miércoles, 10 de enero de 2024

Las noticias en Finlandia (Los días de fiesta, fin de la serie).


Helsinki, Finlandia. Viernes, 22 de noviembre de 2002.

-Entonces el vuelo sale en la noche - comentaba Carlota Liukin mientras bebía café y desayunaba un sándwich de queso con pavo que estaba disgustándole. Frente a ella, Marat Safin agradecía por haber preferido un plato con avena y disfrutaba de un poco de miel con fruta. Eran muy temprano, apenas las siete de la mañana y la chica tenía una práctica previa a su competencia en dos horas.

-Me van a matar cuando llegue a Moscú - rió él.
-No es tu culpa, no encontramos vuelo desde París.
-Tengo partido en... Cuando aterrice.
-Todo saldrá bien.
-¿A qué hora patinas, Carlota?
-Las cuatro.
-Me da tiempo.
-¿Y si no puedes llegar a Vantaa?
-No va a nevar hoy.
-Eso dicen.
-¿Supiste algo de tu papá en el hospital? 
-Sólo que lo internaron, Andreas dice que le pusieron tanque de oxígeno y me pasó el número del hospital. Tengo que marcar a las diez si quiero que le den un recado y no sé si haya televisión para que me vea más tarde o alguien le diga.
-Él estará bien.
-Nunca lo habían hospitalizado.
-¿Por qué estás enojada?
-Porque Maurizio está molesto con Katarina y se está portando horrible. Maragaglio regresó a Venecia y dijo que la va a dejar ser amiga del gondolero.
-Se dice gondolier.
-Como sea... ¿Te puedo contar un secreto, Marat?
-¿Vale?
-La familia de Jyri Cassavettes va a estar en el homenaje de la gala y exigieron que Maurizio no esté. Él ya se enteró, hizo un drama y hace rato se fue con mis compañeros a entrenar, pero los estaba regañando por no se qué que cosa que tiene que ver con lo de Jyri. De seguro a mí me va a tocar que me diga algo.

Carlota hablaba tan rápido, que a Marat le ganó le risa y no pudo comentar al respecto, limitándose a hacer una seña sobre mantener la boca cerrada. 

-¿Te cuento otra cosa? - siguió ella.
-De acuerdo.
-Dicen que Jyri odiaba a Katarina.
-¿No la cuidaba?
-Alisa Drei me lo platicó ayer. Es que no le avisaban a Maurizio.
-¿Perdón?
-Todas odian a Katarina y la tal Jyri le jalaba el cabello o le pegaba.
-¿Por qué te lo cuentan a ti?
-Esto es algo que Maurizio no sabe, así que no lo repitas: Katarina fue la que delató a su hermano en la agencia antidopaje.
-¿De qué estás hablando?
-Maurizio se drogaba y Jyri le compraba las cosas.
-No debieron contártelo.
-Me enteré en París, Katrina le dijo a Maragaglio que Maurizio se inyectó algo hace tres meses.
-¿No eres muy chica para hablar de esas cosas?
-En el patinaje te enteras de todo. En Venecia tenemos un topo y ojalá sepa quién es.
-¿Para qué?
-Saber de quién alejarme.

Marat se quedó mudo unos segundos.

-Todas cuidaron a Jyri.
-¿Por qué nadie defendió a Katarina?
-Te estoy contando que la detestan, Marat.
-¿Hay un motivo?
-Pensé que era por portarse horrible, pero es por bonita.
-¿Disculpa?
-Katarina se iba a quedar con los patrocinadores y con los jueces.
-Pero ella es buena patinadora ¿No?
-Las federaciones se la pasaron presionando y le jugaron sucio en Salt Lake y en otras cosas.
-¿No le dieron un premio?
-Katarina debió haber ganado.
-¿Qué pasó? 
-Michelle Kwan y Sasha Cohen se equivocaron en los olímpicos, así que no la pudieron sacar del podio.
-No comprendo.
-Se pusieron de acuerdo para quitar a Katarina de las medallas, pero todo salió mal. La dejaron en el tercer lugar porque no iban a darle el oro.
-¿La razón fue..?
-La misma por la que le niegan primeros lugares: Los patrocinadores se pelearían sólo por ella ¿Sabes cuánto le pagan a Katarina a través del comité italiano? Las marcas se van si ella no está.
-Es incoherente lo que me cuentas.
-Dicen que nadie puso una queja formal por lo de Salt Lake porque las federaciones amenazaron con irse si rectificaban el resultado y Michelle y Sasha de todas formas perdieron patrocinios. Yo tampoco entiendo muy bien lo que digo.

