Finalmente y luego de pasar varios días aislada, Yuko Inoue se enfermó y acabó, como Ricardo Liukin, en el piso cinco del hospital San Marco Della Pietà. Ciertamente, nadie esperaba verla y su presencia se sentía algo ajena y distante, aunque Ricardo le cedió su catre con la inquietud de saber que sus hijos Andreas y Adrien se habían quedado solos en el Hotel Florida con cierto resfriado.
-¿El doctor dijo que están bien? - preguntó.
-No se enferemaron mucho - contestó Yuko.
-No puede ser ¿Cómo sabré si algo les pasó?
-No se pereocupe, Miguel san llegó hace unos días.
-¿Miguel? No me avisaron.
-Él está sano ya, lo dejaron volver y se quedó cuidando a sus hermanos.
-¿Cómo lo vio, Yuko?
-¿A él? Furioso, aunque se contenía mucho con nosotoros ¿Es verdad que Katarina se casó? Nos enteramos viendo a Carlota en el patinaje.
Ricardo llevó la mano a su boca. Se suponía que Miguel debía enterarse de todo pasada la influenza, cuando se pudiera hablar con calma.
-¿Qué más han sabido?
-No, mucho, Ricardo san. Miguel llamó a Maragaglio para aclarar muchas cosas, no supe lo que se dijeron pero discutieron mucho tiempo.
-¿Cómo lo tomaron Andreas y Adrien?
-¿Lo de Katarina? Andereas san se sorprendió mucho; Aidierien chan se la pasaba mirando a Miguel.
-¿Hay otra cosa que deba conocer?
-Carlota chan nos llamó diario. La última vez dijo que estará en París el miércoles.
-¿No habló de regresar con la familia?
-La ciudad sigue clausurada.
-No la veré en semanas.
-Porometió avisar de todo.
-Hay un desastre que tengo que levantar.
-Señor, hay otra cosa: El recepcionista nos dijo que le llegó a usted un mensaje de un hotel de Lido.
-¿Qué cosa, Yuko?
-Es un cargo de servicio, no supimos de qué estaba hablando. Miguel guarda la nota.
-¿Miguel se comunicó a ese lugar?
-No sé qué le habrán dicho, pero se tuvo que hacer pasar por usted y luego se encerró en su cuarto casi todo el día.
-¿Cuándo pasó?
-El sábado.
-¿Algo más?
-Creo que tendará que platicar con él porque se quedó muy serio después.
Ricardo no necesitaba una explicación más obvia y pasó saliva antes de mirar a Tennant, quien tampoco requería palabras extra.
-Toma... Katarina, creo que Miguel te cachó - dijo el chico desde su cama.
-¿Miguel, qué? - respondió la chica somnolienta.
-Miguel sabe de todo: lo de tu boda y lo que hiciste con papá.
-Ah, bien por él. Me ahorró un discurso.
-¡Te metiste con nuestro papá! ¡No me jodas, Katarina, no tiraste un vaso ni robaste dinero!
-No sé qué esperas, Tennant, pero no voy a ir a gritarle a Miguel. Lo que nos tengamos que aclarar no será hoy.
-¡Eres una araña!
-Déjala en paz, Tennant. Yo seré quien charle con tu hermano - intervino Marco.
-¿Por qué tú y no ella que se metió en el lío?
-Porque hice una promesa y no la voy a deshacer.
-¿Cuál?
-Arreglarlo todo.
Tennant no podía creer en lo que escuchaba y regresó su mirada hacia Ricardo, quien parecía prevenir a Yuko para que ninguna palabra al respecto llegara a oídos de Maeva, quien estaba a punto de sucumbir a la curiosidad desde su lugar.
-Iré con ella, le encargo ser discreta, Yuko - pidió el señor Liukin, quien no podía actuar como si estuviera tranquilo y se recostó junto a Maeva, misma que se quedó intranquila al momento.
-Mis hijos tienen influenza.
-Lo siento, Ricardo.
-No podemos salir.
-¿Tu oxigenación sigue mal?
-No he vuelto a subir a noventa.
-Si te consuela poco, estoy igual.
Ricardo abrazó a la mujer y besó sus cabellos, recordando que había hecho lo mismo con Katarina al seducirla. Pero ahora que su secreto era la verdad revelada a quien más derecho tenía de molestarse, lo que menos tenía en la cabeza eran ganas de volver a escabullirse como un amante.
Sin embargo, su charla reciente pronto fue de conocimiento para Susanna Maragaglio, quien al volver de un examen, se topó con Yuko en el catre de al lado. Susanna miró fijamente a Katarina y por una vez, estuvo segura de que debía conversar seriamente con ella.
-Yo no lo haría - sugirió Alessandro Gatell en voz baja.
-¿Puedo saber por qué?
-Susanna, usted sabe mejor que yo que una palabra más hará que alguien comience a pelear.
-¿Qué sugiere?
-Lo que hemos estado haciendo: Negar lo que sabemos. Es eso o escuchar los gritos de los Liukin.
Susanna inclinó la cabeza hacia el suelo, convencida de que debía hacer algo al respecto, pero iba a ser hipócrita regañar a Katarina luego de apoyarla con su boda y respaldar a Marco en el hospital.
