En la Helsinki Ice Arena, el frío se escurría hasta provocar que la ropa de invierno fuera insuficiente, pero una imperturbable Carlota Liukin había entrenado muy temprano sin mangas ni guantes y a las tres de la tarde, era la única que lucía cómoda con su vestido de patinaje y no le molestaba ver su aliento cada que decía alguna frase corta. Las competidoras a su alrededor trataban de no tocar el tema de Katarina Leoncavallo, así rumorearan entre sí usando mensajes de texto y obteniendo información a través de lo que otros patinadores podían comunicarles mientras las miraban desde sus clubes de entrenamiento o en sus casas. A esa hora, Maurizio Leoncavallo había adoptado la misma actitud de la joven y sus colegas entrenadores intentaban no cruzársele para evitar fricciones por la lógica curiosidad que provocan dos hermanos distanciados. Lo único que se atrevían a comentar, era que lo habían visto en el bar de su hotel, inmóvil y sin tocar el trago de vodka que tenía enfrente.
-Carlota ¿Estás lista? - preguntó Irina Astrovskaya.
-Sí ¿Y tú?
-Un poco adolorida, me duelen las costillas.
-Te caíste en la práctica.
-Algo así.
-Que te recuperes pronto.
-Gracias... Voy a ganarte.
-Eso creo.
-Buena suerte
-Gracias, Irina.
Después de un breve gesto mutuo, Carlota Liukin retomó la costumbre de pensar en su rutina, en repetir de memoria el orden de sus movimientos y aguardar alguna instrucción de Maurizio, quien intentaba pensar en algo que fuera útil, pero sólo se le ocurría decir algo motivacional; lo mismo de siempre.
Carlota, sin embargo, no esperaba ver sonreír a nadie hasta que su coach se acercó amigablemente. Parecía tan irreal que el día anterior pelearan, que él no tratara bien a nadie, que ella amagara con charlar con su padre.
-¿Cómo te sientes, Carlota?
-¿Me preguntas a mí?
-Eso hago.
-Estoy nerviosa.
-Entrenamos mejor que ayer.
-Eso sí.
-¿Llamaste a casa?
-Andreas y Adrien se la pasan comiendo fideos y tomando té.
-¿Y tu papá?
-En el hospital, dicen que está inquieto.
-¿Eso es bueno?
-Demasiado, diría yo.
Maurizio Leoncavallo se rió por el comentario y ladeó su cabeza, como diciendo "estoy de acuerdo".
-Oí que Marat voló a Moscú ayer- prosiguió él. Las ojeras de Carlota eran inocultables y ella las comparaba en secreto con bolsas de agua a punto de reventarse.
-Se fue antes del programa corto. Jussiville y Katrina lo acompañaron al aeropuerto.
-¿Y por qué no ha visto a Katrina?
-No le caes bien.
-¿A dónde fue después?
-Ha estado de compras, hablando con Maragaglio por teléfono y en el spa del hotel.
-¿Vas a decirle algo a tu padre sobre esto?
-¿Sobre Katrina? Obviamente. Sobre cómo me gritaste, también.
-Perdóname por eso.
-Claro que no.
Maurizio bajó la mirada un momento y de nuevo, creyó que tenía a su primo Maragaglio de frente. Esa forma de arquear las cejas aún lo sorprendía y adivinó entonces más gestos, como la forma de fruncir el ceño al molestarse y la mirada exigente de disculpas al cruzar los brazos.
-¿Estás preparada? - añadió.
-Muy nerviosa.
-Yo igual.
-Si califico a Sapporo ¿Será algo importante, verdad?
-Te enfrentarías a Katarina si decide ir.
-¿Si decide?
-No lo sé, como ya se casó y soy una rata... El warm up está por iniciar, vamos acercándonos.
La joven Liukin miró a su entrenador mientras dirigían sus pasos y adivinó en su rostro una sensación de tristeza y un desconcierto gigante. Supuso que los Leoncavallo eran alocados como los Liukin, aunque la fachada de serios y fríos les mantenía el gesto elegante que viene con una arrogancia auténtica. Tal vez Katarina conservaba ese aire imponente o ese rasgo era la clave para mantener el control aún en la impulsividad. Maurizio gritaba y reclamaba, pero conservaba la gracia de mirar con cierto aire superior, ese que ahora era tan claro o que había disimulado con maestría hasta ese instante.
