París, 16 de noviembre de 2002. Cumpleaños de Maurizio Leoncavallo. Bistro "La belle Époque", 7:00 am.
Maurizio Leoncavallo regresó al Edificio Mèlies y se topó con que el bistro tenía las luces prendidas y la puerta abierta. Una rata pasó encima de su zapato y entonces supo que aquellas plagas de las que tanto le advertía su primo Maragaglio, eran la incómoda realidad en París. Era como ver no sólo a las ratas, también a las chinches y a los piojos apoderarse de las paredes y banquetas cuando había poca gente en la calle y sentir que en cualquier momento, alguna de esas calamidades le saltaría encima. A Maurizio le intrigaban las chinches.
-Tanti auguri, Mauri! - saludó alguien que salía a recibirlo y le abrazaba con gran afecto.
-¡Papá! Me sorprende verte ¿Mi mamá está aquí?
-La he dejado descansar; nos hospedamos en el hotel Chouette.
-¿Vienes de vacaciones?
-He pasado unos días en Mónaco y pensé que a tu madre le gustaría celebrar nuestro aniversario con una copa de vino en Trocádero.
-Katarina estuvo en Mónaco también.
-La vimos.
-¿De veras?
-No veo por qué debería interesarte.
-Ella me dice todo.
-Es alentador que no te hable.
-¿Por qué?
-Maurizio, tú sabes.
-Papá...
-La he dejado descansar; nos hospedamos en el hotel Chouette.
-¿Vienes de vacaciones?
-He pasado unos días en Mónaco y pensé que a tu madre le gustaría celebrar nuestro aniversario con una copa de vino en Trocádero.
-Katarina estuvo en Mónaco también.
-La vimos.
-¿De veras?
-No veo por qué debería interesarte.
-Ella me dice todo.
-Es alentador que no te hable.
-¿Por qué?
-Maurizio, tú sabes.
-Papá...
-Tu madre y yo seguimos muy angustiados.
-Katarina está confundida.
-¿Y tú?
Maurizio Leoncavallo respiró profundo por la boca y llevó las manos a su cintura con la expresión severa.
-Hijo, mejor entra. Me han servido un café y sé que te has desvelado.
-Papá ¿Nadie te ha llamado de Venecia?
-No.
-Katarina está en el hospital, Maragaglio dice que tiene influenza y le pusieron oxígeno.
-Sabemos que se repondrá.
-¿Y si no?
Federico Leoncavallo no era la clase de hombre que ocultara las preocupaciones que reprobaba y tampoco un padre flexible cuando se trataba de discutir un tema que le resultaba vergonzoso.
-¿Has hablado con Karin? ¿Se hará el tratamiento de fertilidad?
-¿Katarina no te importa, papá?
-¿Crees que no me molesta tener un par de hijos enfermos?
-¡Katarina está grave en Venecia!
-¡Y si muere, dejarás de sentirte atraído por ella!
Maurizio Leoncavallo lo tomó como si le hubieran dado un puñetazo y miró a su padre como si estuviera perdido.
-¿Por qué no le hablaste de Toronto? - prosiguió el señor Leoncavallo.
-Porque no era tiempo, papá.
-Me habrías ahorrado una escena en Mónaco.
-Katarina se moriría.
-Eres incapaz de hacerla entrar en razón.
-Pero está confirmado, se irá en primavera.
-Maurizio, contéstame algo: ¿No has vuelto a estar a solas con ella?
-¿Qué? ¡Por supuesto que no! ¡Es mi hermana!
-En Salt Lake no pensabas lo mismo.
-Fui un estúpido, me embriagué.
-Sabías lo que hacías, Maurizio.
-No recuerdo mucho.
-¿Has dejado de espiarla?
Maurizio Leoncavallo no contestó.
-Eso imaginé.
-Papá...
-¡Quiero salvarte! ¡Trato de que te olvides de ella y que vivas en paz!
-¡La estoy alejando!
-Entonces ocúpate de tu boda y no le hables. Tu madre y yo veremos cómo evitamos que se te acerque.
-Sigo siendo su coach.
-Pero no puedes cometer locuras por tus alumnos.
-Katarina no está lista para dejarme ir.
-Sabrá Dios cuánto nos hemos esforzado para no hacer de esto algo más grande.
-¿Qué?
-¿Por qué no le has dicho que no estás enamorado? ¿Sigues jugando al buen hermano para acostarte con ella?