-Entonces ¿Miguel se enteró de lo del hotel y lo de la boda al mismo tiempo? ¡Qué desastre! Todos le debemos una explicación a ese muchacho.
-¿No cree que lo mejor es que Katarina y Marco se responsabilicen de sus actos? ¿Es necesario que usted le cuente su versión de los hechos a ese chico? Señora Maragaglio, entiendo que se sienta mal, pero ese problema no le corresponde y no tiene que meterse.
-Siento como si todos lo hubiéramos engañado.
-Pero él no querrá escuchar a nadie, salvo a Katarina y honestamente, nadie desea estar en el lugar de Ricardo Liukin.
Susanna guardó silencio, pero no por ello se quedó quieta. Caminando en círculos entre pacientes, descubrió que el grupo ni siquiera había tenido la oportunidad de dramatizar sin testigos directos. Sí, en una especie de sillón escondido al fondo, se hallaba Karin Lorenz, debilitada, pálida, con un tanque de oxígeno y la mirada de derrota.
-¿Cuánto tiempo llevas aquí? - curioseó Susanna.
-El suficiente.
-¿Llegaste hace mucho?
-¡No quiero que se me acerque ningún Leoncavallo y eso te incluye a ti, víbora!
-Nunca te he hecho algo malo, Karin.
-No te preocupaste por mí cuando te dijeron que Maurizio espera un bebé con otra mujer.
Susanna no replicó.
-Tardaste mucho en descubrirme.
-No te acercaste, Karin.
-¿Para qué? ¿Viste a Juulia? ¡Nada le ha salido mal en la vida!
-¿Qué te hizo Maurizio?
-Embarazar a una mujer más joven, no seas tonta.
-¿Te fue infiel?
-Ofendes con esa pregunta.
-Es que no entiendo.
-¿Qué buscas comprenderle a un tipo que llevaba meses saliendo con su plan B y me lo restregaba en la cara? ¡Harta quedé de disimular que Maurizio y yo estábamos bien! ¿Juulia no lo mencionó? ¡Competíamos por un hijo! Quien lo lograra, se quedaba con el hombre, con el apellido de la familia, con todo lo que él y yo habíamos construido por años.
-Es la parte que no me queda clara.
-¿Perdona? ¿No te hicieron lo mismo? ¿No te presionaban los Leoncavallo para que tuvieras niños? ¡Pasé años soportando a Federico y Cristina Leoncavallo pidiéndome nietos! ¡Los tratamientos no funcionaron y de pronto esa estúpida rubia se ofrece a ser incubadora! Maurizio no lo pensó y se acostó con ella.
-Te habría ayudado.
-¿A qué? ¿A buscarme otro médico? Susanna, nadie necesita tu ayuda, sólo dedícate a tu marido y su amante y piérdete con él.
Susanna tenía la opción de permanecer pasmada, pero en su lugar, le propinó una bofetada a Karin, extrañamente contenta de que esa mujer se fuera de la familia. Pero no identificaba el malestar que le quedaba, así que caminó de regreso a su catre y luego, a donde Juulia Töivonen descansaba. Era la primera vez que se dirigían la una a la otra.
-Buongiorno, lamento que no nos hayan presentado todavía. Soy Susanna Maragaglio, prima de Maurizio, aunque política. El primo es mi esposo.
-Juulia Töivonen, prima política supongo.
-¿Cuánto llevas de embarazo? Si quieres decirme, claro.
-Diecisiete semanas según el pediatra.
-Es bastante.
-¿Pensaba escuchar menos?
-No mentiré.
-¿Vino por Maurizio?
-Es que no imaginaba nada de esto, planeábamos una boda en familia con Karin.
-Los planes son diferentes.
-¿Es cierto que compitieron por tener un bebé?
-¿Quién le dijo?
-¿Es verdad?
-Maurizio y yo hablamos en alguna ocasión sobre niños y enseguida trazamos planes.
-¿Y Karin?
-Hablé con ella alguna vez; me contó de un último tratamiento para tener un hijo y lo canceló.
-¿Sabes por qué?
-No era mi asunto, Maurizio y yo acordamos que pasara lo que pasara, él estaría presente con nuestra familia.
-No entiendo.
-Que terminara con Karin no estaba previsto, pero él lo hizo en cuanto le conté que sospechaba lo del embarazo. Debió escucharlo cuando se lo confirmaron, estaba emocionado.
Susanna no lograba darle forma al encuentro, así que no le quedó de otra que admitir la verdad:
-Acabo de toparme a Karin internada aquí.
-¿Tiene influenza como todos?
-Ha estado observándonos.
-¿Usted teme por mí?
-Un poco.
-Sé que está situación es un poco rara, pero fue una decisión de Maurizio, yo hice mi parte.
-¿Van a casarse?
-En marzo.
-Qué locura.
-Los Leoncavallo son así, incluida usted.
Juulia sonrió y giró su cabeza hacia Katarina y Marco, quienes se habían casado impulsivamente y habían contado con el apoyo moral de Susanna.
-Esa es una gran verdad. Bienvenida a la familia, Juulia.
