miércoles, 20 de diciembre de 2023

Maragaglio y Marine (Serie navideña "Los días de fiesta")


Venecia, Italia. Viernes, 22 de noviembre de 2002.

Mientras Edward Hazlewood y Giampiero Boccherini dormían un momento, Maragaglio fumaba un poco para conservar el calor y contemplaba la nieve caer pausadamente sobre el agua. Se hallaba cansado, con la certeza de que el desvelo se prolongaría un poco más y aguardando por el amanecer, mismo que le anunciaría que perdería a Katarina Leoncavallo para siempre. La joven estaba hecha un manojo de nervios y había suprimido el raciocinio, pero él no podía saberlo y se sentía feliz de no maldecir su suerte, de imaginar la boda y hasta la cara de Marco Antonioni cuando la viera frente al juez. Poco a poco, una especie de calma fue apoderándose de él, haciéndolo respirar con lentitud. No quería sumergirse más en sus pensamientos, sobretodo porque notaría que el día viernes apenas empezaba, aunque deseara terminarlo.

Entonces, a su mente volvió a Marine, sin buscarla. Con su venganza lista, Maragaglio sonreía con cinismo, pero no contra la mujer, sino contra sí mismo. Todo estaba saliendo bien y evaluaba tomar una ventaja extra, un dulce antes de romper cada fibra y sentimiento, pero no exento de reconocer que le salpicaría a fuerza. El plan era sencillo: Coquetearle, fingir amistad, hacer las cosas que ella adoraba de él y claro, seducirla en plena boda y delatarla. Pero hacía falta un ingrediente, el que aseguraría los procedimientos y Maragaglio no sabía cuál era. Quizás la clave era recordar que se había enamorado de Marine y aquello suponía una fuerte afrenta, pese a que el recuerdo, por amargo que fuera, continuaba siendo entrañable. Intentaba concentrarse en las partes más difíciles de la relación, como los celos o las lágrimas y entre más pensaba, más concluía que el principal responsable era él, descubriéndose un punto vulnerable que podía ser útil. Marine era inteligente para cualquier cosa, pero no para el amor.

-Me molesta pensar en ti - reconoció Maragaglio y se quedó repasando esa discusión que había tenido en París con ella. La mujer le había pedido regresar y él la rechazó; incluso su celular tenía las marcas de un fuerte impacto contra el piso por el enojo que aquello le había provocado. De todas formas, tenía un excelente disfraz: El escudo de un arrepentimiento inexistente. Durante la prueba de vestidos de novia, esa actitud de remordimiento probaba su eficacia y Marine no pudo encontrar la mentira. Pero el problema ni siquiera iba a ser la farsa, sino la lujuria. La venganza tendría éxito si él lograba resistirse a la piel de Marine, a su sonrisa juguetona, a su ojos amorosos, hasta el momento justo.

-Me encantas, mujer ¿Qué debo hacer? - pronunció el hombre mientras recordaba cómo Katrina le reprochaba por una mancha íntima en su vestido amarillo, provocada a su vez por la visión de su ex amante con ropa blanca. Pero fue también el segundo en que Maragaglio supo que el asunto le interesaba todavía. El final estaba mal ejecutado, era incómodo, él no había matado su esencia, aún le hacía caso porque cuatro años de llamadas de Marine no siempre habían sido cansados, pero ahora tenía que deshacerse de ella y al final, cambiar de número de celular. Si la mujer significaba algo para él, también se encargaría y la única forma era despertando un odio mutuo. Maragaglio creía que exageraba, pero tal vez era necesario, decidiendo en ese momento que probaría su suerte. Pasaron unos segundos.

-Hola ¿Marine?
-"¡Maragaglio! ¡Qué alegría!"
-Ah... Llamo para avisarte que tu hermano me pidió ayuda para ir a tu boda y tomó un vuelo hace una hora.
-"¡Sabía que Damon no faltaría! ¿Vienes con él?"
-No, yo sigo en Venecia, mi esposa se enfermó y estoy con los niños.
-"¿Ella está bien?"
-Hay una epidemia de influenza aquí pero Susanna parece no sufrir mucho.
-"La estás cuidando".
-Se internó en el hospital con Katarina...
-"¿Katy?"

