jueves, 31 de diciembre de 2020

Los Leoncavallo y los Liukin (Final de temporada)

Créditos de la imagen: Vivre Paris Magazine.

Sábado, 16 de noviembre de 2002. Cumpleaños de Maurizio Leoncavallo. París, Francia.

 -Bien, hice lo que me pidieron. Hablé con su esposa - anunció Marine Lorraine al salir de una cabina telefónica en la Rue de la Poinsettia, a unos pasos del bistro "La belle époque". Courtney Rostov-Diallo, Madice Lison Hubbell y Kleofina Lozko la rodeaban con interés.

-¿Qué te dijo? - preguntó Courtney.
-Que soy una maldita zorra - replicó Marine.
-Ouch, lo siento.
-¿A qué más me van a obligar ustedes tres? Más bien cuatro ¿porque tienen a su amiga en el teléfono, verdad?
-Quizás Eva nos apoya a la distancia.
-Su amiga chismosa no tiene mejores ideas que ustedes.
-¿Qué pasó con esa llamada a Venecia?
-¿Tengo que explicarles todo, Courtney?
-Si Maragaglio no deja en paz a los Liukin, te arrancamos el cabello.
-¿Por qué tengo que hacer esto?
-Porque tú eras cómplice de ese idiota.
-Yo no sé para qué los quería.
-Pero tú los encontraste.

Marine movió los brazos para reforzar que no tenía idea y prefirió asomarse por el ventanal de "La belle époque" para constatar que el personal trabajaba.

-El servicio inicia en unos minutos - dijo el chico que escribía el menú en la pizarra y todas actuaron amablemente, sobretodo Marine, cuya sonrisa fingida tenía cierto aire de sinceridad. 

-Nos siguen, muévanse - hizo notar la mujer de repente.
-¿Qué sucede? - curioseó Kleofina.
-Es Sergei Trankov, lo vi.
-¿Trankov? Qué bueno...
-¡Que camines!
-No lo veo por ninguna parte.
-Está escondido arriba de nosotras. 
 
El grupo se disponía a seguir a Marine cuando sonó una campanita y alguien salió a anunciar que el bistro "La belle époque" estaba listo para recibir a sus comensales. Madice Hubbell creyó que no tenían opción y entró al local mientras tiritaba de frío.

-¿Qué rayos haces? - regañaban las demás.
-Tengo frío y he pasado todo el día despierta desde que nos escapamos de Tell no Tales ¿Puedo comer algo por lo menos? Además, ya estamos aquí ¿O van cambiar el plan?

Courtney se llevó la mano a la cabeza pero tomó una mesa y las demás se ubicaron junto a ella. Un ingenuo mesero se acercó con la carta y les anunció el desayuno del día.

-Tenemos croissants con chocolate, ensalada de frutas, jugos de tomate y naranja y hay sopa de cebolla con pan de la casa.

Las mujeres volvieron a sonreír forzadamente y Madice ordenó un plato de sopa en el acto. Las demás le siguieron la corriente y sólo Marine se quedó en silencio luego de aceptar apenas un café.

-"No debí venir, mi boda es en dos semanas y con este viaje voy a faltar a la charla prematrimonial" - pensó ella mientras notaba la gran foto de Kleofina Lozko al otro lado del ventanal y se preguntaba por qué ninguna le prestaba atención. Luego se acordó de que el día anterior, Courtney y sus amigas la habían raptado para tomar el tren y una de ellas había concretado el agotamiento de sus ahorros para el vuelo más próximo a París. Marine se había dedicado a realizar varias llamadas a sus antiguos contactos en Intelligenza Italiana y había tenido que anunciarle su boda a personas de las que apenas se acordaba para poder llegar ahí, a "La belle époque" y descubrir por qué Maragaglio continuaba siendo un obsesivo de la familia Liukin y de paso, volver a verlo para saber si amaba a un recuerdo o la pasión era abrasadora como a sus veinte años. Alguna vez habían estado juntos en esa ciudad y ella no recordaba ni las calles ni los paseos, pero si el cuerpo de él y cómo la hacía sonreír.

