Cuando ella entró por primera vez al pabellón de extranjeros, se encontró con que la pista era más grande, el vestidor mucho más privado y la cafetería era menos caótica. Otro punto a favor era que podía convivir a diario con varios de sus patinadores favoritos, con admiradores que realizaban viajes desde cualquier parte del mundo para recibir un "hola" de sus ídolos y con regalos. Carlota en tres días había recibido más aretes que en toda su vida. Su club de fans estaba ahí, ovacionándola constantemente. Antes, ni siquiera sabía que tenía uno.
"Guapa" le llamaban todos. El apodo se lo pusieron sus colegas franceses al ser recibida en su escuadra. Curiosamente, ellos la integraban al grupo y se encontró con que los hombres se ofrecían a llevar sus cosas.
-Había olvidado que la amabilidad es parte de este equipo - sentenció Tamara - Me alegra ver que hay cosas que no cambian.
-Pero nos van a declarar la guerra, ya verás.
-¿El séquito de Carroll?
-¿Que tienes en contra de él?
-Muchas cosas como abandonarme en plena temporada olímpica y fuiste testigo.. Supongo que eso lo puedo perdonar pero antes debo ganarle.
-Verás que sí.
-¿Qué te parece Carlota?
-Es tu mejor trabajo, pero comete muchos errores en los saltos.
-No se ha caído en dias.
-Que haya mejorado no significa que no vaya a fallar en la hora importante.
-Tienes razón.
¿Cuándo no?
Pero no tardó Haguenauer en percatarse de una dama que en las gradas lagrimeaba a momentos o no paraba de comerse las uñas al ver a la niña Liukin durante sus ejercicios. Al poco tiempo, la misma mujer se contuvo de acercarse a Tamara pero no vaciló al segundo intento.
-Disculpe ¿Tamara Didier?
-Sí ¿Con quién tengo el gusto?
-Gabriela Alejandriy, mamá de Carlota.
-Un placer. El caballero es Romain Haguenauer.
-Buenas tardes, señora.
-Igualmente.
-¿En qué puedo ayudarle?
-¿Me daría un minuto, Tamara? Necesito conversar con usted.
-Por supuesto.. ¿Nos permites, Romain?
-Desde luego. Adelante.
Pero Gabriela no deseaba conversar en un sitio dónde su hija pudiese observarle por accidente. Tan importante era que después de insistir un poco, Didier accedió.
-Lamento la inconveniencia.
-Yo entiendo.
-No puedo detener a Carlota ni pedirle que deje de lado lo que ha trabajado. Mi hija no sabe que su padre me dijo que ella viene aquí todas las tardes y he preferido que ella lo cuente pero es obvio que me tiene la misma confianza que a una rana. En cuánto supe que usted es su entrenadora me vi en la necesidad de revelarle algo.
-¿Hay algo que su niña omitió decirme?
-Aparte de que no cuenta con mi permiso, no.
-Supongo que se trata entonces de algo que posiblemente ella no sepa.
-Exacto.
-¿Es una condición médica?
-Su salud es perfecta pero si es algo que tiene que ver.
-Fingiré que no me inquieta porque en serio me suena a malas noticias.
-Lo son.
Las dos callaron un momento y continuaron caminando. Tamara sabía que se había alejado bastante y los acantilados eran peligrosos.
-Fue aquí dónde aventaron a mi hija. Las olas forman un remolino cada media hora y esa vez había mal tiempo. Casi la matan .
-¿Cuándo pasó?
-Hace un año.
-¿Usted supo porqué? ¿Descubrió quién fue?
-Me enteré de ambas cosas.
-¿Ha pedido ayuda?
-Ninguna. Sería asesinar a mi pequeña.
-¿Podría ser más concreta? No capto nada.
-Tendré que marcharme pronto. Andreas y Adrien pueden cuidarse solos pero Carlota no... Un amigo de la familia nos hizo exámenes y los repitió cuando mi esposo enfermó. Una compañía en Londres y una sociedad secreta están buscando una sangre muy especial, muy pura; imagino su intención. El problema es que Carlota la tiene y no puedo defenderla si me quedo aquí.
-¿Qué?
-Sólo lo diré una vez: Prométame que va a hacerse cargo de mi hija.
-Espere, yo no tengo idea de lo que me está hablando.
Gabriela propinó una cachetada a Tamara que decidió no defenderse al juzgar que la mujer era más fuerte.