Él se dió cuenta de que había cometido el error de mencionar a la joven Leoncavallo pero improvisar no era una idea mala.

-También se contagió pero estará bien.
-"¿Katarina te preocupa mucho, verdad?"
-Le han puesto un tanque de oxígeno.
-"Se... Se repondrá, ya lo verás". 
-Me ha vuelto a pedir que nos casemos.

Marine desde su lugar no supo qué decir.

-No tengo a quien contárselo - prosiguió Maragaglio.
-"Descuida"
-Nos peleamos y la ignoré cuando me dijo que sentía enferma. 
-"La viste con el vestido de novia en París".
-Te juro que pensé que era un capricho.
-"¿Qué harás?"
-Apenas puedo pensar.
-"¿Te quedarás con Susanna?"
-Sí.
-"Katarina se va a poner triste".
-¿Por qué dices eso?
-"Porque decidiste estar con tu esposa".

A Marine parecía quebrársele un poco la voz.

-"Sé que terminarás con Katarina muy pronto"
-No tengo cabeza en este momento para nadie que no sean Susanna y mis hijos. No creí que las cosas con Katy se saldrían de control.
-"Pensaste que era una fase".
-Te dije que estoy... Olvídalo.
-"No, no ¿Cómo estás?"
-No es importante, te desperté por nada, perdóname.
-"Maragaglio, puedes contarme".
-Debería estar preguntándote por tu boda ¿Llegaste bien a casa? 
-"Sí, me recibió Laurent con un enorme ramo de rosas y mi mamá me regañó por ir a París pero todo bien... ¿No querías hablar de Katarina? Podría darte un consejo".

Maragaglio apartó unos segundos el celular para hacer el esfuerzo de no carcajear ante lo que escuchaba ¿Marine se pensaba capaz de darle sugerencias? ¿Qué seguía después?

-Voy a terminar con Katarina, es todo - contestó él al conseguir contenerse.
-"¿Cómo vas a evitar que le diga a Susanna?"
-Se irá a Canadá pronto, hasta entonces no pienso abrir la boca.
-"¡No puedes engañarla!"
-Con Katy es más difícil, no sólo es mi novia, es mi prima. Marine, esto no es igual a otras relaciones que haya tenido, aquí se trata de mi familia y quiero proteger a Susanna y a mis hijos. Aprecio tu intención de ayudar, pero ahora tengo que resolver mis problemas solo. 

Hubo un silencio y Maragaglio lo aprovechó para descansar del personaje que había armado desde París. Edward Hazlewood se había despertado, así que la conversación telefónica debía cambiar.

-¿Sigues ahí?
-"Sí, supuse que no colgarías".
-Lo siento, Marine, es que estoy estresado.
-"Te caería bien seguir hablando".
-Preferiría saber qué hora es en Tell no Tales.
-"Las seis de la mañana, estoy por salir a correr".
-Perdona por retrasarte, es que tenías que enterarte de Damon.
-"Está bien ¡No he podido dormir!"
-¿Por qué? 
-"No siento sueño"
-Estás nerviosa.
-"Un poco".
-¿Decidiste lo del vestido?
-"Usaré el que ya tengo".
-¡Vamos! El que te gustó en París es tu sueño.
-"Me sentiría apenada si me lo regalaras"
-No veo el motivo.
-"Es que es muy caro".
-No es importante.
-"Sería raro".
-Somos amigos, Marine.
-"¿Amigos?"
-Haré hasta lo imposible por llegar a tu boda y llevaré ese vestido, ya verás.
-"¡No hagas eso!"
-Dame una razón.
-"¡Que no te había visto en cuatro años!"

A pesar de sonreír, Marine tenía razón.