-¡Marine, agacha la cabeza! - dijo de repente Kleofina.
-¿Qué pasa? Perdón, me distraje.
-¿No te habían dicho que Maragaglio estaba en otro lado?
-¿Dónde viene?
-En las escaleras del fondo ¡que no te vea!
-¿Con quién está? No creo que ande solo.
-Alcanzo a ver a una chica de pelo negro.

Marine ocultó su cara y por el reflejo quiso entender la situación. Fue entonces que confundió a aquella chica desconocida con Katarina Leoncavallo y prefería no escuchar de lo que hablaban. Por la forma de tratarse, era evidente que ambos sostenían una aventura.

-Marine ¿todo bien? - consultó Courtney.
-Está con Katarina.
-No hay tiempo de llorar.
-Todo lo que me dijo en Venecia era verdad.
-Olvídate de eso ¿Recuerdas el plan?
-Recuperar el sobre con el ADN y evitar que Sergei Trankov lo vuelva a robar.
-Explícame algo: ¿Por qué investigaste a Maragaglio?
-Él estaba buscando a su padre y se me ocurrió mandarle a hacer un rastreo, Thorm Magnussen lo robó y cuando el Gobierno Mundial lo quiso recuperar, Trankov se apareció y se llevó todo.
-¿Cómo sabían de ese sobre?
-Le pedí el trabajo a un laboratorio secreto pero yo no sabía que el encargado era Magnussen. Era un análisis con las ramificaciones familiares de un banco ruso de muestras.
-¿Un qué?
-Los rusos guardaban ADN de millones de personas, no se cuántas. Sufrieron un problema grave que echó a perder su depósito y lo que cuenta es que tomé una copia del historial de Maragaglio pero Thorm Magnussen escapó de un tren con Trankov y la otra que quedaba.
-¿Qué le pasó a la tuya?
-Cometí un error.
-¿Dónde están tu valiosos papeles, Marine?
-¿Creen que pueda detener a la paquetería exprés?
-¿Tu qué?
-Le envié todo a la esposa de Maragaglio.
-¡Eres una idiota!

No hubo manera de reclamar cuando Maragaglio abandonó el lugar del brazo de su acompañante y Marine no resistió la tentación de verlos a través del cristal. La pareja coqueteaba abiertamente y él hablaba al oído de esa chica antes de darle su tarjeta de crédito y un beso apasionado que la sonrojaba y la hacía sentir muy hermosa. 

-No hagas eso, Maragaglio se daría cuenta de que estás aquí - aconsejó Madice y el grupo siguió quieto al distinguir a Carlota Liukin y Maurizio Leoncavallo abandonando el lugar para irse a Bércy. 

-Courtney ¿todo bien contigo? - continuó Kleofina.
-Descubrí que no siento nada.
-Menos mal.
-Maurizio no es tan guapo.
-Al menos tenemos una mujer consciente aquí - remató la propia Kleofina al cruzarse de brazos y mirar a Marine perdiéndose ante la presencia de Maragaglio

-Esto no va a funcionar - dijo Madice.
-¿Qué harás? - preguntó Courtney.
-Iré por los documentos ¿Alguien imagina en donde pueden estar?
-Sabemos que Trankov se los dió a Maragaglio. Marine ¿en dónde está la habitación de ese tipo? ¡Oye, despierta! ¿Marine? ¿Estás aquí?
-No le insistas, no puede ni hablar.
-¡No vayas, Madice!
-Alguien debe encargarse y no hay plan B.

La joven Madice se levantó para dirigirse a la escalera y por poco lograba su objetivo cuando topó al mismo Maragaglio de frente. Aquél le sonrió y ella fingió que buscaba el tocador, así que un mesero se acercó para auxiliarla. 