-"The warm up is starting" anunciaba el sonido local y las luces se volvían más intensas. Carlota ajustó las perlas oscuras de su cabello y salió a la pista mientras su coach le deseaba buena suerte. Otros daban instrucciones o sugerencias, pero entre los Liukin Leoncavallo la comunicación era más breve, más intuitiva que verbal. Carlota y Maurizio parecían adivinarse el pensamiento y alguien recordó que así solían funcionar las cosas con Katarina. Tanto había cambiado la dinámica desde el Trofeo Bompard, que ambos temían haberse vuelto distantes.
-Mejor dame un consejo - pidió la joven al aproximarse al borde.
-La pista es grande, patina más rápido.
-¡Gracias, Maurizio!
-Y no olvides divertirte, dalo todo.
-Ay, mucho mejor.
-Así funcionamos.
Carlota pasó el último momento del warm up marcando un par de movimientos para no olvidar cómo lidiar con el hielo más tarde. Alrededor, Susanna Pöikyo y Alisa Drei miraban a Maurizio y comentaban sobre el homenaje a Jyri Cassavettes, al cuál él no estaba invitado, pero su alumna sí y los organizadores la querían portando una vela de tributo.
-A la familia de Jyri no le gustará que hagan eso - dijo Pöikyo.
-Pero Carlota es bonita - siguió Drei.
-No sé por qué no eligen a alguna de nosotras, si éramos sus amigas.
Las dos mujeres se encogieron de hombros y se aproximaron a su entrenadora, que en ese momento les advertía que derrotar a Carlota o a Irina Astrovskaya iba a serles imposible. No Pöikyo ni Drei contaban con los elementos técnicos para superar a sus rivales, así que debían competir por la medalla de bronce y no existía alternativa más que arriesgarse como pudieran. Una patinadora estadounidense recibía palabras similares y otros coaches hablaban sobre cómo la federación francesa los había tomado por asalto con su prodigio, una niña que nunca habían visto competir en las categorías inferiores y que no patinaba en el circuito junior como la mayoría de las debutantes de la temporada.
-"The warm up has ended. Please, leave the ice" - se pidió en el sonido local y la patinadora Emily Hughes permaneció para su presentación y posterior rutina. Carlota entonces, recordó que Emily era hermana de otra patinadora que alguna vez había ganado los olímpicos y se había retirado sin ninguna clase de fiesta o ruido. Ahora, Sarah Hughes era jueza de patinaje y en Salt Lake, había dado notas mixtas a Katarina Leoncavallo. Al final de su carrera competitiva, a Hughes le dió por patinar mal si en su grupo de competencia Katarina estaba presente y eso le había costado repetir podium cuatro años atrás.
-"Please, welcome... Representing USA: Emily Hughes" - se escuchó y Carlota eligió volver al vestidor unos minutos. El nombre de Katarina le lastimaba los oídos y ató otro cabo: Sarah Hughes había estado de acuerdo en boicotear a la joven Leoncavallo durante los juegos olímpicos y las demás patinadoras lo sabían. Incluso en Helsinki, estaban concursando chicas que negarían cualquier acusación por protegerse entre sí o deberse favores. Con Katarina todo era posible, desde una escena hasta unos gritos.
-Nunca le hablo a las demás - le expresó de pronto Irina Astrovskaya.
-Son tus amigas.
-Tamara Didier es lo más cercano a una conocida, al resto ni de lejos si pudiera.
-¿Por qué me hablas?
-Porque habría agradecido que alguien me aconsejara a tu edad. Has sido afortunada de tener entrenadores que saben a quienes te enfrentas. Ellos y yo, no teníamos nada.
-¿Cómo puedo confiar en ti?
-Qué lista... Supongo que es porque tú y yo nacimos en el mismo lugar. Los tellnotellianos no podemos mentirnos entre nosotros cuando estamos lejos de casa.
-Me ha gustado patinar y entrenar aquí, aunque todos se han portado como cretinos.
-Los rumores sobre Katarina son sólo eso.
-Comienzo a creer que es muy popular.
-Entre nosotros, sí. A veces me pregunto que habría ocurrido si ella hubiera ganado.