-Soy una amenaza para mi niña y la quiero como no tiene idea pero no puedo protegerla a menos que me aleje. Si descubren quién soy, vendrán por ella. Usted es lo más cercano que tendría a una madre, es alguien que puede vigilar que no se hiera y asegurarse de que en un examen antidoping no le pidan la extracción de una sola gota de plasma. Intenté que ella renunciara a sus cuchillas para evitar riesgos pero su voluntad y hasta su suerte son más grandes que yo así que enséñele a ser una ganadora y recuérdele siempre que ella es la mejor, que la comida chatarra no es buena y que jamás se hará un tatuaje o perforará la lengua.
-Estoy de acuerdo en que usted se encuentra en su derecho de hacer lo que crea conveniente pero..
-Carlota adora los corazones y nunca le dé de comer col, no le gusta. No usa perfume, duerme temprano, saca buenas notas y no le hará enfadar mucho ¿Cuándo son los europeos?
-A finales de enero.
-Vaya preparándola para mi despedida hasta entonces. De mi parte dígale que las ranas no son agresivas y que la amo.
-No se vaya.
-Tengo que arreglar lo de mi asilo en otro lugar.
-¿Porqué mencionó que si la descubren irán por Carlota? No me checa.
-Es una historia larga pero no le pasará factura a mi familia. Si me pregunta, no pensé que Carlota iba a ser lo que unos desconocidos están buscando y tengo en parte la culpa. Se llama karma. Mientras no lo pague ella cualquier cosa que suceda será justa y con eso me doy por bien servida. Ahora jure por su vida que no la abandonará y que ella hará su tarea todos los días.
De la misma forma abrupta que Gabriela había hecho su petición y había relatado todo, Tamara accedió a prometer que procuraría a Carlota. Aún no alcanzaba a entender la situación cuando retornó a la práctica con la señora Liukin que se aproximó a su hija. Esta se quedó helada y bajó la cabeza cuando creyó que sería regañada y a su madre no le faltaría razón.
-¿Desde cuándo lo sabes?
-Desde hace mucho. Tu padre dijo que fue un regalo de Gwendal a quién debo reclamar. Luego te vi en televisión. Estas cosas nunca son un secreto.
-¿Me vas a sacar?
-Contra mis conceptos firmé para que sigas. Eres brillante. No paré de llorar cuando ganaste el Masters y compré mi boleto para las nacionales.. Lo devolví en cuánto te eliminaron pero ya tengo el bono para verte en los europeos; después de todo el torneo será aquí y aún así pude haber ido a cualquier lugar de ser necesario... Lo único que me molesta es que yo esperaba que tú me lo dijeras, pero no tiene caso. Te veré en la cena.
Al otro extremo, Verner jugaba con un aparato que medía la glucosa en la sangre. Se lo habían obsequiado en el hospital cuando lo atendieron por la bala de Trankov y se acercó a Carlota como si nada, en una de sus tantas tretas para salirse con la suya. Harry Shepard esperaba con impaciencia la muestra sanguínea que el chico se comprometió a obtener para no dejar dudas de sus dichos y sin más, llamó a la chica Liukin y le preguntó si le interesaba.
-¿En serio te la dieron en urgencias?
-Si das una vuelta por ahí tendrás el tuyo, los regalan como si fueran dulces.
-¿Y cómo funciona?
-Sólo te pinchas el dedo y colocas una gota de sangre. Te da el resultado en segundos ¿Quieres hacerlo?
-Bueno, ya me dió curiosidad.
Pero Tamara, aprovechando su buen oído se percató.
-¡Aquí nadie se hace pruebas de nada! ¡Entrégame ese aparato Verner y ponte a practicar!
-Pero es inofensivo.
-Es en serio y no creas que te lo voy a devolver... Carlota, voy a comprar unos protectores para las manos, acompáñame.
Haguenauer, ajeno a lo que ocurría, rió inocentemente y también se dispuso a salir pero solo alcanzó a observar como Tamara abrigaba a su alumna y la tomaba de la mano mientras le decía "No me sueltes".
Ingrid
ResponderBorrarSiempre he pensado que eres una escritora. Ha sido un gusto leerte en este 2011.
Saludos!
Muy linda Ingrid, ya te lo dije anteriormente, eres mi escritora favorita :)
ResponderBorrarY ahora se también q no usa perfume ;)
Linda historia, muy linda.