Tell no Tales. Sábado 23 de noviembre de 2002.
A Lleyton Eckhart le preocupaba la multitud que se dirigía a Corse y pronto, la policía tuvo que colocar vallas a los alrededores del barrio para evitar tumultos. En la desesperada ciudad de Tell no Tales se buscaba comida, así que era una garantía asistir a la boda de Marine Lorraine para recibir una ración de lo que fuera, aunque nadie la conociera y se tuviera que dar algo forzosamente. La gente preparaba cosas de lo más variopintas, incluso se regalaban peluches o flores.
-Le dije que liberara la fruta del valle - dijo Don Weymouth cuando Lleyton quiso tomarse un respiro en su cantina. Bérenice trataba de escuchar la conversación y fingía limpiar la barra.
-La señora Isbaza se opuso.
-¿Cuál de todas?
-Steliana Isbaza.
-¿Es que la víbora todavía vive?
-Sigue siendo la dueña.
-La estafadora.
-He revisado los papeles y están en orden.
-¿Por qué permite que nos mate de hambre?
-Solicité una intervención extraordinaria.
-¿Y qué dijo el juez?
-Estoy buscando que alguien dé su firma.
Weymouth se rió con rabia y optó por beber un poco de ginebra en otra esquina del local para evitar enfadarse más.
-Tu jefe quiere golpearme- mencionó Lleyton a Bérenice.
-Es que ya no hay forma de hacer salkau.
-Tal vez en la boda obtenga algo, mañana hay una cena en la calle Nautonier y han invitado.
-¿La boda de quién?
-La de Marine Lorraine. Su prometido es el apoderado legal de Industrias Isbaza.
-¿Apo.. qué?
Lleyton sonrió.
-Apoderado. Eso quiere decir que puede tomar decisiones por la señora Isbaza sobre algunas cuestiones.
-¡Ah! ¿Crees convencerlo?
-No lo conozco, Bèrenice, pero la familia Ferny es muy querida en Corse, así que trataré de usar eso.
-Saldrá bien.
La joven asentó y miró a su jefe, quien no sabía si debía reír o enfadarse. Fuera de Corse, nadie ubicaba a Laurent Ferny, pero Don Weymouth casi se aseguraba a sí mismo que el tipo diría cosas como "trataré de convencer a la señora Isbaza" o "haré todo lo posible", sin pasar el recado.
-Este casamiento me va a volver loco - se quejó Lleyton.
-¿Tienes mucho qué hacer?
-No es por eso, Bèrenice. Tú sabes que debo investigar un diamante y al principio creí que era divertido.
-Me contaste algo que no entendí.
-El tal Maragaglio me llamó y me exige que lo deje trabajar solo.
-Ha de ser un idiota.
Bérenice provocó que Lleyton sacara una carcajada finalmente.
-Bueno ¿Y te vas a divertir? - preguntó ella.
-No lo sé, no me gusta ir a Corse.
-¿Por qué?
-Las gaviotas.
La chica pensó que Lleyton hablaba de esas aves que habían comenzado a expandirse por toda la ciudad a raíz del terremoto y que a veces molestaban a quienes se detenían a mirar la cascada de Marchelier o a intentar conseguir algún pescado en el barrio ruso. Pero aquel vocablo tenía doble significado. Las gaviotas eran aquellas mujeres de Corse que buscaban marido y que revisaban constantemente las páginas de sociales para codiciar a quienes aparecieran en ellas.
-Al menos Sophie ha escogido ropa de nieve para una escapada familiar.
-¿Todavía tienes novia?
-¿Hay algo de malo, Bérenice?
-No, nada.
-No hay problema si te cuento que como parte de la pesquisa, asistiré a un viaje que Laurent Ferny ha organizado para su novia, sus suegros y algunos amigos.
-¿Eres su amigo?
-Repito que no lo conozco.
-¿Y para qué vas?
Bérenice preguntaba seriamente.
-Estoy llevando el caso del diamante de contrabando perdido y no descarto que el de Marine Lorraine no esté limpio.
-¿Te dará tiempo de esquiar?
Lleyton no quería saber si la joven se burlaba o era cierto que no comprendía gran cosa, pero le continuaba irritando mencionar a su novia frente a la chica y esta respondiera como si no fuera la gran cosa. Aunque también se daba cuenta de que el humor de Bérenice acababa por vencerlo y él aún creía que su relación con Sophie era temporal.
