no sé ni de dónde salió. Te vi en un torneo de tenis ¿sabes? Y cuando te quise visitar en la cafetería de la señora Becaud, estabas con el tal Marat. Luego me dijeron que salías con él y que iban a las atracciones de París sin importarles lo que la gente dijera.
-"Me vigilaban".
-Le diste una flor y lo besaste hoy.
-"Joubert..."
-Creí que contaba contigo.
-"Déjame explicarte".
-Sé la verdad.
-"Las cosas no son así".
-¿Alguna vez te hice algo? 
-"¡No!"
-Entonces habla conmigo en persona.
-"¡Me van a regañar, Joubert!"
-¿Otro pretexto?
-"No entiendes".
-Terminamos, si eso te hace feliz.
-"¡Espera!"
-Una cosa más: ¿Me cambiaste por Marat porque pensaste que no iba a despertar?
-"¡Marat y yo somos amigos!"
-¿Desde cuándo abrazas a tus amigos y los invitas a tus vacaciones?
-"Él sólo me acompañó a Venecia".
-¿Y qué hace aquí?
-"¡Tomamos un vuelo desde París y el compró su boleto para Moscú, pero se ha retrasado por nieve!"
-¿Lo amas?
-"¿Qué dices?"
-Amas a Marat.
-"Ay, Joubert, él y yo no tenemos una relación".
-¿Por qué le entregaste tu dije?
-"¿Qué?"
-Marat trae tu dije.
-"Se lo regalé, es que..."
-¿Lo quieres?
-"Voy a explicarte..."
-Está claro y lo entiendo. Buena suerte.
-"¡No, Joubert, es que...!"
-Adiós.
-"¡Oye, no te vayas!".
-No volveré a molestarte, vete con tu novio.

Joubert terminó la llamada y resolvió retirarse enseguida, sin evitar contemplar a Marat Safin como si hubiera perdido un duelo y con notorio cansancio por escuchar palabras en las que no creía más. Los pasos de Carlota Liukin se percibían con prisa y ella alcanzó a ver cómo el joven Bessette abandonaba el lugar con frustración y desilusión.

-¿Qué hiciste, Carlota? - curioseó Maurizio Leoncavallo con severidad.
-¡Joubert no quiso que le explicara!
-¿Tú lo llamaste?
-Es que no me ibas a dar permiso de verlo.
-¡Dame tu celular ahora!
-Toma.
-¿Qué tienes en la cabeza?
-Quería que Joubert supiera que no fue mi intención.
-Empeoraste todo ¿cierto?
-Sí.
-Te pedimos que no estuvieras en contacto con él.
-Marat, discúlpame.

Maurizio se desconcertó por aquella acción y observó a Marat Safin cuando la chica Liukin lo abrazó afectuosamente.

-Joubert y yo rompimos ¡Pero no debía ser así!
-Nadie tuvo la culpa.
-Pero me enamoré de ti cuando él estaba grave en el hospital, Marat.

Carlota empezó a llorar y el joven Safin le tocó el cabello para consolarla, tranquilizándola un poco.

-Yo no conozco la situación pero tu padre no iba a permitir que te quedaras de cuidadora de alguien a quien no le serías de ayuda, Carlota - intervino Maurizio Leoncavallo. El grupo le prestó atención.

-Lo que sé que Joubert hizo por ti en una situación similar fue lindo, pero tú no estabas en la misma posición, tú te encontrabas en peligro y Ricardo Liukin tomó la decisión correcta. Tal vez sientas que traicionaste a alguien que estuvo antes para ti, pero tú no podías quedarte por razones muy fuertes. Si en el camino conociste a Marat y ahora sientes algo por él, es porque cambiaste y avanzaste. Ni Joubert ni tú son responsables de eso, ustedes crecieron, sólo que tú has podido vivirlo y él tendrá que asumirlo.
-Me siento mal.
-Pero pasará.

Maurizio enjugó las lágrimas de Carlota y tomándola de las manos, se dirigieron a la puerta. Marat iba al lado de ella, llevando su mochila y su maleta y Katrina, que se quedaba callada porque temía ser impertinente, atinaba a colocar un gorro en la chica y ponerse guantes para resistir el frío.

Afuera no dejaba de nevar y Joubert y Marat se atisbaron brevemente antes de que el primero abordara un vehículo, sin confrontación. 

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