-"Recuerdo todo lo que dijiste en el café y aún no sé si te creo. Maragaglio, yo le envié un sobre a Susanna porque estaba furiosa, te quise lastimar, perdón".

El hombre cambió de ánimo inmediatamente y se contuvo de terminar la conversación para arrojar el celular al agua.

-Mujer, ya te dije que no estoy molesto.
-"Te has enfadado".
-De ninguna manera.
-"Lo noto en tu voz".
-Todo acaba por descubrirse, Marine. 
-"No me correspondía hacerlo".
-Nos encontramos en París y hace mucho que quise hablarte y no lo hice. Cerremos nuestra historia en tu boda, por favor. Hagámoslo como dos amigos, por lo menos.
-"Dijiste que aún me amas".
-También que sufro las consecuencias por lo que te hice. Ahora tú serás muy feliz y yo seguiré casado con Susanna, tratando de no hacer sufrir mucho a Katarina y criando a mis hijos. 
-"Estas llamadas van a terminar".
-Marine, yo jamás te traté bien.
-"No te perseguiré más".
-Lo sé.

Maragaglio volvió a percatarse de que iniciaba una carcajada junto a su última frase y se tomó un respiro para controlarse. Hazlewood entendía en silencio que Marine era una de las amantes del hombre aquel y le irritaba que se usara a Katarina como objeto de una manipulación.

-Mujer, perdona, es que estoy esperando afuera del hospital.
-"No te preocupes".
-¿Tu boda es la próxima semana?
-"Algo así, aquí esas cosas toman quince días".
-¿Cómo?
-"La próxima semana recibiré a los primeros invitados y tendré muchos eventos en el vecindario. Así será hasta la ceremonia el día 7 de diciembre".
-¿Diciembre?
-"¿No podrás venir?"
-¡Katarina va a competir!
-"¿Crees que se reponga rápido?"
-Nunca me pierdo sus torneos.
-"Si es muy importante, yo puedo entender que no vengas a verme".
-Marine, te prometí asistir.
-"Pero Katarina..."
-No me perderé tu boda, no puedo fallarte más.
-"Maragaglio, ve con ella si es lo que deseas".
-Quiero despedirme de ti. Te veré en Tell no Tales, Marine.

Maragaglio terminó la comunicación, consciente de que su venganza lo apartaba aún más de Katarina Leoncavallo si esta tenía la suerte de curarse y poder ir a Sapporo a competir. Ganar el Grand Prix Final del patinaje artístico era un objetivo que la chica tenía desde siempre y a pesar de la enfermedad y su boda, continuaba determinada a asistir ¿Pero valía la pena perderse ese evento con tal de hacer sufrir a Marine? Sólo si recordaba lo mucho que Susanna había llorado luego de leer los secretos familiares que los involucraban directamente, porque se enfurecía por ello.

-No hable, Hazlewood. Sobre esto no.
-Está bien.
-Sé que hago mal y estoy mintiendo mucho, pero cállese.
-Katarina se casa hoy.
-¿Quiere cerrar la boca?
-Usted no la ama como mujer, jamás lo hizo.
-Ya ¿Es todo?
-¿Por qué necesita engañar a Marine? No la conozco, pero usar a Katarina así...
-Marine se confundió y me estoy aprovechando.
-Su prima no merece lo que usted hace.
-Soy consciente.

Hazlewood no añadió ni una mirada de desaprobación.

-Le hice daño a Marine y ella me devolvió el golpe.
-Están a mano.
-Sólo me acostaba con esa mujer.
-¿Ambos lo tenían claro?
-No.
-Eso explica el desprecio.
-No iba a cambiar a mi esposa.
-Entiendo.
-A usted no le importa.

Entonces Edward Hazlewood optó por sellar sus labios para recordar lo que Katarina Leoncavallo sabía de ese tema y le había confiado. Maragaglio desconocía que su prima lo había descubierto, que Marine no era un misterio, que le asustaba un potencial reencuentro, que no se equivocaba cuando sospechaba que había existido un sentimiento muy fuerte y él no estaba preparado para asumir la realidad.

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