Pero Marat Safin comprendió que Katarina Leoncavallo era una máquina de hacer dinero para los demás y por ello, la tenían en un lugar de relevancia en el patinaje; sin embargo, era tal la envidia y frustración que provocaba, que sus compañeras constantemente la traicionaban, valiéndose de sus federaciones y manipulaciones para ello. 

-Jyri era igual de bonita, pero una joyería la cambió por Katarina y eso que era una niña- siguió Carlota.
-¿Por eso la trató mal?
-Como le gustaba a Maurizio...
-¿Se hizo la novia para fastidiarla más? 
-Esos chismes no me gustan, me hacen apoyar a Katarina.
-Es normal.
-No voy a entender por qué quemó a Jyri.
-¿Sigues con eso?
-Marat, sé que es cierto ¡Katarina fue por helado! 
-Me dijiste que le gusta y le dice a Maurizio que no.
-¿A nadie se le hizo raro? 
-A mí no.

Carlota se sintió tan sorprendida por la respuesta, que no pudo seguir con el tema. Después de morder el sándwich de mala gana, la chica se cruzó de brazos.

-No es que no te crea, es que no tienes pruebas - concluyó Marat.
-Katarina es muy agresiva.
-Ponte en su lugar, Carlota.
-Yo no le haría daño a alguien.
-Si todos los días la gente se encargara de volver tu vida un infierno, tal vez reaccionarías igual.
-¿Matando a alguien?
-Pensemos en algo que sí se puede comprobar. 
-¿Que la boicotean?
-Exacto ¿Cómo te sentirías si el blanco fueras tú?
-Creo que muy mal.
-¿Cómo trata Katarina a las demás patinadoras?
-Ni siquiera tiene amigas y sabes que no le gusta que se acerquen a su hermano.
-Piensa que Maurizio es como Andreas ¿Lo quieres mucho, verdad?
-Sí.
-Imagina que alguien le consiguiera drogas ¿No le dirías a tu papá?
-No lo pensaría.
-Katarina no es mala porque quiera, sino porque debe.
-¿Qué?
-Si lo que te dicen es cierto, las patinadoras que molestan a Katarina se merecen una lección.
-¿Cuál?
-La que sea, ella es la víctima.
-Pero no está bien.
-¿Ellas son buenas personas? ¿Qué dicen de Katarina todo el tiempo? ¿Qué cosas le hacen? Si les rompiera los dientes, estaría de acuerdo con ella.

Marat llevó un poco de avena a su boca y trató de entender la ingenuidad de Carlota Liukin mientras se recordaba a él mismo como esclavo. 

-Tu padre intervendría si alguien te maltratara. Katarina no tiene a nadie - hizo notar él mismo y aprovechó el momento para regresar al tema anterior.

-Cuando tomes el teléfono ¿Podrías saludar a tu padre por mí?
-Sí, Marat.
-Se recuperará, ya verás.
-Le dio influenza zombie.
-Eso sí lo creo.
-No sé por qué no volví a Venecia.
-Al señor Liukin no le gustaría que te contagiaras.
-Eso es cierto ¡Pero Katarina estuvo con nosotros en París! 
-No se nos acercó.
-A Maragaglio, sí.
-Bueno, es su primo ¿Maragaglio no se enfermó?
-Parece que no.
-Tranquilízate, Carlota, no vamos a ponernos mal.
-Ayer hablé con Miguel.
-¿Cómo está?
-Súper cansado, se quedó solo.
-Pobre de él.
-Le dije que Katarina hizo un amigo en el hospital y se puso muy contento.
-¿Perdón?
-Así fue.