-¿A qué rayos regresó? - murmuraban las demás tratando de ocultarse, pero él volvió a retirarse velozmente y no sabían si respirar de alivio o dejar el asunto en paz.

-Sí nos vamos, será mejor para todas - concluyó Marine antes de cubrir su rostro con las manos y sentir una enorme vergüenza por el plan fracasado. Su única esperanza era que él no la hubiera visto y al observarlo contestar su celular, se dio cuenta de que estaba trabajando en algún asunto que lo tenía preocupado.

-Me reconoció - descubrió Marine y él volteó a su distancia, dedicándole un gesto de sorpresa y cansancio, pero no de desprecio.

-Hay que abortar misión, muchas gracias, Marine - reprochó Courtney.
-Perdóname.
-¡No lo veas! 
-¿Nos podemos ir?
-¿Le dejarás el sobre?
-¡Él sabe de nosotras! Perdimos, vámonos.
-¡Por lo menos acaba con tu café! Desperdiciamos demasiado con este viaje.
-Uno que no debimos hacer.
-¡Tu ex novio idiota se está pasando de la raya con una familia! 
-Es su trabajo.
-Comienzo a entender por qué te botó.
-Courtney, tú no sabes de lo que hablas.
-¿Qué hay en el sobre?
-Nada que te importe en realidad.
-Nos hiciste perder el tiempo, Marine.
-¡Ustedes lo perdieron solas! ¿Creías que después de raptarme, las iba a ayudar?

Marine Lorraine se rindió sobre la mesa y Kleofina Lozko colocó una mano sobre su espalda en un intento pequeño de consuelo.

-¿Leíste ese informe de ADN, Marine? - añadió Courtney.
-Todo - respondió aquella con tono pagado.
-¿Maragaglio sabría de qué va el asunto si lo revisara?
-No sabe nada.
-¿Ni un poco?
-No sospecha de los Liukin como su familia.
-No es cierto.
-Maragaglio no imagina ni un poco.
-¿Por qué los buscó?
-Nunca me contó pero el apellido le pareció llamativo y los hallé por él.
-Se va a enterar de todo cuando hable con su esposa.
-¡Yo quiero que este asunto acabe de una maldita vez!

Marine se levantó y salió del lugar sin que nadie le siguiera. Madice alcanzó a sentarse de nuevo y terminar con su plato mientras Kleofina y Courtney se quedaban en silencio.

Desde que inició la tarde, Marine Lorraine se dedicó a caminar por París, a tratar de ubicarse, a dormir en una cama del hotel al que había ido con Maragaglio alguna vez. Encontrarlo le resultaba doloroso, sobretodo porque Katarina estaba con él. De la impresión, no se había dado cuenta de que no era la misma mujer, que ese hombre continuaba viviendo un sueño que consideraba inalcanzable. Pero sus ojos contemplándola en el bistro la hacían feliz. Maragaglio había cambiado su peinado, se notaba más delgado y su voz era más bella. Marine tuvo la certeza de que, si un día volvían a convivir, iba a enamorarse aún más.

-Debo recuperar esos papeles - sentenció luego de unas horas y se levantó deprisa sin avisar a las demás. Aquello se convertía en una prueba de honor y luego de llamar a sus contactos para detener el paquete con destino a Venecia, se fue a la Rue de la Poinsettia con tal de colarse y buscar un sobre grande por cada habitación que existiera. Un taxi llegó a su auxilio a la hora acordada y Courtney tuvo la sensación de que debía correr detrás cuando notó su ausencia.