-¿Perdón?
-Te conozco, Maurizio.
-Te equivocas, papá.
-Entonces entra, que aún hay algo que tratar ¿Te arreglaste con Karin?
-Está hecho.
-¿La boda sigue en pie?
-Juulia dijo que sí.
Federico Leoncavallo abrazó a su hijo y enseguida, se introdujeron a "La belle époque", afuera no dejaba de nevar.
Mientras la familia Becaud y Carlota Liukin dormían un poco antes de cumplir con sus compromisos del día, Maurizio se llevó una sorpresa: Su tío, Enzo Leoncavallo, acompañaba a su padre y al parecer, se hallaba planeando los detalles para una gran fiesta.
-Ciao, Maurizio! Tu padre me llamó y si me dicen que hay un casamiento, estoy dentro ¿Convenciste a Karin?
-Déjame saludarte.
-Ven aquí, felicidades
-Grazie.
-¡Además estás de cumpleaños! Celebraremos un poco.
Maurizio estrechó afectuosamente a su tío y se sentó frente a él, no sin evitar contemplar un blog lleno de bocetos.
-¿Aún te casas en marzo? - preguntó Enzo.
-Eh, sí...
-Muy bien, sobrino. He diseñado unos trajes y me gustaría que eligieras uno.
-Que sea sencillo.
-Consideralo hecho ¿De corbata larga o moño?
-Que luzca bien y ya.
-Maurizio, tómalo en serio.
-Lo siento, tío.
-Vestirás uno de mis diseños y es tan importante como el vestido que Pnina le confeccionará a tu novia.
-¿Cómo está la tía Pnina?
-Emocionada. No se han cansado de crear vestidos y tenemos varios en el taller que se están cortando y bordando a mano.
-Eso es impresionante.
-Ahora dime ¿Qué traje quieres?
-Creo que me gusta el que estás trazando.
-Justo lo que creí. Tiene línea ajustada y chaleco ¿Quieres camisa y corbata negras?
-Todo en negro.
-Menos mal, temí que eligieras otro color. He hecho milagros con los hombres Leoncavallo cada vez que deben vestir formal.
Maurizio mostró su risa ante la actitud de su tío Enzo.
-Se me olvida que sólo mi madre, que en paz descanse, tenía estilo en esta familia. Maurizio ¿Sabes qué vestido va a elegir Karin? Es para que Pnina y yo podamos combinarlos.
-Eh, creo que deberíamos hablar de eso.
-¿Por qué? ¿Ella quiere traje sastre o pantalón?
-No le haría eso a mi tía.
-Entonces deja de asustarme.
-Es que los planes cambiaron.
-¿Será boda civil? Para esmerarnos en algo discreto.
-La iglesia no se ha cambiado.
-Entonces seguiremos en lo espectacular.
-Es que Karin no usará algo de Pnina.
-¿Piensa en otro diseñador? ¿Va a ofender a mi esposa?
A Maurizio se le trabó la lengua involuntariamente y Federico Leoncavallo suspiró para luego hacerse cargo de la conversación.
-Es que Maurizio no se casa con Karin.
-¿Qué? Estoy desolado ¿Qué sucedió?
-Enzo, yo creo que tu mujer y tú deben ocuparse de que su sobrino vista como hombre y ya.
-No entiendo ¿Hay boda pero sin Karin?
-Maurizio tiene otra novia.
-¿En serio?
-Es Juulia, su alumna de danza.
-Asumo que es más joven.
-Tiene veintitrés años o eso me dijeron.
-¡Maurizio ha recuperado la cordura! Me preocupaba que sufriera con Karin porque todavía quiere hijos ¿cierto?
-¡Por supuesto que sí! Y Juulia es bellísima.
-¿Quién es ella? ¿La conozco?
-Es la jovencita rubia a la que le bordaste un vestido de rumba.
-¿Juulia Töivonen? ¡Es preciosa! Maurizio ¿le has dicho de todo esto?
El joven Leoncavallo volvió a emocionarse y retomó la palabra.
-Aceptó el compromiso y sí, Juulia es muy bonita.
-¿Cuánto tiempo llevan juntos?
-Nos vemos desde hace cinco meses, tío.
-¿Y Karin?
-Hablamos y eligió no ser mamá. Creí que estaba entusiasmada por el tratamiento de fertilidad en Milán, pero lo canceló.