-Gracias, Susanna.
-Vigilaré que nadie la moleste, con su permiso.
-Adelante.
Susanna, sin embargo, se angustió más que antes y llamó a Katarina con inusual energía, apartándola de todos ante la vista de desaprobación de Alessandro Gatell, que no podía creer que los Leoncavallo y los Liukin fueran adictos al drama. Las dos mujeres atravesaron la puerta hacia la escalera de servicio y una vez asegurada, Susanna procedió a hablar.
-Miguel supo del hotel.
-Ya lo resolveré.
-Katarina: Ese muchacho sabe que estuviste con su padre ¿Te das cuenta de lo que eso significa?
-Que va a gritarme.
-¿Por qué parece que no te importa?
-Los Liukin me querían lejos y cumplí con eso.
-Miguel te esperó afuera de la casa una vez, siempre se portó bien contigo, él no te ha hecho nada.
-Pero he sido mala. Susanna, déjame en paz.
-¿Disculpa?
-Marco y yo resolveremos todo, no te preocupes.
-No es tan simple, señorita.
-Pero no eres tú la del problema. Me equivoqué con Ricardo Liukin, acordé terminar con Miguel y afortunadamente ya no tengo que explicarle a ese chico por qué.
-Ricardo es su padre.
-Y él tendrá que aceptar lo que hizo. Susanna, sé lo que va a pasar, esto se resolverá pronto.
Katarina respiró hondo y volvió al pasillo, topándose con cierto alboroto frente a la habitación ocho y a Ricardo Liukin impidiendo el paso de Karin Lorenz, a quien había sacado de ahí.
-Katarina, ve a tu esposo, que se agitó mucho - dijo Ricardo y la chica enseguida entró a reconfortar a su marido, que respiraba por la boca para recuperarse. Juulia Töivonen también se encontraba alterada y el monitor de signos vitales delataba una tensión arterial mayor a la que debía.
-Karin, usted debe irse - alzaba la voz Ricardo.
-¿Con qué derecho me aparta usted?
-Hay una mujer embarazada, no necesito permiso para cuidarla si otra persona viene a perturbarla.
-¿Usted se atreve a meterse en un asunto que no le incumbe?
-¿Qué quiere provocar? ¡A nadie le importa que la abandonó Maurizio Leoncavallo! ¡Su mujer embarazada está allí y usted no va a molestarla! Arregle sus problemas, pero no usando un bebé.
-¡Jajajaja! Yo no uso a un bebé para quedarme con un hombre.
-¿A qué vino? Si busca una pelea, búsquela con Maurizio ¡Pero con una mujer y su bebé, jamás!
Susanna se aproximó boquiabierta y apartó a Karin enseguida. La otra mujer rompió a llorar y fue cuando Yuko, que no había logrado actuar antes, la llevó a otro rincón para hablar en privado.
-¿Y ahora? - preguntó Susanna.
-Hay que calmar a Marco y a Juulia, el doctor Gatell ya había entrado a revisarlos.
-¿Y Pelletier?
-Ordenando una placa urgente para Marco y un electrocardiograma.
-Ricardo ¿Por qué defendió a Juulia?
-No lo sé.
Ricardo Liukin talló un poco sus ojos y fue donde Maeva, quien lo miraba fríamente y se negaba a recibirlo en la cama.
-¿Te acostaste con Katarina? ¡Contesta! ¿Por eso tú la trajiste aquí cuando se enfermó?
-¿Cómo te enteraste?
-¿No lo estás negando?
-Maeva, lo siento mucho, fue un error.
-¿Por qué?
-Estábamos solos en Lido.
-¿Qué fuiste a hacer ahí?
-Llevé a Katarina porque estaba triste.
-Así que la consolaste.
-Maeva, perdóname, no lo hice por lastimarte.
-No eres el primer hombre que me engaña, Ricardo, pero ¿Te importó más tener sexo con Katarina que tu propio hijo?
-Miguel no es mi hijo.
-¡Sabes de lo que estoy hablando! ¡Eres igual que mi ex marido! ¡Lárgate! ¡Eres una porquería de ser humano y de padre!
-¡No te metas con eso!
-¡Traicionaste a Miguel por una noche de sexo! ¡Infeliz!
Maeva echó a Ricardo y este no sabía dónde meterse.
-¿Quién le dijo a Maeva lo de Lido? - le preguntó a Tennant, sin entrar con él.
-Fue Yuko.
-¡Le pedí que no lo hiciera!
-Creo que ella tomó bando con Miguel.
-¿La sabrá alguien más?
-Sí, Andreas.
-¿Cómo?
-Yuko no te platicó todo, papá. Andreas encontró la maleta de Katarina en el hotel y el botones le dijo que estuviste con ella en un cuarto.
-No hicimos nada ahí.
-Pero luego de la llamada de Lido, es difícil que no piense mal.
-¿Qué haré ahora?
-Hacerse cargo - contestó el doctor Pelletier, quien iba llegando y sólo había escuchado los gritos de Maeva. El quinto piso quedó en silencio y Juulia y Marco fueron trasladados poco más tarde a sus estudios urgentes.

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