-Lo que haré será ir de compras - respondió el hombre.
-¿Qué vas a querer?
-Dicen que en Vichy los hombres usan polo.
-¿Qué cosa?
-Hablo de ropa, Bérenice.
-¡Te ayudo a escoger el color!
-Lo agradezco...
-¡Vamos, vamos! ¡Jefe! ¡Me invitan de compras!
Don Weymouth no quería disimular molestia.
-¡Te doy permiso si dejas que pongan en su lugar a ese idiota?
-¿Cuál?
-¡Eckhart!
Bérenice llevó la mano a su boca y con la otra jaló a Lleyton al exterior. Hacía un poco de calor, pero el viento otoñal anunciaba la lluvia nocturna, aquella que era habitual pero muy molesta en una ciudad que prefería las nevadas o el verano así, sin medias tintas. La gente comenzaba a colocarse suéteres, así que ella imitó el gesto y Lleyton igualmente con su abrigo. Las tiendas del barrio Centre parecían adecuadas, pero él optaría por ir al parque De Gaulle y atravesar hacia Poitiers, al otro extremo de la ciudad, alejándose de quienes fueran al norte, junto al mar, en Corse.
-Sophie está entusiasmada con este viaje - comentó.
-No entiendo por qué estás con ella.
-Ya hablamos de eso, Bérenice.
-Entonces no digas su nombre.
-¿Por qué no? - él sonrió.
-Porque no va a durar.
La chica también mostró su sonrisa.
-Sólo quería decirte que a Sophie le pareció buena idea.
-¿Por qué vas con ella, Lleyton?
-Es mi novia.
-Pero irás a trabajar.
-No significa que no tenga tiempo libre.
-Quieres engañar a todos.
Lleyton ni siquiera parecía desconcertado por el comentario de Bérenice porque había notado que al enojarse, ella se volvía más perspicaz, más lista.
-Tal vez no soy tan discreto, pero de verdad quiero pasar unos días con mi novia, no entiendo el problema - remató él. Bérenice bajó la mirada y se preguntó por qué lo estaba siguiendo.
-Si fueras libre, te llevaría - confesó él y luego miró al lado opuesto.
-¿Te gusta la nieve?
-Tanto como a ti.
Ambos guardaron silencio y al poco tiempo, se separaron. Mientras ella se iba sin despedirse, él se adentró más en el parque, preguntándose qué estaba haciendo, si todo marchaba en orden. Recordar que Bérenice estaba embarazada era un buen freno para evitar pensar en ella con frecuencia o al menos, de engañarse para no ir detrás de sus pasos. Pero entonces, no tenía sentido que se hubieran encontrado en una cita y que compartieran tiempo si se encontraban en la calle.
Lleyton continuó hasta otro extremo del parque, llegando a la avenida Champollion, en donde había una tienda de ropa en la que lo conocían bien, no necesitaba pedir colores en particular o cruzar más allá de un saludo y alguna palabra, era breve y podía despreocuparse por los detalles. Sin embargo, su semblante le hizo imposible portarse como siempre y al dejar ese lugar, se percató. Descontento y con la cabeza baja, tomó asiento en un café cercano, mirando hacia la puerta del Edificio Roberts, del cual salía una mujer muy mayor acompañada de una posible nieta.
-"Creí que Agathe Anissina había muerto hace años" - pensó y eligió moverse. Antes de siquiera ordenar algo, Lleyton se levantó, cruzó la calle y se precipitó en tocar el timbre del número nueve con la intención de charlar con Steliana Isbaza. Una voz femenina le indicó que la señora Isbaza se hallaba indispuesta, pero él replicó que investigaba un caso relacionado con Laurent Ferny, así que se le permitió pasar enseguida. El elevador era rápido, pero muy frío y Lleyton descendió con alivio, aunque frotándose las manos antes de toparse con que una puerta estaba abierta y que una joven con muchas pecas y labial cereza le permitía pasar al apartamento de Steliana Isbaza.
-¿Su abrigo? - preguntó ella.
-No es necesario, no me quedaré - dijo Lleyton y la otra se encogió de hombros antes de desaparecer hacia la cocina. El hombre avanzó hacia la sala y observó a una mujer bastante mayor asomada por su ventana hacia la calle. Parecía increíble que fuera Steliana Isbaza e incluso, pareciera presumir una mascada de color verde seco.
-No lo esperaba, Lleyton - dijo la mujer sin voltear.
-Vengo por un asunto oficial.