La vida es una sucesión de momentos específicos el día que se afecta a los demás. Lo único que queda en la memoria es haber ido y venido sin reparar en obstáculos, con el impulso de corregir o de caer, perdiendo las demás escenas sin encontrar un nexo entre ellas. Marine Lorraine había cometido la torpeza de enfurecer después de que Maragaglio se negara a contestar sus llamadas y el sobre con la verdad era su venganza ante él y ante Susanna Maragaglio, que tendría que lidiar con el precio de la revelación. También se había dejado forzar a ir a París para huir de su familia y volverse loca mientras veía a los demás arder y odiarse. Pero con el remordimiento no se juega y al arribar a "La belle époque" a las cinco de las tarde, la mujer supo que debía seguir las indicaciones de Sergei Trankov, mismo que pasaba la jornada en el techo, con su eterna labor de vigía. Él mismo le ayudó a subir por la escalera de servicio hasta el segundo piso y la introdujo al dormitorio de Maragaglio, sin mediar palabra.

-¿Por qué me ayudas? - curioseó, pero él la dejó frente a la cajonera donde descansaba el sobre, así que lo tomó, aunque aquello coincidiera con una escena de pelea en la estancia. Estaba entreabierto, así que ella distinguió a la falsa Katarina intentando persuadir a Maragaglio de no irse a los golpes con su primo Maurizio.

-¡No le vas a faltar al respeto a Katrina, infeliz! - gritaba Maragaglio, Carlota Liukin y sus amigos no sabían donde meterse, el escándalo se escuchaba por todas partes y a Marine le comenzaba el dolor de oídos cuando Judy Becaud salió del baño, descubriendo a la intrusa en el acto.

-¿Quién es usted y que hace aquí?
-Es Marine y trae algo para ti, Judy - Tomó Sergei Trankov la palabra.
-¿Algo mío? ¿Es importante?
-Si ella no te da ese sobre, te enterarás de todos modos. Ella mandó la misma información a Venecia y aunque trató de cancelar la correspondencia, alguien del Correo Exprés llamó a Maragaglio y él dio instrucciones de continuar la entrega. Marine, le das esos documentos ahora a la señora Becaud o en serio, no te dejaré escapar... Por cierto, me alegra que te hayas ido de los servicios de inteligencia, cometes errores de novata.

La joven se paralizó un momento y Judy Becaud agarró los papeles con la intriga sembrada en la cabeza. Marine huyó apenas la otra inició la lectura.

-¡Ay, me están mintiendo, no es cierto! - exclamó Judy al entender qué estaba ante sus ojos. Parecía que iba a desmayarse.

-Trankov ¿qué es esto? ¡Explícame! 
-Un árbol genealógico, cortesía del Gobierno Mundial.
-¿Quién era esa mujer? ¿Por qué tenía esto?
-Judy, ahora sabes la verdad.
-¡No puedo tener tres hermanos!
-Maragaglio no quiere conocer nada.
-¿Cómo lo consiguieron?
-Fui yo.

Judy Becaud se llenó de furia y atravesó la puerta, parando el espectáculo de golpes con una contundente cachetada a Maragaglio y aventando sus análisis al piso.

-¡Deseo que usted se vaya al infierno! - gritó ella.
-¿Por qué entró a mi habitación?
-Porque necesitaba pasar al baño y usted es un animal y un imbécil que está haciendo un carnaval en mi casa desde que llegó ¡Púdrase y lárguese, Maragaglio!
-¿Qué le sucede?
-¡Ojalá se muriera de la vergüenza!

Maurizio Leoncavallo sostuvo a Judy junto a Jean Becaud y Carlota Liukin levantó del suelo los documentos junto a sus amigos, pero a Anton Maizuradze le ganó la curiosidad y al distinguir el nombre de Ricardo Liukin, no evitó mostrarle a su amiga.

-¿Qué es esto? - preguntó Carlota y juntó cuánto papel había, llevándose una de las grandes conmociones de su vida.

-Muérete, Maragaglio - musitó..
-¿Ahora qué hice?
-¡Siempre supiste! ¡Sólo muérete!
-¿A qué te refieres?
-¡No te me vuelvas a acercar!