-¿Qué cosa?
-El oro de Salt Lake. Se lo merecía.
Carlota frunció el seño y no deseó imaginarse a Irina siendo enemiga de Katarina. Si todas sabían que la joven Leoncavallo era la verdadera campeona del torneo olímpico, entonces no iba a ser extraño que la siguiente víctima, fuera ella misma y sólo por compartir la presencia de Maurizio.
-Señorita Liukin, su entrenador le llama - avisó una miembro del staff y la chica se levantó para salir apresuradamente. Las otras patinadoras creían que huía y una comentó que las noticias recientes no le agradaban a nadie.
-Carlota, creí que verías a Emily - dijo Maurizio y la chica volteó hacia el vestidor apenas. Nuevamente, creyó que lo prudente era guardar sus deducciones, pero estaba segura de que pasada la euforia de una medalla de bronce, Katarina se había percatado de lo que le habían hecho.
-Es que tenía que ajustar mis patines y la zona técnica está muy incómoda, perdona Maurizio.
-Yo también me muero por irme de aquí.
-Me gusta estar aquí.
-Debes estar loca.
-Me gustaría que nuestra pista fuera así de fría.
-Es la más fría de Italia.
-Sabes a qué me refiero.
-Si un día vamos a Moscú, sabrás lo que es el frío de verdad, Carlota.
-Todos dicen lo mismo.
-¿Nunca has tenido un resfriado? Pues eso.
Carlota se rió, pero recordó la nieve que le había caído al llegar a Finlandia y pensó seriamente en la posibilidad de que en Rusia fuera aún más paralizante.
-Ven, le darán calificaciones a Emily.
-Ay, no la vimos.
-Pediré el video. No te preocupes.
-Maurizio ¿Crees que un día me toque de jueza Sarah Hughes?
-Claro ¿Por qué la pregunta? ¿Porque es hermana de...?
-¿Es estricta?
-Es como todos.
Maurizio Leoncavallo sonrió porque creyó que la joven Liukin sentía que, de vencer a Emily, Sarah la pondría en la mira.
-Es muy profesional, no hagas caso si te llegan chismes.
-No lo haré, Maurizio.
-Entonces, pongamos atención.
Los aplausos se escuchaban todavía y Carlota alcanzó a ver algunos movimientos de Emily Hughes en la pantalla gigante de la pista. La zona técnica no tenía un espacio adecuado para visualizar nada, pero quedarse junto al pasillo parecía una buena idea.
"Emily Hughes from USA has scored... For technical merit: 5.4, 5.3, 5.4, 5.4, 5.5, 5.4, 5.5, 5.4... Presentation marks: 5.6, 5.6, 5.5, 5.5, 5.5, 5.5, 5.6, 5.5. Emily Hughes from USA is currently in first place. Kiitos".
-Son buenas notas.
-Saldremos mejor, Carlota.
El viento se aligeraba y el Team Leoncavallo guardó silencio para ver a Alisa Drei, quien sufría una caída y a Susanna Pöikyo, que al fin patinaba con la contundencia que deseaba. La actuación de Pöikyo había sido tan buena, que ciertas vibraciones se sentían en los muros y ponía en aprietos a Jennifer Kirk.
-"Susanna Pöikyo is in first place. Kiitos" - se dió a conocer y Carlota miró sus aplaudientes manos, tomó conciencia de su comportamiento y en las pantallas todos la contemplaban como una aficionada más.
Pero Maurizio era el que navegaba en pensamientos personales, incapaz de disfrutar un momento. A la par, tomaba notas de la competencia y las comparaba con las tomadas durante el día anterior y en entrenamientos, intentando trazar estrategias para el Grand Prix Final y dibujando los movimientos que podían ser útiles para ajustar las rutinas de sus alumnos. Para ese momento, Sasha Cohen, Shizuka Hamada, Elena Sokolova y claro, Katarina Leoncavallo, estaban calificadas y aquello iba a ser una carnicería si continuaban en un buen momento competitivo.
-A Jennifer Kirk le fue mal.
-Carlota, hay que ir acercándonos.
-Hecho.
-¿Qué te ha parecido el evento?
-Ay, Maurizio, ya te dije que me gusta.