-¿Laurent está acusado de algo que deba importarme?
-Trabajo en averiguar el origen de un diamante.
-¿Qué tiene que ver conmigo?
-El señor Ferny es apoderado suyo.
-No debió molestarse.
Steliana volteó y con un gesto, indicó a Lleyton que tomara asiento. Ella igualmente lo hizo, aunque sirvió té sin preguntar.
-Laurent es un joven serio. Se casará dentro de poco y me pidió ayuda para elegir su traje.
-¿Usted asistirá a algún evento en Corse?
-No me revuelvo con la gente desde hace mucho, a mi edad puede ser cansado.
-Claro.
-Aun recuerdo a sus padres, Lleyton ¿Podría enviarle mis saludos?
-Por supuesto.
-Dígame ¿Debo preocuparme? Se trata de mi apoderado y la confianza es delicada.
-Seguramente no.
-¿Sospecha del robo de un diamante, Lleyton?
-Más bien, estoy rastreando uno.
-¿Por qué sospecha de Laurent?
-Más bien de quién o quienes le vendieron el anillo de compromiso de la señorita Marine Lorraine.
-Oh ¡Ja, ja, ja! ¡Lleyton! ¡Me sorprende que no lo sepas!
-No le entiendo, señora.
-Yo misma elegí el diamante de la señorita Lorraine.
-¿Usted?
-En la joyería de junto. Cuando Laurent me comentó que pensaba en proponer matrimonio, compré el anillo y le aseguré que sería un éxito en la propuesta.
-Qué generosa.
-Laurent es un estupendo gestor financiero, usted puede ver este gesto como un incentivo.
-¿No le preocupa perderlo pronto? Me han dicho que aceptó un empleo en un banco.
-El banco donde yo misma gestiono mis cuentas. El señor Ferny se hará cargo a partir del próximo mes de todos mis bienes.
-Qué responsabilidad.
-Por eso no concibo la idea de que se le investigue.
-El señor Ferny no es culpable por recibir un regalo.
-Sólo le faltará indagarme.
-Le he dicho al Gobierno Mundial que todo esto es un malentendido, pero ya ve, encontraron una pista y no querrán soltarla. Verá en unos días que le ofrecerán una disculpa.
Lleyton se sentía incómodo, pero tomó el té y sonrió de saber que una potencial culpa se podía repartir. Aunque no lo acostumbrara, comenzó a sentir que no estaba reparando en detalles y pronto, notó que la señora Isbaza había estado llorando, además de mirar un retrato recién colocado en su mesita de lectura. El hombre no correspondía al recuerdo de Joseph Kerr y tenía anotada la leyenda "Leoncavallo" en la parte inferior.
-Supe que su familia se estableció en Mónaco - continuó él.
-Ha sido lo mejor. Este apartamento era muy ruidoso y Marian me tenía atormentada.
-¿Nunca lo regañó?
-Es mi nieto, no me molestaban las visitas sino esas jovencitas de Corse, las "gaviotas".
-Entiendo.
-Al menos se ha ido comprometido ya.
-¿No le parece prematuro?
-¿Lo dice por la pequeña Raluca? Marian esperará, ya sabe cómo son las familias reales.
-Y de Tell no Tales.
-Lleyton, te casaste muy joven también.
-El divorcio fue un éxito.
-A veces los arreglos no salen bien.
-Steliana ¿Puedo ser indiscreto?
-Por supuesto.
-¿Usted sabe algo sobre la familia Liukin?
-¿Quiénes?
-Los Liukin.
-No les conozco.
-Hay rumores.
-Sé a qué se refiere. Mi fallecido esposo me regaló unas tierras en nuestra boda e Industrias Isbaza nació en una granja del valle que él y yo misma sembramos. Lo demás han sido chismes sin más.
-Conozco esa historia pero no es lo que me hace preguntar.
-Me deja sin palabras, Lleyton.
-Es que el señor Kerr le concedió a mis padres una participación en la compañía y me interesa retomar el control de las acciones ahora que ambos han decidido retirarse.
-Será cuestión de conversarlo con el señor Ferny.
-Los rumores dicen que mis padres las han dejado trabajar solas y han generado algunas utilidades.
-No habrá dificultades para mis amigos.
-Muchas gracias.