La chica le entregó a Maragaglio el informe aquel y se alejó llorando. Él no agregó más y como deseó comprender los motivos del rechazo, escudriñó cada página, percatándose de que habían violado su intimidad y Sergei Trankov tenía que ver.

-¿Por qué abrieron esto? ¿Quién les dio permiso de meterse con mis cosas? - reclamó.
-Yo sólo soy el mensajero - señaló Trankov.
-¿Es un montaje?
-¿Qué ganaría con eso?
-¡No puede ser cierto! ¡Ellos no son...! Carlota no.
-Maragaglio, sé que tú no querías enterarte pero Judy Becaud tenía derecho a saber de dónde viene.
-¿Tú le diste el sobre?
-En realidad, fue Marine.
-¿Marine? 
-Ella te mandó investigar y tuviste la suerte de que Thorm Magnussen se dedicara a encontrarte los parentescos.
-Yo no puedo ser... ¿Mi abuelo me odió por esto? 
-Le avergonzaba, tal vez.
-¡Yo soy inocente! No quise saber, no me hacía falta. Yo...

Maragaglio se derrumbó frente a Katrina y Maurizio recogió el desastre faltante, descubriendo que Judy Becaud era hija de Ricardo Liukin y a su vez, este era hermano de Maragaglio. El impacto, sin embargo, era más fuerte, porque de acuerdo al informe, Lía Leoncavallo no sólo era abuela suya; también lo era del mismo Ricardo y de Lorenzo y Gwendal Liukin. Aquello lo volvía a él y a Katarina primos directos de la familia Liukin y Carlota y sus hermanos pasaban a ser su sobrinos. Pero el papel más importante lo dejó estupefacto. Maragaglio siempre había sido el primo bastardo, el indeseable y al mismo tiempo, el obligado a ser el fuerte para soportar el peso de la familia entera. En un segundo, Maurizio Leoncavallo conoció el por qué.

-Tus padres son hermanos.

Maragaglio apenas lo miró.

-¿Cómo se llama ese maldito?
-Maragaglio ¿estás seguro?
-¿Seguirá vivo? Mi madre debió sentirse tan apenada.
-Él es Goran Liukin Jr. y es hijo de la abuela Lía.
-¿Mis padres me abandonaron por eso? ¡El abuelo hizo de mi vida un infierno por su culpa! ¡Me dejaron solo! ¡Me hicieron hermano de un hombre que también me odia!
-¡Maragaglio, cálmate!

Como si volviera a ser un niño, Maurizio Maragaglio mordió sus nudillos y miró alrededor para buscar un sitio en el cuál esconderse, hallando los brazos de Katrina.

-Cariño, llora lo que necesites - dijo ella y aquél le hizo caso por unos minutos, aunque sabía que los demás lo contemplaban desde los otros cuartos.

-Trankov ¿Quién consiguió esta información? No mientas - reaccionó de repente.
-Te he dicho que Marine Lorraine. 
-¿La conoces?
-De vista.
-¿Conocías cada detalle, imbécil?
-Es mi trabajo.
-De acuerdo. Marine me la va a pagar.

Maragaglio se soltó de Katrina con el rostro serio y enseguida, se dedicó a realizar un sinfín de llamadas a Intelligenza Italiana para conocer el siguiente movimiento de Marine Lorraine. Los nombres de sus acompañantes de viaje, su última cuenta saldada, el número de la habitación donde se hospedaba en París y la fecha y lugar de su boda salieron a relucir, así como detalles de su prometido, la etiqueta de su vestido de novia y su itinerario prematrimonial.

-Así que tengo dos semanas.
-Cariño ¿qué estás pensando?
-Katrina, nunca me preguntes algo cuando esté enfadado.

Maragaglio se notaba lleno de ira y enseguida se comunicó a casa, enterándose en el acto que su esposa había recibido la correspondencia de parte de Marine pero también había conversado con ella. Susanna Maragaglio se oía destrozada y aquello acabó con la paciencia que ese hombre se había esforzado por guardar. 

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