Marat soltó una segunda risotada por darse cuenta de la inocencia de Miguel Liukin.

-Pero él está bien.
-Dice que se está recuperando y no tose. Oye Marat ¿Debería dejar que Katarina hable con Miguel o no?
-Ellos van a arreglar sus problemas, tú callada.
-Quiero arrancarle el pelo a esa mujer.
-Pero no lo vas a hacer.

La chica Liukin asentó y sentenció :

-Es bueno que Katarina y Miguel no estén juntos. Estaba por sugerir correrla a escobazos.

Marat optó por dejar las cosas en paz, permitiendo que Carlota acabara con su desayuno y revisara sus cosas una y otra vez. La joven tenía razones sólidas para rechazar a Katarina Leoncavallo, pero no comprendía del todo lo que él decía y quizás necesitaba más tiempo o recordar todas la cosas desagradables que había escuchado el día anterior.

-Ay, mi teléfono suena - dijo ella.
-Tienes el celular en la chamarra.
-Con razón lo pierdo a cada rato.

El chico se rió.

-¡Hola, Maurizio! Estoy desayunando... ¿De una vez? Pero quedamos a las nueve... ¿Cómo que no?...Te veo allá ¡Llego en no sé cuántos minutos! 

Carlota colgó y de un bocado acabó con la comida.

-¿Qué pasa?
-¡Marat, hay que correr!
-¿Por?
-¡Maurizio me quiere en la práctica!
-Acabas de comer.
-¡Tengo prisa!

El hotel donde se hospedaba Carlota se hallaba en la calle Nordenskiöldinkatu y al igual que un parque importante y un hospital, la Helsinki Ice Arena estaba a unos metros. Ella no conocía la ciudad y su estrategia había sido seguir a las demás patinadoras.

-Cálmate.
-Marat, debo llegar.
-Déjamelo a mí.
-¿Recuerdas cómo llegar?
-Hay que pagar la cuenta.
 -Voy a caminar.
-Estarás bien.

Él se sentía relajado y pronto, la chica comenzó a respirar despacio. La cafetería del hotel estaba llena pero el ruido era mínimo, dejando a la joven Liukin como si fuera la única persona escandalosa alrededor. 

Pasados unos minutos, Carlota y Marat salieron para experimentar involuntariamente una ciudad muy fría. Las banquetas de Helsinki eran resbaladizas y pequeñas, los autos estaban cubiertos de nieve y un tímido sol se dejaba ver para desaparecer poco después entre las nubes. No era un paisaje triste, aunque a ella se lo pareciera y el parque cercano tuviera sus árboles congelados. Un par de esquinas más la llevaban a su destino, pero no reparó en cuánto había caminado. El invierno finlandés la tenía pasmada por su intensidad, aunque él le asegurara que en Rusia era más crudo y que necesitaría una mejor chamarra. Afortunadamente, la arena donde se realizaba el Grand Prix de Helsinki, tenía una temperatura más aceptable y Carlota pudo despejarse de su capucha luego de registrarse en la entrada y saludar a un par de espectadores que esperaban por autógrafos y fotos.

-Me adelanto, Maurizio me está esperando - anunció la chica, dejando a Marat en el vestíbulo. Luego de atravesar una puerta y otro corredor, ella vio a sus compañeros Cecilia Törn y Jusiville Partanen en una conversación que se notaba enérgica y exigente por parte de Maurizio Leoncavallo. 

-Ustedes dos, a repasar sus secuencias de pasos circulares ¡Carlota, ven! Tengo noticias de Venecia - exclamó el propio Maurizio y la joven se aproximó con velocidad.