-Estás muy sonriente. Veremos a Irina en silencio y... ¿Ajustaste tus patines? ¿No fue muy pronto?
-Es que no me salían los nudos.
-¿Estás nerviosa?
Carlota y Maurizio rieron un poco y luego se colocaron detrás de los bordes mientras se escuchaba "Representing Tell no Tales... ¡Irina Astrovskaya!". La audiencia televisiva en ese momento comenzaba a aumentar, haciendo que la producción enfocara sus cámaras en una joven Liukin que cruzaba los dedos porque las cosas salieran bien.
-¿Viste eso? Irina lanzó combinación de saltos triples.
-No salió tan bien.
-Carlota ¿Sentiste algo en el hielo que no fuera de tu agrado?
-Mmmm, no.
-Mira, Irina apenas rota bien.
-Le salió bonito el loop.
-El spin no tanto.
-Ay ¿Qué pasará?
Mientras la acción en la pista continuaba, Katrina se aparecía por la zona técnica con una bebida en mano y la capucha de su chamarra puesta mientras presumía sus mejillas enrojecidas y sus guantes oscuros. Su acreditación brillaba apenas la tocaba un poco de luz y con su semblante alegre, se aproximó a Carlota, quien la miró como todos los que se topan con alguna botarga magenta en la calle.
-¡Está nevando horrible afuera y apenas me cubre el peluche! - saludó.
-¿Está tan mal? - preguntó Carlota.
-Hace tanto frío y tú sin suéter.
-Jajajaja, estoy acostumbrada.
-¿Quién patina?
-Irina, una amiga.
-¡Se cayó!
Katrina no pudo contener la risa, aunque nadie podía molestarse porque su inexperiencia era inocultable.
-¿No te parece gracioso? - preguntó inocente.
-Ya no, esos golpes duelen mucho - contestó la chica Liukin con las manos en las costillas y su corazón acelerándose. Maurizio tenía razón: Algo pasaba en la pista que, con excepción de Susanna Pöikyo, los errores eran la norma de la competencia.
-Irina acabó - suspiró él.
-Me toca - señaló Carlota y quitó los protectores de sus cuchillas, saltando a la pista mientras su contrincante salía por el lado opuesto.
-Carlota, recuerda iniciar con la combinación de lutz-toe y tratar de mantener el ritmo, si se corta, se verá raro - reiteró Maurizio con el mismo tono de voz que utilizaba en las sesiones de entrenamiento. La chica sólo asentaba y escuchaba la evaluación de Irina.
-"Irina Astrovskaya from Tell no Tales is in first place. Kiitos!" - se dió a conocer. Las palmas del público indicaban el deseo de continuar la velada.
-"And now the last skater... Representing France, Carlota Liukin!"
La joven colocó su mente en blanco y se dirigió al centro de la pista luego de ver cómo Katrina se alejaba de Maurizio Leoncavallo y parecía usar un popote para remarcar la distancia. Por otro lado, el silencio era profundo y luego de firmar la pose inicial, la música comenzó como un vals alegre.
Cada vez que Carlota Liukin se deslizaba por el hielo, todas las personas prestaban atención y se admiraban de su postura, de sus gestos y hasta de sus lindos vestidos. Sin embargo, ella comenzó a sentirse insegura.
-Venga, Carlota, triple flip ... ¡No¡ ¡Se cayó! - gritó Maurizio y continuó - ¡Triple lutz...! Aterrizaje a dos pies, de acuerdo, todavía puede arreglarse.
Katrina no pudo contener la risa, pero le gustaba observar como Carlota se reponía con el primer spin y la secuencia de pasos en un solo pie. Alguien decía que gracias a la superficie del hielo cubierta durante el elemento aquél, se habían recuperado muchos puntos.
-Muy bien, muy bien, triple flip, triple toe, excelente improvisación, vamos a practicar más saltos con brazos arriba... Transición, el triple loop bellísimo - narraba el joven Leoncavallo con la voz temblorosa. En ese momento, la música marcaba que el tren iba aproximándose y la interpretación de Anna Karenina era por demás, convincente.
-Parece como si bailara - susurró Katrina.
-Doble axel un poco forzado, doble toe, doble toe, estamos peleando, estamos...
-¡Cállate, idiota!
-Estoy trabajando.