Steliana iba a agregar algo cuando la chica de pecas intervino para anunciar una llamada urgente. A pesar de la molestia, la mujer se levantó y se dirigió a su estudio sin voltear. Lleyton de inicio sintió cierto aire de mala educación por parte de la muchacha, pero después se percató de que los descuidos de ésta eran deliberados y le hacía gestos para que se aproximara al estudio. El hombre lo hizo y la chica lo dejó solo. Steliana normalmente utilizaba el altavoz para evitar escuchar erradamente.
-¡Laurent! ¿No es pronto para llamar?
-"Estoy en medio de esta parrillada y sólo quiero que termine, los vecinos son molestos".
-Ten paciencia ¿Le has entregado a Marine su broche de compromiso?
-"Todos aplaudieron".
-¿Cómo está la novia?
-"Marine está bailando con sus hermanas. Seguí tu consejo y le ofrecí la primera mazorca asada. La gente de Corse creyó que era una cortesía y me aacaban de felicitar por los mariscos".
-Te dije que los pescadores siguen siendo corrientes.
-"Los Lorraine no son diferentes".
-¿Has conseguido algo de ellos?
-"Aceptaron el viaje familiar a Vichy y tengo la lista de invitados".
-¿En cuánto nos va a salir?
-"Menos de lo que calculamos, sólo invitaron a Goran Liukin Jr. cómo teníamos previsto y a un tal Maragaglio que nos puede causar problemas".
-¿De qué clase?
-"Maragaglio es agente de Intelligenza Italiana así que ingenuo no es".
-Será una dificultad importante.
-"Abuela, debemos tener mucho cuidado. Averigüé que ese tipo es el hermano mayor de Marine".
-¿Hermano? ¿No habíamos investigado a los Lorraine?
-"Nuestra 'querida Lou' fue la que lo incluyó en el viaje. Le pregunté a otras hermanas de Marine y todas dijeron lo mismo".
-¿Crees que sospechen algo?
-"No me agrada que no lo hayan mencionado en todo este tiempo".
-Lo arreglaremos, pregunta lo que puedas sobre él.
-"Albert Damon me ha dicho que Maragaglio es el invitado de honor".
-¿Honor?
-"Y Lou dice que ese idiota es muy importante para Marine... ¿Será que también nos han vigilado?"
-¿Cuál es el rango de Maragaglio?
-"No lo sé todavía, pero no parece un policía cualquiera por lo que me están platicando".
-¿Cómo está Leonora?
-"No te preocupes, sigue mezclada con estas personas y le pedí que pregunte por Maragaglio si es posible".
-¿No está fastidiada?
-"La contenté con mi tarjeta de crédito".
-Bien hecho, Laurent.
-"Pasaré en la noche a verte, abuela".
-¡Desde luego que lo harás! Yo también tengo unos asuntos qué tratar contigo.
-"¿Algo grave?"
-Lleyton Eckhart está en la sala y hace unas horas vino Agathe Anissina.
-"¿Qué buscan?"
-Guarda bien los papeles de propiedad del valle, hay algo que no me gusta.
-"Los he colocado en una caja fuerte privada... También debes saber que precisamente Lleyton Eckhart irá al resort de Vichy con nosotros, está rastreando un diamante y sospecha de mí".
Lleyton optó por cerrar la puerta en silencio y volvió a su sitio en la sala, mientras la chica de pecas le observaba.
-En la campiña dicen que el valle es de los Liukin.
-Me han repetido eso en los últimos días - contestó Lleyton.
-¿Y no hará nada?
-No puedo probarlo.
-La caja fuerte de la señora Isbaza está en la calle Piaf.
-¿Cómo lo sabes?
-Me divierto con su nieto cuando Leonora y Marine no están.
-¿Laurent es adoptado?
-Si nombre es Laurent Ferny Isbaza, pero esconde el Isbaza para que la gente le confíe su dinero.
-¿Por qué me dices esto?
-Porque Laurent prometió llevarme a Vichy y en la mañana me dijo que no lo hará.
-¿Sólo por eso?
-Y porque hace mucho no me regala cosas.
-¿Eres su amante?
-Soy la que cuida de Laurent.
-Lo estás traicionando.
-Lo estoy salvando.
-¿De qué?
La joven quería contestar, pero reparó en una tardanza y regresó a la cocina inmediatamente. Lleyton estaba confundido y por un momento, deseó que Maragaglio se apareciera de una vez. Consciente de que tenía que disimular, tomó el resto de té y se distrajo con el celular, sobretodo al notar que Sophie Talmann le había enviado un par de mensajes y quería verse esa noche con él.
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