-Buongiorno, señorita Liukin, disculpe por traerla a esta hora.
-¿Qué pasa?
-Llamaron del hospital para decir que Tennant ha mejorado y el señor Ricardo está muy inquieto.
-¿Algo más?
-La oxigenación de tu padre volvió a bajar.
-Ay, no.
-Pero no parece muy afectado, sus estudios salieron bien... Bueno, me entiendes.
-¿Alguien más ha hablado?
-Andreas te manda saludos y que desea que te caigas.
-Qué divertido.
-Miguel se está recuperando bien, también envía buenos deseos.
-Menos mal, apenas pude llamarlo ayer ¿Algo más? ¿Maragaglio supo algo de la señora Susanna? ¿Y Katarina?

Maurizio Leoncavallo transformó su rostro serio a uno menos simpático.

-Nada importante... ¿No quieres repasar de una vez? Presentamos un nuevo programa corto en unas horas.
-Pero están los equipos de danza.
-¿Quién dijo que vas a patinar? Quiero un ensayo de salón, ver si tienes noción del tiempo. No saltes, no será necesario.
-Sí, Maurizio.

Carlota acomodó sus cosas en una butaca, segura de que Marat tendría el detalle de cuidarlas mientras marcaba su coreografía sin que su entrenador hiciera caso, aparentemente. Alrededor, los patinadores y otros coaches platicaban sobre cualquier cosa, menos sobre sus rutinas y poco a poco, los cuchicheos se volvieron más indiscretos. Se decía que algo importante estaba por suceder y que no le agradaría a mucha gente; que no le habían informado al principal involucrado de ello.

-Katarina tiene razón, todos parecen víboras - oyó Carlota pronunciar a Cecilia Törn y siguió preguntándose quién era el soplón que pasaba los chismes. 

-Andan diciendo que Katy se metió con alguien en el hospital y se volvió loca. Me creo lo segundo - se desahogó la joven Törn, advirtiendo que su compañera de entrenamientos respiraba aliviada y añadía que se alegraba de que no fuera algo importante.

-¿Katarina no era novia de tu hermano? - recordó Törn.
-Claro que no, sólo estaban jugando - protestó Carlota, incapaz de contradecir el hecho. La otra no le creyó, pero tenía una duda y enseguida preguntó:

-¿Es cierto que Maurizio y su hermana se pelearon en París? Todo mundo sabe que Katarina se va a ir a Canadá y su nuevo coach será Brian Orser.

La chica Liukin lo negó, a pesar de que ella misma había escuchado como Maurizio era nombrado "rata" en una conversación telefónica que no había sido privada. Sus incipientes sospechas de que el topo era Morgan Loussier, comenzaron a fortalecerse, aunque obtener una prueba sería complicado desde la lejanía. La plática incipiente culminaba en silencio profundo, pero las molestas voces de los demás eran altas y todos volteaban hacia Maurizio Leoncavallo, a quien señalaban como causante de una discusión el día anterior, aunque Carlota no sabía a qué se referían ni que era una acusación falsa, producto de otro desencuentro que sí era real, pero del que nunca sabría nada. No tardó en enterarse de que la familia de Jyri Cassavettes asistía a las prácticas oficiales del torneo y al igual que todos, guardaban un desprecio por Katarina que era profundo, pero en su caso, entendible. Nadie podía culpar a la entonces niña de desgracia alguna, aunque su responsabilidad era clara para ellos y la propia Carlota, que pasó saliva al distinguirlos muy cerca.