-¡Que cierres el pico, Maurizio! ¡Nadie te quiere!
El reclamo de Katrina no le cayó bien al hombre, quien permaneció en silencio durante la segunda mitad de la rutina, reprimiendo las ganas de alentar, de seguir el ritmo de la música.
-"Triple salchow con triple toe... Carlota había tenido problemas con ese combo y ahora salió bien... Spread eagle, doble axel, excelente. Spiral en y, ina bauer... Segundo spin muy bueno, vamos por el tercero y... Llega el tren. Rescató el programa, al menos llevaremos una medalla a casa" - estimaba Maurizio y fue a recibir a su alumna, aunque Katrina se adelantara y volviera a interponer su popote agresivamente.
-¡Ay, patinaste lindo! - exclamó la chica.
-Salió horrible - dijo Carlota con la voz nasal, como si se hallara en una caricatura.
-No estuvo mal.
-Sólo te reíste.
-¿Me perdonas? Te compré un reno de peluche.
-¿Por qué hiciste eso?
Carlota se rió y abrazó a Katrina, llevándola consigo al kiss 'n' cry. Aquello le costó a Maurizio quedarse de pie y relegado: Al público le parecía gracioso o una broma lo del popote separador.
-¿Qué pasó con la rutina? - curioseó.
-No sé, Maurizio, creí que todo iba bien y de repente sentí como si mi cuchilla se fuera chueca - replicó la joven Liukin.
-¿Dos veces?
-Cuando quise hacer el lutz, creí que me había atorado en un surco.
-El hielo no se ve mal.
-Pero fallé horrible.
Carlota entonces, se percató de que su cabello se había soltado y su lindo adorno floral estaba atorado en su vestido. En las repeticiones, ella alcanzó a ver cómo se había despeinado.
-Entonces sí me trabé con el patín, me jalé la cabeza en el segundo spin. Maurizio ¿Crees que deba cambiar el chongo?
-Usaremos otro accesorio en la siguiente competencia.
-De acuerdo.
-¿No sientes dolor o molestias?
-Nada, todo en orden.
-Una preocupación menos.
Ambos se sonrieron y luego posaron la mirada en la pantalla de calificaciones que estaba frente a ellos.
"Scores please: Carlota Liukin from France has marked for Technical Merit: 5.6, 5.5, 5.5, 5.6, 5.6, 5.6, 5.6, 5.7... Presentation marks are 5.7, 5.8, 5.7, 5.7, 5.8, 5.8, 5.8, 5.8. Carlota Liukin from France finishes the competition in the gold medal position, congratulations! Kiitos".
Carlota y Maurizio reaccionaron con una mirada mutua sorprendida y cierta confusión, mientras Katrina no atinaba a comprender del todo que la joven había vuelto a ganar y contra cualquier pronóstico al inicio de la temporada, era contendiente para la final en Japón.
-No creo equivocarme, pero Irina y tú competirán contra mi hermana - comentó el joven Leoncavallo.
-¿Voy a conocer otro país?
-Algo hay de eso, Carlota.
-¡Katarina va a querer matarme!
-¿Qué?
En los pasillos, los patinadores presentes comenzaron a carcajearse. Los insistentes rumores de que Katarina y Carlota se llevaban pésimamente y no podían estar juntas, se acrecentaron en ese momento, junto a la apreciación de que Maurizio era la causa de un enfrentamiento en París resuelto con un reto de saltos en el que Carlota había salido victoriosa. Katarina Leoncavallo se esforzaba tanto, que soportar que la chica nueva del circuito le rebasara en poco tiempo, debía ser frustrante. Se hablaba de lágrimas en los vestidores, de la pelea telefónica entre los hermanos Leoncavallo, de la reciente boda de ella otra vez.
-Katarina se ha matado trabajando, esto no le va a caer bien - afirmó Emily Hughes antes de acercarse a felicitar a Carlota y ésta última respiró hondo, dándose cuenta de que algo iba a cambiar al retornar a Venecia.
-Katarina tiene razón: ¡Todas son unas víboras envidiosas! - fue el exabrupto de Irina Astrovskaya, pero Carlota, abrumada por el sentimiento de haber logrado algo por hacerse notar seriamente, sólo pudo abrazar a Maurizio Leoncavallo sin contener su felicidad.
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