-Lo lamento, Maurizio.
-Juulia me hace feliz.
-Eso es lo importante. Pnina amará probarle todos los modelos que guste.
-Si dependiera de mí, me casaba en este momento.
-¡No te perdonaríamos por eso! La familia se está esforzando ¡Déjame ser el padrino!
-Tío Enzo, quiero que Juulia sea la novia más hermosa que Pnina haya vestido. Ella es increíble.
-¿Estás enamorado?
-¡Rayos! Creo que sí.
-¡Estupendas noticias! Felicidades... ¿Por qué no la llamas ahora?
-Eso haré.
-Ve a decirle que no se preocupe, que el tío Enzo y la tía Pnina se encargan de todo.
Maurizio se retiró de la mesa y salió de nuevo a la calle para intentar saber cómo se hallaba Juulia Töivonen en el hospital y darse una idea de qué hacer para avisar a los demás que ella estaba enferma. Pero no dejaba de sentirse contento y con la cara sonrojada. Juulia le gustaba mucho más que Karin y los Leoncavallo no necesitaban explicaciones al respecto. Luego de cinco meses de vivir relaciones simultáneas, las circunstancias al fin definían su decisión y como ambas mujeres habían aceptado las condiciones, no existiría pelea alguna. Claro que sentía pena por Karin, su relación había durado algunos años, incluso pensaron que estarían juntos bastante tiempo más; pero luego de tantos fracasos en la aventura de convertirse en padres, ella se había cansado.
Al mismo tiempo y aún al interior del bistro, Enzo y Federico Leoncavallo abandonaban el talante festivo para adoptar una seriedad casi fúnebre. Ambos se miraron por un minuto y cuando Enzo terminó su boceto, no dudó en preguntar:
-¿Qué van a hacer con Katarina cuando sepa lo de esta boda?
-Cristina y yo hemos pensado en convertirla en la madrina de los anillos.
-¿Van a torturarla?
-¿Una sugerencia?
-Le haré algún vestido simple para que le quede claro que nunca será la novia.
-Grazie, Enzo.
-¿Maurizio sigue dándote problemas?
-He logrado que mande a su hermana a Toronto.
-¿Cuándo?
-Terminada la temporada de patinaje.
-Es algo.
-Me angustian las recaídas de mi hijo.
-¿Le has hablado de lo que pasó en Salt Lake?
-Todavía la espía.
-Esa parte será la más difícil de resolver.
-Preferiría que Maurizio consumiera heroína otra vez.
Enzo abrió más los ojos.
-Federico ¿Qué tan delicado es el tema ahora?
-Katarina se enamora cada día más.
-¿Y él?
-Aun la desea, Enzo. Cada vez menos, pero es suficiente.
-¿Qué harás si todo falla?
-Los mato. Esto no debe pasar nuevamente.
-Perdimos a nuestra madre ¿Estás dispuesto a acabar con tus hijos?
-Es eso o arriesgarnos a tener otro Maragaglio en la familia. Cristina y yo no lo soportaríamos.
-Te ayudaremos. Los Leoncavallo encontraremos una solución, te lo aseguro.
-Enzo, quiero que mantengas ocupado a mi hijo con los preparativos y con su novia.
-¿Qué harás con Katarina?
-Se la encargaré a Maragaglio, él la estima.
-Me parece ¿Algo más?
-Dile a Pnina que Juulia debe lucir como una reina.
-Es seguro.
-¿Cómo van a opacar a mi hija? ¿Encontrarás la forma, Enzo?
Este último lo pensó un poco y sentenció con amargura:
-Heredó la hermosura de su abuelo ¿Cómo la voy a esconder?
Federico Leoncavallo miró al suelo tras un lamento y luego vio a Maurizio por el ventanal con cierta impotencia. Su única esperanza residía en Juulia Töivonen y no era garantía de que algún día respiraría tranquilo porque alguno de sus hijos recuperaría la cabeza. Eran tantos los episodios de atracción mutua, de tensión sexual, entre Katarina y Maurizio, que no quedaba más alternativa que destruir el corazón de ella, sacrificarla, sobretodo porque Maurizio daba señales de una extraña redención. Y los Leoncavallo optaban por rescatarlo, ya que a final de cuentas, le amaban profundamente, era parte del clan, aceptaba las reglas. Katarina en cambio, era peligrosa para ellos, a tal grado, que todos estaban cautivados por su belleza.
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