Conforme pasaba el tiempo, la vibra enrarecida del lugar se convertía en una expectativa alegre. Se decía que en algunas escuelas primarias se habían planeado visitas a la competencia y los organizadores pedían a los patinadores su apoyo para hacer sentir bienvenidos a varios grupos de niños. Ordenadamente, algunos de ellos comenzaron a entrar a las once de la mañana con banderitas de Finlandia en la mano y las mejillas pintadas de blanco y azul, aplaudiendo y saludando a los patinadores que aún permanecían en la pista y sus alrededores. Había entrevistadores de la radio y la televisión conversando entre sí y Maurizio los evitaba como podía, invadido por los nervios. Todos querían preguntarle algo y él quería ignorarlo hasta que sus alumnos se presentaran frente a los jueces. Era extraño que ni una sola vez se hubiera dirigido a la chica Liukin, pero sí a Marat Safin de forma amigable y le preguntara un par de cosas sobre su vuelo próximo, además de contarle sobre la posibilidad de visitar Moscú en el verano. 

El sonido local informaba acerca del final de las prácticas sobre el mediodía, dando pie a una pequeña firma de autógrafos entre quienes decidían concluir un poco antes con sus actividades y descansar antes de colocarse los vestuarios de competencia. Los participantes de la prueba por parejas también arribaban, creando un pequeño tumulto porque todos buscaban pasar hacia la salida o los vestidores, se saludaban y otros se evitaban. Carlota acabaría riendo fuertemente mientras entregaba dedicatorias a quienes se lo pedían y se contenía de impresionarse por toparse con patinadores que admiraba y que a su vez le decían "hola" o le deseaban suerte. Se escuchaban algunos aplausos y el recordatorio constante de que las pruebas iniciaban a las trece y media horas por parte de los organizadores, quienes se mostraban tensos por el entusiasmo desbordado de algunos participantes y porque la venta de boletos no reportaba números para festejar. La entrada iba a ser buena para la competencia femenina y la gala de despedida, no así para lo demás y nadie sabía si el evento resultaría rentable; aunque la audiencia televisiva prometía: los franceses querían ver a Carlota Liukin.

-¡Algo acaba de pasarle a Katarina Leoncavallo! - dijo un patinador y Maurizio Leoncavallo abandonó su lugar para prestar atención, dispuesto a enterarse de lo que fuera hasta ser interrumpido por su propio celular y por el sonido del de Carlota, quien contestó antes que él:

-¿Hola, quién llama?... ¡Tennant! ¿Cómo que te robaste el teléfono? ¿Cómo que pasó algo?... ¿Qué? ¿Que Katarina qué? No te entiendo ¿Puedes respirar?

Carlota cubrió su boca y Maurizio permaneció en suspenso un momento, hasta que optó por responder la llamada, descubriendo que era de Maragaglio y que en realidad, lo había ignorado toda la mañana. Aquello lo alarmó.

-¿Todo está bien? ¿Katarina sigue con el respirador? - preguntó él casi gritando en vez de saludar. Los patinadores no se despegaban con tal de confirmar el incipiente rumor que circulaba desde hacía nada, segundos.

-¿Qué pasó en Venecia? ¡Dilo ya!

Carlota Liukin se enteró en ese instante y deseó ser quien lo dijera, pero Maragaglio se adelantó y el gesto de Maurizio se convirtió en un rostro consternado con la mirada llena de ira.

-¿Cómo que Katarina se casó? - se acabó el hombre por alterar, causando conmoción en el recinto y que los demás se comunicaran con sus amigos, también del gremio del patinaje, para informarles.

-¿Con quién lo hizo? - prosiguió Maurizio con una voz que daba miedo. Carlota entendió que debía alejarse y se llevó a Cecilia Törn y a Marat Safin con ella, sin evitar oír el resto camino al pasillo de vestidores.

-¿El gondolero? ¡Dejaste que se casara con el gondolero!... ¿Firmaste de testigo? ¿Tú? ¡Eres un maldito bastardo! - concluyó el joven Leoncavallo, quedando inmóvil y con el talante perdido. La familia Cassavettes lo miraba con idéntico impacto, aunque aumentando su repudio: A Jyri la habían matado por celos y ahora, Katarina se había deshecho de su hermano aprovechando su ausencia, probando que su apego y aferramiento no eran para siempre. El crimen entonces, se quedaría impune, en silencio.

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